El Crismón |
¿QUÉ ES LA REVISTA RAIGAMBRE?
Alexander Solzhenitsyn dejó dicho que la precipitación y la superficialidad fueron las enfermedades crónicas del siglo XX y que, al negarnos a aceptar un poder superior inmutable que nos supera, hemos colmado el vacío a golpe de imperativos personales y, súbitamente, nuestra vida se ha vuelto espeluznante. Acuñó un término acertadísimo para un libro: El error de Occidente. Estando vigente el melodramático teatro de la Guerra Fría, advirtió que no era cosa de un conflicto político o militar, sino de la autoridad moral que fue consiguiendo el progresismo sin una contestación en condiciones. El genio ruso avistó con enorme perspicacia el gran pacto que se estaba gestando: Por un lado, la izquierda aceptaba el sistema liberal capitalista, y por otro lado, la derecha aceptaba el “marxismo cultural”: el germen del progresismo que acuñaron de Gramsci a la Escuela de Frankfurt, y que acaso eclosionó en Europa en aquel parisino Mayo del 68 y en los Estados Unidos de Norteamérica con los hippies. Todo ello ha ido creando una gran mordaza para nuestras sociedades, asfixiadas en una anticivilización de contradicciones y relativismos que pretende expulsar a toda costa lo trascendente, lo sagrado; constituyendo así un hecho sorprendentemente negativo en la historia de la humanidad.
Así las cosas, estás ante un proyecto que no renuncia a nada: es decir, si bien es nuevo, tiene raíces viejas, y considera que, al ser la tradición un concepto dinámico, en el aplicado rescate de lo mejor del pasado está el mejoramiento del presente y la construcción del futuro. Pese al descrédito cada vez más manifiesto de la política, entendemos que “política” es un concepto clásico derivado del griego “polis” y, como tal, mucho más amplio de lo que habitualmente piensa el común; máxime cuando en nuestros días, por razones obvias, está tan denostado. Con todo ello, no estás ante una revista “sólo de política”. Aquí podrás encontrar aportaciones sobre los temas más variados, en un ambiente de diversidad constructiva que persigue varios objetivos: redescubrir nuestra tradición que han pretendido sepultar, establecer la ligazón con ella y encontrar en esa raigambre el suelo sobre el que edificar una Patria devastada por la incultura y la ruptura con esa tradición. Por ello, nuestra línea editorial está claramente definida y los temas de nuestro interés abarcan una amplia gama de materias que, pensamos, puede ir siendo trazada por varias sensibilidades, mas siempre dentro de unos principios tan claros como irrenunciables e innegociables, principios que podemos resumir en una simbiosis basada en patriotismo, tradición y justicia social.
Al cargarnos de fe y razón, nuestro patriotismo es profundamente hispánico con todo lo que ello comporta. Nos encuadramos en la Cristiandad, que ha sido defendida a machamartillo por nuestros antepasados y que ha forjado con su radiante luz nuestro ser y nuestras gestas. Asimismo, ante el clamoroso fracaso de la Unión Europea, invocamos sin complejos el hispanismo, un hispanismo que busca una fuerte alianza con Portugal e Hispanoamérica y que no se olvida de otras tierras que, de una manera u otra, se inscribieron en nuestra bandera. No renunciamos a nuestra vocación universal, a la par que asumimos, por supuesto, que nuestra tradición se inscribe en la Catolicidad; por ello, defendemos que hemos de tener una voz propia en Europa, en este Viejo Continente donde no dejamos de hallar afinidad con otros pueblos con los que podemos compartir idiosincrasia y espíritu. Todo está complementado y no podrá ser una cosa sin la otra. Decía Ramiro de Maeztu que el camino de España no tiene pérdida posible. Al concordar con el gran mártir e intelectual, queremos seguir la verdadera senda y ayudar con lo que podamos a salvar a nuestros lectores de tantos extravíos que nos alejan de nuestra línea lógica.
