RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

viernes, 24 de octubre de 2014

NACE LA "REVISTA ESLAVIA"

NO COMPARTIR: PRESENTACIÓN EN PRIMICIA DE LA REVISTA ESLAVIA: 

REVISTA ESLAVIA

Manuel Fernández Espinosa,
Director.

Entre Rusia y España está todo eso que, durante siglos, se jacta de llamarse Europa. La europeidad de Rusia y España siempre fueron cuestionadas por lo que se entendía a sí misma como Europa: Rusia estaba por civilizar y España no estaba más civilizada. África empezaba en los Pirineos y Europa confinaba en Rusia con Asia. Las concomitancias espirituales entre Rusia y España son más grandes de lo que pudiera hacernos pensar el hecho de la distancia que las separa en el espacio y el hecho de ser culturas fronterizas, como ha puesto de manifiesto el hispanista Vsévolod Bagno, marca la diferencia con el resto de países que se titulan sin disputa como europeos.

Cuando una revista como la nuestra emprende su andadura es conveniente recordar esta verdad histórica que es algo más que una percepción, puesto que es la razón por la cual ni Rusia ni España hemos sido aceptados plenamente en el concierto de las naciones europeas: nuestra guitarra y nuestra balalaika parecían desentonar entre violines y clarinetes. Y más que recordar esto a los rusos (que a día de hoy lo tienen claro), conviene recordarlo a los españoles que, desde hace décadas, vienen sufriendo una sistemática destrucción de la identidad como pocos países han experimentado (tal vez Alemania), viviendo en la ficción europeísta que se fomenta desde los grupos de poder político y cultural.

La Revista Eslavia es hechura de un proyecto de envergadura: el encarnado por la revista internacional “LA RAZÓN HISTÓRICA”. En un momento determinado un grupo de colaboradores asiduos de LA RAZÓN HISTÓRICA hemos coincidido (cada uno en su propio itinerario intelectual) en una común admiración por el modelo ruso y hemos decidido conocer a fondo la realidad actual de Rusia, su historia, su cultura y las más diversas facetas de una nación que resurge, tras truncar el plan que le trazaban poderes ajenos a ella misma. La multiplicidad de sus dimensiones, la vastedad de su territorio, la exuberancia de sus expresiones culturales, la pluralidad étnica y religiosa de Rusia, nos exonera de ser exhaustivos: creo, sinceramente, que ni una Enciclopedia, reuniendo a los mejores expertos, podría agotar nunca una realidad como la rusa, tan poliédrica e inabarcable en sus colosales magnitudes. Pero si no podemos ser exhaustivos, lo que sí nos proponemos es ser una voz al margen y contra la corriente, todo lo disonante e incómoda que se quiera, pero a redropelo de los simplistas y sectarios enfoques que desde occidente prevalecen cuando se trata el fenómeno de la Rusia de hoy. Y el lector sabe a lo que me refiero.

¿Qué sabemos de la Rusia de ayer? Poco. ¿Qué sabemos de la Rusia de hoy? Menos todavía. La actualidad nos viene tamizada por unos poderes mediáticos que, lejos de corresponder a la objetividad que proclaman, maniobran interesadamente para distorsionar todo lo que viene de Rusia.

Desde las anteojeras de lo que el filósofo Gustavo Bueno ha llamado el “fundamentalismo democrático”, en occidente (en USA y Europa, se entiende) se cuestiona que Rusia sea una democracia: se deplora el caudillismo que ejerce Vladimir Putin, se entonan las consabidas letanías de condena contra las leyes que imponen límites a los grupos homosexuales en Rusia, se da cobertura a la supuesta “oposición rusa”, se compara a las delincuentes que forman “Pussy Riot” como si fuesen heroínas y se le otorga el título de “mártir” a un sujeto de dudoso equilibrio psiquiátrico como es Piotr Pavlensky que escenifica la auto-mutilación a modo de “acción protesta” contra el gobierno ruso. Tampoco faltan apoyos exteriores a esta artificial “oposición rusa”: Madonna y muchos otros presuntos personajes públicos (cantantes, deportistas, actores) occidentales se han hecho notar como agentes que contribuyen a enturbiar la percepción que se tiene en occidente de Rusia. Tampoco es de poca monta que se agiten los fantasmas de la “guerra fría”, del peligro del comunismo y otras pamplinas cuyo objeto es crear una “leyenda negra” de la Rusia actual, muy similar -por cierto- a la que se orquestó y todavía se agita contra España.

Para comprender un poco lo que es hoy Rusia, valga la síntesis que hace nuestro amigo el profesor Sergio Fernández Riquelme en su libro “El nuevo imperio ruso. Historia y Civilización”. En palabras de Fernández Riquelme, Rusia:

“Es un Estado fuerte con un líder claro y decidido, una democracia controlada y un gran movimiento político-social de apoyo comunitario y mediático, y cierto culto a la personalidad. Unidad y autoridad interna garantizada, a inicios del siglo XXI, por una oposición limitada o cooptada, por una doctrina conservadora-nacional ampliamente compartida por la ciudadanía, y por una estabilidad económica derivada del uso intensivo de recursos energéticos”.

Tras la implosión el régimen soviético, las potencias rapaces de occidente creyeron que Rusia estaba madura para ser podrida y casi lo consiguen. Pero sus halagüeñas expectativas de saqueo y corrupción social se estrellaron contra el recio patriotismo ruso, la capacidad de regeneración del pueblo ruso y el factor humano, la verdadera riqueza de una nación. Ante la resistencia a ser pasto de las aves carroñeras, las potencias occidentales (controladas por las oligarquías capitalistas) acometieron la campaña doble en la que a día de hoy están embarcadas: crear discordias internas (Ucrania es uno de los capítulos más sangrientos y luctuosos) financiando quintacolumnistas que, después de ser repelidos por las autoridades rusas, se convierten en motivo para suscitar la represalia política y económica de los países títeres manipulados por esas mafias transnacionales y, a la vez que realizan su maligna obra, esos mismos grupos intoxican a la opinión pública mundial redibujando los fantasmas de la guerra fría.

Estamos abreviando hechos muy complejos, bien lo sabemos, pero se muestra necesario plantear todo esto para comprender la razón por la cual nos lanzamos, con entusiasmo, a publicar la REVISTA ESLAVIA. En España (y en todo el mundo hispanohablante) es menester una revista que presente a sus lectores muchas de las cosas que se les puede escapar de lo que le cuentan de Rusia. Atender a los múltiples aspectos que presenta el fenómeno emergente de esta potencia es necesario para formarse una idea de lo que es Rusia, una idea más exacta, libre de la manipulación y la intoxicación que perpetran los grupos interesados en despertar la desconfianza y la aversión mundiales contra los rusos. Una potencia que resurge y se afianza suscita grandes aversiones, pero también grandes amores. Sin embargo, no es esa la única razón que nos impele a enfocar el fenómeno ruso.

Resulta admirable que la nación rusa, después de sufrir el infierno del comunismo durante casi cien años, haya resistido. El secreto de su perennidad podría considerarse un misterio, un milagro, un designio. Y no falta aquí una literatura oracular que compone una suerte de “libros sibilinos”.

Nietzsche, viendo perecer a Europa por la blandura de sus instituciones (el matrimonio, el Estado, la Iglesia) tenía grandes esperanzas depositadas en Rusia y el presente las está refrendando: “Rusia, la única potencia que tiene hoy esperanzas de alguna duración, que puede esperar, que puede prometer algo” (escribió en el “Crepúsculo de los ídolos”); cuando en todo el mundo las instituciones más sagradas (como el matrimonio) están pulverizándose, ahí está Rusia defendiendo a la familia sin titubeos.
Nuestro Juan Valera, a mitad del siglo XIX, pudo escribir desde Rusia: “Yo creo que si hay alguna filosofía de la historia, y no es la historia una cosa irracional y de mero acaso, esta gente [los rusos] está llamada a remover el Asia hasta en sus cimientos. Ellos fueron durante siglos el antemural de la Europa por esta parte, y a ellos toca llevar ahora la bandera triunfante de la civilización europea a esas regiones. Según estas filosofías (y acaso esta nueva consecuencia probará que estas filosofías son falsas), a nosotros los españoles y los portugueses nos toca (y ¡cuán lejos estamos de ello!) hacer en África la misma operación” (“Cartas desde Rusia”); se nota en Valera cierto escepticismo para lo que concierne a las dos naciones ibéricas, en aquel entonces ya en declive, pero no deja de ser significativo que se hiciera sus cábalas.

