RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

jueves, 28 de noviembre de 2013

FERNANDO III EL SANTO, REY SANTO Y SANTO RECONQUISTADOR



Conferencia de Sevilla a cargo de Luis Carlón Sjovall (en la fotografía),
cortesía de la ACT Fernando III el Santo de Palencia

 
Luis Carlón Sjovall, nacido en Palencia el año 1972, es fundador de la Asociación Cultural Tradicionalista Fernando III el Santo de Palencia y, desde febrero de 2011, Presidente de esta institución, legítima abanderada del legado del Rey Santo y Reconquistador. La ACT Fernando III el Santo desarrolla una formidable actividad cultural, estudiando y divulgando la portentosa e inmortal figura de nuestro Rey Santo. Con motivo de la celebración de la Reconquista y Liberación de Sevilla por las huestes de Fernando III el Santo, el sábado 23 de noviembre del corriente, a invitación del sindicato de estudiantes universitarios RESPUESTA ESTUDIANTIL, Luis Carlón Sjovall pronunció una enjundiosa conferencia sobre la trayectoria vital de Fernando III el Santo.  Con sus propias palabras: "Considero que un pueblo que, ya sea por dejadez o imposición pierde los valores de su Tradición, está condenado a desaparecer. Tradición, que bajo el signo de la justicia, han de marcarla la fe, la cultura y la familia, valores que hoy están al borde del colapso. Por ello, reivindico la figura de San Fernando, quién con más Nobleza y Lealtad que nadie aglutinó durante su glorioso reinado esos valores, y así, ha de ser de nuevo quien con su ejemplo de vida nos guíe e impulse hacia una nueva Reconquista." Publicaremos la conferencia íntegramente, aunque por su extensión tendremos que publicarla por partes. Creemos que esta conferencia suscitará el interés de nuestros lectores que no encontrarán una biografía de Fernando III el Santo tan completa y exhaustiva como la que nos ofrece Luis Carlón Sjovall. Agradecemos al Presidente de la ACT Fernando III el Santo de Palencia su disposición y le damos la bienvenida a RAIGAMBRE. 
 
 
 
FERNANDO III EL SANTO:
REY SANTO Y SANTO RECONQUISTADOR
 
 
PRECEDENTES AL REINADO DE SAN FERNANDO
 
 
Por Luis Carlón Sjovall
 
 
La España en la que nació San Fernando estaba aún dividida en diferentes reinos. En lo que a los reinos cristianos se refiere, Castilla hacía tiempo que era militarmente el más fuerte, pero la derrota sufrida en la Batalla de Alarcos había dejado muy tocado a su ejército. Esto fue aprovechado por los Reinos de León y Navarra para hostigar a Castilla con el pretexto de recuperar territorios y derechos perdidos tiempo atrás.
 
Tenemos que entender que cada Reino tenía sus propias circunstancias y personalidad, y esto es importante conocerlo para saber porque las cosas luego sucedieron como sucedieron. Castilla había surgido como Reino casi dos siglos atrás, y sus diferencias con León eran grandes; mientras Castilla era un Reino básicamente militar en el que primaba la libertad de sus gentes, ganada generalmente en las conquistas fronterizas, León mantenía una estructura mucho más feudal y cerrada. Por su parte Aragón, hacía tiempo que miraba más hacia sus posesiones en Francia que a la guerra ante el infiel (eso cambiaría poco después con la llegada al trono de Jaime I) y Navarra, cercada hacia el sur como estaba por Castilla y Aragón, hacía tiempo que no miraba hacía el meridión, conformándose con mantener sus territorios y de vez en cuando intentar aumentarlos.
 
En el bando musulmán, las taifas había desaparecido por enésima vez con la llegada de los almohades, que dominaban prácticamente todo el territorio sur peninsular. Todo esto cambió con la unión de los Reinos Cristianos (a excepción de León) en la Batalla de Las Navas de Tolosa, y la desintegración posterior del Imperio Almohade.
 
Así las cosas, la España en la que nació San Fernando, no era un remanso de paz, sino un continuo campo de batalla entre cristianos, y con la amenaza almohade muy presente.
 
Por ello, no podemos entender la personalidad de San Fernando, sin tener en cuenta la realidad de su tiempo, y especialmente el carácter de su madre: la Reina Berenguela de Castilla.
 
Hija mayor de Alfonso VIII de Castilla, y de Doña Leonor Plantagenet (hermana de Ricardo Corazón de León y el famoso Juan sin tierra). Berenguela, desde muy joven asumió la responsabilidad que representaba ser infanta heredera de Castilla con una religiosidad, lealtad y sabiduría extraordinarias. Ya, con apenas ocho años,  fue desposada con Conrado, hijo del Emperador Federico Barbarroja, en Carrión de los Condes. Matrimonio que fue anulado al año siguiente, al nacer Fernando, primer hijo varón de Alfonso VIII, y ver los alemanes frustrado su interés por alcanzar el trono de Castilla.
 
Berenguela volvió a desposarse en Valladolid, en el año 1197 con Alfonso IX de León; El Rey leonés, había estado casado anteriormente con Doña Teresa de Portugal, y de ese matrimonio que también se anuló por motivos de sangre, habían nacido Sancha (1191-1243), Fernando (1193-1214) y Dulce (1194-1248), hermanos de Fernando III por parte de padre.
 
El matrimonio de Alfonso y Berenguela se concertó con el fin de cerrar los eternos conflictos fronterizos entre los reinos de Castilla y de León, y así fue durante los siete años que duró el regio matrimonio del que nacieron cinco hijos, Leonor 1199-1202, Constanza (1200-1242), Fernando 1201-1252 , Alfonso 1202-1272 y Berenguela (1204-1235). Por motivos de consaguinidad, el enlace fue disuelto en 1204 por el Papa Inocencio III, Berenguela volvió a Castilla con sus hijos, y los conflictos volvieron inmediatamente a la frontera.
 
Esta situación se mantuvo hasta que San Fernando fue coronado Rey de Castilla en el año 1217.
 
 
EL INFANTE DON FERNANDO
 
Todo parece indicar que el nacimiento de San Fernando se produjo al inicio del verano de 1201, en un descampado cercano al monasterio que posteriormente se llamaría de Valparaíso, en la actual provincia de Zamora.
 
Pocas noticias han llegado de la vida de San Fernando en su infancia, más sabemos que mientras sus padres estuvieron juntos, debió de pasar su primera infancia en Galicia, hasta que la ruptura matrimonial de sus padres hiciéron que Berenguela volviera a Castilla junto con sus cuatro hijos. De esta época burgalesa, de la que poco se sabe, nos ha llegado una leyenda por medio de una de las cantigas de Alfonso X el Sabio. Todo gran héroe tiene una encrucijada en su vida, y a San Fernando esta le llegó con apenas cinco años de vida.
 
Parece ser, que estando en la corte, el joven Fernando se vio atacado por una penosa enfermedad y su madre pidió permiso al rey Alfonso para llevarlo hasta Santa María de Oña (lugar reconocido en la época por los milagros que allí sucedían). Allí, Doña Berenguela con el niño moribundo se encerró en oración ante la Virgen de Oña, con la única compañía de un cirio encendido. Tras horas de rezo y esperanza, y con el cirio ya casi apagado, la madre oyó que el niño lloraba, y al cogerlo entre sus brazos vio maravillada que al joven príncipe le habían desaparecido todas las fiebres y llagas, y la miraba con alegría.
 
El joven San Fernando debió de vivir en Burgos hasta los diez años de edad, momento en el que se trasladó a Palencia, capital universitaria de Castilla en aquellos momentos, y donde comenzó sus estudios junto a su joven tío, el futuro Rey de Castilla Enrique I,  hasta que en el año 1214, y tras la muerte de Fernando el portugués (heredero de León) fue llamado por su padre a la corte leonesa para iniciar su preparación como futuro monarca leonés. El joven Fernando, criado en Castilla, se convertía de forma imprevista en heredero del viejo Reino de León.
 
No es difícil imaginar, que estos años que San Fernando pasó en Castilla (aproximadamente entre los tres y los trece) fueron los que más influyeron en su formación cultural y espiritual, forjándole un carácter, típicamente castellano que ya nunca abandonaría.
 
Pero todo empieza a cambiar en Castilla ese mismo año de 1214, fallece el rey Alfonso VIII de Castilla conocido como el Bravo o el de Las Navas a la edad de 57 años. La muerte del rey, nos la relata el arzobispo de Toledo Don Rodrigo Jiménez de Rada en su obra “De Rebus Hispaniae” de la siguiente manera:
 
«Habiendo cumplido LIII años en el Reyno el noble Rey Alfonso, llamó al Rey de Portugal su yerno para verse con él; y habiendo empezado su camino dirigido a Plasencia, última ciudad de su dominio, empezó a enfermar gravemente en cierta aldea de Arévalo que se llama Gutierre Muñoz, donde últimamente, agravado de una fiebre, terminó la vida y sepultó consigo la gloria de Castilla, habiéndose confesado antes con el arzobispo Rodrigo, y recibido el sumo Sacramento del Viático, asistiéndole Tello, obispo de Palencia, y Domingo, de Plasencia.»
 
