RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

viernes, 28 de febrero de 2014

28 DE FEBRERO: NADA QUE CELEBRAR


Por Antonio Moreno Ruiz


Hasta donde yo sé, en mi árbol genealógico, por la parte materna hay Bollullos de la Mitación y algún ramalazo de Coria del Río, Écija y Almensilla. Por la parte paterna está muy repartida la cosa; no obstante, contamos con Morón de la Frontera y Coripe, con ramalazos de Montellano, Algodonales y Zahara de la Sierra (y todo eso asentado luego en Utrera), y por otro lado, Pilas, Coria del Río, y un ramalazo de Sierra Yeguas. Así que a mí, lecciones de andaluz, poquitas. Soy andaluz integral y a mucha honra, y soy el primero en saltar como un tagarro cuando nos ofenden. Por eso mismo, hoy no tengo nada que celebrar. Hoy no es el día de Andalucía. Hoy es el día de Blas Infante, un personaje cuyas ridículas teorías islamófilas, cargadas de odio a Castilla y al cristianismo, sin nada de Historia, jamás fueron aceptadas por el pueblo andaluz, el cual le dio la espalda, no pudiendo conseguir ni acta de diputado. No contentos con eso, la oligarquía que en los años 70 hizo este régimen corrupto, nacida de lo peor del franquismo y lo peor del antifranquismo junto y revuelto convocó un estatuto que la mayoría del pueblo andaluz no quiso, no llegando al 40% de votantes (en Galicia apenas se llegó al 30%...). A los años, sin embargo, un cacique comunista de Sevilla le quitó una calle a Manuel Fal-Conde en las 3000 Viviendas, un líder popular andaluz, votado y querido por su pueblo, que se enfrentó a Franco cuando estaba vivo. Y encima nos imponen a Blas Infante como un dios, mientras que el pueblo sigue sin conocer su teorías. Y prefieren que sea así, porque saben que de saberlo, generaría una reacción negativa ipso facto.

Puestos a reivindicar Historia y por eso del derecho a decidir, prefiero acordarme de los mozárabes, aquellos valientes cristianos que en Córdoba, capitaneados por Eulogio y Speraindeo, se negaron a someterse al poder musulmán que Blas Infante exaltaba como nuestra supuesta identidad diferencial, luchando y derramando su sangre como mártires frente a la tiranía.



Basta de mentiras. Los Reynos del Andaluzía (Sevilla, Córdoba y Jaén, con Algeciras y Gibraltar; Granada no entra en la geografía andaluza hasta la imposición del liberalismo del XIX) nacieron en el siglo XIII con San Fernando III, vencedor de los invasores almohades, y él es el padre de la patria, unificador del valle del Guadalquivir y ejecutor de las bases que a posteriori llevarían a reconquistar Granada. Antes habíamos tenido una Bética Romana y con la invasión musulmana no hay una "regionalidad meridional", puesto que Al Andalus era todo territorio del islam ibérico; siendo que "Hispania/España" existe como tal en lengua arábiga (seguramente copiado del bizantino Spania, como copiaron del griego "stuan" = zaguán, y tantas otras cosas), pero desde primera hora el islam quiso hacer otra cosa, pretendiendo borrar hasta el nombre del país. Y nosotros somos andaluces, y por ende españoles, no andalusíes.



¿Hablamos de señoritismo? Pues ya que Blas Infante lo era, vámonos antes a Mendizábal, descendiente de sefardíes que entraron por Gibraltar, el tirano liberal que utilizó Andalucía como cortijo para pagar la Guerra Carlista, ajusticiando y encarcelando a todo sospechoso de carlismo, y entregando las minas a los Rotschild. Él y sus respectivos sucesores crearon toda una casta de caciques, y al alimón de las Cortes de Cádiz, al quedar el trabajador y el campesino sin protección gremial, quedó a merced de ellos.

Pero qué cómodo es echarle las culpas a la Reconquista, ¿verdad? La realidad no gusta tanto, porque salpica directamente. Durante tres décadas hemos tenido primero a Manuel Chaves, un ceutí hijo de un militar que pasó de África a la Península con Franco, y luego a José Antonio Griñán, madrileño hijo de un escolta de Franco cuyo nombre fue puesto en honor al fundador de la Falange, cacique puesto a dedo desde Madrid y cuyo acento de Despeñaperros para arriba es más que notorio.... Y gracias a este régimen, miles de andaluces, entre ellos yo mismo, no hemos tenido más remedio que emigrar. Así que, como decía al principio: Lecciones de andaluz a mí, poquitas. Y menos por parte de este ganado. Dime de qué presumes y te diré de qué careces...


Y bueno, mi bandera no es esa recreación mahometana que el señorito de Casares se sacó de la manga, para acabar ensuciando el histórico y mítico escudo de Cádiz, amén de usurpar un himno eucarístico de unos campesinos a los que él siempre vio a distancia. Y ya puestos, antes portugués que moro. Blas Infante fue fusilado, sí, y no nos alegramos, como tampoco nos alegramos de los fusilamientos de José María Hinojosa y Pedro Muñoz-Seca, y tantos otros andaluces ilustres que el "andalucismo" oficial y subvencionado ignora premeditadamente.

Somos tierra de frontera y tenemos múltiples influencias, tanto antiguas como nuevas. Tenemos una identidad cultural propia, no "uniforme", así como unos caracteres geográficos parecidísimos. Pero si se trata del "morisquismo", lo morisco o mudéjar como tal tuvo más influencia en Aragón y Valencia que en Andalucía, y sin embargo allí no existen este tipo de paranoias, porque nada tiene que ver ni con la historia ni con la cultura, sino con las manipulaciones y las corruptelas. Que no renunciamos a parte de nuestra historia, reiteramos: Estamos en contra de la falsedad y el descaro. Nuestras verdaderas banderas estaban colmadas de castillos y leones, y en Jaén veían el Santo Rostro de Cristo, así como en Córdoba se enseñoreaba el león y en Sevilla, o bien los castillos o bien el propio San Fernando. El día de San Fernando es el día de nuestra patria chica, la misma que nos eleva a haber llevado por delante la universalidad de nuestra patria grande, en directa hermandad con Canarias e Hispanoamérica, relación que el "andalucismo" nunca ha reivindicado, porque de hecho le estorba.

A día de hoy, estamos arruinados por la oligarquía que profesa este falso credo. Empero, eso no durará siempre y nos levantaremos con honor, evocando que fuimos los primeros en derrotar a Napoleón.


 




¡¡VIVA FERNANDO TERCERO EL SANTO, EL PADRE DE LA PATRIA!!

¡¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE DEL "AL-ANDALUSISMO" DE LABORATORIOS PSEUDO-INTELECTUALES Y LADRONES!!

¡¡VIVA ESPAÑA!!






jueves, 27 de febrero de 2014

EL ANDALUCISMO, ¿QUINTA COLUMNA DEL ISLAM EN LA PENÍNSULA?

 
 
Por Manuel Fernández Espinosa
 
El andalucismo, fundado por Blas Infante, ha conocido a lo largo de su curso histórico diversas plasmaciones políticas. Pasa por ser un nacionalismo periférico de los más pacifistas y políticamente correctos, pero desde sus primeros pasos incuba en su seno gérmenes pro-islamistas harto inquietantes.
 
EL ANDALUCISMO.
 
El independentista catalán Ángel Colom venía a decir hace unos años que el andalucismo contemporáneo podía reconocerse como “un nacionalismo emergente”.
 
El andalucismo, en su versión nacionalista, es como no podía ser menos, una “…doctrina que exige e impone la absoluta y total homogeneidad cultural y consagra como uno de sus elementos definitorios la necesidad de que cada nación se dote de un Estado independiente”, tal como lo definió Aleix Vidal-Quadras. Si el andalucismo no reviste en la actualidad señales palpables de una vocación totalitaria es por hallarse a la fecha de hoy impotente para ello, pero no por falta de aspiraciones. Y así cabe interpretar la posición del Partido Andalucista que abandonó el proyecto del flamante Estatuto de Autonomía para Andalucía, aprobado recientemente por el PSOE y el PP, por entender como demasiado floja la fórmula de “realidad nacional” que en el texto admitió el PP.
 
Andalucía, ¿nación? Andalucía, ¿realidad nacional? El estado febril de nuestros nacionalistas puede conducirnos a todos no a una nación ni a una realidad nacional, sino más bien a una “surrealidad nacional” que es en la que estamos sumidos.
 
BREVE HISTORIA DEL NACIONALISMO ANDALUZ.
 
El andalucismo histórico no deja de ser un fenómeno político que, tal y como otros nacionalismos centrífugos de la periferia peninsular, se manifiesta en la historia reciente de España. Pero hablar de andalucismo es hablar de Blas Infante.
 
BLAS INFANTE, UN CRIPTOMUSULMÁN.
 
Blas Infante nació el 5 de julio de 1885 en Casares, provincia de Málaga, y muy posiblemente, siguiendo a sus hagiógrafos, tenía en las venas sangre morisca. Desde 1896 a 1900 fue alumno interno de los Escolapios de Archidona, abandonando sus estudios a los 15 años para trabajar de auxiliar en el juzgado de Casares. Hasta 1904 no reanudaría sus estudios en Granada, cursando Derecho y, como era la costumbre, Filosofía y Letras. Es en Granada donde toma contacto primero con los círculos intelectuales que están reanimando el estudio de Al-Andalus. Con 24 años es notario, ejerciendo en Cantillana. La conferencia de Mario Méndez Bejarano en el Ateneo de Sevilla que giraba alrededor de los residuos del federalismo decimonónico parece inspirar al que luego será alabado como padre de una presunta Patria Andaluza. Asiste en 1913 al Congreso Internacional Georgista que tiene lugar en Ronda. En 1917 cae en sus manos un “Proyecto de Constitución o Pacto Federal para los Cantones Andaluces…”, que data de 1883, un proyecto que en sus delirios nacionalistas interpretará como “Constitución de Antequera”. En Ronda, allá por 1918, el andalucismo hace acto de presencia, primero como regionalismo, pero después se transmuta en nacionalismo rampante cuando toca la hora de la Asamblea de Córdoba (1919), en la que se desenmascara como nacionalismo. A medida que envejece el Notario de Cantillana (a no confundir con el Barquero de Cantillana, el bandolero Curro Jiménez), sus posturas se radicalizan llegando a coquetear incluso con el anarquismo.
 
Se casa y se traslada a Sevilla, en donde funda la Editorial y biblioteca “AVANTE”. La dictadura de Primo de Rivera paraliza la actividad política del andalucismo (“Dale la espalda a la tormenta”, habían dicho como consigna en el PNV por aquellas calendas) y Blas Infante permuta su notaría de Cantillana por otra de Isla Cristina, instalándose en Huelva a finales de 1923.
 
En 1924 viaja a Marruecos y confraterniza con las cabilas rifeñas, las mismas que han asesinado brutalmente a miles de soldaditos españoles. Su viaje a Marruecos lo entiende como una peregrinación a Agmat, en donde visita la tumba de Al Motamid, rindiendo homenaje a ese último rey andalusí de Sevilla. Su interés por el Islam es cada vez más declarado y empieza a estudiar árabe. En 1928 viajará al Algarbe portugués para asistir a un homenaje que se le tributa a su admirado Al Mutamid. Al-Motamid dará título también a uno de sus libelos publicado en su propia imprenta. También dedicará un drama épico a Almanzor, uno de los modelos de intolerantismo más memorable de la historia, el mismo Almanzor que asesinaba españoles aterrorizando el norte cristiano con sus operaciones expansionistas parece ser una figura inspiradora de la demencia nacionalista infantesina.
 
Terminada la dictadura primorriverista se traslada Infante a Coria del Río, tras la proclamación de la II República, y no tarda en constituir las Juntas Liberalistas de Andalucía. Serán las mismas Juntas Liberalistas de Andalucía de Blas Infante las que en 1931 inicien una campaña a favor de construir una mezquita en Sevilla, captando fondos para levantarla. En el año 2006 el proyecto de la mezquita de Sevilla es toda una realidad que como vemos tiene sus precedentes en este musulmán clandestino.

Cuando estalla la guerra permanece en su casa de Coria del Río. El 2 de agosto de 1936 es detenido y confinado en la calle Trajano de Sevilla. 48 horas después se le lleva a una prisión provisional y la noche del 10 de agosto es conducido al km. 4 de la carretera de Carmona, donde es fusilado. Sus hagiógrafos dicen que no obraban cargos contra él, pero a la luz de su biografía podemos deducir que Blas Infante era, sin género de dudas, reo de alta traición a España.
 
LOS SÍMBOLOS DEL NACIONALISMO ANDALUZ.
 
Desde el momento y hora en que Blas Infante y sus secuaces ponen en marcha este despropósito del andalucismo, se pusieron a buscar los símbolos de esa “nación” que ellos concibieron. Para el escudo escogieron un Hércules figurado, dominando dos leones, enmarcado entre dos columnas que pueden ser tanto las míticas columnas de Hércules como las masónicas de Jakim y Boaz. Hércules, el héroe mítico, doma el león de Europa y el león de África. En el caso de la bandera, el simbolismo es todo un manifiesto programático.
 
Parece ser que la tonada del himno de Andalucía se basa en una idea musical de Blas Infante que fue trasladada al pentagrama por el maestro Castillo. Este himno se estrenó en un concierto ofrecido por la Banda Municipal de Sevilla el viernes 10 de julio de 1936. Su letra la compuso el mismo Blas Infante.

La bandera de Andalucía es, como todo el mundo sabe, la formada por tres franjas horizontales de igual anchura, color verde-blanco-verde. Fue aprobada en la Asamblea andalucista de Ronda en 1918 y una vez aprobado el Estatuto de Autonomía en plena transición democrática esta bandera, al igual que los otros símbolos (el escudo y el himno), fueron adoptados como insignias con las que se pretende que los andaluces nos identifiquemos.
 
En cuanto a los colores de la bandera andaluza hay que decir que el estandarte verde ha sido tradicionalmente el estandarte de Mahoma. Allá por el siglo VIII este color era la bandera de la dinastía Omeya. La franja blanca se atribuye a los almohades que en 1146 invadieron la península y pusieron a todos los desavenidos reinos moros de Andalucía bajo su férula. En 1198 esa bandera ondeaba en la Giralda de Sevilla, celebrando el descalabro de nuestras tropas en la batalla de Alarcos. En los manuales de Historia que los niños andaluces manejan se dice que la bandera expresa un mensaje: “Llamada al parlamento”. Y un andalucista, Manuel Ruíz Romero, piensa que la bandera es “en cualquier caso ’símbolo de esperanza y paz’”; no sabemos a qué esperanza se puede referir como no sea a la de no ser invadidos y, de todas formas, atribuyéndosele a los almohades el color blanco, la paz que pudiera simbolizar sería una espada vigilada por alfanjes.
 
En 1930 esta infame bandera que recobraba los colores del enemigo secular había sido izada en la Casa de Andalucía, sita en la calle Alcalá de Madrid. Los españoles de la época, ingenuos intérpretes del fenómeno del andalucismo que confundían con un regionalismo inocuo, propusieron una reforma para esta enseña. Así D. Alfredo Ramírez Tomé pedía un color más para la bandera de Andalucía, el color azul; y D. Alfredo Cazabán Laguna pedía que se incluyera en ella: “En la parte superior del paño simbólico y en un ángulo de él, dos pequeñas franjas… Una franja amarilla y roja otra: los colores de la Bandera Española, que pone Andalucía sobre los colores de la Bandera Regional. De ese modo, llevará la enseña de la patria chica, el homenaje de la Patria grande.” Pero los nacionalistas andaluces, nada quisieron saber de la “Patria grande”, por lo que estas sugerencias cayeron en saco roto y actualmente los andaluces más incautos se identifican con un trapo moro que cifra en sus colores los ochocientos años de ignominia que duró la ocupación sarracena.
 
LA C.E.H.A: TENTÁCULO CULTURAL DEL PARTIDO ANDALUCISTA.
 
El X Congreso sobre Andalucismo Histórico, celebrado en octubre del año 2001, puso en evidencia para los andalucistas, en palabras del vicepresidente de la Fundación Blas Infante, que: “…la educación es el principal fin para mejorar el estado de la región”. No sin expresar que: “Uno de los grandes males de Andalucía para los baluartes de la causa de Infante es la falta de vertebración de la región.”
 
En efecto, lo que los andalucistas consideran defecto de vertebración regional, amén de los atávicos enfrentamientos provincianos (el “antisevillanismo” manifiesto que alimentan algunas provincias como Cádiz o Granada) es uno de los brotes más hostiles a cualquier idea de Andalucía como nación, lo que ha supuesto siempre un lastre para el andalucismo militante que ha chocado también con el escepticismo de la población andaluza, tan realista y sabia, como escribía D. José Ortega y Gasset, que poco o nada se interesa por las historias de Califatos esplendorosos y cuentos de María Castaña. Conscientes de este hiato entre las presuntas elites culturales andalucistas y el pueblo andaluz, irredento de su analfabetismo, el mismo X Congreso sobre Andalucismo Histórico del 2001 reclamaba la “educación” como medio, pero no vayamos a creer que lo hacían por altruísmo filantrópico: lo que esperan los andalucistas es decidir la política educativa, sobre todo en lo concerniente a la historia de Andalucía, para servirle a las futuras generaciones el delirante sueño de ese Al-Andalus que soñaba Blas Infante.
 
También se expresó en el mismo encuentro la necesidad de “una reorganización del territorio para llegar a un modelo comarcal y no provincial”. Este modelo que proponen ellos sería tanto más óptimo para alzar las columnas del andalucismo allí donde todavía no han podido erigirse debido a las particularidades que hemos comentado.
 
Pero con antelación a este importante Congreso, había sido resucitada una antigua asociación cultural que fue, y es, el verdadero y discreto motor de toda la actividad política del Partido Andalucista: el Centro de Estudios Históricos de Andalucía, la C.E.H.A.
 
Su historia es un tanto más vieja. Fundado por D. Alfonso Lasso de la Vega y Jiménez Placer en el Alcázar de Sevilla en 1932, la C.E.H.A. congregó a un grupo de profesionales y técnicos multidisciplinares con la finalidad de pensar el “ser andaluz” (?), estudiar la historia de Andalucía y, a la vez, difundir sus resultados entre los sectores más amplios de la población para de esta forma ir creando una conciencia nacional de la que carecemos los naturales de Andalucía.
 
La C.E.H.A. ha sido refundada nuevamente en las últimas décadas, y ha reanudado con vigor la misma labor metapolítica para divulgar una historia sesgada de Andalucía, relegando al ominoso olvido la herencia cristiana (tildada por los más conspicuos andalucistas con el mote peyorativo de “mesetaria”), y teniendo como objetivo explícito despertar el sentimiento nacionalista, que se basaba en los tres momentos que Blas Infante visionó como ápices de la historia andaluza, o sea las tres etapas en las que, según el padre del nacionalismo andaluz, Andalucía fue “nación independiente”: la Tartessos prerromana, la Bética senatorial y el Al-Andalus musulmán.
 
El resto de la historia andaluza: la presencia céltica verificada en muchos yacimientos y en la toponimia; los inicios del cristianismo; la obra compiladora de San Isidoro de Sevilla; el testimonio de San Eulogio o el ejemplo de virtud heroica de los Mártires de Córdoba que se inmolaban a la mayor gloria de Dios en una Córdoba musulmana que era todo antes que un oasis de tolerancia; las gestas de la Reconquista con Fernando III de Castilla, el Santo; el esplendor de la Sevilla que veía llegar por el Guadalquivir las riquezas del Nuevo Mundo contenidas en los galeones que escapaban a la piratería europea, el florecimiento de las Artes y las Letras en la Sevilla barroca, etcétera… no es para la C.E.H.A. otra cosa que la historia, amarga y vergonzosa para ellos, de la Andalucía que ellos quieren borrar de la memoria colectiva, la Andalucía que hubieran querido que nunca jamás hubiese sido en la Historia. La Andalucía genuina, la española, la europea.

Según los sectarios de Blas Infante la hegemonía de los visigodos “trinitarios”, como ellos nos denominan a los católicos, y el “imperialismo asimilacionista” de las dinastías de los Austria y los Borbones no son Historia que merezca contemplarse. Así piensan los talentos de la C.E.H.A.
 
EL ANDALUCISMO OCULTO: LOS COLABORACIONISTAS DEL ISLAM.
 
Blas Infante Pérez había escrito: “Yo, criado entre jornaleros e hijo de un pueblo jornalero por excelencia morisco o andaluz, había vivido la tragedia de la Andalucía secularmente martirizada, de un pueblo que soportaba con musulmana resignación y aristrócrata mansedumbre”. Lo que quiere decir que para Infante los andaluces somos “moriscos”; ¿qué haremos los andaluces que no lo somos? Pero la verdad era muy distinta, Blas Infante era hijo de acomodados labradores, estudió y no tuvo especiales problemas económicos, pudiéndose dedicar a fantasear con un Al-Andalus idílico. Tampoco nos tomaremos la molestia de averiguarle el árbol genealógico al malogrado ideólogo malagueño, pero, aunque sus antepasados fuesen cristianos viejos, lo cierto es que a lo largo de su vida intelectual fue decantándose cada vez más por el Islam hasta el punto de profesar encubiertamente la religión musulmana.
 
Muy pronto el mítico Tartessos y la clásica Bética de los senadores romanos serían olvidados por Blas Infante. El fundador del nacionalismo radicalizaba su postura nacionalista a medida que se fue concentrando en el estudio de Al-Andalus. “La comprensión de esta etapa marginada -escribe Manuel Ruiz Romero, secretario de la C.E.H.A.- será vía obligada en la recuperación de la conciencia del pueblo para el andaluz [léase Blas Infante].”
 
Blas Infante cultivaría, desde el descubrimiento de Al-Andalus, una febril devoción por todo lo musulmán que lo llevaría a declarar públicamente su cripto-mahometanismo: “Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos a ser jamás europeos. Externamente en el vestido o en ciertas costumbres ecuménicamente impuestas con inexorable rigor hemos venido pareciendo aquello que nuestros dominadores exigieron de nosotros. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos de verdad: esto es andaluces, euro-africanos, euro-orientales, hombres universalistas, síntesis armónicas de hombres.”

Para Infante: “Los moros andaluces (!) viven en el destierro desde hace cuatro siglos”.
 
La página islamista de Internet a la que hemos aludido más arriba reclama la publicación de las obras completas de Blas Infante que comprenden, según esta fuente, en este caso fidedigna, casi tres mil manuscritos y catorce obras literarias. Los mismos “musulmanes andaluces” se preguntan: “¿Por qué tanto secreto?”.
 
Es una de las pocas cosas en las que estamos plenamente de acuerdo con este grupúsculo formado por andaluces apóstatas y recién conversos al islam.

Nosotros también quisiéramos disponer de la obra completa de Blas Infante, siquiera para descubrir las memeces y payasadas de este visionario que a título póstumo todavía pasa por ser un hombre de buenas intenciones, cuando no era otra cosa que un renegado, y si todavía alguien nos lo cuestiona, leamos estas elocuentes palabras del “Sabino Arana” andalusí: “El rencor europeo o de animalidad europea que se ofreció a la historia con el nombre de fervor católico se ensañó contra esta cultura superior de Al-Andalus, no sólo por odio al nombre musulmán que la designaba sino por el temor de que su fuerza cautivante de las almas descubriese la verdadera naturaleza de la inspiración animal que rigió la conquista”. Al parecer, para Blas Infante no cuenta la barbarie islámica que inmoló a innumerables mártires de Cristo bajo las cimitarras y bajo suplicios horrorosos. Eso no cuenta para el amigo de Almanzor.
 
En efecto, nos preguntamos: Cuando la comunidad autónoma de Andalucía ha reconocido a Blas Infante como Padre de la Patria Andaluza, cuando como bandera andaluza flamea en los ayuntamientos democráticos de toda Andalucía el trapo blanquiverde que Blas Infante pergeñó, cuando los políticos del PSOE y del PP cantan al alimón los versos del Himno que Blas Infante compuso, cuando se les obliga a los niños andaluces a celebrar el día de Andalucía con dibujitos que nos pintan lo bondadosísimo y estupendísimo que era este musulmán encubierto… ¿Por qué no se han divulgado las obras completas del devoto de la cimitarra de Almanzor?

Con los “musulmanes andaluces” -parece mentira que estemos de acuerdo en algo con ellos- nos hacemos esta pregunta: ¿Por qué tanto secreto?.
 
OTRO NACIONALISMO NACIDO EN LAS SACRISTÍAS DESVIADAS.
 
Los textos secretos de Blas Infante están por publicarse. Hasta la presente, el custodio de los manuscritos -que a juzgar por testigos oculares, entrañan no poca dificultad de descifrar, dada la pésima caligafía de Infante, es el Padre Enrique Iniesta Coullaut-Valera, un personaje que merece un parágrafo.

Nacido en Madrid en 1930, aunque de orígenes sevillanos (su familia era oriunda de Marchena), el padre escolapio Iniesta es una autoridad en materia infantesina. Biógrafo de Blas Infante, investigador de la obra del ‘profeta’ por el cual parece haber abandonado el interés que por su estado eclesiástico debiera sentir por la evangelización, Iniesta es un andalucista militante que actúa como gurú del andalucismo, casi sagrado oráculo de la C.E.H.A., de la que es vicepresidente del C.E.H.A., así como director de la Biblioteca de Temas Andaluces. También cuida de la exposición permantente “Blas Infante. Vida y Obra” que la Fundación Andalucía mantiene en el Colegio Escolapio de Granada.
 
Es uno de los muchos sacerdotes católicos de origen, lo sentimos por él, muy poco andalusí que ha desarrollado una labor entusiástica por recuperar y divulgar la obra de Blas Infante. Entre estos sacerdotes y religiosos destacan el televisivo y popular José María Javierre (nacido en Lanaja, provincia de Huesca, en 1924), Diamantino García Acosta (nacido en Ituero de Azaba, provincia de Salamanca, en el año 1943), o los jesuitas Pope Godoy (sic) y García Mauriño, todos ellos desarrollaron su tarea metapolítica al servicio de la causa andalucista en tiempos de la Transición.
 
Desde sus inicios, el andalucismo estuvo inspirado por católicos como el teólogo sevillano José María González Ruiz (nacido en 1916). Curioso, una vez que desplegamos el fenómeno andalucista y descubrimos su islamismo oculto. Aunque no nos parecerá extraño cuando encontramos un nexo común entre casi todos ellos: sus simpatías por la Teología de la Liberación. Recordemos, aunque parezca salirnos del asunto, que el marxista Roger Garaudy, convertido después al Islam, fue uno de los iniciadores del diálogo Iglesia Católica-Marxismo en connivencia con Helder Cámara, a ambos podemos reputarlos como padres de la Teología de la Liberación. Roger Garaudy, instalado en la Torre de la Calahorra de Córdoba, desde la que atalaya el mundo occidental, capitalista y cristiano de sus odios, está también al frente del Instituto de las Tres Culturas, siendo uno de los más celebérrimos musulmanes europeos. Quisiéramos hacer notar los eslabones de esta cadena: marxismo-teología de la liberación-andalucismo-islam. Sorprendente.
 
No obstante, volvamos a nuestros curas andalucistas. El factótum de la “inteligentsia” andalucista es, sin duda alguna, el escolapio P. Iniesta. Él mismo nos confiesa sabrosas anécdotas a la luz de la cuales nos extraña muy mucho que todavía pueda seguir cantando Misa. Sería interesante que la Sagrada Congregación de la Fe examinase el conjunto de su obra “intelectual” al servicio de causas muy ajenas a la Iglesia Católica y al mensaje salvífico de Jesucristo.

Vamos a contar un episodio de su vida que para nosotros es suficiente. No creemos que se pueda incomodar el escolapio, pues lo contó con todo desparpajo y sin sonrojo alguno él mismo, en un acto público, concretamente en una conferencia pronunciada ante un auditorio de nacionalistas catalanes. La conferencia se titulaba: “Blas Infante y Cataluña”.

En los años cincuenta -cuenta el P. Iniesta- se encontraba el sacerdote en la Colegiata del Real Sitio de la Granja, donde reposan los restos mortales de Felipe V de Borbón e Isabel de Farnesio, su esposa. Se le brindó la ocasión de acceder a la cripta mortuoria del monarca difunto, y junto con él también penetró en la cámara mortuoria el escolapio Ramón Castelltort. Ambos correligionarios pudieron contemplar lo que quedaba del primer monarca borbónico. Ramon Castelltort se comportó ante el cadáver de Felipe V, en honor de este poeta escolapio hay que decirlo, muy respetuoso a pesar de ser catalanista y no profesar simpatías por el rey centralista. Pero veamos lo que le pasó por la cabeza al P. Iniesta: “Y entonces, la tentación de un diablo humorista, me picó inesperadamente: di un leve codazo a Castelltort y canturreé mirando al regio cuerpo presente: ‘Bon cop de falç, bon cop de falç, defensors de la terra’”. Estos versos de Els Segadors, himno de Cataluña: “¡Buen golpe de hoz, buen golpe de hoz, defensores de la tierra!” no son que digamos una piadosa jaculatoria ante los restos mortales de un cristiano. El escolapio sucumbió a la tentación del demonio humorístico que, como no podía ser menos también se reveló como el demonio más macabro. Se trata, como por desgracia no podemos disimularlo, de algo muy parecido a una profanación. Y es que, por mucho que les pese a los nacionalistas, Felipe V de Borbón era un cristiano. La actitud del P. Iniesta, no sabe cuánto lo lamentamos, es asaz irreverente y sacrílega y muy poco edificante.

Acto seguido, en la misma conferencia, el sacerdote escolapio del que tratamos, declara adoptar el papel de una especie de mediúm espiritista, realizando una “ceremonia de evocación” [palabras suyas] por la que invoca a los espíritus de los padres de las patrias catalana y andaluza. Es lo que ocurre cuando ciertos clerizontes con la cabeza a pájaros se apasionan por la ideología nacionalista y dejan a un lado su apostolado y su misión ministerial.
 
Resulta curioso que Blas Infante, el Padre de la Patria Andaluza, que llegó a profesar tanto odio al cristianismo por haber acabado con Al-Andalus y haber desterrado a los “moros andaluces” al Magreb, se educara en un colegio de los Escolapios, concretamente en el de Archidona.
 
La vida suele gastar estas bromas a los aprendices de brujo. Antes de ser el “profeta” del andalucismo, reinventando el pueblo ‘andalusí’ de sus andanzas e indigestiones intelectuales, Blas Infante no fue otra cosa que un niño de familia bien que podía permitirse el lujo de estudiar en una escuela dirigida por los Padres Escolapios. No parece que aprendiera mucha vida piadosa en este centro educativo y, no obstante, haremos bien en pensar que en los tiempos colegiales de Blas Infante, los escolapios estarían mejor formados espiritualmente que el P. Iniesta. De todas formas, lo que es de temer son las promociones de jóvenes del colegio escolapio de Granada que han sido (de-)formadas por sectarios del andalucismo como el mismo P. Iniesta, que muestran una vida de piedad que tanto deja que desear y a los que no les falta su ramalazo de espiritistas.
 
EL ANDALUCISMO PUDO PASAR A LA LUCHA TERRORISTA.
 
No nos lo inventamos. Nos lo cuenta un iniciado, un miembro histórico del Partido Andalucista que hoy forma parte de los cuadros de mando de la C.E.H.A.: se trata de D. Manuel Medina Casado, y lo narra en su ponencia intitulada “Una visión de la transición andaluza a la autonomía, (1976-1984)”, publicada por la Cámara de Comercio e Industria de la Provincia de Jaén en el cuaderno titulado TRANSICIÓN Y AUTONOMÍA DE ANDALUCÍA, año de edición 1999. La cita es prolija, pero creemos que merece la pena ser trasladada íntegramente.
 
“En los meses inmediatamente anteriores al 28 F [día que ha pasado a ser el "aberri eguna" andaluz], y también tras esa memorable fecha, el ambiente político estaban (sic) muy caldeado en ciertos círculos andaluces cercanos al nacionalismo andaluz, por lo que políticamente se había considerado una vejación, a saber: lo insólito del referendum y la postura del gobierno central y su partido la UCD. No hay más que echar una ojeada a los diarios y percatarse incluso del brote de ciertas posturas terroristas. No es deseo de este ponente entrar en citas detalladas, deseo sólo ofrecer “una visión general” y escribir sobre algún tema que otro, que se han obviado hasta el presente.
 
Al escribir sobre tema tan espinoso como es la violencia daré sólo tres datos:
 
a) Jóvenes y no tan jóvenes de alguna provincia andaluza pidieron entrenarse en algún país del norte de África, con el deseo de “aprender tácticas” terroristas, al modo que lo estaban haciendo los etarras en el sur de Francia, que luego aplicarían en Andalucía. (El dato lo guardo en mi memoria y es de primera mano. No deseo hacer más precisiones por el momento).
 
b) Así se leía en el título de una noticia en un periódico “Nueve militantes del FAL (Frente Andaluz de Liberación) pasan al juzgado hoy, detenidos anteanoche por asociación ilegal en Sevilla” (Correo de Andalucía de 16 de febrero de 1980). El presidente y fundador del FAL fue Antonio María Medina Molera. Personaje interesante de la Transición andaluza.
 
c) “Los Grupos Armados 28 de Febrero reivindican un atraco realizado en Córdoba”. Titular de “El País” de 14 de marzo de 1980."
 
Hasta aquí el autor andalucista.
 
Como podemos comprobar por testimonios personales que nos merecen todo crédito, dado que han sido emitidos desde el propio seno del Partido Andalucista, el andalucismo radical ensayaba en la década de los 80 del siglo XX líneas extremistas de acción armada. Los protagonistas de aquellas batallitas que, a Dios gracias, no llegaron a acarrear desgracias mayores son hogaño honestos padres de familia. Pero, ¿quién pone la mano en el fuego por lo que adeptos del andalucismo musulmán y panislamista puedan perpetrar en el futuro?
 
A fecha de hoy conocemos a muchos andalucistas que no tienen ni la más remota idea de los orígenes ocultos del andalucismo de Blas Infante. Ingenuos e incautos andaluces -y no andaluces, pero residentes en Andalucía- dan su voto al Partido Andalucista, por entender que esta formación nacionalista poco o nada tiene que ver con otros nacionalismos más furibundos y abiertamente separatistas. Los andalucistas se aúpan en los ayuntamientos andaluces, rebañando de los presupuestos de cultura de aquí y allá para subvencionar su labor metapolítica: configurar los temas de historia de Andalucía, previamente distorsionados y sesgados convenientemente, sería uno de los sueños que acarician. De esa forma podrían penetrar en la conciencia de un pueblo que hasta hoy apenas los escucha para preparar otra bomba de relojería, otro foco de separatismo.

