RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

miércoles, 5 de noviembre de 2014

LOS LEALES SERVIDORES DE FELIPE II


 


El Rey Felipe II, en cuya Monarquía se plasmó el gobierno más justo de la tierra y de la historia

...Y LAS REALES RECOMPENSAS DE UN REY JUSTO
 
Por Manuel Fernández Espinosa
 
 
Cuando el católico francés Balthasar Gérard escapaba, tras asesinar al rebelde Guillermo de Orange, fue atrapado por la servidumbre de su víctima. Sus captores le llamaron traidor, pero el joven francés, con mirada brava y desafiante, respondió con aplomo:


-Yo no soy un traidor. Yo soy un sirviente leal de mi señor.

-¿De qué señor eres servidor? -le inquirieron sus captores.

-De mi amo y señor, el rey de España.

Guillermo de Orange había sido declarado fuera de la ley en el mes de junio de 1580 por la legítima autoridad de Felipe II el Prudente. Como rebelde a su natural señor que a la sazón lo era Su Sacra y Católica Majestad el Rey de España, se le puso precio a la cabeza de Orange: 25.000 escudos. Gérard, aunque de nación francesa, pertenecía a una familia muy católica que admiraba los desvelos que Felipe II y España hacían por aplastar la herejía rampante en Europa, lo que otrora era la Cristiandad. Gérard se crió, pues, como un francés que siempre quiso servir a Felipe II. No lo animaba tanto la recompensa económica y, todo sea dicho, era consciente de lo difícil que tendría la escapatoria una vez que realizara su misión.


Varias conspiraciones se fraguaron para dar muerte a Guillermo "el Taciturno", descrito como "peste del conjunto de la cristiandad y un enemigo de la raza humana".

En julio de 1581 las provincias de la Unión de Utrecht habían dictaminado deponer a Felipe II como soberano de los Países Bajos (como si una reunión de maleantes pudiera deponer a un Rey como Felipe II) y Guillermo de Orange, como uno de los principales rebeldes a su natural señor, habíase convertido en la pieza a cazar.

Con antelación al exitoso atentado de Balthasar Gérard, Juan de Jáuregui había intentado infructuosamente asesinar al rebelde Orange. Jáuregui era un joven vizcaíno que trabajaba para el mercader portugués Gaspar de Añastro y parece que fue Añastro quien lo persuadió para llevar a cabo su atentado.

Así fue como, durante unas fiestas en Amberes, Jáuregui se aproximó a Orange que iba rodeado por su séquito y el vizcaíno disparó a bocajarro sobre el traidor. Pero con tan mala fortuna que la pistola estalló en la mano de Jáuregui -que no parecía muy perito en estas lides. Orange resultó herido por una esquirla, pero después de una convalecencia se salvó. En cambio, el pistolero, malherido en la mano a consecuencia de explotarle el arma, no pudo escapar y fue asesinado allí mismo, acometido por las espadas de la muchedumbre partidaria de Orange. Era el 18 de marzo de 1582.

Balthasar Gérard dispara a Orange


El 10 de julio de 1584 el rebelde Orange no tendría tanta suerte. Balthasar Gérard se mostró como un concienzudo tiranicida. Preparó con detalle su atentado, pidió absolución a las autoridades eclesiásticas pues preveía que tendría que fingir, para camuflarse entre herejes protestantes. Cuando vio el momento adecuado, se acercó al palacio de Orange, con el pretexto de solicitar un pasaporte y, cuando lo tuvo a tiro, disparó a quemarropa.

Fue apresado, golpeado, encarcelado, horriblemente torturado y asesinado en un cadalso, pero por lo general -según los cronistas- Gérard mantuvo un alegre semblante al saber que había cumplido con su cometido. Felipe II, agradecido a tan buen servicio, no pudo recompensarlo personalmente, pero se ocupó de premiar a los pobres padres de Balthasar Gérard, concediéndoles un título nobiliario y los estados de Lievremont, Hostal y Dampmartin (Franco Condado).




Orange, rebelde y "enemigo de la raza humana"


Se cuenta que Christoffel d' Assonleville, asesor de Balthasar Gérard con antelación a los acontecimientos, le dijo: "...si tuvieres éxito en tu empresa, el Rey Felipe te cumplirá todas sus promesas y obtendrás un nombre inmortal".

El Rey Felipe II (que santa gloria haya), como gran monarca y buen español, cumplió sus promesas recompensando a los padres de tan leal servidor. Nosotros, como agradecidos españoles, queremos cumplir también con la memoria de Balthasar Gérard, recordando su hazaña y su suplicio, para que su nombre sea inmortal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario