RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

jueves, 23 de enero de 2014

LO QUE OPINABA PABLO IGLESIAS (FUNDADOR DEL PSOE)



¿MEMORIA HISTÓRICA? PASEN Y VEAN:

"El partido que yo aquí represento aspira a concluir con los antagonismos sociales,... esta aspiración lleva consigo la supresión de la Magistratura, la supresión de la Iglesia, la supresión del Ejército... Este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones" 

(Diario de Sesiones del 5 de Mayo de 1910).

EXOTISMOS Y BARBARISMOS



Por Antonio Moreno Ruiz


El gran intelectual francés Charles Maurras esgrimía la defensa de la cultura clásica frente al barbarismo en boga. Un siglo después, parece que seguimos en las mismas.

Sinceramente, no se entiende que siendo nosotros uno de los puntales de la más viva herencia romana, estemos desde el siglo XIX abducidos por toda clase de barbarismos y exotismos baratos, siempre como esgrimiendo una válvula de escape que encima busca un pasado remoto y legendario a base de subvencionadas invenciones. Como bien dice el profesor Manuel Fernández Espinosa, las tendencias ocultistas/esoteristas que entraron desde finales del siglo XVIII han hecho mucho daño. Si a eso le sumamos que en nuestro país, el despotismo ilustrado provocó un divorcio contundente entre la “élite” y el pueblo, que lejos del rupturismo de determinados ilustrados (1), continuó con un barroquismo bastante enraizado, y luego de la guerra contra Napoleón, todo ese caldo de cultivo estalló en un romanticismo bastante desubicado, donde los diferentes exotismos y barbarismos se fueron esparciendo, torturándonos con sus nefastos frutos hasta nuestros días.

Asimismo, el régimen zarzuelero aprovechó todo esto para desfigurarnos en un insoportable mosaico de taifas caciquiles donde cada cual se buscaba los más remotos y legendarios pasados, cuya coincidencia con la Historia es nula, y no es solo un problema de los separatismos de Vasconia, Cataluña y Galicia. En Andalucía, el problema, según se mire, es igual o peor. ¿Qué diremos de Canarias? Ah, pero no es sólo una cuestión de periferias, pues a Castilla también le han endosado lo suyo, amén de haber sido la región más perjudicada en “cuestión territorial” con la tiranía de 1978.

En nuestro complejo de inferioridad, “todo viene de fuera”… El difusionismo como tendencia arqueológica lo hemos asimilado pero al revés, sin darnos cuenta de que la historia no funciona sino con modos de interacción compleja. Sin entender eso, no entenderemos nunca el por qué del origen poliédrico del flamenco, por ejemplo, y seguiremos buscando una suerte de piedra filosofal exótica, y al final acabaremos en qué fue antes, el huevo o la gallina. Y no es eso, no es eso…

Con respecto a los ataques de sefarditis aguda, podemos decir que en todo caso, lo original de esa supuesta “música sefardí” y de toda una supuesta “cultura unificada milenaria”, que desde luego, se ve muy difícil dado el muy repartido exilio por todo el Mediterráneo hasta Holanda y el imperio británico; en fin, todas esas “facetas culturales” que sacan ahora como si se tratara del descubrimiento de la pólvora, o bien son cosas muy modernas, mixtificadas, cuando no directamente inventadas, o bien residen en un sustrato hispano, y que los que se negaron a reconocer a Cristo aun habiéndolo conocido, renegaron de su condición de españoles ipso facto, pues en verdad, nunca la tuvieron. Fueron gentes “en España”, no de España. Hubo muchos aculturados, seguro, al igual que los judíos rusos, donde el estado sionista, por más que se empeñe, no les hace aprender hebreo ni a la de tres y tiene que subtitular los telediarios, mientras se dedica a exterminar el ladino y el yiddish. No deberían reclamarnos tanto a los españoles, sino a su propio estado sionista, quien desprecia sus diferentes culturas en pro de un centralismo agresivo. Y de cualquier forma, ellos fueron una minoría en España, aunque hubo una época, como dijo el historiador francés Jean Dumont, en que quisieron mandar sobre todo el país, pero de cualquier modo, ¿no será que ellos tomaron de nuestra cultura y no al revés? Claro que dejarían algo, ¿pero y ellos no se influenciarían en nada?

Qué decir con respecto a los ataques de morisquitis crónica… Con el feliz descubrimiento de la jarcha, refrendamos que la invasión musulmana no pudo destruir nueve siglos de civilización latina, pues durante los tres siglos de dominio visigótico, la mayoría de la población siguió siendo romana (así nos describían los germanos recién arribados), y de hecho, siguió expresándose en latín, y por supuesto que el contacto con el árabe condicionó la evolución romance en amplias zonas del sur y el levante peninsular, ¿pero acaso no imitaron los invasores musulmanes, y también los hebreos, los estilos culturales de los cristianos? Pues sí, así fue, hasta en la poesía. Por lo que el fenómeno fue más de hispanorromano orientalizado que otra cosa. Claro que luego habría que contar con los aportes del norte de África en las distintas oleadas, ¿pero acaso la Giralda de Sevilla no se construyó con materiales de Itálica’ ¿Acaso la mal llamada “mezquita” de Córdoba no fue antes la basílica bizantina de San Vicente? ¿Acaso el norte de África en particular y buena parte del mundo islámico en general no copió el arco de herradura, que es un elemento arquetípicamente hispánico? Están contando la historia justo al revés. Las relaciones de España con el norte africano eran buenas y sólidas hasta que llegó el islam, arrebatándonos nuestra parte transfretana. El actual Magreb era cristiano y sin embargo el islam no ha dejado absolutamente nada de su anterior legado, ¿y venimos nosotros con culpas históricas y encima nos vienen con exigencias del extranjero?

