Seguimos reproduciendo en está bitácora, algunos de los artículos aparecidos en la Revista Cultural Órdago, de mayo de 20088, sobre la guerra en el África Española.
España al empezar el s. XX. La situación política interna.
Luis Gómez
"Imagen de los tumultos de la Semana Trágica de Barcelona"
Además
de los problemas que el ejército estaba teniendo en el norte del Magreb, hay
que sumarle la traición de los políticos de la época, los cuales según cuenta
el prestigioso historiador Carlos Seco Serrano, estaban contribuyendo a
desestabilizar la nación con sangrientas y violentas manifestaciones de
obreros, dirigidas a debilitar al Gobierno, evitándose así el envío de nuevas
tropas al conflicto, y todo para favorecer los intereses franceses al mismo
tiempo que utilizaban el malestar para intentar acceder al poder. Reproducimos
a continuación por su interés el documento en el cual, un diputado
tradicionalista español, el Sr. Llorens, de paso por la vecina Francia, se
entrevista con el prestigioso y bien informado periodista francés Henri
Rochefort, de ideología izquierdista. Al preguntar el español por la posición francesa
ante la situación en Marruecos y su actitud frente a España éste le relató lo
siguiente:
“Emprendí
mi viaje –dijo Llorens- y en París tuve ocasión de celebrar una extensa
conferencia con Rochefort (Henri), que para mayor claridad voy a referirle a
usted como si él mismo hablase.
-¿Quiere usted – me dijo – que le dé
mi opinión sobre el problema de Marruecos y nuestra actitud con respecto a
España, y voy a complacerle. Briand está de acuerdo con Pablo Iglesias y
Lerroux, sobre todo el primero, para mantener la agitación socialista en
España. La semana roja de Barcelona fue alentada desde aquí, y elementos
franceses jugaron allí mucho papel; recuerde Vd que entre los cadáveres que
resultaron de la revuelta (se refiere el autor a la conocida como “Semana Trágica de
Barcelona”, N. A.)muchos
de ellos no se pudieron identificar por ser extranjeros. Desde aquí (se refiere a la
izquierda socialista francesa, N.A.),
pues, se fomentó la campaña contra la guerra de Melilla.
A esto contesté yo –advierte Llorens –que eso me costaba
trabajo creerlo, porque entre países amigos no creía semejante conducta. Él
(Rochefort) prosiguió diciendo:
-No hace Vd bien en
creer que eso sea incorrecto. El mundo esta así ahora. Continuamente se
sorprenden en Francia oficiales alemanes que vienen a sorprender secretos de
organización, armamento y fortificaciones, y lo mismo ocurre en Inglaterra, y
por eso ninguno de los Gobiernos de ambos países se da por ofendido. Hoy se
lucha con toda clase de armas y recursos. Pero volvamos a nuestro tema.
Nosotros no creíamos nunca que España tendría fuerza bastante para llevar
cincuenta mil hombres a África, ni potencia económica para gastar cien millones
en guerra. Se ha visto, y aquí se ha considerado preciso impedir que España
ensanche su territorio en Marruecos. Como aquí sobra el dinero, se ha comprado
a Mokri, y se ha hecho saber a Muley Hafid que no tenga miedo alguno en
reclamar que España desaloje sus posiciones, porque no puede ir a la guerra,
que impedirán los obreros y los elementos revolucionarios con la huelga
general. Además están ustedes desamparados de toda Europa. Inglaterra a pesar
del enlace de familia, está de acuerdo con Francia; Alemania les odia a
ustedes y hasta les desprecia. No tiene España más que el apoyo romántico del
Emperador de Austria, que es tener nada, y el apoyo verbal de Portugal, que
significa aún menos porque aquella Monarquía se cae a pedazos. Están ustedes,
pues, en una situación comprometidísima y me atrevo a decirle que a nadie
pueden culpar de ello. Un país en cuyo Parlamento puede decirse sin protesta de
nadie, ni aún
"Henri Rochefort, periodista francés conocedor de las interioridades de la Semana Trágica de Barcelona"
del Gobierno, lo que dijeron
Pablo Iglesias y Lerroux, que afirmaron terminantemente que si surgía
nuevamente la guerra los soldados no tomarían las armas, no tiene derecho
aquejarse de sus desdichas. Ese espectáculo que ofreció el Gobierno y el
Congreso ha enseñado mucho de Pirineos acá”. [1]
No serían los socialistas los únicos
que no tendrían ningún reparo en vender la sangre de sus compatriotas con la
finalidad de obtener el poder del Gobierno, el mal llamado “Padre de la
Patria Andaluza”[2], Blas Infante, sería otro
de los personajes que durante aquellos años del conflicto viajaría en numerosas
ocasiones al África marroquí, haciendo públicos halagos a las excelencias del
Al-Andalus califal y al esplendor y excelencias árabes, no importándole en
ningún momento que los magrebíes volviesen a ocupar España, y todo ello
mientras sus compatriotas dejaban su vida por evitar lo contrario[3].