El ruso Konstantin Leontiev predijo en el siglo XIX el triunfo del Anticristo en Rusia bajo la forma de un poder totalitario con sello socialista y así fue. Nikolai Berdiáyev era consciente de que el secreto de la perennidad rusa era el “mesianismo” que si antaño cristalizó en “Tercera Roma” pudo invertirse de la mano de los soviéticos con la “Tercera Internacional” leninista. Walter Schubart también subrayó, en “Europa y el alma de oriente”, el mesianismo ruso como motor de la fuerza nacional. Y el francés Raymond Abellio pudo escribir: “Sólo Rusia es profunda porque sólo en Rusia puede nacer y vivir sordamente, en su infierno comunista, la última, la suprema exigencia metafísica” (“Los ojos de Ezequiel están abiertos”). A esta literatura oracular, más o menos profana, podríamos añadir el papel que Rusia desempeña en las revelaciones de la Virgen María en Fátima, pero eso sería no acabar.

En la REVISTA ESLAVIA nos congregamos españoles e hispanoamericanos, con la puerta abierta a cualquier hombre de buena fe, y lo hacemos por algo más que por nuestro interés científico por comprender la realidad rusa. Lo hacemos también con el legítimo propósito de aprender del fenómeno ruso para superar una de las más grandes crisis espirituales que ha atravesado y atraviesa España.
Han bastado unas décadas para que España, la antigua “reserva de occidente”, se haya desfigurado tanto como para no ser conocida “ni por la madre que la parió” –parafraseando a un famoso socialista sevillano. La labor destructiva de nuestros más sólidos fundamentos no ha tenido parangón en nuestra historia: se hostiga la familia, se vilipendia y acosa a la fe religiosa tradicional, organismos supranacionales suspenden “de facto” la soberanía nacional, se cuestiona la unidad nacional por exasperados nacionalismos centrífugos, se aprovecha la articulación de nuestra propia e insoslayable pluralidad regional para saquear el dinero público, se degrada la educación convirtiendo en peleles manipulables a los futuros ciudadanos, se deteriora la convivencia y, por ende, nuestra propia “vivienda” (esto es: nuestro propio modo de vida), ha sido transformada tan gravemente que lo que está en juego es nuestra propia supervivencia. No podemos extrañarnos si encabezamos las listas en todo lo peor: drogas, abortos… Y lo últimos de la lista en lo principal: nivel de instrucción, nivel de industrialización, etcétera. Nos enfrentamos a un problema de identidad de tamañas dimensiones que hasta resulta comprensible que algunas partes de España pugnen por su secesión, a falta de una razón de pertenencia y un proyecto en común. Todo ello ha sido el resultado de una pautada introducción de vicios que han maleado profundamente al pueblo español que todavía parece quedarle arrestos para contemplar la corrupción de sus clases dirigentes (políticas y económicas).

¿Por qué estamos viviendo todo esto? La crisis del principio de autoridad, el desprestigio de las instituciones, nuestra misma crisis de identidad encuentran su razón de ser en la ignorancia de lo que somos (uno de los problemas más acuciantes es el rigor en la educación; rigor científico y rigor en la exigencia que son ineficaces si no existe la autoridad), pero si la ignorancia podría disculpar a las víctimas del sistema educativo español, la infidelidad de nuestras clases dirigentes no tiene excusa ninguna. Por las razones que fueren, nuestros gobernantes presentes (y no nos hagamos muchas ilusiones por los venideros), han renunciado a tener y mantener una idea de España. Han preferido cualquier cosa antes que entroncar con la tradición hispánica. Se han arrojado (arrojándonos a nosotros) a las telarañas del Nuevo Orden Mundial (occidental): ONU, OTAN, Unión Europea. No han contemplado otro sistema de alianzas que el impuesto por los poderes que hostilizan a Rusia. Quejarnos de lo que nos ocurre solo puede entenderse por esta imperdonable ignorancia y esa no menor traición a lo que somos: como Rusia, España también tiene que cumplir sus designios mundiales y mientras esté servida en bandeja a poderes extraños, esos designios permanecen suspendidos.

El fenómeno ruso ofrece como pocos el modelo de una reanudación de la tradición propia frente a trampantojos que debilitan y avasallan a las naciones que caen bajo su nefasta fascinación. La tradición, lejos de ser una antigualla, es la fuerza de los pueblos cuando se reanuda bajo formas actualizadas, su auténtica libertad y el camino de su prosperidad y grandeza. Por eso miramos a Rusia, no para copiarla servilmente, sino para encontrar en ella el modelo de una futura sociedad para España que, siendo muy de hoy, no sea traición a lo mejor que fuimos ayer. Rusia lo ha hecho, después de décadas de totalitarismo marxista. ¿Por qué no intentarlo nosotros, después de décadas de extravío?
 
PRESENTACIÓN DE LA
REVISTA ESLAVIA
 
Manuel Fernández Espinosa,
Director.
 
