RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

sábado, 31 de octubre de 2015

ANTICOMUNISMO Y RUSOFOBIA

Imagen de kimmish.co.za
Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Por una cosa o por otra, Rusia está en el candelero, y parece ser que decir “Rusia” es decir varias cosas a la vez. Recuerdo que no hace mucho, un colega brasileño me decía que él no debía ser un buen brasileño, pues cuando decía su nacionalidad, automáticamente le saltaban con carnaval y samba, cosas de las que no gustaba. Y bueno, es universal que todo país cargue con determinados tópicos, hasta ahí de acuerdo. Pero en Rusia hay “algo más”, y puede tener su explicación: La caída del muro de Berlín, presagiando la última década de un siglo XX que se fue muy rápidamente, supuso una especie de aura optimista en muchos rincones del Occidente. Con razón, muchos pueblos del Este pensaban que por fin se liberaban de tan oprobiosa tiranía. Sin embargo, desde Washington se pensaba de otra manera: Por fin el terreno estaba allanado para dominar el mundo occidental a placer, y de ahí desembarcar a lo largo y ancho del Pacífico como quien se va de vacaciones. Pero resulta que la historia no fue así, y Rusia, iniciando una última década de siglo desastrosa, comienza a revolverse cuando ni propios ni extraños se lo esperan; y cuando Estados Unidos intentó meter sus zarpas en el Cáucaso a través del golpista Saakashvili, Rusia demostró que estaba viva y coleando, y en cuestión de una semana finiquitó el que podría haber sido un grave problema geopolítico, a la par que advirtió que no iba a haber más Kosovos. Y desde entonces, Rusia volvió a la política internacional por la puerta grande, y en Occidente, “Putin” era y es (y probablemente será) el hombre y el nombre. (1)
Teniendo este cuadro por banda, nos situamos ante los dos planos que salen a la palestra cuando nos referimos a Rusia: Anticomunismo y rusofobia. Y aunque pueda parecer paradójico, están bastante relacionados: El anticomunismo (2), lejos de haberse enterado que el muro de Berlín ya cayó, sigue anclado en una trampa ideológica que le vino (y le viene) muy bien al imperialismo anglosajón, y en verdad no es nada paradójico, puesto que el anticomunismo no tiene más ideología que una suerte de miedo paranoide a que hoces y martillos salgan de todos lados para fastidiarles la tranquila vida. La pregunta del millón sería qué alternativa real ofrecen ellos a esa supuesto sempiterno y redivivo comunismo que va a acabar con todos, porque no parecen salir de una histérica dialéctica que, en forma de altisonantes diatribas, emplean a distancia contra todo aquello que les pueda oler a “izquierda”, demostrando así una actitud eminentemente burguesa, la clásica actitud del meter miedo y esperar a que alguien/otro haga algo, y resulta que ese “alguien” suele ser el liberalismo, el máximo y hegemónico beneficiario de nuestro tiempo.
Otrosí, el anticomunismo se relaciona mucho con la rusofobia, porque para todo anticomunista que se precie, Rusia es la carne y la sangre del comunismo. Ser ruso equivale a ser un rabioso comunista. Y como Putin estuvo en la KGB, Putin es comunista y Rusia está restaurando la Unión Soviética, y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Y es que si adquiriéramos la lógica de los anticomunistas, colegiríamos que España es un país franquista y que Alemania está lista para el IV Reich. O quién sabe, tal vez De Gaulle se va a levantar de su tumba y va a volver a ¿salvarnos de la izquierda? dejando a los pieds-noirs a su suerte. Nada, nada, Putin ya está calado. No importa que en Rusia se haya prohibido la propaganda de la pornografía, la homosexualidad y el aborto; no importa que en Rusia, por cada ruso nacido, el gobierno dé 9.300 euros; no importa que el gobierno de Moscú haya establecido un impuesto único del 13%; no importa que en Rusia estén prohibidas las manifestaciones homosexualistas promovidas y financiadas por Hollywood y la Unión Europea… Es más: No importa que en Rusia, si quieres educar a tus hijos de una forma tradicional, el Estado no sólo no es que no te ponga trabas, sino que te da todas las facilidades del mundo. Existen multitud de comunidades y colegios que ya quisieran muchos que se hacen llamar tradicionalistas para sus vástagos (3). Y es que en parte el patriotismo, así como otros muchos valores, es algo real, tangible; se respira en muchos ambientes, y va calando desde la infancia. Un anticomunista prototípico dirá que eso lo hace Putin para despistar, y acto seguido, será capaz de alabar a magníficos teóricos (especialmente ingleses…) que jamás pondrán en práctica.