Por otra parte, la cúpula del ejército veía en
el norte de África una solución para su carrera. Un destino en el norte de
África suponía una notable ventaja con respecto a sus homónimos peninsulares.
El ascenso era más fácil, y con él, más y mejores sueldos y posibilidades.
El Estado Mayor Español se encontraba
hipertrofiado, “de dimensiones dobles que las del Ejército francés”[4]
encontraba entre sus filas más mandos que soldados. Durante los años sucesivos,
diferentes reformas políticas tratarán de regular la situación del Ejército,
que había ido deteriorándose poco a poco, pero ninguna tendrá éxito. Así las
cosas, en 1919, y tras la revolución de las Juntas de 1917, los mandos
militares en el norte de África se encontraban en desacuerdo con sus homólogos
peninsulares. Dicho acuerdo suprimía los ascensos por méritos de guerra, lo
cual parecía injusto para los que se encontraban en primera línea de fuego, que
ascendían al mismo tiempo que los militares que se encontraban en la Península
realizando operaciones burocráticas. Consideraban en fin, que aquellas Juntas y
programas no se ajustaban a un Ejército en Estado de guerra, y sí a uno de paz.
Por su parte y como afirma Raymond
Carr: “Los desastres militares de 1921 en Marruecos hicieron que el Ejército
se sintiera al mismo tiempo inseguro e indignado. Esto porque veía que los
políticos le habían privado de las bases materiales del triunfo, y aquello,
porque temía que éstos mismos políticos atribuyeran la “responsabilidad” a un
ejército al que su parsimonia había negado el instrumento de la victoria”[5]
Y es que la cúpula corrompida de los
mandos militares africanistas, aprovechaban la posición privilegiada que tenían
para traficar con todo lo que a ellos estaba sujetos, comida, botas o
vestimenta militar e incluso armas que revendían en algunas ocasiones a sus
propios enemigos. La cicatería de los políticos a la hora de regular el
Ejército con partidas presupuestarias o reformas serias era una utopía. Así las
cosas en 1920 los soldados que acudieron a la Guerra de Marruecos, lo hicieron
sin hospitales de campaña, sin tanques y sin fusiles modernos. El fracaso de
las operaciones servía de revulsivo en la opinión pública española que pedía
responsabilidades a los militares, y los políticos de izquierdas que veían en
la crispación social, una alternativa más a utilizar para desestabilizar al
Gobierno y acceder al poder. En definitiva, más de lo mismo.
[1] Carlos Seco Serrano
“La España de Alfonso XIII” Biblioteca de Historia de España, RBA
Coleccionables 2005, p. 282 y 283
[2] En la actualidad, todos los
partidos políticos PSOE, IU, PP Y PA, reconocen en Blas Infante al precursor
ideológico del “hecho diferencial
andaluz” con respecto a España, equiparado al Sabino Arana vasco o
al Cambó catalán. N.A.
[4] Raymond Carr, “España
1808-1975” Biblioteca de Historia de España, RBA Coleccionables 2005, p.
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