Entre Rusia y España está todo eso que, durante siglos, se jacta de llamarse Europa. La europeidad de Rusia y España siempre fueron cuestionadas por lo que se entendía a sí misma como Europa: Rusia estaba por civilizar y España no estaba más civilizada. África empezaba en los Pirineos y Europa confinaba en Rusia con Asia. Las concomitancias espirituales entre Rusia y España son más grandes de lo que pudiera hacernos pensar el hecho de la distancia que las separa en el espacio; y el hecho de ser culturas fronterizas, como ha puesto de manifiesto el hispanista Vsévolod Bagno, marca la diferencia con el resto de países que se titulan sin disputa como europeos.
Cuando una revista como la nuestra emprende su andadura es conveniente recordar esta verdad histórica que es algo más que una percepción, puesto que es la razón por la cual ni rusos ni españoles hemos sido aceptados plenamente en el concierto de las naciones europeas: nuestra guitarra y nuestra balalaika parecían desentonar entre violines y clarinetes. Y más que recordar esto a los rusos (que a día de hoy lo tienen claro), conviene recordarlo a los españoles que, desde hace décadas, vienen sufriendo una sistemática destrucción de la identidad como pocos países han experimentado, hasta instalarnos en la ficción europeísta que se fomenta desde los grupos de poder político y cultural.
La REVISTA ESLAVIA es hechura de un proyecto de mayor envergadura: el encarnado por la revista internacional “LA RAZÓN HISTÓRICA”. En un momento determinado un grupo de colaboradores asiduos de LA RAZÓN HISTÓRICA hemos coincidido (cada uno siguiendo su propio itinerario intelectual) en una común admiración por el modelo ruso y hemos decidido conocer a fondo la realidad actual de Rusia, su historia, su cultura y las más diversas facetas de una nación que resurge, tras truncar el plan que le trazaban poderes ajenos a ella misma. La multiplicidad de sus dimensiones, la vastedad de su territorio, la exuberancia de sus expresiones culturales, la pluralidad étnica y religiosa de Rusia, nos exonera de ser exhaustivos: creo, sinceramente, que ni una Enciclopedia, reuniendo a los mejores expertos, podría agotar nunca una realidad como la rusa, tan poliédrica e inabarcable en sus colosales magnitudes. Pero si no podemos ser exhaustivos, lo que sí nos proponemos es ser una voz al margen y contra la corriente, todo lo disonante e incómoda que se quiera, pero a redropelo de los simplistas y sectarios enfoques que desde occidente prevalecen cuando se trata el fenómeno de la Rusia de hoy. Y el lector sabe a lo que me refiero.
¿Qué sabemos de la Rusia de ayer? Poco. ¿Qué sabemos de la Rusia de hoy? Menos todavía. La actualidad nos viene tamizada por unos poderes mediáticos que, lejos de corresponder a la objetividad que proclaman, maniobran interesadamente para distorsionar todo lo que viene de Rusia.
Desde las anteojeras de lo que el filósofo Gustavo Bueno ha llamado el “fundamentalismo democrático”, en occidente (en USA y Europa, se entiende) se viene cuestionando que Rusia sea una democracia, se deplora el caudillismo que ejerce Vladimir Putin, se entonan las consabidas letanías de condena contra las leyes que imponen límites a los grupos homosexuales en Rusia, se da cobertura a la supuesta “oposición rusa”, se eleva a las delincuentes de “Pussy Riot” a la condición de heroínas y se le otorga el título de “mártir” a un sujeto (de dudoso equilibrio psiquiátrico) como es Piotr Pavlensky que escenifica la auto-mutilación a modo de “acción protesta” contra el gobierno ruso. Tampoco faltan apoyos exteriores a esta artificial “oposición rusa”: Madonna y muchos otros personajes públicos (cantantes, deportistas, actores) occidentales se han hecho notar como agentes que contribuyen a enturbiar la percepción que se tiene en occidente de Rusia. Tampoco es de poca monta que se agiten los fantasmas de la “guerra fría”, del peligro del comunismo y otras pamplinas cuyo objeto es crear una “leyenda negra” de la Rusia actual, muy similar -por cierto- a la que se orquestó y todavía se agita contra España.
Para comprender un poco lo que es hoy Rusia, valga la síntesis que hace nuestro amigo el profesor Sergio Fernández Riquelme en su libro “El nuevo imperio ruso. Historia y Civilización”. En palabras de Fernández Riquelme, Rusia:
“Es un Estado fuerte con un líder claro y decidido, una democracia controlada y un gran movimiento político-social de apoyo comunitario y mediático, y cierto culto a la personalidad. Unidad y autoridad interna garantizada, a inicios del siglo XXI, por una oposición limitada o cooptada, por una doctrina conservadora-nacional ampliamente compartida por la ciudadanía, y por una estabilidad económica derivada del uso intensivo de recursos energéticos”.
Tras la implosión del régimen soviético, las potencias rapaces de occidente creyeron que Rusia estaba madura para ser podrida y casi lo consiguen. Pero sus halagüeñas expectativas de saqueo y corrupción moral se estrellaron contra el recio patriotismo ruso, la capacidad de regeneración del pueblo ruso y el factor humano que es la verdadera riqueza de una nación. Ante la resistencia que ha mostrado Rusia a ser pasto de las aves carroñeras, las potencias occidentales (controladas por las oligarquías capitalistas) acometieron la campaña doble en la que a día de hoy están embarcadas: crear discordias internas (Ucrania es uno de los capítulos más sangrientos y luctuosos) financiando quintacolumnistas que, después de ser neutralizados por las autoridades rusas, se convierten en iconos y motivos para suscitar la represalia política y económica de los países títeres (entre los que figura España), todos manipulados por esas mafias transnacionales que, a la vez que realizan esta perversa obra, intoxican a la opinión pública mundial redibujando los fantasmas de la guerra fría.
Estamos abreviando hechos muy complejos, bien lo sabemos, pero se muestra necesario plantear todo esto para comprender la razón por la cual nos lanzamos, con entusiasmo, a publicar la REVISTA ESLAVIA. En España (y en todo el mundo hispanohablante) es menester una revista que presente a sus lectores muchas de las cosas que se les puede escapar de lo que le cuentan de Rusia. Atender a los múltiples aspectos que presenta el fenómeno emergente de esta potencia es necesario para formarse una idea de lo que es Rusia, una idea más exacta, libre de la manipulación y la intoxicación que perpetran los grupos interesados en despertar la desconfianza y la aversión mundiales contra los rusos. Una potencia que resurge y se afianza suscita grandes aversiones, pero también grandes amores. Sin embargo, no es ésta la única razón que nos impele a enfocar el fenómeno ruso.
Resulta admirable que la nación rusa, después de sufrir el infierno del comunismo durante casi cien años, haya resistido. El secreto de su perennidad podría considerarse un misterio, un milagro, un designio. Y no falta aquí una literatura oracular que compone una suerte de “libros sibilinos”.
Nietzsche, viendo decaer Europa por la licuefacción de sus instituciones (el matrimonio, el Estado, la Iglesia) tenía grandes esperanzas depositadas en Rusia y el presente las está refrendando: “Rusia, la única potencia que tiene hoy esperanzas de alguna duración, que puede esperar, que puede prometer algo” (escribió en el “Crepúsculo de los ídolos”); cuando en todo el mundo las instituciones más sagradas (como el matrimonio) están pulverizándose, ahí está Rusia defendiendo a la familia sin titubeos.
Nuestro Juan Valera, a mitad del siglo XIX, pudo escribir desde Rusia: “Yo creo que si hay alguna filosofía de la historia, y no es la historia una cosa irracional y de mero acaso, esta gente [los rusos] está llamada a remover el Asia hasta en sus cimientos. Ellos fueron durante siglos el antemural de la Europa por esta parte, y a ellos toca llevar ahora la bandera triunfante de la civilización europea a esas regiones. Según estas filosofías (y acaso esta nueva consecuencia probará que estas filosofías son falsas), a nosotros los españoles y los portugueses nos toca (y ¡cuán lejos estamos de ello!) hacer en África la misma operación” (“Cartas desde Rusia”); se nota en Valera cierto escepticismo para lo que concierne a las dos naciones ibéricas, en aquel entonces ya en declive, pero no deja de ser significativo que se hiciera sus cábalas.
El ruso Konstantin Leontiev predijo en el siglo XIX el triunfo del Anticristo en Rusia bajo la forma de un poder totalitario con sello socialista y así fue. Nikolai Berdiáyev era consciente de que el secreto de la perennidad rusa era el “mesianismo” que si antaño cristalizó en “Tercera Roma” pudo invertirse de la mano de los soviéticos con la “Tercera Internacional” leninista. Walter Schubart (“Europa y el alma de oriente”) también subrayó el mesianismo ruso como motor de la fuerza nacional. Y el francés Raymond Abellio pudo escribir: “Sólo Rusia es profunda porque sólo en Rusia puede nacer y vivir sordamente, en su infierno comunista, la última, la suprema exigencia metafísica” (“Los ojos de Ezequiel están abiertos”). A esta literatura oracular, más o menos profana, podríamos añadir el papel que Rusia desempeña en las revelaciones de la Virgen María en Fátima, pero eso sería empezar y no acabar.
En la REVISTA ESLAVIA nos congregamos españoles e hispanoamericanos, con la puerta abierta a cualquier hombre de buena fe, y lo hacemos por algo más que por un aséptico interés científico que nos permita comprender la realidad rusa. Lo hacemos también con el legítimo propósito de aprender del fenómeno ruso para superar una de las más grandes crisis espirituales que ha atravesado y atraviesa España.
Han bastado unas décadas para que España, la antigua “reserva de occidente”, se haya desfigurado tanto como para no ser conocida “ni por la madre que la parió” –parafraseando a un famoso socialista sevillano. La labor destructiva de nuestros más sólidos fundamentos no ha tenido parangón en nuestra historia: se hostiga a la familia, se vilipendia y acosa a la fe religiosa tradicional, organismos supranacionales suspenden “de facto” la soberanía nacional, se cuestiona la unidad nacional por exasperados nacionalismos centrífugos, se aprovecha la articulación de nuestra propia e insoslayable pluralidad regional para saquear el dinero público, se degrada la educación convirtiendo en peleles manipulables a los futuros ciudadanos, se deteriora la convivencia y, por ende, nuestra propia “vivienda” (esto es: nuestro propio modo de vida), ha sido transformada tan gravemente que lo que está en juego es nuestra propia supervivencia. No podemos extrañarnos si encabezamos las listas en todo lo peor: drogas, abortos… Y somos los últimos de la lista en lo principal: empleo, nivel de instrucción, nivel de industrialización, etcétera. Nos enfrentamos a un problema de identidad de tales dimensiones que hasta resulta comprensible que algunas partes de España pugnen por su secesión, a falta de una razón de pertenencia y un proyecto en común. Todo ello ha sido el resultado de una pautada introducción de vicios que han maleado profundamente al pueblo español, el mismo que todavía parece quedarle arrestos para contemplar la corrupción de sus clases dirigentes (políticas y económicas).
¿Por qué estamos viviendo todo esto? La crisis del principio de autoridad, el desprestigio de las instituciones, nuestra misma crisis de identidad encuentran su razón de ser en la ignorancia de lo que somos (no en vano, uno de los problemas más acuciantes es el rigor en la educación; rigor científico y rigor en la exigencia que son ineficaces si no existe la autoridad que las haga valer), pero si la ignorancia podría disculpar a las víctimas del sistema educativo español, la infidelidad de nuestras clases dirigentes no tiene excusa ninguna. Por las razones que fueren, nuestros gobernantes presentes (y no nos hagamos muchas ilusiones en lo que concierne a los venideros) han renunciado a tener y mantener una idea de España. Han preferido cualquier cosa antes que entroncar con la tradición hispánica. Se han arrojado (arrojándonos a nosotros) a las telarañas del Nuevo Orden Mundial (occidental): ONU, OTAN, Unión Europea. No han contemplado otro sistema de alianzas que el impuesto por los poderes que hostigan a Rusia. Quejarnos de lo que nos ocurre solo puede entenderse por esta imperdonable ignorancia y esa no menor traición a lo que somos: como Rusia, España también tiene que cumplir sus designios mundiales y mientras esté servida en bandeja a poderes extraños, esos designios permanecen suspendidos.
El fenómeno ruso ofrece como pocos el modelo de una reanudación de la tradición propia frente a trampantojos que debilitan y avasallan a las naciones que caen bajo su nefasta fascinación. La tradición, lejos de ser una antigualla, es la fuerza de los pueblos cuando se reanuda bajo formas actualizadas, su auténtica libertad y el camino de su prosperidad y grandeza. Por eso miramos a Rusia, no para copiarla servilmente, sino para encontrar en ella el modelo de una futura sociedad para España que, siendo muy de hoy, no sea traición a lo mejor que fuimos ayer. Rusia lo ha hecho, después de décadas de totalitarismo marxista. ¿Por qué no intentarlo nosotros, después de décadas de extravío?
 