La mayoría de los andaluces no saben a ciencia cierta quién es Blas Infante, prueba de ello es que muchos andaluces todavía confunden al notario Blas Infante con otro notario, D. Blas Piñar. Pero, lejos de constituir una moda efímera, el andalucismo echa raíces y acapara posiciones aventajadas en las administraciones públicas de la autonomía de la España meridional: sus votos son decisivos en los ayuntamientos presididos por el PSOE o el PP que no tienen ningún reparo en pactar con ellos. (¿Saben acaso nuestros socialistas y populares centrípetos lo que se cuece en los pucheros andalucistas?).
 
Pocos son los que les prestan atención a los andalucistas en la misma Andalucía. Nadie les concede la menor atención en España. Hemos conocido algunos andalucistas que entienden su arabismo ‘andalusí’ como una mímesis meramente estética, pero otros muchos -más consecuentes y peligrosos- han dado el paso convirtiéndose al Islam. Unos y otros no cesan en divulgar su mensaje: Andalucía alcanzó su máximo apogeo en el Califato de Cordoba, hay que reconquistar Andalucía para el Islam. Una amenaza que cada día toma proporciones más reales.
 
Después del 11-S ha sonado la trompeta de lo que puede ser la guerra del siglo XXI, la que enfrentará a los musulmanes fundamentalistas del planeta, con Ben Laden a la cabeza, contra el mundo libre, en una de las mayores amenazas de la Historia.
 
España ocupa un lugar geoestratégico incuestionable. Andalucía se encuentra más vulnerable todavía. Ellos, las cabezas pensantes del andalucismo oculto que encubre las maniobras de la quintacolumna pro-islámica; ellos, los tontos útiles que un día se encandilaron con el señuelo del mítico pasado, supuestamente espléndido; ellos, los andalucistas, son los candidatos para hacer de Andalucía la cabeza de puente que conecte el África islámica y beligerante con la Europa secularizada, decadente y pacifista. Pero para nosotros, descendientes de los godos, Andalucía será parte indisociable de España o no será más que una “surrealidad nacional”.
 
Manuel Fernández Espinosa

miércoles, 26 de febrero de 2014

¿DÓNDE ESTÁS DEMOCRACIA?



"¿Dónde estás Democracia?
Indignos, traficantes y falsarios,
en pública subasta, te han vendido.
Tus fueros en desgracia
no son más que ideales temerarios,
que sufren el secuestro del olvido.

¿Dónde estás Democracia? ¿Dónde brillas?
Tus leyes se las guarda en los armarios,
para servir de carne a las polillas.
Tu Demos ya no existe. El Pueblo ha muerto.

Los hombres, en conjunto, son, apenas,
la negativa unión de las arenas
para la estéril vida en el desierto…"


Pablo Hannibal Vela

viernes, 21 de febrero de 2014

EN CÓRDOBA NO HAY MEZQUITA QUE VALGA



Por Antonio Moreno Ruiz


En Córdoba no hay mezquita que valga. Sí, damas y caballeros, tal y como lo leen: Que no hay mezquita. El monumento en el que estarán pensando, con aquellos preciosos arcos de herradura y las míticas dovelas rojas no es una mezquita. Parece ser que fue un templo pagano, herencia de la espléndida Corduba romana que por fin empieza a recuperarse, aunque sea para la arqueología y el turismo. A posteriori, durante siglos fue una basílica cristiana de estilo bizantino, nominada bajo la advocación de San Vicente. Cuando llegaron los invasores musulmanes, la élite siria que dominó el cotarro durante los cuatro primeros siglos (para luego dar paso a disputas entre bereberes, hispanos conversos y militares eslavos) y que hizo de Córdoba el mayor mercado de esclavos de Europa, construyó sobre la iglesia y copió el modelo. No fue un caso aislado. La Giralda de Sevilla fue construida con materiales de las ruinas de Itálica y el Patio Banderas es una zona paleocristiana. Por otra parte, la catedral de Córdoba nunca ha albergado sinagoga ni nada que le concierna a la comunidad judía. Así que nada de la farsa de las “tres culturas”. Durante la mayor parte de su historia ha sido un templo cristiano, y para nosotros, es un ejemplo de la heroica resistencia de los mozárabes acaudillados por Eulogio y Speraindeo, que se negaron a someterse al poderío mahometano. Ellos constituyen la herencia de nuestra tierra y no emires, califas o reyes de taifas. No es que queramos borrar esa parte de nuestra Historia, es que España no es Al Andalus, y nosotros somos andaluces, y por lo tanto españoles, que no andalusíes. En árabe existe el concepto de España como existió el de Hispania, solo que los invasores y los conversos quisieron borrar hasta el nombre de la patria para hacer otra cosa. Tal y como quieren desde el siglo XVIII masones, liberales e izquierdistas. Es por eso que todos ellos, con pseudo-intelectuales que no son andaluces (como Antonio Gala) profesan un culto irracional a un Al Andalus que no es el histórico, con sus virtudes y defectos, sino la mentira manipulada al gusto ideológico que es antihispánico a fuer de anticristiano,  y siguiendo la senda de Blas Infante, politiza un romanticismo extranjero que nunca entendió nuestra tierra, y que la tomó para espurios experimentos y onanismos mentales.

Están contando la historia justo al revés, y eso afecta tanto a la identidad arquitectónica en particular y cultural en general de aquella bellísima ciudad que es el centro de las Andalucías, como a la historia de España en relación al África y el islam. Y así, le dan alas al imperialismo marroquí, que usurpa tierras que son hispanas desde mucho antes de la aparición del islam a priori y del estado marroquí a posteriori (1) 

Y bueno, los de siempre, convergiendo en su odio a España y a Cristo, vienen a decir ahora que por qué la Iglesia no le da al Estado la catedral. Que es que gana mucho con sus beneficios, mientras que hay crisis. Claro, por lo visto, ellos, tan ateos como islamófilos (como si supieran lo que es el islam, lo que fue Al Andalus o lo que es la cultura árabe…. Angelitos…), piensan que su adorado Estado iba a repartir los beneficios de las visitas al monumento…

Resulta que en Ex–paña tienen derecho a exenciones de impuestos protestantes, judíos, musulmanes, asociaciones deportivas, sindicatos, empresarios… Y en cambio, nadie protesta por eso. No: La fijación está en que “españolista” sea un adjetivo peyorativo en España, así como ondear la bandera roja y gualda, y en la Iglesia Católica. Y eso contando con el clero que más ha servido al Estado. Como dice el historiador angloamericano Stanley Payne, Franco no tuvo mayor enemigo que la clerecía, y no precisamente por motivos religiosos. A lo mejor muchos curas “modernos” (en verdad repetidores de viejos errores) se creían que así les iban a perdonar la vida los anticlericales de siempre, pero llevamos no sé cuántos años tropezando en la misma piedra.

Además, ¿nos creemos que el Estado exime a estas organizaciones de impuestos como una especie de gracia concedida porque sí? ¡Je! En seguida… No es eso, no es eso. El Estado hace eso porque sabe o intuye que, o bien estas organizaciones dan un servicio social que él no está dispuesto a dar, o bien tiene compadreo con quien está ahí, como es más claro en el caso de sindicatos y empresarios. Hasta donde yo sé, ni en las logias masónicas, ni en las herriko-tabernas, ni en las asociaciones de homosexuales, ni en la casa del actor, ni en la confederación de empresarios, ni en las sedes sindicales o de partidos dan de comer. En cambio Cáritas sí. Y ayuda a pagar recibos, y a vestir al prójimo. Sin Cáritas, con todo lo que se le pueda criticar en cuanto al “buenismo”, España sería Kosovo o algo así. En cambio, los que tanto se preocupan de islamizar la catedral de Córdoba tampoco vemos que hagan nada por los demás. Al contrario, alaban las ONG que pagan los españoles con sus impuestos. Y digo “pagan” porque yo, como miles de compatriotas, no he tenido más salida que la emigración, para que allí se quede lo mejor de cada casa...

Que conste que yo, al igual que Juan Vázquez de Mella, prefiero una iglesia pobre pero libre a una rica pero esclava. Así que por mí, que se acabe ahora mismo el cachondeo de la Conferencia Episcopal y sus vomitivos medios de comunicación que están al servicio de banderías politiqueras pro-yanquis, y que se acabe el compadreo de muchos curas con los políticos, y el fariseísmo de muchos políticos que van a las manifestaciones a hacerse la foto y luego son artífices de una legislación anticatólica. Así que, si quieren acabar con ese supuesto acuerdo económico, mejor. Y digo “acuerdo económico” porque la opción que existe es que destines parte de la renta para la Iglesia, no porque se regale el dinero por la cara, como dicen y creen los rabiosos comecuras.

