RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

jueves, 5 de enero de 2017

ESPAÑA, MINADA DE SECTAS (V)


Los Beatles con uno de sus gurúes, Maharishi; otro de los gurúes a título póstumo del grupo sería Aleister Crowley


PEACE AND LOVE... Y MIERDA

Manuel Fernández Espinosa

UNA DESCRIPCIÓN SOCIOLÓGICA DE SECTA

De un tiempo a esta parte el término "secta" se ha cargado de una connotación peyorativa en el lenguaje. Con antelación a este uso hoy extendido, se empleaba el vocablo "secta" para indicar, por ejemplo, algunas escuelas filosóficas (así se hablaba, por ejemplo, de la "secta epicúrea" sin que ello revistiera ninguna carga negativa, sino más bien descriptiva). El vocablo se convierte en etiqueta peyorativa más tarde: con la aparición de la pseudo-reforma protestante, el término "secta" se empleará en el ámbito católico para referirse a la organización eclesicoide de Lutero, Calvino, etcétera. Posteriormente, en el contexto de confrontación con la masonería a principios del siglo XVIII, la Iglesia Católica denominará a la masonería como "La Secta" (por antonomasia). Será en los años 70 cuando, en el caso español, el término empiece a usarse como etiqueta de ciertas comunidades pseudo-religiosas que, muchas veces, como vamos a ver más abajo, presentan notas que no son exclusivamente del ámbito dijéramos que religioso, será entonces cuando el término castellano "secta" venga a traducir el término inglés "cult". El contexto contemporáneo que debiéramos considerar cuando se nos habla de "sectas" es el que marca la llamada "contra-cultura" que, para entendernos, viene a emerger con la revolución cultural del 68.

Se suele omitir, cuando se observa el fenómeno, que una gran parte de las llamadas "sectas destructivas" contemporáneas surgen en y con la revolución cultural del 68. Esto, entre otras cosas, ha ocurrido por haber prevalecido una consideración de "secta" reservándose el término para movimientos exclusivamente de carácter "religioso" (de "nueva religiosidad"), olvidando la proliferación de grupos sectarios nacidos al calor de la revolución cultural del 68. Y aquí también nos equivocaríamos si pensáramos que las sectas actuales son resultado de la revolución: no se trata de una relación de causa (revolución cultural) y efecto (sectas), pues las mismas sectas fueron a manera de tupida red que terminó propiciando una revolución concreta. Así ha sido en todas las revoluciones, desde la Revolución Inglesa de la segunda mitad del siglo XVII, cuando podemos encontrar una saturación de sectas religiosas de signo protestante, disidentes del discurso de la iglesia anglicana y con un fuerte contenido mileniarista; pongo por caso la Fifth Monarchy Men... Hasta la Revolución Francesa de 1789, en la que encontramos una situación parecida, cosa que también ocurre con la Revolución Rusa de 1917 y no menos en la revolución nacional-socialista en Alemania: algún día podría tratar de este asunto, sería muy ilustrativo de cuanto estoy diciendo.

Como pienso que las "sectas" no deben ser confundidas con un fenómeno religioso ni toda secta muestra notas religiosas (por más degradadas y degradantes que estas sean como pseudo-religiosas, a pesar de ser tantas las sectas que se presentan como nueva religiosidad) pienso que es más oportuno acercarse a su comprensión en términos más sociológicos o, si se quiere, como fenómenos susceptibles de estudiar por la psicología social. Una secta es un grupo (sin que importe el número), por eso nos quedaremos, en un principio, con la definición que aporta Cartwright y Zander que escribieron: "un grupo consiste en una serie de individuos que tienen relaciones entre sí que los hacen interdependientes en algún grado significativo". Es una definición tan amplia que valdría para cualquier grupo, pero si nos acercamos a lo que caracteriza la interdependencia de los individuos que forman un grupo debemos añadir que las dos bases de tal interdependencia serían 1) los valores y metas compartidas y 2) las actividades conjuntas necesarias para que los miembros actúen sobre los valores y metas. Un grupo consta, por lo tanto, de un número de personas que comparten valores intrínsecos y que coordinan su conducta de manera que les permita actuar sobre esos valores. Eso describe a cualquier grupo humano, pero lo que convierte un grupo en secta destructiva son, en mi opinión, los siguientes factores:

- La personalidad carismática (psicótica muchas veces, siempre delictiva) de un líder que ejerce un dominio casi absoluto sobre el criterio de sus seguidores, regulando sus vidas, inmiscuyéndose en ellas y restringiendo su libertad. Los principales líderes sectarios han mostrado ejercer un dominio tremendo sobre sus secuaces, podemos mencionar a Jim Jones o a Charles Manson.

- La doctrina -entendida ésta como el conjunto de creencias- que por su excentricidad no puede ser publicitada, por lo que se forma espontáneamente una doble comunicación: de cara al público, "exotéricamente", el grupo está advertido de dar a entender una parte de la doctrina a la que se han adherido los miembros (la más inocua y aceptable por la ortodoxia pública), mientras que, "esotéricamente", el núcleo de la doctrina (y las prácticas que de ella se derivan) quedan reservadas al interior del grupo, por lo que se forma instantáneamente lo que pudiéramos denominar una "asociación secreta" en creencias, valores, actitudes y metas. Se publicarán ciertas cosas, mientras otras -que se entienden como difíciles de aceptar por la mayoría social- se mantendrán ocultas, restringiéndolas al título de actividades exclusivamente para asociados.

- Un grupo sectario siempre emplea las más diversas técnicas de control mental para dominar, cohesionar e impedir la disidencia de los miembros que han sido captados. Cuando un neófito ingresa en un grupo sectario ha de seguir un estudiado programa de adoctrinamiento que, camuflado mediante "enseñanzas", a la vez crea vínculos de dependencia afectiva con el líder, sus subalternos y el resto del grupo. Es lo que se ha llamado "lavado de cerebro" (* ver nota abajo)

- El grupo sectario desarrolla una actitud hostil a todos cuantos no han abrazado la doctrina, entendiendo muchas veces que es misión (meta) del grupo lograr más adeptos mediante el proselitismo o el rechazo absoluto a la sociedad que tiene a su alrededor.

- La disidencia en el interior del grupo se anula de la forma que sea, mediante una vigilancia más o menos extrema de las vidas de sus miembros (no es extraño encontrar sectas que disponen de un "servicio de seguridad" interno encargado de sofocar la disidencia ejerciendo el poder intimidatorio de la violencia o la drástica violencia sobre los miembros disidentes), también se favorece la delación interna a los mandos acusando a aquellos que muestran el mínimo asomo de sospecha de desviarse, para su reeducación o supresión.  

Con estos ingredientes es como tenemos no ya un grupo, sino una secta destructiva: luego, el líder y sus subordinados podrán explotar sexual, laboral, económicamente a los miembros incluso llevándolos al suicidio colectivo en más de un caso (Templo del Pueblo de Jim Jones o el rancho de Waco, con David Koresh como líder). Y esto no puede ajustarse en modo alguno, pensamos, a ningún derecho constitucional, ni de asociación ni de libertad religiosa por contravenir derechos fundamentales tanto del individuo como de la comunidad social.  

Para ilustrar lo que llevamos dicho, vamos a presentar un caso acontecido en España que, como todos los casos que llevamos comentados (Edelweiss, p. ej.) pudieron ser detectados, interviniendo la justicia, sí: pero sin extraer todas las consecuencias que debieran derivarse a efectos de controlar estos grupos sectarios y su acción perniciosa sobre las personas que caen bajo sus redes. Cuando un caso se descubre, se actúa; pero la pregunta es: ¿no sería mucho mejor que se atendiera a la prevención ejerciendo una modificación de leyes y un control mucho más eficaz? Para eso habría que dotarse de un observatorio de sectas solvente que, como en otros países europeos, estudie el fenómeno, elaborando informes con los cuales las leyes, tal vez optimizables en este campo, pudieran ofrecer una garantía en orden a la prevención de estos abusos delictivos (ver enlace).

EL HIPPISMO Y LA CONTRACULTURA: CHARCA PARA SECTAS

Con el surgimiento del hippismo se asistió a un tremendo afloramiento de sectas. Consideremos, antes de continuar, la buena prensa de que goza generalmente el hippismo: los hippies siempre han sido presentados como jóvenes inconformistas que proclamaban su "peace and love", haciendo siempre gala de "buen rollito", la sensación que de ellos se ha querido fomentar es que son muy simpáticos, favoreciendo una empatía entre la sociedad y el movimiento hippie. Sin embargo, se oculta que el hippismo fue un receptor de las doctrinas más extravagantes (a veces incluso intervino la ingeniería social desde agencias estatales de USA; p. ej. en el caso de los Hare Krishna parece demostrado que en su creación y crecimiento pudo intervenir la CIA): el abordaje de religiones exóticas, sobre todo asiáticas, encontró adeptos en los hippies. Pero también en ámbitos hippies surgieron sectas criminales como la "Familia" de Charles Manson que llevó a cabo algunas masacres rituales (la más famosa y mediática fue la de Sharon Marie Tate, esposa del director de cine Roman Polanski y del nonato que llevaba en su seno, pero la secta de Manson también asesinó a Leno y Rosemary LaBianca o Gary Hinman y Donald "Shorty" Shea), pero sin necesidad de irnos a Estados Unidos de Norteamérica, consideremos por lo menos un caso en España, relacionado con este submundo de la contra-cultura hippie.

Sustentado en las demenciales ideas del psicoanalista marxista Wilhelm Reich, el austríaco Otto Mülh (1925-2013) fundó en 1972 la Comuna de Friedrichshof, uno de los proyectos artísticos contraculturales con más adherentes en Europa: casi medio millar de miembros repartidos en Austria, Alemania, Holanda, Francia, Noruega y Suiza. La comuna de Friedrichshof se presentaba como un movimiento de democracia directa y asamblearia, la supresión de la propiedad privada en propiedad colectiva y la sexualidad libre. Con el tiempo se centraron en la acumulación de capital, mediante la explotación laboral de los miembros: las contradicciones internas de la organización llevó a su ruptura, pero en 1987 Mühl y sus secuaces aterrizan en La Gomera, adquiriendo las 300 hectáreas que constituían la Finca El Cabrito, para reiniciar la comuna, transformándose en 1990 en Sociedad Cooperativa. Las ideas de amor libre se habían mantenido, Mühl abusó sexualmente de menores y por estos delitos, además de cargos por posesión y uso de drogas, Mühl fue a la cárcel siete años. Al salir de la cárcel el líder sectario se trasladó a Portugal, donde reanudó su organización, ahora con el nombre de Organización de Análisis Accional, muriendo en Moncarapacho (Portugal) el año 2013.