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martes, 21 de octubre de 2014

¿LA GENERACIÓN MÁS PREPARADA DE LA HISTORIA?

Por Antonio Moreno Ruiz

Historiador y escritor



Imagen de www.que.es



Se dice mucho en nuestro tiempo que España tiene la generación más preparada de su Historia. No obstante, si nos ponemos a pensar detenidamente, ¿cómo es que no sale una intelectualidad como la que sí tuvo en siglos como el XVII, el XVIII, el XIX y el XX?

Mi tío Ramón, que fue al colegio en los años 40 y a posteriori no llegó a acabar la carrera de magisterio, tiene unos conocimientos de geografía, literatura, matemáticas y latín, superiores a los míos.

España, hasta finales de los 60, tenía uno de los mejores sistemas de enseñanza. Cojeaba, eso sí, en eso de aprender idiomas. Si se hubiera arreglado eso, en enseñanza hubiéramos ido cerca de Finlandia o Islandia. Y no exagero. Era un sistema que premiaba el mérito, el sacrificio, el esfuerzo y el talento, es el sistema que creó la clase media de la que adolecíamos. Con todo, ya en los años 70, todavía en el franquismo, comenzó la decadencia y hasta hoy...

Generación más preparada de la Historia… Je…

No nos damos cuenta de que, gracias al capitalismo, ha triunfado la táctica comunista de la igualdad en la miseria. Dicen que se ha expandido el conocimiento y la técnica pero sin embargo, la realidad es que todos somos más mediocres. La expansión de fenómenos como los canis nos demuestra la bajeza social a la que hemos llegado. Y no es un problema de clase o de dinero, es simplemente la pérdida de lógica y educación.

Giovanni Sartori ha hablado del fenómeno del Homo Videns como contraposición al Homo Sapiens, al hombre que es capaz de entender conceptos abstractos, al hombre que es capaz de leer y escribir. El hombre actual es capaz de ver y teclear, pero a la hora de procesar y comprender, los resultados son un dolor.(*)

Somos líderes en consumo de cocaína. En pornografía infantil estamos de los primeros. ¿Qué decir de las familias desestructuradas y los problemas inmediatos que ello acarrea? Hemos dilapidado nuestra industria, nuestra agricultura, ganadería y pesca, para convertirnos en un país de turismo y especulación ladrillera. Sí, somos la generación con más universitarios, y asimismo, la generación que ha visto cómo se degradaba más y más la universidad. Lo comido por lo servido. Y encima los universitarios están emigrando a marchas forzadas, mientras tenemos millones de extranjeros que, según la política de Aznar, vinieron para echar cemento y cerveza. Ahora, a comérnoslo todo con papas, pensando encima que hay que ver lo listos que somos y los derechos que tenemos.







(*)Véase: ANTONIO MORENO RUIZ: MIS LECTURAS: GIOVANNI ...

lunes, 20 de octubre de 2014

RELACIÓN DE UN EXORCISMO REALIZADO POR EL CLERO ANGLICANO EN EL AÑO 1773


"La Leyenda Negra, la crearon los enemigos de España para desacreditar los logros culturales, sociales, militares y comerciales de la España Imperial"

Luis Gómez


En el s. XVI, España era mucha España. El resto de estados europeos la temían y la envidiaban a partes iguales. El protestantismo y la traición, se unieron para socavar ese poderío por todos los medios a su alcance. El infausto Antonio Pérez, secretario que fue del muy gran rey Felipe II, puso la traición sobre la mesa, y merced a sus contactos y al dinero de los enemigos de España, se empezó a extender libelos e infundios sobre esa España Imperial, que las generosas bolsas de oro de los anglicanos, capitaneados por su corona,(es decir por la “reina de los piratas”) junto con los protestantes holandeses, franceses, alemanes e incluso el papado, y alguna que otra ciudad italiana, abrían gustosos y despilfarraban para sufragar con celeridad y prodigalidad los infundios y mentiras con los que socavar la credibilidad y poderío de lo  español en el mundo. Nacía así la “Leyenda negra española” que tan magistralmente explotarían nuestros enemigos a lo largo de los siglos. (Para saber del traidor Antonio Pérez pincha aquí).




"Quema de las Brujas de Salem. El protestantismo asesinó a más de doscientas personas en una supuesta caza de brujas"

Pasados los años, ya con España inmersa en plena decadencia política y militar, esa leyenda seguiría corriendo como la pólvora por todos las partes del mundo. A perro flaco todo serán pulgas. El daño se extendía como un cáncer por doquier, y las mentiras sobre españoles maltratadores de indios y explotadores de negros, corrían a golpe de doblón por todas las naciones de la época Y no sólo merced a la propaganda de los enemigos del catolicismo y de España, sino a la credulidad de los mediocres gobernantes españoles de esos años, que en su inmensa mayoría tenían muy poca valía y eran peor que el peor de los cánceres que nuestro país podía padecer, ya que ellos fueron los primeros que se creyeron esas mentiras y las hicieron suyas, y por hacerlas suyas, las hicieron nuestras. ¡Señor que cruz!

No en todas partes de nuestra maltrecha España se pensaba igual, y en algunos medios de comunicación de esa época se veían las actuaciones de la “iglesia anglicana” como un esperpento que provocaba la hilaridad en nuestro suelo.

Esas matanzas de brujas que tanto se ha achacado a la Inquisición española (una niñería si se compara con las que los herejes hacían en sus territorios, donde se mataba a toda fémina viviente sólo por sacar una escoba y barrer la puerta de la casa) no son sino delirios y exageraciones, llevados al papel de forma magistral, como si de una telenovela se tratase, de forma que el público, ávido de sensacionalismo y carnaza, se tragaba con avidez. Mientras tanto, ellos, los verdaderos carniceros y fabricantes de esclavos (de cuerpo y alma), se hacían pasar por los buenos y puritanos en esta película tragicómica que es la Historia.

Traemos en esta ocasión un exorcismo realizado por los anglicanos a una pobre mujer anciana y flaca. Lean vuestras mercedes y disfruten de cómo se las gastaban, en el año 1773, esos que tanto nos han vilipendiado por ser los creadores de la Santa Inquisición. En ese año del s.XVIII algunos españoles se podían reír a mandíbula batiente al leer este suceso tan propio y frecuente por parte de los ingleses y otros como ellos.  

