RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

miércoles, 5 de febrero de 2014

CARTA PÓSTUMA A BLAS PIÑAR



Por Antonio Moreno Ruiz


Mi querido y admirado Don Blas:

¿Pero cómo se le ocurre irse tan pronto, hombre de Dios? Sí, pronto, no lo digo con ironía. Usted estaba más joven que yo, que parezco un viejo achacoso, envidioso de la vital energía que ha conservado usted durante casi un siglo de vida.

Como su merced bien sabe, en esta Expaña que padecemos (que no es la España que amamos), a la que vuesa merced definió muy acertadamente como “manicomio autogestionado” antes de írsenos a la Casa del Padre, bueno, pues aquí nos gusta mucho ultrajar a los muertos. Tal vez porque, al perder nuestro natural carácter y espíritu de leones ibéricos, nos faltan bemoles para hacer frente a ciertas personas cuando están vivas. Santiago Carrillo no era santo de mi devoción. ¿Cómo va a serlo el que fue el responsable de la brutal matanza de Paracuellos del Jarama, la mayor matanza de civiles de la Guerra? Pero lo cortés no quita lo valiente, y lo que es, es. Ninguna muerte puede alegrar ni puede ser motivo de mofa. Pero algunos no lo entienden, y así se retratan. Cuando murió Hugo Chávez, quien tampoco era santo de mi devoción, a un canal televisivo le faltó organizar un carnaval. Y cuando se muere usted, pues toda una cohorte de payasos cobardes, de derecha a izquierda, hacen lo mismo. Santo y seña de un pueblo envilecido y narcotizado que no responde más que a los más bajos impulsos. Pero como ni usted ni su familia conocen el rencor, con seguridad se apoyan en Dios Nuestro Señor para acordarse de lo bueno interior antes que de lo malo exterior.

Supongo que ya habrá visto la carta que su amigo de usted Francisco Torres (1) le espeta a Victoria Prego, esa infeliz apóloga de la zarzuelera tiranía. Esta señora, aduladora de una clase política que nos ha arruinado en todos los sentidos, presume de no haberle entrevistado…. ¡A usted, que fue el altavoz de millares de españoles! A usted, cuya representatividad en nuestra patria fue mucho mayor que la de cualquier oligarquía separatista, pero que con una ley electoral tan inicua como ridícula, defendida por sociólogos progres al servicio del interés plutocrático de turno, tenía menos diputados que ellos. ¡Y hablan de igualdad y derechos! Con todo, ¿cuál es la ética periodística de alguien que presume de no entrevistar, y más a un representante del pueblo? Pero bueno, éste es un ejemplo del “manicomio autogestionado”, D. Blas, y su buena respuesta ha recibido.

Mi amigo Conrad López, quien tuvo la dicha de conocerle en persona, escribía hace poco: “en el momento de despedirnos y estrechar su mano, le espeté un sincero y emocionado "Gracias, D. Blas". El, con toda naturalidad, me respondió "No hombre, gracias a vosotros. Lo he pasado estupendamente en vuestra compañía", y yo le repuse: "No D. Blas ... gracias por todos estos años de sacrificio y de esfuerzo". Se quedó sin palabras, la emoción se asomó a sus ojos y no fué capaz más que de balbucir "bueno... no, yo... bueno...", mientras volvíamos a estrechar las manos y nos despedíamos definitivamente.”

Sacrificio: Qué palabra tan importante y tan incomprensible hoy...

Usted, D. Blas, si hubiera nacido en Hispanoamérica, sería conocido como el doctor Piñar. Pero en esta Expaña de la que hablamos, eso ya no se lleva. Nos suena como anticuado. Total, si todo el mundo se cree un sabio y cree demostrarlo a gritos, como se hace en los innumerables programas de la farándula, auténticas armas de destrucción cerebral masiva... Pero eso, usted, doctor en derecho, insigne notario, bueno, si hubiera querido, pues hubiera tenido una vida “resuelta”. Pero no, usted no quiso. Empezando por ser el padre de una familia numerosa, como tantos padres de familias similares que levantaron el país, ayudando a su elevación demográfica como auténtico motor social. Luego, a pesar de su lealtad inquebrantable al régimen de Franco, fue molesto para muchos que en él medraban, para luego ser "aperturistas", y actos seguidos, demócratas de toda la vida y tabla rasa del pasado, y a día de hoy, propulsores de una ley que no es memoria histórica y sí desmemoria histérica. Y contra todos esos aciagos procesos estuvo usted luchando; usted, que venía del Derecho y la cultura, haciéndose famoso por aquel valiente y certero artículo “Hipócritas”, donde denunciaba la hipocresía angloamericana; usted, que presidía el Instituto de Cultura Hispánica, buscando hermanar a la Hispanidad en el fondo y en la forma, y sin embargo, tirios y troyanos lograron arrebatarle el puesto; usted, que en los últimos años del régimen ya era criticado por los que estaban preparando el harakiri y que tras la confirmación rupturista de todo aquello, con el sello cultural que había fundado bajo el calor de la más combativa Acción Católica, se lanzó a la arena política, representando a los patriotas bajo una alianza nacional que salvaguardara los valores del 18 de julio. Y claro, el Estado postfranquista, salido de las covachuelas burocráticas en consenso con lo peor del antifranquismo, no podía permitir eso. No podía permitir que usted representara a un partido interclasista que era el que más jóvenes albergaba de toda España. Pero en aquellos tiempos, Adolfo Suárez, burócrata arribista del Movimiento y cabeza visible de nuestros desastres actuales, hablaba bien de Franco y decía mantener su herencia, en conjunto con Juan Carlos, mientras recogía votos; Manuel Fraga, quien había sido ministro de Franco, decía primero que nada a su derecha, y segundo, que  prefería a Santiago Carrillo antes que a usted; una grandísima parte del clero oscilaba entre la democracia cristiana, el marxismo y el separatismo, todo junto y revuelto, ocupándose más de banderías politiqueras anticatólicas que de la revelación, la tradición y el magisterio, sin que ello despertara ningún tirón de pelo en los anticlericales de siempre.

Como usted sentenció: ¡Hipócritas! Y otras cosas…

Y tras esa marabunta, tanto a su persona como a Fuerza Nueva se le echaban las culpas del terrorismo. ¡Encima! Encima de que el terrorismo, apoyado en su día por todos aquellos que se decían demócratas antifranquistas, nunca ocultó sus estrellas, sus hoces y sus martillos, ya fuera bajo la bandera republicana, o ya fuera bajo banderas separatistas. Digo yo que, con la tirria que le tenía el sistema, hubiera sido relativamente fácil encarcelarlo, de haber tenido su merced alguna responsabilidad terrorista de por medio. Pero no, usted nunca la tuvo. Nunca pudieron probarle nada. Sin embargo, el sistema se encargaba de propagar la estrategia de la tensión, que tan pingües resultados le había dado en Italia, y a la par que agrandaba artificialmente el terrorismo ultraizquierdista, establecía acciones que luego atribuía a la “extrema derecha”. Dicen que claro, que hubo militantes de Fuerza Nueva implicados en hechos violentos... ¿Pero es que acaso se olvidan que fueron militantes socialistas los que en julio de 1936 asesinaron a José Calvo Sotelo? ¿Acaso se olvidan de las implicaciones del PNV con ETA, o del partido comunista con los GRAPO? ¿Y de todo el historial terrorífico de las tiranías rojas, con más de cien millones de muertos en menos de un siglo? ¿Y acaso se olvidó de cómo el mismo Estado utilizó a elementos exaltados para la guerra sucia contra ETA, llegando Felipe González, el mister X del juez Garzón, a tener dos ministros enchironados? Pero claro, a tipos así sí que entrevista Victoria Prego, así como todos los secuaces de este plutocrático régimen.

¿Por qué esta señora no muestra una sola prueba contundente de la violencia achacada a usted directamente? Si es muy fácil… Pero es que por su parte, como por la de tantos otros, no hay más que injurias y calumnias.

