RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

martes, 2 de julio de 2013

A FAVOR DE SIRIA





Por Antonio Moreno Ruiz


Desde hace tres años se desató la guerra en Siria, cuyo gobierno ostenta Bachar Al Assad, del Partido del Renacimiento Árabe Socialista. Normalmente se habla de guerra civil, pero, ¿realmente es correcta la terminología? ¿Quiénes son los del otro bando, los llamados rebeldes? Sus atrocidades son espeluznantes. No sólo no tienen reparos en asesinar mujeres y niños, así como en exhibir imágenes de sus decapitaciones, sino que también hemos podido ver escenas de canibalismo de la peor calaña. Y todo hecho por mercenarios reclutados desde Argelia a Chechenia, cuyo centro operativo principal es la Península Arábiga, con la financiación de los jeques petroleros wahabitas, quienes, asimismo, dictan la orientación político-religiosa, en connivencia con los Hermanos Musulmanes, ya bien atrincherados desde Egipto, desde un Egipto que ya no aguanta más y comienza a protestar seriamente. Y también hay que contar con la colaboración de Erdogan, el político turco con delirios de imperialismo otomano y que ahora afronta todo un polvorín civil en su tierra. Y todo ello, bajo el empuje decisivo de Estados Unidos e Israel. Por eso mismo, ¿podemos hablar de guerra civil? Creemos que la respuesta es negativa y que de lo que se está tratando es de un intento de invasión. De Túnez a Egipto, el pseudo-imperio anglosionista ha intentado utilizar la misma táctica, sembrando la división militar y el caos político. En Libia dejó que Francia tomara la iniciativa. Túnez no demostró ser políticamente estable. Egipto tampoco, en contra de lo que se pudiera pensar a priori, y es que la línea militar se desmoronó muy rápido frente a Mubarak. Libia es un caso diferente, y es que es un país muy poco poblado y su estructura social se compone de tribus beduinas. Al contrario que Egipto, Libia no era un estado propiamente dicho. Cuando Gadafi proclamó la desaparición del estado libio, estaba siendo medianamente realista. De hecho su juego político empieza desde muy joven y como equilibrio entre las distintas tribus. Tal vez ha sido el político más astuto y maquiavélico de su zona, apoyando y financiando todo lo que pudiera fastidiar a sus enemigos, ya sea a la derecha o a la izquierda, y haciendo una guerra tan sorda como asimétrica. Lo cierto es que, bajo su mando, los cristianos eran respetados y nada tenían que temer. Algo parecido ocurría en el Irak de Saddam Hussein. Pero desde que Saddam (De la misma ideología panarabista que el régimen sirio) fue derrocado, si por algo se caracterizan las convulsiones políticas del mundo árabe es por el exterminio sistemático de los cristianos, que se ha extendido como una peste voraz con la mal llamada “primavera árabe”, jaleada por la mayor parte de la clase política y de la prensa occidental. Una de las tareas de las tropas de Al Assad ha sido impedir que los sanguinarios mercenarios asalten los barrios cristianos. El 10% de Siria es cristiana, o sea, hablamos de dos millones de personas. En Egipto, si bien las cifras oficiales normalmente hablan de un 10%, la realidad es que representan el 15%. Estaríamos hablando como mínimo de doce millones. En Irak sólo representaban el 3% poblacional, de entre ellos, el ministro Tarik Aziz. Así las cosas, esta saña contra los cristianos árabes, esto es, contra los descendientes directos de los primeros creyentes, no es casualidad. El odio anticristiano del aberrante Talmud está impreso en esta locura geopolítica. El estado sionista, nuevamente, vuelve a caldear la zona y sigue utilizando territorio libanés e invade y bombardea Siria. El protestantismo, como viene siendo habitual desde hace siglos, le hace el trabajo sucio. 

Desde hace años, el grupo Bilderberg está presionando para invadir Siria e Irán. Tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, que nos tenemos que creer que fueron culpa de  dos islamistas locos, hubo un antes y un después. Bush trazó el camino a seguir; Obama, desde que recibió el premio nobel de la paz (¡La vida está llena de ironías!) está desenfrenado, pero no entra a saco porque sencillamente no puede. No es lo mismo meterse en países que por diferentes circunstancias están reventados y presos de conflictos civiles, como Irak y Afganistán -donde han sellado sus peores atrocidades-, que meterse en un país con un ejército y un pueblo bien organizado, apoyado por Irán y por el Hezbollah libanés (Que es un ejército al que Israel no ha podido derribar) y que encima cuenta con una base militar rusa en su propio suelo. Yanquilandia ha jugado a querer hacer la guerra a distancia tal y como ha hecho desde Túnez a Egipto. Pero resulta que en Siria, donde al Assad empezaba a ser discutido, lo que ha logrado es que el pueblo le tenga más estima y se una en torno a él. Le ha salido mal su táctica y para colmo de males van a provocar un polvorín en Turquía. Y bueno, de hecho, tan mal le ha salido la cosa que al contrario que en Libia, no ha podido servirse de una Francia que le allane el terreno. Ahora tiene un problema que no sabe cómo resolver, y quiere ir a por Irán como sea, presionado por los sionistas, pero siempre no se puede ganar. Y una invasión terrestre sería un nuevo fracaso y un descrédito que acaso no podría superar, sumado a que la situación socioeconómica del país no es nada halagüeña. Por eso mismo, tal y como aconteció en el primer tercio del siglo XX, la plutocracia está empeñada en que una guerra revitalizaría el capitalismo. Y qué mejor que un belicismo desenfrenado que encima asentase los intereses sionistas en la zona, involucrando a la muda e inútil Europa… 