Dice así la noticia que publicara el “Mercurio Histórico y Político

"Protestantes a la caza de brujas"

"Nadie ignora que el Clero Anglicano está desunido en orden a la Lithurgia.  Los artículos relativos á hechiceros han parecido á algunos Eclesiásticos juiciosos mui propios y oportunos para extraviar al Pueblo, y perpetuar en él las mas absurdas preocupaciones, pero otros (y estos componen el mayor número) no piensan del mismo modo. Un suceso; estraño en el siglo en que vivimos, y acaecido en una Aldea del Condado de Wiír (Wiltshire), ha apoyado la opinión de los primeros. Ve aquí el hecho. Sintióse días pasados una mujer acometida de una calentura pútrida; Nada hai mas comun que esta enfermedad; pero algunas amigas de la enferma, mujeres de pocos alcances y llenas de superstición, pudiendo creer que la enfermedad fuese sospecharon que la, enferma estaba hechizada: dixeronlo confidencialmente a sus amigas, y de boca en boca cundió la misma voz por toda la Aldea. Los buenos aldeanos, con curiosidad de vér una hechizada corrieron en tropel á casa de la enferma, que á la sazon estaba delirando: y gritaba que me  aboga, con lo qual, sin pararse siquiera á dudar si hablaba de la calentura ó de la hechicera, fallaron que indubitabiemente estaba hechizada. Quiso la desgracia que hubiese en la vecindad una pobre vieja decrepita, que empezaba, ya a chochear, que frequentemente hablaba sola, y se dlvertia mucho con los niños, a quienes su edad la acercaba, siendo la vida un círculo cuyos dos extremos llegan á tocarse. Sobre esta pobre anciana cayeran las sospechas, y á poco que se examinaron su vida y costumbres, llegó á conviccion lo que á los principios habia sido congetura. Unos digeron que la habian visto coger yervas, otros, que entre las gallinas que tenia habia una negra; algunos observaron que unas veces solo se ponia una liga, y otras ninguna; y muchos hicieron mencion de que una baca que el año anterior se habia muerto en la Aldea, se habia parado muchas veces, antes de su enfermedad, delante de la casa de la vieja; pruebas todas que les parecian incontestables, y según las quales la vieja estaba convicta de sortilegio, sin necesidad de proceso, Sin embargo las personas mas graves de la Aldea tuvieron por conveniente consultar al Cura. Era este hombre de buena, índole, pero ignorante, y que. habia firmado los articulos de la Lithurgia, y asi no les dixo que efectivamente la acusada era hechicera, pero sí que él creía firmemente, y debian todos creer, que habia hechiceras en el mundo. No necesitaron mas los aldeanos para concebir y poner en práctica una expedicion digna de ellos. Fueronse á casa de la vieja, y habiendola atado la condugeron á un estanque cercano, en el qual la sumergieron por tres veces, creyendo que esta especie de bautismo la haria renunciar á todo comercio con el diablo. La pobre muger era sumamente seca y flaca, y por consiguiente no se fue al fondo, y este acontecimiento, que era mui natural; se tuvo por nueva prueba de hechiceria: con todo la tropa de Aldeanos creyó deber ceñirse á esta corrección; y habiendo desatado á la vieja, corrieron todos á casa dé la enferma, á quien hicieron dár un baño de ciertas yervas que la credulidad mira como preservativo contra los maleficios. Tuvo la enferma dos dias buenos despues de esta operacion, y yá se la creyó curada y corregida la hechicera; pero al tercer dia volvió el acceso, y la pobre vieja, á quien yá llevaban nuevamente al estanque con una piedra atada al cuello, hubiera pagado con su vida la enfermedad de su vecina si la Justicia, instruida del primer exorcismo, no hubiese llegado á tiempo de impedir el segundo".

Intentan desacreditar la valía de D. Pío Moa.

 "D. Pío Moa"

Luis Gómez

Traemos en esta ocasión a la bitácora, un artículo publicado por nuestro colaborador y amigo el profesor D. Pío Moa, el cual, por no ser complaciente con los postulados del Sistema, es sistemáticamente atacado, desprestigiado o silenciado por este, pero nunca refutado con argumentos válidos o con documentación histórica.


Hoy en día está claro que el que no diga o siga a pies juntillas los paradigmas de los amanuenses del oficialismo, tendrá por delante un duro camino de soledad y resignación. Desde RAIGAMBGRE, todo nuestro apoyo a los profesionales independientes, que libremente y con rigor, expresen sus  ideas y conocimientos. Dejamos la mentira y el doblez, para el mezquino y su fiel pagador.



"Jeremy Treglown"

Dice así el artículo de D. Pío Moa: 
Creado el 1


Parece que, aparte de Franco un balance histórico que, según Treglown “exasperó a sus opositores” — y  al propio Treglown, lo que no es de extrañar, dada la cantidad de embustes sobre Franco en circulación desde hace décadas–,  nuestro profesor ha leído  De un tiempo y de un país, mis memorias de la época de la OMLE (Organización de Marxistas-Leninistas Españoles), más tarde PCE (r)-GRAPO. Desgraciadamente le ha pasado como con el libro anterior, sea por  mala  comprensión lectora en español o por otras causas. Así, trata de ilustrarnos:  “Algo parecido sucede con una misión a Bilbao donde se suponía que Moa  iba a formar enlaces con ETA, pero donde descubrió que los miembros de esta organización eran insólitamente difíciles de encontrar. En situaciones como esta no sería extraño que hubiera sospechas de que se trataba de un espía de la policía, pensamiento que, una vez que penetra en la mente, es difícil de desterrar”. Al leerlo no pude menos de exclamar: “¡pero qué bellaco!”.  Una bellaquería repetida recientemente por  un caradura como César Vidal y una locuela como Pilar Urbano (http://www.gaceta.es/pio-moa/cesar-vidal-pilar-urbano-golfos-30042014-2035). Y  obedece, con toda evidencia, a lo de siempre: la incapacidad de refutar mis libros conduce a los ataques personales más infames. Así están las cosas.

   Aparte de eso es obvio, una vez más, que Treglown entiende  muy mal lo que lee. Yo fui a Bilbao, como después a Vigo, no para enlazar con la ETA sino para reorganizar los núcleos de la OMLE allí, donde había quedado casi desmantelada. Y a eso, y no a tratar con la ETA, dediqué mi esfuerzo, como puede comprobar quien lea la historia con honestidad y un mínimo de comprensión lectora (tampoco hace falta demasiada, porque creo que escribo con mucha claridad ).  ¡Y este es un intelectual de prestigio en Inglaterra, cuyo libro entiende como “muy perspicaz” el dudosamente perspicaz Muñoz Molina!

   Siguiendo con su bellaquería, escribe Treglown: “Moa explica  que su conversión al franquismo llegó entre los acontecimientos descritos y su tarea de escribirlos. Uno se pregunta por qué necesitó tanto tiempo para darse cuenta de que las acciones de la OMLE y su sucesora, los GRAPO (…) se parecían al tipo de conducta que veían mal en el otro bando”.  Ante todo, yo nunca me he convertido al franquismo ni pienso que un régimen como aquel, aunque haya sido necesario históricamente,  deba volver. La frase de Treglown es una majadería entre muchas. A lo que me he “convertido” es  a la investigación de la realidad histórica, con datos y argumentos que ni don Jeremy ni ningún otro en España han podido desmentir (ya vemos los “argumentos” que utilizan). En segundo lugar, las acciones del GRAPO  no tenían que ver con la conducta del franquismo: el 90% o más del terrorismo en aquella época y en la democracia, como en la república,  tuvo carácter  izquierdista o separatista. En tercer lugar, en España ha cambiado “de camisa” casi todo el mundo de la política y la intelectualidad, basta consultar las hemerotecas para comprobarlo. Pero casi nadie ha explicado el por qué de sus cambios. Yo sí lo he hecho, en De un tiempo y de un país y en otros escritos. Por lo demás, gran número de antiguos comunistas (Koestler es caso típico) precisaron un largo período de reflexión para romper con una doctrina tan absorbente. Una doctrina  que ha disfrutado siempre, además, de gran número de “compañeros de viaje”, bastante más repugnantes, si es cierta la frase de Marx :“Hay alguien más despreciable que el verdugo: el ayudante del verdugo”. Y en España e Inglaterra ha habido y hay muchos de esos ayudantes.

