DETENGAMOS A LOS CORRUPTORES DE NUESTRA ENSEÑANZA
Por Manuel Fernández Espinosa
Todavía recuerdo que a los de mi quinta, llegados a cierta edad, en el colegio nos dejaban elegir entre el idioma francés y el inglés. Yo fui uno de los pocos de mis compañeros de clase que escogió el inglés. La mayoría de mi clase estaba formada por hijos de emigrantes que, aunque no dominaran la lengua francesa como un Molière, estaban en cierta medida familiarizados con el idioma francés. Muchos de ellos habían ido a Francia con sus padres para la recolección, viviendo algunos meses allí (sin ser "cursos de inmersión", como dicen los pedantes); es más, incluso recuerdo que algunos de mis compañeros habían nacido a las orillas del Garona, siendo españoles por los cuatro costados. Después de haber pasado algunas décadas, considerando la marginalidad a la que estaba condenado en aquella época el inglés en los proyectos curriculares de la enseñanza española, constato que quienes optamos por cursar el inglés en aquellas fechas éramos minoría y lo éramos -interpreto- por un factor determinante: la mayoría de mis compañeros se defendían con el francés hablado (por la emigración periódica de sus familias) y, puestos ante el dilema entre inglés y francés, habían elegido la opción que les resultaba más fácil.
El estudio de una lengua (sea ésta la que sea) siempre es un enriquecimiento cultural y nadie con dos luces va a discutir eso, pero muy otra cosa es implatar el bilingüismo en las aulas. Y hablo del bilingüismo concreto: estoy hablando de clases de Ciencias Sociales en inglés para alumnos españoles en Institutos de Enseñanza Secundaria (privados, concertados y públicos). Sostengo que la implantación del bilingüismo es una más de las expresiones del servilismo al que nos ha conducido esa abyecta y apátrida clase política que, con sus sistemas deseducativos, trabaja sin descanso por la destrucción de nuestra identidad y nuestras raíces. Pues el bilingüismo (inglés-español) no puede ser visto sino como lo que a todas luces es: el instrumento más patente de inculturación.
De manera tal que nuestros jóvenes, a los que ya cuesta de por sí tanto trabajo ofrecerles una enseñanza provechosa, tendrán ahora -por si fuese poco- el obstáculo añadido de tener que aprender las materias escolares en un idioma que no es el suyo, que es el idioma del enemigo multisecular, que es un idioma que compite con el español en su expansión planetaria. Los gobiernos que han planeado y consentido la instalación de este bilingüismo servil en España están haciendo un flaco favor a la posición de la lengua española en el mundo; están socavando las posibilidades de una enseñanza eficaz de las materias normales y muestran con su actitud, una vez más, la poca confianza que esta pléyade de nulidades culturales tiene en España (a la que -en la absoluta falta de vergüenza que caracteriza a esta lacra social- la llaman "marca España"), pues uno de los elementos fundamentales de la Hispanidad es la Lengua Española y una España que hablara en inglés no sería España. España tiene que ser la custodia de ese patrimonio espiritual que es la Lengua y la Cultura Hispánica, pero para ser eso España tiene que deshacerse cuanto antes de quienes la prostituyen y corrompen.
Muchos podrán pensar que yo me opongo al bilingüismo por anglofobia; pero no es así. Pues me opondría a cualquier bilingüismo decretado y sólo respeto -en sus justos y cabales términos- los bilingüismos naturales que, en sus respectivos territorios, compaginan el castellano con el vascuence, el castellano con el catalán, el castellano con el valenciano, el castellano con el gallego y... Hasta propondría el bilingüismo del castellano con el portugués (que no existe oficialmente) como óptima fórmula para las zonas fronterizas de España con Lusitania, siempre y cuando hubiera reciprocidad por la parte portuguesa.
No está dicho aquí que el inglés sea eliminado del currículo de nuestros estudiantes, no. Contra lo que me opongo frontalmente, por patriotismo y por sentido común, es contra un bilingüismo que será fuente de una catástrofe educacional en la normal enseñanza de asignaturas tan importantes como la Historia o la Filosofía. Contra un bilingüismo que, además de ser el capricho de gabinetes apátridas y extranjerizantes, es otra maquinaria destructiva de nuestra identidad.
Estamos siendo colonizados desde hace más de doscientos años por el imperialismo de la barbarie anglosajona. Con el avance en España de iniciativas como el bilingüismo de marca inglesa (ante la pasividad de todos los involucrados en la enseñanza: padres, alumnos y profesores) la colonización será total y completa. Y entonces, será ridículo reivindicar Gibraltar (haciéndolo en inglés).
Hagamos algo por impedirlo.
Revisa el enlace a éste lado de la galaxia que no va a ninguna parte; es www.arkesis.org
ResponderEliminarHay que detenerles. Completamente de acuerdo.
ResponderEliminarLa carrera de la educación sin cabeza, con la tontería añadida muchas veces de los padres, y las familias sometidas a todo tipo de presiones, incluída la anglómana o angloservil, como justamente dices.
De Gibraltar en inglés podemos decir que, el "tratado" de Utrech fue realmente la "Confabulación de Utrech" ("Conspiracy of Utrecht"); al ser desigual e injusto ("unequal and unfair"). Que, aparte de haber sido violado, se denuncia y no es vinculante para España. Gibraltar es España; Cataluña es España.
Intento publicar pero no sale bien
ResponderEliminarHay filtro de comentarios. Si usted lo deja en el blog, lo revisaremos y publicaremos si no hay ningún obstáculo.
ResponderEliminarGracias.