RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

viernes, 27 de enero de 2017

UNA DIVISIÓN TERRITORIAL PARA LA PENÍNSULA

 
 
EL CANAL DE SAN ANDRÉS Y LAS CUATRO PROVINCIAS
 
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Se trata de una curiosidad histórico-literaria que a título tal vez de anécdota quisiera presentar.
 
En la Carta XXXIV de Cadalso, el autor hace comparecer a un "proyectista" que, sin ninguna duda, encuentra su antecedente literario en los "arbitristas" que aparecen en los siglos XVI y XVII, como el que Quevedo nos presenta en "El Buscón". En la literatura hispánica, tanto arbitristas como proyectistas son presentados por lo común como personajes que disparatan, que presumen haber hallado la solución a los problemas de la sociedad y el Estado. El de Cadalso ha llamado mi atención estos días y transcribo lo que Cadalso le hace decir a este personaje.
 
"-Los canales -dijo el proyectista interrumpiendo a Nuño- son de tan alta utilidad, que el hecho solo de negarlo acreditaría a cualquiera de necio. Tengo un proyecto para hacer uno en España, el cual se ha de llamar canal de San Andrés, porque ha de tener la figura de las aspas de aquel bendito mártir. Desde La Coruña ha de llegar a Cartagena, y desde el cabo de Rosas al de San Vicente. Se han de cortar estas dos líneas en Castilla la Nueva, formando una isla, a la que se pondrá mi nombre para inmortalizar al protoproyectista. En ella se me levantará un monumento cuando muera, y han de venir en romería todos los proyectistas del mundo para pedir al cielo los ilumine (perdónese esta corta digresión a un hombre ansioso de fama póstuma). Ya tenemos, a más de las ventajas civiles y políticas de este archicanal, una división geográfica de España, muy cómodamente hecha, en septentrional, meridional, occidental y oriental. Llamo meridional la parte comprendida desde la isla hasta Gibraltar; occidental la que se contiene desde el citado paraje hasta la orilla del mar Océano por la costa de Portugal y Galicia; oriental, lo de Cataluña; y septentrional la cuarta parte restante. Hasta aquí lo material de mi proyecto. Ahora entra lo sublime de mis especulaciones, dirigido al mejor expediente de las providencias dadas, más fácil administración de la justicia, y mayor felicidad de los pueblos. Quiero que en cada una de estas partes se hable un idioma y se estile un traje. En la septentrional ha de hablarse precisamente vizcaíno; en la meridional, andaluz cerrado; en la oriental, catalán; y en la occidental, gallego. El traje en la septentrional ha de ser como el de los maragatos, ni más ni menos; en la segunda, montera granadina muy alta, capote de dos faldas y ajustador de ante; en la tercera, gambeto catalán y gorro encarnado; en la cuarta, calzones blancos largos, con todo el restante del equipaje que traen los segadores gallegos. Ítem, en cada una de las dichas, citadas, mencionadas y referidas cuatro partes integrantes de la península, quiero que haya su iglesia patriarcal, su universidad mayor, su capitanía general, su chancillería, su intendencia, su casa de contratación, su seminario de nobles, su hospicio general, su departamento de marina, su tesorería, su casa de moneda, sus fábricas de lanas, sedas y lienzos, su aduana general. Ítem, la corte irá mudándose según las cuatro estaciones del año por las cuatro partes, el invierno en la meridional, el verano en la septentrional, et sic de caeteris."
 
Lo curioso del caso es que el "proyecto" de este personaje cadalsiano lo recogerá Valle-Inclán que sostuvo lo que él denominó su "Teoría de las Cuatro Regiones", expuesta en varias entrevistas concedidas por el dramaturgo a la prensa. Así en 1924 le dice a Rivas Cherif, para el HERALDO DE MADRID:
 
"Para salvar a España no hay más que volver al concepto romano. La visión de los civilizadores romanos es la única que se ajusta todavía a la realidad de la Península. Cuatro grandes regiones: la Tarraconense, la Bética, la Lusitania y Cantabria; no hay más. Cambie usted la sede capital de Tarragona a Barcelona, conserve usted a Sevilla y Lisboa su supremacía secular y natural, confiérase a Bilbao de derecho la capitalidad que de hecho ostenta en el Norte, atribúyase a esas regiones, históricamente racionales, la autonomía necesaria, y entonces Madrid tendría el valor y la fuerza de un verdadero centro federal. Cataluña vería así cumplidas sus aspiraciones máximas, dentro de la gran Iberia; Portugal, acrecido en sus límites naturales con Galicia, aportaría a la federación la fuerza económica de su imperio colonial. Lo que habría es que encargar a geógrafos e historiadores la delimitación racional de esas grandes comarcas ibéricas. Entonces, y sólo entonces, podría España aspirar a restaurar su influencia moral en América. ¿No habría modo de constituir un gran partido federalista, sustentado por esa gran idea común, sin perjuicio, claro, de que cupiese dentro de él una división de derecha e izquierda, para la actuación política?".
 
Encontramos, por lo tanto, en Cadalso lo que a buen seguro es el antecedente de las ideas de Valle-Inclán que, presentadas a modo de "proyectismo", recuperaban un tema que si la literatura del XVIII pudo presentar como un despropósito lanzado por un personaje considerado más loco que cuerdo, en el siglo XX se vuelve a poner sobre la mesa, de la mano de Valle-Inclán y, teniendo en cuenta la esperpéntica personalidad de Valle-Inclán, lo mismo es una charlotada de las suyas que, tampoco sería descabellado, una propuesta de veras.
 
Lo que el "proyecto" del "Canal de San Andrés" envuelve es un concepto geométrico, muy propio del ilustrado siglo XVIII, aunque todavía presentado bajo título canónico y católico, acogiéndose al patronazgo de San Andrés Apóstol y su Cruz. Valle-Inclán renuncia a una partición en X de la Península Ibérica, abogando más bien por "encargar a geógrafos e historiadores la delimitación racional de esas grandes comarcas ibéricas". 
 
 
Hemos presentado con anterioridad esta teoría de Valle-Inclán en "Antecedentes geopolíticos en España: Ángel Ganivet, Yanguas Messía y Valle-Inclán". En cuanto a Cadalso, ya le dedicamos el artículo: "José Cadalso y el "dolorido sentir" por España: una relectura".


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