RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

domingo, 20 de octubre de 2013

CUENTO. EL DEMONIO QUE QUERÍA ASCENDER DE CATEGORÍA

 
Cierto día, un diablo con inquietudes, salió del Infierno. Su intención era llegar a la tierra y hacer méritos, pues hasta entre los demonios hay categorías, y eso de hacer carrera está ahora en boga. Este malvado infeliz, pidió permiso a su Satánica majestad, y éste, viendo lo mucho que ansiaba en ascender no se lo pensó mucho: - “Con esas ganas de llegar a lo alto en el Infierno, seguro que al pisar tierra, me perderá a miles de hombres, y con ellos sus almas eternas, para goce y disfrute mío”, -se dijo para sí Satanás.
El Diablo le concedió su deseo, y lo envió a la tierra, pero acompañado de otro servidor de los ardientes inframundos, que haría las veces de protonotario, dando fe de los éxitos y progresos que éste hiciera en sus fechorías. Una condición le puso, la del tiempo, pues sólo le dio 24 horas.
Llegado el día indicado, el pequeño aprendiz se posó en España, pues dijo:
-Habiendo sido este país antaño, Espada de la Cristiandad, y uno de los mayores enemigos de mi señor, creo que será un buen sitio para hacer méritos, pues si yo consigo perder a sus gentes, mi malvado amo más me lo premiará.
Con esta reflexión se llegó a España, y volando por sus pueblos se dijo:
-Lo primero que haré es desorientarlos, y los desarraigaré de sus casas y sus orígenes. Ya nunca más se sentirán unidos a una patria. Así, me será más fácil el vencerlos.
Se rió de su perversa idea, y se las creía muy astuto e ingenioso, cuando de repente, el protonotario le dijo.
-Señor. Ese trabajo ya está hecho, y no creo que Satanás le guste que se enmiende o se modifique lo que ya funciona. Antes que usted se envió a aquí a algunos políticos, y ellos crearon las autonomías, y tan bien lo hicieron, que ahora ya están todos peleados entre sí, y ninguno recuerda de donde viene y lo que es más importante, que nadie sabe adónde va.
–Qué pena, dijo el diablillo. Pues me había parecido una buena idea. Pero no desfalleceré, pues he venido a granjearme un mejor puesto y no voy a rendirme a las primeras de cambio.   
Dio un aleteo vigoroso con sus alas negras y se posó en lo alto de un tejado. Desde allí vio como una mujer salía de su casa, y entonces pensó:
 -¡Eso es! Rebajaré al condición de la mujer, y con ello conseguiré que se degrade y se pervierta, que se pierda sin remisión. Las obligaré a ir desnudas como cuando el enemigo de mi Señor los trajo a este Mundo.
Se puso en pie para llevar a cabo su acción, pero el notario de los infiernos le volvió a detener diciendo:
-Discúlpeme de nuevo, señor, pero eso ya está en marcha.
 -¿Cómo? –dijo asombrado y abriendo los ojos como platos. –Sí. Hace ya años que Satanás inventó un sistema para que la mujer se degradara. Les enseño el “feminismo”, y les dijo que podían hacer lo que quisieran. Así que empezaron por quemar los sujetadores, y luego se desnudaron y enseñaron sus cuerpos desnudos sin pudor ni rubor, y ahora es ya tan normal el que las mujeres enseñen su cuerpo que incluso Satanás está pensando en quitar ese hecho como causa de perdición, pues de puro frecuente es hasta aburrido.
El Demonio se empezaba a enojar, y su impaciencia se hacía más y más grande. –He de pensar a lo grande, o de lo contrario nunca conseguiré nada, -se decía entre dientes. -¡Ya está –dijo dando un salto de alegría- Seré lo más cruel y malvado que jamás haya sido antes ningún otro demonio. Su cara se iluminó con un halo de maldad infernal y los cuernos que le salían de la cabeza se retorcieron un poco más debido a la ansiedad. Miró a su derecha y vio al notario que estaba contemplando el infinito espacio, con la mirada perdida, y le dijo:
-Esto seguro que no está hecho, y es mérito mío si lo hago. Apunta en la libreta pues que tengo prisa en llevar a cabo mi acción…
-En cuanto usted me diga, señor, le repitió el notario.
-Voy a asesinar a los niños en el vientre de sus madres, no les voy a dar oportunidad de nacer. Así me llevaré por delante dos almas, la del inocente, que vale mucho y la de la madre que lo asesina, que tampoco está nada mal. Es más, la de los médicos que lo practiquen y alguno que ayude…, con esta jugada haré gran mérito en el Infierno y subiré dentro de poco a las más altas poltronas… con estas reflexiones estaba hasta que le interrumpió el molesto protonotario.
-Esa concesión ya está hecha, y algunos hombres que han vendido sus almas con anterioridad, han creado un lucrativo negocio en ese sentido. El precio ha sido muy barato. Sus almas eternas por riqueza temporal. De manera que en clínicas abortistas se mata sin cesar y ellos se hacen ricos. Una vez mueren, sus almas son nuestras.
-Pues entonces matará a los viejos –dijo con rabia el demonio para salir del atolladero
-Me temo que tampoco es posible. Los viejos son propiedad de otras clínicas, que se están especializando en ellos y les va francamente muy bien. Se le ocurrió a nuestro maléfico señor que volviendo a poner en uso la palabra eutanasia, habría algún incauto que caería, y viendo que así fue, puso a nuestros compinches los políticos a trabajar. Algunos están promulgando ya leyes que lo permiten y se le está dando el empleó de igual forma que con los abortos. Ahora ya hay políticos que como han vendido su alama, deciden hacer méritos en la tierra mientras están vivos, así cuando mueren, pasan directamente a un buen puesto acá en los Infiernos. Y tanto y tan bien se les está dando, que creo que dentro de poco habrá que habilitar otra sala en los Infiernos, pues son tantos los políticos que se están apuntando a esta moda y los médicos en llevarla a cabo, que no damos abasto en el submundo.
Al pobre diablillo se le mudó el color de la cara. El sol se ponía por el horizonte, y los últimos rayos del Astro Rey le daban de lleno su horripilante cara. Casi con voz susurrante y no muy convencido dijo:
-Declararé la guerra. Así España tendrá que ir al combate y muchos serán los que mueran…
Pero el notario de Pedro Botero le corrigió diciendo:
- Me temo que es imposible. Antes que usted otro demonio que ya ascendió de categoría, viendo que España fue la Espada de la Cristiandad, tomó por resolución el desarmarla y tanto empeño puso que la dejó como sin nada. Ahora no tiene ejército ni para defenderse de ellos mismos y si uno quisiera, con sólo decir mío, todo sería de él, pues ningún español podrá hacer frente al que quiera tomar lo que desee, pues nada puede hacer el que sin armas y sin ejército está. Ese castigo a este país que tanto daño hizo a Satanás en el pasado, le gustó tanto que premió con el ascenso a su inventor…   
Llegaba la noche, y en último arrebato dijo el Demonio:
-Pues entonces…, sólo queda una opción. Me haré católico y abandonaré para siempre el Infierno…
-¡Cómo! –Exclamó con sorpresa su notario…
-Sí. Veo que es imposible el hacer méritos en este sitio. Aquí ya está todo lleno y ocupado, así que lo único que merece la pena es luchar contra todo lo que ya está en marcha y oponer resistencia, pues nada de lo que diga o haga puede valer, que ya está todo inventado, aún lo peor ya tiene dueño y quien lo haga…
 