También tenemos los ataques de gitanitis… Y por si algún “sensible” se tira de los pelos y me acusa de racista y yo qué sé más, le diré que de “antigitano” nada. Ni “anti” nada, eso se lo dejo a otros. Yo me he criado escuchando a Antonio Mairena y Camarón de la Isla, al igual que me encantan la Fernanda, la Bernarda, Perrate…  Y considero que la Niña de los Peines o el Gloria son puntales clásicos del flamenco. Ahora bien: El flamenco ni es invento ni es patrimonio de los gitanos. Ni tampoco lo gitano es lo más puro o representativo de la cultura andaluza.  No, el flamenco, que como dice el musicólogo Faustino Núñez (sí, musicólogo, no “catedrático” de rumorología tabernaria), es la reinterpretación del folklore bajo una óptica andaluza, puede ser que agitanada artificialmente en algunos casos… ¿Pero qué es el gitano andaluz sino una intensa mezcla de castellano, morisco y negro? Señores: Los gitanos están muy mezclados, y la cultura andaluza no es una especie de secreto hermético que se haya conservado en cuevas y fraguas de iniciados. Ni tampoco es un símbolo de pureza el cantar como un borrico resfriado. Los cantaores antiguos, blancos o gitanos, buscaban las voces finas, las sutilezas, los matices, y hasta los refinamientos. Reitero: Así, mal que a algunos intelectualoides de amanerados laboratorios les gustaría, así no funcionan las cosas. La costumbre del pañuelo para comprobar la virginidad es una costumbre europea medieval. La tradición de lanzar peladillas a la novia en la boda es morisca, como las bodas de los descendientes de moriscos en África duran tres días. Qué casualidad, ¿verdad? Como casualidad será que el “censo gitano” aumente sospechosamente en el siglo XVII y con profesiones que a priori no se correspondían con los primeros que vinieron, fundamentalmente herreros y comerciantes. Asimismo, la zambomba es un instrumento de origen negroide y la filología no puede ser más clara, como palabras de negros son “zarabanda”, “tango”, “milonga”, “manguindoy”, “zorongo”, y tantas otras “jergas musicales”. Que tampoco quieren decir que fueran “músicas negras directamente exportadas de África”, sino que fueron aportes negros a la música que ya existía en España, la cual fue eclosionando especialmente en el Barroco, y en el contacto intenso con el Nuevo Mundo.

El caso gitano es relativamente parecido al caso judío: Minorías que si bien aportaron su granito de arena, se “confundieron” en el mar hispánico.

Tampoco es casualidad que antes de la llegada de los gitanos, en el arrabal trianero, amén de que con andaluces y otros españoles de distintos puntos de la Península, confluyeran moriscos y negros. Valga como ejemplo.

Así que de racismo, nada. Racistas son otros, los que encima pretenden ir de puristas por la vida cuando nos están negando nuestra condición de andaluces a la mayoría que, seguro que con más generaciones aquí que ellos, no compartimos sus absurdos delirios, afortunadamente, cada día más desacreditados.

Y bueno, a toda esta oleada de exotismos baratos se nos añaden, triste y “lógicamente,” los barbarismos. Celtitis y hasta vikinguitis si hace falta, con cascos con cuernos, Odines y Thores de Hollywood, que omiten el gusto de estos civilizadísimos escandinavos por pinchar a los niños con sus espadas, como si fueran aceitunas atravesadas por palillos, y otras cosas similares.

Gracioso es que a las fiestas horteras yanquis, las cuales irrumpen por mor de la globalización capitalista que nos uniformiza en la incultura y ayuda a agudizar todavía más nuestro complejo y desconocimiento, se les busque un origen celta. Tan gracioso como los masones, que se pretenden herederos no ya de los templarios, sino hasta de los constructores de las pirámides de Egipto. Y ahora, dizque de los reptilianos anunaki, tan famosos gracias al History Channel.

Y digo yo: Todos esos que sufren esos ataques de celtitis, ¿por qué no proponen celebrar el Samhain en Turquía, que al fin y al cabo fue una de las cunas celtas?

Como bien dice Paquirrín, ahora devenido en estrella del reguetón nacional: A papá mono no le vengas con plátanos verdes…

Una cosa es estudiar el sustrato que nos quedó de los pueblos indígenas, mayormente celtas e iberos (estos últimos, en líneas generales, mucho más desarrollados que los primeros, todo hay que decirlo), amén del casco vascón –ligadísimo al ibero- o del caso “guanche” (2) en las Canarias, lo cual es muy legítimo, o cómo por ejemplo la cultura romana pudo cambiar o nutrirse a través de la Península, empezando por la incorporación de armas como la falkata (como pasa en toda interacción cultural) y otra caer en un indigenismo a lo buen salvaje que no tiene ni pies ni cabeza, pues no en vano los gallegos hablan una lengua latina y celtas hubo por casi toda la Península: Una bisabuela mía era de Coripe, pueblo situado en la Sierra Sur de Sevilla, en el linde con la provincia de Cádiz. A los habitantes de esta zona los romanos los denominaban como “celtici”, al igual que usaban esa denominación para gentes de la Sierra Norte y de la serranía de Ronda y de otras partes. Al igual que hay muchos vestigios celtas en Teruel. Identificar lo celta con lo gallego como exclusividad no es solo un error, sino una mentira ya premeditada. Otra cosa sería analizar qué rasgos “celtas” pudieron quedar en el sustrato cultural de España. Arqueológicamente, parece que es mayor de lo que se pensaba, y eso es muy interesante y digno de estudio, hasta ahí de acuerdo. Pero de ahí a buscar determinismos politiqueros va un abismo, y un abismo que no busca sino rompernos en mil pedazos. Porque sin lengua derivada del latín –salvo en el caso vascuence, reiteramos, ligado al ibero, por lo tanto, preindoeuropeo-, sin Derecho Romano, y sin toda una estética y cultura forjadas en Roma (3), no podemos hablar de nada serio, de ninguna forma y de ningún fondo. Roma es nuestra principal base y nuestro principal molde, con todo el prurito nativo y todos los “rellenos” que explican nuestra posterior evolución.

Al igual que no hubo “unión americana indígena”, sino que América es un invento español, por supuesto, acriollado y mestizado, pero heredero de esa gran cultura que nació en una Roma que, mal que bien, supo cohesionar tres continentes, y que tuvo cinco césares hispanos.

Pero claro, luego nos viene un Carlos Núñez (gran músico, todo hay que decirlo), y dice que el Atlántico es una gran nación celta, nación que están formando ahora los músicos…


Reitero, damas y caballeros: No se entiende que siendo tan directos herederos de Roma, y con unas raíces tan claras que nos trazan un camino que no tiene pérdida posible –al decir de Ramiro de Maeztu-, llevemos tantísimo tiempo con tantísimas tonterías. O sí, por desgracia sí que se entiende, y acaso le tendremos que dar la razón a Bismarck cuando dijo que "España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido".








(1) No toda la ilustración española fue antipatriota o acomplejada: José Cadalso, Gaspar de Jovellanos y los virreyes Abascal y Liniers fueron excelsos ejemplos de cómo se encajó un patriotismo autocrítico mas leal, cabalgando del siglo XVIII al XIX. Pero desgraciadamente, estas figuras son las que han calado menos, teniendo mucho más influjo el nefasto “enciclopedismo”, antiespañol visceral desde su origen francés.


