RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

sábado, 8 de noviembre de 2014

UN GRAN OLVIDADO: PIERRE-SIMON BALLANCHE

 

Pierre-Simon Ballanche

 

PIERRE SIMON BALLANCHE Y EL ARTE DECIMONÓNICO

A mi amigo Simón, un gran wagneriano.

Por Manuel Fernández Espinosa

En el "Tannhäuser" de Wagner encontramos el grandioso "Coro de los Peregrinos", un cántico sublime al perdón y a la reintegración. Richard Wagner no era católico, pero en 1840 conoce en París al compositor y pianista Franz Liszt. Años más tarde, en 1865, Wagner (tan mujeriego) empezaría una relación amorosa con la hija de éste, Cósima que, por cierto, estaba casada: cosa que no le importó al entonces bohemio y transgresor Wagner. Wagner se casó con Cósima en 1870 y Liszt rompió relaciones con Wagner hasta que hicieron las paces en 1872.

La estrecha relación con Liszt explica, en gran medida, la grandiosa concepción de este "Coro de los Peregrinos": el gran himno está concebido como "un retorno a casa": el arrepentimiento, la expiación y el perdón son los motores de todo el impulso poético y musical en una escalada gradual. Detrás de esta concepción están las ideas del filósofo francés Pierre-Simon Ballanche (1776-1847), ideas que ejercieron mucha fuerza sobre la obra de Franz Liszt (el poema sinfónico de Liszt intitulado "Orpheus" y otras piezas de su composición dependen de la filosofía de Ballanche). En los tiempos en que Liszt asombraba a toda Europa con sus brillantísimas interpretaciones al piano, Heinrich Heine se mofaba con su emponzoñada pluma (a sueldo de los Rothschild) sobre el impacto de la filosofía de Ballanche en la concepción temática de la obra de Liszt.

A través de Franz Liszt llega a Wagner la idea de Ballanche, expuesta a lo largo de su dilatada producción literaria -pero, especialmente, en su libro "La Ville des Expiations" ("La Ciudad de las Expiaciones"). El filósofo francés fue testigo, cuando era niño, de la tremenda masacre perpetrada por los jacobinos en su ciudad natal, Lyon: aquella experiencia traumática marcó el alma de Ballanche. En "Essais de palingénésie" Ballanche trazó las líneas maestras de su Filosofía de la Historia. La humanidad, según él, tenía que pasar por tres fases: la caída (con su consecuente degradación), el período de tribulación y prueba y, finalmente, el renacimento final o retorno a la perfección: la palingenesia. Ballanche fue uno de los asiduos de aquel cenáculo que fue el Salón de Madame Récamier, así como amigo de François-René Chateaubriand.  Con el tiempo, su filosofía se ha visto olvidada tanto como su autor, sin embargo el efecto de Ballanche en el siglo XIX fue considerable y caló en los círculos culturales y artísticos de Francia y, con variable intensidad e incluso secundariamente, en los de otros países. A mí me llama la atención el hecho que puede constatarse en muchas monografías sobre el simbolismo y los simbolistas: estos estudios prescinden en gran medida de las aportaciones que realizó Ballanche en cuanto a perfilar el mito de Orfeo, mito que siempre ha estado latente en Europa desde las antiquísimas religiones mistéricas, pero que volvería a renacer del olvido con Claudio Monteverdi y, de la mano de los teosofistas del XVIII y del XIX, se pondría nuevamente en valor, convirtiéndose en constante tema de inspiración de poetas del siglo XIX, hasta llegar a Rainer Maria Rilke con sus sonetos órficos. A tal grado de olvido ha sido sometida la filosofía y la figura de Ballanche.
 
Nuestro Marcelino Menéndez y Pelayo caracterizó a Ballanche como "especie de iluminado neocatólico en el sentido verdadero de la palabra, es decir, partidario de un Cristianismo progresivo, difícilmente compatible con la ortodoxia, de la cual, sin embargo, nunca se apartó a sabiendas". Podrían aducirse, como afluentes que enriquecen el caudal de Ballanche: "las doctrinas expiatorias de Saint-Martin y José de Maistre, las teorías palingenésicas del ginebrino Bonnet, y las concepciones de la escuela tradicionalista sobre la revelación sobrenatural por medio del lenguaje" -decía Menéndez y Pelayo; y esto hace de la filosofía ballancheísta un "magismo" o poder taumatúrgico del hombre sobre la naturaleza. Pero lo que a nuestro polígrafo le parecía que era mérito exclusivo de Ballanche era: "el sentido profundo y rarísimo que tuvo de la poesía de las edades primitivas, del genio de las religiones clásicas y de la poesía sacerdotal y simbólica" que lo convierten en una suerte de "iniciado en los misterios de Samotracia, como un mistagogo que levanta los velos del santuario eleusino" ("Historia de las Ideas Estéticas en España").
 
Cabe ver el Himno de Wagner como un canto a esa conclusión final y feliz en que desemboca la historia de la humanidad, según el filósofo que más influencia ejerció sobre su suegro Liszt.


Beglückt darf nun dich, o Heimat, ich schauen,
und grüßen froh deine lieblichen Auen;
nun lass' ich ruhn den Wanderstab,
weil Gott getreu ich gepilgert hab'.

Durch Sühn' und Buß' hab' ich versöhnt
den Herren, dem mein Herze frönt,
der meine Reu' mit Segen krönt,
den Herren, dem mein Lied ertönt.

den Herren, dem mein Lied ertönt.

Der Gnade Heil ist dem Büßer beschieden,
er geht einst ein in der Seligen Frieden!
Vor Höll' und Tod ist ihm nicht bang,
drum preis' ich Gott mein Lebelang.

Halleluja in Ewigkeit, in Ewigkeit!
Halleluja
Halleluja in Ewigkeit, in Ewigkeit!
 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

LOS LEALES SERVIDORES DE FELIPE II


 


El Rey Felipe II, en cuya Monarquía se plasmó el gobierno más justo de la tierra y de la historia

...Y LAS REALES RECOMPENSAS DE UN REY JUSTO
 
Por Manuel Fernández Espinosa
 
 
Cuando el católico francés Balthasar Gérard escapaba, tras asesinar al rebelde Guillermo de Orange, fue atrapado por la servidumbre de su víctima. Sus captores le llamaron traidor, pero el joven francés, con mirada brava y desafiante, respondió con aplomo:


-Yo no soy un traidor. Yo soy un sirviente leal de mi señor.

-¿De qué señor eres servidor? -le inquirieron sus captores.

-De mi amo y señor, el rey de España.

Guillermo de Orange había sido declarado fuera de la ley en el mes de junio de 1580 por la legítima autoridad de Felipe II el Prudente. Como rebelde a su natural señor que a la sazón lo era Su Sacra y Católica Majestad el Rey de España, se le puso precio a la cabeza de Orange: 25.000 escudos. Gérard, aunque de nación francesa, pertenecía a una familia muy católica que admiraba los desvelos que Felipe II y España hacían por aplastar la herejía rampante en Europa, lo que otrora era la Cristiandad. Gérard se crió, pues, como un francés que siempre quiso servir a Felipe II. No lo animaba tanto la recompensa económica y, todo sea dicho, era consciente de lo difícil que tendría la escapatoria una vez que realizara su misión.


Varias conspiraciones se fraguaron para dar muerte a Guillermo "el Taciturno", descrito como "peste del conjunto de la cristiandad y un enemigo de la raza humana".

En julio de 1581 las provincias de la Unión de Utrecht habían dictaminado deponer a Felipe II como soberano de los Países Bajos (como si una reunión de maleantes pudiera deponer a un Rey como Felipe II) y Guillermo de Orange, como uno de los principales rebeldes a su natural señor, habíase convertido en la pieza a cazar.

Con antelación al exitoso atentado de Balthasar Gérard, Juan de Jáuregui había intentado infructuosamente asesinar al rebelde Orange. Jáuregui era un joven vizcaíno que trabajaba para el mercader portugués Gaspar de Añastro y parece que fue Añastro quien lo persuadió para llevar a cabo su atentado.

Así fue como, durante unas fiestas en Amberes, Jáuregui se aproximó a Orange que iba rodeado por su séquito y el vizcaíno disparó a bocajarro sobre el traidor. Pero con tan mala fortuna que la pistola estalló en la mano de Jáuregui -que no parecía muy perito en estas lides. Orange resultó herido por una esquirla, pero después de una convalecencia se salvó. En cambio, el pistolero, malherido en la mano a consecuencia de explotarle el arma, no pudo escapar y fue asesinado allí mismo, acometido por las espadas de la muchedumbre partidaria de Orange. Era el 18 de marzo de 1582.

Balthasar Gérard dispara a Orange


El 10 de julio de 1584 el rebelde Orange no tendría tanta suerte. Balthasar Gérard se mostró como un concienzudo tiranicida. Preparó con detalle su atentado, pidió absolución a las autoridades eclesiásticas pues preveía que tendría que fingir, para camuflarse entre herejes protestantes. Cuando vio el momento adecuado, se acercó al palacio de Orange, con el pretexto de solicitar un pasaporte y, cuando lo tuvo a tiro, disparó a quemarropa.

Fue apresado, golpeado, encarcelado, horriblemente torturado y asesinado en un cadalso, pero por lo general -según los cronistas- Gérard mantuvo un alegre semblante al saber que había cumplido con su cometido. Felipe II, agradecido a tan buen servicio, no pudo recompensarlo personalmente, pero se ocupó de premiar a los pobres padres de Balthasar Gérard, concediéndoles un título nobiliario y los estados de Lievremont, Hostal y Dampmartin (Franco Condado).




Orange, rebelde y "enemigo de la raza humana"


Se cuenta que Christoffel d' Assonleville, asesor de Balthasar Gérard con antelación a los acontecimientos, le dijo: "...si tuvieres éxito en tu empresa, el Rey Felipe te cumplirá todas sus promesas y obtendrás un nombre inmortal".

El Rey Felipe II (que santa gloria haya), como gran monarca y buen español, cumplió sus promesas recompensando a los padres de tan leal servidor. Nosotros, como agradecidos españoles, queremos cumplir también con la memoria de Balthasar Gérard, recordando su hazaña y su suplicio, para que su nombre sea inmortal.

domingo, 2 de noviembre de 2014

QUE CADA PALO AGUANTE SU VELA

Por Antonio Moreno Ruiz 
Historiador y escritor


Imagen de www.histarmar.com.ar


Muchos acomplejados e ignorantes que odian su propia sangre y cada dos por tres tienen que exhibir su hispanofobia (y eso también le afecta a la familia lusitana) suelen decir que los países "colonizados" (España no tuvo colonias, pero eso sería mucho explicar...) por España y Portugal son subdesarrollados mientras que los países colonizados por Inglaterra son la repera limonera...

Claro, Zimbabue, Sudáfrica, Guyana y Pakistán son ejemplos del paraíso británico.

Camerún, Argelia, Costa de Marfil, Mali y Haití, del paraíso francés.

Indonesia y Surinam, del paraíso holandés.

Australia, que fue colonia de presos (cosa que hacían los ingleses, no los españoles), sin embargo, sí es mucho más desarrollada.... Y Estados Unidos... Oh, ¡pero es que más de la mitad de los Estados Unidos fue colonizada por España! Hasta los lindes de Oregón e incluso en Alaska, entre otros, gracias a la expedición del criollo peruano Bodega y Quadra. Ah sí, es que España discriminaba a los criollos, los oprimía; por eso el Inca Garcilaso peleó al lado de Juan de Austria y fue enterrado con todos los honores en Córdoba.... Por eso Pablo de Olavide fue ministro de Carlos III y el duque de San Carlos de Fernando VII, por eso Enrile era el jefe de la flota... ¡¡Y por eso Joaquín Mosquera Figueroa firmó en nombre del rey en las Cortes de Cádiz!! Y volviendo a Yanquilandia, todavía en la Guerra de Secesión quedaban descendientes de españoles que, de hecho, combatieron entrambos bandos.



Imagen: Juan Francisco de la Bodega y Quadra, oficial criollo peruano de la Armada Española. Descubridor de Vancouver y explorador de Alaska. 


Sigamos repasando:

Felipe II introdujo (¡en el siglo XVI!) en las Leyes de Indias la jornada laboral de ocho horas mucho antes que el sindicalismo moderno lo reivindicara. Asimismo, en el siglo XVIII, el barón de Humboldt dijo que el nivel de vida de la América Española era superior al de Europa.

¿Y nos seguirán echando la culpa? Cuando, entre otras cosas, en mi familia, así como en tantas otras, jamás hubo nadie que se embarcara hacia el Nuevo Mundo... Yo en concreto he sido el segundo, después de un tío mío que estuvo en el Brasil de ida y vuelta. Pero bueno, como siempre, la Historia siempre es mucho más rica, compleja y contundente que los tópicos promovidos por las oligarquías para justificar su fracaso en estos dos siglos (al igual que la oligarquía española que no hace más que echar mierda sobre nuestro pasado), las ideologías baratas y los complejos nacionalistas/indigenistas, quienes al final, reitero, tienen el trauma freudiano de matar al padre por bandera.

Así las cosas, que cada palo aguante su vela y que cada uno asuma las consecuencias de sus actos, pues el victimismo llorón y embustero siempre será puesto en evidencia ante la realidad.

sábado, 1 de noviembre de 2014

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA Y LA MUERTE

Ramón Gómez de la Serna en su estudio

LOS ESBOZOS DE UNA TEORÍA DE LA MUERTE A LA ESPAÑOLA

Manuel Fernández Espinosa


Personaje curioso en nuestra literatura es Ramón Gómez de la Serna. Los que todavía saben quién es, aunque sea de oídas, lo han reducido por lo común a la excentricidad que cultivó a lo largo de su vida y, en lo literario, lo limitan a ese "género" tan suyo que llamó "greguería". De ahí, de esa percepción parcial del autor, que parezca que no hizo otra cosa en su vida que ingeniosas greguerías y estrafalarias puestas en escena. De ello dimana la imagen de un Ramón Gómez de la Serna neutral, apolítico y superficial. Estas particularidades le valieron, por ejemplo, los improperios de nuestro admirado León Felipe.
Tal vez uno de los que hizo justicia a Ramón Gómez de la Serna sea Francisco Umbral con su ensayo "Ramón y las vanguardias" en el que se pone de manifiesto las múltiples facetas de Gómez de la Serna. Umbral no podía dejar pasar la genealogía literaria de Ramón, entre cuyos más nobles ancestros habría que subrayar la dote que recibe Ramón de D. Francisco de Quevedo. Ramón inventó el "ramonismo", que -según Umbral- sería: "un entreverado de surrealismo, vanguardismo, lirismo y humorismo".
Sin embargo, confundir a Ramón Gómez de la Serna con un frívolo "payaso" que no se preocupaba por asuntos serios es una falsa percepción y delata una falta de trato con su obra. En todo gran humorista hay un hombre muy serio. Y ese lado serio de Ramón se plasmó en un libro cuya lectura se hace muy recomendable en estas fechas, cuando celebramos la memoria de los Fieles Difuntos. Junto al "Don Juan Tenorio" de Zorrilla, yo me atrevería a proponer como lectura hispánica para estas fechas este libro que digo: "Los muertos y las muertas y otras fantasmagorías", de Ramón Gómez de la Serna.
Aquí el padre de las greguerías desmiente su condición de "clown" (que le endilgaba, entre otros, León Felipe) y el madrileño escritor, hierofante del Café Pombo, muestra su rostro más serio: pocas tareas más serias verdaderamente que enfrentarse con la muerte, aunque sea la de los otros, para verse a uno mismo en los espejos de los difuntos. Este libro de Ramón es toda una meditación de la muerte, tarea a la que el autor se aplicaba en su vida personal con más frecuencia de la que podríamos suponer. Si no se hubiera dedicado a pensar la muerte, mientras paseaba los cementerios, no hubiera podido escribir un libro tan magnífico en su concepción y tan preñado de sorpresas que, aquí y allí en su prosa, deslumbran al lector con frases que son como fogonazos que nos permiten el acceso a una lucidez momentánea como pocas veces podemos encontrar en la literatura.
Ramón en este libro ofrece una selección de últimas frases de grandes hombres, célebres por los más diversos motivos: escritores, políticos, etcétera, así como una andanada de epitafios que Gómez de la Serna fue encontrándose en sus paseos bajo los cipreses funéreos y que nos los ofrece, con breve o más dilatada glosa. Pero la singularidad de este libro es que, además de girar alrededor de la muerte como universal y clásico tema literario y vivencial/moriencial, Ramón esboza aquí una teoría sobre la muerte en clave hispánica, no la acaba -bien es verdad- pero la perfila; y en ese punto será siempre una obra de referencia para quien quiera comprender lo que ese peculiar arquetipo humano que es el "hombre hispánico" ha sentido ante la muerte.
Bien elocuente es uno de los pasajes de este libro de Ramón:
"No hay modas en España, sino el sentido pleno de la raza, y en medio de todo desparpajo y del ludibrio de todo, como única manera de coordinar la realidad y su insolencia, acepta el humor... El humorismo español está dedicado a pasar el trago de la muerte, y de paso para atravesar mejor el trago de la vida. No es para hacer gracias, ni es un juego de enredos".
En esta clave entenderemos cabalmente la razón por la cual Ramón Gómez de la Serna cultivó el humor: para pasar el trago de la muerte y, de paso, para trasegar el de la vida -como un perfecto español.