Pero bueno, esto es como todo: A ellos les pide el cuerpo quemar iglesias. Más de uno podría preguntarse por qué los gitanos de Sevilla apoyaron el Alzamiento, tal y como consignó el general Queipo de Llano en sus memorias. Porque la iglesia de San Román, como tantas otras, fue pasada por el fuego. A ellos no les gusta quemar un cuartel de la Legión. No les gusta enfrentarse a enemigos fuertes. No, a ellos, como a ETA, les va el tiro en la espalda, la amenaza a la familia… O violar monjas, práctica muy extendida hasta la Guerra Civil, y que han realizado por igual protestantes, liberales, marxistas y anarquistas. Y claro, a ellos no les importa que en Ex–paña, desde la época de Felipe González, las fortunas más grandes del país, como Botín o Almodóvar, no paguen impuestos gracias a una ley societaria (SICAV) que así lo establece. En Francia y en Alemania existe algo parecido pero a condición de que una cantidad de sus beneficios sea invertida en el país. En Ex–paña no, están exentos de impuestos y no solo no invierten en el país, sino que van a los países del Tercer Mundo a explotar y robar, y cuando algún tiranuelo demagogo los expropia, ahí sí, ahí sí acuden a la “marca España”, cuando no tienen más patria que el dinero. Manchar la cruz y la patria como lo hacen fariseos varios hace un daño muy gordo, y esas actitudes deben ser denunciadas y combatidas ipso facto.

Con todo, en Córdoba no hay mezquita que valga. Aquí lo que hay es una fijación enfermiza, aupada y subvencionada desde arriba desde hace mucho tiempo. Y por desgracia, cada vez más envalentonada al no hallar una resistencia contundente y organizada, por lo que su piromanía comienza a chispear. De nosotros depende cambiar las cosas.






(1)Véase: Por la liberación de la Hispania Transfretana ocupada por el Islam ...

"EL EÓN EN SCHMITT Y DE ANQUÍN", POR ALBERTO BUELA.



El Eón en Schmitt y de Anquín


Alberto Buela (*)


Intentamos mostrar las diferencias que tiene la noción de aiwn en Carl Schmitt y en Nimio de Anquín. Aun cuando los dos autores comparten una misma Weltanschauung, sus conclusiones son diferentes: para el alemán el aiwn cristiano no pasó, para el argentino sí.


Ambos tienen varias y sustanciales coincidencias: Fueron coetáneos, Nimio de Anquín nació en Argentina en 1896 y Carl Schmitt en Alemania en 1888. Fueron filósofos, uno, el americano, más específicamente metafísico, el europeo del derecho y jurista. Los dos terminaron en la politología. Ambos fueron, en definitiva, stricto sensu pensadores católicos, ni progresistas ni conservadores, sino sólo y nada más que católicos, que incorporaron en su bagaje cultural una sabiduría bimilenaria.

Es probable que no se hayan conocido, aún cuando De Anquín estudió en Marburgo en 1926 y fue designado Doctor Honoris Causa por la Universidad e Maguncia. Y Schmitt en esa época vivía en Alemania, luego vivió en España, lugar a donde viajó más de una vez el cordobés.


Pero es probable que se hayan leído, porque los dos llegaron a publicar en la misma revista trilingüe Dinámica Social que durante los años cincuenta se editó en Buenos Aires. Además De Anquín cita a Schmitt, aunque el germano no lo hace con el argentino. Por otra parte ello es bastante lógico, dado que al tener los europeos el monopolio de la filosofía, casi nunca se honran en citarnos a “los bolitas”.1 No nos engañemos, el mundo boli, aún para las grandes cabezas europeas, sigue siendo una anécdota pintoresca y nada más.


Ahora bien, a estos lugares en común queremos agregar en esta meditación el tema del eón, que aparece en la obra de ambos.




El concepto de eón


El concepto llega al mundo griego desde la eschatología (escatoV) y no escatología (skatwV) que significa estudio de los excrementos, de la mierda. Nos llega desde los antiguos persas, desde la tradición de Zaratustra o Zoroastro.

El eón indica el concepto de grandes ciclos temporales pero no de tiempo cíclico, que es algo diametralmente distinto. Los eónes son unidades nonormalizadas de tiempo. Es decir, no indican un período de tiempo regular y establecido, pueden ser de mayor o menor duración uno de otro. Marca, de alguna manera, el ritmo eterno de los tiempos que están más allá o sobre el desarrollo histórico mundano.

Dejando de lado la miríada de corrientes gnósticas que han hecho del concepto de eón un amasijo incomprensible de opiniones de las más diversas, arbitrarias e irreflexivas, podemos decir del eón tiene como puntos de partida las grandes figuras históricas. Se toman regularmente a Zarathustra para significar el eón iranio, a Sócrates o Platón para el eón griego y a Jesucristo para el eón cristiano.

El término griego de eón es aiwn (aión) que significa duración casi ilimitada de tiempo. Su equivalente latino es aevum, que fue entendido como edad o época. El término eón se utiliza en geología y paleontología para indicar los larguísimos espacios de tiempo que ocupan las distintas edades.

El término pasó por distintas etapas, así en Homero (Ilíada XVI 453 significó “fuerza vital”; en los trágicos tomó el sentido de “duración” y finalmente en los filósofos vino a significar “eternidad”. Así en el Timeo 37d Platón contrapone los términos aión y chrónos de modo de resaltar la contraposición entre eternidad y tiempo. 2

Anotemos al pasar la vulgarización del término, hoy en Argentina la compañía petrolera Repsol-YPF, publicita a diario uno de sus aceites bajo el nombre de Elaión.

La opinión de Schmitt


El último representante del ius publicum europaeum, como gustaba ser considerado, hablando del imperio cristiano medieval sostiene que “El concepto decisivo de su continuidad, de gran poder histórico, es el de katechon. Imperio significa en este contexto la fuerza histórica que es capaz de detener la aparición del anticristo y el fin del eón presente, una fuerza “qui tenet”, según las palabras de San Pablo.....Unicamente el imperio romano y su prolongación cristiana explican la persistencia del eón y su conservación frente al poder avasallador del mal.” 3


En Schmitt el tema es claro, en este su texto más significativo, nos referimos a El Nomos de la Tierra, el eón es el eón cristiano que adquiere todo su sentido metapolítico como impedimento a la aparición del anticristo. Pero el nacimiento del eón cristiano está, de alguna manera, preconcebido en la fortaleza estoica del substinere, del saber soportar la adversidad y seguir luchando. Es por ello que Schmitt mismo se define como Epimeteo cristiano.4 Esto es, aquel que ha obrado y las cosas no le salen bien del todo. Hablando en criollo Epimeteo es el sufrido, el que transforma la penuria, el hambre, la fatiga, la discriminación, los inconvenientes más diversos en fortaleza.

Pero al mismo tiempo se produce una retroalimentación y ahora el estoicismo romano, en la figura de Séneca (4-65) o del poeta Lucano, recibe “del origen de nuestro eón, la luz tenue del suicidio estoico. Pero no es más que una luz lunar, como la de todos los intentos de una religión humanista, y no es capaz de construir formas sacramentales.”5

El suicidio entendido como el morir suave de los paganos al estilo de las plantas, es rechazado por Schmitt y reemplazado por el apotegma: Vollbringe, was du musst, es ist schon.(Cumple sin dilación con lo que debes cumplir). Es el perfeccionarse a sí mismo en el hacerse bueno a través de la práctica de la virtud, como misterio más profundo de la ética cristiana.

Con la aparición de la ONU y la espuria unidad de mundo propuesta, Schmitt se inclina a pensar en una salida a través de la creación de grandes espacios “un equilibrio de varios grandes espacios que creen entre sí un nuevo derecho de gentes en un nuevo nivel y con dimensiones nuevas”6 con lo cual afirma la posibilidad de vigencia del eón cristiano aún en el futuro, aunque no por mucho tiempo.

En este último aspecto retoma una vieja tesis según la cual la humanidad recorre en su despliegue el camino de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Y así afirma: “Esto, referido a nosotros, significaría que hemos entrado en la edad del fuego, de las explosiones y del motor a explosión, y que de las cenizas de esta edad renacerá un ave fénix que señalará el comienzo de un nuevo eón”7

Así la unidad técnica del mundo hace posible la muerte técnica de la humanidad y por lo tanto se llegaría al punto culminante de la historia del ser humano. Reaparece así la idea del suicidio estoico como único sacramento “humano, demasiado humano” al decir de Nietzsche.




La opinión de De Anquín


El filósofo argentino se ha ocupado específicamente del tema del eón en un trabajo de 1971, titulado Argentina en el nuevo eón del mundo, publicado luego dentro de un volumen de ensayos titulado Escritos Políticos.

Para el autor el término eón significa “el mundo en el transcurso de su vida eterna, cumple una edad y asiste simultáneamente a la caducidad de todas sus instituciones, y entra en otra para recomenzar su existencia” 8

De entrada podemos observar como de Anquín adscribe a la visión de la eternidad del mundo, a su vez explicada por la ciclicidad eónica de la historia.

Se apoya para ello en un escrito juvenil de Aristóteles Peri FilosojiaV en donde el griego muestra su interés por los miles en números redondos del intervalo que expresan los ciclos naturales y necesarios de las verdades humanas.9

En el fragmento 6 de este escrito primerizo, Aristóteles traza un paralelismo entre Zaratustra y Platón que de Anquín va a retomar agregándole a estas dos figuras emblemáticas de los eónes iranio y griego la figura de Cristo como sede del eón cristiano. Y así sostiene que “el eón zarathústrico es teogónico, el griego es ontológico y el cristiano es teológico,”10 para continuar a renglón seguido con la afirmación que le da el tono a todo su trabajo: “Todas las circunstancias que nos rodean nos dicen que el eón cristiano ha cumplido su ciclo”.

De Anquín busca defender su tesis mostrando que la conciencia del hombre ha tenido dos huéspedes: el ser eterno greco parmenídeo y el Dios creador judeo-cristiano. Así el ateísmo contemporáneo al negar la existencia del Dios creador declara innecesaria su presencia. Otro factor concurrente es el reemplazo de la teología trinitaria por la teología liberal como la sostenida por Rodolf Bultmann en Nuevo Testamento y Mitología(1948), que propuso la eliminación de las afirmaciones mitológicas del Nuevo Testamento como punto de partida de una comprensión adecuada del mismo.

Va a sostener de Anquín que “el nuevo eón se ha iniciado ya, posiblemente hace cien años”. Ello lo ejemplifica con la aparición de tres obras de tres filósofos que serían algo así como la partida de defunción del eón cristiano. La Fenomenología del Espíritu de Hegel, la Política Positiva de Comte y el Manifiesto Comunista Marx y Engels.

Comienza así a producirse en la conciencia del hombre el desplazamiento del Dios creador por el regreso del Ser eterno. Este desalojo de un huésped por otro plantea el problema de la cohabitación de ambos en la conciencia del hombre occidental. En este sentido de Anquín sostiene que puede existir una cierta cohabitación entre el Dios ágape de los cristianos y el Ser eterno, porque la creatura “no se siente un desterrado del reino de lo divino” cosa que no sucede con el Dios judío y sus creaturas “donde no hay más contacto que el mando y la obediencia, no hay comunidad ontológica que posibilite una mediación.”11 Es que ignora la idea de participación, típicamente greco-cristiana.

“La gran palabra símbolo para la conciliación, va a sostener en su último trabajo, es participación. Repito que participación no es analogía, pues aquella es inteligible y pertenece a la ontología del Ser eterno inmanente; mientras que ésta es teológica y pertenece a la analogía equivocante del Creador trascendente”12

Esto quiere decir que entre el principio de dualidad radical e irreductible entre el Dios creador judío y las creaturas, por un lado, y el principio unívoco del Ser eterno greco parmenídeo, por el otro, no existe ninguna posibilidad de cohabitación en la conciencia del hombre.


El fin del eón cristiano se produce por el dualismo radical fundado en la lejanía del Dios creador y segundo por la restauración de la autoconciencia del hombre, producto de la filosofía hegeliana del Ser eterno. El símbolo de nuevo eón es el Zeus pantokrator que como nuevo César se apoderó de la libertad política del hombre. “Recojámonos en nuestro hogar y cuidemos allí el fuego sagrado de nuestra historia real... No hay otra amistad que la que podamos hallar en nuestros connacionales... No aceptemos la mano del poderoso pues es nuestro enemigo natural... Seamos implacables con los traidores a la Patria... Eliminemos de la formación de nuestros hijos los elementos irracionales que roen el alma de los jóvenes...Para templarnos ante el futuro y no amilanarnos ante algún dolor que suframos: Duro es el destino.”13




Conclusiones


De la exposición de los dos autores se puede colegir que el eón es un término de uso más o menos habitual en una época determinada, el período que va de los años cuarenta a setenta. Recordemos aquí al pasar el trabajo del filósofo mejicano José Vasconcelos titulado Nuestro Eón (1958) con fecha de publicación intermedia entre los dos comentados.


Tanto en Schmitt como en de Anquín el término es utilizado en su sentido metapolítico, esto es, como megacategoría que condiciona o crea las condiciones de la acción política.

En el jurista alemán el sentido del eón cristiano no ha perdido totalmente su vigencia y puede restaurarse a través de la creación de algún Gran espacio que se funde en la impronta cristiana, como podría ser el caso de un espacio suramericano.

En el argentino, éste sostiene el fin del eón cristiano, incluso puesto de manifiesto desde hace ya cien años, aunque deja abierta una puerta para la cohabitación con el ser inmanente que lo ha venido a reemplazar, recuperando su antiguo lugar, a través de la idea de participación que genera el Dios ágape.


Sus visiones de la historia son distintas, así Schmitt sostiene una visión lineal de neto corte cristiano, en tanto que de Anquín adhiere a la visión cíclica de la historia de raíz greco-irania.


En donde ambos coinciden es en el carácter no cristiano del cesarismo como típica forma de poder, y ante este nuevo César, la respuesta de De Anquín, sin él barruntarlo o a pesar de su postura filosófica, es la del Epimeteo cristiano de Schmitt. Esto es, está fundada en el saber soportar, en la fortaleza del substinere.


Finalmente hay que tener en cuenta que el fin de un ciclo o un período o un eón no es necesariamente el fin de los tiempos. Esto – el privilegio de unir el fin de un ciclo con el fin de los tiempos - sólo le corresponde al eón cristiano, con la parusía o segunda venida de Cristo.

Es por ello que no podemos hablar del fin de eón cristiano sin hablar del fin de los tiempos, porque el acontecer histórico tiene para el cristianismo un principio y un fin y sus hechos son singulares e irrepetibles, no es cíclico como en el mundo pagano del ser inmanente greco-parmenídeo.






(*) arkegueta, aprendiz constante, mejor que filósofo.


buela.alberto@gmail.com

 Disenso

¿QUIÉN SE ACORDARÁ?



Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano
tienda, próximo a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene
(si suena, en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa,
¿quién vendrá a llorar?

¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
¿quién se acordará?


Gustavo Adolfo Bécquer 

miércoles, 19 de febrero de 2014

¿"ITALIANISMO" O IMPOSTURA?



Por Antonio Moreno Ruiz


Existe una postura/impostura muy generalizada por buena parte de la América Hispana y en especial en la Argentina que consiste en excluir el hispanismo por mor de un “italianismo” determinante y diferencial. Y digo “italianismo” porque no podemos hablar de “italianidad” en América, ya que la italianitá fue el sentimiento que surgió en el Renacimiento para unificar políticamente Italia y que acabó coronado en un baño de sangre liderado por los Saboya, ensañándose especialmente contra las Dos Sicilias. Con esto no estoy diciendo que la unificación itálica fuera mala per se, sino que ante tanta ignorancia e idealización, conviene refrescar la memoria, porque asimismo, tres cuartos de lo mismo acontece con el falso españolismo de las Cortes de Cádiz y compañía. Pero bueno, este “italianismo” (por llamarlo de alguna manera) probablemente, tiene que ver también con que Italia reconoce más y mejor a sus descendientes que España, en donde se regala la nacionalidad a toda serie de gentes “exóticas” y se desespera con visados a directísimos descendientes de españoles. Empero, si les sirve de consuelo, el estado español asfixia igual o peor a la que se supone que es su población.

Sin justificar estos incomprensibles desmanes burocráticos, lo cierto es que si, por ejemplo en la Argentina hay quien se cree diferente por ser italiano y no hispano está en un error mayúsculo. Los próceres republicanos, odiando lo criollo, lo mestizo, lo indígena y también lo negro y lo mulato que formaba parte del Río de la Plata, intentaron cambiar la faz del país hasta sus últimas consecuencias. El ejemplo más desgarrador de este auto-odio fue Domingo Faustino Sarmiento, quien en su obra Facundo, cargada de odio, habla de exterminar a los indios (1). La idea era repoblar la Argentina y en especial, despojarle de su carácter hispano. Por eso se fomentó la inmigración masiva. Pero claro, ellos nunca se esperarían que, en su odio a lo latino, amén de armenios, judíos, árabes, alemanes, anglosajones o balcánicos, la primera comunidad inmigrante fuera la italiana y la segunda la española.

Con todo, aquí estamos hablando del ámbito porteño. Esto no aplica a las provincias, donde la inmigración fue mucho más repartida y donde se encontró con un fortísimo elemento criollo. El folclore argentino es santo y seña de una hispanidad latente. La misma forma de hablar de las provincias tiene muchos ecos de arcaísmos castellanos y de tonadas del sur de España. No tiene la tonada italianizada en absoluto. Asimismo, si se piensa en el tango como una creación europea, se yerra. El tango como tal es una música de negros de Cuba, que llega a la Argentina y a Andalucía a través de La Habana y con diferentes mezclas adopta las formas actuales. En Andalucía entra en el repertorio flamenco, en Argentina se añaden bandoneones y coreografías distintas, pero la matriz rítmica es una matriz de negros acriollados, por así decirlo (2). De hecho “tango” lleva la desinencia africana “ngo” que se repite en otros vocablos musicales como “fandango” y “milonga”. Otras palabras de nuestro acervo musical también se delatan así: Zambomba, zarabanda, cumbé… No porque sean productos directamente importados del África, sino porque, antes de hacerse criollos con una rítmica propia y característica de africanos aculturados, también se habían andaluzado. Si América no se entiende sin España, concretando más, menos aún se entiende sin lo andaluz y lo canario. Por eso, también las músicas del sur ibérico y de las islas afortunadas están tan acriolladas; factor que hoy, por fin, empieza a ser reconocido y reivindicado en contra de los tópicos que buscaban vanos exotismos. (3) No sólo España influenció: España también se influenció.