A esta especie de identificación genética de Rusia con el comunismo, le podemos oponer las palabras de Alexander Solzhenitsyn: "Tienes que entender. Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos. Ellos odiaban a los rusos. Ellos odiaban a los cristianos. Impulsado por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin una pizca de remordimiento humano... Con sus manos manchadas de sangre, muchos de mis compatriotas sufrieron más horrendos crímenes que cualquier pueblo o nación alguna vez haya sufrido en la totalidad de la historia humana. No estoy exagerando. El bolchevismo ha llevado a cabo la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo sea ignorante e indiferente sobre este enorme crimen es prueba de que la media mundial está en manos de sus autores." En sus ensayos más modernos sobre Rusia, hablaba cómo muchos exiliados ucranianos, irresponsablemente y en contra de la constitución histórica y etnocultural de su país, inyectaban la rusofobia en Estados Unidos, y la propaganda oficial angloamericana no cargaba contra el comunismo, sino contra los “rusos”, omitiendo que Stalin era georgiano y Jruschev ucraniano, y eso por no hablar de la responsabilidad de muchos líderes judíos o bálticos. Fue una tiranía internacional que se sirvió de Rusia, y que de hecho provocó el sufrimiento y la división del pueblo ruso, que aún padece una diáspora que alcanza a millones de personas desde la Europa Central al Extremo Oriente. Con todo, cuando hubo quien le reprochó a Solzhenitsyn el haber recogido un premio que le entregó Putin, quien había pertenecido a la KGB, él espetó que acaso Bush no había pertenecido a la CIA. Y se lo podíamos seguir preguntando a todos aquellos que siguen con el miedo de una KGB rediviva: ¿Es que acaso la CIA es mucho mejor?
Algunos incluso alertan con el paneslavismo… Y es que de verdad, que nos alerten con esto tras tres siglos de hegemonía angloprotestante barnizada de sionismo, ya provoca risa.
De todas formas, no entendemos por qué Putin habría de ser “fascista”, “tradicionalista”, “progresista”, “comunista”, o de cualquier tendencia de quien pretende comparar a su imagen y semejanza un mundo eslavo oriental que tiene unas características muy propias, Y muy surrealistas, que todo hay que decirlo. Hay quien lo critica por ensalzar el pasado histórico de Rusia, por introducir el Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn en las escuelas, por habilitar la figura del zar Nicolás II; y también hay quien lo critica por ensalzar la “Gran Guerra Patriótica” con banderas rojas. Sobre lo último, yo desde luego tengo una opinión muy parecida a la de Solzhenitsyn, que no en vano es acaso el intelectual que más admiro de los que he “conocido”, y creo que “patriotismo” y “sovietismo” son términos que se repelen, y que en efecto, la tiranía roja era tan extraña para el pueblo ruso como la llegada de los nacionalsocialistas alemanes. Sin embargo, ¿qué tendría que hacer Putin para gobernar el país más grande del mundo? ¿Llamar a los sabios occidentales de las más diversas tendencias que coronan terapias de autoayuda presididas por cafés, copas y puros? Por supuesto que en Rusia habrá cosas que gusten y cosas que disgusten, eso es lógico; empezando porque Rusia no deja de ser un país inmerso en el sistema capitalista y donde todavía no se ha prohibido por ley el abominable crimen del aborto. Con todo, también es lógico que Putin, si quiere revitalizar a su país como potencia, hostilizado constantemente por Yanquilandia y su colonia la Unión Europea, aúne voluntades de grupos dispares, pero que por lo menos están dispuestos a entregar su vida por su patria. Por eso necesita una sociedad fuerte y por eso en Rusia se promocionan valores de verdad sin miedo a lo políticamente correcto, con todos los terribles problemas y contradicciones que haya; que no son menores que en los países occidentales. Y es que como dice el politólogo Alexander Duguin (4), al fin y al cabo Putin no tiene ideología porque en el espacio post-soviético esto se vino abajo. Con todo, por encima de sus convicciones, Putin es lo suficientemente listo para saber que si quiere levantar un país que es el puente entre Europa y Asia, no ha de hacer lo mismo que un Occidente que reniega de sus tradiciones y esencias, financiando desfiles del orgullo gay, extinguiendo las familias y abriéndose de par en par ante propios y extraños, y los extraños cada vez son más… Y Rusia para nosotros no es un extraño, y esto es una realidad histórica, cultural y hasta espiritual, por más que anticomunistas y rusófobos varios sigan empeñados en agitar el miedo y la paranoia. Y no olvidemos que todavía hay muchos ídolos de estos (franceses e ingleses principalmente) rusófobos de tres al cuarto, que dicen que Europa acaba en los Pirineos…

