RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

martes, 19 de julio de 2016

CUANDO LA IMAGINACIÓN ES PODER (II)



ESBOZOS PARA UN ESTUDIO SOBRE LA "IMAGINACIÓN" EN SU PODER DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL

Manuel Fernández Espinosa

El término "imaginación" o "fantasía" (aquí, para ahorrarnos tiempo, vamos a darlas como sinónimos, aunque discrepen los más tiquismiquis) decíamos (ver enlace) tiene una acepción vulgar por la que parece reservarse a una cierta capacidad relacionada con el campo de la creatividad artística y las mentes más amplias incluso aceptan su intervención en el ámbito de ciertos descubrimientos científicos. De todas formas, por mucho que se la valore, la "imaginación" no deja de ser una aptitud que parece al margen del conocimiento -y, por lo tanto, irrelevante, algo de lo que no fiarse. Así la entendió el mismo Platón, para quien los productos de la "fantasía" (fantasmas) vendrían a ser la representación que surge del "aparecer", considerando la fantasía por lo tanto como una manifestación de la "opinión" (doxa) que produciendo "eidola" (imágenes) son de menor rango ontológico que las formas eidéticas (Eidos, Idea) que, estas sí, sí son conocimiento (episteme). En ese sentido, el arte de los sofistas era "fantastiké tecné" (arte de "fantasmas", un "fantasmear" diríamos)

Para Aristóteles la fantasía no es percepción ni tampoco pensamiento discursivo, pero para el Estagirita no hay fantasía sin sensación ni tampoco puede haber juicio sin fantasía. "En vez de sensaciones -nos dice-, el alma discursiva utiliza imágenes. Y cuando afirma o niega (de lo imaginado) que es bueno o malo, huye de ello o lo persigue. He ahí cómo el alma jamás intelige sin el concurso de una imagen" (De ánima, III, cap. VII) La fantasía para Aristóteles vendría a ser la capacidad de suscitar y combinar representaciones (algo más anticipativo que sustitutivo) y, por lo tanto, la fantasía dirige una parte del ser vivo hacia lo que se le figura apetecible. A diferencia de Platón, Aristóteles establece que la fantasía no es una mera "opinión": la fantasía "conjura" imágenes.

Otro paso adelante en la puesta en valor de la "fantasía" lo darán los estoicos con uno de sus conceptos fundamentales -tanto para la teoría del conocimiento (lógica) como en lo que pudiéramos llamar "psicológico": la "fantasía cataléptica" (que vendría a ser como la imagen de cualquier cosa, merced a la cual se apodera el que la tiene de esa cosa) Para los estoicos hay fantasías catalépticas (que son la base del conocimiento) y fantasías no-catalépticas que sólo pueden aportar opinión. Para Andreas Graeser la catalepsis estoica sería una condición, tal vez fisiológica, de la aprehensión cognosticitiva. 

Será Abu Yusuf ibn Ishaq al-Kindi, el primer filósofo musulmán, el que diga: "cuando el hombre concibe una cosa material por la imaginación, esta cosa adquiere una existencia actual según la especie en el espíritu fantástico (spiritus ymaginarius)". Y apunta: "Sin duda, el primero y principal accidente necesario para la generación de una cosa mediante el modelo de la imagen mental es el deseo del hombre que imagina que la cosa puede realizarse". Como se colige del estudio "Las obras y la filosofía de Alfarabí y Al-Kindi en los escritos de San Alberto Magno", del eximio arabista Fray Ángel Cortabarría Beitia O. P. (1919 -2008), las especulaciones de al-Kindi llegarían a Santo Tomás de Aquino, vía San Alberto Magno. El Aquinate distinguía por lo común entre una fantasía sensible y una fantasía intelectual, aunque parece prevalecer la consideración de la fantasía como facultad sensitiva. No obstante, la cuestión se embarulla bastante en las discusiones escolásticas que no dejarán de litigar sobre si la fantasía es meramente receptiva, reproductiva o productiva, cuestión que en el idealismo alemán será dirimida a favor de una capacidad creadora y producitva de la fantasía que será digna de considerar en su momento.

Como vemos, y no hemos sido exhaustivos por no fatigar al lector, la fantasía ha sido considerada filosóficamente como algo más de lo que se entiende por ella vulgarmente. Y podemos concluir que si bien el artista o el científico emplean habitualmente la fantasía como capacidad para desarrollar su labor, la fantasía no es patrimonio exclusivo del oficio artístico o de la investigación científica. 

La fantasía cobrará para Juan Huarte de San Juan (1529-1588) un papel muy importante en su filosofía. Huarte tendrá a bien llamarla "imaginativa" y, para él, la imaginativa desempeña una función crucial para las profesiones de predicador (hoy diríamos orador o conferenciante), médico práctico y gobernante político (o líder social). Sabido es que el "Examen de ingenios para las ciencias" (año 1575) tenía como propósito dotar al Estado (la "res publica") de los elementos científicos para descubrir las profesiones en las que mejor podían emplearse los súbditos, conforme a las aptitudes personales de cada cual. Y esto podía hacerse dado que estaba convencido de que su filosofía natural estaba en condiciones de identificar -estudiando el temperamento y condiciones fisiológicas de cada interesado (según las categorías de la medicina hipocrático-galénica)- las actividades profesionales más adecuadas para provecho de todos.

Huarte de San Juan distinguía en el alma tres potencias: el entendimiento, la memoria y la imaginativa. Se apartaba de la tríada tradicional, pues no incluía como facultad a la voluntad, sino que ponía en su lugar a la "imaginativa" (que para él era la facultad encargada del conocimiento empírico de los objetos concretos), por esa comisión que tiene la imaginativa, tan estrechamente ligada a lo empírico, la imaginativa se hace tan necesaria para resolver en la vida real los problemas, hallando soluciones novedosas allí donde ni el entendimiento ni la memoria las encontrarían. La imaginativa estaría entre el "sentido común" aristotélico -que une las impresiones sensoriales dispersas en unidades perceptivas complejas- y el entendimiento abstracto. La imaginativa produce las imágenes del pensamiento y permite así encontrar formas bellas y nuevas, a la vez que procura un conocimiento intuitivo y práctico. "Aliende que la imaginativa -dice el sabio navarro- es la que alcanza la ocasión del remedio que se ha de aplicar en la cual gracia consiste la mayor parte de la práctica [...] saber conocer el tiempo, el lugar y la ocasión cierto es ser obra de la imaginativa pues dice figura y correspondencia" (subryado nuestro; cap. XII, en la edición de 1594 el cap. XIV). Huarte concede a los hombres con imaginativa la mejor disposición para realizar las tareas propias del campo práctico, en virtud de esa "figura y correspondencia" -sintagma fundamental de su filosofía. Para Huarte, lo mismo que los mejores médicos en el arte de curar eran los hombres de mayor imaginativa, "el gobernar pertenece a la imaginativa, y no al entendimiento ni memoria".

