La sociedad científico-técnica |
UNA EXPLORACIÓN DEL TESTAMENTO FILOSÓFICO DE UGO SPIRITO
Por Manuel Fernández Espinosa,
profesor de Historia de la Filosofía y Ciencia de la Cultura
En el siglo XX la Contra-Revolución encontró en el marxismo, por la violencia con la que se presentó el fenómeno, su principal contrincante, como lo habían sido los revolucionarios franceses a finales del XVIII o las diversas mutaciones del liberalismo en el XIX. El marxismo se convirtió en un antagonista tan colosal que hizo palidecer a cualquier otra fuerza hostil, acaparando para sí toda la pugnacidad de las fuerzas reaccionarias de la Contra-Revolución. Es así como hay contra-revolucionarios, todavía a día de hoy, que parecen no tener otro enemigo que el marxismo. Esto ha sido así, sobre todo a partir del triunfo de la revolución bolchevique que internacionalizó, a instancias de Lenin, la revolución marxista tras la III Internacional. La Contra-Revolución, también las fuerzas de la derecha liberal, los conservadores, todos se coaligaron para emplearse a fondo contra el comunismo, cuya amenaza -bajo signo soviético- pareció convertirse en la única y exclusiva amenaza; así ocurrió en España desde 1936 y pudiéramos decir que hasta 1975. La urgencia con la que había que defenderse del comunismo rampante, hostil a la tradición cultural europea, explicaría que, demasiado centrados en el estudio y en el combate contra el marxismo, otras filosofías del siglo XIX (no menos perniciosas) pasaran desapercibidas y que, incluso para los más ingenuos, se las pudiera contemplar hasta como puntuales aliados frente a la virulencia marxista. Tal fue el caso del positivismo.
UGO SPIRITO, DEL FASCISMO AL COMUNISMO
El caso del filósofo Ugo Spirito es bastante ilustrativo. Ugo Spirito nació en Arezzo (Sicilia) el 6 de septiembre de 1896 y falleció el 28 de abril de 1979. Bajo el magisterio directo de Giovanni Gentile, el positivismo inicial de Spirito pareció recular. La trayectoria política de Ugo Spirito, paralela a su desarrollo filosófico, recorre un largo camino que lo llevará desde el fascismo italiano hasta el comunismo. Su crítica al liberalismo arranca con "Critica dell'economia liberale" del año 1930 que supone la parte destructiva que se complementará con la propuesta corporativista que plantea el autor en "Fondamenti dell'economia corporativa" y "Capitalismo e corporativismo". Todo ello lo realizaba en el seno del fascismo, pero su corporativismo es pronto contestado por doctrinarios del fascismo como Giuseppe Bottai. En el fascismo había creído Spirito hallar el movimiento político en que podría estar realizándose en la historia la filosofía actualista de su maestro Gentile, pero la polémica con posturas más conservadoras dentro del fascismo italiano acarreará la ruptura de Spirito con el fascismo en el año 1937. Pese a su distanciamiento con el fascismo, Spirito tendría dificultades tras la derrota de las potencias del Eje en 1945. A inicios de la década de los 50, Spirito es seducido por el marxismo, adhiriéndose al Partido Comunista italiano. Sus posturas, siempre tan personales, producirán al cabo una nueva ruptura con el marxismo.
CASI UN TESTAMENTO FILOSÓFICO: IDEALES QUE MUEREN E IDEALES QUE NACEN
Spirito escribirá "Ideales que mueren e ideales que nacen", todo ello en el contexto de la revolución cultural de mayo del 68. Este breve ensayo será traducido al español y publicado en 1972 por la Editorial Unión, seguido de lo que podríamos considerar la respuesta a Spirito de Augusto del Noce, bajo el título "¿Ocaso o eclipse de los valores tradicionales?" que, personalmente, consideramos más atinada que las conclusiones del mismo Ugo Spirito.
Con "Ideales que mueren e ideales que nacen", Spirito se proponía definir el núcleo de la crisis global en que venía envuelta la revolución cultural tan reciente, así como tender la mirada al futuro para vislumbrar los ideales que alboreaban. Para Spirito, la ruptura intergeneracional producida con la revolución del mayo sesentayochista era la constatación y el resultado de una crisis que "se debe al paso de una vida dominada por criterios y valores no científicos a otra vida informada por principios de carácter científico y técnico".
El saber religioso, filosófico e ideológico-político ofrecen, para Spirito, valores particulares, frente a los valores universales que ofrece la ciencia y la técnica. En los saberes tradicionales descubre el autor una "metafísica de la presunta posesión de la verdad" que, por muchas razones, aboca a la "pluralidad" de religiones, escuelas filosóficas y etiquetas ideológico-políticas. Esta pluralidad supone para Spirito un elemento de discordias que podrían disolverse de la mano de la ciencia-técnica que, a la vez que da valores universales, se sustenta sobre una "metafísica de la búsqueda de la verdad" con todo el poder de unificación, frente a la división de las opiniones religiosas, filosóficas e ideológicas que, por su multiplicidad, dividen y enfrentan.