(2) Sobre los ataques de guanchitis, véase: "De modas y guanches". - Revista La razón histórica


(3) Una vez más: El patio interior es de época romana, y la palabra “zaguán” no es originariamente árabe, sino que en árabe se dice “stuan”, porque se importó del griego.

lunes, 20 de enero de 2014

EL VALOR DE LA HERENCIA



«Donde no se conserve piadosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original ni una idea dominadora. Un pueblo nuevo puede improvisar todo menos la cultura intelectual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya sin extinguir la parte más noble de su vida y caer en una segunda infancia, muy próxima a la imbecilidad senil.» 

Marcelino Menéndez Pelayo

sábado, 18 de enero de 2014

LUIGI TAPARELLI CONTRA LAS UNIFICACIONES TRAMPOSAS



Luigi Taparelli
 
A la memoria de mi madre,
fallecida el 14 de Enero de 2014
 
Manuel Fernández Espinosa

Como concepto la “Justicia Social” encuentra su origen en el pensamiento del italiano Padre Luigi Taparelli (1793-1862), de la Compañía de Jesús. En gran medida, la Doctrina Social de la Iglesia, trazada en la “Rerum Novarum” de León XIII, encontró su inspiración en los tratados y textos varios de este filósofo y publicista católico, sobre cuya recia personalidad y obra sus enemigos ciñeron un muro de silencio.

Taparelli vivió y se vio envuelto en las convulsiones revolucionarias del liberalismo decimonónico que, si en otras naciones europeas se presentó bajo otros aspectos, en la Italia en que nació y vivió Luigi Taparelli cobró un significado nacionalista, con aspiraciones de una unificación largamente anhelada. Esta unificación italiana se logró, pero a costa de Austria, de los Borbones y de los Estados Pontificios. Fue el Risorgimento bajo la égida de los Saboya, los Cavour, los Garibaldi, los Verdi... Con la coordinación masónica y carbonaria; por cierto que un hermano de Luigi (Massimo Taparelli) fue un conspicuo masón involucrado políticamente y nuestro Luigi Taparelli no se achantó, sino que arremetió contra las ideas de su hermano en defensa de la Santa Iglesia. ¿Pero qué era lo que defendía Luigi Taparelli?

Lo que Taparelli defendía, como buen neoescolástico, era la realidad frente a las utopías delirantes. Taparelli no era hombre de ideas, sino de hechos. No en vano su obra más célebre se titularía “Ensayo teórico del derecho natural fundado sobre los hechos”, traducida al español el año 1867, poco después de la muerte de su autor, por el neotomista español D. Juan Manuel Orti y Lara. El título es una declaración de intenciones: derecho natural y nótese: “fundado sobre los hechos”.

Frente a la Italia y la Europa que emergía en el siglo XIX, en medio de los dolores de parto de las revoluciones industriales, liberales y obreras, Taparelli reivindicaba la recobranza de la realidad, reclamaba la incontestable fidelidad a los hechos y daba un mentís a las idealidades y las utopías que pretendían transformar el mundo sin atender a la realidad, negando a Dios a la vez que imponía una imagen del hombre errónea: una antropología adulterada por el idealismo alemán y el romanticismo, una antropología que nos sumía en la zoología con el evolucionismo o una antropología reducida por el positivismo de Comte y sus epígonos.

Bueno será recordar que existió este filósofo a todos aquellos que lo tienen olvidado por su adhesión incondicional a la Iglesia Católica y que hablan de “Justicia Social”; rescatarlo del cautiverio al que lo redujeron sus enemigos connacionales masones, en venganza por su lúcida posición y su denodada pugna contra los enemigos del Papado.

La obra filosófica de Taparelli está construida a manera de un sólido armazón lógico y fue inspiración, como más arriba dijimos, de monumentales encíclicas y otros textos del Magisterio de la Iglesia que no han perdido su vigencia en nuestros tiempos. Volver a Taparelli, saber al menos que existió, podría hacernos mucho bien en esta época que entroniza fantoches de pensamiento endeble, productores de ideologías perniciosas que atentan contra el derecho natural, justamente por haberse basado en delirios y perversiones extravagantes, en vez de haberse fundado, como hiciera Luigi Taparelli, sobre los hechos.

Al igual que desarrolló la noción de “Justicia Social” (apropiada más tarde por los más variopintos movimientos), Taparelli también desarrolló la idea-fuerza de la “etnarquía católica”; lo que algunos de sus comentaristas (poco informados o informantes maliciosos) entienden como anticipación de la “Sociedad de Naciones”. La noción de “Etnarquía Católica” en Taparelli exige una lectura más atenta de su obra para no confundir su mensaje con lo que hoy sería la Organización de las Naciones Unidas, tampoco con lo que es en la actualidad la Comunidad Europea.

La unificación artificial de Italia tuvo, en aquel perturbado siglo XIX, un firme refutador en Luigi Taparelli. La unificación artificial de Europa y del mundo que hoy se perpetra sigue teniendo un gran refutador: su nombre es Luigi Taparelli.

domingo, 12 de enero de 2014

LA EPOPEYA VILIPENDIADA: LOS REALISTAS HISPANOAMERICANOS (II)

Por Antonio Moreno Ruiz





VIRREY LINIERS

Hablaban de libertad e independencia,
Los mayores servidores del imperio británico,
El mismo que humillado había sido por un
Virrey de origen francés y corazón hispánico.


Santiago de Liniers, terror de la Union Jack,
Orgullo victorioso de la Corona de Castilla,
El Río de la Plata tiembla y arde,
España está rota e invadida.


En Cabeza de Tigre se consuma la tragedia,
Mas no dejas de señalar a los cipayos,
No dudas, no te achantas, no retrocedes,
Identificas a los futuros tiranos.


En tu mente ondea la bandera blanca,
Con la borgoñona cruz de San Andrés,
Tu amor, tu defensa, tu lealtad,
Tu sino, tu símbolo, tu altivez.


Oh, augusto virrey Liniers,
Mártir de una épica fidelidad,
El argentino suelo por ti solloza,
Llorando por la ruptura de la Hispanidad.


Aunque tirios y troyanos quieran,
Justificar lo injustificable,
Tu memoria vuelve a llamear…
¡No quedará mudo el ejemplo de tu sable!




martes, 7 de enero de 2014

EL CLAMOR DE LOS PATRIOTAS ESPAÑOLES ES "UNIDAD"

Guillermo Rocafort
LA UNIDAD DE LOS PATRIOTAS ESPAÑOLES.
 
