RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

lunes, 12 de agosto de 2013

(IV) “GIBRALTAR ESPAÑOL”. VISTO POR LA PRENSA ESPAÑOLA A LO LARGO DE LA HISTORIA.

"Cuadro de la escuela inglesa. El Sitio de Gibraltar"
 

Si repasamos la prensa decimonónica, veremos que toda ella está salpicada de noticias relativas al auxilio y cobertura que los ingleses de Gibraltar otorgan a los traficantes. Lo que resulta más triste, es el tener que comprobar, que pese a que han pasado tres siglos, las autoridades españolas no han hecho nada por evitar estos abusos y tampoco han hecho nada, por tratar de imponerse ante los piratas roqueños. Dice así el diario “La Posdata” de 1843

Algeciras 1º. Tres días hace que aconteció en esta bahía un hecho bastante escandaloso con nuestros vecinos los ingleses. Habiendo hecho una aprehensión de contrabando las barquillas Paulita, de carabineros y la María, de la empresa, se mantenían á tiro de cañón de Gibraltar por causa del viento, cuando un navío de la misma plaza les hizo un disparo, y no habiendo sido bastante para rendirlas, salió en su persecución un vapor de guerra que les volvió á hacer fuego y las apresó, remolcándolas hasta el muelle nuevo de aquella plaza, y teniendo presa parte de su tripulación. Sabido este hecho por nuestro comandante general, obligó al gobernador de Gibraltar reclamándole las barquillas y la presa, y previniéndole que de lo contrario se tendría por cuestión de gabinetes, con lo que cedió aquel dejándolas en libertad. Semejantes atentados los cometen con frecuencia nuestros vecinos para intimidar á los que persiguen el contrabando, y sería necesario para impedirlos que nuestro gobierno les pidiese explicaciones más formales, y no se con tentara con tan cortas satisfacciones, que solo las dan cuando, como hoy, hay un jefe de energía que las reclame. Preciso era que supiéramos si los buques del pabellón inglés se habían vuelto ya corsarios en esta bahía”.

Por su parte, en el “Diario Constitucional de Palma” de ese mismo año 1843, podemos leer.

 

“Algeciras 6 de octubre.

Hasta hoy hemos vivido con bastante prevención pues nada impone a nuestros revolucionarios. El peñón es el mas cruel enemigo que tiene la España, porque allí se abrigan los traidores que esta nación creara para venir á hostilizarla después y de allí salen los inmensos contrabandos que nos arruinan; pero con la llegada del general Montes salimos de cuidados. De improviso se echó sobre nosotros, y le vimos antes que supiéramos que venía. Fué á parar a la fonda donde se hallaba su antecesor el general Lorenzo; en el acto se entregó del mando, y comenzó á obrar, pero con una actividad tan grande que á todos dejó aturdidos. Los ayacuchos dicen que le temen, pero rabian porque ven frustrados sus planes al paso que el pueblo pacífico bendice las disposiciones del ministro de la guerra, á quien por esto suponen muy bien informado de las maquinaciones que se fraguan en Gibraltar; por mucho que digan vds. Contra los ingleses siempre se quedarán cortos; su plan es dejarnos sin camisa y después desollarnos pero no lo lograrán. Hoy mismo han salido tropas con varias direcciones y un escuadrón de caballería para el campo de San Roque; suponemos que hay algo de nuevo, lo que fuere sonará, y avisaré al momento”.

  
 
"Foto en la que se aprecia el traje típico en la zona del Campo de  Gibraltar en el s. XIX"


En estos momentos España está todavía inmersa en la Regencia de Espartero (1841-1843), y por lo tanto con serios problemas internos. Durante ese periodo, y bajo su gobierno y gestión política, se aceleraron las desamortizaciones de los bienes eclesiásticos y se recortaron los fueros vasco-navarros, originándose así un problema para el futuro de España que le llevaría a seguir desangrándose internamente.

