RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

miércoles, 27 de mayo de 2015

LOUIS FERDINAND CÉLINE: UNA FIEBRE OBSIDIONAL



EN EL CUMPLEAÑOS DE LOUIS FERDINAND CÉLINE


Manuel Fernández Espinosa


Louis Ferdinand Auguste Destouches, más conocido como Louis Ferdinand Céline, nació tal día como hoy, 27 de mayo del año 1894, en Courbevoie. La sangre bretona que corría por sus venas tuvo que darle ese toque melancólico, tan céltico, que a veces asoma en su obra. En su "Carnet del coracero Destouches" que, hasta cierto punto, constituye un cuaderno introspectivo, llega a preguntarse: "¿Soy poético? No. No lo creo; sólo un fondo de tristeza yace en el fondo de mí mismo, y si no tengo el valor de ahuyentarlo con una ocupación cualquiera adquiere en seguida grandes proporciones".
 
Toda su obra es un testimonio vital de alguien que nunca se vio a sí mismo como un héroe, sino como un superviviente. El "Viaje al fin de la noche" (su novela más famosa) nos pinta sus peripecias a través de las de su alter ego, el protagonista del "Viaje...", Ferdinand Bardamu. Novela de aprendizaje, con un fuerte carácter picaresco, Céline lanzó con ella al mundo su grito de rebelión. Una rebelión con causa, la del individuo inteligente que no puede evitar ahorrarse la entrada en la dinámica de la sociedad hipócrita que lo absorbe, pero que resiste y que descubre que los valores chapados de hojalata, por mucho que brillen, no corresponden a nada auténtico. Céline siempre tuvo la idea, algunos dirían que paranoide, de que el "Viaje..." fue lo que nunca le perdonaron: "¡Si me buscan es por el "Viaje..."! ¡Lo aúllo bajo el hacha! ¡Es una cuenta pendiente entre yo y "ELLOS"! en lo más profundo... que no puede contarse... ¡Estamos en peligro de Mística! ¡Qué cosas!" -escribiría en un prólogo retrospectivo para esta novela.
 
Los panfletos antisemitas de Céline le acarrearían enojosísimas consecuencias tras la II Guerra Mundial. De poco le valió alegar que sus libros fueron prohibidos en la Alemania hitleriana. La suerte estaba echada para él: considerado como un colaboracionista, conforme los aliados iban comiéndole el terreno a los alemanes, Céline emprendió una fuga por Europa central (pudiéramos decir que fue una prolongación del viaje al fin de la noche, de la noche que se alargaba en Europa, de la noche que persiste hoy todavía); con su fuga escapaba de los linchamientos que perpetraban en Francia los verdugos de la mitificada "resistencia", brutales represalias que nadie ha condenado todavía, que se cebaron con todos aquellos que eran tachados como colaboracionistas. Ciertamente, la situación de Céline fue agravándose progresivamente conforme el Reich sucumbía y, por fin, pudo refugiarse en Dinamarca, donde fue encarcelado a la espera de una resolución. El flamante gobierno francés pidió su extradición para juzgarlo y, si los daneses se lo hubieran entregado, Céline hubiera sido ejecutado como tantos otros franceses; pero, eso sí, sin haber hecho ni la mitad que otros que, para más escarnio, se pavoneaban de haber combatido a los nazis. 

Es el caso de Jean Paul Sartre o Simone de Beauvoir. Sartre, el gurú del existencialismo y la "gauche divine", vivió plácidamente, incluso con éxito, mientras los alemanes campaban a sus anchas en París: las autoridades alemanas de ocupación permitieron la puesta en escena de algunas obras de teatro del bizco: el libro de Gilbert Joseph, "Una ocupación tan dulce: Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre, 1940-1944" puso al descubierto que Sartre no entró jamás en conflicto con los nazis, por mucho que después -tras la victoria aliada- adoptara la pose de irreductible resistente intelectual. Y su compañera, la Beauvoir, diva del feminismo, no tuvo ningún empacho en colaborar en las emisoras del gobierno colaboracionista de Vichy. Sin embargo, nadie los molestó. A Céline, sí: no hizo tanto como estos dos que gozan de un prestigio inmerecido, pero todos fueron contra él.
 
En el "Viaje..." ya había indicios de una supuesta paranoia celiniana, pero la hostilidad que va a sufrir tras la victoria aliada, incrementa esa sensación de aislamiento hasta mostrar una fiebre obsidional como encontraremos en pocos casos de la literatura. Su estilo sincopado, sus puntos suspensivos, sus tacos, sus crudelísimas afirmaciones sobre hombres y vida imprimen en su obra una inconfundible nota de identidad. Céline supo trasladar la viveza del lenguaje oral al escrito, podemos leer por ahí; pero no es lo único que pretendió (tal vez) Céline: en esos lapsus se entrevera el silencio, el silencio que siempre será una constante tentación para un espíritu orgulloso que no se franquea con cualquiera. Un orgullo de resistente que se reserva la totalidad del juicio que le merecen las pantomimas y las grandilocuentes palabras de los bellacos bien vestidos, bien redichos y bien pensantes; el orgullo, en fin, de quien no acepta ser presa de sus enemigos (la humanidad en pleno, descontando a los más próximos), que se ríe a carcajadas de todas las mentiras de su tiempo (que también son las del nuestro), de quien no pacta con las ficciones que la mayoría comparte. Puntos suspensivos... No hay palabras para expresar la repugnancia que provocan tantas cosas como nos circundan: podemos ser bocazas y locuaces, pero siempre (...) podríamos haber dicho mucho más (...).
 
Céline supo cultivar su imagen iconoclasta e irreductible, pero el rasgo de toda su nobleza residió en que no lo hizo por cálculo gananciero, sino por su inexpugnable orgullo, el del que se sabe inocente y no le da la gana de ser inmolado ni prestarse a que lo machaquen, con la convicción de ser un hombre solo, acompañado de su mujer, de sus mascotas y de pocos amigos, que no militó nunca en ningún partido, que solo quería dedicarse a escribir y que encontró en sus adversidades la materia para crear una obra colosal que lo mismo haría llorar que reír y que, hasta su mismo adversario Sartre, mimado por el aparato cultural, tuvo que reconocerla como monumento imperecedero de la lengua francesa.
 
Querer ser uno mismo se paga muy caro. Bien lo supo Céline. Por eso mismo, leerlo es siempre un ejercicio de rebelión muy provechoso que ayuda a ser uno mismo y purga muchos postizos que nos quieren poner.

domingo, 24 de mayo de 2015

 



"LA EXCAVACIÓN" DE ANDRÉI PLATÓNOV
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
ALGO SOBRE ANDRÉI PLATÓNOV
 

Definitivamente, considerada desde un punto de vista mundano, la coherencia ideológica nunca ha sido un buen negocio. Recientemente hemos leído algunas traducciones al castellano de la obra del gran poeta soviético Andréi Platónov. Nacido en 1899 en la aldea de Vóronezh, a la vera del ferrocarril para el que trabajaba su padre, Andréi fue el hermano mayor de una familia rusa numerosa. Estudió en la escuela parroquial y muy pronto, con 13 años, trabajaba para sostener a su familia. Platónov fue uno de los comunistas más fervientes, miembro del Ejército Rojo. Fue testigo del implacable aplastamiento de las revueltas kulakianas, y como persona de una humanidad a flor de piel quedó traumatizado por el exterminio de los pequeños propietarios de tierra a manos de los colectivizadores. Su desencanto lo plasmó en sus novelas y relatos, que fueron censurados por Stalin, el cual llegó a calificar la obra de Platónov como "basura".
 

Platónov descubrió, en aquel infierno stalinista, una "nueva religión" que suplantara a esa otra "religión" de muerte en la que había creído ciegamente. Esa "nueva religión" fue el amor por su esposa, con la que tiene un hijo. La familia será el sagrado al que retirarse, tras constatar que siempre que el hombre quiere implatar por decretazo la felicidad, el hombre lo que consigue es establecer el infierno en la tierra. Platónov se vuelca en la familia, en su esposa y en su hijo, y así logra capear el temporal. El totalitarismo tiene un gran enemigo: el amor, contra esa fuerza divina nada puede, recuérdese "1984" de George Orwell.
 
Considerado por Stalin como un escritor insuficientemente comprometido con el comunismo, a Platónov se le redujo al silencio, proscribiéndosele y negando la publicación de su obra literaria. Escapó de ser "reeducado" en los campos de concentración soviéticos, pero para colmo de males el hijo del escritor será arrestado en 1938 y es deportado el gulag. Cuando, gracias a las gestiones de Shólojov, el hijo de Platónov sale del gulag, regresa al hogar tocado de muerte: la tuberculosis que ha contraído en el campo de concentración acabará tres años después con el joven que muere en los brazos de Platónov. Platónov, por cuidarlo, contrae la tuberculosis.
 
