RAIGAMBRE
Revista Cultural Hispánica
lunes, 20 de enero de 2014
EL VALOR DE LA HERENCIA
«Donde no se conserve piadosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original ni una idea dominadora. Un pueblo nuevo puede improvisar todo menos la cultura intelectual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya sin extinguir la parte más noble de su vida y caer en una segunda infancia, muy próxima a la imbecilidad senil.»
Marcelino Menéndez Pelayo
sábado, 18 de enero de 2014
LUIGI TAPARELLI CONTRA LAS UNIFICACIONES TRAMPOSAS
Luigi Taparelli |
A la memoria de mi madre,
fallecida el 14 de Enero de 2014
Manuel Fernández
Espinosa
Como concepto la “Justicia
Social” encuentra su origen en el pensamiento del italiano Padre Luigi
Taparelli (1793-1862), de la Compañía de Jesús. En gran medida, la Doctrina
Social de la Iglesia, trazada en la “Rerum Novarum” de León XIII, encontró su
inspiración en los tratados y textos varios de este filósofo y publicista católico, sobre
cuya recia personalidad y obra sus enemigos ciñeron un muro de silencio.
Taparelli vivió y se vio envuelto
en las convulsiones revolucionarias del liberalismo decimonónico que, si en
otras naciones europeas se presentó bajo otros aspectos, en la Italia en que nació y
vivió Luigi Taparelli cobró un significado nacionalista, con aspiraciones
de una unificación largamente anhelada. Esta unificación italiana se logró, pero a costa de Austria, de los Borbones y de los
Estados Pontificios. Fue el Risorgimento bajo la égida de los Saboya, los
Cavour, los Garibaldi, los Verdi... Con la coordinación masónica y carbonaria; por cierto que un hermano de Luigi (Massimo
Taparelli) fue un conspicuo masón involucrado políticamente y nuestro Luigi Taparelli no se achantó, sino que arremetió contra las
ideas de su hermano en defensa de la Santa Iglesia. ¿Pero qué era lo que defendía Luigi Taparelli?
Lo que Taparelli defendía, como
buen neoescolástico, era la realidad frente a las utopías delirantes. Taparelli
no era hombre de ideas, sino de hechos. No en vano su obra más célebre se
titularía “Ensayo teórico del derecho natural fundado sobre los hechos”,
traducida al español el año 1867, poco después de la muerte de su autor, por el
neotomista español D. Juan Manuel Orti y Lara. El título es una declaración de
intenciones: derecho natural y nótese: “fundado sobre los hechos”.
Frente a la Italia y la Europa
que emergía en el siglo XIX, en medio de los dolores de parto de las
revoluciones industriales, liberales y obreras, Taparelli reivindicaba la
recobranza de la realidad, reclamaba la incontestable fidelidad a los hechos y daba un mentís a las
idealidades y las utopías que pretendían transformar el mundo sin atender a la realidad, negando a Dios a la vez que imponía una imagen del hombre
errónea: una antropología adulterada por el idealismo alemán y el romanticismo, una antropología que nos sumía en la zoología con el evolucionismo o una antropología reducida por el
positivismo de Comte y sus epígonos.
Bueno será recordar que existió
este filósofo a todos aquellos que lo tienen olvidado por su adhesión
incondicional a la Iglesia Católica y que hablan de “Justicia Social”;
rescatarlo del cautiverio al que lo redujeron sus enemigos connacionales
masones, en venganza por su lúcida posición y su denodada pugna contra los
enemigos del Papado.
La obra filosófica de Taparelli
está construida a manera de un sólido armazón lógico y fue inspiración, como
más arriba dijimos, de monumentales encíclicas y otros textos del Magisterio de la Iglesia que no han perdido su vigencia en
nuestros tiempos. Volver a Taparelli, saber al menos que existió, podría
hacernos mucho bien en esta época que entroniza fantoches de pensamiento
endeble, productores de ideologías perniciosas que atentan contra el derecho
natural, justamente por haberse basado en delirios y perversiones
extravagantes, en vez de haberse fundado, como hiciera Luigi Taparelli, sobre los
hechos.
Al igual que desarrolló la noción
de “Justicia Social” (apropiada más tarde por los más variopintos movimientos),
Taparelli también desarrolló la idea-fuerza de la “etnarquía católica”; lo que
algunos de sus comentaristas (poco informados o informantes maliciosos)
entienden como anticipación de la “Sociedad de Naciones”. La noción de
“Etnarquía Católica” en Taparelli exige una lectura más atenta de su obra para
no confundir su mensaje con lo que hoy sería la Organización de las Naciones
Unidas, tampoco con lo que es en la actualidad la Comunidad Europea.
La unificación artificial de
Italia tuvo, en aquel perturbado siglo XIX, un firme refutador en Luigi
Taparelli. La unificación artificial de Europa y del mundo que hoy se perpetra
sigue teniendo un gran refutador: su nombre es Luigi Taparelli.
domingo, 12 de enero de 2014
LA EPOPEYA VILIPENDIADA: LOS REALISTAS HISPANOAMERICANOS (II)
Por Antonio Moreno Ruiz
VIRREY LINIERS
Hablaban de libertad e independencia,
Los mayores servidores del imperio británico,
El mismo que humillado había sido por un
Virrey de origen francés y corazón hispánico.
Santiago de Liniers, terror de la Union Jack,
Orgullo victorioso de la Corona de Castilla,
El Río de la Plata tiembla y arde,
España está rota e invadida.
En Cabeza de Tigre se consuma la tragedia,
Mas no dejas de señalar a los cipayos,
No dudas, no te achantas, no retrocedes,
Identificas a los futuros tiranos.
En tu mente ondea la bandera blanca,
Con la borgoñona cruz de San Andrés,
Tu amor, tu defensa, tu lealtad,
Tu sino, tu símbolo, tu altivez.
Oh, augusto virrey Liniers,
Mártir de una épica fidelidad,
El argentino suelo por ti solloza,
Llorando por la ruptura de la Hispanidad.
Aunque tirios y troyanos quieran,
Justificar lo injustificable,
Tu memoria vuelve a llamear…
¡No quedará mudo el ejemplo de tu sable!
VIRREY LINIERS
Hablaban de libertad e independencia,
Los mayores servidores del imperio británico,
El mismo que humillado había sido por un
Virrey de origen francés y corazón hispánico.
Santiago de Liniers, terror de la Union Jack,
Orgullo victorioso de la Corona de Castilla,
El Río de la Plata tiembla y arde,
España está rota e invadida.
En Cabeza de Tigre se consuma la tragedia,
Mas no dejas de señalar a los cipayos,
No dudas, no te achantas, no retrocedes,
Identificas a los futuros tiranos.
En tu mente ondea la bandera blanca,
Con la borgoñona cruz de San Andrés,
Tu amor, tu defensa, tu lealtad,
Tu sino, tu símbolo, tu altivez.
Oh, augusto virrey Liniers,
Mártir de una épica fidelidad,
El argentino suelo por ti solloza,
Llorando por la ruptura de la Hispanidad.
Aunque tirios y troyanos quieran,
Justificar lo injustificable,
Tu memoria vuelve a llamear…
¡No quedará mudo el ejemplo de tu sable!
martes, 7 de enero de 2014
EL CLAMOR DE LOS PATRIOTAS ESPAÑOLES ES "UNIDAD"
Guillermo Rocafort |
LA UNIDAD DE LOS PATRIOTAS ESPAÑOLES.
ENTREVISTA A GUILLERMO ROCAFORT
Por Luis Gómez López y Manuel Fernández Espinosa
Una multitud de organizaciones heterogéneas de toda España (asociaciones culturales, juveniles, partidos políticos, movimientos) cuyo nexo es el patriotismo español ha convergido en UNIDAD, reconociendo que en los momentos que corren para España está en juego algo más que las discusiones bizantinas, esas que tanto han empantanado la efectividad política de los diversos grupos patriotas. Es el patriotismo (y no el patrioterismo) el santo y seña de todos los que se han sumado a esta iniciativa, pues todos los que forman UNIDAD se identifican (aparcando sus legítimas diferencias) con las más urgentes demandas de la verdadera España: la que sufre el paro y la ignominia, la que no se conforma con ser saqueada por la casta política convencional, esa que habla de "democracia", mientras vampiriza al pueblo. Es así como ha nacido UNIDAD, una formación de "patriotas" que aunan esfuerzos en un proyecto ilusionante: presentar una candidatura a las elecciones europeas. Una candidatura que represente fielmente las inquietudes y aspiraciones genuinas del patriotismo español. Con alguna frecuencia, el Partido Popular recurre con el reclamo de la bandera rojigualda para afanar votos, pero su patrioterismo claudica a los dictados de políticas supranacionales: solo las álmas cándidas pueden pensar todavía que el Partido Popular sea una formación de signo patriota. Y es la hora de que en España surja una iniciativa auténticamente patriota, como UNIDAD: una alternativa política que tenga como objetivo la conquista del poder político por los medios legales.
Creemos no equivocarnos si afirmamos que ninguna otra opción (de las que puede presentarse a los comicios europeos) cuenta con un candidato de más fuste como Guillermo Rocafort para representar a los baluartes que aún todavía, frente a la inercia general, defienden y luchan por la Soberanía de España, por la Unidad de España, por la Justicia Social en España y por la Renovación de las elites españolas (son los cuatro puntos de UNIDAD). Y esa cabeza de candidatura es D. Guillermo Rocafort, nacido en Madrid el año 1970, Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales, profesor universitario, historiador... Y Caballero Legionario del Tercio Gran Capitán, amén de autor de varios libros que van desde la denuncia de las injusticias tributarias a la recuperación de una de las páginas más gloriosas de nuestra Historia nacional: la de los Almogávares. En el curso de la presentación pública que hacía en la capital del Santo Reino de Jaén, tuvimos la oportunidad de volvernos a ver con él y realizarle esta entrevista a fondo, en exclusiva para RAIGAMBRE.
RAIGAMBRE: ¿Qué es Unidad? ¿Por qué ese nombre?
GUILLERMO ROCAFORT: Unidad es una iniciativa que surje de las
bases patrióticas para unificar todas las fuerzas nacionales de España, pero
huyendo del carácter “endogámico” que nos ha caracterizado y abriéndonos a la
Sociedad por la vía de rejuvenecer las estructuras y actualizar nuestro mensaje
a una Sociedad cada vez más compleja. Unidad representa este concepto y la
garantía de que serán esas bases patrióticas las que liderarán el proyecto, sin
intermediarios.
RAIGAMBRE: ¿Qué es lo que motiva a un hombre joven como
Guillermo Rocafort a adentrarse en el proceloso mundo de la política?
GUILLERMO ROCAFORT: Quizás el pensar que nada es casual en este
Mundo y que si me han llamado es porque debo valer. Soy muy consciente de mis
limitaciones y deposito siempre mis esperanzas en quien nunca falla. Yo no
importo. Importa mi Patria.
RAIGAMBRE: ¿Qué opina sobre el panorama político español?
GUILLERMO ROCAFORT: España muere por la acción de los políticos
convencionales y la omisión de nuestro Pueblo. Nuestro afán es invertir el
proceso y devolver España a su senda de Grandeza … y lo demás, volverá por
añadidura.
RAIGAMBRE: Usted, que es conocido por sus trabajos y libros
sobre los almogávares, y por su profesión como docente en la Universidad, ¿No
teme que su paso por la política le perjudique profesionalmente hablando? Me
refiero a que desde los medios de comunicación se le etiquete como de “extrema
derecha”, algo muy habitual en nuestro país.
GUILLERMO ROCAFORT: No tengo complejos, pero ninguno. He llegado
aquí por la vía de la Historia de España en unas épocas en que no había complejos.
Pienso en los Almogávares y todo me parece fácil. Es lo que tiene la Historia
de España, algo que jamás nos podrán arrebatar porque está escrita con letras
de oro en nuestra sangre.
RAIGAMBRE: Cuéntenos un poco quien es Guillermo Rocafort
¿cómo se definiría usted mismo?
GUILLERMO ROCAFORT: Una persona normal pero con ambición de
Patria. Cuando pienso en mi Nación, se me llenan los ojos de lágrimas. Creo que
los niños españoles del presente y del futuro merecen que demos esta batalla y
ya la estamos dando. Lucharemos por nuestra supervivencia porque “los lobos” ya
están a las puertas...
RAIGAMBRE: Los partidos “patriotas” españoles hace mucho
que se encuentran divididos y en algunos casos enfrentados entre sí. ¿Qué le
hace pensar que Unidad es la solución para ese problema?
GUILLERMO ROCAFORT: En que tenemos la clave, que no es otra que la
Unidad de todas las bases patrióticas, que demandan este proceso de confluencia
patriótica a los dirigentes de sus estructuras políticas. Apelamos directamente
al electorado español para que convenza a quien tenga que convencer.
RAIGAMBRE: ¿Qué ofrece Unidad que no puedan ofrecer otras
siglas ya consolidadas?
GUILLERMO ROCAFORT: Mensaje y entusiasmo dentro de un
planteamiento con ambición de poder … repito, con ambición de poder. Llevamos
casi 40 años en el desierto. Empieza nuestro ciclo.
RAIGAMBRE: ¿Cuáles son los problemas más graves por los que
atraviesa España en la actualidad con respecto a Europa y qué se puede hacer
desde el Parlamento Europeo para remediarlo?
GUILLERMO ROCAFORT: España entró en esta Europa de mercaderes,
fondos de inversión y banqueros de una forma humillante, destruyendo su propio
tejido industrial, social y económico. Somos partidarios de una Europa que se
respete a sí misma y que no haga de financiero extorsionador de las Naciones
con problemas. Y también creo en la Hispanidad, que es el proyecto inacabado de
España. Ah, y se me olvidaba, que nos devuelvan Gibraltar … no pararemos hasta
poner fin a esta humillación nacional e internacional. “¡British, Go Home!”.
RAIGAMBRE: ¿Cree que en España pueda existir un partido
como el Frente Nacional Francés? ¿Pretende ser su partido (Unidad) el embrión
de algo parecido?
GUILLERMO ROCAFORT: A mí, como historiador patriota, Francia no me
hace ninguna gracia por el daño que injustamente le ha hecho a España a lo
largo de los Siglos, pero he de reconocer que “nos dan mil vueltas” en cuanto
inteligencia política en lo que es el espectro patriótico.
Veo los mítines del Frente Nacional Francés en
youtube y he de reconocer que me emociona el entusiasmo que generan, la buena
energía que transmiten las Le Pen. Son jóvenes, muy guapas, inteligentes,
aguerridas,..., veo en ellas el espíritu de Juana de Arco, y yo sí que me
identifico con ella.
España es España en su Grandeza y en sus
miserias y no tenemos que ser imitadores de nadie, pero como les digo a mis
amigos: “si los gabachos han sido capaces de unirse, los españoles no vamos a
ser menos que ellos...”
RAIGAMBRE: Ahora
mismo ya existen en el panorama político para las próximas elecciones europeas
otras fuerzas similares a Unidad. ¿Qué opina de ellas?
GUILLERMO ROCAFORT: Todas son muy respetables y con personas
válidas. Yo no voy a practicar “el fuego amigo” al que estamos desgraciadamente
tan acostumbrados. Creo que debemos hablar con todos y lo estamos haciendo
hasta encontrar una fórmula que nos satisfaga, sobre la base de la inteligencia
y el interés común por el bien de España.
RAIGAMBRE: ¿Cuál
considera Guillermo Rocafort, que será el principal problema a solventar desde
el Partido Unidad?
GUILLERMO ROCAFORT: Las tensiones y las malas inercias dentro de
nuestro espectro político. Yo no me podía hacer idea de cómo estaba el patio.
Cerrar las heridas es algo prioritario. Si de verdad queremos servir a España y
tener un protagonismo, sólo la fuerza de la UNIDAD nos permitirá hacerlo.
Tendremos que hacer “borrón y cuenta nueva” y tragarnos mil sapos. Sólo el
“perdón” entre nosotros, nos dará la fuerza que precisamos. Perdón y
autocrítica, y escuchar el clamor de UNIDAD de los patriotas ...
RAIGAMBRE: ¿Podría
precisar Guillermo Rocafort la posición de UNIDAD frente a los llamados
“valores no negociables” de otras formaciones políticas?
GUILLERMO ROCAFORT: En UNIDAD no hay “líneas rojas”. Buscamos sumar
a las personas más capaces de todas las organizaciones patrióticas. Somos “el
momento cero” que hemos añorado y no cederemos a las presiones partidistas.
Somos la piedra angular del patriotismo futuro, sobre cuatro ideas fuerza
elementales; unidad nacional, regeneración política, justicia social y
soberanía, a lo que añadiría, para que que no haya lugar a dudas, la protección
de los más débiles y necesitados, tal y como relato en mi novela “El Elegido.