Por otra parte, jamás le han podido acusar de prevaricación, robo, corrupción, o algo que se le parezca, mientras que todos los partidos que forman parte del parlamento tienen a imputados en sus filas, sin que nadie dimita. A ésos también los entrevistan la señora Prego y compañía, con toda clase de loores, faltaría más.

Ando repasando sus intervenciones, que usted ha mantenido hasta hace muy poco, y es que me impresiono. Don Blas, qué nivel cultural, ¡pero qué nivel! Aquellos discursos tan bien enhebrados, donde no faltaba la finura de su ironía y de su humor... ¡Y sin un papel! Anda que igualito que tantos otros que pululan por el congreso... Y sin embargo, usted no fue sólo criticado con saña por sus enemigos, sino por muchos que se decían “nacionalnosequé” e iban de ultrillas por la vida. Yo también formé parte de ese circo. En alguna que otra ocasión le critiqué con saña, soltando vana palabrería, como hace todo aquel que de nada sabe. He sido muy niñato y muy tonto en determinadas épocas de mi vida, condicionado por temas y complejos personales que a nadie le importaban, y me ha llevado años superar todo eso y madurar.  Felizmente, pude disculparme con su nieto Miguel, que al igual que usted, es un caballero patriota que no conoce la maldad ni el rencor, y cuando tuve el honor de conocerlo en Roma, mientras honrábamos a los beatificados mártires de la Cruzada, me dio un abrazo fraternal. Y con su nieto Blas, al que no conozco en persona pero sí que tengo algún contacto a través del facebook, y que ya ha sido medio insultado por el incompetente Iñaki Oyarzábal, de esa derecha, ¡uy, derecha no, centro-reformista!... Bueno, de eso… ¡Y la que está liando con sus libros, en buena hora! Y sus nietos, al igual que usted, no responden ni con insultos ni con rencores, manteniendo una gallarda elegancia que queda como sello de una gran estirpe.

Ah, se me olvidaba: ¿Ha leído la carta de Don José Utrera Molina? ¡Me ha encantado! Otro caballerazo donde los haya. En mi pueblo, por ejemplo, se empeñó junto con mi abuelo materno, (que fue alcalde en la época de Franco durante diecisiete años) en hacer viviendas. Y vaya que si las hicieron. Y mi abuelo, que fue combatiente falangista, jamás me inculcó el rencor hacia las familias del pueblo que habían pertenecido al otro bando. En su entierro, hubo gente de todo signo, y en un pueblo chico, eso creo que quiere decir mucho. Por otra parte, ya de mayor me enteré que a mi abuela paterna le asesinaron a dos parientes en la Guerra. Uno tiene una calle en su pueblo, o tenía, no sé si a esa ley de la desmemoria histérica le habrá dado por ahí. Y un tío de mi abuela, fue alcalde republicano pero duró diez días en su cargo, diciendo, al igual que Ortega y Gasset, “no era esto, no era esto”. Y luego, fijémonos en lo que hicieron los más republicanos que la República, asesinando a Melquíades Álvarez, intelectual republicano, liberal y progresista. Y a los trotskistas… En fin, pero sería meternos en otro tema. El caso es que jamás vi en mi casa rencor alguno. Y también puedo decir que en otras familias del pueblo que les tocó un destino diferente, tampoco lo percibí. El rencor este artificial, esta mala uva rediviva, no es obra sino de politicuchos, en muchos casos, con traumas freudianos, hijos mimados del régimen que luego se dieron cuenta que la rosa y el puño, la gaviota o la estrellita daban más ganancias. Empero, hombres como usted, Utrera Molina o mi amigo y maestro Domingo Fal, aun con sus diferencias ideológicas, son ejemplos de lealtad, honor, perseverancia y templanza. Y gentes como ustedes es que ya no hay, para desgracia de los jóvenes cristianos y patriotas, que nos vemos cada vez más huérfanos.

A toro pasado, todos somos politólogos y tertulianos, ¡je!, pero usted cogió el toro por los cuernos en una época muy dura, en una época donde sus militantes no sólo se tenían que enfrentar a una furiosa violencia roja, sino también a las cargas policiales, y a los infiltrados de los servicios secretos que destrozaban todo lo habido y por haber. Y en todo caso, qué culpa tenía usted… Por lo menos tenía derecho a equivocarse, dado el caso. Los que no tienen disculpa ninguna fueron los que claudicaron, los que se cambiaron la chaqueta, los traidores, los miserables, y un largo etcétera. Ésos, en alianza con la tiranía interior y los extranjeros que nos odian, son los grandes culpables, y no usted, que encabezó la resistencia.

Yo, personalmente, podría indicarle algunas discrepancias, ¿pero para qué? Además, seguramente sería rebatido a base de bien. Y con todo y con eso, que ya no tiene importancia, ahora sí que entiendo muchas cosas, D. Blas. Con el tiempo, he entendido por qué usted se sentía tan identificado con el misticismo de los legionarios rumanos, con aquella Guardia de Hierro de Codreanu que recibió, al igual que vueseñoría, golpes de todos lados. Usted tenía un sentido místico de la vida, algo muy marcado desde su infancia, alimentado en su casa, y por supuesto, no quiso separarlo de la política, porque usted no creía en Maquiavelo de ninguna de las maneras. Fíjese que lo que le digo a lo mejor es una burrada de las mías, pero no se me enfade, por favor, y permítame la exagerada licencia: Se me antoja que si usted hubiera nacido en un país “ortodoxo”, hubiera sido pope. Con todo, usted quiso ser un caballero católico consecuente, encarnando ese ideal del gran filósofo García Morente. Usted quiso ser un español con todas las de la ley. Y eso cuesta. Porque ser español en Expaña está mal visto. Algo escribo al respecto en mi nuevo poemario, Clamores de un español, aunque hay de todo, pues también canto a nuestras gestas. Me hubiera gustado enseñárselo, pero a lo mejor me daba vergüenza, porque al lado de sus versos, hubiera resultado una gran porquería, permítame la expresión. ¡Y es que usted también era poeta! Si es que usted ha sido muy grande, Don Blas, si es que como usted hay muy pocos… Con razón se le podría aplicar aquella canción de Massimo Morsello: “Noi non siamo uomini d´oggi”.

Y además, usted tenía un problema, sí, un problema grande: No tenía maldad. Y eso por desgracia es un problema en este rastrero mundo. Usted era “inocente”, y no lo digo en un sentido peyorativo, pues pocas cabezas más privilegiadas que la suya había en España. Usted era limpio de corazón, era una buena persona, y eso, por desgracia, es muy difícil de entender y asimilar, tal y como estuve conversando con mi amiga Doris, de cuyo apellido no me río, al igual que espero que ella no haga ironías con el mío.

¿Sabe, Don Blas? A veces me puede el bombardeo materialista, hedonista e irreligioso que sufrimos y pienso que a ver si es que mis padres se equivocaron con su empeño en educarme, en transmitirme valores… Porque en la práctica, si uno no es un maleducado, un chillón o un trápala en líneas generales, no es respetado. A veces la educación y las buenas costumbres se ven como signo de debilidad, como propensión al cachondeo. Entonces, viene la pregunta utilitarista: ¿Para qué sirve? Y sí, sí que sirve. Y si a lo mejor en la tierra parece que no sirve en lo inmediato, sirve en el corazón, sirve para ir sembrando ejemplo y sirve en el cielo. Y porque así pienso, no me avergüenzo en decir que he llorado cuando me he enterado de su fallecimiento, que el sábado me levanté sobresaltado soñando que le daba el pésame a su nieto Miguel, y el domingo me eché a llorar como un niño, pensando, al igual que la amiga Doris, en cuántos españoles no tuvimos un despertar de nuestra inquietud patriótica gracias a su figura, sea de una manera o de otra; y pensando que al morir gente de su edad y valía, de esos que levantaron un país que a posteriori estropearon otros, siento como si el cordón umbilical que me une a la patria, aquí, en la otra punta del mundo, se me fuera yendo, sintiéndome extraño en todas partes, sin un hogar al que acudir, por más que acá, en esa Lima, Ciudad de los Reyes de la flor y nata de las Indias, (crisol de la identidad y de la fidelidad virreinal, que usted conoció con el amigo Gianfranco Sangalli, entre otros) sea más valorado que allá.

Al igual que usted, creo escudriñar ciertos vientos bonancibles que vienen del Este, aunque yo me escoro más hacia lo ruso. ¡Quién nos iría a decir, señor mío, que Rusia ostentaría la bandera de la esperanza! Y eso a veces me da más fuerza de lo que pueda esperar de nuestro país. ¿Seré acaso muy catastrofista, demasiado pesimista? Puede ser, y vive Dios que eso no es bueno. Pero también pienso que si no somos conscientes ante la dureza de la realidad, no podremos vencer, y tendremos que lamentarnos de que al final, perdimos, tal y como escribe su homónimo nieto.

En fin, mi querido y admirado señor, creo que ya está bien la cosa por mi parte. Pongo fin a las palabras y doy comienzo a las oraciones. Como dice nuestro buen Conrad, gracias, muchísimas gracias de corazón. Gracias por su hermoso legado, por su ejemplo vivificante, por su nobleza de acero toledano, por su constancia, que fue como la de los mozárabes que se aferraban al hispánico crismón como Alfa y Omega frente a invasores y traidores. Gracias por ser como fue y como seguirá siendo en nuestros corazones. Y como usted nos enseñó, sin miedo a nada ni a nadie, por la fe y por la patria, las banderas en alto.

¡Viva Cristo Rey!

¡Viva España!

Y valgan estos versos de un servidor como homenaje:

HASTA SIEMPRE, DON BLAS

Una espada de noble acero toledano,
rubricada por un crismón mozárabe,
habló de enérgica resistencia,
a través de un caballero infatigable.

Alfa y Omega sobre España,
abanderando una patria de universo,
en este aciago, destructor y confuso siglo,
de gloria y decepción, realidad y sueño.

Desconociendo la claudicación,
sopló la llama de un verbo erizado,
extendido una cultura de calor místico,
con calidez de legionario rumano.

Sin miedo, sin silencio, sin rencor,
con gallardía, educación y elegancia,
un estandarte de honradez cubre
una faz hace poco amortajada.

Damas y caballeros: ¿Ya saben
de quién estoy hablando?
Aciertan si es Don Blas Piñar López
la persona que están pensando.

Nos acaba de dejar uno de los buenos,
un testigo de lucha imprescindible,
cuyo quijotesco escudo fue parando,
mandobles de mediocridad irascible.

Agredido por un sistema criminal,
vilipendiado por la prensa lacayuna,
el mejor orador de la transición,
unió a una masa de justicia ayuna.

Fueron pasando los años,
mas no pasó la firmeza,
ni la autoridad propia de un
cabeza de familia con entereza.

Y se nos va en la intimidad humilde,
propia de quien no conoció la maldad,
propia de un amante de la tradición,
de un amante de la justicia social.

Y yo, lleno de lágrimas,
me despido de su inmortal capitanía:
¡Hasta siempre, estimadísimo Don Blas!
¡Sea usted nuestro celestial vigía!







(1) Véase: Carta abierta a Victoria Prego sobre Blas Piñar | Diario YA





CATOLICISMO Y PATRIA



“Si el Catolicismo fuera un enemigo de la Patria, no sería una religión divina. La Patria es un nombre que trae a nuestra memoria los recuerdos más queridos, y bien sea porque llevamos la misma sangre que aquellos nacidos en nuestro propio suelo, o bien debido a la aún más noble semejanza de afectos y tradiciones, nuestra Patria es no sólo digna de amor, sino de predilección”. 

S.S. San Pío X

martes, 4 de febrero de 2014

"A DIOS POR RAZÓN DE ESTADO"

 
 
UN AUTO SACRAMENTAL
DE 
DON PEDRO CALDERÓN
DE LA BARCA
Representación escultórica de San Dionisio Areopagita
 
Por Manuel Fernández Espinosa
 

 "A Dios por razón de estado" es un auto sacramental de D. Pedro Calderón de la Barca. El título induce a pensar en el concepto maquiavelista de "razón de Estado". Maquiavelo no fue, en modo alguno, el primero pero sí que fue el más explícito a la hora de convertir la religión en un instrumento, más o menos apto, para la finalidad política de fundar, conservar y ampliar un dominio (político-social y territorial). Desde Maquiavelo la "razón de Estado" se convierte sin tapujos en la directriz y el criterio supremo desde el que se pretende legitimar cualquier acción política (aparcando la moral y haciendo del éxito político el fin que justifica los medios). Esto se hizo en el Renacimiento, en virtud de un criterio pragmático, cuando se arrinconaron como obsoletos los principios e ideales bajo los que se había regido el caballero medieval. "El fin justifica los medios" ha pasado a ser frase proverbial del acervo popular, atribuida a Maquiavelo (aunque durante años he tratado de hallarla en los escritos de Maquiavelo sin mucha fortuna). Pero la conclusión es cierta: el teórico florentino termina afirmando que la "razón de Estado" justifica cualquier acción política, siempre que tenga como fin: 1. La fundación (Rómulo mató a Remo para fundar Roma); 2. La conservación (Bruto mató a sus propios hijos que conspiraban contra la flamante República romana) o 3. La grandeza (Fernando el Católico y la expansión del Reino de Aragón).

Stephen Rupp (en su ensayo "Allegories of kingship: Calderón and the anti-Machiavelian tradition") repara en este auto sacramental calderoniano titulado "A Dios como razón de estado" y entiende que se trata de una de las obras a considerar como producción dramatúrgica antimaquiavélica, que se inscribe en la fecunda tradición hispánica contra Maquiavelo (baste mencionar el clásico "Tratado de la religión y virtudes que debe tener el príncipe cristiano para gobernar y conservar sus Estados. Contra lo que Nicolás Machiavelo y los políticos de este tiempo enseñan (Madrid, 1595), que debemos a la péñola del Rvdo. P. Pedro de Rivadeneira, de la Compañía de Jesús). Pero el auto sacramental calderoniano que aquí abordamos ("A Dios por razón de estado") no es un tratado político, como el del P. Rivadeneira. ¿Qué es lo que puso Calderón sobre las tablas y frente a nuestros ojos?

En este drama, hay una superposición de planos. En primer lugar, los personajes que intervienen tienen, como manda la tradición dramática del auto sacramental, una dimensión alegórica (que se remonta al poeta hispano-romano Aurelio Prudencio, nacido en Calahorra el año 348 d. C. y fallecido alrededor del año 410 d. C.): así personajes de la obra calderoniana que nos ocupa, como el Ingenio, el Pensamiento, la Gentilidad, la Sinagoga, África, el Ateísmo, la Confirmación, la Penitencia, la Extremaunción, el Orden Sacerdotal, el Matrimonio, la Ley Natural, la Ley Escrita, la Ley de Gracia. Pero, por otra parte, hay dos personajes que sí que tienen una dimensión histórica fáctica: San Pablo de Tarso, que a su vez (también) personifica la conversión y otro personaje más que, a lo largo de toda la obra, es presentado como el Ingenio, pero que puede reconocérsele, siguiendo la mentalidad de la España de Calderón, tan familiarizada con la piadosa tradición eclesial, con no otro que San Dionisio Areopagita.

En "A Dios por razón de Estado", donde pone "Ingenio" podemos poner "San Dionisio Areopagita". Fue éste, según se creía en tiempos de Calderón, aquel discípulo de San Pablo al que se refiere el Nuevo Testamento (Hechos de los Apóstoles 17, 34) y segundo obispo de Atenas. Calderón nos lo presenta en el Areópago, en el mismo momento en que tiene lugar la crucifixión y muerte de Jesucristo en el Gólgota, cuando se produce el terremoto que hace exclamar al sabio Dionisio, todavía pagano: “Que el Mundo expira, o su Hacedor padece”; la tradición afirmaba que esta experiencia había sido la que impulsara a Dionisio a buscar sinceramente a Dios. Desde ese momento, sin poder admitir por razonamiento filosófico el politeísmo que le ofrece la Gentilidad, Dionisio (el Ingenio en la obra calderoniana) emprende la aventura de buscar a Dios. El personaje del Pensamiento supone un contrapunto, a veces con ribetes de “gracioso”, que acompaña al Ingenio. Es oportuno advertir que el personaje del Pensamiento es presentado por Calderón como algo que nada tiene que ver con lo que pudiéramos suponer un responsable y concienzudo ejercicio de la Razón, sino más bien con algo que no se detiene, como si de un flujo mental se tratara, condenado a la dispersión, de tal manera que, en uno de los coloquios dramáticos, cuando el personaje "Ingenio" (=Dionisio Areopagita) le ordena detenerse al personaje "Pensamiento", alega éste al "Ingenio":

“Si eres tan necio
que haces pretensión de que
se detenga el Pensamiento,
¿cómo de sabio blasonas
y altivamente soberbio
Ingenio te llamas?”

