Por Frank Escobar
La Universidad de La Habana cumplió 290 años en este 2013. Fue fundada por la Orden de Predicadores en su antiguo Convento de San Juan de Letrán ubicado en las calles Oficios entre Obispo y O'Reilly por gestión personal ante el Rey Felipe V y el Papa Inocencio XIII del Obispo Gerónimo de Nosti y Valdés, el mismo que fundó la famosa Casa de Beneficencia. Se llamó hasta 1850 Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo. Luego de su secularización Real y Literaria Universidad y posteriormente Universidad Nacional. En 1902 se trasladó hacia la "Loma de Aróstegui" donde se inició la edificación de su acrópolis y todavía permanece allí, empinada, majestuosa, soberbia en su estructura, como el vértice mismo de tres rayos habaneros casi infinitos -las calles Neptuno, San Lázaro y L - que brotan perpendiculares u oblicuos hacia el Atlántico del Norte.
La Universidad de La Habana posee una peculiar fachada tridimensional. Su acceso principal lo constituye su conocida escalinata, regalo del general Gerardo Machado y Morales antes de convertirse en el odiado dictador. Según cuenta un testigo de excepción, el historiador Herminio Portell Vilá, el día de su inauguración ocurrió un hecho insólito: cuando los estudiantes reconocieron la limousine presidencial corrieron a su encuentro y le pidieron al chofer que apagara el auto porque ellos querían tener el honor de conducir con sus propias manos a un presidente tan popular y asi lo empujaron hasta el pie de la escalinata con gritos de admiración.
Sobre la cúpula de la escalinata se yergue la estatua de bronce del "Alma Mater"- Madre Nutricia-con sus poderosos brazos abiertos dispuestos a abrazar. El historiador Luis Felipe Le Roy- historiador oficial- le llamaba en privado a la estatua: "prostituta con cara de niña" y por supuesto que nadie mejor que él, que consagró su vida a la Universidad, sabia el por qué. El escultor checo Korbel, autor de la escultura, era un gran artista pero también un bohemio empedernido y sin consultar a nadie escogió como modelo para la estatua a una famosa prostituta de lujo que no era desconocida en el ámbito universitario. En la presentación previa de su trabajo el artista fue duramente criticado por las autoridades universitarias y se le obligó a decapitar la escultura de bronce y a que sobre su cuerpo vaciara un rostro nuevo tomando como modelo a la señorita Felicia Villalón, una adolescente de dieciséis años, hija del profesor de Matemáticas Ramón Villalón.
A continuación del "Alma Mater" se empina con su estructura neoclásica el edificio del rectorado, al estilo del Partenón con sus capiteles y sus columnas corintias. Durante muchos años -en los ochenta- permaneció colgando del frontón del rectorado un largo banderín con un mensaje lapidario en amenazantes letras rojas: "LA UNIVERSIDAD ES SOLO PARA LOS REVOLUCIONARIOS".
Indudablemente que la Universidad a partir de 1959 ya no fue la misma. Su incorruptible apariencia externa no pudo ocultar por mucho tiempo las terribles transformaciones que ocurrían en su interior. Si el castrismo destruyó a Cuba como no iba a hacer lo mismo con la Universidad. Fidel Castro siempre ha sido desleal con sus sentimientos y él mejor que nadie sabía que esa Universidad -a la que con tanto afán quiso conquistar- nunca lo quiso a él. La Universidad quiso a Manolo Castro- cuyo busto permanecía allí aunque abandonado y sucio-a Rolando Masferrer, a Eufemio Fernández, a Ramiro Valdés Daussá- nunca confundirlo con el esbirro que nunca pasó por allí- a José Antonio, a Joe Westbrok, a Pedro Luis Boitel pero a él no, como tampoco quiso a muchos de sus adláteres como Alfredo Guevara o Ricardo Alarcón. Fidel también odiaba a Cadenas-el famoso rector- y por ese motivo cambió de nombre su plaza aunque para muchos continuó siendo la misma y para ser más chapucero le plantó además una tanqueta verdeolivo en su esquina suroeste con una ametralladora apuntando hacia la Biblioteca General, como recordatorio tácito de la divisa de Goebbels: "cuando mencionan la palabra cultura palpo mi pistola"
La antigua Biblioteca General, un edificio macizo de seis pisos con apariencia de fortaleza, construido por el genio creativo del profesor Joaquín Weiss Sànchez, fue re denominada como Biblioteca "Rubén Martínez Villena" en honor al líder comunista de los años treinta. En su planta baja fue incinerado en los años setenta como un festín público castrista la edición crítica de "El diario del soldado" de Fermín Valdés Domínguez-el mejor amigo de Martí y ayudante de Máximo Gómez- preparada por el Dr. Hiram Dupotey, ex Secretario de Prensa del Congreso, porque las opiniones de Valdés Domínguez sobre los Maceo según el criterio de un Vice-Rector no eran aceptadas. Dupotey era acusado de batistiano y lo tenían relegado. Para mí fue un excelente referencista y una fuente de conocimientos al servicio de cualquier alumno hasta el final de sus días. Ya en el exilio lamenté su muerte en medio de la miseria y el anonimato y la también segura pérdida de los originales de su excelente obra cuyo destino habrá sido el fuego o la desidia.
