Luigi Taparelli |
A la memoria de mi madre,
fallecida el 14 de Enero de 2014
Manuel Fernández
Espinosa
Como concepto la “Justicia
Social” encuentra su origen en el pensamiento del italiano Padre Luigi
Taparelli (1793-1862), de la Compañía de Jesús. En gran medida, la Doctrina
Social de la Iglesia, trazada en la “Rerum Novarum” de León XIII, encontró su
inspiración en los tratados y textos varios de este filósofo y publicista católico, sobre
cuya recia personalidad y obra sus enemigos ciñeron un muro de silencio.
Taparelli vivió y se vio envuelto
en las convulsiones revolucionarias del liberalismo decimonónico que, si en
otras naciones europeas se presentó bajo otros aspectos, en la Italia en que nació y
vivió Luigi Taparelli cobró un significado nacionalista, con aspiraciones
de una unificación largamente anhelada. Esta unificación italiana se logró, pero a costa de Austria, de los Borbones y de los
Estados Pontificios. Fue el Risorgimento bajo la égida de los Saboya, los
Cavour, los Garibaldi, los Verdi... Con la coordinación masónica y carbonaria; por cierto que un hermano de Luigi (Massimo
Taparelli) fue un conspicuo masón involucrado políticamente y nuestro Luigi Taparelli no se achantó, sino que arremetió contra las
ideas de su hermano en defensa de la Santa Iglesia. ¿Pero qué era lo que defendía Luigi Taparelli?
Lo que Taparelli defendía, como
buen neoescolástico, era la realidad frente a las utopías delirantes. Taparelli
no era hombre de ideas, sino de hechos. No en vano su obra más célebre se
titularía “Ensayo teórico del derecho natural fundado sobre los hechos”,
traducida al español el año 1867, poco después de la muerte de su autor, por el
neotomista español D. Juan Manuel Orti y Lara. El título es una declaración de
intenciones: derecho natural y nótese: “fundado sobre los hechos”.
Frente a la Italia y la Europa
que emergía en el siglo XIX, en medio de los dolores de parto de las
revoluciones industriales, liberales y obreras, Taparelli reivindicaba la
recobranza de la realidad, reclamaba la incontestable fidelidad a los hechos y daba un mentís a las
idealidades y las utopías que pretendían transformar el mundo sin atender a la realidad, negando a Dios a la vez que imponía una imagen del hombre
errónea: una antropología adulterada por el idealismo alemán y el romanticismo, una antropología que nos sumía en la zoología con el evolucionismo o una antropología reducida por el
positivismo de Comte y sus epígonos.
Bueno será recordar que existió
este filósofo a todos aquellos que lo tienen olvidado por su adhesión
incondicional a la Iglesia Católica y que hablan de “Justicia Social”;
rescatarlo del cautiverio al que lo redujeron sus enemigos connacionales
masones, en venganza por su lúcida posición y su denodada pugna contra los
enemigos del Papado.
La obra filosófica de Taparelli
está construida a manera de un sólido armazón lógico y fue inspiración, como
más arriba dijimos, de monumentales encíclicas y otros textos del Magisterio de la Iglesia que no han perdido su vigencia en
nuestros tiempos. Volver a Taparelli, saber al menos que existió, podría
hacernos mucho bien en esta época que entroniza fantoches de pensamiento
endeble, productores de ideologías perniciosas que atentan contra el derecho
natural, justamente por haberse basado en delirios y perversiones
extravagantes, en vez de haberse fundado, como hiciera Luigi Taparelli, sobre los
hechos.
Al igual que desarrolló la noción
de “Justicia Social” (apropiada más tarde por los más variopintos movimientos),
Taparelli también desarrolló la idea-fuerza de la “etnarquía católica”; lo que
algunos de sus comentaristas (poco informados o informantes maliciosos)
entienden como anticipación de la “Sociedad de Naciones”. La noción de
“Etnarquía Católica” en Taparelli exige una lectura más atenta de su obra para
no confundir su mensaje con lo que hoy sería la Organización de las Naciones
Unidas, tampoco con lo que es en la actualidad la Comunidad Europea.
La unificación artificial de
Italia tuvo, en aquel perturbado siglo XIX, un firme refutador en Luigi
Taparelli. La unificación artificial de Europa y del mundo que hoy se perpetra
sigue teniendo un gran refutador: su nombre es Luigi Taparelli.
Mis condolencias por tu madre, Manolo. Ofreceré por ella la próxima misa a la que asista.
ResponderEliminarNo había oído hablar del P. Taparelli. ¿Conoces algún libro suyo que me puedas recomendar?
Un abrazo,
José Enrique