En estos años, también se consigue la firma de un acuerdo librecambista con Inglaterra (ver la tercera entrega de Gibraltar Español en este mismo blog) lo cual engendró grandes protestas en Barcelona, protestas que fueron duramente reprimidas por Espartero y el ejército. El bombardeo de la ciudad Condal –llevado a cabo con el beneplácito de los ingleses- hizo que Espartero perdiera toda su popularidad, incluso entre los propios progresistas. Además de sofocar la revuelta, se destruyeron factorías y fábricas que realizaban la competencia a los productos ingleses.  Pese a ello, Espartero sigue gozando en éste país de estatua y de renombre como si fuese un “héroe español”, cuando más merecería estar enterrado en la Catedral de San Paul de Inglaterra, donde reposan los héroes de esa nacionalidad.

"Grabado en el que se aprecia el bombardeo de Barcelona desde el castillo de Montjuic por Espartero"
 
Todo aquél que delinquía en la España decimonónica, encontraba en Gibraltar un cobijo y una protección inusual. Esto servía tanto parta la canalla y la delincuencia común, como para los delitos más graves donde estaban implicadas personalidades de más renombre. En el diario “El Clamor Público” de 1845 podemos leer.

VALENCIA 1. DE ENERO.

Ya saben Vs. que por la comisión Militar se está siguiendo la causa en la  averiguación de los autores y cómplices de la muerte del desgraciado general Méndez Vigo, si bien han tenido que callarse los medios poco caballerosos empleados para que esta causa haya vuelto á la escena después de sobreseída. Ninguno dé los muchos esfuerzos que se han hecho en la ampliación del sumario, bastaría sin duda para poder sacrificar la víctima elegida, y cuya inocencia triunfará indudablemente de todo el maquiavelismo de sus opresores (…)

Al parecer, y según la noticia, la trágica muerte del general Méndez Vigo, es atribuida a “un inocente” a un “chivo expiatorio”, un tal Antonio Casas, el cual estuvo mucho tiempo en prisión mientras se celebraba su juicio. Tras celebrarse éste, no se hallaron pruebas y la causa tuvo que ser sobreseída, más no así la sospecha de su implicación.  La noticia continúa con las nuevas pesquisas realizadas en este sentido y como al parecer, una persona, crucial para la aclaración de los hechos, un tal Luna, se haya fugada y refugiada en Gibraltar bajo el amparo de estos.

“(…) Este desgraciado, hace algunos años que con parte de su familia se hallaba en Gibraltar bajo el amparo y protección dé las autoridades inglesas…”

Y es que no hay delito ni problema en dar cobijo al delincuente, siempre que éste haya hecho o sirva a la destrucción, división, o enfrentamiento entre los españoles.

Por su parte, las autoridades españolas siempre han estado solícitas a la hora de perseguir el crimen. Si los delincuentes eran españoles que habían cometido sus fechorías o sus actos criminales sobre los bienes o las personas del Peñón, éstos eran ajusticiados inmediatamente. Nada de retrasos ni de mediación de embajadas o gabinetes.  En el “Diario la España” de agosto de 1856, leemos la siguiente noticia:

Se han recibido también correspondencias de Algeciras, las que nos dan detalles de la ejecución verificada en aquella plaza el 9 del pasado en la persona de Lutgardo Abachá, acusado y confeso de haber robado y asesinado á un viajero inglés en el camino de la misma á Tarifa; el reo tanto en la capilla como en el tablado fatal, permaneció sereno, tranquilo y conforme sin haber demostrado la mas leve alteración, recibiendo con placer los auxilios de nuestra santa religión y mostrándose piadoso y humilde; su última palabra fue pedir perdón á los espectadores y rogarles rezasen une salve á la Virgen del Carmen para descanso de su alma. Su compañero Manuel Jiménez Cornejo que sufrió la pena de argolla manifestó un cinismo tan repugnante que se captó la antipatía de todos. Multitud de habitantes de la plaza de Gibraltar é individuos de su guarnición acudieron á presenciar la justicia que se hacía en desagravio de la sociedad y para purgar el delito perpetrado contra un compatriota. Parece que en la capilla hizo algunas revelaciones sobre su vida, expresando que su verdadero apellido era Abadía y no Abad, como antes había dicho; que su patria era Granada y no Cádiz, no siendo suya la partida de bautismo que aparecía en la causa. También contó haber pertenecido á los filibusteros de Narciso López, habiendo sido hecho prisionero por las fuerzas de la escuadra. Ha recibido la muerte á los 24 años de edad, habiendo sido su corta vida azarosa y activa”.

Ojalá las autoridades gibraltareñas fuesen igual de rápidas que las españolas a la hora de perseguir, atrapar, y ajusticiar a los delincuentes y los criminales, más unas veces amparándose en que los militares allí apostados no tienen jurisdicción ni autoridad para apresar a civiles, otras alegando que desde su territorio y puerto sí están permitidas ciertas prácticas que en el otro lado de la frontera están prohibidas, y otras expresando que el lucro que supone la realización de las actividades ilegales, suponen un enriquecimiento constante para los allí residentes, los cuales no van a dejar escapar esos emolumentos por el cumplimiento de unas leyes que le son ajenas, todo junto hace que el apresamiento y la ejecución de delincuentes en La Roca, escaseen o brillen por su ausencia.

Inglaterra ha sido siempre muy celosa de sus territorialidad. De hecho, no ha permitido –mientras le ha sido posible- que nadie hiciera lo que ella misma hacía, ni siquiera los americanos, a los que tan ligados están en el último siglo.

Además de las protestas por las pretensiones americanas de establecer un punto de abastecimiento de carbón en el islote de Perejil (ver ese aspecto en este mismo blog en anteriores entradas) lo mismo ocurría con la isla de San Juan, en EEUU, cerca de Vancouver, donde el enfrentamiento diplomático fue mayor. El corresponsal español del diario “La Discusión” en octubre de 1859 decía así al cubrir la noticia sobre el problema diplomático entre los americanos y los ingleses por la posesión de la citada isla:

San Juan en manos de los anglo americanos, sería con respecto á las posesiones británicas poco mas ó menos lo que Gibraltar es con respecto á España, y los ingleses no aprueban la existencia de Gibraltares si no cuando estos se encuentran en sus manos”.

La posesión de esa pequeña, pero estratégica isla, podía poner en peligro las operaciones mercantiles inglesas en aquella zona. Además, llegado el caso, se podía realizar un bloqueo marítimo de aquellas aguas por parte de buques americanos. Como podemos ver, son muchas las similitudes existentes a lo que Gibraltar supone para España. En nuestro caso la debilidad diplomática nacional y la pobre pujanza de España en el teatro de operaciones internacional ha hecho que nosotros tengamos que aceptar el establecimiento de colonias extranjeras (o bases militares) en nuestro territorio.

 

 
"Cánovas del Castillo"

Podíamos seguir aportando m´sa y m´sa noticias sobre la cuestión de Gibraltar. No sólo del siglo XIX, sino aportando además las que se han realizado en el s. XX y comienzos del XIX. Podíamos hablar de los cierres y aperturas de las verjas, de los submarinos nucleares, de las gasolineras ilegales y flotantes, de las polémicas por la protección de costa y de los caladeros y de muchas cosas más. Pero entonces no acabaríamos nunca. Quiero terminar este estudio con las letras que escribió el político español D. Antonio Cánovas del Castillo, en su “Apuntes para la Historia de Marruecos” :

Así sucederá por todos los tiempos mientras una nación europea no ponga el pié en esas playas casi indefensas, y ponga un dique invencible á las invasiones de las tribus bárbaras del interior. Cuál sea esta nación, no lo sabemos. Pero hay una ley histórica que hemos venido observando al través de los siglos en el Magreb-alacsa; la cual dice claro que el pueblo conquistador que llegue á dominar en una de las orillas del Estrecho de Gibraltar, antes de mucho tiempo dominará en la orilla opuesta. Esta ley no dejará de cumplirse. Y si no hay en España bastante valor ó bastante inteligencia para anteponerse á las otras naciones en el dominio de las fronteras playas, día ha de llegar en que sucumba nuestra independencia, y nuestra nacionalidad desaparezca quizás para no resucitar nunca. Ahí enfrente hay para nosotros una cuestión de vida ó muerte: no vale olvidarla, no vale volver los ojos á otras parte; el día de la resolución llegará, y si nosotros no atendemos á resolverla, otros se encargarán de ello de muy buena voluntad. En el Atlas está nuestra frontera natural; que no en el canal estrecho que junta el Mediterráneo con el Atlántico: esa lección es de la antigua Roma”.
 
Luis Gómez

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