lunes, 27 de octubre de 2014

UN REPROCHE A LOS DERROTISTAS QUE SE MIMETIZAN

El escritor francés Michel de Saint-Pierre
"LOS NUEVOS CURAS"
DE
MICHEL DE SAINT-PIERRE
 
 
Por Manuel Fernández Espinosa
 
Pocas novelas como “Les Nouveaux prêtres” (año 1964) del escritor francés Michel de Saint-Pierre pusieron en evidencia que la Iglesia Católica había sido infiltrada por ideas contrarias al cristianismo que generarían (y, por lo que vemos, siguen generando) la confusión en el seno de la Iglesia y que, en gran medida, explican la actual pérdida de ascendiente de la Iglesia sobre la sociedad.
Michel de Saint-Pierre es un autor francés muy recomendable por su ágil prosa y la destreza en plantear tanto la acción de sus novelas como el perfil psicológico de sus personajes novelísticos. Su nombre completo era Michel de Grosourdy de Saint-Pierre y abrió los ojos en Blois el 12 de febrero de 1916, naciendo en el seno de una linajuda familia monárquica: él mismo sería el séptimo marqués de Saint-Pierre. Estudió Filosofía y Clásicas en París, pero con 18 años se pone a trabajar como obrero metalúrgico en Saint-Nazaire, pasó por la Marina y combatió en la Resistencia durante la ocupación alemana de Francia durante la II Guerra Mundial, su impecable hoja de servicios mereció la Croix de Guerre 1939-1945, la Médaille de la résistance avec rosette, la Croix du combattant volontaire y la Médaille militaire, además de otras distinciones. Tras la II Guerra Mundial desarrolló una actividad periodística y literaria digna de atención, orientadas desde el catolicismo y el monarquismo intachables. En la década de los 50 del pasado siglo colaborará con el semanario “La Nation française” que dirigía a la sazón el filósofo Pierre Boutang (1916-1998), de tendencia maurrasiana, también apoyaría públicamente al nacionalista Jean Louis Tixier Vignancour (1907-1989) o al Parti des forces nouvelles (Partido de las Fuerzas Nuevas) y a la vez jugó un papel importante en el mundo editorial, con las Éditions de la Table Ronde o la France-Empire. Michel de Saint-Pierre falleció el 19 de junio de 1987 en Saint-Pierre-du-Val.
Por la breve semblanza que hemos esbozado de Saint-Pierre podemos aseverar que estamos ante un aristócrata que hizo honor a su noble alcurnia, sirviendo a Francia en la guerra y en la paz, como soldado y como hombre público. Su faceta política nos parece importante, pero sería digna de considerar si tuviéramos que prestar atención a las circunstanciales peripecias de la política francesa de la post-guerra, más actual nos parece su inteligente acción cultural en el periodismo y en la literatura haciendo frente a la emergencia que planteaban las inquietantes “reformas” que, bajo el palio del Concilio Vaticano II, se introducían en la Iglesia: la revolución gramsciana que se estaba practicando en un vasto sector del clero católico europeo y americano mereció la atención de nuestro autor y con su novela “Los nuevos curas” nos ofreció un análisis de la situación, aportando la solución al pandemónium que se estaba generando en el seno de la Iglesia católica.
El sacerdote Pablo Delance es enviado por su superior a reforzar una parroquia enclavada en un barrio obrero. Esta parroquia la sirven tres sacerdotes más: el rector que es un bondadoso anciano que se ha refugiado en sus estudios eruditos como válvula de escape y los padres Julio Barré y José Reismann, los cuales han ido abandonando toda vida de piedad para convertir su vocación sacerdotal en un febril e ineficaz activismo político, en connivencia con los comunistas que dominan la barriada. El protagonista de la novela es el Padre Delance, personaje que Saint-Pierre volvería a rescatar en su posterior novela “La Passion de l’abbé Delance”. En el Padre Delance tenemos el ejemplo de sacerdote tradicional por el que Saint-Pierre muestra su preferencia, un hombre de acendrada vida espiritual que se alimenta de la oración y el estudio de las obras de San Juan de la Cruz, un místico en medio de la vida activa de una parroquia. No quiero dar más detalles de la trama para no privar al lector de la delicia de leer esta novela que se tradujo al español, pero que bien merece volver a retomarse. Lo que sí es obligado decir es que, con estos personajes interactúan muchos otros, entre los que merece destacar un patriota católico, laico pero que toma cartas en el asunto: Jorge Gallart. Gallart está en desacuerdo con el rumbo que está tomando la pastoral en manos de Barré y su adlátere Reismann e interviene. En una de sus disputas con Barré, dice:
“Ese mismo clero, no necesita, para ser nuevo, ejercer un apostolado selectivo rechazando una parte de la ovejas. No necesita ser presuntuoso olvidando la presencia y el consejo de los laicos. No necesita ser renegado, pisoteando el espíritu nacional… ¡Oh! Ya sabemos que la Iglesia, nuestra madre, es inocente y pura de todo eso… Pero el clero al que aludo no es la Iglesia”.
Y, más adelante este laico dice más, con vehemente contundencia:
“¡El adversario se ha infiltrado muy adentro en sus líneas, y ustedes no piensan en el combate, piensan en el comité de acogida! Pactan ustedes ya como el ocupado con el ocupante… ¿Qué es lo que les reprocho? ¡Oh! Muy sencillo: el creer en la victoria del enemigo.”
La novela de Michel de Saint-Pierre (“Los nuevos curas”) fue todo un éxito editorial y conoció varias ediciones en España. No se hizo esperar la reacción progresista contra “Los nuevos curas” de Saint-Pierre y así se comprende que en 1965 José Luis Martín Vigil (1919-2011) publicara la novela “Los curas comunistas” y, para no dejar lugar a dudas de lo que era la novela de Martín Vigil, puede leerse en el frontis de “Los curas comunistas” una cita de la novela de Saint-Pierre. Mucho más endeble y circunstancial, “Los curas comunistas” fue la contestación progresista al efectivo golpe cultural infligido por Saint-Pierre a la clerigalla que había dejado de predicar el Evangelio para predicar “El Manifiesto Comunista”. Martín Vigil fue un sacerdote jesuita español, otrora exitoso novelista que terminó por salir de la Compañía de Jesús y, por lo que parece, esta "secularización" se debió a escabrosos episodios de homosexualidad y pedofilia.
Si “Los curas comunistas” es un pálido producto del momento histórico que vivía la Iglesia y, particularmente España (en lo que ya era la recta final del agonizante franquismo), la lectura de “Los nuevos curas” de Michel de Saint-Pierre no deja de ser vigente en sus líneas maestras; muy apropiada para nuestro momento histórico actual, cuando tan reciente tenemos el último Sínodo de las familias donde tanto se han hecho notar para escándalo de los católicos declaraciones como las de los cardenales Erdö o Kasper.
Pero no nos engañemos, los gérmenes de la subversión interna de la Iglesia católica no vienen del Concilio Vaticano II, su origen es muy remoto: desde los orígenes del cristianismo, los malos están mezclados con los buenos. Jesucristo nos lo advirtió en sus parábolas: separar el trigo de la cizaña es algo que solo podremos contemplar en el Juicio Final. A lo largo de la historia de la Iglesia, muchas han sido las ofensivas del enemigo, sus insidias y sus infiltraciones para apartar a las almas de la salvación, sirviéndose incluso de prelados que debieran ser santos (y no lo son): podríamos releer algunos pasajes clásicos de San Agustín, pero prefiero citar a un filósofo que, no siendo católico, mostró en su dictamen una perspicacia admirable; me refiero a Oswald Spengler que, cuando juzgaba el derrotero que estaban tomando las cosas en el cristianismo (y especialmente en la Iglesia católica), allá por los años 30 del siglo XX pudo señalar que: “los elementos plebeyos de la clase sacerdotal tiranizan con su actividad a la iglesia hasta en sus más altas esferas, y estas tienen que guardar silencio para no descubrir ante el mundo su impotencia” (“Años decisivos. Alemania y la evolución histórica mundial”).
El análisis más reciente de estos problemas lo realizó sin ninguna duda Michel de Saint-Pierre en su novela “Los nuevos curas” que recomiendo a todo lector que quiera hacerse una idea de lo que la Iglesia católica ha “heredado” de aquella desviación progresista (pseudo-teología de la pseudo-liberación/alianza católico-comunista) que tanto daño ha causado a la correcta transmisión del Evangelio. Y espero que, después de leer este artículo, sean muchos los que lean “Los nuevos curas” de Michel de Saint-Pierre y, si lo leyeron en su día, que sean muchos también los que vuelvan a leerlo: la novela lo vale.

sábado, 25 de octubre de 2014

La muerte del Capitán de navío Lazaga al mando del Oquendo en la guerra de Cuba.