Asimismo, creemos que la falsedad del espíritu liberal comienza en su tramposa filosofía, que al igual que su ahijado marxista, se impregna de contradicciones y brutalidades cuyas ensangrentadas consecuencias padecemos en síntesis. No comulgamos con este capitalismo amoral e inhumano que cabalga sin compasión hacia una especie de nueva y definitiva revolución que amenaza con destruir lo poco que las anteriores revoluciones dejaron en pie; y por supuesto, no creemos ni en la lucha de clases en particular, ni en los determinismos en general, y no queremos ni sus apéndices ni sus mutaciones. Reivindicamos el esfuerzo, el sacrificio, el mérito, el ahorro, el trabajo, la dignidad, el valor, el honor y la lealtad, así como las libertades concretas, en contra de la palabrería que siempre ha sido el empujón a la guillotina y el colofón de los genocidios de la modernidad.
Somos una revista en su más amplio sentido, reiteramos. No aspiramos a crear una especie de nueva política (sería vana presunción), sino que venimos a reforzar y organizar mejor lo bueno que ya hay. Queremos ser un cauce que a partir de lo cultural influya en la realidad. Depositarios de la herencia de aquella revista “Acción Española” que en años decisivos del siglo XX aglutinó a los hombres de letras españoles más honestos. Ante la terrible situación en que se encuentra nuestra España, nos inspiramos en el legado de nuestros antecesores y creemos posible articular no sólo una revista, sino un movimiento cultural que suscite en los españoles honrados un afán de encontrar soluciones a cuantos problemas han generado décadas y décadas de impostura e indignidad. Aspiramos a ser Escuela de Pensamiento, línea cultural, acción política, acción comunitaria, un grupo integrador y referente, un centro que atraiga a la elite intelectual y combativa que esté pronta a inspirar a un pueblo exhausto, harto de corrupción, de fealdad, de grosería y de bajezas. Una elite cultural y valiente que eleve la moral de ese pueblo, desmoralizado, rebajado hasta la abyección, ofreciéndole un camino muy distinto al marcado. Un liderazgo más que político, que devuelva a ese pueblo los nobles ideales que le han expoliado los grotescos traficantes de la bellaquería, el derrotismo y la miseria moral e intelectual. Una elite comprometida y patriota que suministre el antídoto oportuno que salve al enfermo, ahíto de los venenos de la auto-negación suicida y el auto-desprecio inmovilizador.
Así las cosas, estás ante un proyecto que no renuncia a nada: es decir, si bien es nuevo, tiene raíces viejas, y considera que, al ser la tradición un concepto dinámico, en el aplicado rescate de lo mejor del pasado está el mejoramiento del presente y la construcción del futuro. Pese al descrédito cada vez más manifiesto de la política, entendemos que “política” es un concepto clásico derivado del griego “polis” y, como tal, mucho más amplio de lo que habitualmente piensa el común; máxime cuando en nuestros días, por razones obvias, está tan denostado. Con todo ello, no estás ante una revista “sólo de política”. Aquí podrás encontrar aportaciones sobre los temas más variados, en un ambiente de diversidad constructiva que persigue varios objetivos: redescubrir nuestra tradición que han pretendido sepultar, establecer la ligazón con ella y encontrar en esa raigambre el suelo sobre el que edificar una Patria devastada por la incultura y la ruptura con esa tradición. Por ello, nuestra línea editorial está claramente definida y los temas de nuestro interés abarcan una amplia gama de materias que, pensamos, puede ir siendo trazada por varias sensibilidades, mas siempre dentro de unos principios tan claros como irrenunciables e innegociables, principios que podemos resumir en una simbiosis basada en patriotismo, tradición y justicia social.