La Primera de las Siete Espadas”.
jueves, 2 de enero de 2014
PANCORVO, EL PERÚ Y LA HISPANIDAD
Por Antonio Moreno Ruiz
Me acabo de leer Demonios del Pacífico Sur (Editorial Mesa Redonda), la última obra del escritor peruano José Antonio Pancorvo, del cual hicimos no hace mucho tiempo una sincera apología (1). Y la verdad es que la sorpresa ha sido para bien, para muy bien. Hace poco, tuve la oportunidad de estar en casa del autor y, amén de aprender en cada palabra de este sabio, me llevé este tesoro que he devorado en pocos días.
Pancorvo trata de dos temas que hoy parecen harto controversiales: La posesión demoníaca y la crítica acendrada a la “independencia” hispanoamericana vista por sus propios protagonistas; todo ello a través de una óptica tan peruana como hispanista. Y cuando decimos “hispanista” (2) no nos referimos a un academicismo que excluya el legado mestizo o indio, pues fue durante los tres siglos virreinales donde todo se sintetizó. No existió una “unidad americana indígena” como en España no existió una “unidad celtibérica prerromana”: Al igual que la idea de Hispania nace con Roma, con la lengua latina y el Derecho Romano; ese mismo Derecho llega a América con la lengua española y la religión cristiana, sintetizado políticamente en los virreinatos, integrando y compartiendo instituciones dentro de una Corona donde no se ponía el sol.
Demonios del Pacífico Sur traza dos siglos en dos historias paralelas en unos escenarios muy cambiados, pues desde finales de los años 70 del siglo XX, la Ciudad de los Reyes en particular y el Perú en general sufrieron transformaciones brutales. Empero, el conocimiento del autor es tan amplio que su trazo se hace matemático, ya que, como una aguja, va hilando dos épocas en un mismo terreno, sin que el lector se pierda en ningún momento sino al contrario, manteniendo la linealidad y la inteligencia del suspense. Esto es: Justo lo contrario de lo que hace Vargas Llosa…
Es curioso el paralelismo entre España y el Perú desde principios del siglo XIX, válido en verdad para todo el mundo hispánico. La Revolución política siempre busca hacer tabla rasa del pasado. Cuando ese “pasado en marcha” (Tomando la expresión del pensador brasileño Arlindo Veiga Dos Santos) (3) se resiste a ser aniquilado, hay que agarrarse a un poderoso leitmotiv que lo desbarate y que, asimismo, justifique fácilmente todo lo que se vaya llevando a cabo por la nueva oligarquía, que entrambos casos, se apegó al golpe militar y al liberalismo, abriéndole, en una “progresión” vertiginosa, las puertas de par en par a la hoz y el martillo, así como al separatismo.
Al peruano se le inculcó la conciencia de “agachar la cerviz, arrastrando cadenas”, y primero se le dijo que la culpa de todo era de los malvados españoles, una suerte de marcianos que vinieron de no sé dónde a robar el oro y violar a las indias, privándoles de un Incanato que era el paraíso en la tierra. Tanto se ha machacado esta idea en todos estos años que, poco a poco, buena parte del pueblo peruano no parece saber lo mucho que tiene de sangre y cultura española, y que insultar a los “españoles” es maldecir su propia sangre. O como si esos “españoles” no hubieran sido aliados de chachapoyas, chancas y huancas… O en México de tlaxcaltecas, zapotecas, tarascos, otomíes…. Tan conquistadores estos bravos indígenas como los morriones y los caballos. Sin esos “españoles”, asimismo, no se entiende el tan característico mestizaje de estas tierras.
En España, el liberalismo golpista y usurpador, al comprobar su nula popularidad, refrendada por un pueblo que, en 1823, acogió a los Cien Mil Hijos de San Luis como libertadores y finiquitó el nefasto, corrupto y traicionero Trienio Liberal (que terminó de pactar la separación de las Españas Americanas), también se revolvió contra su propia sangre y, tras extender la idea de que los frailes envenenaban las aguas y convertirlos en las mayores bestias negras, acogió la Leyenda Negra fabricada por traidores inescrupulosos como Bartolomé de las Casas y Antonio Pérez (curiosamente entrambos descendientes de judíos….) y de las potencias extranjeras y rivales de España, tan conocidas por sus ¿humanitarias medidas?: Francia, Gran Bretaña, Holanda…. Todo el pasado español era un estorbo que, cristalizado en el Antiguo Régimen, no era sino un cúmulo de tiranías que nos habían privado de la libertad, la libertad que ahora nos traían los militares golpistas, los masones y la mayor parte de la nobleza, aquellos que querían que solo votaran los más ricos, que los gremios no tuvieran representación y que se aboliera el juicio de residencia; aquellos, pues, que dejaron bien sembrado el camino para esta oligarquía siniestra de politicuchos y banqueros que está arruinando y terminando de destruir a España. Los ingleses trazaron en 1711 su Plan para humillar a España y pienso que jamás habrían soñado en encontrar tan buenos servidores en la propia sangre ibérica; tan así que, como dejó dicho el ínclito Gaspar de Jovellanos, España perecerá antes por sus traidores hijos que le devoran las entrañas que por tiranos extranjeros. El caso de Jovellanos constituye una afrenta más del liberalismo, pues se han querido apropiar de este gran intelecto que los condenó en su día como “herejía política”, distinguiéndose por su férrea defensa de la tradición política hispánica, incluso contra el despotismo ilustrado. A los años, sería reivindicado por paisanos suyos pertenecientes al tradicionalismo, como Cándido Nocedal (quien lo definió como “un monárquico a la inglesa”) y Juan Vázquez de Mella. Sin embargo, la poca vergüenza y la impostura de los de siempre no tiene límites…
Y es que la historia mal contada, o directamente la antihistoria, ha sido un arma arrojadiza tanto en el caso peruano como en el caso español, con un telón de fondo hispanófobo que no ha hecho sino aumentar y empeorar, en especial desde la Península. En los dos casos, ha ido acompañado de un brutal complejo de inferioridad inyectado artificialmente desde arriba, y eso explica buena parte de nuestra psique y nuestro miedo para enfrentarnos a cuestiones como el terrorismo y la corrupción, salvando algún que otro parche/paréntesis que haya habido en estos dos fatídicos siglos.
Por eso, en España no se enseña que, luego de cerrar las puertas al imperialismo islamista turco, siglo y pico después, como el que no quiere la cosa, fue Blas de Lezo, un marino vascongado cojo, manco y tuerto, quien derrotó el intento invasor de Inglaterra y sus colonias sobre Cartagena de Indias, infringiéndole la humillación más grande de su historia. Sin embargo, barcos españoles van a Inglaterra a conmemorar no sé qué de Trafalgar….
En el Perú, no se recuerda que fue el extremeño Valdivia que, aliado de los incas, conquistó Chile y lo incorporó al virreinato del Perú, y que el último episodio de conquista e incorporación de Chile lo realiza el virrey Abascal a principios del siglo XIX, con una mayoría abrumadora de soldados peruanos. Después de que en la época borbónica se desgajase el virreinato, fue José Fernando de Abascal quien reuniera a toda la Sudamérica española bajo la corte de Lima. Reiteramos: Con soldados peruanos. Y nada de eso se recuerda. Se recuerdan, sin embargo, como “días nacionales”, estrepitosas derrotas de la Guerra del Pacífico, de un Chile que venció pero que, salvo una franja norteña, no incorporó al Perú bajo su jurisdicción. Un imperio milenario, que continuó siendo imperio con una Corona de Castilla que respetó la estructura incaica, y sin embargo, sólo celebra derrotas relativamente recientes…
Y digo yo: ¿Es que esta psicología derrotista que tanto coincide en España y el Perú, donde no hay más orgullo nacional posible que el fútbol y la gastronomía, es acaso “ingenuidad”? He ahí el quid de la cuestión: De ninguna manera. Otra vez vamos al asunto: A las oligarquías traicioneras les viene muy bien un pueblo humillado, derrotado y acomplejado, y por supuesto, ignorante de su grandeza y potencial. Al igual que en otros pagos hispanoamericanos les viene muy bien silenciar la sana y respetuosa política de la época virreinal para con araucanos y mapuches, quienes gestionaban su zona con plena autonomía, reconociendo nominalmente al “Pichi-Rey”, mientras que a posteriori, las repúblicas de Argentina y Chile entraron a sangre y fuego hasta la Patagonia (4). No fueron los únicos casos, pues como bien dice desde Colombia el Dr. Pablo Victoria, con las repúblicas se siguió una política contraria a los indígenas. El general bolivariano Joaquín Posada Gutiérrez dijo que: “He dicho poblaciones hostiles porque es preciso se sepa que la independencia fue impopular en la generalidad de los habitantes… los ejércitos españoles se componían de cuatro quintas partes de los hijos del país; que los indios en general fueron tenaces defensores del gobierno del Rey, como que presentían que como tributarios eran más felices que lo que serían como ciudadanos de la República”. (5)
Como bien dijo Pancorvo en una entrevista que le realizó la periodista Cecilia Valenzuela para Willax Tv con motivo de la publicación de la novela que aquí tratamos (6), no se trata de propagar revanchismos ni odios hacia Chile, sino de reconocer la historia, y de hecho, volver a mirar a Chile como pueblo hermano, sin que tampoco, por parte de Chile, haya odios ni humillaciones para con el Perú.
Y he ahí que nos encontramos con un problema importante propiciado por las repúblicas: El nacionalismo/estatismo, cuyos frutos disgregadores para con el mundo hispánico han sido, son y serán desastrosos. Y es que al fragmentarse el continente hispanoamericano en tantos estados diferentes, se cae en la contradicción de, por una parte, invocar a la “autodeterminación”, y por la otra, se acude a las fronteras virreinales… Y no se tiene en cuenta que antes de todos estos estados-nación, que tanto aplaudió el imperio británico (divide y vencerás…), un correntino estaba más ligado a Asunción que a Buenos Aires, lo mismo que un mendocino lo estaba más a Chile o un guayaquileño a Lima; y todos eran hijos de una gran patria común que iba desde el Mississipi al cabo de Hornos. Una gran patria que está destinada a reunirse, así como la madre no se puede ni se debe alejar mucho de sus hijos tampoco.
Los demonios que en su día infestaron todo el Pacífico Sur y acaso llegaron desde la propia España, por desgracia, están más vivos que nunca. Los que gustaron de la película “El exorcista” de William Friedkin, con toda seguridad, van a gustar de esta ilustrativa obra de nuestro gran literato criollo. La demonología, tan olvidada por un clero cada vez más corrompido, se detalla en el espacio y en el tiempo maravillosamente, así como sus múltiples y terribles reflejos.
En fin, todo ello se me ha venido a la mente leyendo esta aguda y concienzuda novela, esta gran obra de mi amigo y maestro Pancorvo que da para reflexionar hacia múltiples frentes, y que ya huele a clásico imprescindible, máxime ahora que ya nos dejaron el argentino José Manuel González y el colombiano Luis Corsi Otálora (7), quedando nuestro Pancorvo como estandarte perenne de una verdadera memoria histórica indiana, como guía de una Hispanidad latente.
(1) Véase: http://movimientoraigambre.blogspot.com/2013/07/hace-ya-tiempo-que-tuve-la-suerte-de.html
(2) Sobre el hispanismo, véase: http://www.revistalarazonhistorica.com/24-1/
(3) Sobre Arlindo Veiga Dos Santos: http://reconquistabr.blogspot.com/2007/03/arlindo-veiga-dos-santos-o-poeta.html
(4) No hay que dejar de recordar la interesantísima carta de este indígena chileno:
http://www.theclinic.cl/2011/10/13/mis-disculpas-a-espana/
(5) Consúltese en: http://coterraneus.wordpress.com/2012/08/10/
(6) Para ver la entrevista: http://sites.willax.tv/ceciliavalenzuela/entrevistas/jose-pancorvo-autor-de-demonios-del-pacifico-sur/
(7) http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.com/2013/12/rip-luis-corsi-otalora.html
CLAMORES DE UN ESPAÑOL (II)
Por Antonio Moreno Ruiz
CANTOS IBERO-CELTAS
A la memoria del poeta Gabriel Celaya.
Somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta,
somos la grandeza romana,
contada en goda epopeya.
Hay algo de chispa rifeña,
en nos, peninsulares e isleños,
somos a muerte los celtas,
somos a muerte los iberos.
Hoy somos leones mellados,
hoy somos águilas sin alas,
hoy somos castrados bueyes,
y no toros de lidias bravas.
Hoy somos osos sin zarpas,
hoy somos linces sin vista,
hoy somos lobos sin fauces,
somos una triste pantomima.
Mas un nervio de atávica sangre,
de Iberia Sumergida e Hispania Arcana,
un nervio de espada de libertad,
truena en nombre de España.
Ay, esta Iberia sumergida,
en sus rumores clandestinos,
empeñada en ser anormal,
empeñada en viles cainismos.
Empeñada en el robo y la mentira,
empeñada en odios y desquiciamientos,
siempre la vida complicando,
con artificiales y tormentosos sufrimientos.
No es cuestión de vivir,
sólo del esplendor del pasado,
mas inaceptable es el suicidio,
la queja inactiva y el descaro.
Inaceptable el odio a nuestra historia,
inaceptable el odio a nuestro ser,
inaceptables rencores acumulados,
inaceptable tantísima hiel.
¿Nos avergonzamos de lo nuestro,
pero sólo nos sabemos divertirnos?
¿en esquizofrénicas contradicciones,
habremos de sumirnos?
España enlutada de sangre y polvo,
sucia, sedienta, hambrienta,
¿no somos príncipes de Occidente?
¿no hay cantos de lo ibero y lo celta?
Será que podemos ser volubles,
será que no aprendemos a vivir,
será que el esperpento nos mata,
será que insistimos en morir.
Lloro contra los babosos mediocres,
lloro de rabia e impotencia,
somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta.
Estas lágrimas son pensamientos,
estas lágrimas son hachazos,
olas marinas y crespos montes,
son ibero-celtas cantos.
La ruina de nuestro presente,
va a aniquilar nuestro futuro,
han de sonar cantos de vida y esperanza,
en lo alto del crepúsculo.
Resuenen cantos de iberos,
resuenen cantos de celtas,
proyectados y universalizados,
sobre las Españas enteras.
Somos cuerpos estremecidos,
somos sentimientos exagerados,
somos espumas torrenciales,
somos los ibero-celtas cantos.
Hacemos nerviosa la lengua latina,
somos sobrios y austeros,
pero parece que nuestras bocas,
quieren ahogarse con venenos.
Somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta,
nuestra bronca textura se acicala,
con el rayo y la centella.
Somos la leyenda golpeada,
somos las piedras habladoras,
ahora los cantos ibero-celtas,
siempre es el momento. ¡Ahora!
Basta de enrevesados refunfuños,
nuestra alma no está muerta,
¡somos a muerte lo ibero!
¡somos a muerte lo celta!
CANTOS IBERO-CELTAS
A la memoria del poeta Gabriel Celaya.
Somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta,
somos la grandeza romana,
contada en goda epopeya.
Hay algo de chispa rifeña,
en nos, peninsulares e isleños,
somos a muerte los celtas,
somos a muerte los iberos.
Hoy somos leones mellados,
hoy somos águilas sin alas,
hoy somos castrados bueyes,
y no toros de lidias bravas.
Hoy somos osos sin zarpas,
hoy somos linces sin vista,
hoy somos lobos sin fauces,
somos una triste pantomima.
Mas un nervio de atávica sangre,
de Iberia Sumergida e Hispania Arcana,
un nervio de espada de libertad,
truena en nombre de España.
Ay, esta Iberia sumergida,
en sus rumores clandestinos,
empeñada en ser anormal,
empeñada en viles cainismos.
Empeñada en el robo y la mentira,
empeñada en odios y desquiciamientos,
siempre la vida complicando,
con artificiales y tormentosos sufrimientos.
No es cuestión de vivir,
sólo del esplendor del pasado,
mas inaceptable es el suicidio,
la queja inactiva y el descaro.
Inaceptable el odio a nuestra historia,
inaceptable el odio a nuestro ser,
inaceptables rencores acumulados,
inaceptable tantísima hiel.
¿Nos avergonzamos de lo nuestro,
pero sólo nos sabemos divertirnos?
¿en esquizofrénicas contradicciones,
habremos de sumirnos?
España enlutada de sangre y polvo,
sucia, sedienta, hambrienta,
¿no somos príncipes de Occidente?
¿no hay cantos de lo ibero y lo celta?
Será que podemos ser volubles,
será que no aprendemos a vivir,
será que el esperpento nos mata,
será que insistimos en morir.
Lloro contra los babosos mediocres,
lloro de rabia e impotencia,
somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta.
Estas lágrimas son pensamientos,
estas lágrimas son hachazos,
olas marinas y crespos montes,
son ibero-celtas cantos.
La ruina de nuestro presente,
va a aniquilar nuestro futuro,
han de sonar cantos de vida y esperanza,
en lo alto del crepúsculo.
Resuenen cantos de iberos,
resuenen cantos de celtas,
proyectados y universalizados,
sobre las Españas enteras.
Somos cuerpos estremecidos,
somos sentimientos exagerados,
somos espumas torrenciales,
somos los ibero-celtas cantos.
Hacemos nerviosa la lengua latina,
somos sobrios y austeros,
pero parece que nuestras bocas,
quieren ahogarse con venenos.
Somos a muerte lo ibero,
somos a muerte lo celta,
nuestra bronca textura se acicala,
con el rayo y la centella.
Somos la leyenda golpeada,
somos las piedras habladoras,
ahora los cantos ibero-celtas,
siempre es el momento. ¡Ahora!
Basta de enrevesados refunfuños,
nuestra alma no está muerta,
¡somos a muerte lo ibero!
¡somos a muerte lo celta!
domingo, 29 de diciembre de 2013
INFILTRACIONES DEL OCULTISMO EN EL TRADICIONALISMO ESPAÑOL (III PARTE)
Juan Bautista de Erro |
ERRO Y LOS ERRORES DOCTRINALES
DEL TRADICIONALISMO
Por Manuel Fernández Espinosa
Con el paso del tiempo, el
vocablo “tradicionalismo” ha venido a presentar un aspecto equívoco en virtud
de su polisemia. Veamos algunos de los significados más destacados del término.
En primer lugar, tenemos en España el carlismo que (surgido tras la muerte de
Fernando VII, aunque sus raíces son mucho más profundas que un simple conflicto
dinástico y sucesorio), vino a llamarse con el tiempo “tradicionalismo” (todavía
a día de hoy existen la Comunión Tradicionalista y la Comunión Tradicionalista
Carlista). En la Cristiandad tenemos, por otra parte, a los católicos llamados “tradicionalistas”;
cuyas posturas van desde un “tradicionalismo” respetuoso para con la autoridad pontificia
hasta el sedevacantismo más abierto. Y tampoco podemos olvidar que en Europa (también en América) no
son pocos los que se autodenominan “tradicionalistas” y con ello quieren decir que pertenecen a las “escuelas”
de René Guénon o de Julius Evola; estos pueden presentarse como católicos, pero sus posiciones a poco que reflexionen los distancian de la ortodoxia católica y, en algunos caso, hasta pueden pertenecer a los ámbitos del ocultismo.
Ponemos a un lado al “tradicionalismo”
católico, pues no es objeto de este artículo, por más que pudieran establecerse
nexos entre este “tradicionalismo” y posturas políticas (e incluso esotéricas): es harina de otro costal. La recepción de René Guénon y Julius Evola
fue en España muy poco significativa hasta tiempos recientes. Trabajos de
Guénon fueron publicados en España a finales de la década de los años 20 del
pasado siglo XX, por dos revistas de signo muy diferente: “La Rosacruz”, revista
mensual de AMORC editada en Barcelona y la revista católica “El Mensajero
Social del Sagrado Corazón”. Por esos mismos años, el jesuita Joan Tusquets,
embarcado en su labor polemista contra la masonería y el teosofismo de
Blavatsky, empleó, recurrió y citó profusamente pasajes del libro “Le
Théosophisme. Histoire d’une pseudo-religion” de Guénon, donde el ocultista francés había refutado la Sociedad Teosófica, por entenderla una obediencia poco "regular" y "tradicional" (en su peculiar jerga). En cuanto a Julius Evola diré que en español conozco una versión
española de la Tercera Edición italiana de la interesante introducción que
redactó Evola para “Los Protocolos de los Sabios de Sión", editada por la Sociedad
Editora de “Novissima” de Roma, en el año 1938 (ese es el año de la edición que poseo
en mi biblioteca) y también puede mencionarse la relación personal que Evola
tuvo con D. Francisco Elías de Tejada; este eminente pensador carlista
escribiría un artículo en 1977, titulado “Julius Evola desde el tradicionalismo español”.
Posteriormente, otros se han ocupado de divulgar el pensamiento evoliano en
España, siendo Ernesto Milá el más competente de todos cuantos puedan citarse.
La relación de Elías de Tejada con Evola no deja de ser una anécdota, puesto
que es impensable que un pensador católico de intachable ortodoxia, como Elías
de Tejada, pudiera contaminarse con los errores heterodoxos de Evola (y menos
todavía podemos imaginarnos a D. Francisco Elías de Tejada participando en las
sesiones de magia del Grupo de Ur).
Sin embargo, después de todas estas
distinciones, por someras que sean, aparcando el “tradicionalismo” eclesial o
extra-eclesial, dejando un lado a los carlistas que con la mejor de las
intenciones se autoproclaman “tradicionalistas”, olvidándonos por un momento de
Guénon y Evola… ¿Qué es lo que del “tradicionalismo” puede resultarnos
sospechoso e inadmisible desde el catolicismo? El error del “tradicionalismo”
nos lo dilucida D. Marcelino Menéndez y Pelayo, refiriéndose éste a los autores
decimonónicos franceses (como Louis Gabriel de Bonald, Hugues Félicié Robert de
Lamennais y Joseph de Maistre, aunque Maistre será el único de la tríada que
Menéndez y Pelayo exonere del “error tradicionalista”). Menéndez y Pelayo
define “el error tradicionalista” con estas palabras: “…consiste en negar las
fuerzas naturales de la razón y suponer derivados todos los conocimientos de
una tradición o revelación primitiva,
transmitida por Dios juntamente con la palabra” (“Historia de las Ideas
Estéticas en España”, Menéndez y Pelayo, C.S.I.C., Madrid, 1974, pp. 422-423).
Atendiendo a la magistral
definición de Menéndez y Pelayo tenemos que el “tradicionalismo” filosóficamente
considerado es heredero de las filosofías anti-ilustradas del siglo XVIII, hasta
cierto punto precursores del Romanticismo: desde Johann Georg Hamann (el
llamado “Mago del Norte”) hasta Friedrich Christoph Oetinger (no por casualidad
llamado “Mago del Sur”). La “Filosofía de la Naturaleza” (“Naturphilosophie”)
alemana también presenta aspectos comunes que la emparenta con la teosofía
europea de Swedenborg y otros visionarios. Todos ellos coincidían en su reacción
contra la Razón ilustrada, hegemónica durante el siglo de las luces y, aunque
no fuesen “tradicionalistas” en sentido estricto, aportan un elemento que será
asumido por el “tradicionalismo” desviado que, en palabras de Menéndez y Pelayo, consiste en: “negar las
fuerzas naturales de la razón”. Una vez negada la capacidad de la Razón es como
se comprende que Menéndez y Pelayo se refiera a la “tradición o revelación
primitiva” a la que van a parar los “tradicionalistas” (la Tradición Primordial
de los René Guénon, Julius Evola o Frithjof Schuon). La relación entre esa “revelación
primitiva” y la “palabra” explicaría que tantos filólogos de los siglos XVIII y
XIX llegaran, por los vericuetos de la filología, a estas doctrinas
anti-racionalistas que no en pocos casos desembocan en la magia.
Estas doctrinas heterodoxas de
los anti-ilustrados protestantes eran ajenas a la tradición hispánica que se
había hecho una con el catolicismo: estos errores solo pudieron florecer en
España traídos del extranjero. Sobre todo, como estamos viendo en esta serie,
de Francia, tierra en la que los carlistas más firmes en sus posiciones
tuvieron que buscar refugio tras el Convenio de Vergara. Pero también hubo
franceses que actuaron como agentes transmisores de estos errores en el campo
carlista. Y uno de los más importantes fue Joseph Augustin Chaho (1810-1858).
Nacido en Sola (en vascuence Zuberoa; Pays de Soule, Francia),
Chaho reúne todas las características que hemos señalado arriba: es un filólogo
formado en París, donde estudió lenguas orientales y fue miembro del círculo del
romántico Charles Nodier, familiarizado con el ocultismo francés y vinculado al llamado "movimiento órfico". Chaho se
declaraba republicano, de tendencia socialista y radical (en su tiempo no se
podía ser más revolucionario), pero eso no parece que fuera un obstáculo para
sentir una curiosa afinidad por el carlismo: su simpatía por el carlismo pueden
explicarse por la identificación que estableció entre “carlismo” y “vasconismo”,
pues no en balde pasa por ser un precursor del nacionalismo vasco. En tanto que
“socialista” público y “órfico” esotérico, Chaho había recibido también la
influencia de Pierre Simon Ballanche. En 1836 publicó Chaho en francés su “Voyage
en Navarre pendant l’insurrection des basques (1830-1835)”. En esa visita a
España que relata en este libro es cuando conoce a Juan Bautista de Erro que
había sido Ministro de Hacienda tras la restauración absolutista de Fernando
VII en el trono, tras la expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis y, más
tarde, firme partidario de Carlos María Isidro de Borbón a quien sirvió en
asuntos económicos. Aunque Erro desempeñó tareas económicas, su actividad
cultural era tan amplia como su curiosidad intelectual y una de las vertientes
que más cultivó fue la de los estudios del vasco, recibiendo el legado de Pablo
Pedro Astarloa. Según Jon Juaristi: “…el origen de todas las fantasías
ocultistas sobre los vascos está en Juan Bautista de Erro y en su más directo
secuaz, Joseph-Augustin Chaho” ("Cambio de destino", Jon Juaristi, Seix Barral, Barcelona, 2006, pág. 204). Con “fantasías ocultistas sobre los vascos”
Juaristi se refiere al mito que hace de los vascos los descendientes de la
Atlántida (tema que trataremos, si Dios quiere, en un parágrafo aparte). En el
imaginario de esta galaxia de visionarios vasconistas existía la idea de que el
“vascuence”, por su enigmático singularismo y desconocido origen, vendría a ser,
más o menos degradada, la “lengua del Edén”. Y este asunto nos remonta a la
obra de Antoine Fabre d’Olivet, una de las influencias constantes en el
ocultismo del siglo XIX y XX, cuyas secuelas pueden apreciarse incluso en
poetas como Rainer Maria Rilke.
jueves, 26 de diciembre de 2013
FRANCO Y LA EMIGRACIÓN
Por Antonio Moreno Ruiz
(uno de los miles de españoles que, gracias a este sistema, no ha tenido más salida que la emigración)
Dice el refrán que a moro muerto, gran lanzada. Es muy aplicable para esos obsesos compulsivos que, por lo visto, no pueden vivir sin Franco; eso sí, cuando estaba vivo, estaban más callados que… en Misa. Se podrá decir que es que no se permitía la disidencia... Claro, ¿y ahora, con el sistema que se montó desde la Zarzuela, la burocracia franquista y lo más criminal y cobarde del antifranquismo, en alianza con la oligarquía financiera, la burguesía separatista y el terrorismo, sí que se permite? Je, a mí me lo van a decir…
La obsesión con Franco de nuestro tiempo es propia de demagogos que son incapaces de reconocer la mediocridad de su generación, la cual asiste con incapacidad manifiesta a este proceso de esquizofrenia social.
Claro que en la época de Franco hubo emigración, sobre todo en la postguerra, cuando los llamados “aliados” decretaron que a España había que negarle el pan y la sal. Pero claro, según los obsesos de Franco, la Guerra Civil fue culpa de unos militares intolerantes que no respetaron el resultado democrático de unas elecciones que ganó limpiamente el Frente Popular... Recapitulemos:
En 1930 hubo un golpe republicano fallido, luego de que el PSOE olvidara su colaboración con la Dictadura del General Primo de Rivera y se alineara con republicanos de signo liberal. El general Queipo de Llano, luego bestia negra del "republicanismo oficial", se sumó a esta intentona, conocida como la Sublevación de Jaca, que quedó en trágico esperpento, con los consiguientes fusilamientos de Galán y García Hernández.
Intentona golpista republicana que falló.
No sería la última…
En 1931, se convocaron unas elecciones que ganaron los monárquicos. No obstante, en las grandes capitales ganaron los partidos republicanos. No ganaron las elecciones; simplemente, aprovecharon el tirón de esas grandes ciudades para echarse a la calle. Alfonso “XIII”, lleno de miedo, y acaso recordando su infructuosa gestión para salvar al zar Nicolás II, consultó con el muy corrupto conde de Romanones (quien pervirtió con sus intereses la digna y justa lucha española en el norte de África) y a algún que otro militar. Creyó que no tenía apoyos y haciendo caso al conde, cogió las maletas y se fue, dejando en la estacada a sus partidarios, o al menos, a los partidarios del régimen monárquico, que eran la mayoría de los españoles, entre ellos un bisabuelo mío, campesino pobre de la Andalucía profunda. Lo digo por poner uno de los muchos ejemplos que contradicen claramente el falsario ataque de clasismo que suelen tener algunos que gustan de ir de pobres y, sin embargo, no dejan de ser los más burgueses del mundo.
Los republicanos, llegando al poder de esta manera tan sorpresiva y ajena a la voluntad, lejos de buscar unidad, patriotismo y reconciliación, implantan leyes sectarias para perpetuar su régimen. En ello entra una férrea censura. Sí, la II República Española, por si algún lector víctima de la lobotomía del sistema no lo sabe, sostuvo la censura en sus cinco lamentables años de existencia.
Apenas un mes tardaron las quemas de conventos, ante lo cual, el célebre jacobino Manuel Azaña dijo que todos los conventos de Madrid no valían la vida de un republicano.
Bonita forma de comenzar a gobernar...
Y oigan, eso de cambiarle el nombre a las calles no fue cosa tampoco del franquismo. No, la II República fue una de las primeras cosas que hizo. Los nombres tradicionales, a los que los liberales habían ya apaleado bastante, fueron desapareciendo del todo para dar paso a continuas referencias republicanas e izquierdistas. Ni siquiera respetaron el liberalismo centrista/derechista de buena parte de los “padres fundadores” del régimen.
En 1934, ante unas elecciones que ganó el bloque de derechas, y tras continuas advertencias desde el periódico “El Socialista”, socialistas y comunistas, no sin el concurso de anarquistas y afines (a los que utilizaban, para luego hablar de “incontrolados”), dejando claro que sólo respetarían el resultado de las urnas siempre y cuando les conviniera (*), por lo cual, desde Asturias se lanzaron a una Revolución contra el poder legalmente constituido. Revolución contra el resultado de las elecciones que tuvo que reprimir el general Franco, defendiendo, pues, la legalidad republicana que los supuestamente más republicanos se saltaban a la torera. Pero claro, ya habían dejado muy claro que de esa “república burguesa” querían pasar a la dictadura, llevándose por delante lo que hiciera falta.
De justicia es reconocer que en el año 32 fue la Sanjurjada, una intentona por poner autoridad dentro del orden republicano, que fracasó. Injustamente, fueron acusados y encarcelados algunos carlistas de Sevilla. Y es que a los que tanto les gusta hablar de progreso y esas cosas también sienten fascinación por amordazar, cuando no encarcelar, a la gente inocente, mientras se protege y se fomenta la delincuencia.
Durante estos cinco años, rara elección fue limpia. Las presiones ejercidas por piquetes violentos y el caciquismo hacían que en muchos pueblos (y también en algunas ciudades), aquello pareciera un violento sainete. Hasta que llegó el 36, y tras unas elecciones más que dudosas, donde el recuento de votos se hizo tal y como se hacía en el turnismo, donde existía esa palabra de “preparar votos”. Interesante esta palabra...
Como “turnismo” se conoció al sistema imperante en la mal llamada “Restauración” emprendida por Cánovas y Sagasta, donde dos partidos, en elecciones preparadas de antemano, con la anuencia de una pseudo-monarquía de opereta (la mayor fábrica de republicanos de España), gobernaron los destinos españoles desde 1875 hasta 1931, con el paréntesis de la Dictadura del general Primo de Rivera, el cual gobernó de 1923 a 1930 con un gran consenso nacional, siendo Largo Caballero consejero de la presidencia. Pero pronto olvidaron los socialistas su colaboración con la Dictadura y quisieron implantar la “memoria histórica”… ¿Nos suena la palabreja y el proceso, verdad?
Y remachando la memoria histórica, militantes del PSOE fueron los que asesinaron a José Calvo Sotelo, el jefe de la oposición, el que había sido uno de los mejores ministros de Hacienda de la historia de España, quien como gobernante del mentado general Primo de Rivera, quiso nacionalizar y extender los recursos nacionales al tiempo que propugnó un sistema tributario justo, para que por fin la oligarquía pagara impuestos. No fue un hecho de “incontrolados”, porque fueron escoltas de Indalecio Prieto, el cual supo del vil crimen político y sin embargo, lo intentó ocultar. Mataron al cauce entre los patriotas, mataron al alma mater de la política social. Así demostraron lo que les importaba el país…
Objetivamente hablando, el republicanismo en España ha sido un esperpento sangriento. Claro que motivado por la antimonarquía liberal, la misma que a principios del siglo XX forzó a miles y miles de españoles a emigrar. Todo el continente americano se llenó de nuestra gente. Y como recuerda el escritor cubano Francisco Escobar, poco después de la malhadada separación, más de un millón arribó a la perla antillana.