El Ingenio reconoce que el Pensamiento es libre y, por eso mismo, contraviene la voluntad del Ingenio, mucho más ponderado. El Pensamiento interviene bajo el signo de la indocilidad, sin estar dispuesto a someterse a ninguna otra instancia que la de saltar de aquí allá. El Pensamiento es, en esta obra, algo que más se asimila a la imaginación (y, como tal, una actividad voluble, inconstante, inestable). Podría llamársele al Pensamiento como Santa Teresa dijera de la "Imaginación": es la loca de la casa.

Prosiguiendo el argumento del auto sacramental, digamos que, tras el catacalismo que vive en Atenas, el Ingenio (San Dionisio) se pone a buscar la razón de tal cataclismo: el paganismo de los gentiles no logra convencerlo y así es como el Ingenio y el Pensamiento parten a la búsqueda de Dios.

Al primero que se encuentran es al Ateísmo –geográficamente localizado en el Nuevo Mundo, todavía no colonizado por los españoles e identificado con los indígenas americanos. El Ateísmo, personaje alegórico, no puede satisfacer a los viajeros, por lo que estos lo dejan atrás para venir a encontrarse con África, otro personaje alegórico que representa en el auto sacramental la geografía y la humanidad que se han islamizado. El Ingenio y el Pensamiento tienen que pasar de largo, no sin anatematizar las malas costumbres y las contradicciones que repugnan a la Razón perseverante del Ingenio. Es entonces cuando se hallarán con la Sinagoga –alegoría del judaísmo, del pueblo elegido del Antiguo Testamento y, por ende, pueblo deicida. El momento en que el Ingenio y el Pensamiento topan con la Sinagoga es cuando ésta comisiona al todavía fanático fariseo Pablo de Tarso a perseguir a la comunidad cristiana de Damasco. Lo que es absoluta indiferencia (natural hasta la animalidad) del Ateísmo; lo que es vicio y superstición del mahometanismo... En la Sinagoga deicida es maldad en estado puro: su protervia le impide admitir que ha cometido el peor de los crímenes, el de crucificar a Jesucristo por no reconocer en Él al Mesías que anunciaban los profetas veterotestamentarios. La Sinagoga amenaza al Ingenio cuando éste le discute su fanatismo deicida. Tras separarse, el Ingenio y el Pensamiento se encuentran con Pablo que ha sido derribado del caballo camino de Damasco, lo asisten y es entonces cuando logran llegar a la meta que se propusieron.

En el tramo final del auto sacramental se nos ofrece una apoteosis de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana y todo queda explicado para el público que en aquel tiempo tanto gustaba del teatro. Se descorren los velos y es entonces cuando se asiste a la comprensión de la pedagogía divina por la cual Dios nos ha ido conduciendo, para redimirnos, desde la caída de nuestros primeros padres hasta otorgarnos la Ley de Gracia, para llegar a la cual nos dio primero la Ley Natural y después la Ley Escrita (el Decálogo) que se perfeccionan en la suprema Ley de Gracia contenida en la Iglesia Católica con sus Siete Sacramentos.
 
La escenografía es todo un monumento barroco: “una fuente, cuyo remate será hostia y cáliz, y alrededor los siete sacramentos, teniendo cada uno en la mano una cinta blanca, como caños que salen de la hostia)" -se nos dice en una acotación escénica. Esta imagen había sido empleada por el dominico Fray Luis de Granada (1504-1588), cuando escribió sobre los Sacramentos que son estos: "unos celestiales instrumentos y medios por donde se nos comunica la divina gracia y unos caños que se derivan de la fuente del costado de Cristo...". En el auto, los Sacramentos tomarán la palabra y declaran cuándo fueron instituidos por Jesucristo Nuestro Señor.

Pero la Sinagoga porfía en su protervia; ni por todo aquello que está contemplando puede convertir su corazón a Dios y dice en su maligna soberbia anticristiana:

“Primero que yo lo crea
veré al mundo fallecer
con mayor ruina, que cuando
le vi expirar”.

El judaísmo y el mahometanismo no dan su brazo a torcer. El Ateísmo y la Gentilidad (los pueblos ateos o paganos, todavía no evangelizados) sí son capaces de convertirse. Sin embargo, Pablo profetiza que la Sinagoga y el mahometanismo serán reducidos:
 
“cuando el mundo venga a ser
sólo un pastor y un rebaño”.

La conclusión del auto sacramental la confirman los personajes que dicen a coro:

“que debe el ingenio humano
llegarlo [a Cristo] a amar y creer
por razón de estado cuando
faltara la de la fe”.

Como podemos comprobar el esquema maquiavélico queda invertido magníficamente por Calderón de la Barca que, con esta obra vuelve a demostrar ser el más capaz de los literatos teológicos y el campeón de la propaganda tridentina de nuestro Siglo de Oro. La belleza de los símbolos operantes, la grandeza de los raciocinios (que por no abusar del lector no hemos considerado detenidamente), la majestad de la conclusión donde asistimos maravillados al Triunfo de la Iglesia Católica sobre la naturaleza grosera del politeísmo y el ateísmo, sobre la porfiada negación de la verdad en judíos.

Y Maquiavelo queda reducido al ridículo. La religión no es (como Maquiavelo dijo) un instrumento para la política; es todo lo contrario, la Política es la que debe sujetarse a la religión, siendo la Política el instrumento de la Religión. Y esto se impone incluso cuando los políticos no puedan gozar de la gracia de la Fe: por "razón de estado" cuando falte la fe. Queda trazado así el más perfecto de los programas político-teológicos hispánicos: ésta es la verdadera vocación de la Monarquía Hispánica que fue truncada por la acción perniciosa de las fuerzas de la revolución que por doquier enjambró Europa, quebrantando la Cristiandad. Esta es nuestra auténtica tradición, la de todos los pueblos hispánicos. La Tradición que hemos de recuperar del olvido para reanudarla.

sábado, 1 de febrero de 2014

LA EPOPEYA VILIPENDIADA: LOS REALISTAS HISPANOAMERICANOS (III)


Por Antonio Moreno Ruiz 



FULGOR

¿De dónde viene el fulgor,
Que guía a los caballos,
Bajo el sol enfurecidos,
En los imponentes Llanos?


La ardiente sangre africana,
Empuñada por un mariscal,
Asturiano, que en América,
Su vida va a realizar.


Es José Tomás Boves,
El de caracteres exagerados,
Claros cabellos y firme espada,
Bebe del fulgor de los Llanos.


¡Taita! ¡Taita! ¡Taita!
Palabra india de fuerza,
Por un caudillaje bravío,
Gritado por la tierra.


Fulgor venezolano,
Con las carnes abiertas,
Entre lanzas coloradas,
Y tambores de guerra.


Iberia y las Indias,
Se están separando,
Entre puñales de odio,
Los corazones temblando.


¡Qué días tan terribles!
¡Desgarros y divisiones!
¡Ruptura por todas partes!
¡Historia de horrores!


Las grietas comenzaron,
Antes de Napoleón,
Helado se siente,
El hispano corazón.


Tropical fulgor,
Guía a los llaneros,
Montoneros del rey,
Feroces y altaneros.


En pleno desbarajuste,
Continúan la jornada,
Comenzando los Andes,
Desde la sabana.


Del norte se vienen,
Aires caribeños,
Estrepitosos galopes,
Boves y los morenos.


Fulgor de batalla,
De sangre nerviosa,
Ondas de peligro,
Música sorda.