ENTREVISTA A GUILLERMO ROCAFORT
 
Por Luis Gómez López y Manuel Fernández Espinosa
 
 
Una multitud de organizaciones heterogéneas de toda España (asociaciones culturales, juveniles, partidos políticos, movimientos) cuyo nexo es el patriotismo español ha convergido en UNIDAD, reconociendo que en los momentos que corren para España está en juego algo más que las discusiones bizantinas, esas que tanto han empantanado la efectividad política de los diversos grupos patriotas. Es el patriotismo (y no el patrioterismo) el santo y seña de todos los que se han sumado a esta iniciativa, pues todos los que forman UNIDAD se identifican (aparcando sus legítimas diferencias) con las más urgentes demandas de la verdadera España: la que sufre el paro y la ignominia, la que no se conforma con ser saqueada por la casta política convencional, esa que habla de "democracia", mientras vampiriza al pueblo. Es así como ha nacido UNIDAD, una formación de "patriotas" que aunan esfuerzos en un proyecto ilusionante: presentar una candidatura a las elecciones europeas. Una candidatura que represente fielmente las inquietudes y aspiraciones genuinas del patriotismo español. Con alguna frecuencia, el Partido Popular recurre con el reclamo de la bandera rojigualda para afanar votos, pero su patrioterismo claudica a los dictados de políticas supranacionales: solo las álmas cándidas pueden pensar todavía que el Partido Popular sea una formación de signo patriota. Y es la hora de que en España surja una iniciativa auténticamente patriota, como UNIDAD: una alternativa política que tenga como objetivo la conquista del poder político por los medios legales.
 
Creemos no equivocarnos si afirmamos que ninguna otra opción (de las que puede presentarse a los comicios europeos) cuenta con un candidato de más fuste como Guillermo Rocafort para representar a los baluartes que aún todavía, frente a la inercia general, defienden y luchan por la Soberanía de España, por la Unidad de España, por la Justicia Social en España y por la Renovación de las elites españolas (son los cuatro puntos de UNIDAD). Y esa cabeza de candidatura es D. Guillermo Rocafort, nacido en Madrid el año 1970, Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, profesor universitario, historiador... Y Caballero Legionario del Tercio Gran Capitán, amén de autor de varios libros que van desde la denuncia de las injusticias tributarias a la recuperación de una de las páginas más gloriosas de nuestra Historia nacional: la de los Almogávares. En el curso de la presentación pública que hacía en la capital del Santo Reino de Jaén, tuvimos la oportunidad de volvernos a ver con él y realizarle esta entrevista a fondo, en exclusiva para RAIGAMBRE.
 
 
 
 
RAIGAMBRE: ¿Qué es Unidad? ¿Por qué ese nombre?
 
GUILLERMO ROCAFORT: Unidad es una iniciativa que surje de las bases patrióticas para unificar todas las fuerzas nacionales de España, pero huyendo del carácter “endogámico” que nos ha caracterizado y abriéndonos a la Sociedad por la vía de rejuvenecer las estructuras y actualizar nuestro mensaje a una Sociedad cada vez más compleja. Unidad representa este concepto y la garantía de que serán esas bases patrióticas las que liderarán el proyecto, sin intermediarios.
RAIGAMBRE: ¿Qué es lo que motiva a un hombre joven como Guillermo Rocafort a adentrarse en el proceloso mundo de la política?
 
GUILLERMO ROCAFORT: Quizás el pensar que nada es casual en este Mundo y que si me han llamado es porque debo valer. Soy muy consciente de mis limitaciones y deposito siempre mis esperanzas en quien nunca falla. Yo no importo. Importa mi Patria.
 
RAIGAMBRE: ¿Qué opina sobre el panorama político español?
 
GUILLERMO ROCAFORT: España muere por la acción de los políticos convencionales y la omisión de nuestro Pueblo. Nuestro afán es invertir el proceso y devolver España a su senda de Grandeza … y lo demás, volverá por añadidura.
 
RAIGAMBRE: Usted, que es conocido por sus trabajos y libros sobre los almogávares, y por su profesión como docente en la Universidad, ¿No teme que su paso por la política le perjudique profesionalmente hablando? Me refiero a que desde los medios de comunicación se le etiquete como de “extrema derecha”, algo muy habitual en nuestro país.
 
GUILLERMO ROCAFORT: No tengo complejos, pero ninguno. He llegado aquí por la vía de la Historia de España en unas épocas en que no había complejos. Pienso en los Almogávares y todo me parece fácil. Es lo que tiene la Historia de España, algo que jamás nos podrán arrebatar porque está escrita con letras de oro en nuestra sangre.
 
RAIGAMBRE: Cuéntenos un poco quien es Guillermo Rocafort ¿cómo se definiría usted mismo?
 
GUILLERMO ROCAFORT: Una persona normal pero con ambición de Patria. Cuando pienso en mi Nación, se me llenan los ojos de lágrimas. Creo que los niños españoles del presente y del futuro merecen que demos esta batalla y ya la estamos dando. Lucharemos por nuestra supervivencia porque “los lobos” ya están a las puertas...
 
RAIGAMBRE: Los partidos “patriotas” españoles hace mucho que se encuentran divididos y en algunos casos enfrentados entre sí. ¿Qué le hace pensar que Unidad es la solución para ese problema?
 
GUILLERMO ROCAFORT: En que tenemos la clave, que no es otra que la Unidad de todas las bases patrióticas, que demandan este proceso de confluencia patriótica a los dirigentes de sus estructuras políticas. Apelamos directamente al electorado español para que convenza a quien tenga que convencer.
 
RAIGAMBRE: ¿Qué ofrece Unidad que no puedan ofrecer otras siglas ya consolidadas?
 
GUILLERMO ROCAFORT: Mensaje y entusiasmo dentro de un planteamiento con ambición de poder … repito, con ambición de poder. Llevamos casi 40 años en el desierto. Empieza nuestro ciclo.
 
RAIGAMBRE: ¿Cuáles son los problemas más graves por los que atraviesa España en la actualidad con respecto a Europa y qué se puede hacer desde el Parlamento Europeo para remediarlo?
 
GUILLERMO ROCAFORT: España entró en esta Europa de mercaderes, fondos de inversión y banqueros de una forma humillante, destruyendo su propio tejido industrial, social y económico. Somos partidarios de una Europa que se respete a sí misma y que no haga de financiero extorsionador de las Naciones con problemas. Y también creo en la Hispanidad, que es el proyecto inacabado de España. Ah, y se me olvidaba, que nos devuelvan Gibraltar … no pararemos hasta poner fin a esta humillación nacional e internacional. “¡British, Go Home!”.
 
RAIGAMBRE: ¿Cree que en España pueda existir un partido como el Frente Nacional Francés? ¿Pretende ser su partido (Unidad) el embrión de algo parecido?
 
GUILLERMO ROCAFORT: A mí, como historiador patriota, Francia no me hace ninguna gracia por el daño que injustamente le ha hecho a España a lo largo de los Siglos, pero he de reconocer que “nos dan mil vueltas” en cuanto inteligencia política en lo que es el espectro patriótico.
 
Veo los mítines del Frente Nacional Francés en youtube y he de reconocer que me emociona el entusiasmo que generan, la buena energía que transmiten las Le Pen. Son jóvenes, muy guapas, inteligentes, aguerridas,..., veo en ellas el espíritu de Juana de Arco, y yo sí que me identifico con ella.
 
España es España en su Grandeza y en sus miserias y no tenemos que ser imitadores de nadie, pero como les digo a mis amigos: “si los gabachos han sido capaces de unirse, los españoles no vamos a ser menos que ellos...”
 
RAIGAMBRE: Ahora mismo ya existen en el panorama político para las próximas elecciones europeas otras fuerzas similares a Unidad. ¿Qué opina de ellas?
 
GUILLERMO ROCAFORT: Todas son muy respetables y con personas válidas. Yo no voy a practicar “el fuego amigo” al que estamos desgraciadamente tan acostumbrados. Creo que debemos hablar con todos y lo estamos haciendo hasta encontrar una fórmula que nos satisfaga, sobre la base de la inteligencia y el interés común por el bien de España.
 
RAIGAMBRE: ¿Cuál considera Guillermo Rocafort, que será el principal problema a solventar desde el Partido Unidad?
 
GUILLERMO ROCAFORT: Las tensiones y las malas inercias dentro de nuestro espectro político. Yo no me podía hacer idea de cómo estaba el patio. Cerrar las heridas es algo prioritario. Si de verdad queremos servir a España y tener un protagonismo, sólo la fuerza de la UNIDAD nos permitirá hacerlo. Tendremos que hacer “borrón y cuenta nueva” y tragarnos mil sapos. Sólo el “perdón” entre nosotros, nos dará la fuerza que precisamos. Perdón y autocrítica, y escuchar el clamor de UNIDAD de los patriotas ...
 
RAIGAMBRE: ¿Podría precisar Guillermo Rocafort la posición de UNIDAD frente a los llamados “valores no negociables” de otras formaciones políticas?
 
GUILLERMO ROCAFORT: En UNIDAD no hay “líneas rojas”. Buscamos sumar a las personas más capaces de todas las organizaciones patrióticas. Somos “el momento cero” que hemos añorado y no cederemos a las presiones partidistas. Somos la piedra angular del patriotismo futuro, sobre cuatro ideas fuerza elementales; unidad nacional, regeneración política, justicia social y soberanía, a lo que añadiría, para que que no haya lugar a dudas, la protección de los más débiles y necesitados, tal y como relato en mi novela “El Elegido. La Primera de las Siete Espadas”.

jueves, 2 de enero de 2014

PANCORVO, EL PERÚ Y LA HISPANIDAD



Por Antonio Moreno Ruiz



Me acabo de leer Demonios del Pacífico Sur (Editorial Mesa Redonda), la última obra del escritor peruano José Antonio Pancorvo, del cual hicimos no hace mucho tiempo una sincera apología (1). Y la verdad es que la sorpresa ha sido para bien, para muy bien. Hace poco, tuve la oportunidad de estar en casa del autor y, amén de aprender en cada palabra de este sabio, me llevé este tesoro que he devorado en pocos días.

Pancorvo trata de dos temas que hoy parecen harto controversiales: La posesión demoníaca y la crítica acendrada a la “independencia” hispanoamericana vista por sus propios protagonistas; todo ello a través de una óptica tan peruana como hispanista. Y cuando decimos “hispanista” (2) no nos referimos a un academicismo que excluya el legado mestizo o indio, pues fue durante los tres siglos virreinales donde todo se sintetizó. No existió una “unidad americana indígena” como en España no existió una “unidad celtibérica prerromana”: Al igual que la idea de Hispania nace con Roma, con la lengua latina y el Derecho Romano; ese mismo Derecho llega a América con la lengua española y la religión cristiana, sintetizado políticamente en los virreinatos, integrando y compartiendo instituciones dentro de una Corona donde no se ponía el sol.

Demonios del Pacífico Sur traza dos siglos en dos historias paralelas en unos escenarios muy cambiados, pues desde finales de los años 70 del siglo XX, la Ciudad de los Reyes en particular y el Perú en general sufrieron transformaciones brutales. Empero, el conocimiento del autor es tan amplio que su trazo se hace matemático, ya que, como una aguja, va hilando dos épocas en un mismo terreno, sin que el lector se pierda en ningún momento sino al contrario, manteniendo la linealidad y la inteligencia del suspense. Esto es: Justo lo contrario de lo que hace Vargas Llosa…

Es curioso el paralelismo entre España y el Perú desde principios del siglo XIX, válido en verdad para todo el mundo hispánico. La Revolución política siempre busca hacer tabla rasa del pasado. Cuando ese “pasado en marcha” (Tomando la expresión del pensador brasileño Arlindo Veiga Dos Santos) (3) se resiste a ser aniquilado, hay que agarrarse a un poderoso leitmotiv que lo desbarate y que, asimismo, justifique fácilmente todo lo que se vaya llevando a cabo por la nueva oligarquía, que entrambos casos, se apegó al golpe militar y al liberalismo, abriéndole, en una “progresión” vertiginosa, las puertas de par en par a la hoz y el martillo, así como al separatismo.

Al peruano se le inculcó la conciencia de “agachar la cerviz, arrastrando cadenas”, y primero se le dijo que la culpa de todo era de los malvados españoles, una suerte de marcianos que vinieron de no sé dónde a robar el oro y violar a las indias, privándoles de un Incanato que era el paraíso en la tierra. Tanto se ha machacado esta idea en todos estos años que, poco a poco, buena parte del pueblo peruano no parece saber lo mucho que tiene de sangre y cultura española, y que insultar a los “españoles” es maldecir su propia sangre. O como si esos “españoles” no hubieran sido aliados de chachapoyas, chancas y huancas… O en México de tlaxcaltecas, zapotecas, tarascos, otomíes…. Tan conquistadores estos bravos indígenas como los morriones y los caballos. Sin esos “españoles”, asimismo, no se entiende el tan característico mestizaje de estas tierras.