Al estallar la II Guerra Mundial, Platónov es reaprovechado por Stalin. Se le extiende un permiso para que se emplee como corresponsal de guerra al servicio de "Estrella Roja", pero en las postrimerías de 1946 publica «El regreso», lo que nuevamente le cuesta ser censurado. Se le cancela toda posibilidad de seguir publicando y muere tuberculoso y alcohólico el 5 de enero de 1951 en Moscú.
 
Se dice que Platónov era un comunista convencido, y lo era. Pero con mucha probabilidad ocurre que el peor enemigo de una causa -como el comunismo- sea el más fervoroso de sus convencidos. Su novela "Chevengur" constituyó una crítica implícita a las colectivizaciones. "Chevengur" gira alrededor de la búsqueda que emprende un hombre que, convencido de que el socialismo ha surgido en alguna parte de manera natural, monta sobre su caballo llamado "Fuerza Proletaria" y, a lomos de "Fuerza Proletaria", parte al encuentro de ese lugar. Otra obra suya es "La excavación" que también cuenta con personajes fuertemente caracterizados, cuyo sentido de la vida es la búsqueda afanosa de la verdad o de la felicidad. Otro relato de Platónov es "Dzhan" -que en turcomano significa "alma que busca la felicidad"- era también como se llamaba a sí mismo un pueblo miserable, compuesto de individuos sin lazo social alguno, vagando por el desierto. Por el significado de la misma palabra que da título a la novela breve, el relato presenta similar trama. La pregunta filosófica que trata de responder es "¿Se puede fabricar la felicidad de los hombres?". En "Dzhan", un hombre enviado por Moscú trata de reunir a todos los miembros del pueblo "Dzhan" y encaminarlos a la felicidad, o sea: al socialismo.
 
 
"LA EXCAVACIÓN" (KOTLOVÁN)
 
 
Todas las novelas de Platónov son grandes parábolas, escritas con un pulso poético avasallador. Sus personajes muestran toda la fuerza elemental del pueblo ruso. Vóschev, que se auto-tortura por carecer de la verdad, busca un sentido a su vida tras ser expulsado de la fábrica metalúrgica en que trabaja por darse a sus cavilaciones. Zháchev, un mutilado de la revolución, brutal y chantajista. El medrador Kozlov. El fanático Safrónov. El pobre y noble corazón del silencioso Yeliséi. El técnico Prushevski, enamorado de la imagen que no recuerda de una muchacha a la que vio cuando era niño, tentado por el suicidio. Y, entre muchos más, Nastia, la pequeña huérfana que recoge Chiklin. Chiklin es tal vez el personaje más recio de todos. Su voluntad de trabajo es titánica, incapaz de proclamar sus sentimientos es un corazón solitario que se vuelca en la niña huérfana que adopta. Pero la misma ternura inefable que siente por la niña se convierte en un puño mortífero para todo aquel que le estorba, sin escrúpulos. Su asco se muestra cuando encuentra a un pope renegado, que quiere salvar la vida blasfemando de Dios:

-¿Y por qué el pueblo no se bautiza aquí, canalla? -le pregunta el comunista Chiklin al pope camuflado bajo un peinado foxtrot.

Ante la respuesta del pope, Chiklin le propina un puñetazo que lo derriba. Así es con todos. Duro e implacable.

La niña Nastia no es tampoco un convencional ejemplar de la infancia. Su odio contra los kulakianos, estalla en boca de esta niña que de angelito no tiene nada:

-¡Vete a matarlos! -le dice Nastia a Safrónov.
 
-No está permitido, hijita: dos individuos no hacen una clase...
 
-Eran uno y uno. -vuelve a la carga la niña.
 
-Pero en total eran pocos -se lamentó Safrónov-. ¡Y de acuerdo con los planteamientos del pleno tenemos la obligación de liquidar a la clase entera, no menos, para que el proletariado y la capa de jornaleros se queden huérfanos de sus enemigos!


Los personajes de "La excavación" viven frustrados por falta de amor. Son seres en busca de amor, pero sólo encuentran como simulacro del mismo los grandes sueños que el altavoz radiofónico les marca: producción, acatamiento de los planteamientos soviéticos, expropiación de los campesinos, exterminio de los campesinos... Se adhieren a estas consignas políticas, pero en el fuero interior sufren por saberse profundamente insatisfechos, vacíos. Sin embargo, la confianza en el comunismo reviste tonos de fe religiosa sin Dios. Zháchev pregunta al ingeniero Prushevski:
 

-¡Prushevski! ¿Podrán o no los avances de la elevada ciencia hacer resucitar a los hombres que ya estén podridos?
 
-No -dijo Prushevski.
 
-Mientes -le reprochó Záchev sin abrir los ojos-. El marxismo lo puede todo. ¿Por qué entonces yace muerto Lenin en Moscú? Está esperando a la ciencia, quiere resucitar. Hasta a Lenin le encontraría yo trabajo -informó Záchev-. ¡Le señalaría a los que deberían cobrar aún más! ¡No sé por qué, pero huelo en seguida a los cabrones!
 

En ese tono -¿sátira?, ¿surrealismo?- se desenvuelve esta novela. Platónov nunca se propuso escribir una anti-utopía, pero solo tenía que relatar lo que había presenciado -el exterminio de los kulakianos, p. ej.- para construir una de las distopías más grandiosas de todas cuantas se han escrito.
 

INVITACIÓN A PLATÓNOV
 

Merece la pena, claro que lo merece, leer a este gran poeta soviético. Resulta curioso que, hasta en un infierno, el ser humano tenga las capacidades de crear tanta belleza como la que palpita en la obra de Platónov. Platónov, un desengañado de la utopía. Otro más. Pero, en su trágica adhesión al marxismo soviético, un hombre que todavía conserva las indómitas fuerzas elementales de su pueblo noble y sufrido. Tantas fuerzas como para oponerse al totalitarismo stalinista, creando una obra literaria inmortal con grave riesgo de su vida. Como todos los escritores que sufrieron el totalitarismo soviético (cómo olvidar al gran Alexander Solzhenitsyn), incluso siendo convencidos comunistas, Platónov formará parte de la biblioteca de todos aquellos que pretendan resistir al totalitarismo enmascarado de nuestros días como disidentes bien formados.

martes, 19 de mayo de 2015

ENTRE PROGREFACHAS Y NIPSTERS

Imagen de www.welt.de

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor 



Está claro que ante temas medio espinosos, en estos oscuros tiempos que nos han tocado no es muy inteligente usar argumentos "explícitamente religiosos" frente a un ateo. ¿O acaso un ateo nos va a convencer con argumentos materialistas? En todo caso, se podría empezar por hacer política cristiana para no cristianos; cosa que por lo visto muchos no se enteran. Ahora bien: La fe no es algo "meramente subjetivo" o "sentimental". Eso es un concepto que se ha dado desde protestantes a fideístas; pero no tiene nada que ver con el realismo de la filosofía perenne grecolatina, condensado y recogido en el "Fides et Ratio" de la tradición católica.

Así que pongamos las cosas en su sitio. Porque hay muchos que, ignorando el clasicismo de la rica tradición a la que pertenecen, caen en los engañosos desbarajustes del "libre examen" luterano (1), y esto, en nuestro tiempo, se ha juntado con la versión simplista y narrativa de los anglosajones, los cuales gustan mucho de convertirlo todo en una exposición espectacular y entretenedora. Pero claro, así ni se hace historia, ni filosofía, ni nada de nada; no se crea más que un "igualitarismo" de papagayos que encima se creen sabios. De ahí a ser progre hay un paso, por más que se quieran poner otro disfraz. Y esta es una epidemia medianamente extendida, porque la figura del progrefacha, o del nipster (nazi hipster), está influenciando ya más de la cuenta. Habida cuenta de la calamitosa situación de lo que algunos llaman el “mundillo patriota”, ya pocas cosas nos sorprenden. Pero como creemos que tenemos una labor seria por delante, hemos de denunciar lo que no es de recibo. Quien siendo hispano desconoce su cultura y sus posibilidades, acaba haciéndose europeísta. Hay demasiada ignorancia. Muchos que se creen intelectuales por mencionar frases de autores extranjeros cuyos apellidos apenas aciertan a pronunciar y, sin embargo, desconocen absolutamente todo de la Reconquista, los cronistas medievales, los cronistas de Indias, el Derecho de Gentes, nuestros filósofos, poetas, marinos e inventores; y no digamos filósofos como Donoso Cortés o Balmes, o pensadores políticos de la talla de Gaspar de Jovellanos o Vázquez de Mella; y tantas y tantas aportaciones hispánicas de renombre. El complejo de inferioridad que comenzaron algunos ilustrados, luego recogió a lo bestia el liberalismo y el marxismo alimentó, parece que les ha sido inyectado en cantidades industriales a ciertos marginales que, a la postre, acaban estropeando y quemando a muchos jóvenes potencialmente buenos. Por eso despiertan nuestro interés, porque no dejan de hacer daño; y no nos podemos permitir ese lujo cuando hemos de empezar una nueva Reconquista.

