RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

domingo, 6 de marzo de 2016

HONOR Y GLORIA A ALEJANDRO FARNESIO

Imagen de www.abc.es



Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Uno tiene la suerte de tener un señor padre harto aficionado a la Historia. Desde muy niño, empecé a leer biografías, amén de una enciclopedia que Domínguez Ortiz dirigió con notables profesores con la Editorial Planeta. Y uno de los personajes predilectos de mi padre para con nuestra Historia es Alejandro Farnesio. Por supuesto, es un sentimiento compartido. Y sin embargo, estamos ante un gran olvidado, cuando no desconocido. No aparece apenas en los planes de estudio, por no decir nada, y ya les adelanto que la universidad es más de lo mismo. Y lo más triste y amargo es que apenas hay biografías sobre este gran héroe en lengua castellana.

Y a todo esto, ¿quién fue Alejandro Farnesio?

Me temo que para responder correctamente no cabrían páginas en el mundo.

Por mi parte sólo puedo realizar un pequeño homenaje pues a este gran guerrero católico, defensor de la Hispanidad hasta los tuétanos:

Alejandro Farnesio fue el Tercer Duque de Parma. Nacido en Roma en el 1545 y falleció en Arras en el 1592. Fue hijo de Octavio Farnesio y de Margarita de Austria y Parma, siendo ésta era hija natural del Emperador Carlos I. Se educó en la Corte de Madrid y en el 1565 contrajo matrimonio con María de Portugal, nieta de Manuel el Afortunado. Una política muy seguida de cerca desde los Reyes Católicos y la Maestría de Avís; siendo su mejor artífice a posteriori Felipe II. Y es que nuestro héroe también fue educado codo con codo con Carlos, hijo de Felipe II, y con Juan de Austria, hermanastro del mismo glorioso y mentado rey.

Desde muy niño, Alejandro Farnesio mostró gran habilidad para la milicia y un gran interés por las letras, siendo desde muy pronto destacado en las mejores Cortes de la Europa.

Participó en la victoriosa Batalla de Lepanto (1571), batalla en la que la victoria de las armas españolas y sus aliados libró a buena parte del Viejo Continente del peligro turco-islamista que asolaba a través del Mediterráneo. En el año de 1577, pasó a los Países Bajos, reclamado por el que era su gobernador, su tío Juan de Austria, quien, poco más tarde de alcanzar sepultura, le nombró como su sucesor en tan ardua tarea. Alejandro Farnesio se mostró no sólo como un valiente e inteligente soldado, sino también como un habilidoso diplomático. En el 1579, por el Tratado de Arras, logró que las Provincias del Sur, católicas, rompieran su alianza con las protestantes y reconocieran a Felipe II como rey. Como respuesta, Guillermo de Orange y las Provincias del Norte firmaron la Unión de Utrecht en el 1579, y en el 1581 proclamaron gobernador de los Países Bajos al Duque de Anjou, hermano del rey de Francia. Tropas gálicas acudieron en apoyo de los protestantes y lograron adueñarse de varias plazas, entre ellas Amberes, en el 1585; pero pronto hubieron de replegarse. Con la recuperación de Amberes en el 1585 y la derrota de las fuerzas inglesas llegadas en socorro de las recién constituidas Provincias Unidas (Conquista de La Esclusa, en el 1587), Alejandro Farnesio aseguró el dominio español sobre Flandes y Brabante. En el año de 1590, desatiendo sus consejos y aíno de noble entusiasmo, Felipe II le ordenó pasar a la Francia y apoyar a la Liga Católica. Alejandro Farnesio obligó a Enrique de Borbón-esto es, el futuro Enrique IV-a levantar el Sitio de París, y luego le derrotó en Ligny. “París bien vale una misa“ es el recuerdo de la Victoria de San Quintín.

Nuevamente en Flandes, socorrió a Nimega, cercada por las Provincias Unidas. En el 1592, retornó a Francia, liberando Ruan, sitiada por Enrique de Borbón. Poco después, cuando preparaba una nueva campaña en la Francia, murió en Arras.

Alejandro Farnesio fue uno de los mayores y mejores consejeros de Felipe II. Ante la empresa de la Grande y Felicísima Armada, bien sabía que los puertos de los Países Bajos se encontraban bloqueados por los protestantes (con la inestimable ayuda de los judíos, por cierto); ante lo cual era partidario primero de asegurarse y esperar para efectuar pues el socorro a Irlanda y preparar mejor una plausible derrota de la Pérfida Albión. Asimismo, no se veía con recursos para cumplir su papel y emprender tan costosa tarea, como bien han puesto de relieve Carlos Canales y Miguel del Rey en su genial Las reglas del viento (1).