"Y que sea así, es cosa muy clara de probar considerando que la república ha de estar compuesta con orden y concierto, cada cosa en su lugar, de manera que todo junto haga figura y correspondencia; y esto hemos probado muchas veces atrás que es obra de la imaginativa. Y no sería más poner a un gran letrado por gobernador, que hacer a un sordo juez de la música" (cap. XI, en la edición de 1594, cap. XIII; subrayado nuestro).

Por lo tanto, queda claro que -en el curso de la historia de la filosofía- la fantasía (imaginación, imaginativa) no ha sido considerada como el mero pasatiempo, la actividad de soñadores e ilusos, algo tenido trivialmente como inútil, una cosa propia de gentes que no tienen mejor cosa que construir castillos en el aire y llenarse la cabeza de pájaros -y, en el mejor de los casos, ofrecernos una obra de arte para nuestro disfrute o un feliz descubrimiento científico por "casualidad". La fantasía ha sido y es, tanto en la gnoseología como en la psicología, una cuestión muy debatida. Un asunto que urge dilucidar para poder estar en disposición de saber el provecho que pueda sacársele si adquirimos una noción de lo que sea y penetramos en los secretos de su funcionamiento.

viernes, 15 de julio de 2016

CUANDO LA IMAGINACIÓN ES PODER


Detalle de la famosa estatua de Giordano Bruno
ESBOZOS PARA UN ESTUDIO SOBRE LA "IMAGINACIÓN" EN SU PODER DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL
 



Manuel Fernández Espinosa


En su libro "Eros y magia en el Renacimiento" el tristemente asesinado Ioan P. Culianu desarrolla una de las tesis más sugerentes de cuantas se lanzaron en el siglo XX. Muy sumariamente la resumiremos en unas palabras: como resultado de la larga marcha de la filosofía occidental, en el Renacimiento floreció una tendencia que cabe rastrear en la obra de las máximas personalidades de la filosofía y la ciencia del momento (Ficino, Pico de la Mirandola, Kepler, Copérnico...), consistente en emplear el poder de la voluntad con el medium de la imaginación y Giordano Bruno llevó esa tendencia a sus consecuencias más extremas. Para el profesor Culianu, tanto la reforma protestante como la reforma católica (Contrarreforma en la jerga aceptada) se percataron del peligro "mágico" que se derivaba de esta tendencia y "la Reforma -escribe el estudioso rumano- llegó a producir una censura radical del imaginario". De este modo, la filosofía renacentista (que era una filosofía de lo fantástico) queda obturada y los poderes "reaccionarios" de las iglesias cristianas (tanto las protestantes como la católica) abren -tal vez sin conciencia plena de lo que hacían y sin querer queriendo- la vía del desarrollo tecnológico, suprimiendo la imaginación (y la cualidad) para suplantarlas por un concepto estrecho de razón: racionalismo (privilegiando la cantidad). Para Culianu,  las especulaciones renacentistas sobre el poder de la voluntad y la imaginación puesta a su servicio están latentes hoy en el campo de la psico-sociología que es donde se aplican los principios "mágicos" explicitados por Giordano Bruno.

La tesis de Culianu pone patas arriba los lugares comunes con los que occidente ha estado regodeándose durante siglos: la imagen tan extendida que hace de las iglesias unos focos hostiles al progreso científico y tecnológico tendría que ser revisada: la propaganda moderna se ha cebado, especialmente, con la iglesia católica, pero no olvidemos que los calvinistas quemaron en la hoguera a nuestro Miguel Servet. Y, por otro lado, la verdad de aquellos científicos renacentistas está muy lejos de la versión que se nos ha ofrecido en la historiografía vulgar. Los científicos renacentistas tenían mucho de magos (por eso Giordano Bruno fue, éste sí -y no Galileo- quemado por la inquisición católica; lo mismo lo hubieran quemado los protestantes): el sentido profundamente antidemocrático de la nueva ciencia renacentista lo pone de manifiesto -esto no lo dice Culianu- Girolamo Cardano (1501-1576) que a sus experimentos mágicos, en promiscuidad con la especulación matemática, sostenía que la masa inculta, por conveniencia social y política, debía ser mantenida en la credulidad y en la ignorancia, reservándose el saber a una minoría dirigente de sabios. Este reservismo ocultista (en todas sus acepciones) es compartido por Giordano Bruno que, en virtud de ser víctima de la inquisición católica, fue en lo sucesivo exaltado por la masonería democrática y liberal como uno de sus "mártires" laicos, lo que a Culianu le suscita el sarcasmo: "¡Él [Giordano Bruno], el más antidemócrata de los pensadores, convirtiéndose en símbolo de la democracia!".

Era conveniente ofrecer aunque someramente las líneas principales de la tesis de Culianu pues, dejando a un lado ese libro suyo, con sus aciertos, exuberancia erudita y omisiones, dicha obra se muestra como una excelente propedéutica a un tema que ha estado por mucho tiempo restringido y hasta vedado socialmente, envuelto en equívocos y, por lo tanto, reservado a grupos de poder económico, ideológico y político que lo aprovechan debido a la ignorancia que reina sobre ello. El tema, como tal, no es otro que el poder de la imaginación.

Si Culianu no hubiera sido asesinado por la espalda en la universidad (su asesinato sigue siendo hoy un enigma), tal vez nos hubiera ilustrado estudiando las vías soterráneas por las que siguió desplegándose -siquiera en latencia- ese modelo de ciencia mágica que él da por abolido con la reforma religiosa. No podemos olvidar toda la exaltación que de la "imaginación" se hizo en la revolución cultural de Mayo del 68: "La imaginación al poder" como eslogan tuvo hasta su himno en "Imagine" de John Lennon. Considerado el asunto de la "imaginación" superficialmente ésta parece inofensiva, casi un artículo de lujo de poetas, literatos, artistas varios y cantautores. Pero la imaginación, sin entrar en consideraciones morales, no es ni mucho menos un instrumento inocuo: según las manos en las que la imaginación esté, puede ser benéfica o, todo lo contrario, maléfica.

La cuestión no puede quedar por más tiempo confinada a esa cándida percepción que se tiene del asunto, ese lugar común por el cual pareciera que la imaginación es exclusivo patrimonio del artista que, sirviéndose de ella como de una fuente, produce novelas, poemas, canciones, películas, cuadros para nuestro disfrute... Las repercusiones políticas y sociales de la imaginación apenas han sido estudiadas con la exhaustividad que se requiere. En nuestra mística se pone de manifiesto una gran suspicacia hostil a la imaginación, pueden leerse en San Juan de la Cruz no pocas prevenciones que el Doctor Mysticus hace en lo que atañe a los engaños de la imaginación y a nuestra Santa Teresa de Jesús se le atribuye esa frase proverbial que afirma que: "La imaginación es la loca de la casa". Pero el sentido particular en que nuestros místicos anatematizaban las imaginaciones no es lo que aquí nos interesa. Lo que nos incumbe ahora es lo que esbozó brillantemente William Blake con aquel proverbio que trajo del "infierno": "What is now proved was once only imagin'd" (Lo que hoy es evidente, una vez fue imaginario.)
 
Un filósofo húngaro, apenas conocido en España, Menyhért Palágyi (1859-1924) definía la imaginación como "Ese sustraerse [del ser humano] del proceso vital al punto espacio-temporal en que permanece en realidad" y Arnold Gehlen (1904-1976) ya decía que "De hecho se definiría tan cabalmente al hombre como ser fantasial, que como ser racional", por lo que, según este filósofo alemán: "La fantasía, como facultad de realizar traslaciones totales, es precisamente el soporte íntimo de las sociedades". Si esto es así, la imaginación no puede ser considerada por más tiempo como un instrumento neutro, sino que haríamos mejor en pensar que quien sabe emplearla (no alocadamente, sino con método) está en disposición de transformar las sociedades (para bien o para mal) y quien desdeña aplicar la imaginación metódica y de un modo eficaz se condena a sufrir las transformaciones que otros realizan y sus quejas no pueden ser consideradas por más tiempo como otra cosa que la manifestación de su estupidez e ineptitud para cambiar las cosas a su favor.

Es por ello que consideramos muy oportuno hacer un recorrido por lo que sobre la "imaginación" se ha dicho desde la filosofía y -se dice hoy- en las diversas ramas del saber. Será, es nuestro propósito, lo que trataremos de hacer por más que sea a título de aproximación.

jueves, 7 de julio de 2016

ENTUSIASMO MÍSTICO Y ENTUSIASMOS NATURALES





¿ES EL ENTUSIASMO MÍSTICO UN ENTUSIASMO NATURAL?


 Manuel Fernández Espinosa


Todo el mundo sabrá, a estas alturas, que entusiasmo significa etimológicamente "endiosamiento" (ser poseído por un dios). Leibniz nos lo glosa: "En principio entusiasmo era un buen término. Y así como el sofisma indica propiamente un ejercicio de la sabiduría, el entusiasmo significa que en nosotros hay una divinidad. Est Deus in nobis". (Lo de "Est Deus in nobis" es una cita de Ovidio), más adelante el mismo Leibniz nos recordará, muy a propósito del "entusiasmo", unos versos de la Eneida de Virgilio:

"Di ne hunc ardorem mentibus adduns
Euryale, an sua cuique Deus fit dira cupido?"

[¿Son dioses, Eurilo, los que suscitan en nosotros esos ardores,
o es que cada cual convierte a su propia pasión en dios?]

Eneida, IX, 184.

Sin embargo, los poetas han sido, pese a la duda expresada por Virgilio ahí arriba, los más entusiastas -etimológicamente hablando- en su ejercicio poético. La sospecha que se extiende sobre el "entusiasmo" es una constante a lo largo de todo el percurso del pensamiento occidental: nuestra María Zambrano nos habló de la recíproca enemistad entre filósofos y poetas de la antigüedad clásica griega, lo que no impidió que muchas de las obras aurorales del pensamiento helénico encontraran su cauce en la poesía, basta recordar el poema de Parménides. Platón que fue poeta con anterioridad a consagrarse por entero a la filosofía, pensó sobre el estado entusiástico y nos ha dejado algunos pasajes que, como siempre, serán de obligada mención. 


En su diálogo "Ión", dice que los poetas "no es gracias a una técnica por lo que son capaces de hablar así, sino por un poder divino", pero más arriba ha dejado dicho que: "es una cosa leve, alada y sagrada el poeta, y no está en condiciones de poetizar antes de que esté endiosado, demente, y no habite ya más en él la inteligencia". Amén de esto, Platón incluso alude a una cadena de inspirados y la explicación de esa inspiración poética la encuentra en que la Musa se apodera de ellos y los posee; algo que entraña sus riesgos para quienes leen a los poetas, pues la fuerza que los impulsa a poetizar no es terrenal, sino divina, cuya fuerza Platón compara con la del imán que es capaz de imantar no sólo anillos de hierro, sino que a través de esos anillos es capaz de atraer a otros: en efecto, ¿quién no se ha sentido algo poeta leyendo poesía? Pero, tengamos en cuenta que los antiguos tuvieron muy presente siempre que la poesía no era un ejercicio profano, sino que con el "poetizar", el poeta (por otro nombre llamado "vate") también "profetiza" ("vaticina", cabalmente por ser "vate"); otra cita de Platón sobre el "entusiasmo" que amplía algo lo del ejercicio "profético" del poeta la hallamos en el "Timeo", en donde nos dice que: "En efecto, nadie entra en contacto con la adivinación inspirada y verdadera en estado consciente, sino cuando, durante el sueño, está impedido en la fuerza de su inteligencia o cuando, en la enfermedad, se libra de ella por estado de frenesí."