Al cargarnos de fe y razón, nuestro patriotismo es profundamente hispánico con todo lo que ello comporta. Nos encuadramos en la Cristiandad, que ha sido defendida a machamartillo por nuestros antepasados y que ha forjado con su radiante luz nuestro ser y nuestras gestas. Asimismo, ante el clamoroso fracaso de la Unión Europea, invocamos sin complejos el hispanismo, un hispanismo que busca una fuerte alianza con Portugal e Hispanoamérica y que no se olvida de otras tierras que, de una manera u otra, se inscribieron en nuestra bandera. No renunciamos a nuestra vocación universal, a la par que asumimos, por supuesto, que nuestra tradición se inscribe en la Catolicidad; por ello, defendemos que hemos de tener una voz propia en Europa, en este Viejo Continente donde no dejamos de hallar afinidad con otros pueblos con los que podemos compartir idiosincrasia y espíritu. Todo está complementado y no podrá ser una cosa sin la otra. Decía Ramiro de Maeztu que el camino de España no tiene pérdida posible. Al concordar con el gran mártir e intelectual, queremos seguir la verdadera senda y ayudar con lo que podamos a salvar a nuestros lectores de tantos extravíos que nos alejan de nuestra línea lógica.
Asimismo, creemos que la falsedad del espíritu liberal comienza en su tramposa filosofía, que al igual que su ahijado marxista, se impregna de contradicciones y brutalidades cuyas ensangrentadas consecuencias padecemos en síntesis. No comulgamos con este capitalismo amoral e inhumano que cabalga sin compasión hacia una especie de nueva y definitiva revolución que amenaza con destruir lo poco que las anteriores revoluciones dejaron en pie; y por supuesto, no creemos ni en la lucha de clases en particular, ni en los determinismos en general, y no queremos ni sus apéndices ni sus mutaciones. Reivindicamos el esfuerzo, el sacrificio, el mérito, el ahorro, el trabajo, la dignidad, el valor, el honor y la lealtad, así como las libertades concretas, en contra de la palabrería que siempre ha sido el empujón a la guillotina y el colofón de los genocidios de la modernidad.
Somos una revista en su más amplio sentido, reiteramos. No aspiramos a crear una especie de nueva política (sería vana presunción), sino que venimos a reforzar y organizar mejor lo bueno que ya hay. Queremos ser un cauce que a partir de lo cultural influya en la realidad. Depositarios de la herencia de aquella revista “Acción Española” que en años decisivos del siglo XX aglutinó a los hombres de letras españoles más honestos. Ante la terrible situación en que se encuentra nuestra España, nos inspiramos en el legado de nuestros antecesores y creemos posible articular no sólo una revista, sino un movimiento cultural que suscite en los españoles honrados un afán de encontrar soluciones a cuantos problemas han generado décadas y décadas de impostura e indignidad. Aspiramos a ser Escuela de Pensamiento, línea cultural, acción política, acción comunitaria, un grupo integrador y referente, un centro que atraiga a la elite intelectual y combativa que esté pronta a inspirar a un pueblo exhausto, harto de corrupción, de fealdad, de grosería y de bajezas. Una elite cultural y valiente que eleve la moral de ese pueblo, desmoralizado, rebajado hasta la abyección, ofreciéndole un camino muy distinto al marcado. Un liderazgo más que político, que devuelva a ese pueblo los nobles ideales que le han expoliado los grotescos traficantes de la bellaquería, el derrotismo y la miseria moral e intelectual. Una elite comprometida y patriota que suministre el antídoto oportuno que salve al enfermo, ahíto de los venenos de la auto-negación suicida y el auto-desprecio inmovilizador.
Así es que asumimos gustosos este compromiso que nos impone la lealtad a nuestras raíces, un compromiso que nace de la obligación moral y religiosa de defender lo que se ama. Y manifestamos, con la firme convicción de que, tal y como escribió Vázquez de Mella: “Después de un primero de mayo terrible, vendrá un 2 de mayo más glorioso que el de 1808”.
Ésta es la Revista Raigambre.
Ésta es la Revista Raigambre.
Hermoso texto.
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