Realmente Alfonso VIII fue un hombre de una fe y rectitud encomiable, se alzó al trono de Castilla con apenas tres años de vida al fallecer de forma precipitada su padre el rey Sancho III. Desde entonces, su custodia fue encomendada a la poderosa familia de los Lara, que por ello contaron siempre con la confianza y protección del rey, y esto como veremos posteriormente causó no pocos problemas en Castilla.
 
A la muerte del Rey, le sucede en el trono Enrique I, (su hermano Fernando había muerto tres años antes con  apenas 22 años) Enrique, conocido como el rey niño, apenas contaba con diez años al subir al trono. Encargándose de la regencia del reino su hermana mayor Doña Berenguela, tras la muerte de la Reina Leonor un mes después de su marido. Este nuevo orden no fue aceptado por los Lara, con lo que ella, ante la amenaza de una guerra civil, se retiró al señorío de los Girón, junto a su hermana Leonor y sus hijas. Así, los Lara se hicieron con la custodia del joven rey Enrique, y de esta manera con el control absoluto del Reino.
 
Por su parte San Fernando, que como hemos dicho fue reclamado por su padre en 1214, fue reconocido legalmente como heredero al trono de León, y pasó los siguientes años junto a su padre y la nobleza leonesa conociendo a las gentes y tierras de su futuro Reino, así como aprendiendo buenas artes de gobierno, labor en la que su padre era sin duda un maestro.
 
 
CONSOLIDACIÓN DEL REINADO
 
Al tercer año del reinado de Enrique I, y dado que los Laras gobernaban el Reino mediante abusos y excesos, se inicia la guerra civil en Castilla. Los Lara saquean las tierras palentinas de los Téllez y los Girón, principales defensores de Doña Berenguela, viéndose la Reina obligada a refugiarse en Otiello (Autillo de Campos), principal fortaleza de los Girón. Pero cuando la situación empieza a ser desesperada, sucede algo inesperado, el Rey muere en el palacio episcopal de Palencia, donde todavía continuaba estudiando, al sufrir un golpe en la cabeza jugando al tejo con otros niños. Ante los rumores de lo ocurrido, los Lara niegan su muerte, y argumentan que el rey se está reponiendo.
 
A finales de mayo de 1217, Doña Berenguela ya sabe que su hermano, el rey Enrique ha muerto, y exige a los Lara que la reconozcan como reina, pero estos reaccionan atacando a Doña Berenguela en su refugio de Autillo de Campos. Ante esta situación, Doña Berenguela manda a los caballeros Gonzalo Ruíz Girón, Alfonso Téllez y Lope Díaz de Haro que se desplacen hasta Toro, donde se encontraba en ese momento la corte leonesa, para pedir al rey de León que dejase marchar al joven príncipe Fernando a socorrer a su madre.
 
Alfonso IX, gran rey, pero con muchos claro-oscuros, había llegado a un acuerdo con los Lara, pues pretendía que Castilla volviese a pertenecer a León. Por lo tanto, los nobles castellanos tuvieron que mentir, diciéndole al Rey que Enrique I se había recuperado, y que la presencia del príncipe Fernando junto a su madre se debía únicamente a la añoranza que ella sentía por su hijo. Después de muchas dudas por parte del monarca leonés, consiente la marcha del joven heredero. San Fernando ya no volvería a León hasta 15 años después. Tras una marcha de tres días, perseguidos por tropas leonesas, que al poco de partir se habían enterado del engaño, el príncipe y los nobles llegan a Autillo, hecho que fue definitivo para acabar con el asedio de los Lara, que se retiran a sus territorios toledanos.
 
Así, El 14 de junio de 1214, bajo un viejo olmo, y con la presencia de numerosos súbditos de la Tierra de Campos, además de los nobles, y con la bendición de los obispos de Palencia y Burgos. Doña Berenguela es proclamada Reina de Castilla. Más acto seguido, se desprende de su regio símbolo y ella misma coloca a su hijo la corona, La crónica lo recuerda así:
 
En la llanura que se hacía fuera del recinto amurallado del castillo, alzábase solitario un olmo corpulento y frondoso. A la sombra de sus ramas quiso Doña Berenguela que fuese levantado el sólito cadalso para verificar la sencilla ceremonia de la publicación real. Morisca alfombra cubría el entablado, sobre la cual quedaron dispuestos dos ricos sitiales para la reina y su joven heredero. Alrededor estaban prelados y magnates. Eran aquellos los obispos Don Tello de Palencia y Don Mauricio de Burgos; figuraban entre éstos Don Gonzalo Ruíz, Don Lópe Díaz, Don Suero y Don Alfonso Téllez de Meneses, Don Fernando Suárez y algunos otros. Gentes de armas a caballo o de pie, rodeaban el tabladillo circuídas a la vez por grupos de pecheros llegados de Frechilla, Fuentes y Castromocho. Con toda sencillez, ordenó Doña Berenguela que tremolaran pendones y fuese dado el grito acostumbrado, cuandos e alzaba nuevo rey, a favor de su heredero el príncipe Fernando. Et allí luego en Otiello, dice la crónica general, le alçaron reyet llamaron con el real.
 
Tras la proclamación de Autillo, la comitiva real se desplazó a Valladolid donde el 2 de julio, Fernando III fue reconocido por las Cortes como rey legítimo de Castilla. Pero los Lara y Alfonso IX no habían dicho su última palabra, y ante Valladolid se presentaron con un numerosísimo ejército exigiendo la regencia del reino de Castilla, pues Alfonso alegaba derechos por encima de su ex mujer y de su hijo. Fue aquí donde Fernando III demostró por primera vez su grandeza regia, mandándole una embajada por medio del obispo Tello de Palencia para decirle
 
“Que no fatigase más sus pueblos, ni les ocasionase mayores males, que debía agradecer a la reina el haber dado a un hijo suyo un reino, y tal reino que había causado a León grandes daños, y de allí en adelante no le vendría de él sino mucha ayuda.”, “Y que él no pretendía levantar espada contra ningún Reino cristiano, habiendo moros en España, y menos aun frente a su padre”
 
No le valió al rey de León el mensaje de su hijo, y junto a los Lara se dedicó a devastar pueblos y fortalezas fieles a Don Fernando, hasta que con fecha 26 de noviembre de 1217, y tras una carta del papa Honorio II en la que instaba a Alfonso IX a finalizar el conflicto, firma un acuerdo de paz, y se retira con sus tropa a León. Nunca más volvieron a verse padre e hijo.
 
De esta forma quedaron solos los Lara en la guerra frente a Don Fernando, hasta que a finales de 1218 fueron finalmente reducidos. Cuenta la crónica que al morir Don Alvaro Núñez de Lara, el mayor de los hermanos, y huir los otros dos al reino de León:

Finó tan pobre que non había con que lo llevar a Uclés, donde como caballero de Santiago se mandara soterrar, ni para candelas, e entonces la reina Berenguela, con mesura conplida, e con piedad, mandóle dar todo cuanto hubiese menester para lo llevar, e un paño de oro para el ataúd.
 
El ascenso al trono de León tampoco fue fácil para San Fernando. Sintiéndose traicionado el rey leonés por su hijo, decidió Alfonso IX romper el compromiso que con San Fernando tenía, y declaró que las herederas serían sus hijas Doña Sancha y Doña Elvira, nacidas de su primer matrimonio con Doña Teresa de Portugal.
 
El 24 de septiembre de 1230, muere Alfonso IX camino de Santiago de Compostela, a donde se dirigía para dar gracias al apóstol por su ayuda en la reciente reconquista de la ciudad de Cáceres por las tropas leonesas.
 
Inmediatamente, San Fernando, que se encontraba en ese momento combatiendo a los moros en Jaén, marcha hacia León para reclamar sus derechos. Es recibido en Toro y Benavente con alegría, pero sabe que la vieja nobleza leonesa no le admite como Rey, y que junto a sus hermanas las infantas, estabán recluidos en la ciudad de León dispuestos a combatirle.
 
Como dije antes, Don Fernando había jurado al alzarse rey de Castilla, que nunca haría guerra a cristianos habiendo moros en España. Pero no estaba dispuesto a renunciar a su derecho sobre el trono leonés. Es entonces cuando su madre Doña Berenguela, concierta una entrevista con Doña Teresa, primera esposa de Alfonso IX, y que desde la disolución de su matrimonio se encontraba recluida en un convento en la localidad de Valencia de Don Juan. Allí las dos reinas, sin necesidad de guerra entre hermanos llegan al siguiente acuerdo:
 
Primero: Qué las infantas renunciarían a cualquier derecho que pudieran tener a la corona y cancelarían cualquier privilegio o carta, de donación o herencia, de su padre, en este sentido.
Segundo: Qué entregarían a su hermano todas las plazas y castillos que sus caballeros tenían por ellas y absolverían a estos del pleito homenaje que le hubieren hecho.
Y tercero: Qué el rey señalaría a sus hermanas una renta fija de treintamil maravedíes de oro anuales.
 
Tras conseguirse este acuerdo, conocido como la “Concordia de Benavente”, Fernando III el Santo fue proclamado rey de León en dicha ciudad el 11 de diciembre de 1230. Ese día nació la Corona de Castilla, que unificaba los reinos de León y Castilla para siempre. Tras la ceremonia, el rey marchó hasta Santiago de Compostela, como mandaba la tradición leonesa y además así rendir un sincero homenaje ante la tumba de su padre.
 
... Continuará

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