Pero es en el "Fedro" donde Platón hila más fino sobre este asunto, llegando a distinguir hasta dos clases de "locuras" (manía o entusiasmo)  a saber: la propiamente dicha locura como enfermedad y otra "locura" entendida como "inspiración divina" que la subdividía en: a) Profética (que rige Apolo); b) Rituales Iniciáticos (que rige Dioniso); c) Poética (de las Musas); d) Erótica (Afrodita y Eros).

Enamorados, poetas, iniciados, sibilas y adivinos son aquellos que, aunque pudiendo ser confundidos con dementes por el común, han vivenciado el "entusiasmo". Pero Platón, pese a sus reticencias para con los poetas, expresadas aquí y allá, también piensa que el filósofo puede "entusiasmarse", "endiosarse", cuando vive el ascenso del entendimiento como una escalada que lo eleva a la mística: "El varón, pues, que haga uso adecuado de tales recordatorios, iniciado en tales ceremonias perfectas, sólo él será perfecto. Apartado, así, de humanos menesteres y volcado a lo divino, es tachado por la gente como de perturbado, sin darse cuenta de que lo que está es entusiasmado". Los recordatorios a los que se refiere Platón son, como no podía ser menos, los propios de su teoría de la reminiscencia que remembra la Formas eidéticas.

Nadie mejor que Platón ha aportado una explicación de las raíces de la mística y a Platón han terminado dirigiéndose los místicos de todas las religiones, reconociéndose y acomodando sus experiencias a las líneas directrices platónicas. Sin embargo, como decíamos más arriba, los que se han pronunciado, en el curso del tiempo, sobre estas cuestiones considerándose a sí mismos como más realistas, sensatos, equilibrados y razonables... Han mantenido y mantienen la sospecha sobre el "entusiasmo": lo mismo materialistas que teólogos raciocinantes ("teológos racionalistas judeo-protestantes" les llamaba Schopenhauer a esa caterva de teólogos). 

Convendrá, en primer lugar, tener en cuenta que, aunque "mística" y "entusiasmo" estén relacionados, ambos términos no son necesariamente sinónimos. En el "entusiasmo" podríamos encontrar el sentido más fuerte si apelamos a su etimología; así, en efecto, lo que en la mistica tradicional católica se ha llamado la "unión mística" (tras la fase purificativa y la fase iluminativa): ser "uno con Dios", "uno en Dios", "Est Deus in nobis" que dijera Ovidio, podría ser entendido como "entusiasmo". Pero tenemos que contar con que, a lo largo del tiempo, la palabra "entusiasmo" ha venido a depauperarse, deviniendo a asunto psicológico, degradándose a "estados anímicos" que bien por causas endógenas o exógenas no pasarían de mostrar un cuadro sintomatológico, tan descriptible como digamos que los movimientos peristálticos. Ese "entusiasmo" a nosotros no nos vale, ciertamente, puesto que ahí no se cuenta con aquello que hace que el "entusiasmo" sea auténtico "entusiasmo místico" (o sea, "Est Deus in nobis"), pero es que cuando la gente piensa en un estado entusiástico, no va más allá de representarse un estado de cierta alegría natural, brillo en los ojos, jovialidad... Que no, que tampoco nos vale: eso son pamplinas de "pensamiento positivo" para estrategias comerciales. Por otra parte, el "entusiasmo", en sus máximas expresiones podría ser preocupante, es cierto, cuando llega a manifestar una exacerbación que rayara el paroxismo; pero no por ello sería el "entusiasmo místico" aquello que mejor hiciéramos en llamar fanatismo.

Es una absoluta miopía intelectual considerar que la experiencia empírica de los entusiasmos naturales -de carácter leve o extremo- que hayamos podido tener constituya por sí misma un buen ejemplo de lo que decimos con "entusiasmo" cuando nos referimos a "entusiasmo místico". Tampoco vale aquí añadir a "entusiasmo" el "místico" en razón de que ese "entusiasmo" natural parezca producirse por una circunstancia religiosa (como pasa en ciertas sectas). Más grosero si cabe es tomar el todo por la parte y explicar los raptos místicos por histerismos de índole psico-sexual. Pero no podríamos esperar otras "explicaciones" ni otras "confusiones" en una época grávida de tinieblas. Estas confusiones son precisamente las que tenemos que tener en cuenta, para marcar las prevenciones pertinentes sobre los "entusiasmos naturales", por mucho que se revistan de "místicos". Pero eso no supone, como hacen los teólogos raciocionantes, negar tampoco el "entusiasmo místico": es más, a nosotros nos parece que la verdadera meta de todo fiel debe ser precisamente el "entusiasmo místico" auténtico, o al menos tender a ello.

Y, por último, sí: admitiremos que no podemos explicar lo que sea la mística auténtica, aquella en que alma y Dios se hacen uno; no lo podemos explicar con la "claridad" y "suficiencia" con que la neurociencia o la psiquiatría podrá explicar las más variopintas experiencias de "entusiasmo natural"; pero sí que nos parece que negar la vivencia mística auténtica (en virtud de no haberla tenido nunca) es tan descabellado como negar la cópula sexual por ser todavía virgen y no tener la menor experiencia sexual.

domingo, 3 de julio de 2016

¿DETERMINISMO MORO?

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Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Si los romanos estuvieron el mismo tiempo en España que los moros, y si llevamos 8 siglos de "neolatinos", amén de nuestra herencia celta, ibera, y también de la época visigótica, ¿por qué sin embargo existe esa fijación en unos moros que parecen ser artífices de todo?
De todas nuestras costumbres, hasta las más estereotipadas: Mariscos, cerveza, jamón, gambas, ferias, tauromaquia, imaginería, galgos, dulces de miel... ¿cuál de ellas se debe al determinismo moro?
Empero, ricemos el rizo: Si los españoles (y los andaluces en particular) somos moros porque los moros estuvieron durante siglos en España, ¿los moros, entonces, son romanos, puesto que Roma estuvo el mismo tiempo en el norte de África que los moros en España?
Más allá: Si los andaluces y los moros somos la misma cosa, ¿cómo es entonces que la inmigración magrebí no se adapta tan ricamente? ¿No somos tan iguales y todo se lo debemos a ellos? ¿De verdad se adapta mejor a Andalucía un moro que un criollo, un italiano o un griego?
¿Veis cómo no puede ser?
Lo dicho: No digo que no haya habido influencias e interacciones con los moros. Eso sería ridículo y negar lo evidente. Pero esa falsa y exagerada imagen de nuestra tierra se debe a imposturas ideológicas, y no a realidades.
Si leyéramos más a Séneca, cuánto más comprenderíamos de nuestras verdaderas raíces y de nuestra verdadera identidad a través de nuestra filosofía... 

domingo, 19 de junio de 2016

COMPRENDER A LAS MINORÍAS ÉTNICO-RELIGIOSAS: YAZIDÍES



Niña yazidí, fotografía de: TN


ALGUNAS CREENCIAS Y COSTUMBRES DE UN PUEBLO HOY EN RIESGO DE EXTINCIÓN

 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
"El Sol se ha levantado por encima de mí y han venido dos verdugos hacia mí.
 
