RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

viernes, 3 de octubre de 2014

LA "ESTANDARDIZACIÓN" DEL MUNDO EN JULIO CAMBA

 

Julio Camba

 
USA, COSMOPOLITISMO Y TÉCNICA 
AMENAZADORAS
EN
"LA CIUDAD AUTOMÁTICA"
DE JULIO CAMBA
Manuel Fernández Espinosa
 
Es fácil para cualquier escritor, con la perspectiva que da el paso del tiempo, juzgar personalidades, tipos humanos, circunstancias, estilos de vida, regímenes políticos del pasado… El hecho de ser fácil no entraña que tenga que ser la verdad y nada más que la verdad, lo que significa esa facilidad es que, merced a la predisposición de la cultura predominante, los dictámenes no escandalizarán y serán, con harta probabilidad, aquellos que todo el mundo está dispuesto a aceptar. Sin embargo, enjuiciar la misma serie de realidades en el momento en que éstas están vigentes y acertar ya es más difícil.
Muy pocos españoles han cultivado el muy útil género de los libros de viajes y menos españoles todavía han sabido retratar una sociedad extraña a la nuestra con la maestría que lo hizo Julio Camba (1882-1962). Periodista de raza, conceptuado como “vividor” por algunos que bien lo conocieron como Pedro Sainz Rodríguez, Julio Camba es uno de los mejores prosistas en lengua castellana del siglo XX. Los avatares de su vida vamos a omitirlos, para no repetir datos que cualquiera puede obtener consultando las biografías generalistas. Es de lamentar que un autor tan excelente como Julio Camba sea prácticamente un desconocido, cuando su producción resulta tan amena como estimulante intelectualmente.
Por su profesión periodística Julio Camba viajó bastante, por lo que puede decirse que era uno de los españoles mejor informados de lo que pasaba en el mundo, más allá de esta península cainita. Entre muchos títulos escribió “La ciudad automática”, cuando corrían los años 30 del siglo XX. Podríamos decir que “La ciudad automática” es una colección de artículos sobre los Estados Unidos de Norteamérica de aquellos años, cuando imperaba la “ley seca”, el crac bursátil hacía estragos y los gánsteres se ametrallaban entre bandas o con la policía. Algunos han creído que la “ciudad automática” se identifica con Nueva York, pero la “ciudad automática” no queda reducida a la urbe neoyorkina: la “ciudad automática” es la que se estaba ensayando en los Estados Unidos de Norteamérica para exportarla a todo el mundo; y Camba fue uno de los pocos que pudo verlo y, lo que merece más nuestro respeto, entenderlo “in situ” y sobre la marcha.
Es obvio que Nueva York ocupe un lugar preeminente en el libro, pero el libro de Camba no está circunscrito a Nueva York. En 1929 la Dotación Carnegie para la Paz Internacional escogió a doce periodistas europeos y los llevó de gira por todos los Estados Unidos: nuestro Camba era uno de ellos. Nueva York adquiere, eso sí, la categoría de símbolo: en el libro de Camba, Nueva York es a los Estados Unidos de Norteamérica lo que Estados Unidos de Norteamérica será a todo el planeta: el proyecto de una sociedad desarraigada, sin pasado. Así puede decir Camba:
“Nueva York es, ante todo, el momento presente. Es el momento presente sin más relación con el porvenir que con el pasado. El momento presente íntegro, puro, total, aislado, desconectado”.
Nueva York exhibe a los ojos del perspicuo vilanovense todos los rasgos de una ciudad cosmopolita, formada por una población racialmente heterogénea que se abigarra, dando como resultado una raza nueva que suscita en nuestro agudo observador la curiosidad antropológica, asombrado ante la extrañeza de las combinaciones étnicas que lo incitan traviesamente a las descripciones más hilarantes que, en lo esperpéntico, tienen mucho de Quevedo y de su paisano Valle-Inclán. Camba se detiene especialmente en la población afroamericana, sin poder fingir la simpatía que le producen los negros norteamericanos, por ser para él los más humanos de toda aquella Babel: “Los negros son niños siempre por su candor y por su marrullería, por su capacidad admirativa, por sus terrores injustificados, a la par que su desconocimiento del verdadero peligro, y, ante todo por la enorme fuerza creadora de su imaginación”. Camba reprocha la marginación racista que sufren los negros, alegando que es una tontería tan superlativa como puritana el “separar” lo que por el mismo color de la piel se distingue a simple vista: blancos y negros. En cuanto a los judíos, Camba llama la atención sobre la diferencia que nota entre los que permanecen apegados a su milenaria tradición, que son los residentes en Rivington Street que “es el oriente, el mundo antiguo, la Biblia” y los que han abandonado Rivington Street para instalarse en Park Avenue y confundirse en un todo con Nueva York, estos “son hijos de los de Rivington Street, pero carecen totalmente de carácter”; también nos revela Camba que los negros de Puerto Rico se instalaron en Harlem expulsando a los judíos sin ahorrar violencias: “Hubo tiros y puñaladas, y, como a pesar de todo, los judíos se resistían, a veces, para desalojarlos fue preciso comprarles todos los gabanes que tenían en venta”; lo de los gabanes es un chiste que hay que entender por una anécdota personal que el mismo Camba nos cuenta. Sería largo comentar las impresiones antropológicas que recoge Camba, siempre envueltas en un humor más blanco que negro.
Lo que deriva de la formación de los Estados Unidos de Norteamérica es, para Camba, la gran diferencia que abisma a los norteamericanos de los europeos:

“Europa se ha formado por clasificación, de una manera que pudiéramos llamar analítica, los Estados Unidos se han formado por aglomeración, de un modo que llamaremos sintético. Europa es el análisis; América es la síntesis, y el americano no comprenderá jamás al europeo ni el europeo al americano”.
Por si fuese poco, a esta consistencia heteróclita de la población norteamericana, se le suma la enseñanza:
“…si la escuela no ha conseguido idiotizarle a usted del todo, la Universidad se encargará del resto”.
Creo que el valor que tienen todas las observaciones, vivencias y anécdotas que registra Camba en “La ciudad automática” no está tanto en lo que tienen de “documento periodístico” como en su valor paradigmático.
Camba nos pone frente a una sociedad joven que en el periodo de entreguerras (cuando escribe Camba este libro) está ascendiendo como potencia mundial; falta poco tiempo para que, tras la II Guerra Mundial, USA se convierta en el presunto defensor de occidente frente al comunismo soviético.
Sería una lectura superficial pensar que “La ciudad automática” se reduce a una andanada de sarcasmos contra una nación concreta (USA) a la que parece que todo el mundo tiene que profesar su desprecio y odio. Camba siente como una amenaza para todo el planeta lo que se está cuajando en USA, pero no arremete contra los norteamericanos por viles rencores ni prejuicios. El problema es que en USA (puede que también en la URSS; Camba lo indica, pero deja sentado que no puede hablar de la Unión Soviética por no haberla visitado) está surgiendo una sociedad donde lo humano se va anulando y todos los ámbitos de la vida se “estandardizan” (así lo escribe el mismo Camba). La “estandardización” se realiza en la vivienda, en la comida, en el vestido, en la risa, en la escuela, en la universidad, en los periódicos, en las relaciones interpersonales, en el arte, en la literatura, en la fabricación de bienes… En el crimen. Camba percibe que el estilo de vida norteamericano (automatizado y deshumanizado) planea sobre todo el planeta, amenazando con devastar las identidades nacionales.
“La libertad desaparece, y no ya la libertad política de hablar o votar, sino la libertad humana de ser de un modo o de otro”.
El sistema económico capitalista norteamericano se muestra tan enemigo de la libertad, tan homologable en sus resultados “totalitarios”, como el sistema marxista que está ensayándose por los mismos años en la URSS. Así nos dice Camba:
“Parece que una sociedad capitalista al grado de la sociedad americana debe ser todo lo contrario de una sociedad comunista, pero es igual”.
Además de los errores intrínsecos de esos sistemas económicos el peligro viene de una fuerza sobrehumana, titánica: el modo de producción masivo y la técnica. Y el peligro adquiere proporciones universales, pues el fenómeno de la “automatización” que, con tanta finura y humor, denuncia “La ciudad automática” no se debe a la presunta perversidad de una nación (los Estados Unidos de Norteamérica) ni tampoco a la supuesta malignidad de un poder visible o invisible, pero a la postre humano y consciente; no son los norteamericanos los culpables de esto que se va configurando, sino que, por su propia constitución cosmopolita y desarraigada, por su educación y por su carácter, están siendo sus primeras víctimas al haberse “vestido con el uniforme de la técnica”, como diría por los mismos años Ernst Jünger. El peligro de la “automatización” de la vida humana se debe a la irrupción de una nueva humanidad que se está troquelando en los moldes del capitalismo que fabrica en cadena, desmesurado en su afán de beneficios y ajeno a la medida humana.
“…todo el principio de la industria americana […] consiste, según he dicho tantas veces, en estandardizar a los hombres para poder estandardizar las mercancías”.
La mirada de Camba va más allá y vislumbra nuestro siglo XXI:
“Se hacen, por lo tanto, máquinas cada vez más inteligentes y se fundan Universidades cuya misión principal consiste en rebajar la inteligencia de los hombres. Máquinas humanas y ciudadanos mecánicos. Robots que parecen personas y personas que parecen Robots.
"Y esto no es nada todavía. Dentro de poco empezarán a manifestarse las generaciones de serie, producto de la eugenesia; generaciones en las que nadie será más alto ni bajo, guapo ni feo, tonto ni listo, moreno ni rubio, ni bueno ni malo. La eugenesia es algo así como el fordismo aplicado a la reproducción de la especie. Es, como si dijéramos, la reproducción en masa. Su objeto principal en América consiste en estandardizar a la Humanidad supeditando la Naturaleza a los intereses del Estado, y es indudable que no tardará mucho tiempo en conseguirlo por completo”.
Camba escribe -volvemos a recordarlo- en los años 30. Las consideraciones que teje Camba sobre la “técnica” (él se refiere a ella como “mecanización” y “automatización”) solo pueden relacionarse con la meditación que por esos años están realizando en Alemania algunos de los grandes pensadores de la Revolución Conservadora, como Martin Heidegger o Ernst Jünger. En España la percepción que se tenía sobre la técnica era bien distinta: basta leer a Ortega y Gasset o a Xavier Zubiri y veremos que los filósofos españoles tenían un concepto demasiado benevolente hacia el fenómeno de la tecnificación creciente del mundo. Es más que probable que Camba haya leído a Spengler, a Heidegger y a Jünger; pero no hace falta especular sobre las lecturas de Camba para admitir que el ambiente de la época estaba preñado de estas ideas que tomaron forma en películas como “Metrópolis” de Fritz Lang o “Tiempos modernos” de Charles Chaplin.
 “La ciudad automática” es un libro poliédrico que se lee sin poder evitar una risa cómplice por el inteligente humor de su autor. Bastaría leer “La ciudad automática” para empezar a valorar en justicia a uno de los escritores españoles del siglo XX que reúne mundología, inteligencia y estilo propio y que, por ese inveterado complejo de inferioridad tan ibérico, por ese desdén en el que se entremezclan la envidia y la ignorancia, por el esnobismo de los que sólo ven “inteligente” y de buen tono leer a los extraños… Ocurre que Camba es uno de nuestros grandes desconocidos.
Y cuando digo a los extraños, todo el mundo que me lee sabe a los que me refiero. Pero, quien no lo sepa después de leerme, puede aplicarse lo que Julio Camba dice lapidariamente:
“El escritor que se dirige a la inteligencia de los lectores, fracciona y reduce su público ipso facto, porque la inteligencia tiene formas muy diversas, y porque sólo la estupidez posee siempre un carácter uniforme. Hay muchas maneras de entender las cosas, y sólo hay una de no entenderlas”.
 *Todas las citas entrecomilladas son pasajes de “La ciudad automática”, de Julio Camba. Edición de la Colección Austral, Espasa-Calpe Argentina S. A., 1942.

miércoles, 1 de octubre de 2014

ENTREVISTA AL HISTORIADOR DANIEL GÓMEZ ARAGONÉS

La revista cultural hispánica "Raigambre" tiene el placer de presentarles una entrevista a uno de los historiadores más prometedores de España. Muy centrado en la época visigótica, su saber y habilidad están rompiendo moldes frente a los tópicos que nos han querido inculcar, tópicos que borran de golpe y porrazo el ingrediente godo, ingrediente que este joven historiador está recuperando con rigor. En estos días tan aciagos, donde nuestra identidad parece tan martilleada, sin embargo, parece que las piedras quieren hablar... Pero como dice nuestro entrevistado, también hay que saber escucharlas.

Así las cosas, nuestro historiador Antonio Moreno Ruiz entrevista al historiador Daniel Gómez Aragonés. Ahí es nada.

Pasean y vean, advirtiendo que las preguntas del entrevistador están en cursiva, bajo las siglas A.M.R., y las respuestas del entrevistado bajo las siglas D.G.A.:


Imagen de www.latribunadetoledo.es



A.M.R.
-Buenas Daniel. Antes que nada, muchísimas gracias por concedernos esta entrevista. Para empezar, háblanos de tu vida y obra, así como el que no quiere la cosa… 

D.G.A.
Muchas gracias a vosotros. Para mí es todo un placer. Ufff, resulta complicado desmenuzar la vida, la obra y los milagros de cualquier persona en unas pocas líneas. Pero lo intentaré. Nací allá por el año 1983 en Madrid pero a los ocho años ya estaba viviendo en Toledo. Por lo tanto, me considero madrileño de nacimiento, toledano de adopción y castellano en términos generales. Los vínculos con Toledo no sólo vienen por ser la ciudad que me vio crecer como persona, sino también por aspectos muy personales.

En cuanto a mi formación, soy Licenciado en Humanidades, poseo el certificado del periodo Docente de Estudios de Doctorado, la Suficiencia Investigadora y el Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en el área de Historia con un estudio sobre el visigotismo en el Toledo de los siglos XVI y XVII. Llevo prácticamente una década sumergido en el periodo visigodo a través de su estudio y difusión por medio de publicaciones, tertulias, conferencias, rutas, etc. También colaboro en medios periodísticos y con distintas asociaciones culturales relacionadas con el patrimonio humanístico y la identidad goda. En el año 2013 publiqué La invasión bizantina de Hispania 533-625. El Reino Visigodo frente a la expansión imperial (ed. Almena) y en la primavera de 2014 El esplendor del Reino Visigodo de Toledo (ed. Covarrubias). Actualmente sigo con mi labor de investigación y de estudio que, poco a poco, darán a luz nuevos proyectos.



A.M.R.
-Amigo, ¿y por qué los godos? ¿Qué te atrajo especialmente de esta parte de nuestra historia para estudiarla y reivindicarla? 

D.G.A
Pues no eres el primero que me hace esa pregunta… El pasado godo siempre ha sido una temática que ha tocado una fibra muy sensible en mí pero durante los primeros años de carrera se fue definiendo como mi proyecto de futuro. Incluso más que como un proyecto de futuro visto desde el inicio de los tiempos de la Facultad, me atrevería a definirlo (con total humildad) como un proyecto vital. Todos en esta vida tenemos un proyecto vital, hay veces que las personas están demasiado cegadas por banalidades para verlo, pero así es y yo en cuanto lo vi, decidí ir hacia adelante.

Sobre su estudio y reivindicación son tareas largas en el tiempo porque, por desgracia, es un periodo muy estigmatizado de nuestra Historia, aunque poco a poco se va viendo la luz de la auténtica realidad histórica. Siempre lo digo, lo que ayer fuimos, lo que hoy somos y lo que mañana seremos viene dado, en gran parte, por nuestro pasado godo. Y creo que ésta es una razón más que de peso para estudiar y reivindicar la época visigoda.



Imagen de www.casadellibro.com



A.M.R.
-La presencia bizantina en Hispania es un hecho histórico muy poco conocido, y la verdad es que es difícil encontrar documentación al respecto. ¿Qué nos dirías sobre el tema? ¿Pudo haber más interacción con la población de lo que pensamos? ¿Explicaría ello ciertas influencias bizantinas en la liturgia hispano-gótica, luego llamada mozárabe? 

D.G.A.
Efectivamente, quizá ese fue uno de los motivos que me llevaron a escribir mi primer libro y ahondar en esa relación de “amor-odio” entre visigodos y bizantinos. La influencia debemos buscarla, particularmente, en cuestiones políticas, ideológicas, artísticas y religiosas. No podemos entender el Reino Visigodo de Toledo sin comprender la dimensión del Imperio Romano de Oriente, Bizancio. Debemos tener presente que los grandes faros de dicha época eran en un extremo Constantinopla y en el otro Toledo. Una vez más, el Mediterráneo fue ese canal de interacción que hizo fluir las relaciones. Es muy importante conocer el influjo de Roma y posteriormente de Bizancio sobre nuestra cultura.

La liturgia hispanogoda es uno de nuestros mayores tesoros.



Imagen: Iconostasio extraído de códice hispano-mozárabe



A.M.R.
-¿Puedes decirnos tus referencias historiográficas principales? 

D.G.A.
Siempre me ha gustado tener una amplia formación historiográfica. Las referencias clásicas de Menéndez Pidal y Sánchez Albornoz (recientemente pude estar ante su lugar de descanso eterno y rinderle mi pequeño tributo personal) siempre están presentes pero mis dos grandes influencias a nivel pleno de historiografía visigoda son Luis A. García Moreno y José Orlandis. Sus obras siempre han sido pura inspiración para mí.

Por otro lado, reniego de la visión positivista y materialista de la Historia y apuesto siempre por los postulados de la identidad y de la esencia.


A.M.R.
-Y continuando con ese tema, ¿qué te parecen nombres como…?

D.G.A.
Américo Castro  Simplemente le diría: “con todos mis respetos, pero no”.

Ignacio Olagüe  Sin comentarios.

Claudio Sánchez Albornoz  No hay palabras para definir su grandeza.

Juan Antonio Cebrián  Un gran divulgador de los godos y las noches ya no son iguales sin su voz…

Serafín Fanjul  Me encanta cuando un historiador habla claramente y sin pelos en la lengua como así hace el señor Fanjul.


A.M.R.
-¿A qué crees que se debe que la historia de España esté tan mal contada, a que se haya inoculado tanto auto-odio? ¿Es algo actual o hunde sus raíces en hechos pasados, muchas veces relacionados con determinados proyectos ideológicos? ¿Ocurre esto en otros países, o sólo pasa en España? 

D.G.A.
A mi modo de ver todo se reduce al antiquísimo cainismo intrínseco al español. Sin embargo el problema viene dado cuando la Historia se convierte en un arma, pero en un arma para conseguir determinados fines políticos. En España, a diferencia de lo que sucede en otros países, no hay un “pacto por la educación”, cada comunidad autónoma actúa como reino de taifa y parece que el Neandertal de Castilla-La Mancha era distinto del de Madrid. Todo esto sumado al enfermizo nacionalismo de algunas regiones a la par que la visión de una España totalmente hermética han generado que muchas veces seamos un país de risa.

Actualmente sí que vivimos en los Siglos Oscuros, hemos perdido el contacto con nuestro ser  y nos quieren hacer perder cualquier vínculo con nuestro pasado, con nuestra tradición, con nuestra esencia, con nuestra identidad. Mientras cualquier proyecto ideológico y político no esté basado en el sagrado respeto a nuestra Historia y en el compromiso y deber de actuar acorde con ella, seguiremos yendo a la deriva.



A.M.R.
-Recuerdo que un profesor de Historia Antigua me contaba que siempre las leyendas tienen algo de verdad. Antiguamente, se pensaba que sólo hubo dos colonias griegas en España, sin embargo, contrastaba eso con la cantidad de mitos que los griegos habían proyectado sobre Iberia. Gracias a la arqueología, hoy sabemos que la presencia helénica fue mucho mayor en nuestra Historia Antigua que dos simples colonias. Siendo toledano, ¿qué puedes decirnos de las leyendas y su influencia, tanto en lo bueno como en lo malo? 

D.G.A.
Soy de la opinión de que en cada leyenda hay un poquito de Historia y viceversa. Por otro lado, los historiadores siempre debemos ser fieles a la ciencia histórica y a las fuentes. Esto no es óbice para interpretar y entender que desde los primeros tiempos el hombre ha tenido necesidad de mitos y de leyendas. Realmente podemos decir que en muchos casos el hombre ha movido la Historia a través de esos mitos y leyendas, y es ahí donde el historiador debe separar el grano de la paja pero sin desdeñar esa leyenda de turno. Al contrario, es conveniente que entienda el porqué de esa leyenda y porqué en ese preciso momento histórico.


Imagen de mbasic.facebook.com





A.M.R.
-Dice mi amigo el profesor Manuel Fernández Espinosa que con tanto negar y odiar a España, están haciendo que hablen las piedras. Curiosamente, cuando más se escupe sobre nuestra historia, más comienzan a aparecer hallazgos visigodos, hasta en Córdoba. ¿Cómo ves el futuro de la historiografía española, y más ante la profusión de mitos nacionalistas? 

D.G.A.
Querido Antonio, la Historia es maestra de vida y por mucho que algunos se empeñen en negar y odiar, la verdad siempre sale a la luz. Es más, muchas veces es preciso llegar a la más absoluta oscuridad para poder ver la luz.

En cuanto a la historiografía española y los mitos nacionalistas… Contamos con unos grandísimos historiadores de talla internacional, véase el máximo experto a nivel mundial sobre godos el citado y siempre admirado García Moreno. Por tanto, nuestra Historia va a seguir aportándonos grandes alegrías a pesar de las manipulaciones. Manipulaciones que, insisto, vienen dadas por unos intereses políticos determinados que realmente encierran pérfidos intereses económicos.



A.M.R.
-Daniel, ¿y qué te parece la idealización de Al Andalus? ¿A qué se debe? ¿Por qué se continúa con ello? 

D.G.A.
Como bien señalas en tu pregunta, es pura idealización. He llegado a pensar que puede deberse a un mero interés mercantil por vender un producto que el resto de europeos no tienen. Me recuerda a lo que sucede con el tema del Toledo de las Tres culturas, la tolerancia, etc… Ese “buenismo” que hay que predicar a toda costa, lo “políticamente correcto”.  No sé, parece que hay mucho miedo. Por supuesto que un español debe entender el significado de lo musulmán y de lo judío, negarlo sería absurdo. Pero no por ello hay que ensalzar el “paradisíaco” Al-Andalus en contra posición de los herederos del Regnum Gothorum, los reinos cristianos del norte. Debemos tener claro de donde venimos para saber si realmente vamos por el camino adecuado.


A.M.R.
-¿Puedes hablarnos de otras aficiones que ocupen tu tiempo? Porque no sólo de Historia vive el hombre…

Hay veces que sí pienso que el hombre, al menos éste, sólo vive de Historia jejejeje. Me gusta leer material que no sólo sea de contenido histórico, viajar, estar con mi gente, pasear, también soy un cinéfilo empedernido y seguidor de muchas series de TV. Y tampoco quiero olvidarme de la importancia que tiene para mí y para mi tiempo el respeto a los animales y a la naturaleza.

Realmente, soy un defensor del octavo día de la semana puesto que me falta tiempo para hacer todo lo que me gustaría.


A.M.R.
-¿Cuáles son tus proyectos para el futuro?

D.G.A.
Pues actualmente ando sumergido en varios proyectos, pero en los últimos días ha surgido uno que me ha llenado de especial alegría y que por supuesto va ligado a los godos. No puedo adelantar mucho más, de momento, así que emplazo a toda persona interesada a que me siga por facebook.


A,.M.R.
-Y bueno, para terminar, Daniel, sin escatimar agradecimientos, te damos absoluta carta blanca:

D.G.A.
Ante todo, quería darte las gracias especialmente a ti, Antonio, por esta entrevista y mandarte un gran abrazo godo desde Toledo hasta Perú. Para concluir, espero que todos los lectores disfruten con esta charla y que Leovigildo, Recaredo, Sisebuto, Wamba y compañía estén siempre con ellos.






PARA COMPRAR LOS LIBROS DE DANIEL GÓMEZ ARAGONÉS:

EL ESPLENDOR DEL REINO VISIGODO DE TOLEDO - D ...






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viernes, 26 de septiembre de 2014

HISTORIA DE UN ALEMÁN. De Sebastian Haffner

Ficha:
Título: HISTORIA DE UNA ALEMÁN. MEMORIAS 1914-1933
Autor: Sebastian Haffner
Editorial; Destino 2014.
Páginas: 312



"Portada del libro"


Luis Gómez

Algunas veces, en mis paseos por los grandes almacenes o por las bibliotecas o librerías de gran tamaño, ojeo los volúmenes que se exponen en los anaqueles, y como por instinto, alargo la mano y ojeo las portadas y carátulas de autores o ejemplares que me llaman la atención.

Por lo general suelen ser libros o autores que no conozco con antelación, y de los que espero aprender algo y, tras la lectura de sus páginas, ganarme su admiración, para así, poder buscar y leer más libros de ese mismo autor.

Este año, al ser el aniversario de la IGM, las estanterías están llenas con publicaciones que cuentan historias sobre este tema. Las editoriales buscan así reflotar a viejas glorias, dar a conocer nuevos autores o simplemente aprovechar el tirón para hacer caja.

En esa tesitura, un buen día me agencié el libro “Historia de una alemán” de Sebastian Haffner.
Sebastian es un seudónimo que el autor, Raimund Pretzel, adoptaría durante su exilio allá en Inglaterra.

El auge del nazismo en la Alemania de los años treinta, hará que muchos ciudadanos alemanes huyesen de su país para refugiarse, con más o menos fortuna, en países cercanos. Haffner huyó a Inglaterra, junto con su novia judía, y allí fue donde adoptaría ese seudónimo cuya finalidad era evitar que el resto de su familia, aún en Alemania, sufriese represalias por parte de los nazis.

Sebastian se dedicaría a la historia y a escribir en prensa británica primero, y una vez acabada la guerra en la década de los cincuenta, tras su regreso a su país, lo haría ya en periódicos alemanes. Haffner Se mostró un furibundo detractor de Hitler y de sus políticas y siempre simpatizó por el republicanismo o las ideas de los partidos de izquierdas.

Según se nos informa en la carátula del libro, “Historia de un alemán” es un trabajo póstumo del autor Raimund Pretzel, acabado a finales de los años treinta pero nunca publicado por el autor en vida, ni en su Alemania natal ni en Inglaterra.

Sea como fuese, mi desengaño ha sido considerable. El libro está tratado como un libro de memorias, donde el autor repasa su vida en su Alemania natal, mientras los acontecimientos van sucediéndose y él los va relatando desde su recuerdo. Si bien la idea es buena, la construcción del relato es insuficiente, y en algunos casos más parece una novela que un libro autobiográfico.

El lector se queda con ganas de saber algo más que lo evidente sobre esos años, y Raimund mismo lo reconoce, al decir en una de sus páginas: “¿Me equivoco o acaso llegados a este punto no estoy oyendo de verdad cómo algún lector que otro de los que hasta ahora me han brindado su paciencia y su buena voluntad ojea el libro algo inquieto? Un gesto que, expresado en palabras, diría algo así: ¿De qué va todo esto? ¿Qué nos importa a nosotros que en el Berlín de 1933 un joven llamado X temiera por la vida de su novia porque ésta llegaba tarde a una cita…” Y es que hasta ese entonces, (transcurrida la lectura de más de la mitad del libro) sólo habremos podido leer algo obvio y sin trascendencia alguna. Apuntes personales sobre como un joven se enfrentaba a las penurias o a las carestías propias de un país inmerso en dificultades económicas por haber perdido una guerra, la adolescencia y los primeros amores de juventud.



"Raimund Pretzel (a) Sebastian Haffner"

Se echa en falta alguna matización más profunda sobre el porqué de esos acontecimientos. Sobre la deriva política del país. Algo de introspección más personal sobre el sentir general de toda una nación, que poco a poco, fue asumiendo unos planteamientos políticos e ideológicos que la abocarían al mayor desastre de su Historia, y del que por el contrario, el propio Sebastian dice no saber mucho pues “no estuvo en los escenarios principales de la noticia” como cuando se quemó el Reichstag o se sucedieron las noches de los cristales rotos etc.  

El libro transcurre sin ese aliciente, y por muy sentida y vívida que sean sus experiencias, y por muy extrapolables que sean a otras vidas de la misma época, no son lo suficientemente atrayentes como para enganchar al lector en una lectura intensa y apasionada.

El libro narra su vivencia personal en diferentes ambientes, tales como su trabajo como pasante, su “mundo” y el de sus amistades, el cambio irracional que adoptan conocidos o antiguos amigos, que de repente pasan a militar en el partido hitleriano, y en definitiva, como todo se va desmoronando ante sus ojos y como con el paso de los meses, sus amistades, sus convicciones, o las de la gente que lo rodea van cambiando y como él, ante esos cambios tan radicales, se inclina por tomar una decisión trascendental: marcharse o “despedirse”, como dice el autor.

Para nada ahonda en la génesis de esos cambios. No explica el porqué diferentes personas, de diferentes ámbitos y clases sociales, de la noche a la mañana pasan a creer en algo, que unos meses antes no se habrían planteado.

Sea como fuese, a mi modo de ver, “Historia de una alemán” no es el mejor trabajo de Sebastian Haffner, y deberá de pasar algún tiempo para que me decida a comprar otro libro del mismo autor, pues en mi primera experiencia literaria con él, no me ha enganchado lo suficiente, tal y como si lo hicieron otros, como Jünger con sus "Tempestades de Acero", o Marc Ferro, "La Gran Guerra, 1914-1918" por ejemplo  


martes, 23 de septiembre de 2014

APOYO A RUSIA

-Publicamos el extenso artículo publicado por nuestro colaborador el historiador y escritor Antonio Moreno Ruiz en la prestigiosa revista La Razón Histórica:




Antonio Moreno Ruiz [131-142].


La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cayó, dizque sin apenas estruendo. Yo personalmente me alegro bastante de que desapareciera de la faz de la tierra aquella tiranía que sojuzgó a medio mundo gracias a la ayuda liberal-capitalista, como nos recordó el eminente polígrafo Alexander Solzhenitsyn QEPD, el gran anticomunista que, asimismo, fue un bravo denunciante de los errores de Occidente. No se hubiera mantenido la URSS si Trotsky no hubiera sido financiado desde Estados Unidos por los Rockefeller, si Lenin no hubiera recogido dinero en Zurich (procedente principalmente de Prusia) y si Roosevelt no hubiera proveído de constante ayuda logístico-económica a Stalin. Con todo, ¿qué es lo que venía después? No nos engañemos: Si bien fue el mundo liberal occidental el que pactó con el comunismo desde mucho antes de la II Guerra Mundial (1), todo ello era por algo. Amén de intereses comunes, ahora los buitres esperaban su carroña. Lo que ellos ni sabían ni intuían era lo que decía el ínclito jurista Álvaro D´Ors ya en 1987:

“No quisiera ocultar mis reservas frente a aquellos que, ante el conflicto Este-Oeste, toman decidido partido por el Oeste: Prefieren el Capitalismo al Comunismo. Esta opción, corriente en España como en todo Occidente, es explicable, pero no sé si es del todo acertada; en todo caso, estamos de nuevo en el error de la política del 'mal menor'.

Es evidente que en el hemisferio del Capitalismo la vida es más llevadera, y no deja de haber aquí un cierto aire de libertad, aunque las elecciones suelen estar muy condicionadas por la seducción de las masas, que ha alcanzado una perfección técnica irresistible, y que esta apariencia de libertad falta en el hemisferio comunista. Pero no es menos cierto que el deterioro humano del Capitalismo, al ser más placentero e insensible, resulta por ello mismo mucho más letal que la brutal disciplina del Comunismo. Este, por lo menos, puede hacer mártires, en tanto que el Capitalismo no hace más que herejes y pervertidos".

A ello, añadamos la constancia en la fe de muchas mujeres rusas que, como recordó el profesor letón Walter Schubart en Europa y el alma del Oriente (2), bautizaban a sus hijos aun a escondidas (Putin fue uno de ellos), manteniendo en el hogar la lumbre de la fe contra viento y marea. Es por ello que a pesar de que aún hay bastante ateísmo, la tradición cristiana vuelve a resurgir en Rusia en particular en y la Europa del Este en general.




Imagen de articulo.mercadolibre.com.uy



Con todo, en nuestros días se masca la tragedia en Kiev, y la jugada angloamericana en Ucrania viene precedida por toda una geopolítica agresiva que consiste en anular a Rusia. Desde los sangrientos conflictos provocados en el mundo árabe (¡y lo llaman “primavera”!), se ha envalentonado la carrera mundialista. El pseudo-imperio anglosionista, coaligado con los déspotas petroleros de la Península Arábiga y con los delirios de imperialismo otomano de Erdogan, actuó a saco en Túnez, Libia y Egipto, pareciendo facilonas sus prefabricadas revoluciones. Pero he ahí que en Egipto el gobierno de los Hermanos Musulmanes, apoyado por esta caterva (¡los que dicen luchar contra Al Qaeda!), ha durado poco porque el ejército, fuente de poder en el país de las pirámides, ha reaccionado con contundencia. Eso sí: A las puertas de un conflicto civil que puede empezar y acabar como el rosario de la aurora, para mayor gloria de los traficantes de armas y los colaterales intereses. Empero, donde no les ha salido nada es en Siria. Por un lado, las críticas que había hacia Bashar Al Assad en la propia República Árabe fueron disipándose con las reformas emprendidas desde el mismo Baaz (3), y lo único que han conseguido es que el pueblo sirio (uno de los pueblos más preparados, conscientes y orgullosos del mundo arábigo), en abrumadora mayoría, se repliegue a favor de su presidente y combata contra la injerencia extranjera. A eso, sumémosle la finta diplomática de Rusia, quien hizo caer al bobalicón John Kerry en sus propias palabras, haciendo las barras y las estrellas un ridículo como no se había visto en la contemporaneidad de las relaciones internacionales. Desde todo punto de vista, tuvieron que asumir la ilegalidad de una intervención armada como las de Irak y Afganistán. Obama (¡premio nobel de la paz!) y McCain, quienes estuvieron teóricamente disputándose unas elecciones, sin embargo, concuerdan en armar a los mercenarios wahabitas que, venidos del Magreb, Chechenia, el África Negra o sacados de las cárceles saudíes, siembran el caos y exterminan cristianos. Sin embargo, no contentos con la matanza de cristianos árabes (no lo olvidemos: los descendientes directos de los primeros cristianos. No es casualidad esta saña) y con este estrepitoso y sanguinolento fracaso, ahora van por Ucrania. Pero esto no es nada nuevo: Tenemos que remontarnos en el tiempo, porque a muchos les sonará la Guerra del Cáucaso, pero es que antes que la Georgia de Saakasvhili estuvo Kosovo, donde hay monumentos a Clinton y Bush. ¿Qué interés tenían los Estados Unidos en los Balcanes? ¿Hay petróleo o gas por allí? En principio parece que no, aunque hay rumores de que entre Albania y Kosovo hay reservas de petróleo y gas natural. Y la cercanía de zonas estratégicas es evidente, empezando por la presencia del Mediterráneo. ¿Pero por qué ese apoyo a Albania, y en concreto, al nacionalismo albanés que sigue ansioso de una Gran Albania que nunca existió, y más a costa de aquella tierra tan significativamente serbia (su Covadonga, por así decirlo)?

Vayamos escudriñando los tiempos:


KOSOVO:


Imagen de theorthodoxchurch.info




La Guerra de los Balcanes saltó a la palestra informativa por mor de su crueldad. En español tenemos el concepto “balcanización” y no es casualidad. Yugoslavia, esto es, “Paneslavia del Sur”, fue un engendro apoyado en su día por el imperialismo anglosajón que eclosionó tras la Gran Guerra para socavar los Imperios Centrales, y de paso, finiquitar el Imperio Ruso aun estando como aliado, que no se olvide. A posteriori, las plausibles fracturas balcánicas fueron mitigadas por una dictadura comunista encabezada por Tito, quien siendo teóricamente croata, era de sangre eslovena y judía. Por desgracia, aquí no se cumplió eso de que muerto el perro, se acabó la rabia: Aquí parecía que muerto el perro, la rabia era todavía peor, y se desencadenó una guerra de todos contra todos y sálvese quien pueda donde una Europa inservible apenas acertaba a mirar y unos Estados Unidos siempre ávidos aprovecharon para meter sus narices de lleno, apoyándose principalmente en los albaneses. Albania, un país de apenas cinco millones de habitantes, donde la religión mayoritaria es la islámica y que está enfrentado a todos sus vecinos, y que en la Segunda Guerra Mundial cooperó abiertamente con el nacionalsocialismo alemán para formar la “Gran Albania”, y luego estuvo en la órbita de los regímenes marxistas…. ¿Qué se les había perdido a los gringos por Tirana y alrededores? En verdad no mucho a priori, pero desmenuzando el percal, podemos ver que mientras Alemania se disputaba Eslovenia y otros países occidentales se disputaban las fincas turísticas de Croacia, Rusia miraba sus ojos a Serbia y viceversa. Los norteamericanos estaban pendientes de que Yeltsin dejara Moscú como un solar para extender la mano y disponer con facilidad, primero, de cuantiosas reservas de cereales, petróleo y gas, y segundo, de llegar a Asia por Europa a placer. Aparte del negocio que se podía hacer con los depósitos de armas, negocio que podría abrirse a todas las ex repúblicas soviéticas. Pero la cosa está en que no se consagró el “yeltsinismo”, y Rusia, con todos sus defectos y problemas, no sucumbió a los occidentales cantos de sirena. Apareció un tal Putin, que había sido miembro del KGB y había pululado por ahí con Yeltsin, y poco a poco se fue haciendo con las riendas.

Con todo, entonces nadie pensaba ni en Rusia ni en Serbia. De Clinton a Bush se aupaba a una mafia islámica cuyos vínculos con el tráfico turco de heroína y con la venta de órganos es más que descarado. No pocos paisanos de ellos, cuando van a España (y a otros muchos países), se hacen famosos por sus asaltantes maneras, que consisten en que amén de robar todo lo habido y por haber, apalean y violan a las víctimas. Nadie entendía a qué venía esto. Pero era el primer trazo geopolítico que adelantaba el siglo XXI. Luego de la caída del muro de Berlín, el escenario mudaba. De los Balcanes se fue a los terribles atentados del 11 de septiembre, y nos vendieron que la destrucción de las Torres Gemelas fue perpetrada por cuatro islamistas locos. De Mohamed Atta no quedó ni rastro, sin embargo, apareció su pasaporte. Ya ni se molestan en hacer bien los montajes... Después de esta brutalidad que sacudió al mundo, matando a tantos inocentes, la ingeniería social  se creyó con el campo libre. La implementación de políticas antifamiliares, ya fuera por abortismo u homosexualismo, experimentó un brutal auge. España conoció en los 80 la llamada “movida madrileña” con un Tierno Galván, socialista alcalde de Madrid, que decía que “el que no esté colocado que se coloque”, para alucinógeno aliño de la Transición; y en los 90, gracias a figuras como el venezolano Boris Izaguirre, cuyo cometido era saltar, gritar y enseñar el culo, la telebasura aumentó hasta llegar a sus más asquerosas cuotas, permaneciendo hasta hoy en este plan. El ser una loca desatada se convirtió en un reclamo profesional. Si en los años 80 las leyes abortistas se habían generalizado, todo iba ir a todavía peor, enseñando el infanticidio como un “derecho inherente a las oprimidas, explotadas e históricamente menospreciadas y vejadas mujeres” y exigiendo que el Estado lo financiase.

Por entonces Vladimir Putin veía los nefastos resultados que esto estaba trayendo en Occidente y pensaba que si Rusia seguía esa estela, no levantaría cabeza nunca y se convertiría en un país débil. Con todo, la ofensiva yanqui por convertirse en una contestable potencia unipolar seguía con sus acelerones, y fue en caucásica dirección.



CÁUCASO:

Imagen de en.wikipedia.org


Por Georgia apareció un tal Mijail Saakashvili. Su única ideología definida era que Georgia entrase en la Unión Europea y en la OTAN. Casado con una norteamericana e introductor de la CIA y el Mossad en su país, eliminó con malas artes a sus opositores y pronto se mostró como dueño y señor de Georgia, un país tradicionalmente aliado de Rusia y luego parte del imperio de los zares, que tras la caída de la URSS quedaba en la más absoluta indefinición, al igual que sus vecinos. Putin advirtió que Rusia no iba a tolerar más casos como el del Kosovo, auténtica tragedia para el pueblo serbio y para toda Europa. Sin embargo, a Estados Unidos le había salido muy fácil la jugada, y pensó que todo el monte era orégano. Ante la indefinición rampante, pretendió seguir un discurso de Guerra Fría y fomentar la división entre (teóricamente…) rusófilos y rusófobos. Saakashvili era lo segundo, y claro, resulta que en Abjasia y Osetia del Sur, buena parte de la población no quería saber nada ni de estar contra Rusia ni de la república georgiana propiamente dicha. Saakashvili no entendió eso y obligó manu militari a esa población no ya sólo a estar bajo su mando, sino a estar en la órbita de la Unión Europea y la OTAN, ante lo cual Rusia hizo valer su influencia e interés, protegiendo así a una población que se consideraba parte de su contexto patrio. En cinco días, Saakashvili hizo el ridículo más absoluto. Sus asesores norteamericanos e israelíes, así como la Unión Europea a la que tanto aclamaba, lo dejaron más tirado que una colilla. La huella que dejó en el castigado pueblo georgiano fue grave, y de ahí muchos sacaron la conclusión que ni él, ni la Europa occidental ni la OTAN eran de fiar.

Putin lo advirtió: No iba a haber otro Kosovo.

Con todo, desde Hollywood se ayudaba ya a la guerra mediática, por ejemplo con la peliculita “Cinco días de guerra”, de Renny Harlin (4). No nos llega a Occidente ni una película rusa, pero desde este lado del mundo muy pronto se utilizan la televisión y el cine para crear monstruos a conveniencia.



¿PRIMAVERA ÁRABE?


Terrorista profanando iglesias en Siria. 
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Prosigamos: Estados Unidos pensó que esto no sería más que un tropiezo, porque como decía el hoy entalegado José María Del Nido,  lo mejor está por llegar. Ya no hay Pacto de Varsovia, por tanto, hay que pensar en otra cosa, y desde las Torres Gemelas del 11 de septiembre y los trenes de Madrid del 11 de marzo (cuya vergonzosa versión oficial nadie se cree), el islamismo loco era el eje del mal según la administración Bush. Luego vino Obama, y se llevó por banda el premio Nobel de la paz. ¡Toma ya! Mas Obama seguía metido en Afganistán y dejaba Irak como un solar. Sin embargo, la estrategia parecía un poco diferente: Las dictaduras laicas de Túnez a Egipto debían ser arrasadas, dizque en nombre de la democracia y la libertad.

Si bien la ministra Condoleeza Rice parecía hacer las paces con Gadafi, la venganza que se estaba preparando era terrible. Ciertamente, Gadafi no era un santo, y le gustaba más el poder absoluto que a un tonto un lápiz, pero hay una cosa que hay que reconocerle: Su enorme habilidad política. Aunque Libia es un país con gas y petróleo, no llega a siete millones de almas, divididas en tribus mal avenidas en la mayoría de las veces. Gadafi, desde muy jovencito, aprovechó su experiencia militar y política para anteponerse como equilibrio ante los diferentes intereses y divisiones de un país de idiosincrasia beduina. Como estaba en contra de la política de Occidente, apoyó todo lo que intuía que podía fastidiarlo por dentro, ya fuera a la derecha o a la izquierda, y por eso, lo mismo hacía buenas migas con neofascistas europeos que financiaba a la Nación del Islam de los negros norteamericanos. Fue una especie de Maquiavelo moro. Con todo, lo cortés no quita lo valiente, y justo es decir que en Libia no se pasaba hambre, y era el único país del Magreb cuyos hijos no se veían forzados a emigrar, todo lo contrario de lo que acontece en Marruecos, Argelia y Túnez. Y es que tenemos que tener en cuenta lo siguiente: No hay estados-nación en buena parte del mundo. El estado-nación es un invento artificial de la criminosa Revolución Francesa, que vio su consecución con las desordenadas revoluciones del siglo XIX bajo los auspicios del romanticismo, ante un mundo que perdía acaso definitivamente el orden de las monarquías tradicionales. Querer aplicar este concepto revolucionario y partidista a otros entornos socioculturales, y más concretamente en un ambiente como el Magreb, con tanta influencia tribal, es no entender absolutamente nada. Y Gadafi sí que lo entendió bien, conociendo Europa por dentro en su juventud. Pero al final, cayó en la trampa de los gringos y los europeos, y sus buenas relaciones traducidas en negocios vieron su contrapunto en una guerra asquerosa teledirigida por Obama y capitaneada por la Francia de Sarkozy. En Túnez, Ben Alí salió corriendo a la primera de cambio. Gadafi quiso resistir, incluso tras el montaje montado por el sionista Bernard-Henri Levy en una supuesta Plaza Verde que en verdad era un plató televisivo de Qatar, tiranía petrolera aliada de los angloamericanos y muy interesada en extender su visión wahabita del islam, y en primar económicamente sobre los vecinos que puedan ser más o menos díscolos. Y hay que contarlo todo: En la cuestión libia, el papel de Medvedev, quien entonces era el político más destacado de Rusia, fue el de comparsa.

Con todo, Gadafi siempre fue una garantía de respeto para los cristianos. El único país del Magreb que recibía emigración por mor de oportunidades laborales, donde la pobreza había sido eliminada, ofrecía tolerancia tanto para los negros como para los trabajadores europeos y asiáticos. Sin embargo, pronto en la Libia postgadafista comenzaron las terribles persecuciones a los cristianos, siendo muchos negros masacrados bien por cristianos bien por gadafistas, mientras que la prensa políticamente correcta calla este odio racial, político y religioso. En Irak, el 3% de la población cristiana no había tenido problemas bajo el baazismo de Saddam Hussein; en cambio, cuando llegaron las barras y las estrellas se dispararon los asesinatos, siendo que la gran mayoría ha emigrado del país. Este patrón es el que se va a intentar reproducir en Egipto, mas allí la cosa no es tan fácil, ya que el 15% de la población es cristiana, de cóptica tradición para más señas. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes y adláteres implantaron una política de terror, apoyados por los jeques sauditas. Pero la reacción no se ha hecho esperar, a y a la par que muchos musulmanes de buena voluntad que han protegido a sus paisanos cristianos, el ejército ha reaccionado y el corrupto Morsi ha sido depuesto. Con todo, la situación en Egipto tras el derrocamiento de Mubarak (quien estaba admitido en la Internacional Socialista) es muy confusa, como ya apuntamos.

Y claro, como lo de Túnez fue pan comido y en Egipto se creó lo que se creó, Siria debería caer como una pieza más del dominó mundial. Pero he ahí que pasó lo que ellos quizá no se esperaban: Que la República Árabe de Siria resiste y se mantiene, puesto que, como dice el periodista Vicente Talón Ortiz, tiene un sistema creado, y eso no se derrumba tan fácil.

Realmente, en los pueblos árabes, como en tantos otros pueblos del mundo, el sistema de partidos políticos surgidos del mundo anglosajón y la Revolución Francesa y Francia no ha calado. Siria no es un país tribal, pero su historia está regida por caudillos y emperadores. Y si en España, que ya los romanos hablaban de la Devotio Iberica y Alfonso X el Sabio trató el caudillaje en sus Partidas, nunca calará, no esperemos que en otras latitudes lo haga. La “democracia absoluta”, cada vez más corrompida y menos disfrazada, es en verdad el poder absoluto para las oligarquías financieras que no tienen más patria que el parné. En Europa, ya ni se molestan en disimular. Para eso sirve la burocracia europeísta: Véanse, si no, los puestos a dedo en Grecia e Italia, o como a España desde hace años se le veta su potencial de producción agropecuaria, sobre todo en productos como el aceite y la leche. Y eso es lo que la administración Obama está intentando imponer en los países árabes. En Libia y Túnez, esto se antoja tragicómico. Pero en Siria, la resistencia se ha hecho efectiva. El pueblo sirio es bien avispado y no se enfrenta a “rebeldes compatriotas”, sino a mercenarios pagados por Estados Unidos e Israel y venidos de muy distintos puntos del planeta. Asimismo, Bashar Al Assad sigue siendo muy popular en Siria, y si él quisiera ser reelegido, podría serlo con relativa facilidad. A Estados Unidos le ha salido el tiro totalmente por la culata. Lejos de aprender de sus grandes errores históricos, se creían que el cuento del Maine, con el que invadieron las últimas Españas Ultramarinas, les iba a salir de rositas siempre. En el Vietnam no fue así. Franco le advirtió por carta a Johnson que la guerra estaba perdida, que se fuera de allí; y también le dijo que Ho Chi Min era un patriota. No sabemos qué brillantes conclusiones sacarán de estos hechos aquellos que piensan en Rusia y se les viene la URSS al momento. Nosotros le podremos oponer aquello que dijo el mentado y añorado Solzhenitsyn (5): "Tienes que entender. Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos. Ellos odiaban a los rusos. Ellos odiaban a los cristianos. Impulsado por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin una pizca de remordimiento humano... Con sus manos manchadas de sangre, muchos de mis compatriotas sufrieron más horrendos crímenes que cualquier pueblo o nación alguna vez haya sufrido en la totalidad de la historia humana. No estoy exagerando. El bolchevismo ha llevado a cabo la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo sea ignorante e indiferente sobre este enorme crimen es prueba de que la media mundial está en manos de sus autores." Y es que Solzhenitsyn no se cansó de denunciar que en verdad en  Occidente no existía propaganda anticomunista sino antirrusa. Desde los Estados Unidos, se enfocaba el problema soviético como el problema del "malvado ruso", obviando que muchos soviéticos eran judíos, georgianos, bálticos, o incluso "ucranianos"... Y obviando que el pueblo ruso fue el pueblo que más vidas y sacrificios entregó en esta trágica parte de su historia, siendo que la diáspora de rusos es superior a veinte millones de personas esparcidas por Europa y Asia. Y encima, seguimos con la propaganda del "ruso malo", volviendo ahora a reverberar el facilón discurso, convergiendo en Occidente lo mismo a través de liberales que de progres, feministas y neonazis, quienes en Ucrania se unen con el mayor de los desenfados, bajo el mando del mentado Bernard-Henri Levy. La ofensiva estadounidense utiliza a estos diversos grupos juntos y revueltos intentando sacar de quicio el sentimiento antisoviético (¡a buenas horas, mangas verdes!) y los choques interétnicos, y mientras que en Europa se armó la escandalera del siglo cuando el partido griego Amanecer Dorado obtuvo representación parlamentaria, sin embargo, nadie ha hablado del racismo de Svoboda, Pravdy Sektor y compañía, cuyo odio a rutenos y polacos es público y notorio. Y claro, tampoco se quiere caer en la cuenta que buena parte de Ucrania, al ser uno de los territorios tradicionalmente rusos, es rusófona, y que en verdad Crimea jamás ha sido ucraniana como tal.

Con todo, a ciertos pretenciosos historicismos utilizados por románticos tardíos, se les podrían oponer muchos otros y desde un punto de vista español, en especial sobre cómo la monarquía rusa apoyó la causa de Carlos V de España, o cómo a posteriori Jaime III, rey legítimo y gran patriota español, que fue vetado en la armada austrohúngara y sin embargo, sirvió a las órdenes del zar Nicolás II.

Y es que de todas formas, aquí no se trata de Putin o no Putin, se trata del papel geopolítico y espiritual que juega Rusia en nuestro tiempo, en el tiempo de un Kerry cuya pérdida electoral es recompensada en la más alta burocracia. Lo mismo le sucedió a Hillary Clinton. Estos son los méritos del autoproclamado “país de las oportunidades”…

Amén de la gran jugada diplomática de la Federación Rusa, que ha impedido una intervención directa –imitando los modelos de Afganistán e Irak-, estamos ante el único país europeo que le ha ofrecido un protectorado a los cristianos árabes (ofreciéndose a colaborar con el Vaticano, si se diera el caso), esto es, los descendientes directos de los primeros discípulos de Nuestro Señor Jesucristo, mientras que la cómplice Unión Europea calla ante este genocidio perpetrado por las armas y los dineros anglosionistas.

Pero en Siria no acaba la cosa. Estamos inmersos en una nueva fase.



UCRANIA:


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En Ucrania se ha intentado algo muy parecido a lo que se coció en Georgia. Desde hace años se patrocinó desde Occidente la llamada “Revolución Naranja”, que consistía en desplazar a los sectores políticos que pudieran ser rusófilos e instalar en el poder a los rusófobos, resucitando la dialéctica de la Guerra Fría y tocando determinadas fibras sensibles. Cierto es que en Ucrania está muy presente la masacre de Holodomor, todas las terribles hambrunas y persecuciones. Pero es que los rusos también fueron víctimas de esa tiranía. Además, ¿no era Stalin georgiano? ¿No era Jruschev ucraniano? El nacionalismo no casa con la objetividad histórica. Intentar explotar el drama de los crímenes del comunismo (que no hay que olvidar ni soslayar nunca) con una geopolítica actual es una desfachatez. Ucrania es una de las cunas de Rusia, la Rus de Kiev, la Rusia Pequeña (al igual que Bielorrusia es la Rusia Blanca) y por lógica, la integración geopolítica se impone en un mundo global. Ya que hablamos de Solzhenitsyn, no está de más referir que él era hijo de un cosaco ucraniano. Ucrania no es un país independiente de toda la vida: Fue desgajada de Rusia por el comunismo. El nacionalismo ucraniano, como todo nacionalismo, no deja de ser un artificio que tiene que recurrir a manipulaciones cuando no a directas mentiras. Y para subsistir, se echa en brazos de “Occidente”, el cual está consiguiendo lo que la URSS no pudo.

No hace mucho que los intereses eslavo-orientales y angloamericanos están colisionando en el Ártico, todo un mundo de materias primas por explorar ante la dificultad del hielo. Sin embargo, lejos de limar asperezas, los Estados Unidos, a través de Europa, quieren cortarle a Rusia la salida al Mar Negro, lo que significa también el Mediterráneo, esto es, un mar cálido que le conecta con más de medio mundo. Y Rusia siempre ha adolecido de mares cálidos, básicamente porque otros países europeos la han querido cercar todavía más que los turcos. Así fue el lamentable papel del imperio británico y la Francia bonapartista en el siglo XIX.

En fin, el caso es que, intentando reproducir los desórdenes de Egipto, de la mano de sionistas europeos y demócratas y republicanos yanquis, los mismos que aúpan a los terroristas sirios (aún están frescas las imágenes de McCain con el wahabismo internacional), han intentado deponer al presidente Yanukovich para poner en su lugar a todos sus amigos, empezando por Yulia Timoshenko, procesada por corrupción.

Por desgracia, el fin de la URSS no supuso el fin de la corrupción, y más en los países que quisieron girar hacia la Unión Europea y Estados Unidos. Yanukovich, aun no estando en esa órbita, no escapa tampoco al tal caso. El desconcierto ha sido aprovechado por las oligarquías de más diverso pelaje. Con todo, Putin no dejó de ofrecer acuerdos económicos muy ventajosos para la administración de Kiev, mientras que Estados Unidos lleva años extendiendo su escudo antimisiles y forzando a las naciones más “díscolas”, como pueden ser Irlanda, Hungría o Polonia, a entrar en la dinámica homosexualista y abortista supervisada desde los despachos de Bruselas. Estados Unidos interviene política y directamente, y sin embargo, se pone de los nervios cuando Rusia ofrece meros acuerdos económicos.

En esta confusión, aparte de que a la oligarquía ucraniana no le ha salido la jugada, y a pesar de su euro-yanquismo, ya Bruselas le está imponiendo los célebres recortes y subidas. No les afectará a Timoshenko y compañía, por supuesto, que como el resto de las oligarquías del Viejo Continente, se seguirán enriqueciendo; así que no les va a temblar el pulso en aplicar tijeretazos.

Con todo, resulta que los crimeos han dicho que nanay de la China, que ellos quieren formar parte de Rusia. Y ya Estados Unidos se echa las manos a la cabeza. Como en Siria, Putin les juega en su propio terreno y los hace esclavos de sus palabras. Otra vez Kerry muestra impotencia y McCain queda como lo que es… Y claro, lo de Kosovo es válido pero lo de Crimea no. En el primer caso se pasó por encima de sus serbios pobladores, en el segundo, son sus pobladores los que han reivindicado su ligazón rusa. Y reiteramos, ya lo advirtió Putin: No iba a haber más Kosovos.

Por supuesto que esto de Ucrania no acaba aquí y todavía dará muchísimo más que hablar. Y es por ello que ahora nos compete ir remachando nuestra temática.



HABLANDO EN GENERAL:

Cuando se habla de Rusia, en seguida salen los términos “URSS” y “Putin”, como si fueran una especie de simbiosis indivisible per secula seculorum. Por esa lógica, colegiremos que la Alemania de la Merkel es nazi (o comunista, ya que la susodicha fue más roja que diablo en salsa), y que España es franquista. Menudos lumbreras los anacrónicos interesados… Que no es eso, que no es eso… Pero bueno, ya en serio, y dejando de lado las anteojeras, podemos decir lo siguiente, centrándonos en lo que sucede en tierras eslavas:

-Se está formando el lío del Monte Pío. Por un lado, tenemos en Kiev a hooligans/skins, Femen, liberales y progres, y por el lado moscovita vemos a zaristas, "eurasiáticos" y nostálgicos soviéticos. Los primeros acusan de sovietismo, los segundos de fascismo, y Occidente compara a Putin con Hitler... Definitivamente: Los esquemas ideológicos forjados en los desastres del XIX y el XX ya no sirven. Con todo, ¿será que en verdad Perón fue un adelantado a su tiempo y que lo que se va a imponer son formas peronistas en distintas partes del mundo? ¿O estamos ante un nuevo proceso hegeliano de tesis/antítesis/síntesis? Sea como fuere, si en Argentina hay quien le coloca gorros frigios a la Virgen de Luján, si en Francia hay quien le coloca el Sagrado Corazón de Jesús a la bandera tricolor, o si en Albania, país que se enorgullece del islam como religión nacional y sin embargo, el héroe patrio es Skanderberg, quien en el siglo XV luchó denodadamente contra el mahometismo, ¿por qué no iba a haber en Rusia una parcela de desquiciamientos provocados por el siempre irracional nacionalismo? Que conste que ni me gusta ni justifico, pero no hay otra cosa en esa confusión de banderas, no pretendamos ver “más allá”, o al menos, no más allá de lo que tenemos ante nuestras cercanas narices. Y, desde luego, no pretendamos ver los derroteros de la política rusa en particular ni de otras muchas políticas del mundo en general con ojos de telediario occidental.

-La idea de "Eurasia" es, en todo caso, buena o plausible para los pueblos eslavo-orientales y sus aliados más próximos. Si se pretende un sistema de alianzas fundamentales, puede ser interesante. Ahora bien: Si se pretende hacer de eso una consecuencia europeísta post-Thiriart, es un fracaso anunciado. Europa per se no es nada, más allá que un conjunto de diferencias y debilidades; y menos todavía si aderezamos el asunto con un vago espiritualismo que en el fondo no es más que relativismo religioso. El "paneuropeísmo", y más sin un espíritu claro y definido, está claro que no va a ninguna parte. Caso similar, salvando las distancias, ha sido el del panafricanismo. Con todo, no siendo duguiniano (Duguin me parece un "Toltsoi de derecha" y en todo caso me parecen inmensamente mejores Dostoyevski y Solzhenitsyn), le doy un mérito a Duguin, y es que por lo menos, aun equivocado si está hablando de "bloque", busca algo autóctono para su pueblo. Muchos que critican a Duguin no hacen sino querer copiar modelos extranjeros y nada aportan a lo que debería ser la Hispanidad (6).

-Y que quede claro de una vez por todas: Aquí no se trata de Putin sí o Putin no. Por encima de Putin, nos interesa la fuerza geopolítica y espiritual de Rusia. Con Putin se podrá estar de acuerdo o no, pero hay que auscultar algo más importante, puesto que los gobernantes pasan mas las patrias permanecen: Por encima de las convicciones personales de Putin, hay que ver si está actuando conforme a las convicciones, la espiritualidad y la tradición de su pueblo, o si al menos, se adecua a ello aun por conveniencia; o si, por el contrario, algún día elige ponerse en contra de él, como Bush y Obama. Si la primera opción va calando, y de hecho si siguen cercando a Rusia para anularla, creo que se puede provocar una reacción, o por lo menos un principio de eso. Putin en efecto está haciendo una síntesis de la tesis historicista y la antítesis soviética, lo mismo glorifica la "Gran Guerra Patria" que manda que los niños estudien Archipiélago Gulag en las escuelas. No sé muy bien qué puede salir de Rusia Unida y compañía, pero también sé que Rusia, con la situación actual, necesita de un liderazgo sólido y fuerte. Y por supuesto, de una monarquía, y de tantas otras cosas como erradicar los terribles problemas económicos y morales que la acucian. Ahora bien, mucho me temo que no hay mucho margen para “alternativas grandiosas” a corto plazo.

Como ejemplo de praxis, podemos decir lo siguiente: El Partido Social Nacionalista Sirio no es el Baas de Al Assad, pero gracias a su influencia popular y a sus milicias organizadas, logra influir en el gobierno de Siria.Valga el siguiente ejemplo: El Partido Social Nacionalista Sirio no defiende en absoluto el régimen, pero sabe de su fuerza y popularidad, y que si Al Assad cae derrocado, lo que venga será mucho peor, sobre todo para el 10% de la población que es cristiana; y por ello entra en coalición con el Baaz y hasta puede influir en el gobierno. No sé si algo parecido puede pasar en Rusia a través del asociacionismo (modelo suprapolítico y superior en resultados); con todo, lo que sí sé es que Occidente no vale para nada, y que si algún país tendría razones buenas para ser rusófobo por la pseudo-lógica anacrónica de la Guerra Fría, ése sería Hungría, y sin embargo, su política se orienta cada vez más a la amistad con Rusia.

Reitero que a mí Putin ni me va ni me viene, y que por supuesto, no digo que no tenga cosas criticables. Ahora bien: Todos esos grandes teóricos conspiranoicos de lapidaria y anacrónica retórica (que se esparcen por diversos sectores), ¿se han preocupado de intentar llevar a la práctica sus respectivas infalibilidades, o siquiera de informarse un poco y de intentar ser medianamente ecuánimes ante la realidad por encima de sus romanticismos? Por desgracia, la respuesta es obvia, y así les (y nos) luce el pelo.

Por otra parte, en estos enlaces pueden ver un par de vídeos cortos:



Rusia: los cosacos avanzan. | Europa semanal

En su época, los cosacos ayudaban a los zares a asegurar las fronteras de su imperio y a conquistar nuevos territorios.


Reproducir video
La Educación en la Nueva Rusia de Putin, ¡QUE ENVIDIA!
Duración: 3:12


Bien, ¿alguien me puede mostrar dónde ocurre algo parecido en Occidente? Como decía el peruano general Odría: “Hechos, no palabras”. Y a hechos como estos me refiero cuando hablo de Rusia.

Frente a la degeneración en todos sus ámbitos (que del homosexualismo cabalga hacia la legalización de la pederastia) (7), frente a un Nuevo Orden Mundial que sólo escuche las voces de Washington y Tel Aviv, en la práctica no tenemos otras muchas herramientas. Estamos ante un enésimo paso revolucionario, que esta vez viene más descaradamente desde un extraño anarquismo financiero: Los señores del dinero. Y algunos siguen queriendo tapar el sol con un dedo...

Se entiende que en un mundo falto de fe, ni lo que “profetizó” el mentado Walter Schubart (8), así como el mensaje de Nuestra Señora en Fátima, no tendrá “consecuencias”. Otros en cambio intentamos analizar los tiempos desde el pasado y sí creemos, sin ser milenaristas ni necesitar de falsos paganismos redivivos, que el reencuentro con el cristianismo oriental puede ser un clave plausible. ¿Que eso no tiene nada que ver con Putin? Ni lo sé ni me importa, pero tiene que ver con Rusia. Que es lo que me importa. Por eso apoyo a este pueblo que tantos años de padecimiento parece anhelar la vuelta por sus fueros, aun con todos los defectos del mundo. ¿Pero quién no los tiene?

En fin, y para terminar de verdad, puedo decir que no sé si con este extenso artículo habrá quedado clara mi postura. No soy ningún “rusófilo nuevo”, la cultura rusa me ha fascinado desde hace mucho tiempo. Yo diría que desde que vi la película “Doctor Zhivago”, con el papelón de Omar Sharif por bandera. Luego vinieron las lecturas de Dostoyevski, algún picoteo de Gogol, Chejov, Soloiev y Berdiaev, algo de Tolstoi (que ha ido de más a menos), y por supuesto, Alexander Solzhenitsyn, el gran culpable definitivo de mi interés para con todo lo que significa Rusia. Entre lecturas solzhenitsyanas leí, asimismo, el Strannik, el libro del peregrino ruso, que, salvando las distancias, es algo así como un camino de Santiago eslavo-oriental. Y al final siempre vuelvo a D. Alexander, cuyas lecturas comencé a compartir con mi señor padre en una época entrañable de mi vida, y su influencia es visible en aquellos medios que me han permitido colaborar, en forma de artículos y apologías, y teniendo un poema a su memoria en mi libro En voz alta (9). Esta “rusofilia cultural” no me lleva a una ceguera política, sino que al escudriñar lo que hay dentro de Rusia, y al ir conociendo progresivamente sus paralelismos con España, creo que hay un potencial a destacar, y que sabiendo moverse, en este mundo moderno, se pueden hacer cosas. Existe el libre albedrío: En el mundo, aunque haya poderosos con más malas ideas que un gato pisado por el rabo, no tenemos por qué ser marionetas y sí que podemos trabajar por mejorar las cosas, aunque por supuesto, siendo conscientes de que el paraíso no es de este mundo y la victoria siempre pertenece a Dios; por lo cual, me reafirmo: Apoyo a Rusia desde una mentalidad fuertemente hispanista.



He dicho.





Notas
(1) Recordemos que Trotsky fue financiado por los Rockefeller y recomendamos el excelente libro Lenin en Zurich, de Alexander Solzhenitsyn.

(2) Un breve comentario sobre el particular: 


(3)Ya hablamos en su día:






(6) Algo intentamos aportar al respecto: http://www.revistalarazonhistorica.com/24-1/


(7) Véase el trabajo del ensayista francés Alain Soral: https://www.youtube.com/watch?v=STuJ5Q75ExQ


(8)Recuérdese (2)