Como manual del progrefacha/nipster/neopagano al uso, podemos citar varias características:

-Animalismo (MASCOTAS Y ANTITAURINOS) – antitaurinismo – ecologismo mal enfocado a fuer de estar llevado por gente citadina que ha visto el campo cuando el colegio los ha llevado de excursión. Copia y pega del ecologismo sandía (verde por fuera, rojo por dentro).

-La Reconquista fue una limpieza étnica y no hay nada que celebrar. En todo caso, si se celebra, es por Europa. Porque España es un concepto más que discutible que no aparece sino hasta el siglo XIX. Hay que relativizarlo, para acto seguido, afirmar una “Europa” unida e incontestable que, por lo visto, existe desde hace millones de años, y debe ir a ser un bloque continental por mor de su irrefutable homogeneidad y pureza racial.

-El Derecho Romano tiene la culpa de muchas cosas por haber establecido el igualitarismo y el individualismo. Menos mal que llegaron los germanos y nos salvaron de eso. Pero eso sí: Al menos Roma es un antecedente de la incontestable unión europea (como si Roma no hubiera pasado por Asia y África también…). Aunque los romanos trataron muy mal a los idílicos iberos y celtas.




Mapa del imperio romano
Imagen de www.taringa.net






-El imperio español es una basura porque se llenó de mestizaje. Primero, porque como dijo un tal Nietzsche, el cristianismo es una moral de esclavos; y segundo, porque por lo menos los superiores germanos no se mezclaron con otras razas (2). Por eso, hay que preocuparse mucho de la leyenda negra alemana de la Segunda Guerra Mundial, pero hay que pasar de la leyenda negra que padece España. Total, si España es un invento de hace tres días qué más dará…

-Como hay que ser neopagano, no hay que fijarse en las religiones de Grecia y Roma. ¿Para qué, pudiendo admirar a los perfectos vikingos?

-Asimismo, los iberos eran indoeuropeísimos. Un mero apéndice de los celtas. O no, de la Cultura de los Campos de Urnas, mejor. Se le queda a uno aires de profesor y todo diciendo eso.

¿Les parece una broma? Pues no lo es. Desde todos estos sectores, adobados encima de “Nueva Derecha” francesa y de un evolianismo que Evola nunca se inventó; asimismo gustan mucho sacar el tema de la Inquisición al estilo de la Leyenda Negra protestante. Curioso resulta que los defensores de un estado totalitario, del racismo determinista, y los que se molestan mucho por la leyenda negra alemana, sin embargo, tengan que acudir a esto... Hablan de la “Inquisición como policía del pensamiento” pero no se acuerdan cuando sus adorados nazis quemaban libros… Sea como fuere, en toda la Monarquía Hispánica (incluida los virreinatos americanos, donde la actuación de la Inquisición fue testimonial casi, y exoneraba a los indios) no se llega ni a 3.000 ejecutados en tres siglos y pico... Y eso contando con cifras "gordas"; con cifras que manejan historiadores muy poco sospechosos de ser hispanófilos como Henry Kamen. Qué decir de Jean Dumont... Pero claro, este sí era hispanófilo... Pero bueno, es para nada mencionar historiadores serios: Está claro que para esta marginalidad andante, la seriedad no sirve, sino que estorba.

Así las cosas, ¿ven alguna diferencia sustancial ante liberales y rojos? Cuanto menos, difícil parece.

Y esto está contaminando, reiteramos, a muchas posibles promesas que pronto acabarán quemadas por culpa de no tener un referente político-cultural claro. Por ello, desde esta revista, exhortamos a los jóvenes con inquietudes patriotas a que conozcan nuestro magnífico legado, que se nutran de nuestra tierra con entusiasmo; porque sin amor por lo propio, tampoco se podrá apreciar lo bueno que haya en el extranjero. No se dejen engatusar por discursos que parecen “rompedores” y en verdad están llenos de viejos errores. Esto de intentar nacionalizar los discursos progres y la modita hipster es la enésima estupidez de un camino a ninguna parte.




Imagen de www.doovi.com




(1) Como bien refiere el historiador Javier Paredes, "¡exterminadlos como a perros!" dijo Lutero cuando los campesinos se rebelaron contra los príncipes; un rasgo muy de su personalidad que tirios y troyanos suelen omitir.



(2) Véase: SOBRE LA COLONIZACIÓN ANGLOSAJONA

lunes, 18 de mayo de 2015

LA MASONERÍA INFILTRADA EN LA CASA REAL ESPAÑOLA

D. Francisco de Paula de Borbón y Borbón-Parma, pintado por Vicente López





EL HERMANO "DRACÓN"
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Es uno de los miembros de la Familia Real que pasan más desapercibidos, pero en él se halla la clave de muchos acontecimientos históricos de nuestro aciago siglo XIX. Nos referimos a Francisco de Paula de Borbón y Borbón-Parma (1794-1865), el benjamín del desgraciado Carlos IV y María Luisa de Parma.

D. Francisco de Paula fue hermano de Fernando VII. Carlos María Isidro de Borbón también era su hermano. Al decir de las malas lenguas de la época y, siendo el hijo menor de Carlos IV, desde su nacimiento cayó sobre él la sombra de la bastardía, pues no eran pocos los que le encontraban un sospechoso parecido fisiognómico con el favorito de María Luisa, el apuesto y traidor Manuel Godoy. Pero, dejando al margen los cotilleos y la chismografía, ateniéndonos a la historia, digamos, pues pocos lo saben, que D. Francisco de Paula se inició en la masonería allá por el año de 1820, adoptando el nombre simbólico de "Dracón". Todo parece indicar que fue su esposa, la intrigante Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, la que lo empujó a ingresar a la masonería. El historiador, masón él, Morayta así nos lo confirma:


"Doña Carlota, nacida en Nápoles, donde la Reina Carolina enseñó a las mujeres a huir de todo género de fanatismos, mostróse siempre inclinada a los liberales. Su esposo, el Infante don Francisco, había sido iniciado en la Masonería, que llegó a depositar en él el gran mallete, símbolo de la Gran Maestría".

(Historia de España, tomo VI, pág. 1.052.)

D. Francisco de Paula fue, por lo tanto, el cuarto Gran Maestre de la Masonería española, pues "el gran mallete" es el "martillo" simbólico de Gran Maestre. El primero de los Grandes Maestres del Gran Oriente Nacional de España fue el afrancesado Miguel José de Asanza, el segundo Agustín de Argüelles, el tercero Rafael del Riego... Y el cuarto, para mayor escándalo, era un miembro de la Familia Real. Podemos suponer que fue elegido Gran Maestre tras la muerte de Riego en 1823, distinguiéndolo los masones con este "honor" para de esta manera lograr un paraguas bajo el que pasar el chaparrón persecutorio que arreciaría tras el Trienio Negro Liberal.

Y así es como se da la extraña circunstancia, ridícula y surrealista, de dictar Fernando VII furibundos bandos en todas las ciudades, villas y lugares de España, exigiendo la denuncia de masones, carbonarios y comuneros locales, mientras que el mismo rey sentaba a su mesa al mismísimo Gran Maestre de esos masones que eran detenidos y, en no pocos casos, ejecutados. Hasta estos grados de abyección pudo llegar el fatídico reinado de ese tirano miserable al que el ingenuo pueblo llamaba "El Deseado" y al que mejor le convendría el título de "Indeseable".

Como no era fácil para Francisco de Paula frecuentar las "tenidas" (las reuniones masónicas) sin exponerse a caer en las manos de la policía de su hermano, Francisco de Paula de Borbón (a) Dracón viene a nombrar un "fedeicomisario masónico" que sea su "vicario" en las reuniones. Y lo hace en la persona de Matheu, banquero destacado de la época. Francisco de Paula de Borbón cesó en su Gran Maestría el año 1847. Cabe entender que su exaltación a la Gran Maestría, como hemos dicho más arriba, no fuese otra cosa que una estrategia planeada por la masonería extranjera que sabía que, teniéndolo consigo, hasta en el peor de los casos podría sobrevivir a la persecución absolutista de Fernando VII y a otros contratiempos de la vertiginosa política, cuya constante era la incertidumbre, del siglo XIX español.
 