Luis Gómez      

sábado, 19 de octubre de 2013

EL DIOS IBERO QUE CANTÓ ANTONIO MACHADO



    
EL DIOS IBERO

Igual que el ballestero
tahúr de la cantiga,
tuviera una saeta el hombre ibero
para el Señor que apedreó la espiga
y malogró los frutos otoñales,
y un "gloria a ti" para el Señor que grana
centenos y trigales
que el pan bendito le darán mañana.
Señor de la ruïna,
adoro porque aguardo y porque temo:
con mi oración se inclina
hacia la tierra un corazón blasfemo.
¡Señor, por quien arranco el pan con pena,
sé tu poder, conozco mi cadena!

¡Oh dueño de la nube del estío
que la campiña arrasa,
del seco otoño, del helar tardío,
y del bochorno que la mies abrasa!

¡Señor del iris, sobre el campo verde
donde la oveja pace,
Señor del fruto que el gusano muerde
y de la choza que el turbión deshace,
tu soplo el fuego del hogar aviva,
tu lumbre da sazón al rubio grano,
y cuaja el hueso de la verde oliva,
la noche de San Juan, tu santa mano!

¡Oh dueño de fortuna y de pobreza,
ventura y malandanza,
que al rico das favores y pereza
y al pobre su fatiga y su esperanza!
¡Señor, Señor: en la voltaria rueda
del año he visto mi simiente echada,
corriendo igual albur que la moneda
del jugador en el azar sembrada!

¡Señor, hoy paternal, ayer cruento,
con doble faz de amor y de venganza,
a ti, en un dado de tahúr al viento
va mi oración, blasfemia y alabanza!"
Este que insulta a Dios en los altares,
no más atento al ceño del destino,
también soñó caminos en los mares
y dijo: es Dios sobre la mar camino.
¿No es él quien puso a Dios sobre la guerra
más allá de la suerte,
más allá de la tierra,
más allá de la mar y de la muerte?

