Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
En nuestro tiempo parece que cobra auge la idea y el concepto de “Eurasia”. Se relaciona mucho con el pensador ruso Alexander Duguin y su escuela, ahora enfrascada en la elaboración de la Cuarta Teoría Política (1). Sin embargo, siendo exhaustivos, hemos de recordar el nombre y el ideal de “Eurasia” ya fue esbozado por algunos exiliados rusos ya a principios del siglo XX; los cuales, huyendo de la Unión Soviética, visualizaron un nuevo futuro para su patria a través de un gran espacio geopolítico que no en vano se correspondía con su tradición imperial.
Alexander Duguin
El eminente polígrafo Alexander Solzhenitsyn QEPD (2), si bien siempre receló con fuerza del término “Eurasia”, hablaba de las ficticias fronteras que se estaban realizando en el actual Kazajstán y en otros puntos del antiguo imperio ruso por mor de las “fronteras redefinidas” soviéticas, política que, aunada a las deportaciones masivas, es responsable de que veinticinco millones de rusos se encuentren fuera de sus tierras; y muchas veces atrapados ante un entorno dura y manifiestamente hostil. Alguna solución hay que hallar a este terrible desorden. ¿Ayudará en ello la recién creada Unión Aduanera Eurasiática? No lo sabemos. Pero si sólo se queda en lo comercial, ya sabemos cómo ha ido la Unión Europea…
Alexander Solzhenitsyn
Rusia es un gran país entre dos continentes. Nosotros, como hispanos, podemos entender esta geografía providencial. Y comoquiera que “Eurasia” está en boga para tirios y troyanos, creemos que hemos de posicionarnos desde nuestra perspectiva:
¿Qué se puede entender por “Eurasia”?
-Si por “Eurasia” se entiende que ha de haber un único bloque geopolítico desde Lisboa a Vladivostok; o si encima se pretende ir desde el cabo San Vicente a Malasia, como se expone en algunos mapas, entonces, no hemos sino de negar la mayor y huir de semejante locura.
Dentro de Europa, debido a la magnitud de sus diferencias, siempre habrá varios bloques. En todo caso, en Europa, somos latinos. Nuestros intereses nunca estarán dentro del europeísmo. No podemos hablar por los rusos, pero lo certeramente objetivo es que ni a Rusia ni a España les ha convenido históricamente meterse en determinados tejemanejes políticos de Europa; si bien por supuesto que debemos estar en Europa, pero con nuestros intereses. Hacer de Europa un bloque unido es un error de antemano y de ahí no puede salir nada bueno. Muchas son las diferencias y las debilidades.
Y eso por no hablar de los países asiáticos… Ya sería demasiado.
Alexander Duguin, con una amplia trayectoria política en espectros digamos “poco convencionales”, viene ahora abanderando la “Cuarta Teoría Política”. Resumiendo brusca y toscamente, podemos decir que según esta escuela, al fin del Antiguo Régimen surgió un mundo ideológico artificial al calor de la confirmación de las nuevas naciones-estados que precisamente venían a derrumbar lo que quedaba de aquel mundo más o menos tradicional. Primero se destapó el liberalismo, que desde finales del siglo XVIII a principios del XX se enseñoreó; siendo que, si bien encontró oposición contrarrevolucionaria, también engendró una oposición revolucionaria, primero con el marxismo, y luego con el fascismo. Sin embargo, todas las ideologías surgidas como oposición al liberalismo oficial/predominante pero embutidas en el mundo revolucionario acabaron sucumbiendo; el fascismo, luego de la Segunda Guerra Mundial, y el comunismo, a la caída del Telón de Acero. En el caso comunista, si bien todavía está fuerte el régimen de Corea del Norte, la ristra de apocados socialismos hispanoamericanos abanderados por el chavismo y los Castro ya es otra cosa, empezando porque son incapaces de guardar la estricta disciplina bolchevique. No tienen capacidad ideológica y su praxis es desastrosa. Es notorio que el comunismo como bloque ideológico/político fuerte se quedó en el camino; empero, estos pseudocaudillos no llegan a ser comunistas. Apenas llegan a un populismo barato y a la hora de la verdad, nada han hecho por ser una alternativa real al liberalismo, más bien al contrario; han sustituido la oligarquía anterior por la suya propia y han tomado la ideologización ramplona de la Historia por bandera, creando un culto “religioso” hacia un dictador de extracción esclavista como Simón Bolívar, quien fue repudiado en su día por el mismísimo Karl Marx (3).
El odio a los orígenes hispanos de nuestra América, amén de la llegada del hambre, la violencia y la corrupción, nunca serán alternativas. Son incapaces para con su propio pueblo.