La privilegiada posición del h.'. (hermano) Dracón, tan peligrosamente cerca del Trono de España, granjeó a la masonería enormes beneficios políticos. Pese a ostentar el grandilocuente título de Gran Maestre, el h.'. Dracón era la burla y chacota de sus compañeros masones, y podemos decir, por lo tanto, que Dracón, más que ejercer como Gran Maestre, fue el gran y dócil siervo de la masonería, intrigando en palacio para que Fernando VII apartara del Trono la candidatura legítima, la de Carlos María Isidro que, para los masones, sí que suponía una auténtica amenaza por el firme catolicismo y el patriotismo sin mancilla de Carlos María Isidro. Dracón y su esposa prestaron a la masonería grandes servicios, más allá de la "pacífica" intriga palaciega: más que director de la masonería, este personaje fue un dócil protector de la misma.

Sabiendo estas cosas, la Historia de España tendría que volver a escribirse de nuevo.

jueves, 14 de mayo de 2015

UN "NO PASARÁN" EN EL ARCO DE ZAFRA


El autobús del PP de Extremadura, en apuros en el centro de Zafra
Foto de: El Diario

 
Manuel Fernández Espinosa
 
OPINIÓN

En la vorágine de lo pasajero, cuando algún suceso se destaca, todo es resaltado sin que se pase de la condición de anécdota. Un suceso aflora por un instante, los periodistas lo manosean y después pierde "actualidad": es devuelto a la oscuridad (que si no es la nada, casi casi), quedando en la hemeroteca criando polvoramen. Así es como ocurre en nuestra llamada "sociedad de la información": paletadas de información, avalancha de anécdotas, declaraciones más o menos descontextualizadas, payasadas que otorgan su minuto de gloria (o todo lo contrario, más marrón) a un anónimo o a una celebridad, lo mismo es: lo que importa es la chorrada, ya va importando menos quien la dice, pues su emisor puede ser hasta catedrático.
 
La mejor forma de ocultar algo es cubrirlo de noticias insignificantes, de bagatelas. Antaño, en aquellos mercados de abastos, todos los pescados se servían al cliente envueltos en papel de periódico; y la humedad marina, con su punto de sal, pringaba el titular en que se podía leer que un bárbaro había acuchillado a su mujer o la enhorabuena de las bodas endogámicas de los principales. Aunque haya decaído la costumbre de reciclar el papel periódico en las pescaterías de esta guisa, hoy todos los pescados podridos siguen envolviéndose (si no literalmente, sí que en metáfora) en papel de periódico.
 
En plena campaña electoral salta -como un pez volador que visto y no visto vuelve del aire al seno marino- que el autobús electoral de José Antonio Monago se queda empotrado en el arco del cubo de Zafra. Se encontraba allí de campaña: confirmando voluntades, allegando electores. El arco de marras es una de las entradas al casco histórico de Zafra. Los populares que iban a bordo del autobús verían el arco, sus dimensiones, pero suponemos que tuvieron que insistirle al chófer: "Que pasa, que pasa el arquinu..."  Vaya usted a saber... Si fue la porfía del séquito clientelar de Monago, si había alguna moza a la que Monago quería impresionar, o si fue cabezonería de averígüelo Vargas... El caso es que el autobus no pudo pasar y se quedó atrancado: ni para adelante ni para detrás. Los socialistas vieron la carnaza noticiera y bramaron, ya que no había sido un atropello, había sido una injuria al patrimonio monumental, pues el arco no ha quedado indemne. Y es que meta usted la estatua de Pizarro por el "abujero" de una cerradura y sabrá lo que le pasa a la estatua ecuestre. Sin embargo, esta vez, gracias a Dios bendito y bendito sea Francisco Pizarro, no ha sido la estatua: ha sido el autobús de Monago y, la verdad es que no hay términos de comparación: ni a transporte ni a transportado.
 
Es un símbolo. El autobús, vehículo grupal contemporáneo, cargado de populares contemporizadores, de esos que aprendieron el entusiasmo en un cursillo acelerado de liderazgo político, donde les enseñaron que -poniéndose frente al espejo, ensayando sonrisas y creyéndoselo- serían invictos, el autobús en que iban en burra no pudo pasar por el arco segedano. Se podría parafrasear aquel dicho evangélico: más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que un autobús de populares entre por el Arco de Zafra. Pareciera que el Arco no los reconociera como naturales zafrenses ni extremeños, por mucho 100% extremeño del que se jacten.
 
Se está contando como anécdota, cunde por doquier la noticia del suceso: a Dios gracias, sin víctimas mortales. Sus adversarios políticos le sacan partido a la porfía monagona de meter un autobús por el Arco de Zafra: ¡Se ha cargado el monumento! -prorrumpen con esa fingida indignación tan democrática como hipócrita: ¿desde cuándo ha interesado a un socialista el patrimonio artístico? En 1936 hicieron  ciscos las iglesias. Era de esperar que, como avezados aprovechadores del mal ajeno, se hayan adelantado a rasgarse las vestiduras. Sea.
 
Pero parece increíble que seamos tan pocos los que encontramos aquí algo más que una anécdota, una materia digna de García Berlanga. Yo, como soy tan raro, aquí veo todo un símbolo. El senado de la ilustre y antiquísima Segeda, con el cigarrillo colgando de los labios, se echa la boina a la nuca: "Esta gente moderna de ciudad es que no sabe ni entrar en los sitios". Goethe lo dijo magistralmente: "Todo es símbolo".

 
Que el autobús de Monago se quedara encajado en el arco de Zafra es, reconózcanmelo, un símbolo. No se puede desafiar las proporciones de lo tradicional, con políticas que nada tienen de tradicionales. No se puede pretender entrar triunfalmente en un casco histórico que atesora el ser milenario de un pueblo, metiendo por un arco medieval un armatoste del siglo XXI, a rebosar de propaganda demagógica. No se puede ser 100% extremeño (ese es el eslogan monagoneano) si no se sabe que por el arco de Zafra pasan caballerías, como la de Pizarro, o burros.
 
Pero burros de los que no hacen propaganda electoral.

miércoles, 13 de mayo de 2015

LA FILOLOGÍA Y LA BIOLOGÍA DESMONTAN EL DARWINISMO

 
 
NO MÁS BROMAS DE DARWIN
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Recientemente ha aparecido un libro que muestra la fecundidad de los estudios interdisciplinares. Contra la idea vulgarizada que postula que las Ciencias Naturales y las Letras son mundos sin conexión, este ensayo muestra que, al revés de lo que piensa el común, las Letras pueden ayudar mucho a la interpretación de los productos literarios de las Ciencias Naturales. 
 
Dos grandes especialistas españoles, jóvenes y con una trayectoria científica impecable, cada uno en su respectivo campo de la Biología y de la Filología Clásica, han unido sus conocimientos para desmontar el mito darwinista, inflingiendo un severo golpe al darwinismo, instrumento pseudocientífico al servicio del imperio británico, como hemos tenido ocasión de comentar en RAIGAMBRE: véase para ello el artículo de Fabio Emozione, "Indagación sobre el darwinismo. El Darwinismo: instrumento de poder mundialista bajo el liderazgo anglosajón" (también publicamos la versión original del artículo en italiano, aquí).
 
El libro que presentamos se titula "¿ESTÁ USTED DE BROMA MR. DARWIN? La retórica en el corazón del Darwinismo" y sus autores los más arriba mencionados: Emilio Cervantes y Guillermo Pérez Galicia.
 
Emilio Cervantes es científico titular del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca. Y nuestro amigo Guillermo Pérez Galicia es Doctor en Filología Clásica, especializado en Retórica, con muchas publicaciones en su haber sobre temáticas muy diversas que muestran su prodigiosa versatilidad y cultura: desde la Histórica a la Teológica. 
 
El libro, entre muchas otras cosas, muestra que la expresión tan cara al darwinismo, eso de "selección natural", es contradictoria en sí misma, un oxímoron, dado que la naturaleza no selecciona. Este ensayo se ocupa de analizar, desde la retórica, algunos capítulos del libro "El origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida", mostrando que Darwin recurrió al término "selección" para huir del término "mejora". Además, con ello, Darwin llevó en una extrapolación ilegítima la imagen del trabajo de agricultores y ganaderos a la Naturaleza, lo cual resulta a fin de cuentas una prosopopeya.
 