¿No dio la encina ibera
para el fuego de Dios la buena rama,
que fue en la santa hoguera
de amor una con Dios en pura llama?
Mas hoy... ¡Qué importa un día!
Para los nuevos lares
estepas hay en la floresta umbría,
leña verde en los viejos encinares.
Aún larga patria espera
abrir al corvo arado sus besanas;
para el grano de Dios hay sementera
bajo cardos y abrojos y bardanas.
¡Qué importa un día! Está el ayer alerto
al mañana, mañana al infinito,
hombres de España, ni el pasado ha muerto,
no está el mañana -ni el ayer- escrito.
¿Quién ha visto la faz al Dios hispano?
Mi corazón aguarda
al hombre ibero de la recia mano,
que tallará en el roble castellano
el Dios adusto de la tierra parda.


Antonio Machado, "Campos de Castilla".

viernes, 18 de octubre de 2013

¿Y SI RECLAMAMOS TIERRA SANTA? IMPERTINENCIAS DE LA COMUNIDAD JUDÍA EN ESPAÑA




 
 LAS IMPERTINENCIAS DE LA COMUNIDAD JUDÍA EN ESPAÑA

 
Por Manuel Fernández Espinosa

 
Si, en un caso remoto, nos viniera un romano (digo un romano actual), y les dijera a los segovianos: "El acueducto es mío. Como comunidad romana en España os exijo su devolución". ¿Qué pensaríamos?. Si uno de nosotros, españoles, fuésemos a México y les dijéramos a nuestros hermanos mexicanos: "En nombre de la comunidad española en México os reclamamos la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe por derecho histórico". ¿No sería como para que los mexicanos nos mandaran a hacer gárgaras o, llanamente, a tomar por culo?.

Es impensable. De todo punto impesable que un romano actual venga a reclamar el Acueducto de Segovia, por muchos años que lleve residiendo en España y por mucho que España fuese otrora la Hispania romana. E igual podemos decir que es inconcebible que un español (en su sano juicio) reclame a los mexicanos la Basílica de la Bendita Guadalupana, por mucho que México fuese la Nueva España y por muchos años que lleve el gachupín en México, conservando su nacionalidad española.
 
Sin embargo, hete aquí que vienen unos señores que se hacen llamar "comunidad judía española" y reclaman Santa María la Blanca de Toledo (véase aquí la noticia: "La comunidad judía pide la devolución de la sinagoga mayor de Toledo"). Y no se les cae la cara de vergüenza. Se quedan tan frescos los tíos. Es posible que piensen que somos débiles, que aquí todos seamos tontos, que nos hayan reblandecido con todas sus películas sobre el "holocausto judío" perpetrado por los nazis y que, en virtud de eso, tengan carta blanca para pedir lo que se les antoje. Y, la verdad, en España hay sobrados débiles y bastantes cretinos, pero quiero pensar que todavía quedamos españoles normales que no estamos dispuestos a reír las gracias de quienes quieren abusar de nuestra hospitalidad. Y si no queda ni un español que les conteste, aquí estoy yo que, mientras otros se lo piensan, no voy a dejar la ocasión pasar.
 
En primer lugar, esta reclamación no es, ni mucho menos, nada nuevo. Estos señores residentes en España siempre han estado dando la lata con la misma tema. Por ejemplo, nada más proclamarse la II República Española aprovecharon para exigir la devolución de este templo católico, tal y como dejó claro una magnífica entrada del blog ÍDOLOS Y SINIESTROS (véase aquí la entrada: "El retorno de los chafardistas"). De aquí entresaco estas líneas cuya procedencia es la hemeroteca y que se remontan al día 12 de Junio de 1931: "El Gran Rabino [de Buenos Aires, en visita a Niceto Alcalá Zamora] no se contentó con promesas en el aire y le pidió a Don Niceto nada más y nada menos que la iglesia de Santa María de Toledo, para convertirla en Sinagoga judía, como lo había sido antiguamente".

Uno se pregunta si estos señores no tienen bastante con haber ocupado Palestina y fundado su propio Estado de Israel. Y la respuesta salta a la vista: no, no se conforman con eso, pues para aquellos que no son unos rematados ignorantes, es de saber que de todos los supremacismos habidos en la historia (el nazi-ario, el anglosajón, etcétera), el único que nunca ha dejado de aspirar al dominio universal sin rubor ni recato alguno es el supremacismo judío.

Los miembros de la así llamada Comunidad Judía Española son señores residentes en España. En España somos muy hospitalarios con todos los extranjeros, pero lo que no vamos a aceptar es que nos reclamen cosas que nos pertenecen. Al menos, los españoles como yo... No sé lo que pensarán los que no dicen esto bien alto y bien claro.