   Con respecto a De un tiempo y de un país ha ocurrido un hecho revelador. La izquierda en general, en España, veneraba a la ETA y celebraba sus asesinatos (como veneraba a Castro o a la URSS, según puso de manifiesto el episodio Solzhenitsin). Pero el GRAPO empezó demasiado tarde, cuando aquella oposición (comunista la única real) vislumbraba la legalidad. Entonces los atentados del GRAPO la asustaron tanto, por temor a que los franquistas les echaran la culpa de ellos, que inventaron la patraña de que se trataba de una organización de “extrema derecha” o infiltrada por la policía. Cuando quienes sí estaban infiltrados eran el PCE, el PSOE y tutti quanti. Pues bien, el libro, que clarifica plenamente esa cuestión y unas cuantas cuestiones más, fue acogido con el silencio. ¡Si sabrían ellos de qué se trataba!

   A Treglown, De un tiempo…le parece “soso” y “cómico”. Está en su derecho, y más siendo tan perspicaz como demuestra a cada paso, porque los gustos son muy personales. En cambio al mismo Preston le pareció muy interesante en su momento (ahora quizá diría otra cosa). El libro no está descatalogado, pero en general hay que encargarlo en librerías o a la Editorial Encuentro

   Hay algo en lo que acierta Treglown: “La OMLE estaba frustrada  por encontrar tan poco favor popular”.  Así era. Solo que esa frustración acompañaba a toda la oposición antifranquista. La única que podía presumir de cierta influencia popular, muy limitada pero muy superior a los demás, era el PCE. Mas para ello llevaba actuando desde el mismo final de la guerra civil, primero mediante el terrorismo del maquis y después infiltrándose en los sindicatos franquistas y en la universidad. En esta obtendría los mejores resultados, cuya influencia perdura, también en patochadas como las de Treglown.

   Y dejaremos aquí la parte digamos personal,  para entrar en la próxima entrega en las pintorescas ideas de don Jeremy sobre el franquismo.

jueves, 16 de octubre de 2014

EL ARCANO NIETZSCHE






NIETZSCHE Y LA MASONERÍA



Manuel Fernández Espinosa


            El ateísmo de Nietzsche no fue un ateísmo cómodo. No obstante Nietzsche pasa por ser el filósofo ateo por excelencia. En "La Gaya Ciencia" preconiza la "muerte de Dios", pero la anuncia un loco, un demediado ante la indiferencia de unos paseantes. En "Así habló Zaratrustra", tal vez el libro capital de su prolífica obra, se nos presenta como "Zaratustra el ateo". En esos escritos publicados bajo el título rimbombante de "El Anticristo", el cristianismo -entendido como producto elaborado por San Pablo más que por Jesús- será el objeto de sus hostiles execraciones y mofas.

            Para el Solitario de Sils Maria el cristianismo no era otra cosa que "platonismo para plebeyos", así sentenció el filósofo alemán. Pero, aunque el cristianismo sea la religión más denostada por el filósofo de Dionisos, el antisemitismo, el socialismo o la masonería -movimientos y pseudorreligiones que se agitaban en vida del filósofo- no escaparon a su juicio más severo e implacable.

            No obstante, para los intereses anti-cristianos que tanto tienen que ver en el diseño de la enseñanza occidental, la obra de Nietzsche, convenientemente sesgada cuando no malentendida, sigue siendo un buen pretexto para inocular la increencia en las mentes más jóvenes. Por sesgada y malentendida que su obra esté, hay que admitir que también Nietzsche es una fragua que nos forja para superar el Nihilismo. Su obra ha sido sesgada, por intereses igualitaristas. Su obra ha sido malentendida por faltar una lectura audaz que no se conforme con la superficie, con lo meramente manifestado por el filósofo. Es más fácil para el profesor de Filosofía repetir lo que los manuales de texto dicen de Nietzsche que hacer la experiencia de leerlo a fondo, de paladearlo.

            Si algún masón ha leído a Nietzsche y lo ha entendido, no dudamos que prudente y discretamente ha pasado de largo sobre las pullas que el Maestro del Eterno Retorno dedicó a la sociedad fraterna y filantrópica. Nosotros no queremos pasar de largo ese episodio, puesto que, además de tratarse de una de las dimensiones de su obra que ha pasado desapercibida, es una pieza clave para su interpretación.

            Será en una de sus obras más importantes y más difíciles de comprender en la que podemos encontrar todo un capítulo dedicado a fustigar a la francmasonería. Se trata del capítulo titulado "Las tarántulas", en la II parte de "Así habló Zaratustra".

            El propósito de este capítulo es desenmascarar a los masones. Nietzsche ha entendido que su genuina doctrina anticristiana puede ser manipulada y pervertida por esas "tarántulas" que nos presenta en dicho capítulo, por eso, con previsión se apresta a corregir el rumbo. Dice el filósofo alemán: "Amigos míos, no quiero que se me mezcle y confunda con otros"... "Con estos predicadores de la igualdad no quiero ser yo mezclado ni confundido".

            ¿Quiénes son las "tarántulas"?

            Si se tiene en cuenta que el triángulo es uno de los símbolos de la masonería, entenderemos atinadamente las oscuras palabras con que Nietzsche nos describe a la "tarántula": "Negro se asienta sobre tu espalda tu triángulo y emblema...". Si los sacerdotes cristianos son calificados como "arañas cruceras", Nietzsche reserva para los masones el apelativo de "arañas venenosas".

            Pero Nietzsche conoce, así nos lo dice él mismo, lo que se asienta en el alma de la "tarántula": "venganza", porque las "tarántulas" son, para el filósofo, no otra cosa que "predicadores de la igualdad". Y si la "tarántula" es el masón, las "cavernas de la tarántula" que menciona en dicho capítulo no pueden ser interpretadas como otra cosa que las logias, los recónditos lugares de reunión de los masones: "cavernas de mentiras", "escondrijos" de esta especie de hombres poseídos por "la presunción" y "la envidia", en palabras de Nietzsche. Pues, lo que late bajo la palabra "igualdad" es "la demencia tiránica de la impotencia". Bajo el lema "Justicia" (entendida ésta como "igualdad") las tarántulas tienen un plan: "...que el mundo se llene de las tempestades de nuestra venganza -así hablan ellas entre sí".

            La táctica de las tarántulas consiste en picar, punción que causa con su veneno "vértigos a las almas". "Quieren así hacer daño a quienes ahora tienen el poder, pues entre estos es donde mejor acogida sigue encontrando la predicación acerca de la muerte". Las "...más secretas ansias tiránicas se disfrazan, pues, con palabras de virtud", y aunque se llamen a sí mismos "los buenos y los justos", solo les falta llegar al poder para ser la peor especie de "fariseos".

            Por si ofreciera alguna duda, al término del capítulo, aludirá Nietzsche a los constructores -la masonería operativa en la que los francmasones modernos tanto como los masonólogos hallan el antecedente histórico de la sociedad secreta y conspirativa: "Aquí, donde está la caverna de la tarántula, levántanse hacia arriba las ruinas de un viejo templo -¡contempladlo con ojos iluminados!". La predicación de la igualdad que reprocha Nietzsche a las tarántulas contradice, según Zaratustra, la enseñanza que se desprende de la obra constructora fabricada por los antiguos masones operativos: "¡En verdad, quien en otro tiempo elevó aquí en piedra sus pensamientos como una torre, ése sabía del misterio de toda vida tanto como el más sabio!". El misterio al que alude no es otro que la desigualdad entre los hombres. Los hombres no somos iguales.

            La igualdad, uno de los términos del trilema revolucionario de inspiración masónica (Libertad, Igualdad, Fraternidad) es una injusticia para Nietzsche. "Los hombres no son iguales", le dice la justicia al filósofo, según confiesa éste. Los hombres no somos iguales, y hacer iguales a los voluntariosos y pujantes con los que no lo son es una auténtica injusticia: "Igual que aquí bóvedas y arcos divinamente se derrumban, en lucha a brazo partido; igual que con luz y sombra ellos, los llenos de divinas aspiraciones se oponen recíprocamente".