 

martes, 12 de mayo de 2015

PEDOCRIMINALIDAD EN LAS ELITES POLÍTICAS

André Le Troquer, dirigente socialista francés y presidente de la Asamblea Nacional,
pedocriminal

 
LOS "BALLETS ROSES" DE FRANCIA
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Los casos de desapariciones de menores han conmocionado a las sociedades de todas las épocas. El caso más horrible que registra nuestra historia nacional más reciente fue la desaparición de las Niñas de Alcàsser (Valencia) en 1992: Míriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández. El crimen montó un revuelo en toda España como pocos casos han conocido, por la misma atrocidad perpetrada y por los detalles de crueldad y sordidez que trascendieron a la opinión pública. La oscuridad en que quedó toda aquella historia deslizó en la conciencia social que Antonio Anglés y Miguel Ricart no habían actuado solos, sino que los culpables había que buscarlos en otra parte. Por si fuese poco, el programa televisivo "Esta noche cruzamos el Mississippi", conducido por Pepe Navarro, desapareció y todo indicaba que desde altas esferas se había dado la orden de suspender aquel programa por la atención que había concedido a las investigaciones emprendidas por Fernando García, padre de una de las niñas víctimas, y Juan Ignacio Blanco. Aquello parece olvidado hoy, pero, por experiencia personal, siempre que sale en una conversación todos los que seguimos aquellas abrumadoras noticias relativas a la infame barbaridad revivimos el estupor y las heridas se abren. Tenemos la sensación de que aquel caso quedó sin resolver por oscuras maniobras que apuntan en la dirección de una red criminal compuesta por personajes poderosos.
 
 
Casos similares de secuestros infantiles, abusos sexuales y tormentos, sin excluir la posibilidad de rituales satanistas, se encuentran por doquier. Pueden variar los grados de perversidad, llegar o no al asesinato ritual, pero casos así pueden hallarse en las hemerotecas de toda Europa. Uno de los más célebres fue el "Affaire des Ballets Roses", registrado en Francia. Por la poca noticia que tenemos de él en España, vamos a tratar de resumirlo. Hay que decir, primeramente, que son dos los "affaires des Ballets Roses": el caso francés que vamos a tratar y que tuvo sentencia firme (del año 1959) y el belga, también conocido por el nombre de "Affaire Pinon", que involucraba a personalidades de primer orden de los poderes políticos belgas.
 
 
LOS BALLETS ROSES: PEDOCRIMINALIDAD
 
 
Más que un rumor, el escándalo que sacudió a Francia a finales de la década de los 50 y principios de los 60 del siglo XX, costó la carrera política de un importante personaje del socialismo francés, André Le Troquer, dirigente socialista y presidente de la Asamble Nacional. Le Troquer había perdido un brazo en la Primera Guerra Mundial, fue abogado prestigioso y formó parte de los gabinetes de gobierno. En 1958 su carrera terminó abruptamente tras el retorno del General De Gaulle.
 
 
La policía gaullista se empleó a fondo en la persecución de los círculos de poderosos depravados que organizaban orgías con jóvenes de 13 y 16 años de edad. Le Troquer era todavía presidente de la Asamblea Nacional y fue procesado y terminó por ser condenado a un año de prisión y 3.000 francos de multa.
 
 
La investigación estableció que un ex miembro de la DST (agencia de contra-espionaje francesa, ligada al Ministerio del Interior y a la Policía), por nombre Pierre Sorlut y, que se hacía pasar por un oficial de policía, proporcionaba menores a los pedocriminales. Parece que reclutaba a los niños a cambio de ofrecerles prometedores contactos con hombres importantes que podían favorecer sus carreras artísticas, algunos progenitores de las víctimas eran conocedores de los encuentros. No faltaba el alcohol y las drogas. Se conducía a los menores al Pavillon du Butard, en las inmediaciones de París, en los bosques de Fausses-Reposes (este pabellón de caza se había puesto a disposición del presidente de la Asamblea Nacional), pero no fue el único escenario de aquellos crapulosos encuentros entre pervertidos y menores.
 
 
En aquellas mansiones privadas, las niñas y niños, ejecutaban coreografías obscenas que diseñaba la falsa Condesa de Pinajeff, pintora y ex actriz rumana, que a su vez era amante de André Le Troquer. Después de los bailes obscenos, los adultos que formaban el círculo mantenían relaciones sexuales parciales o completas con los niños. Pero las orgías y abusos de menores se perpetraron en otros apartamentos y pabellones de caza, propiedad de los miembros de la alta sociedad que participaban en estas aberrantes juergas.
 
 
¿Quiénes estaban implicados en estas fiestas de depravación sexual?
 
 
Elisabeth Pinajeff, la coreógrafa de los Ballets Roses

 
Hubo muchos implicados, pero no todos resultaron condenados. Entre los condenados, merecen citarse el enlace que abastecía las orgías que era, como hemos dicho, Pierre Sorlut (de 33 años). André Le Troquer, el dirigente socialista y político, tenía 74 años y su amante que oficiaba como maestra de ceremonias coreográficas, Elisabeth Pinajeff, que tenía 59 años. También resultó condenado un peluquero famoso que organizaba orgías en su apartamento parisino y en el pabellón de su propiedad en Villecresnes. Modistos, un oficial de la Policía y algunos más que no se especifica su posición social ni profesión. Tuvieron que prestar testimonio, aunque no resultaron condenados, algunos famosos: un pintor célebre, un director de orquesta y pianista, un cantante de Ópera, un marqués italiano, un médico, un coronel francés y un militar de alta graduación norteamericano (un "major").
 
 
Como podemos ver, los involucrados en este escándalo formaban parte de la alta sociedad y los círculos del París elegante y mundano, así como artistas, profesionales liberales y miembros del ejército y fuerzas de seguridad del Estado, con el Presidente socialista de la Asamblea Nacional a la cabeza.
 
 
El caso de los Ballets Rosas tuvo una gran repercusión mediática en su tiempo. El nombre "ballets roses" se ha empleado para muchos casos similares en que concurre la corrupción sexual de menores y las elites sociales que perpetran estos crímenes. El caso en Francia no se ha olvidado, incluso se hicieron películas como  "Elle boit pas, elle fume pas, elle drague pas, mais... elle cause" (1970) o "Les Ballets écarlates" (2004) que denuncian la pedocriminalidad institucionalizada en las altas esferas. En 2006, los periodistas franceses Christophe Dubois y Christophe Deloire publicaron su libro "Sexus Politicus", editado por Albin Michel. A día de hoy, Alain Soral es uno de los intelectuales franceses que más combate contra estos grupos de poderosos que cometen sus aberraciones con la impunidad que les otorga su alta posición política, económica y social.

Para mayor información sobre casos más recientes es muy interesante esta intervención de Alain Soral: Redes Pedófilas (subtítulos en castellano):

 
 
 
Puede consultarse, en francés, el blog "La Pédocriminalités", especialmente la entrada:
 

viernes, 8 de mayo de 2015

FUTUROMIGRANTES

 



 
 
PARÁBOLA O DISTOPÍA
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
La experiencia recomienda que, ante una serie televisiva, permanezcamos a la expectativa de los próximos episodios. Sin embargo, la que ayer se estrenaba en España, a través de varios canales a la vez (REFUGIADOS), presenta por su argumento los suficientes motivos como para invitar a la reflexión.
 
El núcleo argumental de la serie gira en torno a una invasión masiva procedente del futuro: no son extraterrestres, ni subsaharianos, tampoco zombies los que nos invaden. Una incontenible avalancha humana (se supone que nuestros descendientes) irrumpe en el presente: llamemos "futuromigrantes" a estos invasores ficticios. Vienen desnudos, se supone que para ponerse a salvo de alguna amenaza que gravita en el futuro, y tratan de acomodarse en el presente, con los problemas que ello entraña. Hablándose de futuro, uno pensaría de inmediato en todos aquellos que, debido a la crisis económica, han tenido que replegarse a los cuarteles paternos. Pero, ahí no habría problemas por lo general, nuestros padres nos conocen y lo natural es volver a la casa original, cuando no se puede sostener la casa propia, y ser recibidos. Estos que vienen del futuro, podrían ser nuestros descendientes, ¿pero cuántos potajes nos hemos comido con ellos? Ninguno.
 
El pretexto dramático nos remite más bien al fenómeno de la inmigración: a la valla de Melilla, al sur de Italia, a las pateras y a los polizones en camiones. También, aunque es un tema muy distinto, a las grandes masas que han tenido que abandonar sus hogares, escapando de escenarios bélicos. Algo muy actual. Por ahí interpretaremos mejor. Pero lo que, por ahora, nos afecta a España son los inmigrantes, no las familias que sí buscan refugio para escapar a masacres y limpiezas étnicas y religiosas que se están produciendo a día de hoy, esos sí son auténticos refugiados.
 
Hablamos, por supuesto, del primer episodio: no tenemos una bola mágica para hablar de los que vendrán a nuestras pantallas en lo sucesivo. Pero, ¿qué hemos visto?
 
