Por
Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
Vive
Dios que me cuesta la propia vida escribir este artículo, pero por causa de
fuerza mayor, me veo obligado a hacer tal cosa.
Sobre
los orígenes de Colón, se ha dicho un poco de todo: A la tradicional hipótesis
de que era genovés, se le añade gallego, portugués, judío, catalán, mallorquín,
francés, griego… Y qué se yo más. Aunque hay gente que pretendiera, asimismo,
que Colón fuera de Huelva. Como si Huelva fuera una suerte de provincia
ancestral y por supuesto separada de Sevilla por los siglos de los siglos amén.
Cualquier ocasión puede ser válida para, desde una perspectiva
“provincialista”, atacar a otra provincia. Y más si se trata de Sevilla. Que no
digo que no haya en Sevilla gente que, asimismo, también se meta con otras
provincias. Y así sucesivamente.
Pues
bien, al final, esto es como todo: La realidad histórica siempre desmiente los
histerismos y las ignorancias contemporáneas.
A
saber:
-No
existió una provincia de Huelva en Tartessos, ni en la Bética romana, ni en el
emirato/califato o taifas musulmanas.
-Cuando
en el siglo XIII el rey Fernando III el Santo reconquistó para la Cristiandad
hispánica los territorios denominados como “reynos del Andaluzía”, éstos los
reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén. El reino de Sevilla abarcaba las actuales
provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz, así como parte del sur de la actual
provincia extremeña de Badajoz. Las “marcas” de Algeciras y Gibraltar quedaron
en una suerte de “dominio confuso” hasta que en el siglo XIV fueron detenidas
las últimas tentativas musulmanas llegadas del norte de África a través de los
benimerines; quedando, asimismo, estas “marcas” bajo la administración del
reino de Sevilla.
Y
por supuesto, los “reynos del Andaluzía” se encuadraban en la Corona de
Castilla.
No
sabemos a ciencia cierta el origen de Cristóbal Colón, pero sí sabemos que
cuando zarpó del puerto de Palos de la Frontera, la provincia de Huelva no
existía. Colón zarpó de un puerto del reino de Sevilla. Sanlúcar de Barrameda,
otro puerto importantísimo para la ruta americana, también pertenecía al mismo
reino.
-No
es hasta el año 1833 cuando la administración española, dirigida por el
ministro Javier de Burgos, cambia al sistema de provincias, eliminando las
demarcaciones tradicionales.
No
hay que olvidar que, en ese año, contra la ley, el liberalismo se impuso en el
poder por la vía golpista, ayudado por el imperio británico, la Francia
orleanista y mercenarios belgas.
Javier
de Burgos, natural de Motril, llevó mucho más allá las intendencias borbónicas
del siglo XVIII y suprimió la división tradicional en reinos, señoríos, etc.;
siendo en el sur las más perjudicadas -con diferencia Sevilla- y Granada. Así
como Sevilla abarcaba Sevilla, Huelva, Cádiz y parte de Badajoz, Granada
abarcaba Granada, Málaga y Almería. Las medidas del ministro liberal, lejos de
agilizar o facilitar la administración, desordenaron a un país exhausto,
creando problemas y divisiones artificiales donde nunca había habido eso; donde
nunca había hecho falta.
Lejos
de la supuesta “primacía” sevillana con la que se obsesionan algunos, Sevilla
fue muy perjudicada desde el siglo XIX, al igual que Castilla la Vieja lo será
especialmente en 1978, con el régimen de las autonomías; desastre similar al
que provocó el liberalismo isabelino en su día.
Por
cierto que hasta Javier de Burgos, Granada no formaba parte de Andalucía.
Reiteramos: Los “reynos del Andaluzía” eran Sevilla, Córdoba y Jaén. Del siglo
XIII al siglo XIX. Aunque en el siglo XVIII ya hay alguna referencia a “los
cuatro reinos” en Andalucía, oficialmente no es sino hasta el XIX.
Así
que la teoría de los que hablan de una supuesta “nación cultural milenaria
andaluza” con el notario Blas/Ahmad Infante por bandera (1) caen en el mismo, ridículo y cateto yerro que los que piensan
que Colón era de Huelva, o que Sevilla siempre ha sido la capital de Andalucía.
Lo
que sí es un hecho es que durante seis siglos, onubenses y gaditanos fueron tan
sevillanos como los trianeros. Como provincias apenas tenemos/tienen dos
siglos.
-Asuman
tirios y troyanos que en Sevilla no hay más “derby” que el
Sevilla-Betis/Betis-Sevilla. Cuando sevillistas y béticos jugamos contra otros
equipos del sur, no los consideramos “partidos especiales”. Son inventos
recientes y de un canal que, curiosamente, se dice “andalucista”. Pero es ese
mal llamado “andalucismo” (en verdad alandalusismo) el que ha creado las
rivalidades que empezaron sus legítimos padres liberales. Pero en Sevilla hay “derby” también en las
familias, pues rara es la familia que no tiene su división en sevillistas y
béticos. Hace años, un presidente que tuvo el Córdoba y que era conocido como
“el Sandokan” hizo notar esto de una forma muy gráfica: “¿Cómo vamos a ser
nosotros igual que los sevillanos, si el sevillano desde que está en el coño de
su madre es del Betis o del Sevilla?” Y es que así es. “El Sandokan” lo decía
poco más o menos como queja porque no veía mucha raigambre cordobesista en
Córdoba. Y es que de verdad: No se entienden tantos insultos a Sevilla y tanto
supuesto “provincialismo” cuando en el fútbol se ve que poco caso se le hace al
equipo de la provincia y muchos a otros de Despeñaperros para arriba.
Por
supuesto que cada uno puede ser del equipo que quiera, pero en cuestión de
odios y fijaciones, hay cosas que no cuadran.
¿”Rivalidad histórica”? Al contrario: Nos une
mucho más de lo que nos separa. Con o sin fútbol de por medio. Es el
liberalismo y su epílogo “andalucista” el que nos ha enfrentado. Su nefasta
herencia es la que amenaza con romper toda España.
Otrosí,
tanta obsesión con Sevilla denota un complejo muy grotesco. Porque el que está
seguro y orgulloso de su identidad ama, no odia. Por eso los nacionalismos
resultan tan histéricos, mentirosos y ahistóricos. Por eso este
“provincialismo” moderno y ramplón se le parece tanto.
Para
remachar, he de recordar que yo soy de Bollullos de la Mitación, pueblo situado
unos dieciséis kilómetros de la ciudad de Sevilla, y que a su vez, está a
veintipocos kilómetros de pueblos que ya pertenecen a la provincia de Huelva.
Pues bien, propongo un reto: Póngase a dos tipos que gusten mucho del
“provincialismo” mamarracho, uno de la ciudad de Huelva y otro de la ciudad de
Sevilla; y al frente, individuos de Chucena, Bollullos de la Mitación,
Aznalcázar, Hinojos, Pilas, Villamanrique de la Condesa, Almonte, Carrión de
los Céspedes, Villalba del Alcor o Rociana del Condado. Y a ver quién es capaz
de distinguir quién pertenece a la provincia de Huelva o de Sevilla por su
forma de hablar o comportarse.
Somos
la misma gente. Asumámoslo. Querámonos. Y dejémonos de divisiones que nos han
impuesto los enemigos de nuestro pueblo.
Por
favor: Demasiados problemas importantes tenemos para andar con tamañas
estupideces que parecen tonterías de niños chicos. Ya está bien. Que quien
escribe esto es un aljarafeño que, lejos de su tierra, se muere de nostalgia
por Granada. Y por Córdoba. Y que se siente más en casa con algunos pueblerinos
de la actual provincia de Huelva que con ciertos sevillanos citadinos.
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NOTAS:
(1)Sobre
el islamismo de Blas Infante en particular y el alandalusismo en general,
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