LA SERVIDUMBRE DE NUESTRA NACIÓN
Manuel Fernández Espinosa
¿Habéis visto la araña monstruosa del Guggenheim? La escultura de ese bicho asqueroso tiene nombre, el que le puso su autora Louise Bourgeois. La araña se llama "Maman" (Mamá) y mide como unos 9 metros de altura, está a las afueras de ese museo de bazofia artística. Esa araña de la Bourgeois es una alegoría perfecta de lo que el capitalismo extranjero hizo con Bilbao, con Vizcaya, de lo que ha hecho con España. El capitalismo extranjero no nos devastaría si no fuese por el consentimiento y la activa mediación de los políticos, apátridas y cipayos, que hemos tenido y tenemos. Nuestra política no es nacional, hay que tener esto muy claro; pues de no tenerlo lo suficientemente claro, será imposible entender las cosas que nos pasan. Nuestra soberanía nacional está secuestrada.
Al igual que los Altos Hornos de Vizcaya fueron convertidos en un amasijo de hierrajos, se reconvirtieron los astilleros, las minas. Se reconvirtieron, curioso eufemismo para decir que fueron aniquilados y con ellos se suprimieron los puestos de trabajo que daba el trabajo decente y honrado del trabajo varonil. "Reconversión", así le llamaron a la destrucción de nuestra industria nacional esos mamporreros que desmantelaban nuestra industria nacional, sometiéndonos a una larga servidumbre. A cambio de la docilidad del siervo, la subvención. Estas nefastas "políticas" de ayer mismo redujeron a fango nuestro presente... Y terminarán por reducirnos a polvo el mañana.
No estaban conformes con destruirnos la industria. No era suficiente para ellos. También había que recortarnos la pesca y el campo: la agricultura y la ganadería. Y el golpe es tan reciente que todavía duele: Rusia bloquea las exportaciones. Es un acto de legítima defensa el de Rusia, frente al chantaje internacional, dirigido por sus enemigos. Nuestros agricultores y ganaderos se resienten, reaccionan, protestan y entienden que algo pasa aquí que no va bien. Y tanto que no va bien.
El gobierno acusa el golpe a las exportaciones, mueve ficha en Europa (los tontos entienden aquí que defiende los intereses nacionales) y pedigüeño se pone a mendigar en Europa ayudas, subvenciones (pan para hoy y hambre para mañana) sin que se le caiga la cara de vergüenza (pues encontrar vergüenza en los políticos es una búsqueda en vano). Los agricultores y ganaderos, con más dignidad que todos los gobiernos habidos y por haber, no quieren limosnas.
Esta es la situación. Y España tiene que saber que, mientras nos desgobiernen partidos como los que actualmente tienen representación en Bruselas, en Madrid y en nuestras comunidades autonómicas y municipios, esto es lo que tenemos y esto lo que tendremos. Seremos los limpiabotas de los extranjeros que vienen de turismo a mearse en nuestras calles, a fornicar como los perros en las esquinas y a emborracharse dando la murga a los vecinos. Esos que vienen aquí, para vernos como el que va a un zoológico a ver animales en cautividad. Esos que vienen aquí, para que les abramos las puertas de nuestros castillos y catedrales y besemos el suelo que pisan, por los cuatro cochinos euros que vale una visita. Ese turismo del que se jactan los gobiernos que, por tener las alianzas que tienen, barrenan nuestra agricultura, nuestra ganadería, nuestra pesca... Y que han aniquilado nuestra industria.
Los Altos Hornos reconvertidos en museo de chatarra y heces nauseabundas. Nuestra dignidad sin que nadie nos la defienda. A nosotros, a los españoles, no nos ha hecho ningún mal Rusia. Tampoco podemos reprocharle que se defienda de la intolerable política internacional en la que están involucrados nuestros débiles y lacayunos gobiernos.
Algún día España sabrá buscarse mejores amigos que los que tiene, sellará sus alianzas con naciones honradas como Rusia y no con los traficantes que a día de hoy nos esquilman por vía directa o indirecta... Para que ello sea posible nos hace falta un partido, una organización nacional, que tenga sus miras puestas en la conquista del poder, para con el poder reconquistarnos a nosotros mismos, recobrar nuestra soberanía, reconstruir nuestra nación y ser tan autosuficientes como Rusia lo es.
Rusia, en legítima defensa, bloquea las exportaciones. Pero Rusia no es nuestra enemiga. Nuestro enemigo está dentro y nosotros, como pueblo, como nación -en legítima defensa- hemos de bloquear la política que nos imponen gobiernos que no representan los intereses nacionales.