Señores de la Comunidad Judía en España: si los romanos o los españoles nos ponemos a reclamar todo lo que por derecho histórico nos pertenece, no habría una parte del mundo que no fuese romana o española. Y tanto Roma como la Corona Española tendrían sobrados derechos para reclamar Jerusalén.


jueves, 17 de octubre de 2013

LIBERALISMO Y SOCIALISMO



"Debe tener presente la conciencia cristiana los errores y peligros de la concepción de un socialismo materialista y las fatales consecuencias de un liberalismo económico, inconsciente muchas veces u olvidado o despreciativo de los deberes sociales"

Papa Pío XII

INTEGRIDAD E INDEPENDENCIA



.." Triste de la nación que deja caer en el olvido las ideas y concepciones de sus mayores. Esclava alternativamente de doctrinas exóticas, entre sí opuestas, vagará sin rumbo fijo por los mares del pensamiento, y cuando acabe de perder los restos de la ciencia castiza, perderá a la corta o a la larga los caracteres distintivos de su lengua y los de su arte y los de sus costumbres, y luego...estará amenazada de perder también hasta su integridad territorial y su independencia..."


Gumersindo Laverde.

Madrid, marzo de 1917, del prologo a la segunda edición de La Leyenda Negra de Julián Juderías

NON PRAEVALEBUNT



"No podemos hacer abstracción de las circunstancias en que vivimos, desentendiéndonos de ellas; no somos esencia pura e incontaminada que se realiza en el vacío; no podemos guardar para los 'iniciados' el depósito de la Fe y la Verdad. Debemos amar a los buenos gentiles y a la Iglesia de los pobres. Y es que no cabe confiar exclusivamente en una solución 'a lo divino' de nuestros problemas. El 'non praevalebunt' es usado, a veces, incorrectamente, para enmascarar silencios dolorosos y omisiones inexcusables. Que el infierno no prevalecerá contra la Iglesia lo sabemos por promesa divina, y forma parte de la Revelación. Pero que no prevalecerá en la España, Argentina o Colombia del primer tercio del siglo XXI no está escrito en parte alguna."

Miguel Ayuso

DÍA TRAS DÍA



Hora tras hora, día tras día,
Entre el cielo y la tierra que quedan
Eternos vigías,
Como torrente que se despeña
Pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume
Después de marchita;
De las ondas que besan la playa
Y que una tras otra besándola expiran
Recoged los rumores, las quejas,
Y en planchas de bronce grabad su armonía.
Tiempos que fueron, llantos y risas,
Negros tormentos, dulces mentiras,
¡Ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
En dónde, alma mía?


Rosalía de Castro.

miércoles, 16 de octubre de 2013

MOSCÚ ES TODAVÍA LA TERCERA ROMA

Adolfo Morganti, presidente de Identità Europea
ENTREVISTA A ADOLFO MORGANTI EN BARBADILLO

 
El 16 de octubre de 2013 se publicaba esta entrevista en el prestigioso medio italiano BARBADILLO, laboratorio di idee nel mare del web. Alfonso Piscitelli entrevistaba a Adolfo Morganti, presidente de la asociación italiana IDENTITÀ EUROPEA, que estudia y promueve la construcción de una Europa fiel a sus raíces clásicas y cristianas. El tema central que aborda la entrevista es Rusia, pero la cultura del entrevistador y del entrevistado logran que sea todo un diálogo ameno y provechoso. Hemos creído oportuno traducirla y publicarla en RAIGAMBRE para el público hispanohablante. 
 
Traducción al español por Manuel Fernández Espinosa
 
La asociación Identità Europea tiene en los históricos Franco Cardini y Adolfo Morganti, editor del “Il Cerchio”, a sus exponentes más importantes. Hace años que promueve iniciativas que reclaman una reflexión sobre las raíces del continente europeo (raíces clásicas y cristianas) y sobre su destino. Recientemente “Identità Europa” ha organizado en San Marino un Congreso sobre “Europa en la época de las grandes potencias, desde 1861 a 1914”, en el ámbito de ese discurso se ha abordado también la naturaleza compleja de las relaciones entre Italia y Rusia. Replanteamos el argumento a menudo descuidado por los historiadores contemporáneos, con el presidente de Identità Europea, Morganti.
 
