HOMENAJE A DON QUIJOTE Y MUNDO IMAGINAL
Manuel Fernández Espinosa
Escribía con una pluma de ganso, era XVIII Barón de Dunsany y pasó a las letras británicas: Edward John Moreton Drax Plunkett, más conocido como Lord Dunsany, nació en Londres el 24 de julio de 1878 y murió el 25 de octubre de 1957. Vástago de un linaje aristocrático irlandés al servicio de la corona británica, Lord Dunsany combatió en Sudáfrica contra los boérs y luego en la I Guerra Mundial. Aunque no lo hemos comprobado, su amistad con William Butler Yeats tuvo que ponerlo en contacto con el esoterismo de la Golden Dawn y la magia teúrgica; es por ello que nos resulta ingenuo verlo calificado por ahí como escritor de "literatura fantástica" cuando lo que Lord Dunsany hace en gran parte de su obra es trasladar a la literatura las operaciones de evocación, así como algunos de los "misterios" que la Golden Dawn custodiaba en secreto, concernientes sobre todo a las experiencias mágicas que el grupo hermético realizaba.
He dedicado los últimos artículos de RAIGAMBRE a dos temas que parecen diversos: la "imaginación como poder" y el esoterismo en Cervantes, pero en Lord Dunsany (así como en otros episodios) convergen. Veamos de qué modo.
Es sobradamente conocido (o estimo que debiera serlo) la influencia de Cervantes en la literatura inglesa (británica cuando corresponde cronológicamente llamarla así): Thomas Skelton tradujo la primera parte del Quijote al inglés en fecha tan temprana como la de 1617 o 1620 y esta versión de Skelton, revisada por John Stevens, tuvo ocho ediciones hasta 1740, y, además de la de Skelton, hubo otras traducciones.
En 1922 nuestro Barón de Dunsany publicaba su "Don Rodriguez: Chronicles of Shadow Valley" (traducida al español como "Don Rodrigo" en vez de "Don Rodríguez..."): suele calificarse a esta novela de literatura fantástica, pero una lectura más atenta nos la muestra como otra cosa. A la vez que es un homenaje al Quijote, "Don Rodriguez" de Dunsany es una novela esotérica. Su autor nos ambienta la acción en la España del Siglo de Oro, pero que expresamente lo diga no significa que debamos esperar una "novela histórica": al novelista no le importa lo más mínimo reconstruir "históricamente" su ficción sobre una época determinada, elaborando material histórico: el Siglo de Oro español de Dunsany no corresponde al que podemos conjeturar al través de obras del costumbrismo de aquella edad.
Como bien indica el autor nada más empezar su novela: "...la magia, aun en pequeñas dosis, parece afectar al tiempo, de manera muy similar a como los ácidos afectan a ciertos metales: produciendo curiosas alteraciones en su esencia".
Los protagonistas de la novela son Don Rodriguez (en versión española: Don Rodrigo) y Morano su servidor. Éste dúo evoca a Don Quijote y Sancho Panza respectivamente. Pero ni Don Rodrigo es un caballero andante loco, ni Morano es Sancho Panza. Don Rodrigo tiene que salir de su castillo a buscar fortuna, pues así ha sido voluntad de su padre. Entre todos los personajes que aparecen en los capítulos (que Dunsany denomina "Crónicas") uno especialmente nos llama la atención: el Profesor de Magia en la "Universidad de Zaragoza", al que también se le llama Siervo de Orión. En la Crónica IV, llegados Don Rodriguez y Morano a la mansión del Siervo de Orión, el Mago los somete a una experiencia conjunta de lo que con toda propiedad podría interpretarse como un viaje psicotrópico (también podríamos llamarlo "viaje astral" o inmersión en el mundo imaginal de Henry Corbin); si el episodio recuerda el capítulo de Clavileño el tratamiento es muy distinto.
Escribe Lord Dunsany.
La imaginación mágica (ayudada mediante sustancias o artes mágicas y ensalmos) y los vestigios de D. Quijote convergen aquí. Pero su autor no es Cervantes, sino un irlandés iniciado en la Golden Dawn.
He dedicado los últimos artículos de RAIGAMBRE a dos temas que parecen diversos: la "imaginación como poder" y el esoterismo en Cervantes, pero en Lord Dunsany (así como en otros episodios) convergen. Veamos de qué modo.
Es sobradamente conocido (o estimo que debiera serlo) la influencia de Cervantes en la literatura inglesa (británica cuando corresponde cronológicamente llamarla así): Thomas Skelton tradujo la primera parte del Quijote al inglés en fecha tan temprana como la de 1617 o 1620 y esta versión de Skelton, revisada por John Stevens, tuvo ocho ediciones hasta 1740, y, además de la de Skelton, hubo otras traducciones.
En 1922 nuestro Barón de Dunsany publicaba su "Don Rodriguez: Chronicles of Shadow Valley" (traducida al español como "Don Rodrigo" en vez de "Don Rodríguez..."): suele calificarse a esta novela de literatura fantástica, pero una lectura más atenta nos la muestra como otra cosa. A la vez que es un homenaje al Quijote, "Don Rodriguez" de Dunsany es una novela esotérica. Su autor nos ambienta la acción en la España del Siglo de Oro, pero que expresamente lo diga no significa que debamos esperar una "novela histórica": al novelista no le importa lo más mínimo reconstruir "históricamente" su ficción sobre una época determinada, elaborando material histórico: el Siglo de Oro español de Dunsany no corresponde al que podemos conjeturar al través de obras del costumbrismo de aquella edad.
Como bien indica el autor nada más empezar su novela: "...la magia, aun en pequeñas dosis, parece afectar al tiempo, de manera muy similar a como los ácidos afectan a ciertos metales: produciendo curiosas alteraciones en su esencia".
Los protagonistas de la novela son Don Rodriguez (en versión española: Don Rodrigo) y Morano su servidor. Éste dúo evoca a Don Quijote y Sancho Panza respectivamente. Pero ni Don Rodrigo es un caballero andante loco, ni Morano es Sancho Panza. Don Rodrigo tiene que salir de su castillo a buscar fortuna, pues así ha sido voluntad de su padre. Entre todos los personajes que aparecen en los capítulos (que Dunsany denomina "Crónicas") uno especialmente nos llama la atención: el Profesor de Magia en la "Universidad de Zaragoza", al que también se le llama Siervo de Orión. En la Crónica IV, llegados Don Rodriguez y Morano a la mansión del Siervo de Orión, el Mago los somete a una experiencia conjunta de lo que con toda propiedad podría interpretarse como un viaje psicotrópico (también podríamos llamarlo "viaje astral" o inmersión en el mundo imaginal de Henry Corbin); si el episodio recuerda el capítulo de Clavileño el tratamiento es muy distinto.
" Nuestros ojos recogen la luz, y con los escasos rayos de luz que nos brindan, nosotros nos formamos una cuantas imágenes de las "cosas como creemos que son" ".
Escribe Lord Dunsany.
La imaginación mágica (ayudada mediante sustancias o artes mágicas y ensalmos) y los vestigios de D. Quijote convergen aquí. Pero su autor no es Cervantes, sino un irlandés iniciado en la Golden Dawn.
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