"D. Gregorio Marañón, autor de la obra: "Españoles fuera de España""
Luis
Gómez
El
libro “Españoles Fuera de España” del
doctor e historiador D. Gregorio Marañón, es una de esas pequeñas delicias que
el lector puede encontrar si se decide a leer a los grandes pensadores y
escritores que nuestra Patria ha dado al mundo.
Sin
ahondar mucho en la biografía el autor, diremos que G. Marañón participaría de
las ideas de la República española, pero sólo hasta que se dio cuenta de que
ésta, se estaba escorando hacia el comunismo radical y soviético, y que eso no
traería nada bueno para su querida España. Es así, como en los albores de la
Guerra Civil de 1936, optará por exiliarse a Francia. Allí, continuará con su
prolífica vida como escritor y articulista y, creará algunas obras literarias
más que se sumarán a la ya de por sí extensísima colección.
Pero
ese periodo de su vida le marcará profundamente el alma. Alguien que amaba
tanto España no podía permitir que el exilio fuera permanente, y por eso
regresó a Madrid en la década de los 40; pero al mismo tiempo, entendió y
reflejó vívidamente el sentir de los exiliados de toda época y condición escribiendo
“Españoles Fuera de España”. La obra
así pergeñada es un pequeño ensayo (en la colección Austral, apenas 146
páginas) que está dividida en tres capítulos concretos: 1º Influencia de
Francia en la política española a través de los emigrados, 2º El destierro de
Garcilaso de la Vega y la 3ª, dedicada a Luis Vives, el pensador valenciano del
s. XVI.
En
el prólogo de la obra, se hace un verdadero alegato a favor de los exiliados.
Mencionamos en esta entrada un pequeño bosquejo que corresponde al final de la
misma, en donde D. Gregorio pone como ejemplo de desterrado universal a Séneca,
el filósofo español de origen cordobés. Al finalizar dicho prólogo escribe el
autor:
"Portada del libro de la colección Austral de Espasa-Calpe"
“Séneca, que era el desterrado, ha enseñado
la patética lección a muchas generaciones de españoles que, como él, tuvieron
que salir de la patria. No hay un rincón del mundo donde no hayan vivido españoles
que se volvían con los ojos turbios de nostalgia hacia la Península, remota y
prohibida.
Francia, Portugal,
Italia e Inglaterra, las tierras calientes de África, los árticos países
silenciosos, la fecunda América, las islas perdidas en todos los mares, han sustentado
la tragedia del español exiliado y le han visto luchar, conformarse y esperar
con el mismo gesto, sobrio y elegante, de buen lidiador de la vida en una tarde
difícil, del maestro cordobés.
Uno de estos
españoles eres tú, ahora –el ahora de hoy o el de dentro de cien años-; tú,
poeta o labrador, hombre de ciencia o soldado, de Castilla, de Cataluña, de
Andalucía, de Galicia, de las tierras vascas, de cualquier pueblo, de cualquier
sierra de la grande, sufrida e inmortal Península.
Como Séneca, tú
también piensas que es triste vivir expatriado; pero sabes encontrar, como él,
el gesto ascético y el garbo para seguir adelante”.
“Españoles
fuera de España”, G. Marañón.
Dedicado
a todos los españoles que por cualquier motivo se han visto en la tesitura de
abandonar su Patria. A todos aquellos, que bien sea por la necesidad de buscar
un trabajo, por motivos políticos, por la guerra o por la fuerza del Destino,
tuvieron (y tienen) que abandonar su pequeño terruño, su pueblo, su villa o
caserío y tienen que aposentarse en cualquier rincón del ancho mundo o en otra
localidad distinta a la que lo vio nacer y en la que descansan sus antepasados,
sus recuerdos y parte de su vida.
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