Mugidos de montes,
Entre cañones rugiendo,
Fulgores terribles,
El sol se está poniendo.


¿A dónde llevará,
Este herido fulgor?
La suerte está echada,
La bandera es de dolor.





LA EPOPEYA VILIPENDIADA: LOS REALISTAS HISPANOAMER...

jueves, 30 de enero de 2014

TRADICIÓN



"¡Ay del pueblo que olvida su pasado
y a ignorar su prosapia se condena!
¡Ay del que rompe la fatal cadena
que al ayer el mañana tiene atado!

¡Ay del que sueña comenzar la Historia
y, amigo de inauditas novedades,
desoye la lección de las edades
y renuncia al poder de la memoria!

¡Honra a los padres! ¡Goza de su herencia
gloriosa…! El sol es viejo, y cada día
joven renace y nuevo en su alborada…

Reniega de la vana seudociencia.
¡Vuelve a tu tradición, España mía!
¡Solo Dios hace mundos de la nada!"


Manuel Machado

martes, 28 de enero de 2014

RIP BLAS PIÑAR



Esta madrugada nos ha dejado Blas Piñar, y la verdad es que estamos muy consternados, porque se nos ha ido un gran patriota. El que de lejos fue el mejor orador de aquellos aciagos años de la transición, aquél que ponía nerviosos a tirios y troyanos porque no necesitaba un papel por delante para expresar sus brillantes ideas, que fueron proféticas ante la debacle de un país que a día de hoy es, según sus propias palabras, un "manicomio autogestionado".

Blas Piñar fue un patriota con todas las de la ley. Un hombre de una cultura superior, de una valentía que no conocía el desaliento. Fue de los pocos que entendió que hay que trabajar desde la base, desde la cultura, y desde el Instituto de Cultura Hispánica, promovió las más excelsas iniciativas para hermanar a la Hispanidad desde el espíritu, el fondo y la forma. Su valiente artículo "Hipócritas", denunciando a la farsante propaganda angloamericana, le costó el puesto y algunas enemistades y ostracismos de un régimen al que juró una obediencia regia. Viendo cómo se desguazaba por propios y extraños, su férrea posición constituyó el altavoz de un pueblo que era consciente de que iban a abortar el renacimiento de una patria que tenía hambre y sed de justicia, y que no quería volver a sus peores demonios.

Ante tantos insultos recibidos de todas partes, D. Blas no respondió sino con una caballerosidad incólume, santo y seña de la exquisita educación de un combatiente abnegado, herencia que han recibido sus descendientes como magnífico tesoro.

Ahora D. Blas velará por nosotros desde arriba, que falta nos hace.


Desde esta revista cultural hispánica, mandamos nuestro más sentido pésame a su familia, sabiendo todos, hermanos en Cristo, que la muerte no es el final, y como D. Blas decía enérgicamente, reiteramos: ¡Adelante españoles, sin miedo a nada ni a nadie, por la fe y por la patria, las banderas en alto! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!





Requiem aeternam dona ei Domine.
Et lux perpetua luceat ei.
Requiescat in pace.
Amen.


jueves, 23 de enero de 2014

"RAIGAMBRE" ENTREVISTA AL ESCRITOR ANTONIO MORENO RUIZ


*Entrevista coordinada por Luis Gómez

¿Quién es Antonio Moreno? Antonio es un sevillano algo diferente, un individuo lleno de contrastes y de sorpresas agradables. Alguien que cuando se conoce, es difícil de olvidar. Nacido en Bollullos de la Mitación (Sevilla) en 1981, se licenció en Historia hace ya muchos veranos. Eligió la especialidad americanista, quizás por esa pasión que sentimos los españoles por nuestros hermanos de ultramar, que es mucho más profunda en el alma, cuanto más al Sur de la Piel de Toro se nace. Por avatares del Destino, en la actualidad ejerce como profesor y traductor de lengua portuguesa en Lima, “Ciudad de los Reyes”. 

Por altura y por su pelo rubio, más bien podría pasar por norteño que por un sevillano de pro, pero su acento le delata. Pero esa es otra de las grandes sorpresas que guarda la persona de Antonio Moreno una vez que se le va conociendo. Trabajador incansable, y profuso investigador, lo entrevistamos en RAIGAMBRE por que ha dado a la estampa una nueva obra poética (y es la cuarta) titulada CLAMORES DE UN ESPAÑOL


RAIGAMBRE: ¿Por qué la poesía como modo de expresarte?

A.M.R.: En verdad no sabría dar una explicación concreta. Hay quien me hace alguna alusión genética, pues es curioso cómo en mi rama materna y paterna ha habido cierto cultivo de la poesía. Pero yo no lo achaco a la genética. Desde muy niño sentía ganas de escribir, y de hecho, todavía conservo algunos diálogos que me inventaba en las vacaciones. Sentía mucha curiosidad por la literatura y la historia, y eran las dos únicas buenas notas aseguradas. Ya en el instituto, escribí algún poema, y poco a poco me fui atreviendo. Naturalmente, ahora provocan vergüenza ajena… Pero los fui puliendo, hasta que en el 2010 me decidí a publicar mi primer poemario. Y me arrepentí de no haberme atrevido antes, pues es algo que siempre ha estado en mi cabeza y en mi corazón, y hay que vencer la timidez y dar el primer paso. Primero me atreví con la poesía, con lo que me siento muy a gusto, aunque últimamente quizá le estoy dando más a la prosa, cultivando el artículo y la novela. Falta el ensayo, eso sí…


Quien conoce bien a Antonio, sabe que el hecho de estar a tantos miles de quilómetros lejos de sus seres queridos es algo que lleva con resignación. Las “saudades” son frecuentes, y un buen remedio para calmar esas nostalgias son las poesías… 

RAIGAMBRE: Este no es tu último trabajo literario, pero si es tu primera incursión en el mundo digital de AMAZON. ¿Está mal el mundo editorial? ¿Hay otras razones?

A.M.R.: Pues la verdad es que considero que el mundo editorial está bastante mal. Me hace mucha gracia cuando tanto se emplea la palabra “cultura”, porque en la práctica, todo es dinero. La gran mayoría de las editoriales te exigen que pagues por adelantando, comprándote tú como cien libros o más, y luego que los vendas por tu cuenta y así recuperas ese dinero. Si en España eso era difícil, lo conseguía, pero estando en el extranjero es sencillamente imposible. No hay ninguna posibilidad para la mayoría de los jóvenes autores.

En España conocí, eso sí, El Taller del Poeta, editorial con la que publiqué “¿El amor es un embuste de poetas?” y “Cosas de mi Andalucía”, que no te exige eso. Es una honrosa excepción.

Con todo, estando en el Perú, vi a Amazon como la opción más acorde en todos los sentidos.


RAIGAMBRE: La temática de “Clamores” es muy particular. ¿Por qué ese tema y no otro?

A.M.R.: Pienso que, como los buenos flamencos, hay que tocar todos los palos. En “¿El amor es un embuste de poetas?” abordé el tema del amor. Fue algo muy lírico, aunque también con sus puntillos de picaresca y cinismo. “En voz alta” ya fue una lírica más integral, un poemario muy variado, donde me situé sobre las más diversas imágenes, sentimientos e inspiraciones. Luego vino “Pasión Llanera”, una novela ambientada en los Llanos de Venezuela, donde varias historias de amor se entrecruzan en un ambiente social y político cargado, coincidiendo con el bicentenario de las independencias americanas, acaso mi mayor obsesión académica. Y es que pienso que España no se puede entender sin el Nuevo Mundo, y menos todavía Andalucía y Canarias. Luego vino “Cosas de mi Andalucía”, un poemario de una lírica regionalista pero buscando una Andalucía alejada de ciertos tópicos cansinos, una Andalucía más normal, alejada de politiqueos y vanos exotismos, cantada sobre todo desde mi ámbito rural, porque al igual que García Márquez dice que tiene que escribir siempre pensando como caribeño, yo no puedo hacer otra cosa que escribir como andaluz integral que soy, desde ese Bollullos de la Mitación que me vio nacer y crecer entre olivos, naranjos, pinos, viñas y trigales, entre las tejas de las casas, la iglesia y las ermitas, en un barroquismo perenne oliente a azahar y exultante de música. Y como no hay patria chica sin patria grande y viceversa, pues yo soy español por andaluz y andaluz por español, sin engañosos galimatías, así que después de lo regional le tocaba el turno a España en todo su sentido.


Sólo hay que saber tocar el tema. Antonio, de particular reservado y expectante, se suelta y charla cómodamente si el interlocutor saca a la palestra un tema con el que él se sienta a gusto…, y hablar de las intimidades de su obra, es algo que no le desagrada, pues ve, con el paso del tiempo, como ha crecido en tamaño, pero también en profundidad…

RAIGAMBRE: ¿No temes que se censure o se te encasille por hablar de un tema tan “políticamente incorrecto?

A.M.R.: Ya no. No te niego que hace años tal vez se me pasó por la cabeza, pero habiendo tenido que emigrar por falta de trabajo y expectativas, y recibiendo tantos palos de un lado y de otro, si encima uno se calla, se muere en vida. Hay que escribir lo que uno siente, lo contrario es engañar no ya a los lectores, que por supuesto, sino engañarse a uno mismo, lo que constituye la indignidad más grande. Y expresarse a corazón abierto es el mayor tesoro de la auténtica libertad.


Diremos a los lectores que CLAMORES DE UN ESPAÑOL son una serie de poemas con una temática muy particular. Unos poemas desde donde el autor habla y canta con el corazón,  sin miedo, y canta a España, sus gestas y sus logros. Sus miserias y sus glorias. No con odio ni envidia, pero si con pasión.




RAIGAMBRE: Háblame de tus otros trabajos anteriores. Qué cambiarías o que no cambiarías, ahora que ya ha pasado el tiempo desde su publicación.

A.M.R.: Hombre cambiar, cambiar, no cambiaría gran cosa. Lo hecho, hecho está, y a lo hecho, pecho. Con cuatro poemarios y una novela en mi haber, la verdad es que no me puedo quejar. Aunque si te soy sincero, a veces me da vergüenza, porque no estoy conforme con nada. “Pasión Llanera” fue un trabajo muy experimental en el sentido de que, como Valle-Inclán hizo en “Tirano Banderas”, jugué a conjugar el lenguaje español (principalmente andaluz) y el americano, basándome mucho en el ámbito del Caribe. Fue jugar con la imaginación a todo pasto, aun estudiando el paisaje y el lenguaje. A día de hoy quizá escribo más directamente desde una mentalidad andaluza lineal, y es que me he propuesto que mi terruño sea el centro de mi universo literario. Si García Márquez lo hizo con Macondo, ¿por qué el corazón del Aljarafe no? Yo creo que hay que darle valor a la tierra, ahora más que nunca, y aunque la realidad siempre supera a la ficción, mi pueblo siempre será una fuente máxima de inspiraciones.


La tierra, el pueblo, la familia y los amigos, los recuerdos y las añoranzas. Son el equipaje de los emigrantes, y Antonio Moreno, en estos momentos, es uno más de los que hay en el mundo


RAIGAMBRE: Actualmente resides en Perú. ¿Qué diferencias hay entre la comunidad literaria española y la peruana?

A.M.R.: Por desgracia creo que ya no quedan comunidades literarias como tales. Pero para entendernos, digamos que en España ya se ha perdido la “autoridad intelectual” y muchos que van de literatos son iguales que el resto, mientras que en el Perú, lo que se entiende por literato, normalmente está en una atalaya farandulera, pero su expresividad no coincide con lo que piensa mucha gente. Por ejemplo, me causó mucha impresión que Vargas Llosa es un personaje muy impopular. Otros personajes parecidos están al nivel progre europeo, cosa que en determinados países hispanoamericanos no cuaja, y no es una cuestión de derecha/izquierda. Es más complejo. Y claro, otra cosa que ocurre aquí es que los precios de los libros suelen ser desorbitadamente caros, más que en Europa, por lo que la gente acaba acudiendo a otras fuentes.

En España, sin embargo, no hay una ruptura entre los pseudo-intelectuales y el resto porque por desgracia, ya todo el mundo es igual de progre, y el pensamiento único se impone como imperio del aburrimiento y la fealdad, sin creatividad ninguna, sin raíces, sin alma. Y tampoco tiene que ver con derecha o izquierda.


RAIGAMBRE: ¿Es más fácil editar allí o en España?

A.M.R.: En verdad en ninguna parte, aunque en España, gracias a El Taller del Poeta y alguna que otra iniciativa que se me puede escapar, digamos que hay cierto respiro. Aquí la única fórmula que veo para publicar es estar muy holgado de dinero.


RAIGAMBRE: ¿Qué tal es la acogida de tus obras en esas latitudes?

A.M.R.: En principio yo veía que ninguna, pero una vez hice un acto en la Bodega Ibérica, el comercio de un amigo alicantino donde podemos encontrar toda variedad de productos de nuestra tierra, y la verdad es que la acogida fue impresionante, me quedé sin libros. Gracias a los amigos del Centro Español de Lima, asimismo, tuve la oportunidad de impartir la conferencia “La influencia hispanoamericana en el flamenco”, y estamos pendientes de proyectos similares. Porque lo cierto es que la gente aquí tiene interés en aprender y sabe escuchar. No puedo decir lo mismo de España, donde todo el mundo se cree ser un sabio a base de gritos. Por desgracia el modelo de Belén Esteban ha calado demasiado.


Preguntar esto  a una persona tan dinámica y activa como lo es Antonio Moreno, es pura retórica, pero el entrevistador debe hacer su trabajo, así que me decido y le pregunto…

RAIGAMBRE: ¿Algún proyecto nuevo?

A.M.R.: Sí, en breve, D.m., publicaré una novela sobre la mafia napolitana en Sevilla. Fuera aparte, tengo terminados varios proyectos novelísticos y poéticos, que irán viendo la luz, también D.m., en los años venideros. Y me enorgullezco en ser  parte activa de la revista “Raigambre” y colaborar con otros proyectos, como la revista “La Razón Histórica” y el diario digital “El Contemporáneo”.


Gracias por citarnos, pues lo cortés no quita lo valiente. RAIGAMBRE tiene la vocación de servir de vehículo de expresión de escritores, ensayistas, historiadores que huyan de los tópicos. En este blog, sus trabajos o artículos son publicados sin censuras, sin ataduras y sin restricciones. Los autores noveles, o los ya consagrados, comparten el mismo espacio donde se forman y se nutren unos de otros.   


RAIGAMBRE: Además de poesía has escrito novela “Pasión llanera”. ¿Con qué género te sientes más cómodo trabajando?

A.M.R.: Pues mira, en principio te diría que con la poesía. Desde el 2009 al 2013 escribí muchísima poesía. Pero el 2013 acaso ha supuesto un punto de inflexión y gracias a los artículos me he puesto mucho más con la prosa, lo cual me ha influenciado para atreverme a escribir novela. Así que creo que está habiendo ahora una evolución en mi producción.


RAIGAMBRE:¿Quiénes son los personajes que más influyen en la obra poética de Antonio Moreno?

A.M.R.: Sin duda mi pueblo. Treinta años de vida en aquel rincón de la Sevilla rural dan para mucho. Y creo que es de justicia que eso se refleje en mi obra. Y no es sólo ya por mi crianza, sino porque mi árbol genealógico está absolutamente enraizado en el sur. Es un dulce deber exteriorizar eso.


RAIGAMBRE: ¿Y en la literaria?

A.M.R.: ¡Uf, buena pregunta! Como mi producción, creo que va evolucionando. Por ejemplo, con veintipocos, podría decir que mi poeta favorito era Rubén Darío. En cambio, ahora mismo mis buques-insignias son Miguel Hernández y Fernando Pessoa. Aunque últimamente estoy leyendo mucho a Federico García Lorca.

 Eso sí: Si tuviera que elegir un escritor por encima de todos, yo diría que como Quevedo, ninguno. Y eso que nuestro Siglo de Oro dio para mucho.

