AÑO 170 DESPUÉS DE NIETZSCHE
Manuel Fernández Espinosa
Hoy, 15 de octubre, se cumplen 170 años del nacimiento de Nietzsche en Röcken. Con el paso del tiempo su figura controvertida ha ido agigantándose. Sus frases más lapidarias y dinamiteras están en boca de muchos, aunque no todos saben su procedencia y menos son los que están en condiciones de entenderlas en su justeza.
Los furibundos ateos encuentran en un Nietzsche fragmentario y fragmentado la munición suficiente para cargar contra Dios y contra las creencias, especialmente contra el cristianismo. Pero, ¿leyeron a Nietzsche? En "Humano, demasiado humano", Nietzsche nos dice a todos: "Hay que haber amado la religión y el arte como se ama a una madre y a una nodriza, pues de lo contrario no se alcanza ninguna sabiduría". Es posible que los ateos que citan a Nietzsche con la frivolidad de quien no lo haya leído a fondo estén interesados en demoler la religión (y, repetimos, especialmente el cristianismo), pero -si hacemos caso a Nietzsche- en eso de la sabiduría no parecen mostrarse muy interesados cuando denigran y envilecen la religión (y, volvemos a repetir, especialmente la cristiana).
En el campo de los creyentes (y, sobre todo, en los cándidos e iletrados cristianos) Nietzsche levanta ampollas. Sin haberlo leído, han oído hablar de Nietzsche y su corazoncito (tan reblandecido por el cristianismo laxo y sentimental que cunde después del Concilio Vaticano II) reacciona contra Nietzsche. Nietzsche no era más que un loco -hemos oído decir; y se creerán que con semejante argumento ad hominem han neutralizado la filosofía nietzscheana. O todavía peor resulta aquella leyenda urbana que algunos cuentan por ahí y que, sea o no cierta, da idea de la capacidad intelectual de algunos piadosos creyentes. Me refiero a esa anécdota que cuenta que en cierta universidad (puede variar la localización), un estudiante anónimo escribió en una pared: "Dios ha muerto"/Firmado: Nietzsche)" y poco después, otro escritor rupestre respondió escribiendo debajo: "Nietzsche ha muerto"/Firmado: Dios". Es muy probable que el vándalo que escribió el "Dios ha muerto", invocando la autoridad filosófica de Nietzsche, no hubiera leído a Nietzsche y lo escribiera con el propósito de provocar y escandalizar (como al mismo Nietzsche le gustaba hacer); pero del cristiano que le contestó al ateo sí podemos asegurar que, aunque hubiera leído a Nietzsche, no entendió nada.
Pero, reuniendo todas las frases, anécdotas y leyendas urbanas que sobre Nietzsche corren por ahí, podríamos aseverar que el filósofo alemán podría darse por satisfecho. Si en vida apenas vendía sus libros (algo que también le había pasado a su admirado Arthur Schopenhauer), Nietzsche empezó a popularizarse una vez que se sumió en la demencia. Mucho tuvo que ver su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche en la propagación de su obra, acompañada de toda una promoción de la figura del hadario filósofo, convertido en personaje legendario. En Alemania, el autor adquirió la categoría de icono como crítico de la cultura, se le leía (mucho más que ahora) y se le tomó como fuente de inspiración para piezas sinfónicas (Richard Strauss, Gustav Mahler), cuadros (Edvard Munch), esculturas (Max Klinger)... Fue el filósofo de cabecera de Thomas Mann, de Hermann Hesse o de Ernst Jünger, éste le apodaba cariñosamente "Der Alte Pulverkopf" (el viejo Cabeza de Pólvora). Podríamos decir que Nietzsche tuvo que volverse loco para convertirse en el mentor de la juventud alemana y, más tarde, en una figura de referencia para la juventud rebelde de toda Europa y de todo el mundo. En España su recepción fue temprana y su legado, aunque eclipsada su hegemonía por Karl Marx durante cierto tiempo, se perpetúa. Sobre este asunto escribió un enjundioso libro D. Gonzalo Sobejano: "Nietzsche en España (1890-1970)". Ni nuestros socialistas escaparon a los efluvios nietzscheístas. El gran intelectual socialista que por desgracia anda tan olvidado en sus propias filas, D. Fernando de los Ríos, en una de sus estancias en Alemania, logró visitar a la hermana de Nietzsche y pudo hablar con ella.
Pero una cosa es la fama de un autor y otra cosa es haberlo comprendido. Podríamos decir más todavía: cuanta más fama envuelve a un autor, más difícil es penetrar en su obra. Y podemos decir que a Nietzsche no se le ha leído todavía, al menos no se le ha leído como merece ser leído. Y, en estos 170 años de Nietzsche, pocos lo han leído, con la audacia y la perspicacia con que lo hizo Martin Heidegger que, sin ninguna duda, es uno de los mejores intérpretes de su compatriota.
170 años después del nacimiento de Nietzsche podríamos decir que Nietzsche sigue siendo un gran desconocido. No nos dejemos encandilar por todo lo que se dice sobre él, tampoco nos dejemos escandalizar por sus provocaciones. La ingenuidad es la peor de las condiciones con las que se puede afrontar a Nietzsche. Y tan perniciosa es la ingenuidad del ateo que lo celebra por hacerse la idea de estar ante un semejante tan burdo como él, como no menos ridícula resulta la ingenuidad mojigata del cristiano que lo aborrece. Ninguno de ambos lo han descifrado.
Otro día podríamos hablar sobre la herencia de Nietzsche. Pero no quería dejar pasar esta fecha de hoy, 15 de octubre de 2014, cuando se cumple este 170 aniversario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario