El escritor francés Michel de Saint-Pierre |
"LOS NUEVOS CURAS"
DE
MICHEL DE SAINT-PIERRE
Por Manuel Fernández Espinosa
Pocas novelas como “Les Nouveaux prêtres” (año 1964) del
escritor francés Michel de Saint-Pierre pusieron en evidencia que la Iglesia
Católica había sido infiltrada por ideas contrarias al cristianismo que
generarían (y, por lo que vemos, siguen generando) la confusión en el seno de
la Iglesia y que, en gran medida, explican la actual pérdida de ascendiente de
la Iglesia sobre la sociedad.
Michel de Saint-Pierre es un autor francés muy recomendable
por su ágil prosa y la destreza en plantear tanto la acción de sus novelas como el perfil
psicológico de sus personajes novelísticos. Su nombre completo era Michel de
Grosourdy de Saint-Pierre y abrió los ojos en Blois el 12 de febrero de 1916,
naciendo en el seno de una linajuda familia monárquica: él mismo sería el
séptimo marqués de Saint-Pierre. Estudió Filosofía y Clásicas en París, pero
con 18 años se pone a trabajar como obrero metalúrgico en Saint-Nazaire, pasó
por la Marina y combatió en la Resistencia durante la ocupación alemana de
Francia durante la II Guerra Mundial, su impecable hoja de servicios mereció la Croix de Guerre 1939-1945,
la Médaille de la résistance avec rosette, la Croix du combattant volontaire y
la Médaille militaire, además de otras distinciones. Tras la II Guerra Mundial desarrolló una actividad periodística y literaria digna de atención, orientadas desde
el catolicismo y el monarquismo intachables. En la
década de los 50 del pasado siglo colaborará con el semanario “La Nation
française” que dirigía a la sazón el filósofo Pierre Boutang (1916-1998), de
tendencia maurrasiana, también apoyaría públicamente al nacionalista Jean Louis Tixier
Vignancour (1907-1989) o al Parti des forces nouvelles (Partido de las Fuerzas
Nuevas) y a la vez jugó un papel importante en el mundo editorial, con las
Éditions de la Table Ronde o la France-Empire. Michel de Saint-Pierre falleció
el 19 de junio de 1987 en Saint-Pierre-du-Val.
Por la breve semblanza que hemos esbozado de Saint-Pierre
podemos aseverar que estamos ante un aristócrata que hizo honor a su noble
alcurnia, sirviendo a Francia en la guerra y en la paz, como soldado y como
hombre público. Su faceta política nos parece importante, pero sería digna de
considerar si tuviéramos que prestar atención a las circunstanciales peripecias
de la política francesa de la post-guerra, más actual nos parece su inteligente
acción cultural en el periodismo y en la literatura haciendo frente a la
emergencia que planteaban las inquietantes “reformas” que, bajo el palio del
Concilio Vaticano II, se introducían en la Iglesia: la revolución gramsciana
que se estaba practicando en un vasto sector del clero católico europeo y
americano mereció la atención de nuestro autor y con su novela “Los nuevos
curas” nos ofreció un análisis de la situación, aportando la solución al pandemónium
que se estaba generando en el seno de la Iglesia católica.
El sacerdote Pablo Delance es enviado por su superior a
reforzar una parroquia enclavada en un barrio obrero. Esta parroquia la sirven
tres sacerdotes más: el rector que es un bondadoso anciano que se ha refugiado
en sus estudios eruditos como válvula de escape y los padres Julio Barré y José
Reismann, los cuales han ido abandonando toda vida de piedad para convertir su
vocación sacerdotal en un febril e ineficaz activismo político, en connivencia
con los comunistas que dominan la barriada. El protagonista de la novela es el Padre
Delance, personaje que Saint-Pierre volvería a rescatar en su posterior novela “La
Passion de l’abbé Delance”. En el Padre Delance tenemos el ejemplo de sacerdote
tradicional por el que Saint-Pierre muestra su preferencia, un hombre de
acendrada vida espiritual que se alimenta de la oración y el estudio de las
obras de San Juan de la Cruz, un místico en medio de la vida activa de una
parroquia. No quiero dar más detalles de la trama para no privar al lector de
la delicia de leer esta novela que se tradujo al español, pero que bien merece
volver a retomarse. Lo que sí es obligado decir es que, con estos personajes
interactúan muchos otros, entre los que merece destacar un patriota católico, laico
pero que toma cartas en el asunto: Jorge Gallart. Gallart está en desacuerdo
con el rumbo que está tomando la pastoral en manos de Barré y su adlátere Reismann
e interviene. En una de sus disputas con Barré, dice:
“Ese mismo clero, no necesita, para ser nuevo, ejercer un
apostolado selectivo rechazando una parte de la ovejas. No necesita ser
presuntuoso olvidando la presencia y el consejo de los laicos. No necesita ser
renegado, pisoteando el espíritu nacional… ¡Oh! Ya sabemos que la Iglesia,
nuestra madre, es inocente y pura de todo eso… Pero el clero al que aludo no es
la Iglesia”.