Para terminar, un desafío: A ver cuánto tardan los de siempre en decir que somos agentes de Putin o algo por el estilo. ¡Se admiten apuestas!


Imagen de en.wikipedia.org



NOTAS:

(1) Véase:

El misterio hispano-ruso. - Página web de fororusia - Jimdo


(2) Espero que al utilizar el término “anticomunista” no se confunda la postura de un servidor, que está en contra del marxismo y a mucha honra. Con todo, muchos han aprovechado el teórico estar contra el marxismo para otros fines. No es casualidad que el marxismo cultural de Gramsci y la Escuela de Frankfurt, cristalizado en Mayo del 68, haya calado más en Occidente que en Oriente. Al final, el anticomunismo no hace sino desanimar y agalvanar, ayudando a destruir; puesto que más allá de llevar la contra, se muestra incapaz de crear y luchar. Es por ello que para entendernos uso el término “anticomunismo”.
No obstante, viendo lo que fue y lo que está siendo el “anticomunismo”, y viendo a los progres de nuestro tiempo, al final va a acabar uno hasta nostálgico del bolchevismo.



(3) Véase al respecto:
https://www.facebook.com/photo.php?v=702112223174296&set=vb.428733140512207&type=2&theater



(4) Aclaro que en absoluto soy "duguinista", ni "evoliano", ni nada que se le parezca. Algo he escrito al respecto:

Apuntes hispánicos para Alexander Duguin

por Antonio Moreno Ruiz – Es una actitud muy conservadora eso de decir “hijo, tú no te destaques, no te signifiques”; o “no te metas en política”. Y es que …Sigue leyendo 

viernes, 16 de octubre de 2015

SEMBLANZA DE VALLE-INCLÁN (III)

Valle-Inclán, María Banquer y Julio Romero de Torres. Imagen de www.revistadelibros.com


Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor 







En cuanto al carlismo, a decir verdad, hay un mérito importante, y es que probablemente gracias a Valle-Inclán, el movimiento legitimista español se extendió como con cara amable a través de la literatura; quien hasta entonces, había sido utilizada (salvo excepciones como las del leonés Antonio de Valbuena o el montañés José María de Pereda) para satanizar al movimiento político más antiguo de Europa. Ejemplos como los de Mariano José de Larra o Benito Pérez Galdós son más que ilustrativos sobre esta leyenda negra anticarlista que colea hasta nuestros días.







Y rubricando con la política, podemos recalcar que en sus últimos tiempos, el gobernante que más optimismo y simpatía le inspiró no fue otro que Benito Mussolini.



OTRAS CUESTIONES PERSONALES

Y bueno, todos nos podemos imaginar a Valle como desaseado y borracho cuanto menos. Pero la realidad es que el genio pontevedrés fue siempre muy cuidadoso tanto de su aspecto personal como del aspecto de su obra. Era, asimismo, un apasionado de los modales, siendo que su afición por la pelea y el duelo partía acaso de una exagerada concepción de la hidalguía.

En cuanto a lo del alcohol, lo cierto es que apenas bebía. Y si era flaco no era porque pasara hambre, que jamás la pasó en su vida; sino porque desde jovencillo le diagnosticaron clorhidria y siempre estuvo fastidiado del estómago. De viejo, tuvo problemas de vejiga, concretamente hematuria.

Este carácter enfermizo hizo que de muy joven se aficionara al cannabis, y no como algo propio de un bohemio desharrapado, sino como un tema de receta médica. Recuerdo que cuando vi la película “Crónica del alba”, con Miki Molina como protagonista, me sorprendió mucho que en las farmacias prepararan cocaína como si tal cosa. Pero así era. De hecho la palabra “droga” se utilizaba más que “medicamento” si cabe en aquella época. Provienen del mismo mundo químico.

