Niña yazidí, fotografía de: TN |
ALGUNAS CREENCIAS Y COSTUMBRES DE UN PUEBLO HOY EN RIESGO DE EXTINCIÓN
Manuel Fernández Espinosa
"El Sol se ha levantado por encima de mí y han venido dos verdugos hacia mí.
¡Oh, pobre! Levántate y confía en tu religión, que es: Dios es el único y Malekas Sey Adi es Habbid Hallah (el amado de Dios). Confiesa una vez más la muerte del tiempo y el último día. Amén".
Ésta, aproximadamente, es la plegaria matutina de una minoría étnico-religiosa que hoy sufre el genocidio: los yazidíes. Eran unas 400.000 almas con antelación al exterminio que padecen a manos del Estado Islámico. Más de 3.200 mujeres yazidíes y niños han caído en manos del Estado Islámico: las mujeres y niñas han sido reducidas a la condición de esclavas sexuales y los niños han engrosado a la fuerza las filas del Estado Islámico. Recientemente, la ONU ha reconocido el genocidio que se está perpetrando con ellos.
Los orígenes de su credo sincretista son inciertos lo que ha supuesto que los yazidíes hayan sufrido multisecularmente la mala fama (y errónea consideración) de "adoradores de Satanás"; el secretismo de su religión tampoco les ayuda mucho a ser mejor conocidos. El Estado Islámico los califica así: "Una secta de infieles auténticos que practica ritos raros como la adoración del maldecido Satanás", lo cual repite el error que cometieron, ya en el siglo XI, algunos autores musulmanes que aportan las noticias más tempranas sobre los yazidíes; además de eso, los musulmanes identificaron erróneamente el nombre de´"yazidíes" con el de Yazid ibn Muawiya (647-683), el odiado segundo califa Omeya que asesinó al nieto de Mahoma, Husein ibn Ali.
Sin embargo, parece más verosímil que el nombre "yazidí" derive del persa "yazd" (ángel o deidad) como han puesto de manifiesto algunos especialistas. Poseen dos libros sagrados: "Kitab al Jilwa" (Libro de la revelación) y "Mashaf Rash" (el "Libro Negro"). Entre las creencias que más han contribuido a malinterpretarlos se halla el "Melek Taus" que vendría a ser un ángel que, tras su caída, se redimió a sí mismo tras llorar 7000 años.
Cuando Jacques Soubrier los visitó en la primera mitad del siglo XX, nos pinta a grandes rasgos lo que supo de sus creencias:
"Yezide creó a su imagen seis ángeles lo mismo que se encienden las velas con la llama de la primera. Cada uno de ellos ha sido creado cada día de la semana, comenzando por el ángel Nourail, dios también él mismo, que fúe creado el sábado.
El rey es el Rey-Pavo Real, que en el Paraíso quedó por orden de Dios para escuchar las palabras del Creador. Por eso el pavo es el símbolo de Dios, representado materialmente como un pájaro que se conserva en el Djebel Sindja, en casa del emir Said, en la aldea de Haebber. Pero el Dios-Pavo fue sustituido a veces por el diablo, dios del mal, que llegó a encarnarle tan bien que los mortales, incapaces de discernir en todo momento si el Dios-Pavo representa al dios del bien o a su concurrente, deben venerar a uno y otro por prudencia."
Sin embargo, aunque opinaran de este modo, tenían rigurosamente prohibido mencionar nunca la palabra "cheitán" (diablo) o la de "khitan" (hijo) y "bestan" (jardín) por su similitud con la de "cheitán".
El Melek Taus (Rey Pavo Real: algunos quieren leer "Zeus" -Dios- en Taus) es una cuestión bastante oscura. El erudito orientalista frances Joachim Menant (1820-1899) escribió: "Entre los Yesidis del Turkestán, el Melek Taus, o sea el Rey Pavo Real, no es el nombre de una divinidad; ni tampoco es el nombre de un genio del Bien o del Mal; es un Sinjak, una "manga" o pendón, que tiene carácter sagrado".
En cuanto a las creencias de ultratumba, nos revela Soubrier que: "Los yezidis admiten una metempsicosis un poco especial, según la cual la salvación de las almas es tanto más perfeccionante cuanto que el alma del difunto acaba de habitar el cuerpo de otro hombre, y resulta degradante cuando pasa al cuerpo de un animal o más miserable aun si se refugia en un vegetal."
Los yezidíes veneran a Jesucristo como a un profeta, aunque Sheikh Adi es el más grande de los profetas para ellos. Respetan el Evangelio y sienten más estima por los cristianos que por los musulmanes; lo cual se aprecia en las costumbres que nos refiere Soubrier, relativas a los rituales matrimoniales de los yazidíes: la recién casada pasa por un templo cristiano a cuya puerta estampaba un beso. Practican la circuncisión, pero también una especie de bautismo que apunta a la incorporación de elementos cristianos. Tienen también una rigurosa dieta que les prohibe alimentos como el pescado, la coliflor, la carne de gacela y la lechuga y los sheikhs (sus jefes religiosos) observan normas más estrictas todavía, como las de no comer calabaza ni beber en un porrón ni a chorro; los líderes tampoco visten de azul ni pueden escupir a la tierra en público. En cuanto a las ceremonias fúnebres tuvieron la costumbre de frotar el cadáver con tierra del sepulcro del Sheikh Adi y sobre el túmulo depositan excrementos de carnero, para que las fieras no desentierren los cadáveres.
Se trata, como podemos ver, de una identidad étnico-religiosa que hoy está en riesgo de extinción, masacrada con otros musulmanes y cristianos orientales por ese auténtico Satán despiadado del terrorismo salafista que sirve a turbios intereses.
BIBLIOGRAFÍA
"Monjes y bandidos. Desde el Adriático hasta las fronteras iranias", Jacques Soubrier, Colección Austral, Buenos Aires, 1949.
"Les Yézidis. Épisodes de l'histoire des adorateurs du diable", Joachim Menant, Paris, E. Leroux, 1892.
"El bestiario de Cristo. El simbolismo animal en la Antigüedad y la Edad Media" (vol. II), Louis Charbonneau-Lassay, José J. de Olañeta Editor, Barcelona, 1997.
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