En la biblioteca podía encontrarse mucho de lo que el fundamentalismo castrista intentaba esconder. Las viejas tarjetas de catalogación te conducían convenientemente a los arqueológicos anaqueles repletos de excelentes libros que milagrosamente habían sobrevivido -ocultos al desquicio revolucionario- posiblemente por ignorancia o a lo mejor por pereza revolucionaria. Recuerdo haber solicitado volúmenes en 1985 cuyo anterior usuario de acuerdo con la ficha de catalogación se remontaba a 1955. Una herencia del pasado que los comisarios ignoraron hasta finales de los ochenta que fue cuando se inició la ofensiva "anti perestroika" con el concurso entusiasta de chivatos y trepadores. Todo se me derrumbó de golpe el día que la anciana bibliotecaria me confesó con vergüenza que tenía que informar a la Seguridad del Estado que yo solicitaba libros de Nietzsche.
La Facultad de Filosofía Marxista daba entonces saltos espasmódicos para sobrevivir al derrumbe del socialismo en Europa y a la crisis del marxismo. Se inventó el Instituto "Juan Marinello" para el revisionismo castrista del marxismo con los mismos eurocomunistas de la vieja revista "Pensamiento Crítico“ que fueron censurados por los estalinistas en la década del sesenta, por supuesto que los que aun permanecían en Cuba. Varios de los hoy conocidos intelectuales disidentes del exilio- tanto en Miami como en New York, Méjico o Barcelona- formaron mesas de discusión en el Teatro "Sanguily" de la Facultad de Filosofía Marxista y lucharon a brazo partido para demostrar que en Cuba no hacía falta perestroika porque el marxismo castrista era autóctono y la revolución cubana no había triunfado con la ayuda de los tanques rusos.
Había una asignatura denominada "Comunismo Científico" que no sobrevivió a la caída del muro de Berlín y se inventó la "Ideología de la Revolución Cubana" pero para esto los discursos de Fidel Castro y del Che Guevara eran insuficientes por su ineficiencia programática y metodológica. Se acudió entonces al único reducto filosófico que podría salvar al castrismo: el catolicismo revolucionario y se creó entonces con urgencia el Centro de Altos Estudios Religiosos y Sociales para dotar de una ideología nacionalista católica al pensamiento cubano marxista si es que esta tautología puede ser posible. Todo esto para que se justificara ideológicamente a Cuba como una excepción politica. Para este empeño era imprescindible el uso oportunista del catolicismo y no faltó el concurso de intelectuales católicos castristas como Cintio Vitier y Roberto Fernández Retamar- ya lo decía el comunista Pablo Neruda en sus memorias aludiéndolo: "cuídate de gusanos y retamares"- quienes pasaron a encabezar la Historia Cubana de la Infamia. La Ideología de la Revolución Cubana fue al final un refrito de escolástica con teología de la liberación, masonería, Gramsci, Marcuse, para facilitar la evolución metodológica de un pensamiento político que partiendo de Pablo de Tarso, pasara por Martí-que era masón- y terminara triunfalmente en Fidel Castro y su revolución invencible sin ninguna deuda marxista-leninista.
Hace unos meses me enteré que la Universidad de La Habana había sido rebajada notablemente de categoría dentro de las universidades latinoamericanas y no me asombra. Mi relación con ella siempre fue física y sentimental, con esa peculiar admiración que uno siente por la piedra, la tradición y también esas cosas intangibles que uno a veces ve como esas damas antiguas que son capaces de mantener aquel encanto que las hizo únicas aun a pesar de las violaciones, la barbarie y hasta el sadismo que se ha vertido sobre ellas. Siempre supe que la Universidad como institución castrista era una forma burda de adoctrinamiento y embrutecimiento colectivo y mi formación y mi cultura no se la debo a ella sino que la adquirí autodidácticamente y a pesar de ella. Pero su atmósfera, su espacio sentimental, la gente excelente con quienes compartí -siempre son pocos- y los amores que viví en el "Parque de los Cabezones", eso es otra cosa, y no te lo puede quitar nadie. Esa es otra Universidad, la Universidad eterna que pertenece a la intrahistoria y que no pueden romperla ni los peores eventos consuetudinarios ni aun aquellos más infames como "la peste castrista ".