Llama la atención que la película nos coloque en un mundo rural que poco tiene que ver con la realidad, al menos europea: uno se diría trasladado a escenarios que, quitando los iglús, parecen de "Doctor en Alaska". Se nos presenta a un matrimonio joven, con una hija, que vive en una casa aislada en el bosque. El marido es bastante cristiano, hasta se deja convencer telefónicamente por el padre cura (o "pastor", cualquiera sabe) para prestarse a acoger al "futuromigrante" que llama a su puerta. En la casa, la cruz. En el coche familiar, la cruz. Y hasta van a los oficios litúrgicos dominicales en familia (qué gente más piadosa, pardiez). Pero no es una familia rara, pues a la iglesia va todo el pueblo. Se trae el cristianismo a colación sin etiquetas. No sabemos si es presbiterianismo, episcopalismo, metodismo o catolicismo: todo queda muy cristiano, pero sin determinar.
 
Es curiosa la presencia de ese cristianismo en el primer episodio de esta serie: además de reservarse discretamente la confesión, su papel queda reducido al de instrumento receptor de "futuromigrantes", en virtud de una función que parece limitada a la estricta dispensación de ayuda material, invocando pasajes evangélicos que nos instan literalmente a acoger todo lo que nos venga. El mensaje es explícito: si somos cristianos, tenemos que recibir. Y los que no lo hagan, es que no son cristianos. El cristianismo es presentado, de esta guisa, como una religión que se homologa a las Organizaciones No Gubernamentales de ayuda humanitaria. Y eso es algo de lo que no tienen culpa los guionistas, sino una percepción compartida por la inmensa mayoría del público, que la misma Iglesia actual se ha labrado.
 
El pueblo parece situado en España (por los letreros, digo), pero la policía no es la Guardia Civil, ni la Ertzaintza ni los Mossos d'Esquadra: parecen guardias rurales. El pueblo de marras apenas tiene viejos, es como si nuestro mundo rural no hubiera conocido el éxodo y el envejecimiento poblacional no se hubiera producido jamás, debido todo ello a las desastrosas políticas antifamiliares y anti-rurales a las que se han aplicado los gobiernos que se han ido sucediendo en nuestra democracia.
 
La más inquietante de las escenas es cuando los invasores del futuro -que, por cierto, se han traído a su propia policía bien equipada- emprenden la persecución y captura, perfectamente legalizada ante las autoridades del presente, para detener y confinar en "campos de concentración" a cuantos son merecedores de la orden de búsqueda y captura en virtud de saberse anticipadamente (que para eso vienen del futuro) los delitos que van a cometer antes de haberlos cometido.
 
Este es tal vez el punto que hace más intrigante la serie y que invita a continuarla. Combinando suspense parece que todo conduce a una distopía. Son muchas otras las cuestiones que suscita una serie como ésta, cuestiones de índole filosófica, pero con la inundación inmigracionista de Europa, compréndasenos, no estamos ahora para metafísicas.
 
No obstante, con esta serie, habrá que esperar acontecimientos.


miércoles, 6 de mayo de 2015

ESPAÑA NUNCA FUE RACISTA






 
EL RACISMO, OTRO EXTRANJERISMO
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Humano -de la cuna hasta la sepultura- Don Francisco de Quevedo es uno de los españoles más grandes que ha dado la historia. Humano cuando odiaba (que lo diga Góngora), cuando amaba (hasta en cenizas amaría), cuando combatía con la pluma (por el patronazgo de Santiago Apóstol) o con la espada (cuando desenvainaba o porfiaba en batirse con el maestro de esgrima baezano Pacheco de Narváez). Humano que, en el caso de Quevedo era ser españolísimo. Español, desde los pies zambos hasta la revuelta melena.

Leer Quevedo a bocajarro es una empresa fastidiosa. No se le puede recomendar a quienes gustan de lo fácil, pues sin un buen diccionario a la mano será difícil descifrarlo al profano (a quien no lo lleva gozando décadas ha); prácticamente imposible será admirarse de su clarividencia, no podremos reírle los juegos de palabras, no podremos entendernos con él y, en fin, no seremos su cómplice. Pero si se le ha leído con frecuencia, al cabo de los años Quevedo es agradecido y nos desplegará su fastuoso mundo de taberneros aguadores, de médicos matasanos, de jaques y coimas, de mosquitos y moscones cojoneros... Y nos atacará la risa que produce una fantasía fecunda en alianza con una inteligencia formidable.

Vengo a reivindicar, tras esta advertencia preliminar, la lectura de Quevedo. No es la primera vez ni -con ayuda de Dios- será la última: yo, antes que otra cosa soy quevediano. Y vengo a reclamar para Quevedo la honra de haber sido uno de los primeros en denunciar la esclavitud de los negros. Sí, como leen.

Sor Teresa Juliana de Santo Domingo, La Santa Negrita

Todo el mundo piensa que tuvo que venir Abraham Lincoln para abolir la esclavitud, todo el mundo piensa que fueron otros -nunca los españoles- los pioneros en pugnar por acabar con esa inhumana sinrazón. Pero, como suele pasar, cuando todo el mundo coincide en una de esas cosas... es que todo el mundo se equivoca. Esas cosas que todo el mundo comparte frecuentemente no son más que lugares comunes de la "mitología". Uno de los primeros que reclama que se rompan las cadenas de la esclavitud que, por el color de la piel, tenía humillada a la raza negra es nuestro Quevedo. No podía ser de otra forma. Ni es de extrañar.

Escudo conmemorativo de la Batalla de Lepanto -con Águila de San Juan- que el negro Juan Latino puso al frente de su obra "Ad Catholicum pariter et invictissimum Philippum Dei gratia Hispaniarum Regem..." (Granada, 1573), cuyo lema en latín compuso el docto afroespañol y que reza: "COELITUS UNUM IMPERIUM, ENSIS UNUS, REX UNICUS ORBIS".


JUAN LATINO

España, pese a todas las mentiras propaladas por sus enemigos, por ser católica nunca fue racista. Existió la esclavitud hasta el siglo XIX, y no sólo en la América española, también en la península. Pero, ¿qué país puede enorgullecerse de contar con un humanista negro? Solo España. Ocurrió así con el caso de Juan Latino (1518-1596), nacido esclavo en la Casa de los Condes de Cabra, pero que por sus talentos gozó de estudios en la Universidad de Granada y, aplicado, se convirtió en el excepcional caso de un humanista negro de nuestro Renacimiento, catedrático admirado por todos y casado con una señora de una distinguida casa nobiliaria. Ese milagro sólo podía darse aquí, en un pueblo católico, gobernado por hombres santos (Felipe II). Muy pocos lo saben. Muchos quisieran que se ignorara. Pero esto es lo que hay y hemos de estar orgullosos.

Sor Teresa Juliana de Santo Domingo, "La Negrita de la Penitencia"



SOR TERESA JULIANA DE SANTO DOMINGO



La primera mujer negra que escribe en una lengua europea es afro-española y escribe en español. Se trata de Sor Teresa Juliana de Santo Domingo. Nació en un punto indeterminado al oeste de Africa, aproximadamente allá por el año 1676 y se llamaba Chicaba. Fue capturada en una de las depredaciones perpetradas por mercaderes de esclavos y esclavizada a los diez años. La vendieron en el mercado de Sevilla, pero el ser hija de reyes africanos le valió ser presentada ante el Rey Carlos II. Pasó a la casa de los Marqueses de Mancera y la "santa negrita" (así se le conocía) se mantuvo firme en no casarse hasta que a los veinticuatro años anunció a sus señores que quería ser monja. En 1704 logró cumplir la voluntad de Dios siendo admitida en el Convento de la Penitencia de Salamanca. Se distinguió en el claustro como poetista, profetisa y mística. Sor Teresa vivió en la clausura del monasterio de la Orden Tercera de las Dominicas y subió al cielo el 6 de diciembre de 1748 con fama de santidad. En cualquier otra nación europea ¿hubiera sido posible? En España sí fue posible y fue gracias a la benéfica influencia omnímoda de la Santa Iglesia Católica. Chicaba está en vías de subir a los altares.

ALEGATO DE QUEVEDO EN CONTRA DE LA ESCLAVITUD POR EL COLOR DE LA PIEL

Quevedo no conoció a Sor Teresa Juliana de Santo Domingo, pero es allá por el año 1636 cuando el genio manchego, en su fantasía moral titulada "La hora de todos y la fortuna con seso", en el discurso XXXVII para más señas, despliega un valiente alegato en contra de la esclavitud basada en el color de la piel y a favor de la liberación de los esclavos negros:

"Para nuestra esclavitud [pone Quevedo en boca de un negro ficticio] no hay otra causa sino la color, y la color es accidente y no delito" y sigue diciendo ese personaje: "De nuestra tinta han florecido en todas las edades varones admirables en armas y letras, virtud y santidad". Otro dice, aunque se le nota cierto tono de sorna del que tanto le cuesta privarse a Quevedo: "...si la color es causa de esclavitud, que se acuerden de los bermejos, a intercesión de Judas, y se olviden de los negros, a intercesión de uno de los tres reyes que vinieron a Belén...".