En España, el liberalismo golpista y usurpador, al comprobar su nula popularidad, refrendada por un pueblo que, en 1823, acogió a los Cien Mil Hijos de San Luis como libertadores y finiquitó el nefasto, corrupto y traicionero Trienio Liberal (que terminó de pactar la separación de las Españas Americanas), también se revolvió contra su propia sangre y, tras extender la idea de que los frailes envenenaban las aguas y convertirlos en las mayores bestias negras, acogió la Leyenda Negra fabricada por traidores inescrupulosos como Bartolomé de las Casas y Antonio Pérez (curiosamente entrambos descendientes de judíos….) y de las potencias extranjeras y rivales de España, tan conocidas por sus ¿humanitarias medidas?: Francia, Gran Bretaña, Holanda…. Todo el pasado español era un estorbo que, cristalizado en el Antiguo Régimen, no era sino un cúmulo de tiranías que nos habían privado de la libertad, la libertad que ahora nos traían los militares golpistas, los masones y la mayor parte de la nobleza, aquellos que querían que solo votaran los más ricos, que los gremios no tuvieran representación y que se aboliera el juicio de residencia; aquellos, pues, que dejaron bien sembrado el camino para esta oligarquía siniestra de politicuchos y banqueros que está arruinando y terminando de destruir a España. Los ingleses trazaron en 1711 su Plan para humillar a España y pienso que jamás habrían soñado en encontrar tan buenos servidores en la propia sangre ibérica; tan así que, como dejó dicho el ínclito Gaspar de Jovellanos, España perecerá antes por sus traidores hijos que le devoran las entrañas que por tiranos extranjeros. El caso de Jovellanos constituye una afrenta más del liberalismo, pues se han querido apropiar de este gran intelecto que los condenó en su día como “herejía política”, distinguiéndose por su férrea defensa de la tradición política hispánica, incluso contra el despotismo ilustrado. A los años, sería reivindicado por paisanos suyos pertenecientes al tradicionalismo, como Cándido Nocedal (quien lo definió como “un monárquico a la inglesa”) y Juan Vázquez de Mella. Sin embargo, la poca vergüenza y la impostura de los de siempre no tiene límites…


Y es que la historia mal contada, o directamente la antihistoria, ha sido un arma arrojadiza tanto en el caso peruano como en el caso español, con un telón de fondo hispanófobo que no ha hecho sino aumentar y empeorar, en especial desde la Península. En los dos casos, ha ido acompañado de un brutal complejo de inferioridad inyectado artificialmente desde arriba, y eso explica buena parte de nuestra psique y nuestro miedo para enfrentarnos a cuestiones como el terrorismo y la corrupción, salvando algún que otro parche/paréntesis que haya habido en estos dos fatídicos siglos.

Por eso, en España no se enseña que, luego de cerrar las puertas al imperialismo islamista turco, siglo y pico después, como el que no quiere la cosa, fue Blas de Lezo, un marino vascongado cojo, manco y tuerto, quien derrotó el intento invasor de Inglaterra y sus colonias sobre Cartagena de Indias, infringiéndole la humillación más grande de su historia. Sin embargo, barcos españoles van a Inglaterra a conmemorar no sé qué de Trafalgar….

En el Perú, no se recuerda que fue el extremeño Valdivia que, aliado de los incas, conquistó Chile y lo incorporó al virreinato del Perú, y que el último episodio de conquista e incorporación de Chile lo realiza el virrey Abascal a principios del siglo XIX, con una mayoría abrumadora de soldados peruanos. Después de que en la época borbónica se desgajase el virreinato, fue José Fernando de Abascal quien reuniera a toda la Sudamérica española bajo la corte de Lima. Reiteramos: Con soldados peruanos. Y nada de eso se recuerda. Se recuerdan, sin embargo, como “días nacionales”, estrepitosas derrotas de la Guerra del Pacífico, de un Chile que venció pero que, salvo una franja norteña, no incorporó al Perú bajo su jurisdicción. Un imperio milenario, que continuó siendo imperio con una Corona de Castilla que respetó la estructura incaica, y sin embargo, sólo celebra derrotas relativamente recientes…

Y digo yo: ¿Es que esta psicología derrotista que tanto coincide en España y el Perú, donde no hay más orgullo nacional posible que el fútbol y la gastronomía, es acaso “ingenuidad”? He ahí el quid de la cuestión: De ninguna manera.  Otra vez vamos al asunto: A las oligarquías traicioneras les viene muy bien un pueblo humillado, derrotado y acomplejado, y por supuesto, ignorante de su grandeza y potencial. Al igual que en otros pagos hispanoamericanos les viene muy bien silenciar la sana y respetuosa política de la época virreinal para con araucanos y mapuches, quienes gestionaban su zona con plena autonomía, reconociendo nominalmente al “Pichi-Rey”, mientras que a posteriori, las repúblicas de Argentina y Chile entraron a sangre y fuego hasta la Patagonia (4). No fueron los únicos casos, pues como bien dice desde Colombia el Dr. Pablo Victoria, con las repúblicas se siguió una política contraria a los indígenas. El general bolivariano Joaquín Posada Gutiérrez dijo que: “He dicho poblaciones hostiles porque es preciso se sepa que la independencia fue impopular en la generalidad de los habitantes… los ejércitos españoles se componían de cuatro quintas partes de los hijos del país; que los indios en general fueron tenaces defensores del gobierno del Rey, como que presentían que como tributarios eran más felices que lo que serían como ciudadanos de la República”. (5)


Como bien dijo Pancorvo en una entrevista que le realizó la periodista Cecilia Valenzuela para Willax Tv con motivo de la publicación de la novela que aquí tratamos (6), no se trata de propagar revanchismos ni odios hacia Chile, sino de reconocer la historia, y de hecho, volver a mirar a Chile como pueblo hermano, sin que tampoco, por parte de Chile, haya odios ni humillaciones para con el Perú.

Y he ahí que nos encontramos con un problema importante propiciado por las repúblicas: El nacionalismo/estatismo, cuyos frutos disgregadores para con el mundo hispánico han sido, son y serán desastrosos. Y es que al fragmentarse el continente hispanoamericano en tantos estados diferentes, se cae en la contradicción de, por una parte, invocar a la “autodeterminación”, y por la otra, se acude a las fronteras virreinales… Y no se tiene en cuenta que antes de todos estos estados-nación, que tanto aplaudió el imperio británico (divide y vencerás…), un correntino estaba más ligado a Asunción que a Buenos Aires, lo mismo que un mendocino lo estaba más a Chile o un guayaquileño a Lima; y todos eran hijos de una gran patria común que iba desde el Mississipi al cabo de Hornos. Una gran patria que está destinada a reunirse, así como la madre no se puede ni se debe alejar mucho de sus hijos tampoco.

Los demonios que en su día infestaron todo el Pacífico Sur y acaso llegaron desde la propia España, por desgracia, están más vivos que nunca. Los que gustaron de la película “El exorcista” de William Friedkin, con toda seguridad, van a gustar de esta ilustrativa obra de nuestro gran literato criollo. La demonología, tan olvidada por un clero cada vez más corrompido, se detalla en el espacio y en el tiempo maravillosamente, así como sus múltiples y terribles reflejos.