La Universidad de La Habana posee una peculiar fachada tridimensional. Su acceso principal lo constituye su conocida escalinata, regalo del general Gerardo Machado y Morales antes de convertirse en el odiado dictador. Según cuenta un testigo de excepción, el historiador Herminio Portell Vilá, el día de su inauguración ocurrió un hecho insólito: cuando los estudiantes reconocieron la limousine presidencial corrieron a su encuentro y le pidieron al chofer que apagara el auto porque ellos querían tener el honor de conducir con sus propias manos a un presidente tan popular y asi lo empujaron hasta el pie de la escalinata con gritos de admiración.
Sobre la cúpula de la escalinata se yergue la estatua de bronce del "Alma Mater"- Madre Nutricia-con sus poderosos brazos abiertos dispuestos a abrazar. El historiador Luis Felipe Le Roy- historiador oficial- le llamaba en privado a la estatua: "prostituta con cara de niña" y por supuesto que nadie mejor que él, que consagró su vida a la Universidad, sabia el por qué. El escultor checo Korbel, autor de la escultura, era un gran artista pero también un bohemio empedernido y sin consultar a nadie escogió como modelo para la estatua a una famosa prostituta de lujo que no era desconocida en el ámbito universitario. En la presentación previa de su trabajo el artista fue duramente criticado por las autoridades universitarias y se le obligó a decapitar la escultura de bronce y a que sobre su cuerpo vaciara un rostro nuevo tomando como modelo a la señorita Felicia Villalón, una adolescente de dieciséis años, hija del profesor de Matemáticas Ramón Villalón.
A continuación del "Alma Mater" se empina con su estructura neoclásica el edificio del rectorado, al estilo del Partenón con sus capiteles y sus columnas corintias. Durante muchos años -en los ochenta- permaneció colgando del frontón del rectorado un largo banderín con un mensaje lapidario en amenazantes letras rojas: "LA UNIVERSIDAD ES SOLO PARA LOS REVOLUCIONARIOS".
Indudablemente que la Universidad a partir de 1959 ya no fue la misma. Su incorruptible apariencia externa no pudo ocultar por mucho tiempo las terribles transformaciones que ocurrían en su interior. Si el castrismo destruyó a Cuba como no iba a hacer lo mismo con la Universidad. Fidel Castro siempre ha sido desleal con sus sentimientos y él mejor que nadie sabía que esa Universidad -a la que con tanto afán quiso conquistar- nunca lo quiso a él. La Universidad quiso a Manolo Castro- cuyo busto permanecía allí aunque abandonado y sucio-a Rolando Masferrer, a Eufemio Fernández, a Ramiro Valdés Daussá- nunca confundirlo con el esbirro que nunca pasó por allí- a José Antonio, a Joe Westbrok, a Pedro Luis Boitel pero a él no, como tampoco quiso a muchos de sus adláteres como Alfredo Guevara o Ricardo Alarcón. Fidel también odiaba a Cadenas-el famoso rector- y por ese motivo cambió de nombre su plaza aunque para muchos continuó siendo la misma y para ser más chapucero le plantó además una tanqueta verdeolivo en su esquina suroeste con una ametralladora apuntando hacia la Biblioteca General, como recordatorio tácito de la divisa de Goebbels: "cuando mencionan la palabra cultura palpo mi pistola"
La antigua Biblioteca General, un edificio macizo de seis pisos con apariencia de fortaleza, construido por el genio creativo del profesor Joaquín Weiss Sànchez, fue re denominada como Biblioteca "Rubén Martínez Villena" en honor al líder comunista de los años treinta. En su planta baja fue incinerado en los años setenta como un festín público castrista la edición crítica de "El diario del soldado" de Fermín Valdés Domínguez-el mejor amigo de Martí y ayudante de Máximo Gómez- preparada por el Dr. Hiram Dupotey, ex Secretario de Prensa del Congreso, porque las opiniones de Valdés Domínguez sobre los Maceo según el criterio de un Vice-Rector no eran aceptadas. Dupotey era acusado de batistiano y lo tenían relegado. Para mí fue un excelente referencista y una fuente de conocimientos al servicio de cualquier alumno hasta el final de sus días. Ya en el exilio lamenté su muerte en medio de la miseria y el anonimato y la también segura pérdida de los originales de su excelente obra cuyo destino habrá sido el fuego o la desidia.