"Escena de combate naval de la guerra hispano-americana"

Luis Gómez

De todos es conocido lo que ocurrió en Cuba en al año 1898. Los norteamericanos yanquis, un país joven y lleno de riquezas, querían protagonismo a nivel mundial. Despertaban en él sus ansias imperialistas, y para conseguirlo, qué mejor que retar a España, nación vieja y gloriosa donde las haya, pero que en aquellos aciagos años de finales del XIX no era sino una cómica caricatura de lo que antaño había llegado a ser.

Dispuestas las cartas sobre el tablero de juego, la provocación yanqui llega a su máximo apogeo. Pretende provocar un conflicto diplomático, buscan una excusa para poder declarar la guerra a España y arrebatarnos así Cuba y Antillas españolas.

Destruyen deliberadamente su propio buque, el Maine, y hacen creer que el acto de sabotaje ha sido producido por los españoles. Los periódicos sensacionalistas norteamericanos, encabezados por Randolph Hearst, avivan la polémica en suelo norteamericano suscitando así el odio hacia España y todo lo que ella representa. La celada estaba servida, y toda un potencia emergente, con un poderío armamentístico muy superior en material (en calidad humana y en valor, jamás los ejércitos americanos han estado a la altura de los españoles) parten para Cuba, para tomar su “injusta venganza”.

El almirante Cervera, con la escuadra española allí fondeada, recibe la orden de salir al encuentro. Es un acto suicida. No hay esperanzas. Así lo saben los que capitanean los buques. Pero órdenes son órdenes y, en Madrid, una corte de políticos miopes y petulantes, sacrifican lo mejor de nuestro pueblo -sus hombres-, en aras de un patrioterismo rimbombante, vacío e hipócrita.  

Toda la escuadra española es bombardeada a placer por los americanos. Es una “caza de patos”. No hay posibilidad alguna para soñar con el triunfo. La derrota es total. Los USA se enseñorean de su triunfo.


En aquella triste jornada, el buque de la Armada española, el "Oquendo", es bombardeado y destruido. A su mando estaba el capitán Juan B. Lazaga. Con anterioridad a su partida, rumbo a tan triste jornada, esto dijo a las personas y familiares congregados en el Puerto de San Fernando:´


"El Capitán del Oquendo Sr. D. Juan Lazaga y Garay"

"Prometo, como hombre honrado, como español y como marino, que aun á costa de mi vida sabré defender el honor de España. Ignoro lo que la suerte me tendrá designado; vamos á pelear contra una nación poderosa y ensoberbecida con sus riquezas; somos infinitamente más débiles que esos hombres falaces, en cuyo reto á nuestro país no veo el arranque noble del amor hacia su patria, sino la evidencia de su superioridad material; pero no importa... Sea cual fuere el resultado del primer encuentro, juro no arriar el pabellón español, y demostraré á ese enemigo odioso que los hijos de esta tierra hidalga saben morir antes que rendirse".
 

Una revista militar española de la época recogía así el triste final de nuestro héroe:

Ignoramos qué Jefes fueron los que en el Consejo preliminar que se celebró á bordo del buque almirante optaron por salir de la rada de Santiago, y quiénes los que opinaron que debían continuar en aquel statu quo hasta ocasión más propicia; pero eso es lo de menos: dada la orden, no hubo vacilación alguna por parte de ningún marino, desde los Comandantes hasta el último marinero.

¡Supremo debió ser el momento en que las proas de los barcos españoles, enfilando la entrada de la bahía, salieron á la mar libre, en pleno día, á ponerse frente á una Escuadra muchísimo más poderosa por el número y por el alcance y calibre de su artillería!

De hechos tan heroicos registra la historia muy pocos... Tal vez sea el único, dadas las condiciones en que unos y otros combatientes se encontraban. Fuera de la rada los barcos de Cervera, recibieron un verdadero diluvio de proyectiles; muy pronto abriéronse en el casco del Oquendo tremendas vías de agua, al mismo tiempo que estalló á bordo un espantoso incendio producido por las granadas hechas al efecto, y que los yanquis utilizan en todas ocasiones. El Comandante Lazaga, sin abandonar el puente de su buque, oyendo silbar las balas en torno de su cabeza, contemplando aquella desolación, aquel horrible espectáculo, comprendió que todo esfuerzo humano sería impotente para evitar la catástrofe, y que si antes de morir no tomaba las necesarias providencias, su buque, en el que seguía enarbolada la española bandera, caería en poder del enemigo...

Formuló sus últimas órdenes, disponiendo que se rociara de petróleo el Oquendo para avivar las llamas que le envolvían, puso proa hacia la costa y se pegó un tiro. ¡Dios, que lee en los corazones y que es infinitamente sabio para juzgar los actos humanos, habrá acogido en su seno el alma del heroico marino!




viernes, 24 de octubre de 2014

NACE LA "REVISTA ESLAVIA"

NO COMPARTIR: PRESENTACIÓN EN PRIMICIA DE LA REVISTA ESLAVIA: 

REVISTA ESLAVIA

Manuel Fernández Espinosa,
Director.

Entre Rusia y España está todo eso que, durante siglos, se jacta de llamarse Europa. La europeidad de Rusia y España siempre fueron cuestionadas por lo que se entendía a sí misma como Europa: Rusia estaba por civilizar y España no estaba más civilizada. África empezaba en los Pirineos y Europa confinaba en Rusia con Asia. Las concomitancias espirituales entre Rusia y España son más grandes de lo que pudiera hacernos pensar el hecho de la distancia que las separa en el espacio y el hecho de ser culturas fronterizas, como ha puesto de manifiesto el hispanista Vsévolod Bagno, marca la diferencia con el resto de países que se titulan sin disputa como europeos.

Cuando una revista como la nuestra emprende su andadura es conveniente recordar esta verdad histórica que es algo más que una percepción, puesto que es la razón por la cual ni Rusia ni España hemos sido aceptados plenamente en el concierto de las naciones europeas: nuestra guitarra y nuestra balalaika parecían desentonar entre violines y clarinetes. Y más que recordar esto a los rusos (que a día de hoy lo tienen claro), conviene recordarlo a los españoles que, desde hace décadas, vienen sufriendo una sistemática destrucción de la identidad como pocos países han experimentado (tal vez Alemania), viviendo en la ficción europeísta que se fomenta desde los grupos de poder político y cultural.

La Revista Eslavia es hechura de un proyecto de envergadura: el encarnado por la revista internacional “LA RAZÓN HISTÓRICA”. En un momento determinado un grupo de colaboradores asiduos de LA RAZÓN HISTÓRICA hemos coincidido (cada uno en su propio itinerario intelectual) en una común admiración por el modelo ruso y hemos decidido conocer a fondo la realidad actual de Rusia, su historia, su cultura y las más diversas facetas de una nación que resurge, tras truncar el plan que le trazaban poderes ajenos a ella misma. La multiplicidad de sus dimensiones, la vastedad de su territorio, la exuberancia de sus expresiones culturales, la pluralidad étnica y religiosa de Rusia, nos exonera de ser exhaustivos: creo, sinceramente, que ni una Enciclopedia, reuniendo a los mejores expertos, podría agotar nunca una realidad como la rusa, tan poliédrica e inabarcable en sus colosales magnitudes. Pero si no podemos ser exhaustivos, lo que sí nos proponemos es ser una voz al margen y contra la corriente, todo lo disonante e incómoda que se quiera, pero a redropelo de los simplistas y sectarios enfoques que desde occidente prevalecen cuando se trata el fenómeno de la Rusia de hoy. Y el lector sabe a lo que me refiero.