Esta apología de Quevedo en pro de la dignidad de la raza negra es poco conocida. Nunca es tarde si la dicha es cierta y hoy era un buen día para recordarlo. Para recordar que en España hubo genios como Quevedo que, a diferencia de las patrañas fabricadas por nuestros enemigos, siempre tuvieron muy claro que era una injusticia esclavizar a otros seres humanos por el color de la piel.

Steven Spielberg, el director cinematográfico de ese bodrio inmundo que ataca a España (me refiero a su película "Amistad"), tendría que saberlo. Pero eso es pedirle mucho al cineasta de ciencia ficción; pues las obras de Quevedo están untadas con tocino y Spielberg no podrá ni olerlo.
 
Y si con todo y con ello insistieran, que lean noticias de actualidad: hasta el mismo presidente de Israel ha admitido racismo judío contra los judíos negros. Es, pues, conveniente que algunos se lo hagan ver y no calumnien más a nuestros antepasados. Qué ya está bien..

martes, 5 de mayo de 2015

RODRIGO DÍAZ DE VIVAR: EL CABALLERO DE LA RESURRECCIÓN




EL CID CAMPEADOR:
UN ESBOZO SOBRE EL SIMBOLISMO DE SU DEVOCIÓN A SAN LÁZARO


Manuel Fernández Espinosa


Ramón Menéndez Pidal estableció que la literatura española, a diferencia de otras literaturas, estaba marcada por nuestro carácter que le imprime un fuerte sentido realista. La verosimilitud es para Menéndez Pidal el sello de nuestra literatura y, en concreto, de nuestras "gestas" medievales. Esto lo contrastaba el sabio herculino con la literatura ultrapirenaica: "En cuanto a su espíritu de realidad, el "Poema del Cid" no es comparable a los "Nibelungos" o a la "Chanson de Roland", sino a los cantos muy anteriores, de los cuales esos poemas tardíos hubieron de recibir sus elementos históricos". Para Menéndez Pidal, uno de los factores más decisivos en la verosimilitud del "Cantar de Mio Cid" frente a las fantasiosas aventuras y prodigios que se pintaban en la "Chanson de Roland", por ejemplo, era que nuestro "Cantar de Mio Cid" estaba más próximo a los sucesos históricos, lo que limitaba mucho la fantasía del poeta ante su auditorio que era conocedor de los sucesos y al que no podía dársele gato por liebre. Esta convicción ha prevalecido en buena parte de historiadores de nuestra literatura, pero recientemente ha sido puesta en cuestión por estudiosos como Alfonso Boix Jovaní en su artículo "Aspectos maravillosos en el Cantar de Mio Cid" o Javier Victorio, en su edición del "Cantar de Roldán", en cuya introducción Javier Victorio escribe: "Lamentamos no estar de acuerdo con dicho planteamiento. No sólo el realismo no es "la" peculiaridad de nuestra literatura, ni siquiera en la Edad Media, sino que, además, hay textos medievales de carácter épico, como el "Poema de Fernán González", muy acusadamente inspirados en el espíritu (y algunas fórmulas) de ese texto francés".

 
Lo del verismo de nuestra literatura nacional (y, en concreto, la que ahora nos interesa: la medieval), tesis sostenida por Menéndez Pidal y secundada por gran parte de la tradición historiográfica, es una cuestión que ha abierto una fecunda discusión entre los especialistas. Baste aquí mencionarla, sin que terciemos en ella, pues lo cierto es que ésta sería una querella académica que no es de nuestra incumbencia en este esbozo que pretendemos hacer de una cuestión que requeriría mayor atención de la que ha suscitado. Sería digno de mayor atención el estudio de la religiosidad (la "pietas") del protagonista de la materia cidiana, esto es de Rodrigo Díaz de Vivar y el mundo que lo envuelve. Y, aunque grandes estudiosos, como el recientemente fallecido D. Gonzalo Martínez Díez, se han ocupado de establecer una nítida línea de separación entre el personaje literario (el Cid del "Cantar de Mio Cid", las "Mocedades de Rodrigo" y los romances recopilados por Menéndez Pidal) y el personaje histórico, sería idóneo no obstante poner de manifiesto las concomitancias entre la facticidad histórica y diversos elementos conservados en el plano literario. El Cid literario no es un mero ente de ficción ("ficto", como le gustaba decir a X. Zubiri).
 
 
Uno de los campos que se muestran más estimulantes en la comparativa que podría hacerse para hallar coincidencias entre el personaje histórico y el ficto de la literatura es el campo de la religiosidad del Cid Campeador. Este asunto de los elementos religiosos que podemos hallar en la materia cidiana pone de manifiesto las conexiones íntimas entre el personaje histórico y el literario. Alfonso Boix Jovaní insiste en que la aparición del ángel San Gabriel al Cid es uno de los elementos del mundo maravilloso que contradice el verismo postulado por Menéndez Pidal y sus seguidores. Y Juan Victorio se ha ocupado de relacionar esa aparición de San Gabriel al Cid con la que el mismo ángel anunciador protagoniza en el "Cantar de Roldán" (CLXXXV), cuando se le revela a Carlomagno. En la gesta de Roldán la visión que se le revela a Carlomagno es más compleja en su iconografía y cargada de simbolismo. En el "Cantar de Mio Cid" el autor es más parco, el mensaje de San Gabriel es breve:

 
"Cavalgad Çid,/ el buen Campeador,
ca nunqua en tan buen punto/ cavalgo varon;
mientra que visquieredes bien se fara lo to".


("Cabalgad, Cid,/ el buen Campeador,
pues nunca en un tan buen punto/ cabalgó varón.
En tanto que vos vivierais,/ bien se hará lo de vos".)


En efecto, en este episodio prodigioso del "Cantar de Mio Cid" se puede ver que hay un elemento que se repite en los cantares de gesta (lo mismo en el "Cantar de Roldán" que en el de Fernán González): el caudillo recibe la revelación de una entidad celestial: a Fernán González se le aparece Santiago Apóstol, a Carlomagno y al Cid Campeador el arcángel San Gabriel. Puede sintetizarse, en palabras de Javier Victorio: "Así, hay un recurso que se repite. El ejército cristiano pasa siempre apuros en los inicios de un combate. Se inicia el "suspense" para el no acostumbrado. Lógicamente, los guerreros de la cruz empiezan a decaer (y a caer). Ha llegado el momento en que el jefe lance ardientes exhortaciones a la lucha, recordándoles su condición, para pasar a dar ejemplo de arrojo. Es también el momento en que "Dios está con nosotros", y, para mayor comprobación, se realiza el prodigio, la aparición (allí del ángel San Gabriel, aquí del Apóstol Santiago), etc."


Ciertamente, es oportuno recordar que San Gabriel es el ángel de la Anunciación. Maguer sería conveniente también resaltar que, tanto en el caso de Carlomagno como en el del Cid, la intervención de Gabriel no sólo se explica por la tradicional función de San Gabriel como anunciador, heraldo celeste, como bien apunta Boix Jovaní. A Gabriel se le atribuye la revelación coránica a Mahoma y que sea San Gabriel el que se ponga de parte de Carlomagno y del Cid Campeador es una reivindicación cristiana del arcángel que es reclamado para la Cristiandad y, apareciéndose a Carlomagno y al Cid reviste a ambos líderes de una dimensión religiosa que no hay que soslayar.


Además del caso de la aparición de San Gabriel al Cid, es menester recordar que, en el santoral cidiano, tiene muchísima importancia San Lázaro. El Cid invoca continuamente a Dios, a la Virgen María y a otros patronos como San Pedro (lo cual no es extraño, dada la vinculación del Cid con el monasterio de San Pedro de Cardeña), a San Isidoro "el de León" (que es San Isidoro de Sevilla), a Santiago Apóstol (como no podría ser menos), pero uno de los santos que más poderosamente llama la atención, en la materia del Cid, es San Lázaro.


En la oración de Jimena que se halla en el Cantar I (vv. 330-365), la esposa del Campeador invoca, por este orden, a: Dios, a la Santa María Virgen, a Melchor, Gaspar y Baltasar, a Jonás, a Daniel, a San Sebastián, a Santa Susana, a San Lázaro, a San Dimas (aunque no lo menciona por su nombre), a San Longinos y a San Pedro. La mención de Jonás y Lázaro guardan una relación muy íntima. Tanto Jonás como Lázaro son figuras de la resurrección; de ahí que fuesen representados desde los primeros tiempos en las catacumbas. Jonás, lanzado a las aguas, para ser devorado por una ballena y más tarde devuelto a la playa y Lázaro, el amigo de Jesucristo, hermano de Marta y María, resucitado por Jesucristo tras cuatro días de yacer en el sepulcro: "Señor, ya hiede, pues lleva cuatro días" -dijo Marta a Cristo, cuando éste mandó retirar la piedra que sellaba la cueva.


