RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

lunes, 5 de diciembre de 2016

EL PSOE EN CRISIS


Pablo Iglesias Posse en un mítin


ELEMENTOS PARA EL DEBATE

Manuel Fernández Espinosa

Mucho se ha hablado recientemente de los más de cien años de historia del PSOE: en efecto, el PSOE es el partido político más antiguo de España, aunque no la formación política más antigua; veteranía que, bajo otra denominación que no la de "partido", le corresponde en justicia al carlismo. La profunda crisis que encara el PSOE en la actualidad, pendiente de resolverse en un inminente Congreso, me ha llevado a pensar estos días si las cosas tienen que ser como han sido o pueden cambiar. La innegable importancia que el PSOE ha tenido hasta la fecha: ¿es recuperable?, ¿de qué modo podría serlo? El Congreso de Suresnes de 1974 muestra la capacidad de adaptación del PSOE a los tiempos: ¿será capaz de adaptarse a los actuales? Es un enigma y claro que corresponde a sus dirigentes darle al PSOE un rumbo u otro.

La cuestión que parece preocuparles ahora es saber si tienen que adaptarse a la tendencia que los adelanta por la extrema izquierda populista o si bien harían mejor en recuperar el centro-izquierda con el que llegaron a gobernar durante décadas. El presente artículo no pretende enzarzarse en polémicas concretas con nombres y apellidos, mi propósito es más bien indicar -desde fuera del PSOE- lo que creo que sería lo mejor para el PSOE y, de paso, para España; sin por ello depositar mucha confianza en ser escuchado.

Empezaré diciendo que tres elementos -dos antiguos y uno reciente- me parecen dignos de consideración por nuestros socialistas, voy a enunciarlos y a continuación ofreceré un breve comentario de cada uno de ellos.

1º) El discurso anticlerical.

2º) El Internacionalismo.

3º) La ideología de género.

Los dos primeros son lastres que acarrea el PSOE desde hace muchísimo tiempo, con sus matices. El tercero es un elemento advenedizo, procedente de los dictados que marcan los laboratorios ideológicos del internacionalismo. Otras cuestiones, como son la corrupción, son tema particular que genera mucho escándalo, pero que afecta a toda la clase política y no sólo al PSOE, por lo que voy a orillar ese asunto por grave e interesante que sea.



1º) El discurso anticlerical. Pese a sus componente marxista, el PSOE no fue en sus orígenes un partido anticlerical. En una encuesta sobre socialismo y anticlericalismo que realizó la revista "Le Mouvement Socialiste" en 1902, el fundador del partido socialista español, Pablo Iglesias Posse, respondía, entre otras cosas, así: "Yo creo que para un verdadero socialista el enemigo principal no es el clericalismo, sino el capitalismo que en los presentes momentos históricos aparece esclavizando los pueblos". Pablo Iglesias Posse identifica el anticlericalismo como una tendencia de los "elementos burgueses" que juegan a la demagogia anticlerical sin la radicalidad suficiente. Pero consideraba en ese momento que: "Excitar al proletariado a que dirija su actividad y su energía contra los clérigos antes que contra los patronos, es el error más grave de que pueden ser víctimas los que aspiran a terminar con la explotación humana".

El anticlericalismo lo contrajo el PSOE justamente por la contaminación de los elementos burgueses republicanos que convergieron en determinadas circunstancias, siendo en 1918 cuando irrumpe con virulencia en el programa de ese momento, cuando para contentar a estos "compañeros de viaje" se expresó la voluntad de realizar la "supresión del presupuesto del clero y confiscación de sus bienes", así como la disolución de las órdenes religiosas. El republicanismo español decimonónico, infectado de masonismo, no se contentaba con ser laicista, sino que predicaba el más furioso "anticlericalismo" que incluso invitaba, por boca de Lerroux, a la violación de las monjas. El PSOE se dejó fascinar por estos elementos como más tarde -una vez infiltrado por los agentes soviéticos- sería el comunismo de la III Internacional el que le aportaría los rasgos más anticlericales. Sumarse al anticlericalismo trasnochado de Podemos sería repetir un error histórico, además de una infidelidad al mismo fundador.

Tampoco estará de más advertir que la Iglesia española de finales del siglo XIX y buena parte del XX no tiene mucho que ver con la Iglesia de finales del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Instalarse en posiciones rabiosamente anticlericales es como ladrarle a un fantasma. Pero comprenderemos, eso sí, que cuando la demagogia ha cargado tanto las tintas contra un supuesto enemigo cuesta mucho trabajo deshacerse de esos inveterados prejuicios que actúan sobre una masa poco informada que, en el curso del tiempo, ha asumido toda una serie de generalizaciones injustas e indeseables: la Iglesia como aliada del poder explotador, la Iglesia oscurantista, la Iglesia-poder. Hoy, San Lorenzo, mientras presenta a todos los pobres que asiste en sus comedores, podría decir, como le dijo a los romanos: "He aquí nuestros tesoros".