¿Qué sabemos de la Rusia de ayer? Poco. ¿Qué sabemos de la Rusia de hoy? Menos todavía. La actualidad nos viene tamizada por unos poderes mediáticos que, lejos de corresponder a la objetividad que proclaman, maniobran interesadamente para distorsionar todo lo que viene de Rusia.

Desde las anteojeras de lo que el filósofo Gustavo Bueno ha llamado el “fundamentalismo democrático”, en occidente (en USA y Europa, se entiende) se cuestiona que Rusia sea una democracia: se deplora el caudillismo que ejerce Vladimir Putin, se entonan las consabidas letanías de condena contra las leyes que imponen límites a los grupos homosexuales en Rusia, se da cobertura a la supuesta “oposición rusa”, se compara a las delincuentes que forman “Pussy Riot” como si fuesen heroínas y se le otorga el título de “mártir” a un sujeto de dudoso equilibrio psiquiátrico como es Piotr Pavlensky que escenifica la auto-mutilación a modo de “acción protesta” contra el gobierno ruso. Tampoco faltan apoyos exteriores a esta artificial “oposición rusa”: Madonna y muchos otros presuntos personajes públicos (cantantes, deportistas, actores) occidentales se han hecho notar como agentes que contribuyen a enturbiar la percepción que se tiene en occidente de Rusia. Tampoco es de poca monta que se agiten los fantasmas de la “guerra fría”, del peligro del comunismo y otras pamplinas cuyo objeto es crear una “leyenda negra” de la Rusia actual, muy similar -por cierto- a la que se orquestó y todavía se agita contra España.

Para comprender un poco lo que es hoy Rusia, valga la síntesis que hace nuestro amigo el profesor Sergio Fernández Riquelme en su libro “El nuevo imperio ruso. Historia y Civilización”. En palabras de Fernández Riquelme, Rusia:

“Es un Estado fuerte con un líder claro y decidido, una democracia controlada y un gran movimiento político-social de apoyo comunitario y mediático, y cierto culto a la personalidad. Unidad y autoridad interna garantizada, a inicios del siglo XXI, por una oposición limitada o cooptada, por una doctrina conservadora-nacional ampliamente compartida por la ciudadanía, y por una estabilidad económica derivada del uso intensivo de recursos energéticos”.

Tras la implosión el régimen soviético, las potencias rapaces de occidente creyeron que Rusia estaba madura para ser podrida y casi lo consiguen. Pero sus halagüeñas expectativas de saqueo y corrupción social se estrellaron contra el recio patriotismo ruso, la capacidad de regeneración del pueblo ruso y el factor humano, la verdadera riqueza de una nación. Ante la resistencia a ser pasto de las aves carroñeras, las potencias occidentales (controladas por las oligarquías capitalistas) acometieron la campaña doble en la que a día de hoy están embarcadas: crear discordias internas (Ucrania es uno de los capítulos más sangrientos y luctuosos) financiando quintacolumnistas que, después de ser repelidos por las autoridades rusas, se convierten en motivo para suscitar la represalia política y económica de los países títeres manipulados por esas mafias transnacionales y, a la vez que realizan su maligna obra, esos mismos grupos intoxican a la opinión pública mundial redibujando los fantasmas de la guerra fría.

Estamos abreviando hechos muy complejos, bien lo sabemos, pero se muestra necesario plantear todo esto para comprender la razón por la cual nos lanzamos, con entusiasmo, a publicar la REVISTA ESLAVIA. En España (y en todo el mundo hispanohablante) es menester una revista que presente a sus lectores muchas de las cosas que se les puede escapar de lo que le cuentan de Rusia. Atender a los múltiples aspectos que presenta el fenómeno emergente de esta potencia es necesario para formarse una idea de lo que es Rusia, una idea más exacta, libre de la manipulación y la intoxicación que perpetran los grupos interesados en despertar la desconfianza y la aversión mundiales contra los rusos. Una potencia que resurge y se afianza suscita grandes aversiones, pero también grandes amores. Sin embargo, no es esa la única razón que nos impele a enfocar el fenómeno ruso.

Resulta admirable que la nación rusa, después de sufrir el infierno del comunismo durante casi cien años, haya resistido. El secreto de su perennidad podría considerarse un misterio, un milagro, un designio. Y no falta aquí una literatura oracular que compone una suerte de “libros sibilinos”.

Nietzsche, viendo perecer a Europa por la blandura de sus instituciones (el matrimonio, el Estado, la Iglesia) tenía grandes esperanzas depositadas en Rusia y el presente las está refrendando: “Rusia, la única potencia que tiene hoy esperanzas de alguna duración, que puede esperar, que puede prometer algo” (escribió en el “Crepúsculo de los ídolos”); cuando en todo el mundo las instituciones más sagradas (como el matrimonio) están pulverizándose, ahí está Rusia defendiendo a la familia sin titubeos.
Nuestro Juan Valera, a mitad del siglo XIX, pudo escribir desde Rusia: “Yo creo que si hay alguna filosofía de la historia, y no es la historia una cosa irracional y de mero acaso, esta gente [los rusos] está llamada a remover el Asia hasta en sus cimientos. Ellos fueron durante siglos el antemural de la Europa por esta parte, y a ellos toca llevar ahora la bandera triunfante de la civilización europea a esas regiones. Según estas filosofías (y acaso esta nueva consecuencia probará que estas filosofías son falsas), a nosotros los españoles y los portugueses nos toca (y ¡cuán lejos estamos de ello!) hacer en África la misma operación” (“Cartas desde Rusia”); se nota en Valera cierto escepticismo para lo que concierne a las dos naciones ibéricas, en aquel entonces ya en declive, pero no deja de ser significativo que se hiciera sus cábalas.

El ruso Konstantin Leontiev predijo en el siglo XIX el triunfo del Anticristo en Rusia bajo la forma de un poder totalitario con sello socialista y así fue. Nikolai Berdiáyev era consciente de que el secreto de la perennidad rusa era el “mesianismo” que si antaño cristalizó en “Tercera Roma” pudo invertirse de la mano de los soviéticos con la “Tercera Internacional” leninista. Walter Schubart también subrayó, en “Europa y el alma de oriente”, el mesianismo ruso como motor de la fuerza nacional. Y el francés Raymond Abellio pudo escribir: “Sólo Rusia es profunda porque sólo en Rusia puede nacer y vivir sordamente, en su infierno comunista, la última, la suprema exigencia metafísica” (“Los ojos de Ezequiel están abiertos”). A esta literatura oracular, más o menos profana, podríamos añadir el papel que Rusia desempeña en las revelaciones de la Virgen María en Fátima, pero eso sería no acabar.

En la REVISTA ESLAVIA nos congregamos españoles e hispanoamericanos, con la puerta abierta a cualquier hombre de buena fe, y lo hacemos por algo más que por nuestro interés científico por comprender la realidad rusa. Lo hacemos también con el legítimo propósito de aprender del fenómeno ruso para superar una de las más grandes crisis espirituales que ha atravesado y atraviesa España.
Han bastado unas décadas para que España, la antigua “reserva de occidente”, se haya desfigurado tanto como para no ser conocida “ni por la madre que la parió” –parafraseando a un famoso socialista sevillano. La labor destructiva de nuestros más sólidos fundamentos no ha tenido parangón en nuestra historia: se hostiga la familia, se vilipendia y acosa a la fe religiosa tradicional, organismos supranacionales suspenden “de facto” la soberanía nacional, se cuestiona la unidad nacional por exasperados nacionalismos centrífugos, se aprovecha la articulación de nuestra propia e insoslayable pluralidad regional para saquear el dinero público, se degrada la educación convirtiendo en peleles manipulables a los futuros ciudadanos, se deteriora la convivencia y, por ende, nuestra propia “vivienda” (esto es: nuestro propio modo de vida), ha sido transformada tan gravemente que lo que está en juego es nuestra propia supervivencia. No podemos extrañarnos si encabezamos las listas en todo lo peor: drogas, abortos… Y lo últimos de la lista en lo principal: nivel de instrucción, nivel de industrialización, etcétera. Nos enfrentamos a un problema de identidad de tamañas dimensiones que hasta resulta comprensible que algunas partes de España pugnen por su secesión, a falta de una razón de pertenencia y un proyecto en común. Todo ello ha sido el resultado de una pautada introducción de vicios que han maleado profundamente al pueblo español que todavía parece quedarle arrestos para contemplar la corrupción de sus clases dirigentes (políticas y económicas).