Ugo Spirito cree que "la revolución científica está sustituyendo a la revolución ideológica-política" y esta revolución científica (con sus aplicaciones prácticas) implica una "revolución política, o mejor dicho antipolítica". Spirito piensa que las religiones, las filosofías y las ideologías están destinadas a fenecer, mientras que se hace inexorable la marcha triunfante de la revolución científica. La conclusión es que: "Más que contraponer valores nuevos a valores viejos, la transformación científica de la moral implica incluso una nueva concepción del hombre y de la realidad social". El ámbito donde se ha realizado esta dialéctica entre valores viejos y valores nuevos han sido la familia y la escuela.
EL POSITIVISMO, LA BASE FILOSÓFICA DE SPIRITO
Este ensayo de Spirito, casi un testamento filosófico, da buena cuenta del fondo positivista siempre subyacente bajo su idealismo gentileniano, bajo su corporativismo fascista y bajo su marxismo tan personal. En este sentido, Spirito se muestra como un positivista convencido en el poder avasallador de la ciencia y la técnica que, así las cosas, está destinada a anular todas las discordias del pasado, fruto de la diversidad de opiniones religiosas, filosóficas e ideológicas que se han enfrentado las unas con las otras, en aras de su "presunta verdad particular". Todas las diferencias tendrían que ceder ante el panorama nuevo que abre la investigación científica y sus éxitos tecnológicos que, entre otras muchas cosas, traerían consigo la desaparición del trabajo manual permitiendo que la humanidad pueda elevarse culturalmente, aplicándose al trabajo intelectual y al goce estético. Décadas antes que Jeremy Rifkin publicara su famoso superventas mundial "El fin del trabajo. El declive de la fuerza de trabajo global y el nacimiento de la era posmercado", Spirito vaticinaba una humanidad ociosa.
Los planteamientos de Spirito muestran que su positivismo original se mantuvo incólume bajo los reajustes que el autor hiciera en cada una de sus adhesiones y rupturas ideológico-políticas. El fascismo y comunismo de Spirito (que pueden llamar la atención e incluso escandalizar a las mentalidades más estrechas) no fueron otra cosa que intentos de plasmar, a través de movimientos políticos en apariencia tan contradictorios, las ideas más preciadas por el autor: el corporativismo y la tecnocracia (en su sentido etimológico).
IDEAS RESCATABLES
Las pocas ideas rescatables que podemos encontrar en "Ideales que mueren e ideales que nacen" son aquellas que denuncian la obsolescencia del individualismo moderno, la revisión del concepto de igualdad y su crítica despiadada a los míticos fundamentos de la democracia representativa.
CONTRA EL INDIVIDUALISMO: "El individuo se halla intrínsecamente vinculado a toda la realidad, de suerte que sólo puede comprendérsele en el sistema de sus relaciones con el resto del mundo. [...] El individualismo moderno no puede resistir a la crítica científica, y todo el sistema de valores que en él se basaba está destinado antes o después a entrar en crisis y a disolverse".
LA IGUALDAD A REVISIÓN: "¿En qué consiste la nueva igualdad? Es evidente que no consiste en una igualdad de capacidad y de funciones, sino en una igualdad de poder en relación con las propias capacidades y funciones. El principio del que hay que partir es el de la desigualdad de todos y del poder de cada uno en función de su propia personalidad."
INCOMPETENCIA DE LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA: "...el parlamento prescinde de todo principio de competencia y está formado por miembros que, en la mejor de las hipótesis, son expresión improvisada de una opción ideológica. Ahora bien, semejante institución, compuesta de incompetentes, tiene por desgracia aún el poder incondicional de hacer las leyes que nos gobiernan".
LA SITUACIÓN PRESENTE
Cuando ha pasado casi medio siglo desde "Ideales que mueren e ideales que nacen" de Ugo Spirito estamos en condiciones de dictaminar que la mayor parte de sus pronósticos se han alcanzado, sobre todo los más negativos.
En efecto, la religión se ha visto eclipsada y los más dispares (y disparatados) grupos de poder han hecho causa común contra ella, conspirando para desacreditarla públicamente. Y esto se hace no alegando la "presunta verdad particular" de la religión, como decía Spirito, sino con el objetivo de anular al principal baluarte que se alza contra la "cultura de la muerte". Vemos de qué manera se trata de inundar con desinformación la voz de la Iglesia, para que las continuas y tenaces denuncias que realizan las autoridades religiosas que nos ponen en guardia contra los abusos de la hybris técnica y tanatológica no lleguen a la opinión pública o lleguen en tal grado de distorsión que las masas no se percaten y permanezcan pasivas, como buenas cobayas de laboratorio. Mientras tanto, se instala la cultura de la muerte, prácticamente sin contestación social: los métodos anticonceptivos, eugenésicos, eutanáticos, el aborto, la experimentación con la vida humana... Encuentran incluso cobertura legal.
En definitiva, podemos decir que el oráculo de Ugo Spirito se ha mostrado certero en todo lo negativo, mientras que sus ideas más provechosas se han visto refutadas por la marcha histórica: el individualismo moderno no se ha visto anulado, a pesar de ser puesto en cuestión por lo que la ciencia nos ha podido decir sobre la ineludible naturaleza social (previa a todo contrato social) del hombre. La democracia se ha impuesto y se impone con el prestigio de una superstición compartida por el vulgo y tenida como incuestionable, pese a sus escandalosas deficiencias de base y sus contradicciones intolerables. La noción de igualdad sigue estando en la misma situación de indefinibilidad que la hace más difusa que cualquier dogma religioso nunca antes proclamado.
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