Otra cosa que echo en falta de la corajuda biografía de Manuel Alberca es el personaje histórico que inspiró el ficticio personaje del marqués de Bradomín: El general carlista granadino Carlos Calderón y Vasco; diplomático, donjuán, dicharachero, culto, políglota, cínico, temerario, calavera y valeroso, entre otras cosas; referido por el mismísimo rey Carlos VII en la III Guerra Carlista. M. Fernández Almagro, en un artículo que publicó el periódico “ABC” en los años 50 del siglo XX (10), refiere cómo él mismo escuchó de boca de Valle-Inclán (quien hizo varios viajes que le sirvieron para investigar el carlismo) que se inspiró en este personaje para elaborar a Bradomín, acaso su personaje más conocido y arquetípico.


¿Qué hay de Bradomín, aquel que fue definido como “feo, católico y sentimental” en Valle? Pues probablemente, más de lo que a Valle le hubiera gustado ser que lo que fue propiamente. A veces Bradomín es una suerte de príncipe renacentista tan a gusto de Valle o del mentado Evola; a veces, es un señor rural; otras, un conquistador… Valle creía mucho en esa visión del “hombre fuerte”; veía en los bandidos mexicanos a los continuadores de los conquistadores de antaño; que por fuerza de la mediocre modernidad, ya habrían perdido el sentido.

El marqués de Bradomín, qué duda cabe, es un personaje literario-político, muy amplio, muy transversal, muy generador. Pero no es Valle-Inclán. Y esto parece que hay quien no lo entiende.

¿Es el marqués de Bradomín estética? Sí. Probablemente, la obra cumbre de la estética valleinclanesca, alguien muy comprometido con el idioma y la cultura de España. Pero una cosa es la ficción y otra la realidad o la biografía.

Otrosí, Valle-Inclán nunca dejó de ser una persona muy contradictoria. De joven, decía que el mayor fallo de España fue el no haber exterminado a los indios. Conforme fue mayor, dijo que en España había como dos corrientes: El genio creador latino y la rapiña de origen semiafricano. Sus deficientes conocimientos pasaban por todo lo alto la herencia ibérica, celta o visigoda; amén de pasar por alto también la rapiña romana. En Argentina tuvo buenas palabras y buenas relaciones con la enorme colectividad carlista (descendientes directos muchos de ellos de carlistas exiliados; así fue la tolerancia liberal-alfonsina…) pero después pareció salir asqueado de allí y no habló bien de un país que le pareció “fenicio” y “monótono”, en contraposición a su gusto por los paisajes de Chile y Paraguay u su idealización de México.

En España, idealizó particularmente a Navarra, región que le inspiró muchísimo para bien en su época “más carlista”.

Su arquetípica manquedad no fue en ningún Lepanto, sino en una pelea con un bestiajo periodista vasco que lo cosió a bastonazos, mientras él intentó atacar primero con mal resultado. Y no fue su infección producto de ninguna falta de higiene, sino del metal del bastón. Curiosamente, ambos eran amigos y acabaron haciendo las paces, siendo que el vasco en cuestión le pidió disculpas en no pocas ocasiones.

Y acaso el mayor palo de su vida, amén del disgusto con su hija por un noviazgo y posterior matrimonio que nunca aprobó, fue el divorcio, un divorcio que no quiso y que probablemente nunca esperó; pero con el divorcio, vinieron otros muchos daños colaterales, tanto emocionales como económicos. No le dio importancia a la ley del divorcio de la II República y sin embargo, le cayó en contra; siendo que su esposa, Josefina Blanco, adoptó un comportamiento histriónico y hasta agresivo contra él. Dejó dicho, eso sí, que una cosa era la ley del estado, a lo que no daba importancia, reiteramos; y otra que como cristiano, no aceptaba el divorcio. ¡Valle y sus cosas!

Ciertamente, nunca dejó de ser un hombre de mundo, sobre todo dado el nivel del español medio de la época. Y su carácter y también el cachondeo de la prensa hizo que un reguero de anécdotas falsas colearan sobre su figura hasta en el día de su muerte: Es mentira que reusara auxilios espirituales. Es mentira que un joven ácrata se tirara sobre su tumba para apartar una cruz. Es mentira que jugara al ajedrez. En fin, nos pasaríamos horas y horas desmintiendo; y de hecho, no sólo se ha escrito mucha farfolla al respecto; sino que también se han hecho reportajes que tal bailan; y el imaginario que hay alrededor ya es muy poderoso.

No obstante, con todos los defectos que le pueda ver a la biografía de Manuel Alberca, sin duda es un grandísimo paso para conocer más y mejor al hombre y al escritor.
Quedo a la espera de la biografía de su nieto, Joaquín Valle-Inclán, que tengo entendido que ya está publicando Espasa. Eso promete, porque Joaquín, profesor de literatura, lleva años advirtiendo frente a la sarta de tópicos y mentiras que hay sobre su abuelo; aunque me temo, por lo poco que he leído de él, que la visión que Joaquín tiene del carlismo no difiere mucho de la de Manuel Alberca (no obstante Joaquín ha sido una de las fuentes de Alberca), y eso creo que no ayuda mucho. Pero bueno, será algo a acostumbrarse.
¿Qué fue Valle-Inclán? Pues por encima de otras muchas consideraciones, fue un escritor, un gran escritor. Decía mucho y con gran estilo en no muchas palabras. Tenía capacidad de síntesis y una intuición artística superior. Por ejemplo Pérez Galdós tenía mucho dominio de la técnica narrativa, pero a ello Valle le añadía la chispa, el pellizco; lo que en el flamenco se acostumbra a llamar el duende. Fue un genio creativo que muy pronto tuvo su propio espacio y universo. Sabía inventar, decorar, colocar piezas, enhebrar historias, trasladarse a otros mundos. Sabía llevar al lector a su propio terreno. Hay que leerlo siempre. Un genio: Para mí, el mejor de nuestro idioma después de Francisco de Quevedo.




FIN






NOTAS


(10) Para mayor información, véase:





SEMBANZA DE VALLE-INCLÁN (II)

Valle-Inclán en Chile (1910). Imagen de es.wikipedia.org

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor




No tenemos constancia de que Valle-Inclán haya tenido mucho contacto con la Acción Francesa de Charles Maurras, pero lo cierto es que esta escuela política francesa influyó en España más de lo que se piensa. Y no sólo en España: Antes de la irrupción del fascismo y adláteres, hasta Rumanía habían llegado sus ecos. El pensamiento maurrasiano, tradicionalista, también encarnaba los ideales jerárquicos, latinistas/clásicos, monárquicos, cristianos; y se replanteaba la constitución histórica francesa frente al cada vez más asfixiante centralismo; así como fue pionero en contactar y dialogar con los sindicalistas; siendo que en Francia se formó algún sindicato legitimista que el rey D. Jaime conocería muy de cerca. También trabajaría el carlismo en esta dirección.

Con todo, hay quien le achaca a Maurras contaminación del positivismo, y como buena parte de su vida fue agnóstico, al final tuvo hasta que soportar la condena del Vaticano. Y si bien es cierto que no faltan razones en cuanto a la contaminación positivista, la verdad es que las desviaciones de Maurras eran inocentes en comparación a la infame y manipuladora democracia cristiana (4) apoyada por muchos obispos, poniendo la religión católica al servicio del interés politiquero liberal o progre, si hace falta. (5)

Y hablando de desviaciones, Valle-Inclán las tuvo, y muchas veces por intereses personales.

Lo que negamos de plano es que Valle fuera un bolchevique convencido, y mucho menos, un “libertario” o anarquista, tal y como pretendería el escritor Suso de Toro; el cual omite el poco aprecio que Valle le tuvo al “galleguismo”, siendo que dejó dicho que Rosalía era una poetisa menor. Llegó hasta las boutades contra el “galleguismo”, aunque fue buen amigo de personalidades como Brañas o Murguía; pero jamás le dio pábulo a un regionalismo cuyas derivaciones acaso acertó a denunciar en alguna medida.

Por supuesto, jamás le dio bola al separatismo, teniéndole especial inquina al “catalán”. Valle siempre fue un hispanista férreo, las cosas como son.

En cuanto al marxismo, Valle jamás asumió los postulados del materialismo histórico-dialéctico, y mucho menos los del ateísmo. Lo que vio en Lenin fue un hombre que sabía disciplinar a las masas. Vio en la revolución algo inevitable y según él, mejor que se hiciese desde arriba. Con todo, el caso es que lo mismo le daba declararse absolutista que partidario de una dictadura sin problemas.