Durante todo el régimen manejado por Cánovas y Sagasta, continuó la emigración y el hambre. Y como advierte el historiador Pío Moa, durante el nefasto quinquenio republicano, esta tónica no cambió. Claro que ahora, algún despabilado quiera aprovechar el coladero de la ley socialista que conserva el PP para obtener la nacionalidad. Sé de un caso peruano cuyo abuelo llegó antes de la Guerra Civil y que sin embargo, ha obtenido la nacionalidad. En la Cuba castrista, ese foco de adoración romántica de propios y extraños, más de uno y más de dos han recurrido a triquiñuelas similares.
Y después de todo esto, ¿tendrán la cara dura de echarle las culpas a Franco de la emigración actual, cuando el régimen actual tiene unos antecedentes más que claros en el turnismo y en la República?
Definitivamente: Hay que ser ignorante y sinvergüenza.
Fueron los españoles de la postguerra, en especial esa gente que nació desde finales del siglo XIX a los años 40, los que con una cultura de esfuerzo y mérito, levantaron el país. Esa generación fue despreciada por tirios y troyanos porque claro, a lo mejor no se veían tan “modernos”. Sin embargo, los “modernos” que ya incubaron en los años 60 y de ahí en adelante no sólo han arrasado con la obra de sus antecesores directos, una obra de trabajo y tesón que llevó a un país arrasado a estar entre las diez primeras potencias industriales del mundo, sino que encima, como adolescentes malcriados, no reconocen su tremendo e irresponsable fracaso y pretenden marear la perdiz con Franco. Y es que a Franco se le podrán hacer muchas críticas, pero lo cierto es que fue en su régimen cuando se acabó con la emigración, así como se creó la clase media, se implementó la seguridad social universal y se erradicó el analfabetismo, entre otros muchos logros, con el concurso, reitero, de una generación (¡encima!) vejada.
Con el nuevo turnismo y la república coronada de Juan Carlos y compañía, volvemos a la debacle. El nefasto Simón Bolívar al menos tuvo cierta honestidad cuando dijo que “destruimos tres siglos de cultura e industria”. Ya hemos conocido un desastre de 1898. No repitamos lo mismo con los mismos. Pongámonos ya las pilas, que nos coge el toro.
¡Desperta ferro!
¡Santiago y cierra España!
(*) Para ver las terribles proclamas socialistas, no viene mal revisar este enlace:
http://qbitacora.wordpress.com/2009/06/08/largo-caballero-citas-guerracivilistas/
lunes, 23 de diciembre de 2013
ENTREVISTA A PÍO MOA
"LA INDEPENDENCIA TIENE UN PRECIO, A VECES MUY DURO,
PERO VALE LA PENA" (Pío Moa)
Por Luis Gómez López y Manuel Fernández Espinosa,
Consejo Redactor de RAIGAMBRE
D.
Pío Moa visitó Jaén para presentar su reciente novela “Sonaron gritos y golpes
a la puerta”, en el marco del V Aniversario de la giennense Asociación Cultural y
Juvenil “Iberia Cruor". Pío Moa (Vigo, 1948) ha logrado consolidarse
como uno de los historiadores más solventes, rectificando los errores y las
manipulaciones con las que tergiversan nuestra más reciente historia (la que gira
alrededor de la Guerra Civil, con sus antecedentes, desarrollo y postguerra).
Frente a los que nos hurtan la verdad histórica o la guisan a su conveniencia,
la obra de D. Pío Moa se yergue como un colosal esfuerzo por restituir a las
generaciones de futuros españoles la historia que nos están burlando y
birlando. Esa es la razón por la que determinados medios y su comparsa de
periodistas y demás enteradillos, todos al servicio de los espurios intereses de sus
patronos, cargan contra Pío Moa. Pocos le rebaten los argumentos, pues pocos
son los que conocen las fuentes tan a fondo como el historiador gallego. Historiadores
de prestigio, como Seco Serrano o Cuenca Toribio, también Stanley Payne y Hugh
Thomas (entre los extranjeros) han elogiado la obra de Pío Moa. Solo los
periodistas mercenarios que cobran su soldada por repetir las consignas de sus
dueños se atreven, en su incultura y desfachatez, a llevarle la contraria a Pío
Moa y, como no son capaces, tienen que recurrir al argumento “ad hominem”.
El
autor compagina su formidable obra como historiador con una labor ensayística no
menos encomiable, puesto que –en los tiempos que corren- Pío Moa tiene una voz propia, siendo una de las
pocas excepciones de personajes públicos que piensan por sí mismos, sin doblegar su criterio a las
tendencias marcadas por el discurso predominante; lo propio hace Moa en sus
artículos de opinión. “Los mitos de la guerra civil”, “Años de hierro. España
en la posguerra 1939-1945” y tantos otros títulos pertenecen a su producción
histórica. En su faceta ensayística mencionaremos “La democracia ahogada,
Ensayos sobre la España de hoy” o “Contra la balcanización de España”. Sin embargo,
este hombre sencillo y trabajador, también tiene una vena creativa que tenía
que expresarse a través de otro género literario y otros registros: la novela.
“Sonaron gritos y golpes a la puerta” es el título de la novela de Pío Moa que,
al margen de los circuitos de la crítica literaria oficialista (tan insignificante como bien pagada por el poder establecido) ha
suscitado muy buenas críticas entre lo mejor de nuestros escritores (es el caso
de Aquilino Duque). A propósito de esta novela entrevistamos a D. Pío Moa y
esto nos respondió.
Luis Gómez: Todas las novelas tienen algo de biográfico o de vivencias propias del autor. En “Sonaron gritos y golpes a la puerta” ¿nos encontraremos con algo parecido? ¿hay vivencias personales de la vida de Pío Moa reflejadas en la novela?
Pío Moa: Como el autor es el “padre” de los personajes, inevitablemente deja algo de sí en ellos. Pero mis vivencias biográficas son muy distintas, incluso contrarias a las de los personajes de la novela. Podría identificarme con Paco y Alberto, hasta cierto punto, o con Contreras, como personas de mente especulativa y al mismo tiempo dadas a la acción, a la aventura. Algunos aspectos íntimos también tienen algún reflejo más o menos lejano. De todas formas he querido retratar a personajes verosímiles pero no comunes, alejados del costumbrismo, que a mi juicio es una plaga en la literatura española, y enfrentados a circunstancias extremas como las de aquella época. Ante situaciones tales, cada persona reacciona de distinta forma. Unos se hunden, otros se envilecen o adoptan posturas demasiado convencionalmente heroicas, otros, como en este caso, luchan, a veces con buena suerte y otras con mala, tropiezan, tienen sus neuras...
-Luis Gómez : Escribir sobre la
Historia no es lo mismo que novelar una historia, ¿qué aspecto le resulta más
difícil?
Pío Moa: La historia y la novela son muy diferentes. La historia es al mismo tiempo más fácil, porque no necesitas aplicar la imaginación, y más difícil, porque te obliga a una lógica rigurosa y un concienzudo examen de las fuentes. Por otra parte, hay dos tipos de novela: aquella en la que el autor se traza un esquema detallado y tiene todo el relato previamente en la cabeza; y aquella que va surgiendo un poco por sí sola a partir de unas pocas ideas iniciales. La mía es de estas últimas. La idea nació de un hecho real sucedido a una persona que asistió al asesinato de su padre por milicianos de una forma parecida a como en la novela. Después todo siguió por sí mismo. Así como el peligro de escribir historia es no analizar bien los hechos o dejar suelta la imaginación, en la novela el peligro mayor consiste en dar rienda suelta a la fantasía hasta olvidar la lógica y lo verosímil. “Sonaron gritos...” se atiene al trasfondo histórico pero sobre su entramado actúan libremente los personajes. Para la parte de Rusia, por ejemplo, me he apoyado en memorias y diarios de divisionarios, y los sucesos narrados son básicamente ciertos. Lo mismo el episodio de la emboscada al maquis: ocurrió algo muy similar en Asturias unos años después, pero, por licencia literaria, lo traslado a Galicia y a un par de años antes.