Por otra parte, Rusia en absoluto respalda a los insurgentes y no oculta sus buenas relaciones con Al Assad, ni tampoco una legítima venta de armas que hace tirarse de los pelos a muchos medios occidentales (Incluido Hollywood), los mismos que ponen el grito en el cielo cuando Rusia, con un masivo apoyo popular, hace leyes contra el homosexualismo y sus peligrosos y poderosos grupos de presión, o también actúa para frenar el infanticidio o condena a las Pussy Riot por su intolerable agresión blasfema. Otra vez estamos ante la doble moral, ante la hipocresía pseudo-ideológica que facilita la tiranía de lo políticamente correcto y el pensamiento único. 

Y es que el papel angloamericano es símbolo de una creciente debilidad que ya huele a definitiva. Recuerdo que cuando Obama salió elegido por primera vez, su ¿oposición? fue McCain. Algunos decían que McCain era un patriota cristiano, querían que ganara las elecciones… Y a todos los que le afeábamos su vil conducta nos endosaban los improperios de siempre. Ahora, este “salvador de Occidente” se ha fotografiado en el cuartel general de la peor morralla islamista. Se ve que no aprendió nada en el Vietnam; Vietnam donde, por cierto, sus anteriores compatriotas financiaron a Ho Chi Minh para echar a Francia de la zona, cosa que a los años se les volvió en contra, y tuvieron que montar la masacre del agente naranja para salir de allí con el rabo entre las piernas. Cometen los mismos errores una y otra vez y pretenden involucrar a medio mundo en ello. 

Así las cosas, ¿qué tendrán que decir los palmeros de Federico Jiménez Losantos y compañía? Sería ya un buen momento para que muchos abrieran los ojos, aunque no hay mayor ciego que el que no quiere ver, y desde luego, el papel de éstos no difiere ni un ápice del de los progres a los que dicen criticar. 

Sin duda, la política en el mundo árabe es un quilombo –valga el argentinismo- que igual hace tiempo que renuncié a entender. Es un caso que me resulta muy parecido al peronismo, salvando las distancias. Un buen amigo marroquí, un sabio filólogo que en su nervio africano reúne el mestizaje de lo árabe y lo bereber y al que echo mucho de menos, me dijo tiempo ha que los árabes sólo están de acuerdo en que nunca se pondrán de acuerdo. Es por ello que en estas líneas no se dice que Al Assad sea un santo, ni que la República Árabe de Siria sea un paraíso en la tierra. De hecho, no entiendo cómo el Partido del Renacimiento Árabe Socialista, esto es, el Baaz, tiene como iconos, entre otros, al Che Guevara, un mediocre que no destacó en absolutamente nada más que en propagar odio y cuyo ateísmo nada tiene que ver con la fuerte espiritualidad impresa en el mundo árabe, que de hecho dicho partido entiende y defiende en su justa medida. Con todo, lo cortés no quita lo valiente y sé que su desaparición sería una desgracia, sobre todos para nuestros hermanos en la fe, que es lo que más creo que debe interesarnos. Al Assad representa una lucha por la libertad y la dignidad frente al Nuevo Orden Mundial dictado por Washington y Tel Aviv. Es por ello que me posiciono vehementemente a favor de Siria. Estoy dispuesto a colaborar con todos aquellos que defienden este régimen justo y legítimo, y animo desde aquí a los frentes de apoyo de Europa y Sudamérica, así como denuncio el seguidismo proyanqui del nefasto régimen oligárquico y cleptómano que desgobierna España desde 1978, y que en absoluto me representa. Ni Siria ni Irán son cómplices de inmigraciones masivas ni de infiltraciones terroristas en Europa, al contrario, representan un freno, y por supuesto, tienen el legítimo derecho a defenderse de las continuas agresiones exteriores. 

Si no entendemos este momento histórico tan complicado que nos ha tocado y no usamos las herramientas que tenemos para defendernos de la enésima fase de la Revolución cuyo emblema nunca ha dejado de ser la guillotina, es que sencillamente no tenemos derecho a nada. Por eso admiro y apoyo el coraje y la fuerza de una patria que nos recuerda con su ejemplo que el sistema no es infalible. A ella van dirigidas estos versos de aliento. ¡Viva Siria libre!


SIRIA VENCERÁ

Despierta el león del Oriente,
Con zarpazos de justicia y libertad,
Por la cuna de la civilización,
Con honor y fidelidad.

El pseudo-imperio anglosionista,
Aliado de wahabitas y otomanos,
Salpica de sangre con sus sucios,
Y cobardes intereses creados.

Empero, quizá no esperaban tan
Brava y organizada resistencia,
De un ejército y un pueblo cuya gallardía
Indomable exhala coherencia.

“¡Alto a la invasión!” dice
La bandera roja, blanca y negra,
Y como escudos se levantan,
Las verdes y árabes estrellas.

¡Al Assad, a por ellos!, exclaman
Los más dignos hijos del Occidente.
La victoria está cerca,
La esperanza es sonriente.

¡Gloria a los mártires luchadores!
¡Muerte al Nuevo Orden Mundial!
¡Y viva Siria, cuyo ejemplo,
Despiertos nos hace soñar!

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