La invocación que Jimena hace en su rogativa a San Lázaro recuerda el episodio de la resurrección:


"resuçitest a Lazaro / ca fue tu voluntad".


Podríamos pensar que, en todo caso, la devoción a San Lázaro es de Jimena y que tal vez no fuese del Cid. Pero resulta que la intervención prodigiosa de San Lázaro en el ciclo del Cid también consta, si no en el "Cantar de Mio Cid", sí en las "Mocedades de Rodrigo" que, aunque cantar más tardío, pertenece al ciclo cidiano. Esta aparición de San Lázaro tiene lugar, según la tradición, cuando todavía joven Rodrigo Díaz va en peregrinación a Santiago de Compostela. En el camino, Rodrigo y sus acompañantes se topan con un leproso. Pero, a diferencia de sus compañeros, el Cid, en un ejercicio de caridad cristiana, no muestra repugnancia o la cautela que era de esperar ante el leproso (o "gafo"), sino que lo ayuda, en la versión dramática de Guillén de Castro ("Las mocedades del Cid") el Cid auxilia al gafo, le da su gabán, come en el mismo plato y bebe con el enfermo, marginado socialmente por lo contagioso de su mal. Poco después, el leproso le revela su verdadera identidad en una aparición prodigiosa. Así se nos transmite el contenido del mensaje de San Lázaro al Cid, según consta en el manuscrito de la "Crónica de Castilla" (Bibl. de El Escorial X-i-II, fol. 133 ro.):


"¿Duermes, Rodrigo?" E el respondio e dixo: "No duermo. Mas ¿quien eres tu que tal claridat e tal olor traes?" Et el respondiole estonçe e dixo: "yo so Sant Lazaro, que te fago saber que yo era el gafo a quien tu feziste el mucho bien e la mucha onrra por el amor de Dios. E por el bien que tu por el Su amor me feziste, otorgate Dios un grant don, que quando el bafo que sentiste ante ty viniere, que todas las cosas que començares en lides o en otras cosas, todas las acabaras conmplidamente, asy que la tu onrra cresçera de dia en dia. E seras temido e rresçelado de los moros e de los cristianos. Et los enemigos nunca te podran enpeçer. E morras muerte onrrada en tu casa e en tu onrra, ca nunca seras vençido, ante seras el vençedor syenpre, ca te otorga Dios Su bendiçion. E tanto fynca e faz sienpre bien". E fuese luego, que lo non vio y más".


Es interesante advertir las claves ocultas de esta relación del Cid con San Lázaro, pues operan a varios niveles.


Atendamos primero al nombre: Lázaro es un nombre propio de origen hebreo (Eleazar) que podría traducirse como: "El que es socorrido por Dios", "Al que Dios ayuda". Y el Cid es presentado multitud de veces, en el mismo "Cantar de Mio Cid", como aquel a quien Dios ayuda. El mismo Cid es consciente de esta ayuda, por la que muestra su agradecimiento:


"valer me a Dios / de dia e de noch!". ("¡Me ha de valer Dios / de día y de noche!")


Esta conciencia de sentirse en todo momento amparado por Dios y socorrido por el Altísimo es algo que encontraría su origen en la revelación de San Lázaro al Cid de la que más arriba hemos dado cuenta.


San Lázaro, en efecto, es patrono de los leprosos. Esto está suficientemente constatado y baste que traigamos a las mientes que las leproserías fueron llamadas antiguamente "lazaretos". En ese especial patronazgo de San Lázaro se superpone, por un lado el amigo de Jesús (resucitado por Jesucristo) y el Lázaro de la parábola del "rico epulón y el pobre Lázaro" (Lucas 16, 19-31); como es sabido, en la parábola el rico desprecia al pobre enfermo que es presentado a la puerta, pidiendo limosna en vano y lamido por los perros. Más tarde, en la otra vida, será Lázaro quien goce de la felicidad eterna, mientras el epulón sufre los tormentos del infierno. El Cid muestra, con su solicitud ante el leproso, que su caridad no es fingimiento ni hipocresía, sino firme cumplimiento del mandamiento de la caridad.


Pero San Lázaro también es, en la Edad Media, patrono de los esquiladores; esto puede comprobarse a lo largo y ancho de toda la geografía peninsular, pues en las antiguas cofradías que daban culto a San Lázaro, la mayoría de los que en ellas se encuadraban eran esquiladores. Es más que probable que los antiguos, más familiarizados con el mundo simbólico, hallaran en el ejercicio de la esquila la cifra de una imagen simbólica de la muerte: las ovejas son esquiladas, pero la lana vuelve a crecerles. Esta vida mortal y pasajera también se somete a muertes que, por mucho que periódicamente esquilan, no aniquilan.


La relación del Cid Campeador con San Lázaro no sólo se la encuentra exclusivamente en la literatura cidiana. También hay atisbos de ella en la historiografía. El Arcediano del Alcor, Alonso Fernández de Madrid (1474-1559), autor de la "Silva Palentina" (obra que lo convirtió en el más importante cronista antiguo de Palencia), dejó constancia de que la devoción atribuida al Cid (y familia) a San Lázaro no sólo es de índole literaria. Cuenta el Arcediano del Alcor que, el Cid, avecindado en Palencia: "...de su mesma casa y palacio mandó hazer la iglesia parrochial de Sant Lázaro, y también la casa que llaman de la Orden, donde se acogen y curan los enfermos del mal de Sant Lázaro, la cual hizo después un cauallero de esta ciudad, que se llamó Alonso Martínez de Olivera... que según dice en su testamento, venía de linage del Cid" ("Silva Palentina"). Considérese, descendientes muy posteriores del Cid, como el palentino Alonso Martínez de Olivera, guardarán celosamente la devoción a San Lázaro heredada de su preclaro ancestro.


Por lo tanto, la relación piadosa que sostiene el Cid Campeador con San Lázaro se muestra como una clave para acceder a la auténtica proyección paradigmática del Cid Campeador.


El Cid tiene en su juventud, cuando peregrina a Compostela, un encuentro providencial con San Lázaro que se le hace el encontradizo bajo figura de un leproso. El encuentro será una prueba de la que el Cid sale airoso, pues la caridad del ejemplar caballero no se frena frente a la repulsión del prójimo incógnito y desfigurado, cuya enfermedad puede contagiarse; poco después, se le muestra al Cid la verdadera identidad de aquel a quien ha tratado caritativamente: el leproso es San Lázaro y éste, como premio, le revela su destino al Cid: Dios no le faltará nunca al Cid, siempre le ayudará en todo trance y lo bendecirá en toda empresa. La constante ayuda de Dios se le revelará en otras apariciones: como la de San Gabriel Arcángel (tambíen se cuenta la de San Pedro que tiene poco antes de morir).


Pero, todavía más que las intervenciones portentosas de San Gabriel o San Pedro en la vida del Cid, San Lázaro es el paradigma hagiográfico para comprender la figura del Cid Campeador en una dimensión espiritual: Lázaro que murió y fue resucitado de la muerte es como una figura referencial para lo que serán las vicisitudes por las que atraviese el Cid. El Cid, una vez caído en desgracia y desterrado, sufrirá una muerte iniciática de la que resurgirá más robustecido.


Y no lo olvidemos tampoco: el Cid Campeador vencerá a sus enemigos, incluso después de muerto. Pues, bajo el signo de San Lázaro, el Cid Campeador es el Caballero de la Resurreción.



NOTA BENE:


Recomiendo especialmente el artículo de mi amigo Luis Gómez López: "De santos y héroes: ¿San Rodrigo Díaz de Vivar?", publicado en RAIGAMBRE. Pues el presente artículo y el que indico se complementan. Así podemos entender que el Cid Campeador merece en justicia ser canonizado, como era la voluntad de nuestro gran monarca Felipe II.

BIBLIOGRAFÍA:

Menéndez Pidal, Ramón, "Castilla. La Tradición, el idioma", Espasa-Calpe, Madrid, 1966.

Menéndez Pidal, Ramón, "Flor nueva de romances viejos", Espasa-Calpe, Madrid, 1994.

Boix Jovaní, Alfonso, "Aspectos maravillosos en el Cantar de Mio Cid" (en la red).

"Cantar de Roldán", edición de Juan Victorio, Cátedra Letras Universales, Madrid, 1999.

"Poema de Mio Cid", edición de Colin Smith, Cátedra Letras Hispánicas, Madrid, 1979.

Martínez Díez, Gonzalo, "El Cid histórico", Planeta, Barcelona, 1999.

Guillén de Castro, "Las mocedades del Cid", edición de Christiane Faliu-Lacourt, Taurus, Madrid, 1987.