Alfonso Piscitelli: En la segunda mitad del XIX se articulaba una red compleja de alianzas entre naciones europeas continentales: la Triple Alianza (Alemania, Austria, Italia) y por un cierto tiempo el Pacto de los Tres Emperadores (Alemania, Austria, Rusia). ¿Fue el intento de superar los nacionalismos en orden a una cooperación continental?
Adolfo Morganti: Era la tentativa de superar los límites y los conflictos cebados por el nacionalismo jacobino, pero al mismo tiempo eran fuertes las tensiones estratégicas que se localizaban en el área balcánica con Rusia, que patrocinaba los movimientos nacionalistas del pueblo eslavo y Austria que contenía estas pulsiones subrayando el aspecto supranacional del Imperio de los Habsburgo. Sarajevo no fue una sorpresa, como localización del foco de la primera guerra mundial.
 
A. Piscitelli: E Italia, ¿cómo se movía sobre el plano internacional?

A. Morganti: Todos conocemos el impulso profundo que el arte italiano dio a Rusia: un impulso evidente en San Petersburgo. Menor fue la intensidad de las relaciones marítimas entre Italia y el Mar Negro, que han plasmado la estructura económica misma de aquellas regiones. Sobre el plano diplomático, después de la intervención piamontesa en la Guerra de Crimea, las relaciones con Rusia indudablemente tenían que recuperarse: en efecto, por largo tiempo, Rusia representó algo extraño y distante, en los mismos años en los que Italia establecía una alianza con Austria y Hungría.
A. Piscitelli: Con el enemigo por excelencia de la época del Risorgimento [Austria].
A. Morganti: Más tarde, con el viraje que supuso 1914, obviamente la situación cambió las tornas: los rusos vinieron a ser aliados en el curso de la Primera Guerra Mundial, pero las relaciones gubernamentales y diplomáticas no fueron tan frecuentes y orgánicas como lo fueron, en cambio, las relaciones económicas.
A. Piscitelli: ¿Crees que hoy Rusia deba ser incluida en la identidad europea, a la que alude el nombre de tu asociación?
A. Morganti: Con seguridad, la parte europea de Rusia debe ser considerada un elemento importante en el discurso sobre la Europa contemporánea. A partir de su conquista de Siberia, relativamente reciente, Rusia ha adquirido una vocación más amplia: la de Eurasia; pero Europa es impensable sin su área oriental, así como la identidad cristiana del continente es impensable sin contemplar el papel de la ortodoxia. Rusia, por una parte es Europa y reconocida como tal (y desde un punto de vista existencial hoy defiende los valores europeos incluso más que muchos estados de la Comunidad Europea), por otra parte, se atribuye una misión y una identidad que rebasa los confines de la misma Europa.
A. Piscitelli: El diálogo ortodoxo se ha reanudado a lo grande en los años sesenta con Pablo VI, con la recíproca retirada de excomuniones y el abrazo con el patriarca Atenagoras.
A. Morganti: Generando entusiasmos y resistencias a las dos bandas: resistencias que en el ámbito ortodoxo amenazaron con producir un cisma, que más tarde se hizo realidad.
A. Piscitelli: Y el hecho de que Juan Pablo II fuese un eslavo, un polaco (no extraño al “humus cultural” del nacionalismo polaco), ¿ha facilitado o ha creado alguna fricción y malentendidos entre las dos partes?
A. Morganti: Ciertamente, cuando la primera jerarquía católica de la Rusia post-soviética fue elegida por Juan Pablo II, la presencia de prelados polacos fue relevante y esto creó notables problemas de coexistencia con los ortodoxos. La misma acción de los franciscanos en Rusia era vista como una fuerza de penetración católica en el área del cristianismo ortodoxo. Ahora, con el cambio de jerarquía, en que la presencia de Italia está representada autorizadamente por el actual Obispo de Moscú, estos problemas casi se han disuelto.
A. Piscitelli: Si recuerdo bien, fue Ratzinger quien determinó una nueva relación, promoviendo el cambio de jerarcas.
A. Morganti: Exactamente.
A. Piscitelli: Un recordatorio siempre es útil… ¿por qué se originó y por qué persiste la división entre cristianos católicos y cristianos ortodoxos?
A. Morganti: Hay toda una serie de diferencias dogmáticas que dividen a católicos y ortodoxos: la cuestión del “filioque” (de la procesión del Espíritu Santo), la diversas valoraciones de ultratumba (los ortodoxos no conciben el purgatorio), el diverso modo de entender la confesión. Son diferencias importantes, pero en la historia del cristianismo tales divergencias no han impedido necesariamente la unidad de las iglesias: por caso, pensemos que, durante una época en la historia, el cristianismo irlandés calculaba la Pascua de manera diferente al cristianismo continental. Ya hemos tenido otras situaciones de diversidad, que no afectan a la unidad subyacente. En el caso ortodoxo vino, en cambio, una separación profunda, pero no ocultemos que el cisma maduró sobre la cuestión del primado del Obispo de Roma, primado de honor, según los ortodoxos; primado jerárquico, según los católicos.
A. Piscitelli: También hay temas fuertes que unen a los dos mundos espirituales, pensemos en la gran devoción a la Madre de Dios; y en lo que atañe al tema mariano no podemos olvidar que al inicio del siglo XX, la profecía de Fátima está estrechamente ligada al tema de Rusia. ¿Qué ideas te has hecho a propósito de esto?
A. Morganti: La profecía de Fátima veía en Rusia el centro de una gran apostasía, que luego se verificó con el comunismo; pero las profecías son un terreno resbaladizo. Sin lugar a dudas, el gran gigante ruso constituye un escenario fundamental para la articulación de las fuerzas en la confrontación entre tradición y modernidad, entre el cristianismo y la tentativa ilustrada de disolverlo o reducirlo a la esfera privada, está a los ojos de todos.
A. Piscitelli: ¿Es verdad o solo es una simplificación decir que el espíritu cristiano de Rusia está atraído particularmente por el Evangelio de San Juan y por el Apocalipsis?
A. Morganti: Es un enfoque para la escatología en general. Pero este enfoque es compartido con la milenaria tradición católica: en el ámbito católico hasta lo que no ha mucho se hacía en las llamadas meditaciones sobre los “Novísimos” (muerte, juicio universal, infierno y paraíso) era intensa; después (por usar un eufemismo) no ha sido valorada al máximo…
A. Piscitelli: Y el tema típicamente ruso de la Tercera Roma, ¿puede todavía jugar el papel de idea movilizadora en el ánimo de Rusia y en el ánimo de los europeos que miran con atención a Rusia?
A. Morganti: Rotundamente: sí. Rusia es la Tercera Roma, tanto para los rusos creyentes como para los laicos. Los laicos ven en el poder de Moscú la continuación efectiva de una autoridad imperial a través de todas las modificaciones históricas posibles. Para el creyente, el concepto de Tercera Roma tiene una resonancia ulterior, pero todos los sujetos político-culturales rusos comparten el sentido de esta misión histórica, sean comunistas o nacionalistas, religiosos o laicos.
A. Piscitelli: Sin embargo, en el inmenso territorio ruso existen también otras tradiciones religiosas: el ministro de defensa Shoigú es un budista de la zona siberiana.
A. Morganti: También hay regiones de la Federación Rusa de mayoría hebrea y zonas en las que se arraigó el islam chiíta (principalmente en la parte ocupada por población turcófona) o sunnita. Desde los tiempos del imperio zarista, la multiplicidad de tradiciones religiosas no ha creado problemas de convivencia.
A. Piscitelli: ¿Podría decirnos su valoración personal de la figura de Vladimir Putin?
A. Morganti: ¡Putin es un ruso! En cuanto tal, él continúa encarnando esta misión de Rusia, cristiana e imperial. El hecho de que Putin sea más creyente o menos es indiferente. Su misión personal es la de proteger a Rusia y Rusia tiene esta identidad (imperial y cristiana) y no otra alguna…