En fin, todo ello se me ha venido a la mente leyendo esta aguda y concienzuda novela, esta gran obra de mi amigo y maestro Pancorvo que da para reflexionar hacia múltiples frentes, y que ya huele a clásico imprescindible, máxime ahora que ya nos dejaron el argentino José Manuel González y el colombiano Luis Corsi Otálora (7), quedando nuestro Pancorvo como estandarte perenne de una verdadera memoria histórica indiana, como guía de una Hispanidad latente.







(1) Véase: http://movimientoraigambre.blogspot.com/2013/07/hace-ya-tiempo-que-tuve-la-suerte-de.html


(2) Sobre el hispanismo, véase: http://www.revistalarazonhistorica.com/24-1/


(3) Sobre Arlindo Veiga Dos Santos: http://reconquistabr.blogspot.com/2007/03/arlindo-veiga-dos-santos-o-poeta.html



(4) No hay que dejar de recordar la interesantísima carta de este indígena chileno:

http://www.theclinic.cl/2011/10/13/mis-disculpas-a-espana/



(5) Consúltese en: http://coterraneus.wordpress.com/2012/08/10/




(6) Para ver la entrevista: http://sites.willax.tv/ceciliavalenzuela/entrevistas/jose-pancorvo-autor-de-demonios-del-pacifico-sur/


(7) http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.com/2013/12/rip-luis-corsi-otalora.html

CLAMORES DE UN ESPAÑOL (II)

Por Antonio Moreno Ruiz





CANTOS IBERO-CELTAS

A la memoria del poeta Gabriel Celaya.

Somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta,
somos la grandeza romana,
contada en goda epopeya.


Hay algo de chispa rifeña,
en nos, peninsulares e isleños,
somos a muerte los celtas,
somos a muerte los iberos.


Hoy somos leones mellados,
hoy somos águilas sin alas,
hoy somos castrados bueyes,
y no toros de lidias bravas.


Hoy somos osos sin zarpas,
hoy somos linces sin vista,
hoy somos lobos sin fauces,
somos una triste pantomima.


Mas un nervio de atávica sangre,
de Iberia Sumergida e Hispania Arcana,
un nervio de espada de libertad,
truena en nombre de España.


Ay, esta Iberia sumergida,
en sus rumores clandestinos,
empeñada en ser anormal,
empeñada en viles cainismos.


Empeñada en el robo y la mentira,
empeñada en odios y desquiciamientos,
siempre la vida complicando,
con artificiales y tormentosos sufrimientos.



No es cuestión de vivir,
sólo del esplendor del pasado,
mas inaceptable es el suicidio,
la queja inactiva y el descaro.


Inaceptable el odio a nuestra historia,
inaceptable el odio a nuestro ser,
inaceptables rencores acumulados,
inaceptable tantísima hiel.


¿Nos avergonzamos de lo nuestro,
pero sólo nos sabemos divertirnos?
¿en esquizofrénicas contradicciones,
habremos de sumirnos?


España enlutada de sangre y polvo,
sucia, sedienta, hambrienta,
¿no somos príncipes de Occidente?
¿no hay cantos de lo ibero y lo celta?


Será que podemos ser volubles,
será que no aprendemos a vivir,
será que el esperpento nos mata,
será que insistimos en morir.


Lloro contra los babosos mediocres,
lloro de rabia e impotencia,
somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta.


Estas lágrimas son pensamientos,
estas lágrimas son hachazos,
olas marinas y crespos montes,
son ibero-celtas cantos.


La ruina de nuestro presente,
va a aniquilar nuestro futuro,
han de sonar cantos de vida y esperanza,
en lo alto del crepúsculo.



Resuenen cantos de iberos,
resuenen cantos de celtas,
proyectados y universalizados,
sobre las Españas enteras.


Somos cuerpos estremecidos,
somos sentimientos exagerados,
somos espumas torrenciales,
somos los ibero-celtas cantos.


Hacemos nerviosa la lengua latina,
somos sobrios y austeros,
pero parece que nuestras bocas,
quieren ahogarse con venenos.


Somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta,
nuestra bronca textura se acicala,
con el rayo y la centella.


Somos la leyenda golpeada,
somos las piedras habladoras,
ahora los cantos ibero-celtas,
siempre es el momento. ¡Ahora!


Basta de enrevesados refunfuños,
nuestra alma no está muerta,
¡somos a muerte lo ibero!
¡somos a muerte lo celta!





domingo, 29 de diciembre de 2013

INFILTRACIONES DEL OCULTISMO EN EL TRADICIONALISMO ESPAÑOL (III PARTE)


Juan Bautista de Erro

ERRO Y LOS ERRORES DOCTRINALES 
DEL TRADICIONALISMO

Por Manuel Fernández Espinosa

Con el paso del tiempo, el vocablo “tradicionalismo” ha venido a presentar un aspecto equívoco en virtud de su polisemia. Veamos algunos de los significados más destacados del término. En primer lugar, tenemos en España el carlismo que (surgido tras la muerte de Fernando VII, aunque sus raíces son mucho más profundas que un simple conflicto dinástico y sucesorio), vino a llamarse con el tiempo “tradicionalismo” (todavía a día de hoy existen la Comunión Tradicionalista y la Comunión Tradicionalista Carlista). En la Cristiandad tenemos, por otra parte, a los católicos llamados “tradicionalistas”; cuyas posturas van desde un “tradicionalismo” respetuoso para con la autoridad pontificia hasta el sedevacantismo más abierto. Y tampoco podemos olvidar que en Europa (también en América) no son pocos los que se autodenominan “tradicionalistas” y con ello quieren decir que pertenecen a las “escuelas” de René Guénon o de Julius Evola; estos pueden presentarse como católicos, pero sus posiciones a poco que reflexionen los distancian de la ortodoxia católica y, en algunos caso, hasta pueden pertenecer a los ámbitos del ocultismo.