En fin, cuando se hace novela histórica, se corre el peligro de que la historia se coma a la novela o viceversa. Creo que esto no ocurre en la mía, que es muy propiamente una novela dentro de un trasfondo histórico. De hecho, casi todas las reseñas –en blogs, porque los grandes medios boicotean sistemáticamente mis libros—señalan esta prevención: es muy difícil –y abundan los casos— que un historiador haga una buena novela, por lo que los comentaristas eran reacios de entrada a leerla. Pero una vez metidos en el relato han cambiado de opinión Así Aquilino Duque (Viñamarina: Una novela dantesca), Luis del Pino
Libertad Digital) o Carlos López
Díaz (Archipiélago Duda) y otros. Esto
me ha animado, porque yo mismo temía no estar a la altura y sacar un relato
histórico disfrazado de novela. Estoy contento de haber superado la prueba.Pío Moa: La historia y la novela son muy diferentes. La historia es al mismo tiempo más fácil, porque no necesitas aplicar la imaginación, y más difícil, porque te obliga a una lógica rigurosa y un concienzudo examen de las fuentes. Por otra parte, hay dos tipos de novela: aquella en la que el autor se traza un esquema detallado y tiene todo el relato previamente en la cabeza; y aquella que va surgiendo un poco por sí sola a partir de unas pocas ideas iniciales. La mía es de estas últimas. La idea nació de un hecho real sucedido a una persona que asistió al asesinato de su padre por milicianos de una forma parecida a como en la novela. Después todo siguió por sí mismo. Así como el peligro de escribir historia es no analizar bien los hechos o dejar suelta la imaginación, en la novela el peligro mayor consiste en dar rienda suelta a la fantasía hasta olvidar la lógica y lo verosímil. “Sonaron gritos...” se atiene al trasfondo histórico pero sobre su entramado actúan libremente los personajes. Para la parte de Rusia, por ejemplo, me he apoyado en memorias y diarios de divisionarios, y los sucesos narrados son básicamente ciertos. Lo mismo el episodio de la emboscada al maquis: ocurrió algo muy similar en Asturias unos años después, pero, por licencia literaria, lo traslado a Galicia y a un par de años antes.
En fin, cuando se hace novela histórica, se corre el peligro de que la historia se coma a la novela o viceversa. Creo que esto no ocurre en la mía, que es muy propiamente una novela dentro de un trasfondo histórico. De hecho, casi todas las reseñas –en blogs, porque los grandes medios boicotean sistemáticamente mis libros—señalan esta prevención: es muy difícil –y abundan los casos— que un historiador haga una buena novela, por lo que los comentaristas eran reacios de entrada a leerla. Pero una vez metidos en el relato han cambiado de opinión Así Aquilino Duque (Viñamarina: Una novela dantesca), Luis del Pino
-Luis Gómez: En un momento de la novela, un personaje, Tenreiro, escribe una novela y se la da al protagonista para que este opine sobre ella. Después de unos párrafos, los protagonistas, terminan adulando al autor diciéndole que el estilo de la misma se parece al de Dickens, mientras que otros opinan que se acerca más a Dostoievski. ¿Qué estilo le gusta más a don Pío Moa, el de Dostoievski y la escuela rusa o el de Dickens y su crítica social?
Pío Moa: Me gusta más Dostoievski que Dickens. En general, la gran novela rusa del siglo XIX tiene una profundidad y una riqueza incomparables. Los comentarios a la novela de Tenreiro son en plan burlón, y es evidente que Tenreiro, con su peculiar sentido del humor, los acepta como tales, fingiendo enfadarse por seguir la broma. Casi ningún comentarista ha juzgado sobre la tertulia y el grupo aquel, pero para mi gusto es de lo mejor de la novela.
-Manuel Fernández: ¿Qué autores han ejercido más influencia en su vida?
Pío Moa: Homero, desde luego, el Cervantes de El Quijote, Shakespeare... Pero si la novela debe a alguien es a dos autores muy poco conocidos: Jan Valtin, un agente de la Komintern, autor de “La noche quedó atrás”, que es un relato biográfico novelado, y Segiusz Piasecki, polaco, con “El enamorado de la Osa mayor”. De la primera tomo cierta idea de los avatares del compromiso político, y de la segunda el espíritu libre y aventurero, fuera de convenciones, de los principales personajes.
-Manuel Fernández: Excelentes novelas las dos y las dos escritas por dos hombres de acción: “La noche quedó atrás” de Jan Valtin (pseudónimo de Richard Julius Hermann Krebs), es un formidable testimonio de un militante marxista del siglo XX y la novela del polaco Piasecki es también otra obra que no deja impasible. Piasecki la escribió en la cárcel donde estaba por su muchas actividades delictivas, una de ellas era el contrabando. ¿Cuál cree usted que es el motivo por el que el lector de “Sonaron golpes a la puerta” se enganchará a la lectura de la misma?
Pío Moa: Eso no puedo decirlo, porque cada lector tiene sus gustos e intereses. Alguno me ha dicho que prefería a Juan José Millás, de quien nunca fui capaz de leer más de veinte páginas. Por eso digo que va en gustos. Pero casi todo el mundo ha coincidido que la acción les arrastraba.
-Luis Gómez: Usted es más bien conocido en los ambientes literarios por su gran labor divulgadora sobre el periodo de la Guerra Civil española, donde ha contribuido enormemente a desmitificar ciertos errores y a colocar algunos puntos sobre las íes en controversias y “mitos” levantados al calor de la propaganda de uno y otro bando. ¿No teme desengañar a sus seguidores al adentrarse en un estilo tan diferente?
Pío Moa: No creo que nadie se desengañe, al contrario. Es absolutamente urgente disputar el terreno literario y artístico, dominado por la izquierda, porque es este el que crea opinión pública, mucho más que un libro de historia. Esta novela podría ser un avance en esa dirección, aunque no fue concebida con ese fin. Quiero decir que podría haber quedado en una novela fallida, pero vistas las críticas, creo que no lo ha sido. Existe sin embargo cierto prejuicio, del que ya hablé, contra la posibilidad de dominar la novela y la historia una misma persona. Admito que no es fácil, pero tampoco imposible
-Luis Gómez: Su novela no ha tenido la suficiente repercusión en los medios oficiales. ¿Por qué cree usted que se silencia la obra de Pío Moa?
Pío Moa: Hace ya muchos años que los grandes medios de masas boicotean mis libros, así que no me ha extrañado en esta ocasión. ¿Por qué ocurre? Por razones ideológicas “progres” que se han impuesto no solo en la izquierda, sino también en una derecha artística e intelectualmente casi nula. Vivimos un páramo cultural, en el que hay mucho miedo a salirse de lo políticamente correcto.
-Luis Gómez: Si se le diese la oportunidad de tener más proyección mediática, se le hiciese más publicidad y se vendiesen más libros suyos a cambio de no modificar o no decir lo que usted dice, ¿lo haría? ¿Cree que todo hombre tiene un precio?
Pío Moa: Ni se me ocurre hacerlo. La independencia tiene un precio, a veces muy duro, pero vale la pena. Además, estoy seguro de que si me dedicase a escribir lo que no pienso, por razones económicas, no me saldría nada que valiese la pena. No todos los hombres tienen un precio, aunque sí muchos, la mayoría.
-Manuel Fernández: ¿Cree que la integridad, la sinceridad y determinados valores morales, están en franca decadencia en la actualidad?
Pío Moa: Bueno, la sociedad española está moralmente muy degradada, y esto se nota en los índices de lo que he llamado salud o enfermedad social (delincuencia, población penal, fracaso escolar, fracaso matrimonial, consumo de drogas, alcoholismo, suicidio, corrupción política, etc.). Han sido tres decenios de “cultura” de la falsedad sobre el pasado y el presente. Una sociedad retrocede enormemente en tales circunstancias. Los useños suelen llamar “la Gran Generación” a la que hizo la guerra mundial. Yo creo que también la generación española que venció a la revolución, evitó entrar en la guerra mundial y venció al maquis y a un aislamiento internacional delictivo, merece el título de “Gran Generación”. Pero la actual, tan lamentable por muchos conceptos, que confunde el heroísmo con la heroína, como decía Aquilino Duque, se permite denigrarla sistemáticamente, sin ver que con ello se envilece aún más ella misma.
Agradecidos y honrados
por la atención que nos dispensó Don Pío Moa, deseamos que esta novela suya
alcance el éxito que merece. En un panorama cultural tan desolador como el
español pocos son los hombres que merecen ser escuchados y leídos. Abunda en
nuestro ruedo nacional mucho figurón y mamarracho que se hace pasar por intelectual
y culto, sin tener ni maldita idea de lo que habla. Tener una conversación con
Don Pío Moa ha sido para nosotros una ocasión extraordinaria para comprobar la
calidad humana e intelectual de nuestro entrevistado. Y no queremos terminar
esta entrevista sin animar a nuestro lector a comprar y leer, a comprar y regalar
esta novela de Pío Moa: “Sonaron gritos y golpes a la puerta”, pues es de lo
poco que merece ser comprado en estas fiestas, cuando se nos incita al
consumismo desenfrenado. Los cachivaches que puedan comprarse en estas fiestas
son en su inmensa mayoría obsolescentes, pero si se compra esta novela se
puede estar seguro de que este libro permanecerá ahí, para volver a ser leído; como
una de las obras literarias de uno de los pocos autores contemporáneos que
podemos calificar como imprescindible.
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