lunes, 14 de octubre de 2013

UNAMUNO Y LOS DOS "CARLISMOS": EL POPULAR-INTRAHISTÓRICO Y EL HISTÓRICO-POLÍTICO













QUIEN NIEGA LA HISTORIA, SE CONDENA A LA INTRAHISTORIA: EL CASO UNAMUNO

Por Manuel Fernández Espinosa
El 28 de febrero de 1934, en pleno discurso parlamentario, José Antonio Primo de Rivera fue interrumpido por el Señor José Antonio Aguirre que pocos años después sería lehendakari vasco. José Antonio abogaba por la españolidad de las más eminentes figuras intelectuales vascas del momento y decía: “todas las mejores cabezas del pueblo vasco, todos los vascos de valor universal, son entrañablemente españoles y sienten entrañablemente el destino unido y universal de España. Y si no, perdóneme el señor Aguirre una comparación: de los vascos de dentro de esta Cámara tenemos a don Ramiro de Maeztu; de los vascos de fuera de la Cámara tenemos a don Miguel de Unamuno”.
Aguirre no pudo contenerse y le dijo a José Antonio Primo de Rivera:
-¿Me perdona Su Señoría una pequeña interrupción? Es para hacer las advertencias de que los vascos de peores cabezas, que somos nosotros, somos, precisamente, los que tenemos la adhesión del pueblo. Esos señores como Maeztu y Unamuno, a quienes yo, por otra parte, respeto extraordinariamente, van a nuestro pueblo y nuestro pueblo los repele. ¿Por qué? Porque no han sabido interpretar sus sentimientos”.
A ninguno de los dos, ni a José Antonio Aguirre ni a José Antonio Primo de Rivera, les faltaba razón.
Dejando a un lado a Maeztu, concentrémonos en Unamuno para concertar el contenido de este artículo con el título que lo encabeza. Unamuno es el primero de los intelectuales, en un sentido moderno, que aparecen en el panorama español. Esto quiere decir que, además de su carrera académica (profesor de Griego y Rector de la Universidad de Salamanca), su carrera literaria (ensayos, novelas, teatro y poesía), desarrolló a lo largo de su vida una actividad periodística con vocación de crear opinión y liderarla. Como pensador, como autor literario, gozó en vida del honor de ser uno de los españoles más reconocidos fuera de nuestras fronteras, traducido al alemán por Otto Buck, al italiano y a muchas otras lenguas. En 1933, un año antes de este discurso de José Antonio Primo de Rivera, interrumpido por Aguirre Lecube, Hermann Hesse lo comparaba a los caballeros andantes y decía de Unumano que en su obra escrita: “descubrimos todo el fuego de la religiosidad y el apasionamiento hispanos”.
Desde la atalaya intelectual europea (Hermann Hesse), también desde la española (José Antonio Primo de Rivera, que no dejaba de ser un intelectual que estaba al tanto de todo cuanto se hacía en las Letras españolas y europeas) podía verse en Unamuno a una de las mentes más sobresalientes de la literatura y el pensamiento hispánico. Sin embargo, en lo político, Unamuno fue (todo el mundo lo sabe) de una volubilidad que los hombres prácticos no podían perdonar. Simpatizante del federalismo, afiliado al Partido Socialista Obrero Español, para más tarde abandonarlo; a la contra de la Dictadura de Miguel Primo de Rivera; a la contra de la Segunda República; a la contra de Millán Astray, Unamuno compartió el sino de cuantos filósofos han flirteado con la política activa desde Platón a Heidegger, pasando por Ortega y Gasser: el viaje a Siracusa.
 