¡Oh, pobre! Levántate y confía en tu religión, que es: Dios es el único y Malekas Sey Adi es Habbid Hallah (el amado de Dios). Confiesa una vez más la muerte del tiempo y el último día. Amén".
 
 
 
Ésta, aproximadamente, es la plegaria matutina de una minoría étnico-religiosa que hoy sufre el genocidio: los yazidíes. Eran unas 400.000 almas con antelación al exterminio que padecen a manos del Estado Islámico. Más de 3.200 mujeres yazidíes y niños han caído en manos del Estado Islámico: las mujeres y niñas han sido reducidas a la condición de esclavas sexuales y los niños han engrosado a la fuerza las filas del Estado Islámico. Recientemente, la ONU ha reconocido el genocidio que se está perpetrando con ellos.
 
Los orígenes de su credo sincretista son inciertos lo que ha supuesto que los yazidíes hayan sufrido multisecularmente la mala fama (y errónea consideración) de "adoradores de Satanás"; el secretismo de su religión tampoco les ayuda mucho a ser mejor conocidos. El Estado Islámico los califica así: "Una secta de infieles auténticos que practica ritos raros como la adoración del maldecido Satanás", lo cual repite el error que cometieron, ya en el siglo XI, algunos autores musulmanes que aportan las noticias más tempranas sobre los yazidíes; además de eso, los musulmanes identificaron erróneamente el nombre de´"yazidíes" con el de Yazid ibn Muawiya (647-683), el odiado segundo califa Omeya que asesinó al nieto de Mahoma, Husein ibn Ali.
 
Sin embargo, parece más verosímil que el nombre "yazidí" derive del persa "yazd" (ángel o deidad) como han puesto de manifiesto algunos especialistas. Poseen dos libros sagrados: "Kitab al Jilwa" (Libro de la revelación) y "Mashaf Rash" (el "Libro Negro"). Entre las creencias que más han contribuido a malinterpretarlos se halla el "Melek Taus" que vendría a ser un ángel que, tras su caída, se redimió a sí mismo tras llorar 7000 años.
 
Cuando Jacques Soubrier los visitó en la primera mitad del siglo XX, nos pinta a grandes rasgos lo que supo de sus creencias:
 
"Yezide creó a su imagen seis ángeles lo mismo que se encienden las velas con la llama de la primera. Cada uno de ellos ha sido creado cada día de la semana, comenzando por el ángel Nourail, dios también él mismo, que fúe creado el sábado.
 
El rey es el Rey-Pavo Real, que en el Paraíso quedó por orden de Dios para escuchar las palabras del Creador. Por eso el pavo es el símbolo de Dios, representado materialmente como un pájaro que se conserva en el Djebel Sindja, en casa del emir Said, en la aldea de Haebber. Pero el Dios-Pavo fue sustituido a veces por el diablo, dios del mal, que llegó a encarnarle tan bien que los mortales, incapaces de discernir en todo momento si el Dios-Pavo representa al dios del bien o a su concurrente, deben venerar a uno y otro por prudencia."
 
Sin embargo, aunque opinaran de este modo, tenían rigurosamente prohibido mencionar nunca la palabra "cheitán" (diablo) o la de "khitan" (hijo) y "bestan" (jardín) por su similitud con la de "cheitán".
 
El Melek Taus (Rey Pavo Real: algunos quieren leer "Zeus" -Dios- en Taus) es una cuestión bastante oscura. El erudito orientalista frances Joachim Menant (1820-1899) escribió: "Entre los Yesidis del Turkestán, el Melek Taus, o sea el Rey Pavo Real, no es el nombre de una divinidad; ni tampoco es el nombre de un genio del Bien o del Mal; es un Sinjak, una "manga" o pendón, que tiene carácter sagrado".
 
En cuanto a las creencias de ultratumba, nos revela Soubrier que: "Los yezidis admiten una metempsicosis un poco especial, según la cual la salvación de las almas es tanto más perfeccionante cuanto que el alma del difunto acaba de habitar el cuerpo de otro hombre, y resulta degradante cuando pasa al cuerpo de un animal o más miserable aun si se refugia en un vegetal."
 
Los yezidíes veneran a Jesucristo como a un profeta, aunque Sheikh Adi es el más grande de los profetas para ellos. Respetan el Evangelio y sienten más estima por los cristianos que por los musulmanes; lo cual se aprecia en las costumbres que nos refiere Soubrier, relativas a los rituales matrimoniales de los yazidíes: la recién casada pasa por un templo cristiano a cuya puerta estampaba un beso. Practican la circuncisión, pero también una especie de bautismo que apunta a la incorporación de elementos cristianos. Tienen también una rigurosa dieta que les prohibe alimentos como el pescado, la coliflor, la carne de gacela y la lechuga y los sheikhs (sus jefes religiosos) observan normas más estrictas todavía, como las de no comer calabaza ni beber en un porrón ni a chorro; los líderes tampoco visten de azul ni pueden escupir a la tierra en público. En cuanto a las ceremonias fúnebres tuvieron la costumbre de frotar el cadáver con tierra del sepulcro del Sheikh Adi y sobre el túmulo depositan excrementos de carnero, para que las fieras no desentierren los cadáveres.
 
Se trata, como podemos ver, de una identidad étnico-religiosa que hoy está en riesgo de extinción, masacrada con otros musulmanes y cristianos orientales por ese auténtico Satán despiadado del terrorismo salafista que sirve a turbios intereses.
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA
 
 
"Monjes y bandidos. Desde el Adriático hasta las fronteras iranias", Jacques Soubrier, Colección Austral, Buenos Aires, 1949.
 