Otrosí, dudamos mucho que a los eurasiáticos les gustaran movimientos que promovieran el indigenismo antieslavo, por poner un ejemplo paralelo.
Y en cuanto a “temas morales”, la diferencia de los bolivarianos y adláteres para con el liberalismo oficial brilla por su ausencia.
Por supuesto, entendemos que muchas veces, por circunstancias, la política hace extraños compañeros de cama, y si bien a veces hay relaciones internacionales más que complejas (4), eso es una cosa y otra el pretender recrear una línea ideológica que en verdad no existe más que en el papel, o el intentar mezclar el agua y el aceite.
Empero, antes de seguir con la crítica, no pretendemos ir con aires destructivos y reconocemos que es el mismo movimiento eurasiático el que dice que la Cuarta Teoría Política no es algo definitivo, por lo cual, no podemos sino mantenernos a la expectativa.
-Obvio resulta percibir cómo los estados-nación están cayendo. Empero, no creo que deba alarmarnos este hecho de por sí. El estado-nación fue un invento de la Revolución Francesa. Su concepción y praxis ha ido en perjuicio de los grandes espacios (geo)políticos.
El nombrado Duguin ha puesto de ejemplos histórico al Imperio Bizantino y al Sacro Imperio Romano-Germánico. Y nos parecen buenos ejemplos. Mas véase, asimismo, cómo la Romania trascendía lo europeo, teniendo también sus enclaves en Asia y África, continuando la lógica vocación imperial romana. Esa vocación fue heredada por la Monarquía Hispánica: Para nosotros los hispanos no tiene mucho sentido esa suerte de geopolítica que contradice la tierra y el mar. Las Españas atravesaron los mares para afirmarse en la tierra.
En el continente europeo, asimismo, también continuó esa vocación imperial que se sitúa muy por encima del estado-nación. El Imperio Austrohúngaro o el Imperio Ruso son dos ejemplos de continuidad y evolución de grandes espacios políticos unidos por vínculos históricos y sagrados. Pero al final cayeron víctima de la Revolución. La misma que se está autodevorando, poniéndonos en una situación que recuerda mucho a la caída de la Roma occidental.
Los españoles, al igual que otros pueblos del Viejo Continente, tenemos mucha experiencia como para temer por el estado-nación; por un estado-nación que al fin y al cabo nos fue impuesto por el liberalismo en forma de gran traición divisora y fratricida, y que destrozó nuestra esencia. Empero, esa misma experiencia nos dice que Europa nunca fue una unidad per se; y que de hecho, tanto el protestantismo como el islam rompieron hace siglos las vías de unidad de cultura y espíritu que pudiera haber en Europa. Es más: Cuando esa unidad existió, apenas se hablaba de Europa: Se hablaba de Cristiandad. Y se hablaba con imperio. Con imperios, mejor dicho. Europa es lo que surge luego de la paz de Westfalia, toda vez que ese rupturismo queda confirmado.
No vemos esa “unidad europea” por ninguna parte. El experimento de nuestro tiempo, rareza burocrática con aliños progres y democristianos, no nos lleva a ninguna parte. Pero otros experimentos tampoco nos habrán de llevar a nada bueno.
-¿Se viene una suerte de “nueva Edad Media”? Así parece. Dicho sin leyendas negras antimedievales. Vivimos en un mundo cultural/espiritual que se parece mucho al tiempo que le tocó a San Agustín de Hipona, cuanto menos. Las continuas explosiones del liberalismo/capitalismo y el abandono de la tierra está creando unas alienaciones monstruosas.
Mientras más se aleja un pueblo de la tierra, más pierde su sentido de trascendencia, su amor por el origen y su conciencia comunitaria.
Sobre todo en Europa occidental, se han creado sociedades radicalmente artificiales, masas humanas que no saben ni de dónde vienen ni a dónde van. El fenómeno de las migraciones masivas, y más ahora con los daños colaterales de la “guerra de Siria” y las –falsas- “primaveras árabes” (5) no va a hacer sino empeorar un problema ya de por sí mórbido.
Pareciera que las tradiciones están muriendo, pero hasta las piedras quieren hablar.
No sabemos cuánto tiempo durará esta pesadilla de podrido desarraigo, pero desde luego, tiene fecha de caducidad. La “era de las revoluciones” que empezó en el siglo XVIII ya no da para más. El fantasmagórico rompecabezas globalista caerá en mil pedazos.