            Hay que entender, pues, que la masonería y sus ideales -su "credo"- por anticristianos que sean, no son para Nietzsche otra cosa que excrecencias de la "moral de esclavos", la que ha sido producida por el resentimiento y el error metafísico del que son culpables originales Sócrates y Platón, incluso Eurípides con su celo por racionalizar la tragedia griega.

SECTARISMO DE NIETZSCHE

            No obstante, algunos autores han apuntado el sectarismo de Nietzsche. Parece cierto que en su juventud, al calor de la filosofía de Schopenhauer, Nietzsche aspiró a estructurar una sociedad similar a la masonería, pero dotada de un contenido muy distinto.

            Así lo revela en carta a su amigo Gersdorff, el 6 de abril de 1867: "No hace falta decirte cómo me alegro contigo cuando descubres a alguien que comulga con nuestras ideas, sobre todo si es además tan inteligente y digno de aprecio como Krüger. Nuestra masonería aumenta y se extiende, aunque sin insignias, misterios ni fórmulas de credo".

            En otros testimonios epistolares Nietzsche expresa su voluntad de formar una secta, para ello evoca la escuela pitagórica: "Pitágoras fundó una orden para escogidos, una especie de orden de templarios". Esta secta filosófica tendría unos fines muy definidos: "Quiero fundar una nueva casta: una liga o comunidad de seres superiores a la que los espíritus y las conciencias acosadas puedan solicitar consejo; seres que no sólo sepan vivir, como yo mismo, más allá de los credos políticos y religiosos, sino que hayan superado también la moral".

            Este anhelo por constituir una comunidad iniciática no puede entenderse sin que nos hagamos cargo de la tremenda soledad en que se vio inmerso el Solitario de Sils-Maria. Siempre buscó este hombre atribulado la compañía que le fue negada.

            Sus rupturas con Wagner, con Paul Ree, con Lou Andreas Salomé le granjearon las peores penalidades espirituales, dejando en su alma sensible indelebles secuelas. Y en el caso de los amigos con los que no rompió sería la distancia la que impidiera la comunión tan ansiada, así le ocurrió con el matrimonio Overbeck y, en cierta medida, también con el músico Köselitz. La soledad le hizo sufrir indeciblemente, y no parece que pudiera mitigarla hallando refugio en la compañía esporádica y superficial que le pudieran brindar los inquilinos de las pensiones en las que vivía o las excepcionales visitas a las que honraba recibiendo por temporadas. Esa soledad que le acompañó durante toda su vida encontró un alivio, por imaginario que fuera, en la idea de crear esa comunidad selecta.

            Pero una cosa es querer fundar una hermandad de hombres superiores y otra muy distinta adherirse a una sociedad discreta que promueve la "igualdad".

            ¿Nietzsche ... masón?

            Su concepción de la vida se lo impedía.

miércoles, 15 de octubre de 2014

EL ARCANO NIETZSCHE

 
 
 
AÑO 170 DESPUÉS DE NIETZSCHE
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Hoy, 15 de octubre, se cumplen 170 años del nacimiento de Nietzsche en Röcken. Con el paso del tiempo su figura controvertida ha ido agigantándose. Sus frases más lapidarias y dinamiteras están en boca de muchos, aunque no todos saben su procedencia y menos son los que están en condiciones de entenderlas en su justeza.
 
Los furibundos ateos encuentran en un Nietzsche fragmentario y fragmentado la munición suficiente para cargar contra Dios y contra las creencias, especialmente contra el cristianismo. Pero, ¿leyeron a Nietzsche? En "Humano, demasiado humano", Nietzsche nos dice a todos: "Hay que haber amado la religión y el arte como se ama a una madre y a una nodriza, pues de lo contrario no se alcanza ninguna sabiduría". Es posible que los ateos que citan a Nietzsche con la frivolidad de quien no lo haya leído a fondo estén interesados en demoler la religión (y, repetimos, especialmente el cristianismo), pero -si hacemos caso a Nietzsche- en eso de la sabiduría no parecen mostrarse muy interesados cuando denigran y envilecen la religión (y, volvemos a repetir, especialmente la cristiana).
 
En el campo de los creyentes (y, sobre todo, en los cándidos e iletrados cristianos) Nietzsche levanta ampollas. Sin haberlo leído, han oído hablar de Nietzsche y su corazoncito (tan reblandecido por el cristianismo laxo y sentimental que cunde después del Concilio Vaticano II) reacciona contra Nietzsche. Nietzsche no era más que un loco -hemos oído decir; y se creerán que con semejante argumento ad hominem han neutralizado la filosofía nietzscheana. O todavía peor resulta aquella leyenda urbana que algunos cuentan por ahí y que, sea o no cierta, da idea de la capacidad intelectual de algunos piadosos creyentes. Me refiero a esa anécdota que cuenta que en cierta universidad (puede variar la localización), un estudiante anónimo escribió en una pared: "Dios ha muerto"/Firmado: Nietzsche)" y poco después, otro escritor rupestre respondió escribiendo debajo: "Nietzsche ha muerto"/Firmado: Dios". Es muy probable que el vándalo que escribió el "Dios ha muerto", invocando la autoridad filosófica de Nietzsche, no hubiera leído a Nietzsche y lo escribiera con el propósito de provocar y escandalizar (como al mismo Nietzsche le gustaba hacer); pero del cristiano que le contestó al ateo sí podemos asegurar que, aunque hubiera leído a Nietzsche, no entendió nada.
 
Pero, reuniendo todas las frases, anécdotas y leyendas urbanas que sobre Nietzsche corren por ahí, podríamos aseverar que el filósofo alemán podría darse por satisfecho. Si en vida apenas vendía sus libros (algo que también le había pasado a su admirado Arthur Schopenhauer), Nietzsche empezó a popularizarse una vez que se sumió en la demencia. Mucho tuvo que ver su hermana Elisabeth Förster-Nietzsche en la propagación de su obra, acompañada de toda una promoción de la figura del hadario filósofo, convertido en personaje legendario. En Alemania, el autor adquirió la categoría de icono como crítico de la cultura, se le leía (mucho más que ahora) y se le tomó como fuente de inspiración para piezas sinfónicas (Richard Strauss, Gustav Mahler), cuadros (Edvard Munch), esculturas (Max Klinger)... Fue el filósofo de cabecera de Thomas Mann, de Hermann Hesse o de Ernst Jünger, éste le apodaba cariñosamente "Der Alte Pulverkopf" (el viejo Cabeza de Pólvora). Podríamos decir que Nietzsche tuvo que volverse loco para convertirse en el mentor de la juventud alemana y, más tarde, en una figura de referencia para la juventud rebelde de toda Europa y de todo el mundo. En España su recepción fue temprana y su legado, aunque eclipsada su hegemonía por Karl Marx durante cierto tiempo, se perpetúa.  Sobre este asunto escribió un enjundioso libro D. Gonzalo Sobejano: "Nietzsche en España (1890-1970)". Ni nuestros socialistas escaparon a los efluvios nietzscheístas. El gran intelectual socialista que por desgracia anda tan olvidado en sus propias filas, D. Fernando de los Ríos, en una de sus estancias en Alemania, logró visitar a la hermana de Nietzsche y pudo hablar con ella.
 
Pero una cosa es la fama de un autor y otra cosa es haberlo comprendido. Podríamos decir más todavía: cuanta más fama envuelve a un autor, más difícil es penetrar en su obra. Y podemos decir que a Nietzsche no se le ha leído todavía, al menos no se le ha leído como merece ser leído. Y, en estos 170 años de Nietzsche, pocos lo han leído, con la audacia y la perspicacia con que lo hizo Martin Heidegger que, sin ninguna duda, es uno de los mejores intérpretes de su compatriota.
 