"Les Yézidis. Épisodes de l'histoire des adorateurs du diable", Joachim Menant, Paris, E. Leroux, 1892.
 
"El bestiario de Cristo. El simbolismo animal en la Antigüedad y la Edad Media" (vol. II), Louis Charbonneau-Lassay, José J. de Olañeta Editor, Barcelona, 1997.

jueves, 2 de junio de 2016

EL ANTIHÉROE

Imagen de www.abc.es 



Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor


Me siento muy orgulloso de que el Quijote sea considerado el mejor libro de todos los tiempos. Es un orgullo para nuestra universal lengua. No obstante, creo que ha tenido un aspecto negativo, y ha sido la propagación del antihéroe hasta convertirse en una suerte de arquetipo nacional, pesada losa que como nefasta imagen de acomplejados nos lleva acompañando ya siglos. Y es que también nos olvidamos que esta gran novela fue censurada en su día por personalidades tan importantes como Quevedo y Lope de Vega, colegas próximos de Miguel de Cervantes. Y las cosas pasan por algo.

Sobre los orígenes de Cervantes, se ha escrito absolutamente de todo: Gallego, catalán, judío, morisco… Sin embargo, yo me quedo más con la información que nos brinda Jean Dumont (1), aquel gran historiador que se consideraba “francés de España”, quien aseveraba que Cervantes procedía de cristianos viejos. No hay que buscar por ahí determinados “códigos secretos” que algunos pretenden sacar del Quijote, haciéndonos también a Cervantes como una especie de prócer liberal-progresista. No, nada de eso era Cervantes. Cervantes, como bien dice Dumont, adscrito a la corriente erasmista, corriente intelectual y religiosa que cautivó a no pocos intelectos españoles gracias al contacto con el mundo centroeuropeo de la época. Erasmo de Rotterdam, al cual protegió el mismísimo Carlos I, irrumpía en la escena cultural y espiritual con ideas que parecían renovadoras, sobre todo con respecto a la corrupción del clero y la falta de instrucción. Con todo, siempre dejó claro que “non placet Hispania”, y los “alumbrados” españoles, al igual que muchos ilustrados en el siglo XVIII, veían con mucha fatiga y pesimismo las costumbres y esencias de su propio país, creyendo que esta avalancha dizque humanista traería progreso. Cómo nos suena esto, constante tan manida en nuestra Historia… Ante el advenimiento de la ruptura protestante, Martín Lutero, quien años después exhortaba a los príncipes alemanes a “exterminar como a perros” (literalmente) a los campesinos rebelados, se declaraba heredero de Erasmo de Rotterdam. Sin embargo, Erasmo no salió del círculo pedagógico y ante la Reforma y la Contrarreforma, con una actitud más o menos “pacifista”, acabó por no gustar ni a unos ni a otros. ¿Será Erasmo un precursor de la Ilustración? ¿Del krausismo? ¿Todo se solucionaba con “educación”? ¿El problema era la traducción de la Biblia? Será y no será, porque uno de los problemas de Erasmo, sobre todo en los últimos tiempos, fue su “indefinición” ante uno de los máximos acontecimientos de Europa. Fue un hombre de gran conocimiento, sin duda, pero ese conocimiento no fue muy llevado a la escena práctica, y mucho menos en un mundo hispánico que se reafirmaba contra la iconoclastia y el determinismo de Lutero, Calvino y compañía; el cénit de la “cultura prometeica” según el filósofo y sociólogo letón Walter Schubart (2).

Con todo, como decimos, sus enseñanzas, sobre todo a través de la “cultura”, se hicieron eco en España, y parecido conflicto se viviría en el siglo XVIII, con una élite ilustrada y “afrancesada” ante un pueblo barroco; claro que en los siglos XVI y XVII la élite estaba mucho más mimetizada con el sentir popular en general, siendo que el erasmismo nunca salió de ciertas marginalidades.

En fin, aparte de este “humanismo renacentista-erasmista”, que se había anticipado en Italia con el rechazo de una época mal llamada “Edad Media”, siempre cuestionando el  “mundo anterior” y presumiendo de purismo y recogimiento mientras en verdad inyectaba un paganismo mal digerido, Cervantes tenía no poco resentimiento personal y en verdad no le faltaban algunas razones para ello. Sus servicios militares nunca fueron recompensados, y no le fue concedida la ansiada gobernación de Guatemala, lo que provocó que tuviera cierta visión negrolegendaria sobre las Indias. Aparte, como cobrador de impuestos, estuvo encarcelado, y de ahí a que dominara a la perfección el lenguaje hampón que con tanto arte plasmó en Rinconete y Cortadillo, por ejemplo. No nos olvidemos, asimismo, de hechos como su cautiverio en Argel, lo cual le dio para mucho en cuanto a los moros y el islam, no porque fuera morisco como algunos creen. Su mala situación personal, algunas inclinaciones intelectuales y sus continuos desencuentros en general, le imprimieron un carácter mordaz y satírico que no siempre fue bien comprendido.

El Quijote es un libro tan amplio, tan controversial, tan simbólico, tan realista, tan ácido, tan humorístico, tan pesimista… Y tantas y tantas cosas que abarca que ha provocado argumentos y visiones de todo tipo. Reitero: Debe ser motivo de orgullo el que nuestra lengua y cultura se haya embellecido con este ejemplo. Sin embargo, al no ser siempre bien comprendido, por encima de lo que pensara o dejara de pensar el propio Cervantes al criticar el manido gusto por los libros de caballería, lo cierto es que se fue extendiendo la idea del antihéroe como arquetipo español; idea en especial muy aprovechada por algunos ilustrados y luego por muchos liberales y marxistas; idea que asimismo han aprovechado determinadas oligarquía criollo-mestizas para, al servicio del imperialismo británico, hacer y deshacer en las Españas Americanas, ante un pueblo siempre humillado y cabizbajo, inconsciente de su grandeza histórica y sus inherentes capacidades. Fijémonos en cómo los españoles, cuando queremos hacer chistes, nos denigramos a nosotros mismos. Es algo que también le pasa a los portugueses. Otros han creado el absurdo mito del gallego tonto y bruto (3) para inventarse no sé cuántos chistes. Y así seguimos.

Está bien que haya molinos de viento que parezcan gigantes, está bien la cordura recuperada y la diferencia entre el quijotismo y el sancho-pancismo y todo eso, pero también está bien la realidad sin desdeñar ideales bellos, y menos los de una caballería que forjó una civilización cimentada en el espíritu, constituyendo un código histórico milenario; y está bien la autocrítica pero constructiva y también consciente de las virtudes y las buenas posibilidades. La idea del antihéroe se ha introducido y exagerado demasiado entre nosotros, y ya es hora de frenarla con ejemplos como el de José Cadalso (4), insigne patriota del siglo XVIII que murió intentando recuperar Gibraltar para España, mientras siglo después, toda una cohorte de acomplejados pseudo-intelectuales no hicieron más que, desde señoritingas posiciones, criticar y mentir sobre el pasado sin construir nada bueno y verdadero hacia el futuro.






NOTAS: 




(1)Sobre Jean Dumont:


jean dumont - antonio moreno ruiz





(3)Algo hablamos en este artículo:


RAIGAMBRE: ¿"ITALIANISMO" O IMPOSTURA?






domingo, 8 de mayo de 2016

COLÓN NO ERA DE HUELVA





Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor 

Vive Dios que me cuesta la propia vida escribir este artículo, pero por causa de fuerza mayor, me veo obligado a hacer tal cosa.

Sobre los orígenes de Colón, se ha dicho un poco de todo: A la tradicional hipótesis de que era genovés, se le añade gallego, portugués, judío, catalán, mallorquín, francés, griego… Y qué se yo más. Aunque hay gente que pretendiera, asimismo, que Colón fuera de Huelva. Como si Huelva fuera una suerte de provincia ancestral y por supuesto separada de Sevilla por los siglos de los siglos amén. Cualquier ocasión puede ser válida para, desde una perspectiva “provincialista”, atacar a otra provincia. Y más si se trata de Sevilla. Que no digo que no haya en Sevilla gente que, asimismo, también se meta con otras provincias. Y así sucesivamente.

Pues bien, al final, esto es como todo: La realidad histórica siempre desmiente los histerismos y las ignorancias contemporáneas.

A saber:

-No existió una provincia de Huelva en Tartessos, ni en la Bética romana, ni en el emirato/califato o taifas musulmanas.

-Cuando en el siglo XIII el rey Fernando III el Santo reconquistó para la Cristiandad hispánica los territorios denominados como “reynos del Andaluzía”, éstos los reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén. El reino de Sevilla abarcaba las actuales provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz, así como parte del sur de la actual provincia extremeña de Badajoz. Las “marcas” de Algeciras y Gibraltar quedaron en una suerte de “dominio confuso” hasta que en el siglo XIV fueron detenidas las últimas tentativas musulmanas llegadas del norte de África a través de los benimerines; quedando, asimismo, estas “marcas” bajo la administración del reino de Sevilla.

Y por supuesto, los “reynos del Andaluzía” se encuadraban en la Corona de Castilla.

No sabemos a ciencia cierta el origen de Cristóbal Colón, pero sí sabemos que cuando zarpó del puerto de Palos de la Frontera, la provincia de Huelva no existía. Colón zarpó de un puerto del reino de Sevilla. Sanlúcar de Barrameda, otro puerto importantísimo para la ruta americana, también pertenecía al mismo reino.

-No es hasta el año 1833 cuando la administración española, dirigida por el ministro Javier de Burgos, cambia al sistema de provincias, eliminando las demarcaciones tradicionales.

No hay que olvidar que, en ese año, contra la ley, el liberalismo se impuso en el poder por la vía golpista, ayudado por el imperio británico, la Francia orleanista y mercenarios belgas.

Javier de Burgos, natural de Motril, llevó mucho más allá las intendencias borbónicas del siglo XVIII y suprimió la división tradicional en reinos, señoríos, etc.; siendo en el sur las más perjudicadas -con diferencia Sevilla- y Granada. Así como Sevilla abarcaba Sevilla, Huelva, Cádiz y parte de Badajoz, Granada abarcaba Granada, Málaga y Almería. Las medidas del ministro liberal, lejos de agilizar o facilitar la administración, desordenaron a un país exhausto, creando problemas y divisiones artificiales donde nunca había habido eso; donde nunca había hecho falta.

Lejos de la supuesta “primacía” sevillana con la que se obsesionan algunos, Sevilla fue muy perjudicada desde el siglo XIX, al igual que Castilla la Vieja lo será especialmente en 1978, con el régimen de las autonomías; desastre similar al que provocó el liberalismo isabelino en su día.

Por cierto que hasta Javier de Burgos, Granada no formaba parte de Andalucía. Reiteramos: Los “reynos del Andaluzía” eran Sevilla, Córdoba y Jaén. Del siglo XIII al siglo XIX. Aunque en el siglo XVIII ya hay alguna referencia a “los cuatro reinos” en Andalucía, oficialmente no es sino hasta el XIX.

Así que la teoría de los que hablan de una supuesta “nación cultural milenaria andaluza” con el notario Blas/Ahmad Infante por bandera (1) caen en el mismo, ridículo y cateto yerro que los que piensan que Colón era de Huelva, o que Sevilla siempre ha sido la capital de Andalucía.

Lo que sí es un hecho es que durante seis siglos, onubenses y gaditanos fueron tan sevillanos como los trianeros. Como provincias apenas tenemos/tienen dos siglos.

-Asuman tirios y troyanos que en Sevilla no hay más “derby” que el Sevilla-Betis/Betis-Sevilla. Cuando sevillistas y béticos jugamos contra otros equipos del sur, no los consideramos “partidos especiales”. Son inventos recientes y de un canal que, curiosamente, se dice “andalucista”. Pero es ese mal llamado “andalucismo” (en verdad alandalusismo) el que ha creado las rivalidades que empezaron sus legítimos padres liberales.  Pero en Sevilla hay “derby” también en las familias, pues rara es la familia que no tiene su división en sevillistas y béticos. Hace años, un presidente que tuvo el Córdoba y que era conocido como “el Sandokan” hizo notar esto de una forma muy gráfica: “¿Cómo vamos a ser nosotros igual que los sevillanos, si el sevillano desde que está en el coño de su madre es del Betis o del Sevilla?” Y es que así es. “El Sandokan” lo decía poco más o menos como queja porque no veía mucha raigambre cordobesista en Córdoba. Y es que de verdad: No se entienden tantos insultos a Sevilla y tanto supuesto “provincialismo” cuando en el fútbol se ve que poco caso se le hace al equipo de la provincia y muchos a otros de Despeñaperros para arriba.