Y, más adelante este laico dice más, con vehemente
contundencia:
“¡El adversario se ha infiltrado muy adentro en sus líneas,
y ustedes no piensan en el combate, piensan en el comité de acogida! Pactan
ustedes ya como el ocupado con el ocupante… ¿Qué es lo que les reprocho? ¡Oh!
Muy sencillo: el creer en la victoria del enemigo.”
La novela de Michel de Saint-Pierre (“Los nuevos curas”) fue
todo un éxito editorial y conoció varias ediciones en España. No se hizo
esperar la reacción progresista contra “Los nuevos curas” de Saint-Pierre y así
se comprende que en 1965 José Luis Martín Vigil (1919-2011) publicara la novela
“Los curas comunistas” y, para no dejar lugar a dudas de lo que era la novela de Martín Vigil, puede leerse en el
frontis de “Los curas comunistas” una cita de la novela de Saint-Pierre. Mucho
más endeble y circunstancial, “Los curas comunistas” fue la contestación
progresista al efectivo golpe cultural infligido por Saint-Pierre a la
clerigalla que había dejado de predicar el Evangelio para predicar “El
Manifiesto Comunista”. Martín Vigil fue un sacerdote jesuita español, otrora
exitoso novelista que terminó por salir de la Compañía de Jesús y, por lo que
parece, esta "secularización" se debió a escabrosos episodios de homosexualidad y pedofilia.
Si “Los curas comunistas” es un pálido producto del momento
histórico que vivía la Iglesia y, particularmente España (en lo que ya era la
recta final del agonizante franquismo), la lectura de “Los nuevos curas” de
Michel de Saint-Pierre no deja de ser vigente en sus líneas maestras; muy apropiada para nuestro momento histórico actual, cuando tan reciente tenemos el último Sínodo de las familias
donde tanto se han hecho notar para escándalo de los católicos declaraciones
como las de los cardenales Erdö o Kasper.
Pero no nos engañemos, los gérmenes de la subversión interna
de la Iglesia católica no vienen del Concilio Vaticano II, su origen es muy
remoto: desde los orígenes del cristianismo, los malos están mezclados con los
buenos. Jesucristo nos lo advirtió en sus parábolas: separar el trigo de la
cizaña es algo que solo podremos contemplar en el Juicio Final. A lo largo de
la historia de la Iglesia, muchas han sido las ofensivas del enemigo, sus
insidias y sus infiltraciones para apartar a las almas de la salvación,
sirviéndose incluso de prelados que debieran ser santos (y no lo son):
podríamos releer algunos pasajes clásicos de San Agustín, pero prefiero citar a
un filósofo que, no siendo católico, mostró en su dictamen una perspicacia
admirable; me refiero a Oswald Spengler que, cuando juzgaba el derrotero que estaban tomando las
cosas en el cristianismo (y especialmente en la Iglesia católica), allá por los
años 30 del siglo XX pudo señalar que: “los elementos plebeyos de la clase sacerdotal
tiranizan con su actividad a la iglesia hasta en sus más altas esferas, y estas
tienen que guardar silencio para no descubrir ante el mundo su impotencia” (“Años
decisivos. Alemania y la evolución histórica mundial”).
El análisis más reciente de estos problemas lo realizó sin
ninguna duda Michel de Saint-Pierre en su novela “Los nuevos curas” que
recomiendo a todo lector que quiera hacerse una idea de lo que la Iglesia
católica ha “heredado” de aquella desviación progresista (pseudo-teología de la
pseudo-liberación/alianza católico-comunista) que tanto daño ha causado a la
correcta transmisión del Evangelio. Y espero que, después de leer este artículo, sean
muchos los que lean “Los nuevos curas” de Michel de Saint-Pierre y, si lo
leyeron en su día, que sean muchos también los que vuelvan a leerlo: la novela lo vale.