170 años después del nacimiento de Nietzsche podríamos decir que Nietzsche sigue siendo un gran desconocido. No nos dejemos encandilar por todo lo que se dice sobre él, tampoco nos dejemos escandalizar por sus provocaciones. La ingenuidad es la peor de las condiciones con las que se puede afrontar a Nietzsche. Y tan perniciosa es la ingenuidad del ateo que lo celebra por hacerse la idea de estar ante un semejante tan burdo como él, como no menos ridícula resulta la ingenuidad mojigata del cristiano que lo aborrece. Ninguno de ambos lo han descifrado.
 
Otro día podríamos hablar sobre la herencia de Nietzsche. Pero no quería dejar pasar esta fecha de hoy, 15 de octubre de 2014, cuando se cumple este 170 aniversario.

domingo, 12 de octubre de 2014

Unamuno y Ganivet


"Unamuno. Retrato de su época en la Residencia de Estudiantes"
Luis Gómez

Traemos en esta ocasión un artículo que hizo para la revista Mundo Gráfico, el periodista José Montero Alonso, publicado en agosto de 1934. En él, el autor narra de manera vívida y clara la anécdota sobre Ganivet y Unamuno cuando ambos, en Madrid, coincidieron para opositar a la cátedra de griego, Unamuno para la de  Salamanca, y Ganivet para la de Granada.

Se titula así el artículo de José Montero: 

Cuando don Miguel hizo oposiciones a la cátedra en que ahora cesa La amistad con Ganivet, la horchatería de la Carrera de San Jerónimo y las ranas que Unamuno pintaba sobre la mesa del café.

            Por imperativo de la Ley es ahora jubilado don Miguel de Unamuno. La cumbre magnífica de sus setenta años mana, con arreglo a esa Ley. El término de su vida de profesor universitario durante más de cuarenta años don Miguel ha explicado griego en su cátedra de la Universidad de Salamanca. Cuarenta años en los que su palabra tajante, ágil y viva ha ido mostrando ante muchachos, que todos los años se renovaban, la piel y el alma del lenguaje. Una labor fervorosa, entrañable, porque en él, inextinguiblemente, todo es fervor y entraña.

            Don Miguel gano en 1891 esa cátedra de la que ahora sale, al cabo de cerca de medio siglo Una España y un Madrid profundamente distintos a los de ahora. Aquella fecha es histórica en la vida del escritor, no sólo porque ella se incorpora a la cátedra, sino porque es también cuando hace amistad con aquella otra figura, gloriosa que se llamó Ángel Ganivet Las dos vidas- -distintas antes y después— se cruzan en aquel instante, al calor de las oposiciones que los dos muchachos están haciendo a cátedras universitarias. Pasada aquella hora de convivencia, cada uno sigue su ruta, y sólo al cabo de unos años el lazo epistolar les acerca de nuevo.

 "Ángel Ganivet"

UN CARNAVAL Y UNAS OPOSICIONES

            El Carnaval de 1891 Ángel Ganivet acude a un baile de máscaras en el Teatro de la Zarzuela. Traba conversación con una máscara de capuchón negro con notas rojas. La mujer le interesa. Logra el muchacho que la máscara se descubra: una fina belleza, que hace más viva la naciente pasión de Ganivet. Ella es Amalia Roldán, que .será desde entonces amor y tortura del escritor; que será, siete años después, la razón de su muerte, allá, en las aguas heladas del Duina.

            Convivían en Ángel Ganivet, aquellos meses primeros de 1891, el amor por la mujer conocida en un baile de máscaras y la desgana hacia su trabajo, hacia su profesión. El era entonces archivero, con destino en !a biblioteca agrícola del Ministerio de fomento. Esto no le gustaba, pero no sabía tampoco qué era lo que le gustaba en verdad. Fue luego, durante algún tiempo, pasante en el billete de un ex ministro. Pero tampoco, tampoco...
            Pensó entonces ser catedrático. Es taba vacante precisamente la cátedra de griego en la Universidad de Granada. Ganivet se preparó apresuradamente en veinte días. Aquellas horas alegres de primavera madrileña— Ganivet tenía entonces veinticinco años—habían de quedar a un lado, vencidas por los libros. Otras oposiciones se estaban celebrando al mismo tiempo: las de la cátedra de griego de la Universidad de Salamanca. Aspiraba a la plaza d o n Miguel de Unamuno, un año mayor que Ganivet.

            El tribunal encargado de juzgar  las dos oposiciones estaba presidido por don Marcelino Menéndez y Pelayo.

"Unamuno con apenas veinte años de edad"

EL TRIUNFO DE UNAMUNO Y LA DERROTA DE GANIVET

            Así se conocieron Unamuno y Ganivet. Los ejercicios de las dos oposiciones se celebraban separadamente. Ganivet presenciaba los ejercicios de la oposición de Unamuno y, a la inversa, Unamuno asistía a los de Ganivet. Mayo y Junio en Madrid: días claros, verbenas, toros. Los dos muchachos se estimaban cordialmente. Se reunían a diario, después de almorzar, en el café. A media tarde, cuando ya hablan acabado los ejercicios, marchaban a tomar helados a una horchatería que había en la Carrera de San Jerónimo. Luego, al Retiro. Don Miguel hablaba y hablaba. Era comunicativo y vivaz. Ganivet era más callado, menos polemista. Sólo al cabo del tiempo se entregaba a la efusión.

            Acabaron las oposiciones. Unamuno ganó su cátedra de Salamanca, pero Ganivet no obtuvo la de su Granada. Le había vencido—limpiamente —don José Alemany, Y Ganivet, frustrado aquel camino, comenzó a pensar en otra cosa, en las oposiciones al Cuerpo Consular. Comenzaron para los dos caminos distintos. Marchó Unamuno a su cátedra de Salamanca, y Ganivet, ganadas las nuevas oposiciones, marchó a Amberes. Aquella amistad de los veinticinco años fue quedando lejos. Hasta que unos años más tarde, cuando publicó el escritor granadino su Idearium español, don Miguel recordó al amigo y compañero de los días de oposición. Le recordó unido a aquellas horas felices e ilusionadas de 1891 en Madrid. Recordó su rostro y sus palabras y sus silencios.

            Entre esos recuerdos, trazados ya con perfiles borrosos en la memoria de don Miguel, estaba el de lo que Ganivet le había contado un día sobre curiosidades y pintoresquismos de los gitanos de Granada. Al conjuro de la amistad avivada, Unamuno escribió a su compañero de oposiciones una carta, con la que se inició un interesante epistolario entre los dos escritores. En una de esas cartas, Ganivet citaba, entre sus recuerdos de don Miguel, el de las ranas que el futuro profesor dibujaba con lápiz sobre el mármol de la mesa del café. «Una vez me pintó usted una rana con tan consumada maestría que no la he podido olvidar: aun la veo que me mira fijamente, como si quisiera comerme con los ojos saltones...» 




"Unamuno cuando era rector de la Universidad de Salamanca"

DOS LIBROS.

            Esa amistad, nacida al calor de unas oposiciones a cátedras iguales, en 1891, y renovada en 1897, no tiene sólo un valor anecdótico, de fecha biográfica. Hay en ella, en la coincidencia de los dos nombres gloriosos, algo más hondo.
            Ganivet publica en 1897 su Idearium español: la preocupación de España, la busca apasionada de la verdad y del camino de España. Pero dos años antes don Miguel de Unamuno ha publicado sus ensayos de En torno al casticismo: también la preocupación de España. «Es decir—ha escrito Unamuno- , que .si entre Ganivet y yo ha habido influencia mutua, fue mucho mayor la mía sobre él que la de él sobre mí.» Hay un indudable nexo entre los dos libros, cercanos a la fecha dramática del 98. (En ese noventa y ocho de soldaditos a Cuba, de fiebre amarilla, de derrota y de inconsciencia, Ganivet se suicida arrojándose al Duina.) De aquella amistad nacida en los días en que don Miguel ganó la cátedra que deja ahora; de todo lo que sugiere el nombre y el tiempo de Ganivet, habrá hoy un recuerdo emocionado en la frente del escritor insigne.

            Por sus últimos días de profesor universitario cruzará la sombra melancólica de aquellas horas en que los dos opositores charlaban juntos en el café o en aquella horchatería de la Carrera de San Jerónimo.

JOSÉ MONTERO.