Por supuesto que cada uno puede ser del equipo que quiera, pero en cuestión de odios y fijaciones, hay cosas que no cuadran.

 ¿”Rivalidad histórica”? Al contrario: Nos une mucho más de lo que nos separa. Con o sin fútbol de por medio. Es el liberalismo y su epílogo “andalucista” el que nos ha enfrentado. Su nefasta herencia es la que amenaza con romper toda España.

Otrosí, tanta obsesión con Sevilla denota un complejo muy grotesco. Porque el que está seguro y orgulloso de su identidad ama, no odia. Por eso los nacionalismos resultan tan histéricos, mentirosos y ahistóricos. Por eso este “provincialismo” moderno y ramplón se le parece tanto.

Para remachar, he de recordar que yo soy de Bollullos de la Mitación, pueblo situado unos dieciséis kilómetros de la ciudad de Sevilla, y que a su vez, está a veintipocos kilómetros de pueblos que ya pertenecen a la provincia de Huelva. Pues bien, propongo un reto: Póngase a dos tipos que gusten mucho del “provincialismo” mamarracho, uno de la ciudad de Huelva y otro de la ciudad de Sevilla; y al frente, individuos de Chucena, Bollullos de la Mitación, Aznalcázar, Hinojos, Pilas, Villamanrique de la Condesa, Almonte, Carrión de los Céspedes, Villalba del Alcor o Rociana del Condado. Y a ver quién es capaz de distinguir quién pertenece a la provincia de Huelva o de Sevilla por su forma de hablar o comportarse.

Somos la misma gente. Asumámoslo. Querámonos. Y dejémonos de divisiones que nos han impuesto los enemigos de nuestro pueblo.

Por favor: Demasiados problemas importantes tenemos para andar con tamañas estupideces que parecen tonterías de niños chicos. Ya está bien. Que quien escribe esto es un aljarafeño que, lejos de su tierra, se muere de nostalgia por Granada. Y por Córdoba. Y que se siente más en casa con algunos pueblerinos de la actual provincia de Huelva que con ciertos sevillanos citadinos.





Imagen de es.globedia.com




NOTAS:

(1)Sobre el islamismo de Blas Infante en particular y el alandalusismo en general, recomendamos:




el andalucismo, ¿quinta columna del islam en la península? -





martes, 3 de mayo de 2016

LA INVENCIÓN DE LA ASEXUALIDAD

Peter Paul Rubens - “Venus frígida” (1614)

LA VENUS FRÍGIDA: CONGELAR LA SEXUALIDAD


Manuel Fernández Espinosa



"Mantener a la humanidad bajo 500,000,000 en perpetuo equilibrio con la naturaleza." reza el primero de los renglones del extraño monumento llamado Georgia Guidestones. Los portavoces del Nuevo Orden Mundial han expresado en multitud de ocasiones su firme voluntad de controlar la natalidad mundial. Y ahora se hace todo más evidente.
 
¿Por qué la insistente propaganda gay en el mundo occidental y en todas las partes de la tierra que quedan bajo su influencia? La homosexualidad es estéril. ¿Por qué el aborto planetarizado? Para detener la natalidad. ¿Por qué la difusión de los más diversos métodos anticonceptivos? Relaciones sexuales, sí; pero natalidad, no. Y como todo esto no era suficiente ahora se ha descubierto (tatachán) una nueva -¿cómo lo diríamos para no ofender?- una "nueva" tendencia: la asexualidad.
 
Desde hace una semana estoy leyendo aquí y allá artículos que nos presentan la asexualidad, con la insidiosa manera que tienen "ellos" de persuadirnos de que lo "anormal" es "normal" y lo "contranatura" es "natural". Incluso una campaña publicitaria de colchones se ha apuntado a este carro de los locos. Dicho anuncio es todo un catecismo envenenado, para conseguir "normalizar" esta nueva tendencia que tratan de imponer para todos aquellos que, por los motivos que sean, se vean reflejados en ella. Dicen en el anuncio, por ejemplo: 

"Antes el sexo era pecado y ahora parece que el pecado es que no te guste".

Algo fácilmente aceptable incluso para los vigilantes de la más estricta moralidad sexual de signo cristiano. El sexo en sí mismo no es pecado, por mucho que se empeñen los puritanos o los depravados: es pecado desordenarlo.

"Los asexuales no vemos al resto de personas como una fuente de placer".

Parece una versión asexualista del imperativo categórico kantiano: norma contra la cual sólo los violentos sexuales (esos egoístas irredentos que no parecen querer otra cosa que explotar al "otro" y tener hijos como conejos) pueden oponerse. Es un error encontrar en los "otros" una simple "fuente de placer", pero no es todo tan simple como dicta ese sofisma.

"Normal es todo aquello que nos hace sentir a gusto y bien con nosotros mismos".

Toda una ética hedonista y privada, para justificar cualquier despropósito, a la que pudiéramos espetarle: ¿Y si a mí me hace sentir a gusto y bien conmigo mismo liarme a repartir mamporrazos a diestro y siniestro... también es "normal"?

Como vemos, mensajes de apariencia inocua, de ahí su efectividad. Y el propósito de todo es generalizar lo que, si es cierto que existe, es algo extra-ordinario, que se sale de lo normal precisamente: el hecho de no sentir ninguna atracción por el sexo.

De lo que se trataba, en el fondo, era de abrir otra brecha en la sociedad para esterilizar otro sector de población, ese que -por la razón que se quiera: desde una mala racha, un desengaño amoroso... se identifique con una moda que nos están imponiendo en los colchones.

Ellos saben muy bien cómo funcionan estas cosas: inventas el "nombre", lo aireas y empezarán a salir del armario asexuales que desarrollarán incluso psicosomáticamente todo el cuadro sintomatológico: así se controla bien al rebaño, así se neutraliza el apareamiento y (lo que para esta gentuza que nos domina es nefasto) la natalidad.