Ponemos a un lado al “tradicionalismo” católico, pues no es objeto de este artículo, por más que pudieran establecerse nexos entre este “tradicionalismo” y posturas políticas (e incluso esotéricas): es harina de otro costal. La recepción de René Guénon y Julius Evola fue en España muy poco significativa hasta tiempos recientes. Trabajos de Guénon fueron publicados en España a finales de la década de los años 20 del pasado siglo XX, por dos revistas de signo muy diferente: “La Rosacruz”, revista mensual de AMORC editada en Barcelona y la revista católica “El Mensajero Social del Sagrado Corazón”. Por esos mismos años, el jesuita Joan Tusquets, embarcado en su labor polemista contra la masonería y el teosofismo de Blavatsky, empleó, recurrió y citó profusamente pasajes del libro “Le Théosophisme. Histoire d’une pseudo-religion” de Guénon, donde el ocultista francés había refutado la Sociedad Teosófica, por entenderla una obediencia poco "regular" y "tradicional" (en su peculiar jerga). En cuanto a Julius Evola diré que en español conozco una versión española de la Tercera Edición italiana de la interesante introducción que redactó Evola para “Los Protocolos de los Sabios de Sión", editada por la Sociedad Editora de “Novissima” de Roma, en el año 1938 (ese es el año de la edición que poseo en mi biblioteca) y también puede mencionarse la relación personal que Evola tuvo con D. Francisco Elías de Tejada; este eminente pensador carlista escribiría un artículo en 1977, titulado “Julius Evola desde el tradicionalismo español”. Posteriormente, otros se han ocupado de divulgar el pensamiento evoliano en España, siendo Ernesto Milá el más competente de todos cuantos puedan citarse. La relación de Elías de Tejada con Evola no deja de ser una anécdota, puesto que es impensable que un pensador católico de intachable ortodoxia, como Elías de Tejada, pudiera contaminarse con los errores heterodoxos de Evola (y menos todavía podemos imaginarnos a D. Francisco Elías de Tejada participando en las sesiones de magia del Grupo de Ur).

Sin embargo, después de todas estas distinciones, por someras que sean, aparcando el “tradicionalismo” eclesial o extra-eclesial, dejando un lado a los carlistas que con la mejor de las intenciones se autoproclaman “tradicionalistas”, olvidándonos por un momento de Guénon y Evola… ¿Qué es lo que del “tradicionalismo” puede resultarnos sospechoso e inadmisible desde el catolicismo? El error del “tradicionalismo” nos lo dilucida D. Marcelino Menéndez y Pelayo, refiriéndose éste a los autores decimonónicos franceses (como Louis Gabriel de Bonald, Hugues Félicié Robert de Lamennais y Joseph de Maistre, aunque Maistre será el único de la tríada que Menéndez y Pelayo exonere del “error tradicionalista”). Menéndez y Pelayo define “el error tradicionalista” con estas palabras: “…consiste en negar las fuerzas naturales de la razón y suponer derivados todos los conocimientos de una tradición o revelación primitiva, transmitida por Dios juntamente con la palabra” (“Historia de las Ideas Estéticas en España”, Menéndez y Pelayo, C.S.I.C., Madrid, 1974, pp. 422-423).

Atendiendo a la magistral definición de Menéndez y Pelayo tenemos que el “tradicionalismo” filosóficamente considerado es heredero de las filosofías anti-ilustradas del siglo XVIII, hasta cierto punto precursores del Romanticismo: desde Johann Georg Hamann (el llamado “Mago del Norte”) hasta Friedrich Christoph Oetinger (no por casualidad llamado “Mago del Sur”). La “Filosofía de la Naturaleza” (“Naturphilosophie”) alemana también presenta aspectos comunes que la emparenta con la teosofía europea de Swedenborg y otros visionarios. Todos ellos coincidían en su reacción contra la Razón ilustrada, hegemónica durante el siglo de las luces y, aunque no fuesen “tradicionalistas” en sentido estricto, aportan un elemento que será asumido por el “tradicionalismo” desviado que, en palabras de Menéndez y Pelayo, consiste en: “negar las fuerzas naturales de la razón”. Una vez negada la capacidad de la Razón es como se comprende que Menéndez y Pelayo se refiera a la “tradición o revelación primitiva” a la que van a parar los “tradicionalistas” (la Tradición Primordial de los René Guénon, Julius Evola o Frithjof Schuon). La relación entre esa “revelación primitiva” y la “palabra” explicaría que tantos filólogos de los siglos XVIII y XIX llegaran, por los vericuetos de la filología, a estas doctrinas anti-racionalistas que no en pocos casos desembocan en la magia.

Estas doctrinas heterodoxas de los anti-ilustrados protestantes eran ajenas a la tradición hispánica que se había hecho una con el catolicismo: estos errores solo pudieron florecer en España traídos del extranjero. Sobre todo, como estamos viendo en esta serie, de Francia, tierra en la que los carlistas más firmes en sus posiciones tuvieron que buscar refugio tras el Convenio de Vergara. Pero también hubo franceses que actuaron como agentes transmisores de estos errores en el campo carlista. Y uno de los más importantes fue Joseph Augustin Chaho (1810-1858).
 
Nacido en Sola (en vascuence Zuberoa; Pays de Soule, Francia), Chaho reúne todas las características que hemos señalado arriba: es un filólogo formado en París, donde estudió lenguas orientales y fue miembro del círculo del romántico Charles Nodier, familiarizado con el ocultismo francés y vinculado al llamado "movimiento órfico". Chaho se declaraba republicano, de tendencia socialista y radical (en su tiempo no se podía ser más revolucionario), pero eso no parece que fuera un obstáculo para sentir una curiosa afinidad por el carlismo: su simpatía por el carlismo pueden explicarse por la identificación que estableció entre “carlismo” y “vasconismo”, pues no en balde pasa por ser un precursor del nacionalismo vasco. En tanto que “socialista” público y “órfico” esotérico, Chaho había recibido también la influencia de Pierre Simon Ballanche. En 1836 publicó Chaho en francés su “Voyage en Navarre pendant l’insurrection des basques (1830-1835)”. En esa visita a España que relata en este libro es cuando conoce a Juan Bautista de Erro que había sido Ministro de Hacienda tras la restauración absolutista de Fernando VII en el trono, tras la expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis y, más tarde, firme partidario de Carlos María Isidro de Borbón a quien sirvió en asuntos económicos. Aunque Erro desempeñó tareas económicas, su actividad cultural era tan amplia como su curiosidad intelectual y una de las vertientes que más cultivó fue la de los estudios del vasco, recibiendo el legado de Pablo Pedro Astarloa. Según Jon Juaristi: “…el origen de todas las fantasías ocultistas sobre los vascos está en Juan Bautista de Erro y en su más directo secuaz, Joseph-Augustin Chaho” ("Cambio de destino", Jon Juaristi, Seix Barral, Barcelona, 2006, pág. 204). Con “fantasías ocultistas sobre los vascos” Juaristi se refiere al mito que hace de los vascos los descendientes de la Atlántida (tema que trataremos, si Dios quiere, en un parágrafo aparte). En el imaginario de esta galaxia de visionarios vasconistas existía la idea de que el “vascuence”, por su enigmático singularismo y desconocido origen, vendría a ser, más o menos degradada, la “lengua del Edén”. Y este asunto nos remonta a la obra de Antoine Fabre d’Olivet, una de las influencias constantes en el ocultismo del siglo XIX y XX, cuyas secuelas pueden apreciarse incluso en poetas como Rainer Maria Rilke.