Luego por ejemplo me gustan mucho los literatos gallegos del XIX y el XX. Creo que en la cultura gallega el surrealismo es diferente del andaluz, que se supone más expresivo en sus formas. El gallego tiene un punto así como de humor negro y laconismo tajante que me causa mucha sorpresa. Leí mucho a Rosalía de Castro en su día, pero si he de nombrar a un escritor que me llama poderosamente la atención, ése sería Valle-Inclán, un genio creativo de la lengua española como pocos. Después de Quevedo, en ese sentido original y creador, creo que Valle-Inclán y muy pocos más. Pero bueno, no todo es surrealismo, porque el tronco galaicoportugués me encanta por su elevado sentido lírico, cuna peninsular en ello, como recordaba Menéndez Pelayo, quien con otro Menéndez, Pidal, han sido dos sabios cuyos estudios me han ayudado mucho a comprender el alma de nuestra patria. Y es que siempre he sido un lusófilo confeso, y aparte, en la emigración descubro que me entiendo bastante bien con los gallegos. Al final, todo calza.

Hablando de surrealismo y cercanías, el realismo mágico me atrae bastante, sobre todo desde que leí “Las lanzas coloradas” del venezolano Arturo Uslar Pietri, un libro que ya en la universidad me impactó. Como libro, tal vez ha sido el que más me ha influenciado. Como artista de la novela, y siguiendo en este género, García Márquez me parece muy bueno. Yo pensaba que el realismo mágico exageraba, empero, desde que estoy en Hispanoamérica, veo que hasta se queda corto, aunque tenga sus manipulaciones. A los andaluces se nos presupone el surrealismo, pero lo de aquí es más intenso, complejo… Por más que uno crea estar más o menos versado en la literatura hispanoamericana, hasta que no lo vive, no se lo cree.

Por otra parte, gracias a la bibliofilia de Joseph Pearce, he conocido a literatos ingleses muy recomendables. No obstante, he aquí mi conexión rusa, porque si bien yo me había adentrado leyendo a Dostoyevski principalmente, fue gracias a la biografía que Pearce hizo de Solzhenitsyn como fui conociendo a este gran polígrafo que, sin duda, es el intelectual que más me ha influido. Le tengo mucho cariño a Dostoyevski y a otros literatos rusos, pero como Solzhenitsyn, ninguno. Y es que en verdad Rusia me interesa muchísimo en toda su dimensión histórica y cultural, y sin Solzhenitsyn creo que no podría decir eso.


Lo dicho. No hay nada más que saber tocar el tema, y Antonio se suelta y habla largo y tendido. La literatura le encanta, le encanta aprender, y en ese terreno se siente seguro y responde sin ataduras y sin miedos


PARA FINALIZAR: 

Muchas gracias por darme la oportunidad de esta entrevista. Es un orgullo poder expresarme como literato en esta gran revista de la que formamos parte con todo nuestro fervor.

Para comprar “Clamores de un español”, hay que acceder al enlace:




Muchos saludos.



ANTONIO MORENO RUIZ



LO QUE OPINABA PABLO IGLESIAS (FUNDADOR DEL PSOE)



¿MEMORIA HISTÓRICA? PASEN Y VEAN:

"El partido que yo aquí represento aspira a concluir con los antagonismos sociales,... esta aspiración lleva consigo la supresión de la Magistratura, la supresión de la Iglesia, la supresión del Ejército... Este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones" 

(Diario de Sesiones del 5 de Mayo de 1910).

EXOTISMOS Y BARBARISMOS



Por Antonio Moreno Ruiz


El gran intelectual francés Charles Maurras esgrimía la defensa de la cultura clásica frente al barbarismo en boga. Un siglo después, parece que seguimos en las mismas.

Sinceramente, no se entiende que siendo nosotros uno de los puntales de la más viva herencia romana, estemos desde el siglo XIX abducidos por toda clase de barbarismos y exotismos baratos, siempre como esgrimiendo una válvula de escape que encima busca un pasado remoto y legendario a base de subvencionadas invenciones. Como bien dice el profesor Manuel Fernández Espinosa, las tendencias ocultistas/esoteristas que entraron desde finales del siglo XVIII han hecho mucho daño. Si a eso le sumamos que en nuestro país, el despotismo ilustrado provocó un divorcio contundente entre la “élite” y el pueblo, que lejos del rupturismo de determinados ilustrados (1), continuó con un barroquismo bastante enraizado, y luego de la guerra contra Napoleón, todo ese caldo de cultivo estalló en un romanticismo bastante desubicado, donde los diferentes exotismos y barbarismos se fueron esparciendo, torturándonos con sus nefastos frutos hasta nuestros días.

Asimismo, el régimen zarzuelero aprovechó todo esto para desfigurarnos en un insoportable mosaico de taifas caciquiles donde cada cual se buscaba los más remotos y legendarios pasados, cuya coincidencia con la Historia es nula, y no es solo un problema de los separatismos de Vasconia, Cataluña y Galicia. En Andalucía, el problema, según se mire, es igual o peor. ¿Qué diremos de Canarias? Ah, pero no es sólo una cuestión de periferias, pues a Castilla también le han endosado lo suyo, amén de haber sido la región más perjudicada en “cuestión territorial” con la tiranía de 1978.

En nuestro complejo de inferioridad, “todo viene de fuera”… El difusionismo como tendencia arqueológica lo hemos asimilado pero al revés, sin darnos cuenta de que la historia no funciona sino con modos de interacción compleja. Sin entender eso, no entenderemos nunca el por qué del origen poliédrico del flamenco, por ejemplo, y seguiremos buscando una suerte de piedra filosofal exótica, y al final acabaremos en qué fue antes, el huevo o la gallina. Y no es eso, no es eso…

Con respecto a los ataques de sefarditis aguda, podemos decir que en todo caso, lo original de esa supuesta “música sefardí” y de toda una supuesta “cultura unificada milenaria”, que desde luego, se ve muy difícil dado el muy repartido exilio por todo el Mediterráneo hasta Holanda y el imperio británico; en fin, todas esas “facetas culturales” que sacan ahora como si se tratara del descubrimiento de la pólvora, o bien son cosas muy modernas, mixtificadas, cuando no directamente inventadas, o bien residen en un sustrato hispano, y que los que se negaron a reconocer a Cristo aun habiéndolo conocido, renegaron de su condición de españoles ipso facto, pues en verdad, nunca la tuvieron. Fueron gentes “en España”, no de España. Hubo muchos aculturados, seguro, al igual que los judíos rusos, donde el estado sionista, por más que se empeñe, no les hace aprender hebreo ni a la de tres y tiene que subtitular los telediarios, mientras se dedica a exterminar el ladino y el yiddish. No deberían reclamarnos tanto a los españoles, sino a su propio estado sionista, quien desprecia sus diferentes culturas en pro de un centralismo agresivo. Y de cualquier forma, ellos fueron una minoría en España, aunque hubo una época, como dijo el historiador francés Jean Dumont, en que quisieron mandar sobre todo el país, pero de cualquier modo, ¿no será que ellos tomaron de nuestra cultura y no al revés? Claro que dejarían algo, ¿pero y ellos no se influenciarían en nada?

Qué decir con respecto a los ataques de morisquitis crónica… Con el feliz descubrimiento de la jarcha, refrendamos que la invasión musulmana no pudo destruir nueve siglos de civilización latina, pues durante los tres siglos de dominio visigótico, la mayoría de la población siguió siendo romana (así nos describían los germanos recién arribados), y de hecho, siguió expresándose en latín, y por supuesto que el contacto con el árabe condicionó la evolución romance en amplias zonas del sur y el levante peninsular, ¿pero acaso no imitaron los invasores musulmanes, y también los hebreos, los estilos culturales de los cristianos? Pues sí, así fue, hasta en la poesía. Por lo que el fenómeno fue más de hispanorromano orientalizado que otra cosa. Claro que luego habría que contar con los aportes del norte de África en las distintas oleadas, ¿pero acaso la Giralda de Sevilla no se construyó con materiales de Itálica’ ¿Acaso la mal llamada “mezquita” de Córdoba no fue antes la basílica bizantina de San Vicente? ¿Acaso el norte de África en particular y buena parte del mundo islámico en general no copió el arco de herradura, que es un elemento arquetípicamente hispánico? Están contando la historia justo al revés. Las relaciones de España con el norte africano eran buenas y sólidas hasta que llegó el islam, arrebatándonos nuestra parte transfretana. El actual Magreb era cristiano y sin embargo el islam no ha dejado absolutamente nada de su anterior legado, ¿y venimos nosotros con culpas históricas y encima nos vienen con exigencias del extranjero?