Se ha insistido mucho, socialmente hablando, en desprestigiar a grupos religiosos etiquetándolos como sectas: el laicismo que, por su parte, ha favorecido la presente situación ha encontrado muchas veces una ocasión magnífica de aprovechar la alarma social de algunos casos que han saltado de lo latente a la actualidad para descalificar a grupos religiosos, por lo común siempre de signo católico, acusándolos de sectarios. A la luz de la experiencia, podemos decir que cualquier grupo humano (también grupos nominalmente católicos) es susceptible, en efecto, de desarrollar una dinámica sectaria-destructiva, pero también en justicia habría que decir que el control interno que ejerce la administración eclesiástica ha desarticulado a tiempo muchos "experimentos" que llevaban un rumbo peligroso. En tanto que el impacto mediático es mucho más grande si miembros de la Iglesia Católica son los involucrados en inadmisibles casos de sectarismo-destructivo, como los que estamos comentando, la Iglesia Católica debiera extremar muchísimo más, es cierto, ese control interno para evitar que le estallaran escándalos reprobables cuya explotación mediática se convierte en arma para sus enemigos, a la vez que la falta de control y el estallido de casos así desprestigian públicamente al catolicismo (podemos citar el caso de la llamada Orden y Mandato de San Miguel Arcángel). En cambio, el Estado sólo ha podido intervenir cuando ya estaba hecho el daño, pero siempre a toro pasado y cuando el "escándalo mediático" no ha podido sofocarse durante más tiempo. 

Resulta paradójico, pero debiera ser un dato muy de nuestro interés que el laicismo, si por una parte pretende limitar a todo trance la acción pública de las confesiones religiosas, a la postre viene a favorecer el secretismo y la opacidad en el ámbito cerrado y privado de actitudes pseudo-religiosas que pueden convertirse más fácilmente en antros sectarios. El laicismo carga con todas sus armas contra las religiones públicas, pero a la vez -consciente o inconscientemente- se convierte en el principal cómplice de los reductos donde un líder tan carismático como psicótico puede ejercer su dominio sobre el grupo bajo su control. El hecho es que el laicismo manifiesta toda su beligerancia, especialmente contra el cristianismo, pero a la vez se arruga frente a otras religiones exóticas y prefiere mantenerse al margen de los fenómenos sectario-destructivos que constituyen las sectas no-religiosas surgidas con la revolución cultural del 68.





*Lavado de Cerebro: esta expresión traduce el término inglés "brainwashing" que, a su vez, traduce la expresión china "hsi-nao". Fue el periodista y agente de los servicios de inteligencia norteamericanos, Edward Hunter (1902-1978) el que, en el contexto de la Guerra de Corea, describió las técnicas de adoctrinamiento comunista sobre los prisioneros norteamericanos y tradujo la palabra china al inglés. No obstante, son muchos los expertos en psicología social los que apuntan que el "lavado de cerebro" no explica por sí mismo la adhesión a un grupo sectario. Más bien, habría que tener en cuenta que el ingreso y la adhesión de una persona a un grupo sectario se debe a muchos otros factores como son la falta de una eficaz socialización en su propio ámbito nativo. J. A. C. Brown, por ejemplo, sostiene que "tanto el rechazar un grupo social como el ser rechazado por él suele ir seguido por la aceptación de las mores, incluidas las creencias religiosas, de otro grupo" ("Técnicas de persuación"). Se ha sobrevalorado demasiado que sean razones intelectuales o técnicas concretas de "lavado de cerebro" las que conducen a una persona a ingresar en un grupo distinto al grupo en que nació y creció. Parece, más bien, que lo que puede explicar la "extraña" adhesión a un grupo distinto al nativo es el grado de inadaptación real o percibida (imaginada, incluso) que la persona en cuestión tiene en cuanto a su grupo de origen. En estas cuestiones la afectividad juega un papel mucho más importante que lo intelectual; puesto que lo intelectual está, por su propia naturaleza, más reducido a un grupo minoritario. Si hubiera alguien capaz de cuestionarse con radicalidad esta realidad, debiera esto servir para replantear la eficacia, por ejemplo, de las catequesis católicas. Ni que decir tiene que la confusión doctrinal, la falta de una transmisión eficaz de las creencias y prácticas piadosas así como, por supuesto, el mal ejemplo que implica la incoherencia entre confesión de fe y vida de fe en los creyentes de una religión conduce a la desafección de los otros correligionarios que, erráticos, buscan en otra parte lo que no se les ha sabido dar en su comunidad de origen.

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