¿Por qué estamos viviendo todo esto? La crisis del principio de autoridad, el desprestigio de las instituciones, nuestra misma crisis de identidad encuentran su razón de ser en la ignorancia de lo que somos (uno de los problemas más acuciantes es el rigor en la educación; rigor científico y rigor en la exigencia que son ineficaces si no existe la autoridad), pero si la ignorancia podría disculpar a las víctimas del sistema educativo español, la infidelidad de nuestras clases dirigentes no tiene excusa ninguna. Por las razones que fueren, nuestros gobernantes presentes (y no nos hagamos muchas ilusiones por los venideros), han renunciado a tener y mantener una idea de España. Han preferido cualquier cosa antes que entroncar con la tradición hispánica. Se han arrojado (arrojándonos a nosotros) a las telarañas del Nuevo Orden Mundial (occidental): ONU, OTAN, Unión Europea. No han contemplado otro sistema de alianzas que el impuesto por los poderes que hostilizan a Rusia. Quejarnos de lo que nos ocurre solo puede entenderse por esta imperdonable ignorancia y esa no menor traición a lo que somos: como Rusia, España también tiene que cumplir sus designios mundiales y mientras esté servida en bandeja a poderes extraños, esos designios permanecen suspendidos.

El fenómeno ruso ofrece como pocos el modelo de una reanudación de la tradición propia frente a trampantojos que debilitan y avasallan a las naciones que caen bajo su nefasta fascinación. La tradición, lejos de ser una antigualla, es la fuerza de los pueblos cuando se reanuda bajo formas actualizadas, su auténtica libertad y el camino de su prosperidad y grandeza. Por eso miramos a Rusia, no para copiarla servilmente, sino para encontrar en ella el modelo de una futura sociedad para España que, siendo muy de hoy, no sea traición a lo mejor que fuimos ayer. Rusia lo ha hecho, después de décadas de totalitarismo marxista. ¿Por qué no intentarlo nosotros, después de décadas de extravío?
 
PRESENTACIÓN DE LA
REVISTA ESLAVIA
 
Manuel Fernández Espinosa,
Director.
 
Entre Rusia y España está todo eso que, durante siglos, se jacta de llamarse Europa. La europeidad de Rusia y España siempre fueron cuestionadas por lo que se entendía a sí misma como Europa: Rusia estaba por civilizar y España no estaba más civilizada. África empezaba en los Pirineos y Europa confinaba en Rusia con Asia. Las concomitancias espirituales entre Rusia y España son más grandes de lo que pudiera hacernos pensar el hecho de la distancia que las separa en el espacio; y el hecho de ser culturas fronterizas, como ha puesto de manifiesto el hispanista Vsévolod Bagno, marca la diferencia con el resto de países que se titulan sin disputa como europeos.
Cuando una revista como la nuestra emprende su andadura es conveniente recordar esta verdad histórica que es algo más que una percepción, puesto que es la razón por la cual ni rusos ni españoles hemos sido aceptados plenamente en el concierto de las naciones europeas: nuestra guitarra y nuestra balalaika parecían desentonar entre violines y clarinetes. Y más que recordar esto a los rusos (que a día de hoy lo tienen claro), conviene recordarlo a los españoles que, desde hace décadas, vienen sufriendo una sistemática destrucción de la identidad como pocos países han experimentado, hasta instalarnos en la ficción europeísta que se fomenta desde los grupos de poder político y cultural.
La REVISTA ESLAVIA es hechura de un proyecto de mayor envergadura: el encarnado por la revista internacional “LA RAZÓN HISTÓRICA”. En un momento determinado un grupo de colaboradores asiduos de LA RAZÓN HISTÓRICA hemos coincidido (cada uno siguiendo su propio itinerario intelectual) en una común admiración por el modelo ruso y hemos decidido conocer a fondo la realidad actual de Rusia, su historia, su cultura y las más diversas facetas de una nación que resurge, tras truncar el plan que le trazaban poderes ajenos a ella misma. La multiplicidad de sus dimensiones, la vastedad de su territorio, la exuberancia de sus expresiones culturales, la pluralidad étnica y religiosa de Rusia, nos exonera de ser exhaustivos: creo, sinceramente, que ni una Enciclopedia, reuniendo a los mejores expertos, podría agotar nunca una realidad como la rusa, tan poliédrica e inabarcable en sus colosales magnitudes. Pero si no podemos ser exhaustivos, lo que sí nos proponemos es ser una voz al margen y contra la corriente, todo lo disonante e incómoda que se quiera, pero a redropelo de los simplistas y sectarios enfoques que desde occidente prevalecen cuando se trata el fenómeno de la Rusia de hoy. Y el lector sabe a lo que me refiero.
¿Qué sabemos de la Rusia de ayer? Poco. ¿Qué sabemos de la Rusia de hoy? Menos todavía. La actualidad nos viene tamizada por unos poderes mediáticos que, lejos de corresponder a la objetividad que proclaman, maniobran interesadamente para distorsionar todo lo que viene de Rusia.
Desde las anteojeras de lo que el filósofo Gustavo Bueno ha llamado el “fundamentalismo democrático”, en occidente (en USA y Europa, se entiende) se viene cuestionando que Rusia sea una democracia, se deplora el caudillismo que ejerce Vladimir Putin, se entonan las consabidas letanías de condena contra las leyes que imponen límites a los grupos homosexuales en Rusia, se da cobertura a la supuesta “oposición rusa”, se eleva a las delincuentes de “Pussy Riot” a la condición de heroínas y se le otorga el título de “mártir” a un sujeto (de dudoso equilibrio psiquiátrico) como es Piotr Pavlensky que escenifica la auto-mutilación a modo de “acción protesta” contra el gobierno ruso. Tampoco faltan apoyos exteriores a esta artificial “oposición rusa”: Madonna y muchos otros personajes públicos (cantantes, deportistas, actores) occidentales se han hecho notar como agentes que contribuyen a enturbiar la percepción que se tiene en occidente de Rusia. Tampoco es de poca monta que se agiten los fantasmas de la “guerra fría”, del peligro del comunismo y otras pamplinas cuyo objeto es crear una “leyenda negra” de la Rusia actual, muy similar -por cierto- a la que se orquestó y todavía se agita contra España.
Para comprender un poco lo que es hoy Rusia, valga la síntesis que hace nuestro amigo el profesor Sergio Fernández Riquelme en su libro “El nuevo imperio ruso. Historia y Civilización”. En palabras de Fernández Riquelme, Rusia:
“Es un Estado fuerte con un líder claro y decidido, una democracia controlada y un gran movimiento político-social de apoyo comunitario y mediático, y cierto culto a la personalidad. Unidad y autoridad interna garantizada, a inicios del siglo XXI, por una oposición limitada o cooptada, por una doctrina conservadora-nacional ampliamente compartida por la ciudadanía, y por una estabilidad económica derivada del uso intensivo de recursos energéticos”.
Tras la implosión del régimen soviético, las potencias rapaces de occidente creyeron que Rusia estaba madura para ser podrida y casi lo consiguen. Pero sus halagüeñas expectativas de saqueo y corrupción moral se estrellaron contra el recio patriotismo ruso, la capacidad de regeneración del pueblo ruso y el factor humano que es la verdadera riqueza de una nación. Ante la resistencia que ha mostrado Rusia a ser pasto de las aves carroñeras, las potencias occidentales (controladas por las oligarquías capitalistas) acometieron la campaña doble en la que a día de hoy están embarcadas: crear discordias internas (Ucrania es uno de los capítulos más sangrientos y luctuosos) financiando quintacolumnistas que, después de ser neutralizados por las autoridades rusas, se convierten en iconos y motivos para suscitar la represalia política y económica de los países títeres (entre los que figura España), todos manipulados por esas mafias transnacionales que, a la vez que realizan esta perversa obra, intoxican a la opinión pública mundial redibujando los fantasmas de la guerra fría.
Estamos abreviando hechos muy complejos, bien lo sabemos, pero se muestra necesario plantear todo esto para comprender la razón por la cual nos lanzamos, con entusiasmo, a publicar la REVISTA ESLAVIA. En España (y en todo el mundo hispanohablante) es menester una revista que presente a sus lectores muchas de las cosas que se les puede escapar de lo que le cuentan de Rusia. Atender a los múltiples aspectos que presenta el fenómeno emergente de esta potencia es necesario para formarse una idea de lo que es Rusia, una idea más exacta, libre de la manipulación y la intoxicación que perpetran los grupos interesados en despertar la desconfianza y la aversión mundiales contra los rusos. Una potencia que resurge y se afianza suscita grandes aversiones, pero también grandes amores. Sin embargo, no es ésta la única razón que nos impele a enfocar el fenómeno ruso.
Resulta admirable que la nación rusa, después de sufrir el infierno del comunismo durante casi cien años, haya resistido. El secreto de su perennidad podría considerarse un misterio, un milagro, un designio. Y no falta aquí una literatura oracular que compone una suerte de “libros sibilinos”.
Nietzsche, viendo decaer Europa por la licuefacción de sus instituciones (el matrimonio, el Estado, la Iglesia) tenía grandes esperanzas depositadas en Rusia y el presente las está refrendando: “Rusia, la única potencia que tiene hoy esperanzas de alguna duración, que puede esperar, que puede prometer algo” (escribió en el “Crepúsculo de los ídolos”); cuando en todo el mundo las instituciones más sagradas (como el matrimonio) están pulverizándose, ahí está Rusia defendiendo a la familia sin titubeos.
Nuestro Juan Valera, a mitad del siglo XIX, pudo escribir desde Rusia: “Yo creo que si hay alguna filosofía de la historia, y no es la historia una cosa irracional y de mero acaso, esta gente [los rusos] está llamada a remover el Asia hasta en sus cimientos. Ellos fueron durante siglos el antemural de la Europa por esta parte, y a ellos toca llevar ahora la bandera triunfante de la civilización europea a esas regiones. Según estas filosofías (y acaso esta nueva consecuencia probará que estas filosofías son falsas), a nosotros los españoles y los portugueses nos toca (y ¡cuán lejos estamos de ello!) hacer en África la misma operación” (“Cartas desde Rusia”); se nota en Valera cierto escepticismo para lo que concierne a las dos naciones ibéricas, en aquel entonces ya en declive, pero no deja de ser significativo que se hiciera sus cábalas.
El ruso Konstantin Leontiev predijo en el siglo XIX el triunfo del Anticristo en Rusia bajo la forma de un poder totalitario con sello socialista y así fue. Nikolai Berdiáyev era consciente de que el secreto de la perennidad rusa era el “mesianismo” que si antaño cristalizó en “Tercera Roma” pudo invertirse de la mano de los soviéticos con la “Tercera Internacional” leninista. Walter Schubart (“Europa y el alma de oriente”) también subrayó el mesianismo ruso como motor de la fuerza nacional. Y el francés Raymond Abellio pudo escribir: “Sólo Rusia es profunda porque sólo en Rusia puede nacer y vivir sordamente, en su infierno comunista, la última, la suprema exigencia metafísica” (“Los ojos de Ezequiel están abiertos”). A esta literatura oracular, más o menos profana, podríamos añadir el papel que Rusia desempeña en las revelaciones de la Virgen María en Fátima, pero eso sería empezar y no acabar.
En la REVISTA ESLAVIA nos congregamos españoles e hispanoamericanos, con la puerta abierta a cualquier hombre de buena fe, y lo hacemos por algo más que por un aséptico interés científico que nos permita comprender la realidad rusa. Lo hacemos también con el legítimo propósito de aprender del fenómeno ruso para superar una de las más grandes crisis espirituales que ha atravesado y atraviesa España.
Han bastado unas décadas para que España, la antigua “reserva de occidente”, se haya desfigurado tanto como para no ser conocida “ni por la madre que la parió” –parafraseando a un famoso socialista sevillano. La labor destructiva de nuestros más sólidos fundamentos no ha tenido parangón en nuestra historia: se hostiga a la familia, se vilipendia y acosa a la fe religiosa tradicional, organismos supranacionales suspenden “de facto” la soberanía nacional, se cuestiona la unidad nacional por exasperados nacionalismos centrífugos, se aprovecha la articulación de nuestra propia e insoslayable pluralidad regional para saquear el dinero público, se degrada la educación convirtiendo en peleles manipulables a los futuros ciudadanos, se deteriora la convivencia y, por ende, nuestra propia “vivienda” (esto es: nuestro propio modo de vida), ha sido transformada tan gravemente que lo que está en juego es nuestra propia supervivencia. No podemos extrañarnos si encabezamos las listas en todo lo peor: drogas, abortos… Y somos los últimos de la lista en lo principal: empleo, nivel de instrucción, nivel de industrialización, etcétera. Nos enfrentamos a un problema de identidad de tales dimensiones que hasta resulta comprensible que algunas partes de España pugnen por su secesión, a falta de una razón de pertenencia y un proyecto en común. Todo ello ha sido el resultado de una pautada introducción de vicios que han maleado profundamente al pueblo español, el mismo que todavía parece quedarle arrestos para contemplar la corrupción de sus clases dirigentes (políticas y económicas).
¿Por qué estamos viviendo todo esto? La crisis del principio de autoridad, el desprestigio de las instituciones, nuestra misma crisis de identidad encuentran su razón de ser en la ignorancia de lo que somos (no en vano, uno de los problemas más acuciantes es el rigor en la educación; rigor científico y rigor en la exigencia que son ineficaces si no existe la autoridad que las haga valer), pero si la ignorancia podría disculpar a las víctimas del sistema educativo español, la infidelidad de nuestras clases dirigentes no tiene excusa ninguna. Por las razones que fueren, nuestros gobernantes presentes (y no nos hagamos muchas ilusiones en lo que concierne a los venideros) han renunciado a tener y mantener una idea de España. Han preferido cualquier cosa antes que entroncar con la tradición hispánica. Se han arrojado (arrojándonos a nosotros) a las telarañas del Nuevo Orden Mundial (occidental): ONU, OTAN, Unión Europea. No han contemplado otro sistema de alianzas que el impuesto por los poderes que hostigan a Rusia. Quejarnos de lo que nos ocurre solo puede entenderse por esta imperdonable ignorancia y esa no menor traición a lo que somos: como Rusia, España también tiene que cumplir sus designios mundiales y mientras esté servida en bandeja a poderes extraños, esos designios permanecen suspendidos.
El fenómeno ruso ofrece como pocos el modelo de una reanudación de la tradición propia frente a trampantojos que debilitan y avasallan a las naciones que caen bajo su nefasta fascinación. La tradición, lejos de ser una antigualla, es la fuerza de los pueblos cuando se reanuda bajo formas actualizadas, su auténtica libertad y el camino de su prosperidad y grandeza. Por eso miramos a Rusia, no para copiarla servilmente, sino para encontrar en ella el modelo de una futura sociedad para España que, siendo muy de hoy, no sea traición a lo mejor que fuimos ayer. Rusia lo ha hecho, después de décadas de totalitarismo marxista. ¿Por qué no intentarlo nosotros, después de décadas de extravío?
 
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martes, 21 de octubre de 2014

¿LA GENERACIÓN MÁS PREPARADA DE LA HISTORIA?

Por Antonio Moreno Ruiz

Historiador y escritor



Imagen de www.que.es



Se dice mucho en nuestro tiempo que España tiene la generación más preparada de su Historia. No obstante, si nos ponemos a pensar detenidamente, ¿cómo es que no sale una intelectualidad como la que sí tuvo en siglos como el XVII, el XVIII, el XIX y el XX?

Mi tío Ramón, que fue al colegio en los años 40 y a posteriori no llegó a acabar la carrera de magisterio, tiene unos conocimientos de geografía, literatura, matemáticas y latín, superiores a los míos.

España, hasta finales de los 60, tenía uno de los mejores sistemas de enseñanza. Cojeaba, eso sí, en eso de aprender idiomas. Si se hubiera arreglado eso, en enseñanza hubiéramos ido cerca de Finlandia o Islandia. Y no exagero. Era un sistema que premiaba el mérito, el sacrificio, el esfuerzo y el talento, es el sistema que creó la clase media de la que adolecíamos. Con todo, ya en los años 70, todavía en el franquismo, comenzó la decadencia y hasta hoy...

Generación más preparada de la Historia… Je…

No nos damos cuenta de que, gracias al capitalismo, ha triunfado la táctica comunista de la igualdad en la miseria. Dicen que se ha expandido el conocimiento y la técnica pero sin embargo, la realidad es que todos somos más mediocres. La expansión de fenómenos como los canis nos demuestra la bajeza social a la que hemos llegado. Y no es un problema de clase o de dinero, es simplemente la pérdida de lógica y educación.

Giovanni Sartori ha hablado del fenómeno del Homo Videns como contraposición al Homo Sapiens, al hombre que es capaz de entender conceptos abstractos, al hombre que es capaz de leer y escribir. El hombre actual es capaz de ver y teclear, pero a la hora de procesar y comprender, los resultados son un dolor.(*)

Somos líderes en consumo de cocaína. En pornografía infantil estamos de los primeros. ¿Qué decir de las familias desestructuradas y los problemas inmediatos que ello acarrea? Hemos dilapidado nuestra industria, nuestra agricultura, ganadería y pesca, para convertirnos en un país de turismo y especulación ladrillera. Sí, somos la generación con más universitarios, y asimismo, la generación que ha visto cómo se degradaba más y más la universidad. Lo comido por lo servido. Y encima los universitarios están emigrando a marchas forzadas, mientras tenemos millones de extranjeros que, según la política de Aznar, vinieron para echar cemento y cerveza. Ahora, a comérnoslo todo con papas, pensando encima que hay que ver lo listos que somos y los derechos que tenemos.







(*)Véase: ANTONIO MORENO RUIZ: MIS LECTURAS: GIOVANNI ...

lunes, 20 de octubre de 2014

RELACIÓN DE UN EXORCISMO REALIZADO POR EL CLERO ANGLICANO EN EL AÑO 1773


"La Leyenda Negra, la crearon los enemigos de España para desacreditar los logros culturales, sociales, militares y comerciales de la España Imperial"

Luis Gómez


En el s. XVI, España era mucha España. El resto de estados europeos la temían y la envidiaban a partes iguales. El protestantismo y la traición, se unieron para socavar ese poderío por todos los medios a su alcance. El infausto Antonio Pérez, secretario que fue del muy gran rey Felipe II, puso la traición sobre la mesa, y merced a sus contactos y al dinero de los enemigos de España, se empezó a extender libelos e infundios sobre esa España Imperial, que las generosas bolsas de oro de los anglicanos, capitaneados por su corona,(es decir por la “reina de los piratas”) junto con los protestantes holandeses, franceses, alemanes e incluso el papado, y alguna que otra ciudad italiana, abrían gustosos y despilfarraban para sufragar con celeridad y prodigalidad los infundios y mentiras con los que socavar la credibilidad y poderío de lo  español en el mundo. Nacía así la “Leyenda negra española” que tan magistralmente explotarían nuestros enemigos a lo largo de los siglos. (Para saber del traidor Antonio Pérez pincha aquí).




"Quema de las Brujas de Salem. El protestantismo asesinó a más de doscientas personas en una supuesta caza de brujas"

Pasados los años, ya con España inmersa en plena decadencia política y militar, esa leyenda seguiría corriendo como la pólvora por todos las partes del mundo. A perro flaco todo serán pulgas. El daño se extendía como un cáncer por doquier, y las mentiras sobre españoles maltratadores de indios y explotadores de negros, corrían a golpe de doblón por todas las naciones de la época Y no sólo merced a la propaganda de los enemigos del catolicismo y de España, sino a la credulidad de los mediocres gobernantes españoles de esos años, que en su inmensa mayoría tenían muy poca valía y eran peor que el peor de los cánceres que nuestro país podía padecer, ya que ellos fueron los primeros que se creyeron esas mentiras y las hicieron suyas, y por hacerlas suyas, las hicieron nuestras. ¡Señor que cruz!

No en todas partes de nuestra maltrecha España se pensaba igual, y en algunos medios de comunicación de esa época se veían las actuaciones de la “iglesia anglicana” como un esperpento que provocaba la hilaridad en nuestro suelo.

Esas matanzas de brujas que tanto se ha achacado a la Inquisición española (una niñería si se compara con las que los herejes hacían en sus territorios, donde se mataba a toda fémina viviente sólo por sacar una escoba y barrer la puerta de la casa) no son sino delirios y exageraciones, llevados al papel de forma magistral, como si de una telenovela se tratase, de forma que el público, ávido de sensacionalismo y carnaza, se tragaba con avidez. Mientras tanto, ellos, los verdaderos carniceros y fabricantes de esclavos (de cuerpo y alma), se hacían pasar por los buenos y puritanos en esta película tragicómica que es la Historia.

Traemos en esta ocasión un exorcismo realizado por los anglicanos a una pobre mujer anciana y flaca. Lean vuestras mercedes y disfruten de cómo se las gastaban, en el año 1773, esos que tanto nos han vilipendiado por ser los creadores de la Santa Inquisición. En ese año del s.XVIII algunos españoles se podían reír a mandíbula batiente al leer este suceso tan propio y frecuente por parte de los ingleses y otros como ellos.  

Dice así la noticia que publicara el “Mercurio Histórico y Político

"Protestantes a la caza de brujas"

"Nadie ignora que el Clero Anglicano está desunido en orden a la Lithurgia.  Los artículos relativos á hechiceros han parecido á algunos Eclesiásticos juiciosos mui propios y oportunos para extraviar al Pueblo, y perpetuar en él las mas absurdas preocupaciones, pero otros (y estos componen el mayor número) no piensan del mismo modo. Un suceso; estraño en el siglo en que vivimos, y acaecido en una Aldea del Condado de Wiír (Wiltshire), ha apoyado la opinión de los primeros. Ve aquí el hecho. Sintióse días pasados una mujer acometida de una calentura pútrida; Nada hai mas comun que esta enfermedad; pero algunas amigas de la enferma, mujeres de pocos alcances y llenas de superstición, pudiendo creer que la enfermedad fuese sospecharon que la, enferma estaba hechizada: dixeronlo confidencialmente a sus amigas, y de boca en boca cundió la misma voz por toda la Aldea. Los buenos aldeanos, con curiosidad de vér una hechizada corrieron en tropel á casa de la enferma, que á la sazon estaba delirando: y gritaba que me  aboga, con lo qual, sin pararse siquiera á dudar si hablaba de la calentura ó de la hechicera, fallaron que indubitabiemente estaba hechizada. Quiso la desgracia que hubiese en la vecindad una pobre vieja decrepita, que empezaba, ya a chochear, que frequentemente hablaba sola, y se dlvertia mucho con los niños, a quienes su edad la acercaba, siendo la vida un círculo cuyos dos extremos llegan á tocarse. Sobre esta pobre anciana cayeran las sospechas, y á poco que se examinaron su vida y costumbres, llegó á conviccion lo que á los principios habia sido congetura. Unos digeron que la habian visto coger yervas, otros, que entre las gallinas que tenia habia una negra; algunos observaron que unas veces solo se ponia una liga, y otras ninguna; y muchos hicieron mencion de que una baca que el año anterior se habia muerto en la Aldea, se habia parado muchas veces, antes de su enfermedad, delante de la casa de la vieja; pruebas todas que les parecian incontestables, y según las quales la vieja estaba convicta de sortilegio, sin necesidad de proceso, Sin embargo las personas mas graves de la Aldea tuvieron por conveniente consultar al Cura. Era este hombre de buena, índole, pero ignorante, y que. habia firmado los articulos de la Lithurgia, y asi no les dixo que efectivamente la acusada era hechicera, pero sí que él creía firmemente, y debian todos creer, que habia hechiceras en el mundo. No necesitaron mas los aldeanos para concebir y poner en práctica una expedicion digna de ellos. Fueronse á casa de la vieja, y habiendola atado la condugeron á un estanque cercano, en el qual la sumergieron por tres veces, creyendo que esta especie de bautismo la haria renunciar á todo comercio con el diablo. La pobre muger era sumamente seca y flaca, y por consiguiente no se fue al fondo, y este acontecimiento, que era mui natural; se tuvo por nueva prueba de hechiceria: con todo la tropa de Aldeanos creyó deber ceñirse á esta corrección; y habiendo desatado á la vieja, corrieron todos á casa dé la enferma, á quien hicieron dár un baño de ciertas yervas que la credulidad mira como preservativo contra los maleficios. Tuvo la enferma dos dias buenos despues de esta operacion, y yá se la creyó curada y corregida la hechicera; pero al tercer dia volvió el acceso, y la pobre vieja, á quien yá llevaban nuevamente al estanque con una piedra atada al cuello, hubiera pagado con su vida la enfermedad de su vecina si la Justicia, instruida del primer exorcismo, no hubiese llegado á tiempo de impedir el segundo".