RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

domingo, 13 de julio de 2014

EN EL 80° ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE JOSÉ CALVO SOTELO



-Hoy se cumplen 80 años desde aquel fatídico día en el que pistoleros socialistas asesinaron a D. José Calvo Sotelo, que era nada más y nada menos que el jefe de la oposición. Un hombre con una hoja de servicios impecable, que antes de enfrentarse a la marea roja, se había enfrentado a la oligarquía, con su empeño en que todos pagaran impuestos según sus ganancias; lo que le granjeó la enemistad de buena parte de los "ricos", que tuvieron más influjo que nadie en derribar la dictadura de Miguel Primo de Rivera, de la que fue ministro de Hacienda. Creador de una banca pública, de un abierto estatuto municipalista y celoso de los recursos nacionales, fue nuestro mejor ministro de Hacienda tras el marqués de la Ensenada.

Como reconocieron muchos militares, su asesinato fue la gota que colmó el vaso. Ya no se podía más, y el 18 de julio, un legítimo Alzamiento comenzó.

Podríamos seguir hablando largo y tendido sobre D. José, pero respetando el laconismo arquetípico de que obras son amores y no buenas razones, no podemos sino recordar lo que escribimos tiempo ha:

MEMORIA Y PSICOLOGÍA


y transcribir algunas frases suyas antológicas que a fuer de clarividentes se hacen intemporales.

"Yo tengo, Sr. Casares Quiroga, anchas espaldas. Su señoría es hombre fácil y pronto para el gesto de reto y para las palabras de amenaza. Le he oído tres o cuatro discursos en mi vida, los tres o cuatro desde ese banco azul, y en todos ha habido siempre la nota amenazadora. Bien, Sr. Casares Quiroga. Me doy por notificado de la amenaza de S.S. Me ha convertido su señoría en sujeto, y por tanto no sólo activo, sino pasivo de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué hechos. Bien, Sr. Casares Quiroga. Lo repito, mis espaldas son anchas; yo acepto con gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades que se puedan derivar de actos que yo realice, y las responsabilidades ajenas, si son para bien de mi patria y para gloria de España, las acepto también. ¡Pues no faltaba más! Yo digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano: 'Señor, la vida podéis quitarme pero más no podéis'. Y es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio."


"Soy católico, y creo que, por serlo los más de los españoles, 'el Estado debe sostener el culto y el clero'. [...] Nada objeto a la libertad de cultos ya decretada, siempre que para la Iglesia sea libertad y no persecución. Así, habrá de reconocérsele: a) el derecho de enseñar y propagar la palabra de Dios; b) el de organizarse en Congregaciones sin límite que no sean el común. Votaré, por tanto, 'contra la escuela laica, la escuela única y la disolución y expulsión de las órdenes religiosas'. Finalmente, creo que la indisolubilidad del matrimonio, si adolece de inconvenientes notorios, libera, en cambio, a la sociedad de males gravísimos. 'Votaré contra el divorcio disolutorio'."


"Si algún día cambia España su régimen, nunca será para una «restauración», sino para una «instauración». Esto es, que la Monarquía, aunque retorne, no podría volver a ser «en nada, absolutamente en nada», lo que era la que pereció en 1931".


"Muchas veces he pensado que la raíz real del problema de España no es política, sino económica, y que la receta de nuestros males, por ser de índole económica, se ahogará en germen ante el quietismo obstinado de gran parte de las clases conservadoras. La incomprensión egoísta de multitud de ciudadanos pudientes, aferrados a nociones quiritarias cual si viviésemos muchas centurias atrás, puede depararnos días desastrosos, porque las aguas represadas se sueltan en torbellino cuando rompen la esclusa". 


"Entre una España roja y una España rota, prefiero la primera, que sería una fase pasajera, mientras que la segunda seguiría rota a perpetuidad".


"Sería loco el militar que al frente de su destino no estuviera dispuesto a sublevarse a favor de España y en contra de la anarquía, si ésta se produjese".


"Nación, sólo una: España; Estado, sólo uno: el español. Y dentro de él las regiones que se quiera, con autonomía plena, intensa y profunda, pero sin romper jamás el cordón umbilical que debe unirlas a la madre patria."



El protomártir de la Cruzada no puede quedar en el olvido. Ni él ni tantos prohombres de nuestra patria que este sistema tiránico nos quiere escamotear. Aprendamos de él, como conector de los diferentes banderines de enganche de una España que se resiste a morir. Salvando las distancias y entendiendo los vertiginosos cambios, no deja de ser un ejemplo de inteligencia, practicidad, honestidad y unidad; que es lo que nos hace falta.

JOSÉ CALVO SOTELO: ¡PRESENTE!

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