Y lo que también suelen omitir los que pretenden enrojecer ideológicamente a Valle-Inclán es que en su escaso tiempo en Italia como director de la Academia Española de Bellas Artes de Roma, no dejó de alabar a Mussolini por activa y por pasiva, sin cortarse ni un pelo.

¿Qué le pudo, entonces a Valle? A nuestro juicio, su incompleta formación, amén del oportunismo. Fue eso más que los tumbos ideológicos en sí.

Resulta curioso que tanto su familia como en su día Manuel Azaña digan que Valle-Inclán siempre fue tradicionalista. Nosotros decimos que, en todo caso, siempre fue un heterodoxo. A día de hoy, Valle encajaría más entre evolianos o duguinianos que entre carlistas. Probablemente, eso de la Cuarta Teoría Política le hubiera interesado (6).

No tenemos constancia de que Valle-Inclán conociera a Julius Evola ni siquiera en su estadía en Italia; no obstante, sorprende que en algunas de sus declaraciones, comparta el mismo “elitismo” que el filósofo italiano; así como muchas concepciones sobre la “política”. No hace mucho que leí Más allá del fascismo (7) y doy fe que me han sorprendido muchas declaraciones de Valle-Inclán recogidas por Manuel Alberca en ese sentido.

Sea como fuere, más que “evolución ideológica”, Valle lo que tuvo fue amistades. Como otros tantos intelectuales de su época, criticó mucho el turnismo pero se aprovechó de él cada vez que pudo. No es que Valle se hiciera rico, pero desde luego, participó de algún que otro “momio”, esto es, trabajo por enchufe, del cual cobraba sin hacer gran cosa. Si bien dizque tradicionalista, buena parte del carlismo (o del integrismo, mejor dicho (8)), siempre consideró que su literatura era altamente inmoral y nunca lo vio con buenos ojos. Y a pesar de ello, nuestro escritor logró hacer buenas amistades en el carlismo, y de hecho fue reconocido por muchos carlistas importantes, que fueron a agasajarlo en sus estrenos teatrales.

¡El teatro! Bien merecería un apartado sólo para expresar esa suerte de amor-odio que constituyó para Valle-Inclán, siendo que fue una de sus máximas aspiraciones y dedicaciones, como renovador estético-cultural que se consideraba, y sin embargo, le dio muchas insatisfacciones y malos entendidos. A partir de aquí comenzó a cultivar su “personalismo”: Por ejemplo, la ruptura de la amistad con Benito Pérez Galdós no vino por motivos “políticos”, sino porque Valle interpretó que su isleño colega le había vetado una obra. También se acabó peleando con la famosísima María Guerrero.

Amén de las amistades que hizo como militante carlista, tenía otras muchas del mundo literario. De ahí viene su amistad con Manuel Azaña y Cipriano Rivas Cherif; amistad que mantuvo hasta su muerte. De ahí vienen sus conexiones con personajes de todas las tendencias. Literariamente, siempre estuvo en el ojo del huracán, no dejando indiferente a nadie. Su fuerte personalidad, su carácter peleón y sus largas barbas (y de joven también las melenas) o provocaban odio o provocaban admiración. Y el cultivo de amistades en todas las esferas ideológicas a través de los cafés sin duda dio sus frutos en la república, donde más que al comunismo, se acercó al Partido Radical de Alejandro Lerroux, a quien consideraba luchador republicano de toda la vida y capaz de disciplinar a las masas. No sabemos si se le olvidaba decir que Lerroux, como otros tantos políticos republicanos, era masón… Sobre este particular Valle no sabemos que dijera gran cosa.

Eso de las masas siempre fue una obsesión en Valle-Inclán: Nunca gustó de esta sociedad preludio del mundo moderno. Sin embargo, no nos parece que escudriñara correctamente en las causas.

Sea como fuere, si bien Azaña nunca lo consideró republicano, lo cierto es que Valle sí que se consideró “hombre de la República”, y no polemizó con Unamuno a pesar de las muchas diatribas liberales/anticarlistas del profesor vascongado.

No podemos negar, asimismo, que Valle-Inclán denunciara muy acertadamente el corrupto régimen turnista; así como que tuvo una intuición desbordante al denunciar lo que había detrás de la dictadura primorriverista, en verdad, un postizo para justificar o salvar al impresentable Alfonso “XIII” (el primer productor pornográfico de España); ahora bien, según su carácter fantasioso, también agrandó sus “méritos” al respecto.

Con todo, hay algo que Manuel Alberca nos cita y que es fundamental para comprender este universo ideológico y hasta espiritual, si se quiere: La teosofía. El filósofo Manuel Fernández Espinosa insiste mucho en este aspecto, y con razón, y a sus estudios remitimos:


los supuestos ideológicos de la novela de valle-inclán



Manuel Alberca no trata este tema. Sólo alude vagamente a la afición espiritista de Valle, que pudo desarrollar en su primer viaje a México. Y sin embargo, esto es capital; porque los vínculos con esta gran nación hispanoamericana tienen mucho que ver con espiritismo y teosofía. Su estrecha relación con presidentes iluministas y anticlericales como Obregón o Calles no es casualidad. Recordemos que defendió a capa y espada las descabelladas políticas de estos mandatarios; así como el anticlericalismo brutal de Calles, que se cebó contra los pobres cristeros, una rebelión contrarrevolucionaria en un país donde la gente llegó a tener que bautizarse a escondidas. Puede que la actitud de buena parte de los residentes españoles en México no fuera la ideal, y que no miraran más allá de intereses más o menos mezquinos. Entiendo que Valle se pudiera pelear con ellos: Yo mismo he decidido cortar relaciones con la inmensa mayoría de la colonia española en el Perú; la gran mayoría, gente francamente prescindible y culpable directa y cómplice del neoturnismo. Entiendo, asimismo, que pudiera distanciarse tanto de liberales como de conservadores; o que, como nos pasa a muchos, al final acabemos abominando todavía más de la derecha que de la izquierda precisamente por la mezquindad individualista y la falta de interés y sensibilidad cultural (9) de esos que se dicen liberales, conservadores o lo que sea; vale, todo eso se puede entender. Pero lo que no se entiende ni se justifica es que apoyara especialmente a Plutarco Elías Calles, auténtica mala bestia masónica e iluminista que masacró al pueblo católico mexicano, cuya lucha era muy similar a la del carlismo. Y no se entiende en una época en la que Valle seguía diciéndose cristiano y tradicionalista.

Con todo, esta es, acaso, la principal desviación que podemos encontrar en el “universo ideológico-espiritual” valleinclanesco. Lo de sus amistades republicanas y su colaboración activa con el régimen tricolor queda casi en peccata minuta. Muchas veces se hizo por interés personal-pancista. Aunque se lo tomaba en serio. 

De México siempre recibió buena prensa, servicios y prebendas. Y durante toda su vida se quiso rodear de este país.



Valle-Inclán en México. Imagen de www.babab.com


Valle siempre conservó un gusto por lo “irracional” desmedido; sin embargo, era más racional de la cuenta cuando le convenía. Sobre todo a la hora de obtener trabajos. Su “problema” era que esos enchufes se los acababa tomando en serio...


CONTINUARÁ...





NOTAS: 






(4) Sobre Charles Maurras y la Acción Francesa, recomiendo especialmente: 


Ediciones Nueva Hispanidad 
Maurras y la Acción Francesa frente a la IIIª República
ISBN:987-98442-2-X
Autor:Calderón Bouchet, Rubén
Páginas:270
Peso:325 gr.
Desde el «Caso Dreyfus» que lo origina, el autor recorre todo el desarrollo histórico de uno de los movimientos tradicionalistas más importantes del siglo XX: «La Acción Francesa»; el enfrentamiento con el Vaticano, la condena papal y posterior rectificación, así como también las definiciones doctrinarias de Maurras en pos de una Francia católica, monárquica, antimasónica y antiliberal.



  
  
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(5) Lo que sabiamente opinaba Rafael García Serrano: 

RAIGAMBRE: LO QUE ES LA DEMOCRACIA CRISTIANA








(6) Sobre Alexander Duguin y la Cuarta Teoría Política:





(7) Mis impresiones sobre Más allá del fascismo

mis lecturas: "más allá del fascismo" - antonio moreno ruiz







(8) Sobre el integrismo, se puede empezar por: 

Partido Integrista - Wikipedia, la enciclopedia libre







(9) Recuérdese: 

RAIGAMBRE: LIBERALES EN CONSERVAS