El Internacionalismo. Si el anticlericalismo, instigado sobre todo desde los focos de la masonería, es un fenómeno mundial, en España revestía su particular crudeza puesto que la tradición católica española estaba predispuesta, bien es verdad, a un cierto clericalismo que, tras la derrota del carlismo, arrojó al clero en brazos de las fuerzas liberales burguesas de derechas: los curas trabucaires se fueron al exilio o cayeron en el monte bajo la bandera de la Cruz de San Andrés y el clero que quedó pasó a ser el invitado de las casas-bien; así fue como irónicamente los mismos señoritos que se habían apropiado de los bienes eclesiásticos desamortizados ahora agasajaban con chocolatadas a las víctimas de su expolio liberal. Pero el internacionalismo es un fenómeno más complejo todavía, puesto que es más universal y como un presupuesto ideológico socialista. La lucha obrera socialista se estableció desde su origen como lucha internacional: "Proletarios de todo el mundo, uníos" -terminaba "El Manifiesto Comunista". Pero el internacionalismo emite unas directrices que, la verdad sea dicha, no se sabe muy bien ni de dónde proceden. Plegarse a los dictados de una Internacional (sea la socialdemócrata o la llamada cristiano-demócrata, como es el caso para el Partido Popular o el PNV) es, en definitiva, prestarse a juegos que escapan al interés nacional. No tiene por lo tanto nada de sorprendente que los partidos "nacionales", encuadrados en estas superestructuras, hayan perdido toda popularidad entre el electorado que siente como muy lejanos los discursos que impulsan "localmente" estos grupos políticos. En el caso del nacionalismo particularista, como es el PNV, la cosa todavía puede camuflarse un poco más, pero en los casos del PSOE o del PP la cosa no puede disimularse: la sensación es que obedecen a instancias muy distantes de las preocupaciones cotidianas de las gentes propias, imponiendo políticas económicas que nos endeudan e hipotecan o ideologías que tienen el sello de la artificialidad que entretiene, pero no soluciona realmente nada.

3º Es en ese último capítulo donde cabe considerar la "ideología de género". La convergencia del feminismo radical y del lobby gay mundial ha tomado al abordaje los partidos internacionalistas (lo mismo da que estos se sitúen en la social-democracia que en la cristiano-democracia). El discurso que diseminan las terminales de esta ideología hace hincapié en cuestiones muy particulares -como es lo que se llama por ahí la "opción sexual" y la "identidad de género" (donde el "género", como constructo ideológico de la cultura quiere suprimir la realidad natural de la "identidad sexual"); no voy a entrar ahora en valorar todo esto, ni me importa ahora mismo. Lo que salta a la vista es que este tipo de reclamaciones, adoctrinamiento e imposiciones (a veces con tintes totalitarios), con toda su escenificación, es otra manera de perder el tiempo para no atender lo realmente importante y prioritario, que debería ser la Justicia Social. La ideología de género, asumida lo mismo por el PSOE como por el PP (Cristina Cifuentes es buena muestra de ello), tiene todo el aspecto de ser otro entretenimiento generado por ciertos grupos de poder, elites en definitiva, cuyos intereses particulares distraen de los intereses del Bien Común que son los que realmente debieran ser atendidos: la optimización de políticas laborales reales que no sólo den empleo (evitando el drama de la emigración de nuestros compatriotas), sino que aseguren los derechos laborales conquistados tan arduamente a lo largo de décadas y que se están viendo reducidos a su mínima expresión, cuando no llevados a una servidumbre insufrible o a la lacra del desempleo/empleo precario.

Si el PSOE tiene en cuenta que deshacerse de estos tres presupuestos podrían conectarlo nuevamente al sentir de las masas, tal vez el PSOE pueda salir con éxito de la presente crisis.

Resumiendo lo más arriba considerado:

1º El abandono de la verborrea anticlerical no se traduce en que el PSOE tenga que pasar a ser un partido clerical: nadie ha dicho tal cosa aquí. Pero sí que sería un paso adelante en la recuperación de la realidad, deshaciéndose de un discurso que lleva a ciertas contradicciones que a la postre abisman a las masas que lo mismo van de romería y luego votan al PSOE. El Partido Socialista Obrero Español debería pensar si no es más importante ser SOCIALISTA que laicista o anticlerical.

2º El internacionalismo no debe inmiscuirse en las estrategias que se apliquen a la situación local: nacional, autonómica, provincial, comarcal y municipal. Las condiciones más justas de los trabajadores nacionales no pueden ser burladas por consignas que proceden de centros de poder ajenos a nuestra circunstancia y que, a todas luces, perpetran sus políticas para desposeer a los obreros de los derechos laborales obtenidos en una larga lucha, a la vez que generan políticas de inmigración que dotan de mano de obra barata a los capitalistas y que, tal y como advirtió Su Santidad Benedicto XVI son: "imponentes flujos migratorios, frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente" (Caritas in veritate). El Partido Socialista Obrero Español debería atreverse a ser ESPAÑOL.

3º La ideología de género debe ser arrinconada como lo que es: una estrategia de grupos particulares singularmente interesados en una ingeniería social que es del todo ajena a las verdaderas demandas de la sociedad. El Partido Socialista Obrero Español debería ser OBRERO y no entretenerse en dinámicas que distraen de la verdadera lucha por mejorar las condiciones laborales, erradicar la explotación y practicar una política más justa en aras del Bien Común.

Existe una corriente cristiana dentro del PSOE, esperamos verla asomar en el futuro Congreso.

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