En efecto, el italiano, en el ámbito porteño, ha dejado mucha influencia. En la tonada, sí. En la lengua propiamente dicha, más en la jerga o lunfardo que en el lenguaje normal, porque en verdad los italianos estaban más preocupados por aprender español que otra cosa, y la lengua nacida en la Toscana no ha pervivido. De hecho, todavía no he encontrado un argentino que pronuncie bien el italiano, y el último caso que he visto es el Papa Francisco. Y bueno, el italiano se ha mezclado bastante. ¿Cuántos argentinos no son nietos de italiano y española y viceversa? Damas y caballeros, España recibió mucha inmigración irlandesa desde el siglo XVII a principios del XIX, contando éstos con gran influencia en el ejército y la política, y no cambiaron la cultura ni los fenotipos. Por eso, amén de que es imposible el “italianismo”, menos lo es el “prusianismo” de ciertos chilenos. Porque amén de la colonia alemana, la base étnica chilena está en la mezcla de lo español (concretamente, una gran influencia extremeña y vasca, amén de que su forma de hablar es muy andaluzada) y lo indio. Guste más o guste menos, la realidad es que un chileno es más parecido a un peruano y un argentino a un paraguayo que a cualquier europeo, máxime a los ojos de los propios europeos con los que dicen identificarse tanto. Mismamente en Sudamérica, posiblemente un correntino tiene más en común con Asunción que con Buenos Aires, un mendocino, con Chile que con Argentina, o un guayaquileño antiguamente tenía más vinculación con Lima que con Quito, y así un larguísimo etcétera. Claro que todo esto fue antes de las divisiones republicanas, y a día de hoy, con una obtusa mentalidad de nación-estado, cuesta ver. Pero más tarde o más temprano, la realidad se hace evidente. Los Estados Unidos, por más variopinta mezcla que tengan, no han perdido su carácter anglosajón. No obstante, con el fetichismo nórdico de tirios y troyanos, parece que esto se antoja más comprensible y deseable… E incluso desde España, que desde todos los frentes se empeña en propagar y hasta financiar el antihispanismo.

Es cierto que en Argentina sí se cambiaron las cosas ante un país despoblado, pero es que por matemática básica: Contando con el factor criollo y contando con que la segunda colonia más numerosa de inmigrantes fue la española, lo italiano no es predominante. Además, es muy curioso que en Hispanoamérica resalten un ascendiente italiano como si eso fuera totalmente diferencial de lo español. Será la teoría del teléfono malogrado, o será el atrevimiento de la ignorancia, pero es que resulta que amén de seis siglos de dominación romana de Hispania, luego más de la mitad de Italia perteneció durante cinco siglos a la Corona de Aragón. Asimismo, hubo consulados genoveses en Sevilla y Cádiz, así como hubo multitud de españoles repartidos por la península italiana y Sicilia. Hispanos e itálicos nos hemos estado mezclando durante once siglos, y hasta el siglo XIX hubo napolitanos sirviendo en la armada española. De hecho, decir que en el siglo XVII, por ejemplo, un napolitano o un siciliano eran “italianos” es en verdad un anacronismo, porque amén de su geografía, eran súbditos de la Corona de Aragón, y por tanto, formaban parte de las Españas.

Con todo, a un italiano le es más fácil adaptarse a España que a cualquier país hispanoamericano. No parece que los italianos pretendan ser la madre patria de la Argentina, más bien le cae mal eso. Vayan y pregunten si no me creen. Aunque mucho me temo que el entendimiento no será fácil, ya que aunque cada vez hay más italianos que aprenden nuestra lengua, todavía no son tantos.

 Y en todo caso, el “italianismo” no es aplicable a las provincias, reiteramos, o sea, algo más de la mitad del país, cuyas costumbres parecen más españolas que en la propia España, tal y como pasaba hasta no hace mucho en las familias criollas del Perú o de tantos otros pagos hispanoamericanos.

Y ahora tenemos otro factor: De nuevo vuelve la emigración española a Hispanoamérica, y Argentina no es una excepción, sino que al contrario, al tener muchos españoles lazos de sangre, allá recurren. Al igual que en su día hizo José de San Martín, que si bien nacido en Yapeyú, hizo toda su vida en España, sirvió veintidós años en su ejército, y hasta para volverse contra su patria y su rey, y para dividir y separar a un Perú que tenía un nivel de vida y una estabilidad política como no se conocía en Europa,  lo hizo en camaradería con el virrey La Serna, que al igual que él, era un liberal español. Por eso San Martín le dijo: “Los liberales del mundo somos hermanos en todas partes y queremos preparar en este hemisferio un asilo seguro para nuestros compañeros de creencias”. (4) Y es que por desgracia, el no querer nada de España es algo muy español, así que si en eso algunos creen distinguirse, hacen todo lo contrario. Y los que quieran seguir su odio a España con chistes de gallegos (5), han de saber que se basan en algo completamente falso, pues si algo caracteriza al gallego es su astucia y capacidad de trabajo y adaptación. A vueltas con teléfonos malogrados…

Así las cosas, aclaro que nada tengo contra los italianos. Son nuestros primos hermanos en Europa y de encontrarnos en un país nórdico parecemos compatriotas. Cuando estuve en Roma, la ciudad más maravillosa del mundo, condensación de la civilización y centro absoluto de la Cristiandad, me sentí en casa, y nunca me he sentido extraño entre mis amigos italianos. Lo que quiero decir es que estoy en contra de la impostura hispanófoba, así como bramo contra la burda manera en que España trata a sus hijos. Eso tiene más culpa del “italianismo” que otras cosas, todo hay que decirlo. No obstante, mis queridos amigos y hermanos en la Hispanidad, reconozcan su criollaje, el barco ya se fue. La Hispanidad es espíritu, como decía el español Ramiro de Maeztu, refrendado por el portugués António Sardinha y por el peruano Rafael Cubas Vinatea, entre otros, y en la Argentina, como en buena parte de Hispanoamérica, amén del espíritu queda mucha sangre y cultura, lo cual empieza en el idioma y sigue su recorrido por otros muchos ámbitos. No hay determinismo étnico que valga como separación absoluta forjadora de nacionalismos excluyentes, siempre divisores. Hispania fue una obra de Roma y América fue una obra de España, en ambos casos, se produjo interacción y adaptación, como mandan los cánones de la civilización grecolatina. Entendiendo esto, entenderemos la identidad de una comunión de pueblos diversos destinados a forjar una gran patria, la patria que ya fue y la patria que puede y debe ser.








(1) Véase: El Pensamiento de Sarmiento, de Martín Maglio - FMM Educación



(2) Tema ampliamente estudiado y contrastado por los hermanos Hurtado Torres en su excelente libro La llave de la música flamenca, de Signatura Ediciones.



(3) Algo que un servidor ha reivindicado en una conferencia dictada en el Centro Español del Perú: “La influencia hispanoamericana en el flamenco”. El contenido está disponible en Conferencia: "La herencia hispanoamericana en el flamenco".



(4) Sobre este particular, véanse:

San Martín y la extraña toma de Lima | Fénix News






Entrevista en la Hacienda de Punchauca - bloqueo de lima en la ...





RAIGAMBRE: PANCORVO, EL PERÚ Y LA HISPANIDAD





(5)Véase: De tópicos y gallegos - Dignidad Digital | Diario Digital Católico ...

martes, 18 de febrero de 2014

PRESENTACIÓN DE LA SOCIEDAD CULTURAL HISPANO-RUSA



Varios integrantes de "Raigambre" son artífices de este novedosa y prometedora iniciativa que siempre hallará un hueco en esta revista cultural hispánica. Pasen y vean:


CLAMANDO AL CIELO



"No es lícito olvidar a los que gobiernan las naciones o dictan sus leyes que es obligación de la autoridad pública defender, con las adecuadas leyes y penas, la vida de los inocentes, y esto tanto más cuanto menos pueden defenderse por sí mismos aquellos cuya vida es puesta en peligro y atacada, entre los cuales se hallan en primer lugar, sin duda alguna, los infantes encerrados en las entrañas maternales. Y si los funcionarios públicos no sólo no defienden a estos pequeñuelos, sino que con sus leyes y disposiciones permiten, más aún, los ponen para ser muertos en manos de médicos o de otros cualesquiera, recuerden que Dios es juez y vengador de la sangre del inocente, que desde la tierra está clamando al cielo"

S.S. Pío XI