"La Leyenda Negra, la crearon los enemigos de España para desacreditar los logros culturales, sociales, militares y comerciales de la España Imperial"
Luis Gómez
En el s.
XVI, España era mucha España. El resto de estados europeos la temían y la
envidiaban a partes iguales. El protestantismo y la traición, se unieron para
socavar ese poderío por todos los medios a su alcance. El infausto Antonio
Pérez, secretario que fue del muy gran rey Felipe II, puso la traición sobre la
mesa, y merced a sus contactos y al dinero de los enemigos de España, se empezó
a extender libelos e infundios sobre esa España Imperial, que las generosas
bolsas de oro de los anglicanos, capitaneados por su corona,(es decir por la “reina de los piratas”) junto con los
protestantes holandeses, franceses, alemanes e incluso el papado, y alguna que
otra ciudad italiana, abrían gustosos y despilfarraban para sufragar con
celeridad y prodigalidad los infundios y mentiras con los que socavar la
credibilidad y poderío de lo español en
el mundo. Nacía así la “Leyenda negra
española” que tan magistralmente explotarían nuestros enemigos a lo largo
de los siglos. (Para saber del traidor Antonio Pérez pincha aquí).
"Quema de las Brujas de Salem. El protestantismo asesinó a más de doscientas personas en una supuesta caza de brujas"
Pasados
los años, ya con España inmersa en plena decadencia política y militar, esa
leyenda seguiría corriendo como la pólvora por todos las partes del mundo. A
perro flaco todo serán pulgas. El daño se extendía como un cáncer por doquier,
y las mentiras sobre españoles maltratadores de indios y explotadores de
negros, corrían a golpe de doblón por todas las naciones de la época Y no sólo
merced a la propaganda de los enemigos del catolicismo y de España, sino a la
credulidad de los mediocres gobernantes españoles de esos años, que en su
inmensa mayoría tenían muy poca valía y eran peor que el peor de los cánceres
que nuestro país podía padecer, ya que ellos fueron los primeros que se
creyeron esas mentiras y las hicieron suyas, y por hacerlas suyas, las hicieron
nuestras. ¡Señor que cruz!
No en
todas partes de nuestra maltrecha España se pensaba igual, y en algunos medios
de comunicación de esa época se veían las actuaciones de la “iglesia anglicana” como un esperpento
que provocaba la hilaridad en nuestro suelo.
Esas
matanzas de brujas que tanto se ha achacado a la Inquisición española (una
niñería si se compara con las que los herejes hacían en sus territorios, donde
se mataba a toda fémina viviente sólo por sacar una escoba y barrer la puerta
de la casa) no son sino delirios y exageraciones, llevados al papel de forma
magistral, como si de una telenovela se tratase, de forma que el público, ávido
de sensacionalismo y carnaza, se tragaba con avidez. Mientras tanto, ellos, los
verdaderos carniceros y fabricantes de esclavos (de cuerpo y alma), se hacían
pasar por los buenos y puritanos en
esta película tragicómica que es la Historia.
Traemos
en esta ocasión un exorcismo realizado por los anglicanos a una pobre mujer
anciana y flaca. Lean vuestras mercedes y disfruten de cómo se las gastaban, en
el año 1773, esos que tanto nos han vilipendiado por ser los creadores de la
Santa Inquisición. En ese año del s.XVIII algunos españoles se podían reír a
mandíbula batiente al leer este suceso tan propio y frecuente por parte de los
ingleses y otros como ellos.
Dice así
la noticia que publicara el “Mercurio Histórico y Político”
"Protestantes a la caza de brujas"
"Nadie
ignora que el Clero Anglicano está desunido en orden a la Lithurgia. Los artículos relativos á hechiceros han
parecido á algunos Eclesiásticos juiciosos mui propios y oportunos para
extraviar al Pueblo, y perpetuar en él las mas absurdas preocupaciones, pero
otros (y estos componen el mayor número) no piensan del mismo modo. Un suceso;
estraño en el siglo en que vivimos, y acaecido en una Aldea del Condado de Wiír
(Wiltshire), ha apoyado la opinión de los primeros. Ve aquí el hecho. Sintióse
días pasados una mujer acometida de una calentura pútrida; Nada hai mas comun
que esta enfermedad; pero algunas amigas de la enferma, mujeres de pocos
alcances y llenas de superstición, pudiendo creer que la enfermedad fuese sospecharon
que la, enferma estaba hechizada: dixeronlo confidencialmente a sus amigas, y de
boca en boca cundió la misma voz por toda la Aldea. Los buenos aldeanos, con
curiosidad de vér una hechizada corrieron en tropel á casa de la enferma, que á
la sazon estaba delirando: y gritaba que me aboga, con lo qual, sin pararse siquiera á
dudar si hablaba de la calentura ó de la hechicera, fallaron que
indubitabiemente estaba hechizada. Quiso la desgracia que hubiese en la vecindad
una pobre vieja decrepita, que empezaba, ya a chochear, que frequentemente hablaba
sola, y se dlvertia mucho con los niños, a quienes su edad la acercaba, siendo
la vida un círculo cuyos dos extremos llegan á tocarse. Sobre esta pobre
anciana cayeran las sospechas, y á poco que se examinaron su vida y costumbres,
llegó á conviccion lo que á los principios habia sido congetura. Unos digeron
que la habian visto coger yervas, otros, que entre las gallinas que tenia habia
una negra; algunos observaron que unas veces solo se ponia una liga, y otras ninguna;
y muchos hicieron mencion de que una baca que el año anterior se habia muerto en
la Aldea, se habia parado muchas veces, antes de su enfermedad, delante de la
casa de la vieja; pruebas todas que les parecian incontestables, y según las
quales la vieja estaba convicta de sortilegio, sin necesidad de proceso, Sin
embargo las personas mas graves de la Aldea tuvieron por conveniente consultar
al Cura. Era este hombre de buena, índole, pero ignorante, y que. habia firmado
los articulos de la Lithurgia, y asi no les dixo que efectivamente la acusada
era hechicera, pero sí que él creía firmemente, y debian todos creer, que habia
hechiceras en el mundo. No necesitaron mas los aldeanos para concebir y poner
en práctica una expedicion digna de ellos. Fueronse á casa de la vieja, y habiendola
atado la condugeron á un estanque cercano, en el qual la sumergieron por tres
veces, creyendo que esta especie de bautismo la haria renunciar á todo comercio
con el diablo. La pobre muger era sumamente seca y flaca, y por consiguiente no
se fue al fondo, y este acontecimiento, que era mui natural; se tuvo por nueva
prueba de hechiceria: con todo la tropa de Aldeanos creyó deber ceñirse á esta corrección;
y habiendo desatado á la vieja, corrieron todos á casa dé la enferma, á quien
hicieron dár un baño de ciertas yervas que la credulidad mira como preservativo
contra los maleficios. Tuvo la enferma dos dias buenos despues de esta
operacion, y yá se la creyó curada y corregida la hechicera; pero al tercer dia
volvió el acceso, y la pobre vieja, á quien yá llevaban nuevamente al estanque
con una piedra atada al cuello, hubiera pagado con su vida la enfermedad de su
vecina si la Justicia, instruida del primer exorcismo, no hubiese llegado á
tiempo de impedir el segundo".
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