RAIGAMBRE
Revista Cultural Hispánica
lunes, 22 de julio de 2013
APOLOGÍA DE JOSÉ ANTONIO PANCORVO
Por Antonio Moreno Ruiz
Hace ya tiempo que tuve la suerte de conocer en persona a este gran poeta del Perú. Años ha que había oído hablar de él a través de una genial entrevista y lo he ido siguiendo a través de su página. Con las vueltas que da la vida, ya inmerso en la Ciudad de los Reyes, tuve el inmenso y honrado privilegio de que me hiciera el preámbulo de la presentación de mis obras en la Librería Inestable, sita en el distrito de Miraflores (*).
Gracias al mismo poeta he ido escudriñando su apasionante bibliografía:
Boinas rojas a Jerusalén es una obra dedicada al carlismo, donde militaron peruanos desde la I a la III Guerra. Podemos hablar de Blas de Ostolaza, eclesiástico de robusto maderamen intelectual, defensor acérrimo de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, preceptor de la familia real española, protagonista en episodios decisivos de la historia de la Hispanidad como apasionado de la fidelidad realista desde que las tropas napoleónicas invadieron el suelo ibérico. Su tenaz amor por la legitimidad le costó primero la persecución y luego la propia vida, siendo fusilado por los revolucionarios liberales. En la Guerra de los Siete Años también tenemos a un peruano fundamental: El último gobernador de la Morella cabrerista fue Leandro Castilla y Marquesado. Su hermano, Ramón Castilla, llegó a ser presidente de la república peruana; en cambio Leandro nunca abjuró de su realismo hispanista y continuó su lucha en el legitimismo español, hasta que murió exiliado en Francia.
El papel protagónico peruano prosigue en la Tercera Guerra. Hablamos de Manuel María Fernández de Prada, III marqués de las Torres de Orán. Nacido en Granada, de carrera militar ameritada, al ser proclamada la I República Española en 1873 solicita la licencia absoluta y en 1874 se incorpora a las tropas de Carlos VII con el grado de coronel. Y hablando de Carlos VII de España hemos de hacer un inciso y subrayar cómo el monarca tuvo como preceptor al ilustre Monseñor Teodoro del Valle, correligionario y coetáneo del insigne Bartolomé Herrera. Asimismo, el rey, en su dilatado exilio, recorrió buena parte de las Américas (La confederación con Hispanoamérica quedó como una de las premisas máximas en su testamento político), estando en Lima en 1877; dato que nos recuerda tanto en poesía como en prosa nuestro admirado autor. Volviendo con Fernández de Prada, podemos decir que el marqués acompañaría a posteriori al monarca tradicional a su exilio en Francia y desde ahí partió al Perú en 1879. Tras un motín ocurrido en la Hacienda Laran, en Ica, que pertenecía a su familia, se recuperó y ayudó en la resistencia contra la invasión chilena durante la Guerra del Pacífico. Murió en 1893. Su hijo residió en España y se mantuvo fiel al tradicionalismo. Al estallar la Guerra Civil se encontraba en Madrid con sus hijos menores y fueron arrestados por su filiación carlista, siendo asesinados en agosto por los milicianos del Frente Popular. Enésima muestra de memoria histórica…
Con todo, Boinas rojas a Jerusalén está muy documentada históricamente. Posee un ritmo soberbio y un sentido trascendente elevadísimo, al golpe de la mejor tradición literaria hispánica Pancorvo nos sumerge desde un punto de vista tan histórico como poético en el movimiento político más antiguo de las Españas desde la admiración, el sentimiento y el raciocinio.
En Amanecidas violentas nos vemos introducidos en las imágenes del mundo actual, pareciendo que los astros se nos abalanzaran para recordarnos que el que no reacciona es que está muerto. El colorido, la sensación rápida, la lengua investigadora, la profundidad futurible, las metáforas y la riqueza de un lenguaje bien combinado nos ponen ante la efigie de un artista nato, el mismo que se mantiene en pie cuando en Sao Paulo se estremece la tierra.
Los Éxtasis del Incarrey (Editorial Cascahuesos) constituyen su propia antología, señal de su consagración en las artes. En toda su obra se ve la capacidad mística a flor de conocimiento y sentimiento; poesía mística que parece que ha desaparecido de la faz de la tierra y que con las imágenes más vivas y relucientes Pancorvo reivindica como eje de su genialidad.
El rapsoda nos deleita entre la rima y el verso libre, entre el dominio de la lengua castellana y la introducción al quechua hasta en el tipo de redacción, así como ribetes de las otras tantas lenguas que domina: Portugués, inglés, francés, alemán, rumano, hebreo…
Los dos últimos volúmenes de su producción poética que hemos tenido entre nuestras manos han sido Pachak Paqari (Épicas del Trono del Sol), editado por el Fondo Editorial Cultura Peruana y Profeta el Cielo (Alba Editores). Con los ajetreos de los últimos tiempos no hemos podido estar con la lectura todo lo que quisiéramos; empero, era un deber de deleite y gratitud. Y es que aquí vemos al Pancorvo vanguardista y al Pancorvo de los sonetos, al Pancorvo del concepto, de la mística, del misterio, de la profecía, del futuro, al Pancorvo que se hace discípulo directo de San Juan de la Cruz, al gran poeta filósofo y teólogo que sabe hacer de la poesía un decreto tan interesante como pegadizo y con los versos amasa la apología de un ejército en la flor de la vida. Hemos así al peruano integral que no obstaculiza lo criollo con lo andino. Como dijo en el preámbulo de la presentación de mis obras en la Librería Inestable, hay que buscar unir y no separar. Que ese ha sido uno de los propósitos de Pasión Llanera (Editorial Círculo Rojo), por ejemplo. Y más en el contexto americano.
Dentro de mi vocación y devoción, pues, un conocimiento indispensable en esta aventura indiana que durará muchísimo tiempo. Como dice Gabriel García Márquez por boca del personaje Florentino Ariza en El amor en los tiempos del cólera: Toda la vida… Y es que con Pancorvo estamos ante un arquetipo de caballería, un ejemplo de generosidad, una reivindicación de auténtica cultura.
(*) Presentación en la Librería Inestable (Lima)
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