También tenemos los ataques de gitanitis… Y por si algún “sensible” se tira de los pelos y me acusa de racista y yo qué sé más, le diré que de “antigitano” nada. Ni “anti” nada, eso se lo dejo a otros. Yo me he criado escuchando a Antonio Mairena y Camarón de la Isla, al igual que me encantan la Fernanda, la Bernarda, Perrate…  Y considero que la Niña de los Peines o el Gloria son puntales clásicos del flamenco. Ahora bien: El flamenco ni es invento ni es patrimonio de los gitanos. Ni tampoco lo gitano es lo más puro o representativo de la cultura andaluza.  No, el flamenco, que como dice el musicólogo Faustino Núñez (sí, musicólogo, no “catedrático” de rumorología tabernaria), es la reinterpretación del folklore bajo una óptica andaluza, puede ser que agitanada artificialmente en algunos casos… ¿Pero qué es el gitano andaluz sino una intensa mezcla de castellano, morisco y negro? Señores: Los gitanos están muy mezclados, y la cultura andaluza no es una especie de secreto hermético que se haya conservado en cuevas y fraguas de iniciados. Ni tampoco es un símbolo de pureza el cantar como un borrico resfriado. Los cantaores antiguos, blancos o gitanos, buscaban las voces finas, las sutilezas, los matices, y hasta los refinamientos. Reitero: Así, mal que a algunos intelectualoides de amanerados laboratorios les gustaría, así no funcionan las cosas. La costumbre del pañuelo para comprobar la virginidad es una costumbre europea medieval. La tradición de lanzar peladillas a la novia en la boda es morisca, como las bodas de los descendientes de moriscos en África duran tres días. Qué casualidad, ¿verdad? Como casualidad será que el “censo gitano” aumente sospechosamente en el siglo XVII y con profesiones que a priori no se correspondían con los primeros que vinieron, fundamentalmente herreros y comerciantes. Asimismo, la zambomba es un instrumento de origen negroide y la filología no puede ser más clara, como palabras de negros son “zarabanda”, “tango”, “milonga”, “manguindoy”, “zorongo”, y tantas otras “jergas musicales”. Que tampoco quieren decir que fueran “músicas negras directamente exportadas de África”, sino que fueron aportes negros a la música que ya existía en España, la cual fue eclosionando especialmente en el Barroco, y en el contacto intenso con el Nuevo Mundo.

El caso gitano es relativamente parecido al caso judío: Minorías que si bien aportaron su granito de arena, se “confundieron” en el mar hispánico.

Tampoco es casualidad que antes de la llegada de los gitanos, en el arrabal trianero, amén de que con andaluces y otros españoles de distintos puntos de la Península, confluyeran moriscos y negros. Valga como ejemplo.

Así que de racismo, nada. Racistas son otros, los que encima pretenden ir de puristas por la vida cuando nos están negando nuestra condición de andaluces a la mayoría que, seguro que con más generaciones aquí que ellos, no compartimos sus absurdos delirios, afortunadamente, cada día más desacreditados.

Y bueno, a toda esta oleada de exotismos baratos se nos añaden, triste y “lógicamente,” los barbarismos. Celtitis y hasta vikinguitis si hace falta, con cascos con cuernos, Odines y Thores de Hollywood, que omiten el gusto de estos civilizadísimos escandinavos por pinchar a los niños con sus espadas, como si fueran aceitunas atravesadas por palillos, y otras cosas similares.

Gracioso es que a las fiestas horteras yanquis, las cuales irrumpen por mor de la globalización capitalista que nos uniformiza en la incultura y ayuda a agudizar todavía más nuestro complejo y desconocimiento, se les busque un origen celta. Tan gracioso como los masones, que se pretenden herederos no ya de los templarios, sino hasta de los constructores de las pirámides de Egipto. Y ahora, dizque de los reptilianos anunaki, tan famosos gracias al History Channel.

Y digo yo: Todos esos que sufren esos ataques de celtitis, ¿por qué no proponen celebrar el Samhain en Turquía, que al fin y al cabo fue una de las cunas celtas?

Como bien dice Paquirrín, ahora devenido en estrella del reguetón nacional: A papá mono no le vengas con plátanos verdes…

Una cosa es estudiar el sustrato que nos quedó de los pueblos indígenas, mayormente celtas e iberos (estos últimos, en líneas generales, mucho más desarrollados que los primeros, todo hay que decirlo), amén del casco vascón –ligadísimo al ibero- o del caso “guanche” (2) en las Canarias, lo cual es muy legítimo, o cómo por ejemplo la cultura romana pudo cambiar o nutrirse a través de la Península, empezando por la incorporación de armas como la falkata (como pasa en toda interacción cultural) y otra caer en un indigenismo a lo buen salvaje que no tiene ni pies ni cabeza, pues no en vano los gallegos hablan una lengua latina y celtas hubo por casi toda la Península: Una bisabuela mía era de Coripe, pueblo situado en la Sierra Sur de Sevilla, en el linde con la provincia de Cádiz. A los habitantes de esta zona los romanos los denominaban como “celtici”, al igual que usaban esa denominación para gentes de la Sierra Norte y de la serranía de Ronda y de otras partes. Al igual que hay muchos vestigios celtas en Teruel. Identificar lo celta con lo gallego como exclusividad no es solo un error, sino una mentira ya premeditada. Otra cosa sería analizar qué rasgos “celtas” pudieron quedar en el sustrato cultural de España. Arqueológicamente, parece que es mayor de lo que se pensaba, y eso es muy interesante y digno de estudio, hasta ahí de acuerdo. Pero de ahí a buscar determinismos politiqueros va un abismo, y un abismo que no busca sino rompernos en mil pedazos. Porque sin lengua derivada del latín –salvo en el caso vascuence, reiteramos, ligado al ibero, por lo tanto, preindoeuropeo-, sin Derecho Romano, y sin toda una estética y cultura forjadas en Roma (3), no podemos hablar de nada serio, de ninguna forma y de ningún fondo. Roma es nuestra principal base y nuestro principal molde, con todo el prurito nativo y todos los “rellenos” que explican nuestra posterior evolución.

Al igual que no hubo “unión americana indígena”, sino que América es un invento español, por supuesto, acriollado y mestizado, pero heredero de esa gran cultura que nació en una Roma que, mal que bien, supo cohesionar tres continentes, y que tuvo cinco césares hispanos.

Pero claro, luego nos viene un Carlos Núñez (gran músico, todo hay que decirlo), y dice que el Atlántico es una gran nación celta, nación que están formando ahora los músicos…


Reitero, damas y caballeros: No se entiende que siendo tan directos herederos de Roma, y con unas raíces tan claras que nos trazan un camino que no tiene pérdida posible –al decir de Ramiro de Maeztu-, llevemos tantísimo tiempo con tantísimas tonterías. O sí, por desgracia sí que se entiende, y acaso le tendremos que dar la razón a Bismarck cuando dijo que "España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido".








(1) No toda la ilustración española fue antipatriota o acomplejada: José Cadalso, Gaspar de Jovellanos y los virreyes Abascal y Liniers fueron excelsos ejemplos de cómo se encajó un patriotismo autocrítico mas leal, cabalgando del siglo XVIII al XIX. Pero desgraciadamente, estas figuras son las que han calado menos, teniendo mucho más influjo el nefasto “enciclopedismo”, antiespañol visceral desde su origen francés.


(2) Sobre los ataques de guanchitis, véase: "De modas y guanches". - Revista La razón histórica


(3) Una vez más: El patio interior es de época romana, y la palabra “zaguán” no es originariamente árabe, sino que en árabe se dice “stuan”, porque se importó del griego.