Hay experiencia de espacios supranacionales. Podemos aprovechar la riqueza de la historia. Las Españas, como las Rusias, están entre los continentes. Ahora bien, ahondando entre las Españas y las Rusias: Si en el mundo eslavo-oriental se esboza el ideal de Eurasia como su espacio geopolítico, ¿no podemos nosotros cumplir, en consonancia con Portugal, el papel de Euramérica? No creo que los rusos renuncien a su papel en Europa, y no estoy diciendo que los españoles no debamos “estar en Europa”. Al contrario. Pero si queremos estar en Europa de verdad, debe ser con nuestro propio bagaje, y no con el que nos impongan otros.
Grandes pensadores hispanos que, injustamente son desconocidos por y para muchos, ya fueran peninsulares o americanos, coincidieron en llegar a un “nuevo imperio espiritual, mercantil y diplomático”, una “confederación tácita” (6); así como el dominio del norte de África. Ceuta y Melilla no son “ciudades aisladas”: Forman parte de una tradición y un anhelo. Fue el islam el que separó la ribera norteafricana de España. En verdad la frontera, desde tiempos del romano emperador Otón (7), no radicaba en el Estrecho de Gibraltar, sino en el Atlas.
Hemos ahí los puntos más importantes de la geopolítica hispánica.
Por ello, como conclusión:
Podemos comprender la idea de Eurasia siempre y cuando se trate del gran espacio geopolítico que puede tocarle a los rusos en relación con tierras y pueblos “inmediatos” para ellos por herencia y vocación.
Rusia es la heredera de la Roma oriental que mayor fuerza puede aportar. España (y Portugal) es la heredera de la Roma occidental que más prolongó este legado. Hispanos y eslavos estamos en tierra de frontera. Somos custodios. La inmensidad nos llama. Para nosotros no se ha hecho el nacionalismo ni el racismo. Somos gente de pensamiento de conjunto, de grandes horizontes, de fe henchida, de carácter aventurero. Los estrechos y artificiales límites a los que nos somete la modernidad se caen por su propio peso. Deberíamos estar preparados para mantenernos en pie en un mundo en ruinas. Pero preparámonos como Dios manda.
NOTAS:
(1) Sobre la Cuarta Teoría Política, recomendamos este enlace:
La Cuarta Teoría Política (4TPes) | Antena en español para una ...
(2) Sobre Alexander Solzhenitsyn algo hemos escrito a lo largo del tiempo. Siendo un pensador sobre el cual tenemos predilección, nos permitimos recordar algunos enlaces:
"apología de solzhenitsyn" - "dignidad digital". - antonio moreno ruiz
(3) Sobre la pésima opinión que Marx tenía acerca de Bolívar, dejamos un par de enlaces bastante ilustrativos. La incoherencia ramplona y circense de esta clase de política que ha inundado a Hispanoamérica (sin ser ninguna alternativa al liberalismo, reiteramos) es de órdago.
Karl Marx opina sobre Simon Bolivar. - Taringa!
(4) Siguiendo en el contexto hispanoamericano, no estaría de más recordar las excelentes relaciones diplomáticas que mantuvieron Fidel Castro y Francisco Franco. Cuando murió Franco, Fidel decretó tres días de luto nacional en Cuba. Asimismo, Fidel también tuvo excelentes relaciones diplomáticas con el argentino Videla; así como Alberto Fujimori no vaciló en acoger a Hugo Chávez, en represalia por la condena que le había hecho Carlos Andres Pérez. Las relaciones de amistad entre Fujimori y Chávez duraron hasta la muerte del bolivariano.
(5) En puridad, no hay “guerra” en Siria, sino una invasión terrorista planificada desde los laboratorios anglosionistas y sus necesarios aliados wahabíes. Las guerras deslocalizadas por el mundo árabe, desde Libia a Siria (no sin mencionar a Túnez y Egipto), son acaso la última puntilla, en una suerte de enfrentamiento “Oriente/Occidente” que, en verdad, no es más que una farsa de la globalización.
Sobre la República Árabe de Siria, véase:
RAIGAMBRE: A FAVOR DE SIRIA
“Para entender la República Árabe de Siria”. - Revista La razón histórica
(6) El pensador que acaso más y mejor sintetizó estos ideales fue Juan Vázquez de Mella en lo que él llamó los Dogmas Nacionales. Ramiro de Maeztu, Zacarías de Vizcarra y Manuel García Morente complementaron muy bien los ideales de la Hispanidad desde la Vieja España; con el complemento portugués de António Sardinha y su ideal de la Alianza Peninsular. Sobre el ideal de Mella, encontramos paralelismos más que interesantes en los peruanos José de la Riva Agüero (quien llegó a conocer a Mella) y Rafael Cubas Vinatea. Y también podemos mencionar al brasileño Arlindo Veiga Dos Santos y su “sistema de alianzas fundamentales hispánicas/neohispánicas”.
(7) Véase: