RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

miércoles, 10 de diciembre de 2014

EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN Y SU CONFIRMACIÓN CIENTÍFICA

 
 

 
Por Guillermo-C Pérez Galicia
 
 
Como la mayor parte de los dogmas católicos, el dogma de la Inmaculada Concepción se evidencia científicamente con unas 90 pruebas aproximadamente, a diferencia de lo que sucede con los mitos que sustentan las demás religiones, que son falsas.

Pero antes de adentrarnos en su demostración científica, es preciso que pensemos, ¿qué es exactamente el dogma de la Inmaculada Concepción?

Por desgracia, muchos confunden el dogma de la Inmaculada Concepción con otro dogma NO menos importante: el sacratísimo dogma de la Virginidad Perpetua de la Santísima Virgen María, Reina del Universo.
 
El Dogma de la Inmaculada Concepción es un dogma de fe de la Religión Verdadera que sostiene que María, madre de Jesucristo, a diferencia de absolutamente todos los demás seres humanos, no fue jamás alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de la creación de su alma, estuvo libre de todo pecado o mancha de pecado.
 
EL PECADO ORIGINAL
 
El pecado original fue un pecado de enorme soberbia y grave desobediencia cometido por nuestros primeros padres, la primera pareja humana, que se dejaron engañar por Satanás, a consecuencia del cual perdimos la filiación divina, la unión a la Divinidad y así dejamos de formar parte del Cuerpo de Dios y nos convertimos en hijos de la ira, esclavos de Belcebú. De ese modo, sólo se puede volver a ser hijos de Dios mediante la adopción, a través de la Santísima Virgen María, como hijos de Dios mediante el bautismo y la fe ligada a este iniciático rito.

Es imprescindible el Bautismo para que se nos confiera la primera gracia santificante, y así poder volver a ser hijos de Dios y de este modo ser dignos de recibir la herencia de Nuestro Padre Creador, recuperando nuestros derechos de hijos: Tal herencia es el poder acceder al Reino de Dios tras la muerte, escapando del Infierno.
 
Sin la venida de Dios al mundo encarnándose a través de la Santísima Virgen María, NO habría sido posible la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, la instauración de su Santa Iglesia, que Cristo compró con su sangre, ni por consiguiente tampoco podríamos ser partícipes de la Redención, permaneciendo cerradas para nosotros las puertas del Reino de los Cielos.
 
Como Cristo dice: "quien no renaciere en el agua y en el Espíritu Santo NO podrá entrar en el Reino de los Cielos". Por ello, el Bautismo es absolutamente necesario para salvarse, y sólo con el Bautismo podremos abrirnos el camino para participar del resto de los sacramentos que el mismo Cristo estableció.
 
Habiendo Dios conferido al género humano en el primer hombre la gracia santificante y los otros dones sobrenaturales en condición de que no desobedeciese, habiendo desobedecido, en calidad de cabeza y padre del humano linaje, volvió rebelde a Dios la naturaleza humana. Por ello, la naturaleza humana se trasfunde a todos los descendientes del primer hombre en estado de rebelión a Dios, privada de la Gracia Divina y de los otros dones: Tales son las nefastas consecuencias del pecado original en cada uno de nosotros.
 
Los daños del pecado original (que todos heredamos) son: la privación de la gracia (sin la cual NO es posible salvarse), la pérdida de la bienaventuranza, la ignorancia, la inclinación al mal, todas las tristezas de la vida, envejecer, y, en fin, la muerte.

Todos los seres humanos contraen el pecado original, y con él todos los dolores y desgracias asociados, a excepción de la Santísima Virgen, que fue preservada por Dios por singular privilegio, en previsión de los méritos de Jesucristo Nuestro Salvador.
 
Después del pecado original, los seres humanos NO podían ya salvarse, a no ser que Dios usase misericordia con ellos. Eran esclavos del Diablo, condenados de antemano, sin posibilidad de salvar su alma, inclinados al mal y a la desobediencia a Dios.

SIN EMBARGO, decidió Dios usar misericordia con el linaje humano: Prometió enseguida a nuestros primeros padres el Redentor Divino o Cristo, y enviarlo después a su tiempo para librar a los hombres de la esclavitud del Demonio, del mito y del pecado.
 
¿Quién es el Cristo prometido? Jesús de Nazaret, el eterno Lógos del Padre Eterno.
 
¿Qué es exactamente la Inmaculada Concepción de María?
 
La Santísima Virgen María es Inmaculada Concepción porque fue concebida sin el más mínimo resto de ese pecado original, de ahí que fuere ella quien aplastará la cabeza a Satanás.
 
El dogma de la Virginidad Perpetua de María es un dogma diferente del de la Inmaculada Concepción, pues, a diferencia de éste, lleva definido desde los primeros siglos, aunque ambos dogmas se hallan ciertamente en el depósito de la fe, en la Tradición Apostólica revelada por Dios a su Iglesia a través de los Apóstoles.
 
Como este texto no es un texto con el que pretendamos tratar el dogma de la Virginidad Perpetua de la Virgen María, baste señalar que dicho dogma se refiere a la Maternidad Virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del parto. María tiene las dos características propias de la mujer perfecta:
 
-En cuanto al cuerpo, la mayor perfección de la mujer es ser madre, pero la mayor perfección posible es la del privilegio singularísimo de ser la Madre de Dios, dogma definido en el Concilio de Éfeso.
 
-En cuanto al alma, la mayor perfección posible en la mujer es la inocencia femenina de ser virgen.
 
Pues bien, la única que es Virgen y Madre a la vez es la Santísima Virgen María de Nazaret, Reina del Universo y madre adoptiva de todos los cristianos.
 
María es Virgen antes, durante y después del parto. Además de ser dogma de fe, además de hallarse en la escritura, y además de hallarse en la Tradición Apostólica de los siglos I y II, hay que decir que la Maternidad Virginal de María es un dogma que está demostrado científicamente. No obstante, esa evidencia la dejaremos para otra ocasión, ya que aquí tratamos otro dogma mariano: la Inmaculada Concepción.

Dejando, pues, al margen, dogmas como el del pecado original o el de la Virginidad Perpetua de la Madre de Cristo, vamos a centrarnos en el dogma de la Inmaculada Concepción.
 
Como decíamos arriba, la Virgen fue concebida sin mancha de pecado original desde el primer instante de su ser natural, lo cual quiere decir que se halló libre del pecado original, siendo además Corredentora con Cristo, y no padece las consecuencias que tenemos que padecer nosotros, por las cuales nos vemos obligados a recurrir a los sacramentos para podernos salvar y para dejar de ser esclavos del Diablo y vencerle mediante la gracia SOBRENATURAL  aunque sea MUY superior a nosotros en el orden natural; necesitamos además el Bautismo para poder borrar el pecado original.
 
María está dignificada sobrenaturalmente de tal forma desde antes de su concepción que jamás tuvo ni el menor resto de pecado original, ni la más mínima mancha de él, y por lo tanto tampoco pecó nunca.
 
ESO ES LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA. Que María jamás pecó ni fue engendrada con el menor resto de pecado original.
 
Dios perservó a María libre de todo pecado actual (pecado que hubiera sido cometido por Ella misma) y, aun más, libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres y mujeres por ser descendientes.
 
¿CUÁNDO SE DEFINIÓ ESTE DOGMA?
 
¿Cuándo fue definido este dogma? El Papa Pío IX, el 8 de Diciembre de 1854, rodeado de 92 Obispos, 54 Arzobispos, 43 Cardenales y de una multitud ingentísima de pueblo, proclamó Dogma de Fe la Inmaculada Concepción de María, en la bula Ineffabilis Deus, con la siguiente definición dogmática:
 
"Nos ... con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho".
 
Desde entonces ya quedó claro que todo aquel que negase este dogma es un hereje y por tanto irá a la infelicidad eterna del infierno y estará privado de la unión a Dios y su felicidad perpetua.
 
El Papa Pío IX, haciendo uso de su autoridad recibida del mismo Dios, definió el dogma de la Inmaculada Concepción. Sin embargo, para que un Papa defina un dogma, ese dogma debe estar ya en el depósito de la fe revelada por Cristo a los Apóstoles, es decir, tiene que formar parte de la Revelación Divina, o sea: debe hallarse en la Tradición Apostólica.
 
¿REALMENTE ESTE DOGMA SE HALLA EN LA DOCTRINA PREDICADA POR LOS APÓSTOLES?
 
¿De qué forma podemos observar la presencia de ese dogma revelado ya en los primeros tiempos del Cristianismo?
 
Veamos algunos ejemplos...

**El saludo del ángel Gabriel –"chaire kecharitomene": "Ave, llena de gracia" (S. Lucas 1:28) indica una única abundancia de gracia, un sobrenatural, agradable a Dios estado del alma, que encuentra su explicación sólo en la Inmaculada Concepción de María.
 
**Refutando al hereje judeocristiano Pelagio, San Agustín de Hipona, padre y Doctor de la Iglesia, declara que todos los justos han conocido verdaderamente el pecado «excepto la Santa Virgen María, de quien, por el honor del Señor, yo no pondría en cuestión nada en lo que concierne al pecado» (De natura et gratia 36).
 
** San Efrén de Siria, padre y Doctor de la Iglesia, más conocido como "Arpa del Espíritu", dice claramente: «La Santísima Señora, Madre de Dios, la única pura en alma y cuerpo, la única que excede toda perfección de pureza, única morada de todas las gracias del más Santo Espíritu, y, por tanto, excediendo toda comparación incluso con las virtudes angélicas en pureza y santidad de alma y cuerpo... mi Señora santísima, purísima, sin corrupción, inviolada, prenda inmaculada de Aquel que se revistió con luz y prenda... flor inmarcesible, púrpura tejida por Dios, la solamente inmaculada» («Precationes ad Deiparam», in Opp. Graec. Lat., III, 524-37).
 
**San Teófanes , padre de la Iglesia, alaba así a María: «Oh, incontaminada de toda mancha». Y en otra parte: «El purísimo Hijo de Dios, como te hallase a Ti sola purísima de toda mancha, o totalmente inmune de pecado, engendrado de tus entrañas, limpia de pecados a los creyentes».
 
**El gran padre de la Iglesia San Cirilo de Alejandría, sucesor de San Marcos el evangelista, se mostró siempre muy claro hablando de la Inmaculada Concepción: San Cirilo escribe: «¿Cuándo se ha oído jamás que un arquitecto se edifique una casa y la deje ocupar por su enemigo?». No se puede expresar más claramente la idea de la Concepción Inmaculada.

**San Ireneo, padre y Doctor de la Iglesia y discípulo del apóstol San Juan, manifestaba: «Así como aquella Eva, teniendo a Adán por varón, pero permaneciendo aún virgen, desobediente, fue la causa de la muerte, así también María, teniendo ya un varón predestinado, y, sin embargo, virgen obediente, fue causa de salvación para sí y para todo el género humano... De este modo, el nudo de la desobediencia de Eva quedó suelto por la obediencia de María. Lo que ató por su incredulidad la virgen Eva, lo desató la fe de María Virgen». Es decir, que como un nudo no se desata sino pasando los cabos por el mismo lugar, pero a la inversa, así la redención se obró de modo idéntico, pero a la inversa de la caída.
 
**El Apóstol San Andrés, cuando iba a ser ejecutado, dirigió las siguientes palabras al procónsul: «Y puesto que de tierra fue formado el primer hombre, quien por la prevaricación del árbol viejo trajo al mundo la muerte, fue necesario que, de una virgen Inmaculada, naciera hombre perfecto el Hijo de Dios, para que restituyera la vida eterna que por Adán perdieron los hombres».
 
Hemos visto qué es el dogma de la Inmaculada Concepción. Nos hemos detenido en observar la definición dogmática que el Papa Pío IX formuló para dejar claro a todos que la Inmaculada Concepción es un dogma revelado por Dios que se hallaba ya en el depósito de la fe revelado directamente por Jesucristo a los Apóstoles.

Hemos visto también algunos ejemplos que demuestran que, en efecto, el dogma de la Inmaculada Concepción se halla en el depósito de la fe recibido del propio Jesucristo.
 
¿CÓMO PODEMOS EVIDENCIARLO CIENTÍFICAMENTE?
 
Veamos ahora, por último, la demostración científica del dogma de la Inmaculada Concepción.

-Una noche del año de gracia de 1427, un notable canónigo fue acuchillado en la ciudad de Manresa (Cataluña). Tras haber certificado los médicos su defunción y haber realizado las convenientes operaciones para demostrar su muerte clínica, su cadáver fue depositado en un ataúd.
 
Una masa de gente velaba sus restos mortales en la capilla ardiente instalada en la iglesia colegiata de Manresa. De repente, un estruendo hizo a todos quedar yertos de espanto cuando, súbitamente, se abrió el ataúd y el canónigo, que estaba muerto, se levantó.
 
El canónigo proclamó a todos que su alma se había salvado, pero que Dios Nuestro Señor le permitió volver de la muerte unos instantes para anunciar a todos una verdad de fe importante: la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.
 
Acto seguido, el sacerdote volvió a su ataúd y murió de nuevo, quedando todos espantados y dando gloria a Dios por el prodigio. Quedaba así confirmada por la intervención directa de Dios una doctrina que cuatro siglos después sería definida como dogma por la Iglesia.
 
Pero este NO es el único caso ni mucho menos el más reciente. Entre casos más recientes podemos mencionar los milagros de la Virgen en sus apariciones en Lourdes (Francia).
 
Hoy sobreabundan los aparicionistas, pandas de santurrones y viejas beatas que pululan por todas las partes del mundo obsesionados con supuestas apariciones de la Virgen constantes, como si la Reina de los Cielos no tuviera otra ocupación que estar constantemente divirtiéndose en aparecerse a todo el mundo.
 
Dios, en efecto, se sirve de determinadas apariciones a los hombres, pero sólo lo hace en casos muy puntuales, en orden a demostrar o confirmar cosas muy concretas para el bien de todos sus hijos. Y, cuando Dios permite o realiza una aparición, siempre la confirma mediante un milagro ante el cual la ciencia queda apabullada. Algunas apariciones falsas famosas son las de Medjugorje (antigua Yugoslavia), o San Nicolás (Argentina).
 
Entre las apariciones verdaderas que han servido para confirmar, por ejemplo, un dogma de fe científicamente y por la intervención directa de Dios, está la de la Virgen de Lourdes a la niña Santa Bernardette Soubirou.
 
Sucedió en 1858. Una niña de familia muy humilde llamada Bernardita comenzó a ver a una majestuosa señora de asombrosa belleza en una gruta del antes pequeño pueblo de Lourdes.
 
La niña, de enorme inocencia conocida por todos, nunca dijo que se tratase de la Santísima Virgen, pero pronto esta simple niña comenzó a movilizar a las masas a aquella cueva a rezar el Santo Rosario. La débil niña caía de rodillas en éxtasis y ni los más fuertes del pueblo, varones fornidos,  eran capaces de moverla un milímetro de su posición.
 
Aquella señora que se le aparecía comenzó a revelarle una serie de 'secretos' que no podía -por el momento-, decir a nadie, y pidió a la niña la construcción de una capilla en ese lugar. La niña fue detenida varias veces por la policía y el estado francés, notablemente liberal y democrático, inició una persecución contra todo aquel que se atreviese a visitar la gruta.
 
¡Vaya temores de un estado para tratarse de una simple niña de 14 años a la que ni siquiera su párroco la apoyaba por el momento!
 
El cura del pueblo se mantenía muy escéptico, pero finalmente se emocionó y se dio cuenta de lo que allí sucedía cuando, tras haberle ordenado a la niña que le preguntase a aquella señora cuál era su nombre, le respondió: "YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN".
 
El sacerdote se quedó atónito, completamente anonadado, pues aunque el pueblo fiel tenía la creencia en el dogma, la formulación del dogma como "Inmaculada Concepción" era algo sólo conocido por los teólogos; lo mismo sucedió con otras enseñanzas que la Santísima Virgen le había ido dando a Santa Bernardette, enseñanzas que dejaban a todos boquiabiertos al verlas en aquella niña que apenas sabía escribir.
 
La niña comenzó a besar el asqueroso fango de la gruta por orden de la Virgen y como penitencia por la conversión de los pecadores, mojándose con el repugnante charco que se había formado tras las lluvias, consiguiendo con esto que muchos la tomasen por loca y se burlasen de ella y de su familia; mas, siendo inescrutables los caminos del Señor, quiso la Voluntad del Creador que en aquel instante brotasen aguas cristalinas de aquel lugar donde la niña se había manchado la cara y bebido de charcos sucios. Asombrosamente, ante cientos de personas surgió un manantial de un lugar donde no había acuífero alguno.
 
Hasta ahora vemos que son más que suficientes las demostraciones de que el dogma de la Inmaculada Concepción es un dogma revelado por Dios. Pero esto no es nada.
 
Acudieron innumerables científicos liberales y librepensadores, anticlericales y cientifistas de todo tipo a aquel lugar a burlarse del pueblo fiel y a reírse de la niña, de la Iglesia y de la piedad cristiana. Pero el efecto fue el contrario, pues los científicos salían de allí maravillados con los asombrosos prodigios que allí estaban teniendo lugar, en especial aquellos que tuvieron el privilegio de conocer a la niña, que era muy sencilla, y con frecuencia tuvieron que modificar por completo sus posturas racioempiristas y anticatólicas.
 
 
Foto de Manolo Fernández.
Imagen del cuerpo incorrupto de Bernardette Soubirous, la niña de Lourdes
 
La niña se internó en un convento de monjas y allí permaneció unos pocos años hasta su muerte. He aquí otro milagro: Su cuerpo se conserva totalmente intacto, con la temperatura de un humano vivo y todos los órganos íntegros, sin la más mínima deshidratación ni la menor materia orgánica descompuesta, completamente INCORRUPTO, no simplemente 'acartonado' ni con tratamientos de ningún tipo que lo hagan consevarse así. Su cuerpo se conserva, ante los ojos de los que hemos peregrinado hasta aquel lugar, como si se tratase de una niña dormida, una niña que, milagrosamente, se conserva, en toda su pureza, 'dormida' ya desde hace más de un siglo, con una tez fresca y viva y un gesto de paz en su rostro. De esto existen innumerables fotografías y cualquiera que lo ponga en tela de juicio puede visitar aquel lugar y comprobarlo él mismo. Otra demostración directa por parte de Dios.
 
Pero hay más... ¿Qué sucedió con aquel manantial que la Santa Virgen hizo surgir allí a través de la santa niña?
 
Algunos de los mejores químicos y otros científicos del mundo han analizado y estudiado las aguas de ese manantial en numerosas ocasiones y con interminables análisis.
 
¿El resultado? Todos coinciden en que se trata de un agua muy pura y virgen, un agua natural que carece de propiedades termales de ningún tipo y que cuenta con la peculiaridad de que en ella no pueden sobrevivir bacterias o microorganismos nocivos de ninguna clase. Esto es un claro símbolo más que demuestra la Inmaculada Concepción, en cuyo ser no pudo haber ni hubo la más leve mancha de pecado original desde el primer instante de su ser natural.
 
Ya desde tiempo de las apariciones y hasta el día de hoy, se han registrado un total de al menos 86 milagros producidos por las aguas de aquella milagrosa fuente. Lo que viene a ser otra confirmación científica más del dogma.
 
Podemos citar algunos ejemplos de tales milagros, como es el caso del niño Justino, que resucitó de la muerte tras haber fallecido con una terrible enfermedad y resucitó al ser bañado en aguas de aquella fuente. Después su vida se desarrolló sin secuelas.
 
Tres famosos médicos que eran anticlericales, cientifistas y enemigos de la Iglesia Católica que visitaban Lourdes para 'poner en ridículo el oscurantismo cristiano' se convirtieron al comprobar empíricamente que se trataba de un hecho real, pues el corazón del niño había dejado de latir y su respiración se había cortado hacía muchas horas.
 
Entre los casos más recientes podemos citar el de Francis Berns, sucedido hace unos cuarenta años. Al veterano soldado que había combatido al Catolicismo y a los países occidentales del continente europeo, durante la Segunda Guerra Mundial, había perdido en Normandía sus dos piernas totalmente gangrenadas, que le tuvieron que ser completamente amputadas; tras varios forcejeos, muchos años después accedió a visitar la gruta de Lourdes con su mujer.
 
Mientras la mujer iba a recoger agua, su marido Francis quedó inconsciente tras sentir un fuerte impacto en su espalda; cuando despertó, estaba caminando con sus dos piernas íntegras al desnudo, completamente recuperadas. Obviamente, su conversión fue total desde aquel instante.
 
Para terminar, mencionemos brevemente el caso de un niño de 8 años de familia protestante anglicana, hecho sucedido hace unos pocos años, que había sido completamente invadido por un cáncer y que había perdido la posibilidad de articular palabra, con la cabeza totalmente deteriorada; le fue extraído su pulmón izquierdo, que se conservó en el hospital donde había estado internado. Fue llevado a Lourdes a instancias de su tío, que era católico. El muchacho falleció. A pesar de todo, decidieron bañarlo en agua de la fuente de la gruta de Lourdes. El chico permaneció muerto.
 
Establecieron su velatorio en la basílica de Lourdes. El día que lo iban a enterrar, ¡oh maravilla!, el muchacho apareció vivo, completamente sano y hablando con toda naturalidad pidiendo algo de comer, pues tenía hambre. Los médicos, perplejos, tuvieron que certificar su curación, y, tras unas radiografías, ¡comprobaron que tenía de nuevo el pulmón izquierdo! ¡sus dos pulmones, pese a estar infectados totalmente y haberle sido extraido uno de ellos, estaban enteros y sanos!  Sin embargo, su anterior pulmón izquierdo se conservaba en el mismo recipiente que sus médicos lo habían dejado.
 
El muchacho creció y todavía vive alegremente con su familia, habiéndose convertido él y toda su familia al Catolicismo.
 
Son muchas, ciertamente, las pruebas que ponen de manifiesto la autenticidad del dogma de la Inmaculada Concepción y su origen de Divina Revelación. Sólo de los milagros de Lourdes existen, como hemos dicho, al menos 86 pruebas científicas.
 
CONCLUSIÓN
 
Lo que sucede con el dogma de la Inmaculada Concepción no es un caso aislado, pues prácticamente de todos los dogmas católicos existen varias evidencias contundentes.
 
No sucede lo mismo con las religiones falsas, pues aparte de ser difícilmente congeniables con la recta razón y la lógica más simple, ninguna de ellas tiene ni un solo milagro que pruebe absolutamente nada. Son meras invenciones humanas, con frecuencia mezcladas con engaños de Satanás y con una filosofía de vida meramente inventada.
 
Así pues, el dogma de la Inmaculada Concepción es un dogma absolutamente confirmado. No hay que asombrarse, es simplemente una prueba más de la Divinidad de la Religión Católica.
 
Honremos a la Santísima Virgen conmemorando el día de su Inmaculada Concepción, 8 de diciembre.
                                                                                  
 
"Por María y con Ella triunfará la Iglesia Católica, Apostólica y Romana,
bajo la cruz de Cristo"

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