José Antonio Aguirre Lecube
 
José Antonio Aguirre llevaba razón: Unamuno encontraba el rechazo en Vizcaya. No pudo acomodarse en Bilbao, por mucho que lo intentara y por si fuese poco, aunque hablaba eusquera y era un especialista filólogo, había denostado la lengua vernácula, a favor del uso del español por razones varias, basadas en las corrientes filológicas que Unamuno seguía. Eso era una razón para que los vascos de todo signo político, no solo los nacionalistas como Aguirre, vieran en Unamuno a una especie de “traidor”. En aquel entonces, el carlismo estaba fuerte en las provincias vascas y los carlistas, al igual que los nacionalistas vascos, tampoco simpatizaban mucho con el Rector de Salamanca: además de su actitud hostil al eusquera, Unamuno no había hecho nunca un gesto de simpatía por el carlismo, ni en lo público ni en lo privado. Al menos por el carlismo organizado e histórico.
Sin embargo, a Unamuno debemos el monumento literario más imperecedero del carlismo: su novela “Paz en la guerra”. En 1898, en aquella correspondencia abierta y pública que sostuvo con Ángel Ganivet, publicada por “El Defensor de Granada”, Unamuno le confesaba a Ganivet:
“El carlismo popular, que creo haber estudiado algo, es inefable, quiero decir, inexpresable en discursos y programas; no es materia oratoriable. Y el carlismo popular, con su fondo socialista y federal y hasta anárquico, es una de las íntimas expresiones del pueblo español. Algo más adelantaríamos si nuestros estadistas, o lo que sean, en vez de atender a las idas y venidas de don Carlos, y hacer caso de los periódicos del partido o de las predicaciones de éste o de aquel Mella que toma al carlismo de materia oratoriable y de sport político, se fijasen en las necesidades de los pueblos, en las íntimas, en las que no se expresan.”
En la misma carta a Ganivet, Unamuno establece una dicotomía entre el “carlismo popular” que celebra por su fondo, interpretado a la manera de Unamuno: socialista, federal y anárquico y el “carlismo oficial” que toma consistencia en la agitación política organizada, encarnado en el pretendiente al trono español y en sus hombres de confianza, como en ese entonces lo era Vázquez de Mella. El carlismo oficial le parece superficial, mientras que el carlismo popular obtiene de Unamuno una aprobación íntima.
A Unamuno el “tradicionalismo” digamos que convencional: el que había cristalizado en el carlismo, aunque hubiera conocido diversas escisiones como el integrismo nocedaliano, se le aparecía como una impostura histórica. Por eso, en ese mismo epistolario con Ganivet, escribirá:
“Pero aquí [en España] se ha hecho de la fe religiosa algo muy picudo, agresivo y cortante, y de aquí ha salido ese jacobinismo seudorreligioso que llaman integrismo, quintaesencia del intelectualismo libresco".
La línea que sostiene ante Ganivet y la opinión pública en 1898 encuentra su antecente en el ensayo “La tradición eterna” (1895) que formará parte del conjunto de ensayos publicados como libro bajo el título “En torno al casticismo”. Es ahí donde Unamuno identifica el “carlismo-tradicionalismo-integrismo” históricos con una suerte de antinatural jacobinismo, diciendo de sus sostenedores que: “execrando del jacobinismo, son jacobinos”. A lo largo de toda su obra, Unamuno aludirá a la existencia de dos tradiciones: la "tradición eterna" y la que él llama la "tradición falsa", la "tradición falsa" corresponde al tradicionalismo representado tanto por el sector académico: el neo Juan Manuel Orti y Lara y Marcelino Menéndez y Pelayo, ambos fueron profesores de Unamuno y su relación no fue todo lo buena que era de esperar; como el sector político de los Nocedal y Vázquez de Mella.
La opinión que a Unamuno le merecían los líderes del tradicionalismo histórico no puede ser más severa. Su actitud es hostil y no parece que haya conciliación. Sin embargo, los trabajos de investigación de campo que realizó Unamuno para su novela “Paz en la guerra”, la misma novela y la correspondencia pública y privada (con su amigo Mújica por ejemplo), dan pruebas de que Unamuno se sintió atraído, incluso fascinado pudiéramos decir por la vitalidad del carlismo popular.
Ascensión carlista a Montejurra.
La razón más profunda de lo que pudiéramos llamar “incomprensión” del carlismo por parte de Unamuno reposa sobre una de las ideas fundamentales de su pensamiento: la animadversión manifiesta que sentía por lo histórico y la adhesión que sentía por lo que él llamaba “intrahistórico”. En el mundo conceptual de Unamuno, lo “histórico” se relaciona con el tiempo, categoría que lógicamente tanto inquietaba a quien no dejaba de pensar en la inmortalidad de su “yo”, se relaciona con el ruido y lo pasajero, con lo transitorio y alterable, con lo expreso y “oratoriable”. Lo “intrahistórico”, en cambio, se relaciona con la eternidad, con el silencio y lo inmutable, con lo permanente y verdadero, con lo “inefable” (el carlismo popular… es inefable) y auténtico. Pero, claro está: una cosa es captar ese "carlismo popular", como hizo Unamuno, y otra muy distinta que ese "carlismo popular" reconociera a Unamuno que, a fin de cuentas, no era otra cosa que un intelectual, ajeno a las inquietudes de esos "intrahistóricos" fieles al "Dios, Patria, Fueros y Rey".
Llevando el “carlismo popular” al seguro resguardo de lo “intrahistórico”, Unamuno se proponía salvar lo que creía esencial del carlismo: el fondo ibérico, que para Unamuno era de naturaleza anarquistoide ("hasta anárquico" -dice arriba), las libertades de las comunidades locales articuladas entre sí en una unidad superior (el federalismo) y la sociedad tradicional con todos sus vínculos de ayuda mutua (el socialismo; nunca marxista: Karl Marx siempre resultó antipático a Unamuno). Con ello, prescinde de lo religioso en clave católica (rechaza el catolicismo confesional) y le trae sin cuidado lo que se haga del Rey. El cuatrilema carlista queda reducido unamuniamente a: “Patria y Fueros”.
Su particular interpretación del carlismo no podía conciliarse con el carlismo histórico: el "carlismo intrahistórico" solo estaba en la mente de Unamuno, no en la realidad práctica. Era por ello que Aguirre, el nacionalista, podía decirle a José Antonio que: Unamuno (o Maeztu) “van a nuestro pueblo y nuestro pueblo los repele”. La intelectualización que hizo Unamuno del carlismo le obstaculizaba la simpatía carlista. La reprobación que hizo Unamuno del nacionalismo vasco le obstaculizaba la simpatía nacionalista.
La preferencia de Unamuno por la “intrahistoria” lo condenó a ser un extraño en la “historia”. El Rector de Salamanca, a fuer de teórico de lo “intrahistórico”, terminó siendo un contradictorio extemporáneo: alguien que en sus vaivenes estuvo con todos y terminó con todos dándose de cabezazos, que para eso era una de las “mejores cabezas”.
BIBLIOGRAFÍA:
“Escritos políticos” (1914-1962), Hermann Hesse.
“Idearium español con El Porvenir de España”, Ángel Ganivet.
“En torno al casticismo”, Miguel de Unamuno.
“Epistolario inédito”, Miguel de Unamuno.
“Textos de doctrina política de José Antonio Primo de Rivera”, Editado por la Sección Femenina de Falange Española Tradicionalista de las JONS.
“Miguel de Unamuno”, Jon Juaristi.