Cierto día, un diablo
con inquietudes, salió del Infierno. Su intención era llegar a la tierra y
hacer méritos, pues hasta entre los demonios hay categorías, y eso de hacer
carrera está ahora en boga. Este malvado infeliz, pidió permiso a su Satánica
majestad, y éste, viendo lo mucho que ansiaba en ascender no se lo pensó mucho:
- “Con esas ganas de llegar a lo alto en el Infierno, seguro que al pisar
tierra, me perderá a miles de hombres, y con ellos sus almas eternas, para goce
y disfrute mío”, -se dijo para sí Satanás.
El Diablo le concedió
su deseo, y lo envió a la tierra, pero acompañado de otro servidor de los
ardientes inframundos, que haría las veces de protonotario, dando fe de los
éxitos y progresos que éste hiciera en sus fechorías. Una condición le puso, la
del tiempo, pues sólo le dio 24 horas.
Llegado el día
indicado, el pequeño aprendiz se posó en España, pues dijo:
-Habiendo sido este
país antaño, Espada de la Cristiandad, y uno de los mayores enemigos de mi señor,
creo que será un buen sitio para hacer méritos, pues si yo consigo perder a sus
gentes, mi malvado amo más me lo premiará.
Con esta reflexión se
llegó a España, y volando por sus pueblos se dijo:
-Lo primero que haré es
desorientarlos, y los desarraigaré de sus casas y sus orígenes. Ya nunca más se
sentirán unidos a una patria. Así, me será más fácil el vencerlos.
Se rió de su perversa
idea, y se las creía muy astuto e ingenioso, cuando de repente, el protonotario
le dijo.
-Señor. Ese trabajo ya
está hecho, y no creo que Satanás le guste que se enmiende o se modifique lo
que ya funciona. Antes que usted se envió a aquí a algunos políticos, y ellos
crearon las autonomías, y tan bien lo hicieron, que ahora ya están todos peleados
entre sí, y ninguno recuerda de donde viene y lo que es más importante, que
nadie sabe adónde va.
–Qué pena, dijo el
diablillo. Pues me había parecido una buena idea. Pero no desfalleceré, pues he
venido a granjearme un mejor puesto y no voy a rendirme a las primeras de
cambio.
Dio un aleteo vigoroso
con sus alas negras y se posó en lo alto de un tejado. Desde allí vio como una
mujer salía de su casa, y entonces pensó:
-¡Eso es! Rebajaré al condición de la mujer, y
con ello conseguiré que se degrade y se pervierta, que se pierda sin remisión.
Las obligaré a ir desnudas como cuando el enemigo de mi Señor los trajo a este
Mundo.
Se puso en pie para
llevar a cabo su acción, pero el notario de los infiernos le volvió a detener
diciendo:
-Discúlpeme de nuevo,
señor, pero eso ya está en marcha.
-¿Cómo? –dijo asombrado y abriendo los ojos
como platos. –Sí. Hace ya años que Satanás inventó un sistema para que la mujer
se degradara. Les enseño el “feminismo”, y les dijo que podían hacer lo que
quisieran. Así que empezaron por quemar los sujetadores, y luego se desnudaron
y enseñaron sus cuerpos desnudos sin pudor ni rubor, y ahora es ya tan normal
el que las mujeres enseñen su cuerpo que incluso Satanás está pensando en
quitar ese hecho como causa de perdición, pues de puro frecuente es hasta
aburrido.
El Demonio se empezaba
a enojar, y su impaciencia se hacía más y más grande. –He de pensar a lo
grande, o de lo contrario nunca conseguiré nada, -se decía entre dientes. -¡Ya
está –dijo dando un salto de alegría- Seré lo más cruel y malvado que jamás
haya sido antes ningún otro demonio. Su cara se iluminó con un halo de maldad
infernal y los cuernos que le salían de la cabeza se retorcieron un poco más
debido a la ansiedad. Miró a su derecha y vio al notario que estaba
contemplando el infinito espacio, con la mirada perdida, y le dijo:
-Esto seguro que no
está hecho, y es mérito mío si lo hago. Apunta en la libreta pues que tengo
prisa en llevar a cabo mi acción…
-En cuanto usted me
diga, señor, le repitió el notario.
-Voy a asesinar a los
niños en el vientre de sus madres, no les voy a dar oportunidad de nacer. Así
me llevaré por delante dos almas, la del inocente, que vale mucho y la de la
madre que lo asesina, que tampoco está nada mal. Es más, la de los médicos que
lo practiquen y alguno que ayude…, con esta jugada haré gran mérito en el
Infierno y subiré dentro de poco a las más altas poltronas… con estas
reflexiones estaba hasta que le interrumpió el molesto protonotario.
-Esa concesión ya está
hecha, y algunos hombres que han vendido sus almas con anterioridad, han creado
un lucrativo negocio en ese sentido. El precio ha sido muy barato. Sus almas
eternas por riqueza temporal. De manera que en clínicas abortistas se mata sin
cesar y ellos se hacen ricos. Una vez mueren, sus almas son nuestras.
-Pues entonces matará a
los viejos –dijo con rabia el demonio para salir del atolladero
-Me temo que tampoco es
posible. Los viejos son propiedad de otras clínicas, que se están
especializando en ellos y les va francamente muy bien. Se le ocurrió a nuestro
maléfico señor que volviendo a poner en uso la palabra eutanasia, habría algún
incauto que caería, y viendo que así fue, puso a nuestros compinches los
políticos a trabajar. Algunos están promulgando ya leyes que lo permiten y se
le está dando el empleó de igual forma que con los abortos. Ahora ya hay
políticos que como han vendido su alama, deciden hacer méritos en la tierra
mientras están vivos, así cuando mueren, pasan directamente a un buen puesto
acá en los Infiernos. Y tanto y tan bien se les está dando, que creo que dentro
de poco habrá que habilitar otra sala en los Infiernos, pues son tantos los
políticos que se están apuntando a esta moda y los médicos en llevarla a cabo,
que no damos abasto en el submundo.
Al pobre diablillo se
le mudó el color de la cara. El sol se ponía por el horizonte, y los últimos
rayos del Astro Rey le daban de lleno su horripilante cara. Casi con voz susurrante
y no muy convencido dijo:
-Declararé la guerra.
Así España tendrá que ir al combate y muchos serán los que mueran…
Pero el notario de
Pedro Botero le corrigió diciendo:
- Me temo que es imposible.
Antes que usted otro demonio que ya ascendió de categoría, viendo que España
fue la Espada de la Cristiandad, tomó por resolución el desarmarla y tanto
empeño puso que la dejó como sin nada. Ahora no tiene ejército ni para
defenderse de ellos mismos y si uno quisiera, con sólo decir mío, todo sería de
él, pues ningún español podrá hacer frente al que quiera tomar lo que desee,
pues nada puede hacer el que sin armas y sin ejército está. Ese castigo a este
país que tanto daño hizo a Satanás en el pasado, le gustó tanto que premió con
el ascenso a su inventor…
Llegaba la noche, y en
último arrebato dijo el Demonio:
-Pues entonces…, sólo
queda una opción. Me haré católico y abandonaré para siempre el Infierno…
-¡Cómo! –Exclamó con
sorpresa su notario…
-Sí. Veo que es
imposible el hacer méritos en este sitio. Aquí ya está todo lleno y ocupado,
así que lo único que merece la pena es luchar contra todo lo que ya está en
marcha y oponer resistencia, pues nada de lo que diga o haga puede valer, que
ya está todo inventado, aún lo peor ya tiene dueño y quien lo haga…
Luis Gómez
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