RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

jueves, 16 de mayo de 2013

TODAVÍA ESPAÑOLES: VALOR, SUERTE Y AL TORO

Juan José Padilla
 
EL TORERO JUAN JOSÉ PADILLA
 
Iniciamos con esta entrada una sección de este blog, que titulamos TODAVÍA ESPAÑOLES. Queremos con esta sección dar a conocer a españoles contemporáneos cuya personalidad constituye un motivo de esperanza para todos cuantos sufrimos al contemplar la decadencia de nuestra sociedad actual, reblandecida y sumida en el relativismo.
 
 
No todo está perdido en España cuando quedan hombres como él: como Juan José Padilla (nacido en Jerez de la Frontera el 23 de mayo de 1973). Un torero que vive peligrosamente y que el 7 de octubre de 2011, en la plaza de toros de La Misericordia de Zaragoza, sufrió una tremenda cornada en la cara afectándole gravemente el ojo izquierdo. Desde entonces lleva un parche que lo ha singularizado de entre todos sus compadres toreros. De figura hidalga, diríase que ascética, con patillas de hacha a la antigua usanza bética, Juan José es un hombre tranquilo; de una serenidad muy española. Frente a sus adversidades tiene la gallardía de crecerse y, con el auxilio de Dios, la fuerza de autosuperarse.
 
Juan José Padilla ha afrontado la adversidad con ese espíritu recio de los españoles de siempre, demostrando que está hecho de un metal diferente a la vil alpaca o a la modelable plastilina de la que parecen hechos nuestros compatriotas contemporáneos. Hombre de profundas convicciones religiosas, siempre ha confesado públicamente su fe católica en algunas de las entrevistas que ha concedido a varios medios de comunicación.
 
Encontrar españoles así en nuestros aciagos días, cuando todo parece postrado en el relativismo, el conformismo y la abyección, constituye un motivo de esperanza. De esperanza en que, pese al sistemático reblandecimiento de la sociedad española, quedan españoles con fe y coraje, enterizos y valientes: tanto para encararse con los Miura como para confesar públicamente su fe en Cristo. Es un hecho: existen todavía reductos donde pervive mucha sustancia española, la misma de aquellos que forjaron un Imperio, llevaron a Cristo a los más remotos confines de la tierra y dieron a todas las razas que hallaron en su camino nuestra lengua, este tesoro intangible y valiosísimo con el que rezamos, amamos y confesamos nuestra españolía y nuestra catolicidad.
 
El mundo de la tauromaquia es una de esas reservas de la raza. Por eso podemos comprender el ciego odio que la Anti-España profesa por el mundo de los toros, bajo el pretexto de una hipócrita y ficticia preocupación por la suerte de los animales.
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
 

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