En la biblioteca podía encontrarse mucho de lo que el fundamentalismo castrista intentaba esconder. Las viejas tarjetas de catalogación te conducían convenientemente a los arqueológicos anaqueles repletos de excelentes libros que milagrosamente habían sobrevivido -ocultos al desquicio revolucionario- posiblemente por ignorancia o a lo mejor por pereza revolucionaria. Recuerdo haber solicitado volúmenes en 1985 cuyo anterior usuario de acuerdo con la ficha de catalogación se remontaba a 1955. Una herencia del pasado que los comisarios ignoraron hasta finales de los ochenta que fue cuando se inició la ofensiva "anti perestroika" con el concurso entusiasta de chivatos y trepadores. Todo se me derrumbó de golpe el día que la anciana bibliotecaria me confesó con vergüenza que tenía que informar a la Seguridad del Estado que yo solicitaba libros de Nietzsche.
La Facultad de Filosofía Marxista daba entonces saltos espasmódicos para sobrevivir al derrumbe del socialismo en Europa y a la crisis del marxismo. Se inventó el Instituto "Juan Marinello" para el revisionismo castrista del marxismo con los mismos eurocomunistas de la vieja revista "Pensamiento Crítico“ que fueron censurados por los estalinistas en la década del sesenta, por supuesto que los que aun permanecían en Cuba. Varios de los hoy conocidos intelectuales disidentes del exilio- tanto en Miami como en New York, Méjico o Barcelona- formaron mesas de discusión en el Teatro "Sanguily" de la Facultad de Filosofía Marxista y lucharon a brazo partido para demostrar que en Cuba no hacía falta perestroika porque el marxismo castrista era autóctono y la revolución cubana no había triunfado con la ayuda de los tanques rusos.
Había una asignatura denominada "Comunismo Científico" que no sobrevivió a la caída del muro de Berlín y se inventó la "Ideología de la Revolución Cubana" pero para esto los discursos de Fidel Castro y del Che Guevara eran insuficientes por su ineficiencia programática y metodológica. Se acudió entonces al único reducto filosófico que podría salvar al castrismo: el catolicismo revolucionario y se creó entonces con urgencia el Centro de Altos Estudios Religiosos y Sociales para dotar de una ideología nacionalista católica al pensamiento cubano marxista si es que esta tautología puede ser posible. Todo esto para que se justificara ideológicamente a Cuba como una excepción politica. Para este empeño era imprescindible el uso oportunista del catolicismo y no faltó el concurso de intelectuales católicos castristas como Cintio Vitier y Roberto Fernández Retamar- ya lo decía el comunista Pablo Neruda en sus memorias aludiéndolo: "cuídate de gusanos y retamares"- quienes pasaron a encabezar la Historia Cubana de la Infamia. La Ideología de la Revolución Cubana fue al final un refrito de escolástica con teología de la liberación, masonería, Gramsci, Marcuse, para facilitar la evolución metodológica de un pensamiento político que partiendo de Pablo de Tarso, pasara por Martí-que era masón- y terminara triunfalmente en Fidel Castro y su revolución invencible sin ninguna deuda marxista-leninista.
Hace unos meses me enteré que la Universidad de La Habana había sido rebajada notablemente de categoría dentro de las universidades latinoamericanas y no me asombra. Mi relación con ella siempre fue física y sentimental, con esa peculiar admiración que uno siente por la piedra, la tradición y también esas cosas intangibles que uno a veces ve como esas damas antiguas que son capaces de mantener aquel encanto que las hizo únicas aun a pesar de las violaciones, la barbarie y hasta el sadismo que se ha vertido sobre ellas. Siempre supe que la Universidad como institución castrista era una forma burda de adoctrinamiento y embrutecimiento colectivo y mi formación y mi cultura no se la debo a ella sino que la adquirí autodidácticamente y a pesar de ella. Pero su atmósfera, su espacio sentimental, la gente excelente con quienes compartí -siempre son pocos- y los amores que viví en el "Parque de los Cabezones", eso es otra cosa, y no te lo puede quitar nadie. Esa es otra Universidad, la Universidad eterna que pertenece a la intrahistoria y que no pueden romperla ni los peores eventos consuetudinarios ni aun aquellos más infames como "la peste castrista ".
Publicado en Nuevo Acción, Miami, el 26 de agosto de 2013.
Publicado en RAIGAMBRE con permiso del autor.
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