Para la festividad de la Epifanía del Señor del 2004, le hice un regalo a mi padre que le causó mucha ilusión (de las pocas ilusiones que le he causado en la vida, para qué nos vamos a engañar…) Rebuscando por internet, fui a dar con Iber-Libro (2) y encontré una biografía de Alejandro Farnesio escrita por Julián María Rubio en 1939. Porque todo lo que se informe uno sobre la gran vida de Alejandro Farnesio es poco, y de esos datos, sumados a los que yo sabía, escribo como puedo de este gran prócer, que es un gran ejemplo de una parte de nuestra Historia que con orgullo mostramos como nuestro mayor tesoro. No porque pensemos que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino porque admiramos aquella España que se erguía orgullosa desafiando a lo imposible. Frente a la Leyenda Negra y al complejo de inferioridad, hemos de amar lo nuestro, y para amar hay que conocer. Y es por eso que reivindicamos la figura de Alejandro Farnesio, uno de tantos que merece honor y gloria y no desmemoria y vilipendio.


(1) Para más detalles sobre este libro, véase:



(2) Página de Iber-Libro: www.iberlibro.com

miércoles, 2 de marzo de 2016

HIJOS DE CASTILLA


Momento del Acto en las Navas de Tolosa

Rafa Bocero,
Asociación Juvenil Gran Capitán de Córdoba


Y otro año más, Castilla vuelve a ser olvidada, Fernando III sustituido, la historia manipulada.
 
Roma no paga a traidores, le dijeron a los asesinos de Viriato, pero la España contemporánea sí. En las escuelas se concentran los alumnos para conmemorar la invención de un terrateniente islamista, un vividor que hablaba sobre los males de la sociedad y traidor a la auténtica Fe española. Soñador con una quimérica tierra de paz musulmana, mientras pisoteaba con sus palabras y acciones el recuerdo de todos aquellos que murieron bajo el yugo islámico. En las escuelas de nuestra tierra, los alumnos, en vez de estudiar la auténtica Historia de España, son obligados a escuchar un himno que no representa en justicia a ningún pueblo. Supuestamente toman un desayuno "típicamente" andaluz, pero diferente en cada una de las provincias de la tierra llamada Andalucía.
 
Hoy vemos tristemente como este personaje, es alabado como mártir,  y como sus infaustos planes se van cumpliendo.

Pobre Andalucía, histórica Castilla la Novísima, tierra de españoles; pobre historia de cada ciudad y pueblo, pues según la doctrina oficial del andalucismo, nunca ha habido mayor esplendor en nuestra tierra que con el islam. Tierra de paz hablan algunos, de las tres culturas dicen otros. Cuando lo cierto es que el terror era la única realidad para quien no profesase la fe de Mahoma; y la miseria, la esclavitud y la muerte su único destino. Y aun así, en pocas tierras como en esta, fecundó con tanta fuerza la Fe cristiana gracias a la sangre con que sus mártires regaron sus tierras.
 
Pero saben que se equivocan, por eso nos quieren callar la boca, pues saben que a poco que excavemos los cimientos, en Cádiz, Huelva, Málaga, Granada y Almería saldrán restos fenicios, así como en Córdoba, Sevilla o Jaén romanos.
 
Qué mal hemos hecho Señor para que se nos castigue de esta manera, donde muchos ciudadanos no quisieron la creación de una Comunidad, siendo Almería la última resistencia. Que a prisa y corriendo provocó que cambiaran las leyes para que de Castilla fuéramos desterrados.

Yo no soy hijo de la Andalucía islámica, mi madre es Castilla, quien junto a los leones nos protegió.
 
Renuncio pues a dicha maldición, y con esperanzas resisto siempre en guardia a que Castilla vuelva para liberarnos. Cual misma hazaña realizara el rey Santo, que Sevilla guarda.

Algunos de los participantes en los actos de Navas de Tolosa (Jaén)
 

viernes, 26 de febrero de 2016

28 DE FEBRERO: NADA QUE CELEBRAR (2016)

Pendón de San Fernando III de la Reconquista de Sevilla, expuesto en la catedral.



Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor



Ante la llegada de un nuevo 28 de febrero, desde esta revista cultural hispánica manifestamos que no celebramos a Blas Infante Pérez de Vargas, individuo al que el pueblo andaluz jamás le dio ni su adhesión ni su voto; individuo que renegó de su apellido compuesto de nobleza castellana reconquistadora. No celebramos su camaradería con los separatistas antiespañoles que odiaban a Andalucía. No celebramos su islamismo, ni su odio a la tauromaquia, ni su odio a la Corona de Castilla y a los visigodos. No toleramos que un señorito que hacía las veces de ensayista pedante quisiera arrebatarnos nuestros valores espirituales y culturales más preciados en nombre de un exotismo que no existe. Y por supuesto, tampoco celebramos a este régimen corrupto y ladrón que, desde el PSOE y el PP a Podemos nos ha llevado a la miseria más absoluta, en nombre de banderas musulmanas y odios irracionales que sólo disfrazan un choriceo señoritingo-progre que nunca cesa.

Exigimos memoria histórica: En el año 711, jinetes moros atravesaron el Estrecho de Gibraltar e impusieron por la fuerza su cultura y su religión, oprimiendo a los indígenas hispanos y destrozando la Spania visigótica. Esta terrible invasión duró casi ocho siglos; ocho siglos en los que toda España peleó para liberarse del yugo extranjero.

Vinieron a llevarse nuestras riquezas.

Vinieron a llevarse a las mujeres para sus harenes, forzándolas, violándolas.

Vinieron a explotarnos, humillarnos y someternos.

Ningún pueblo celebra a sus genocidas.

No hay nada que celebrar en este vergonzoso día, y mucho menos, con forasteros o extranjeros como el holandés Kichi, ocupante del ayuntamiento de Cádiz, que en vez de reprochar a sus paisanos sus años de esclavismo y piratería, viene a insultar el día de la Hispanidad. No es de recibo que vengan extranjeros desagradecidos a escupir sobre nuestra memoria; como no es de recibo que el imperio británico siga invadiéndonos en Gibraltar.

Basta ya.

Derecho a decidir:

Derecho a celebrar a Ben Hafsún como el precursor de nuestra independencia y a Fernando III el Santo como nuestro patrón y libertador.

Derecho a que se hable claro sobre el fraude que supuso la votación del estatuto de autonomía, votación a la que se negó a acudir más del 60% del pueblo andaluz, y muy especialmente Jaén y Almería.

Derecho a que los pueblos de las Españas no vivamos enfrentados, sino hermanados.

Derecho a que se reconozca a Andalucía como encuentro del Atlántico y el Mediterráneo, como artífice de la hispanidad de Canarias y América y de la consiguiente expansión de la lengua de Cervantes, la misma que tuvo a Elio Antonio de Lebrija como gran gramático.

Derecho a que no se olvide nuestra herencia céltica, ibera, romana y visigoda.

Derecho a que se reconozcan nuestros lazos de hermandad con Portugal (especialmente con el Algarve) y con los pueblos del sur de Italia, y a dejarnos de zarandajas de imperialismo marroquí.

Derecho a que la Unión Europea deje de perjudicarnos para beneficio de Marruecos y Turquía.

Derecho a que se restablezcan los blasones tradicionales de nuestros cuatro reinos.

Derecho, sí, derecho a decir no a una pantomima neomorisca más.

NO AL 28 DE FEBRERO DE BLAS INFANTE, SÍ AL 28 DE FEBRERO CON "F" DE FERNANDO III EL SANTO.





 Cuadro de San Fernando III en la catedral de Jaén.
Imagen de www.rafaes.com




sábado, 6 de febrero de 2016

JUDAÍSMO A LA CARTA

Imagen de www.tu-pc.com

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Leyendo la novela Cienfuegos del escritor canario Alberto Vázquez-Figueroa, me encuentro una vez más en mi pajolera vida con una visión totalmente deformada y maniquea de nuestra historia, en directa relación con una judeofilia empalagosa a fuer de excesiva y embustera. Vázquez-Figueroa dice que los judíos son un pueblo tradicionalmente amistoso… Claro, Josué es una de las figuras que nos demuestra este aserto. Y el estado de Israel nos lo acaba de certificar.
Con todo, esto no es culpa de Vázquez-Figueroa. O al menos, no es su exclusiva culpa. El judaísmo a la carta es algo que en España afecta tanto a liberales como a marxistas. Es más: No se entiende la versión marxista de España sin su clarísimo antecesor liberal-negrolegendario. Sea como fuere, centrándonos en la obsesión judaica, podemos hallar varios apartados:
- España fue racista.
- España perdió a los intelectuales y a los que hacían trabajos manuales.
- España entró en decadencia por culpa del edicto de expulsión de los judíos emitido en 1492.
- Como los judíos generaban riqueza, por eso somos pobres.
- Los judíos son un pueblo amistoso, perseguido por todo el mundo cuando no se han metido nunca con nadie.
Analicemos las partes para llegar al todo. Hagamos pensar poco a poco a los repetidores y propagadores de tópicos/embustes:

ESPAÑA FUE RACISTA
-Si España fue racista, ¿por qué permitió quedarse a los judíos que abrazaron el cristianismo? (medida por cierto más que ingenua que nos costaría muchísimos quebraderos de cabeza, tema admitido por los escasos conversos sinceros...)¿Por qué desde primera hora hubo negros libres que embarcaron para América, desde los negros curros de Sevilla y Cádiz a La Habana, hasta Juan Valiente, conquistador de Chile?¿Cómo es que el negro Juan Latino fue profesor en Granada y pudo contraer matrimonio con una muchacha blanca y de familia ilustre encima? ¿Cómo es que la misma Corona fomentó en el Nuevo Mundo los matrimonios entre españoles e indias y viceversa desde los tiempos de Isabel la Católica? ¿Por qué el primer poblado de negros libres en el continente americano fue en la Florida española? ¿Por qué el mestizo Inca Garcilaso fue soldado de Juan Austria y enterrado con todos los honores en la catedral de Córdoba? ¿Por qué la Corona de Castilla reconoció los títulos de nobleza desde los descendientes de Moctezuma a la nobleza inca? ¿Por qué, de hecho, los indios fueron los mayores enemigos de los independentistas a principios del siglo XIX? ¿Acaso no dijo Joaquín Posada Gutiérrez, general bolivariano, que “he dicho poblaciones hostiles, porque es preciso que se sepa que la Independencia fue impopular en la generalidad de los habitantes; que las clases elevadas fueron las que hicieron la revolución; que los ejércitos españoles se componían de cuatro quintas partes de hijos del país; que los indios en general fueron tenaces defensores del gobierno del Reino, como que pretendían que como tributarios eran más felices que lo que serían como ciudadanos de la República”. Según el criterio de los negrolegendarios, ¿es que los muchísimos indios realistas eran tontos?
No sé, para tener una “mente/política racista”, los hechos no parecen cuadrar.
Sea como fuere, bueno sería saber desde cuándo los judíos son una raza; porque a decir verdad, en la religión judaica se dan todas las razas, y en buena medida, la procedencia de conversos europeos/caucásicos. También hay judíos de raza negra: Los falashas etíopes. También están los sefardíes, ya mezclados con árabes, bereberes, turcos, etc. O los judíos kurdos. Sin embargo, hay quien considera que los judíos son una “raza pura semita”, cuando en verdad es que son los menos semitas de entre los pueblos semíticos, válganos la redundancia. Los árabes son más semitas que los judíos. Pero esto del “semitismo judío” no es más que un racismo/nacionalismo inventado por la ideología sionista. En cambio, bien que lo acogen los negrolegendarios. Y al final, por la boca muere el pez.

ESPAÑA PERDIÓ A LOS INTELECTUALES Y A LOS QUE HACÍAN TRABAJOS MANUALES
-Si España perdió a los únicos intelectuales que hacían trabajos manuales y tal, ¿también eso pasó en Inglaterra, Francia, Alemania, Bohemia, Rusia, Lituania, Polonia...? Digo, porque todos estos países también expulsaron a los judíos. Y muchas veces, con métodos más pacíficos que los empleados por los sionistas con los palestinos... Pero eso, ¿sólo los judíos leían y trabajaban? ¿Europa entera era analfabeta y necesitaba de la intelectualidad y el trabajo de los judíos? ¿Eran, por tanto, los judíos, la raza superior?
¿De verdad no había ni en España ni en el resto de Europa nadie que supiera de artesanía, de trabajar en el campo…? ¿No había profesores de latín? ¿No había poetas? ¿No había músicos? ¿Todo eso dependía de los judíos? ¿Tan torpes y analfabetos éramos?
Desde luego, el mensaje de odio y racismo parece que no va en “dirección antisemita”… Lo dicho: Por la boca muere el pez. El odiarse a sí mismo al final es lo que tiene.


ESPAÑA ENTRÓ EN DECADENCIA POR CULPA DEL EDICTO DE EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS EMITIDO EN 1492
-Si España entró en decadencia... ¿cómo se explica que en ese año de 1492 se reconquistara Granada, se llegara a América, se forjara la mejor infantería del mundo con el Gran Capitán, auténtico innovador de guerra y acaso creador de la figura del hospital militar; y que pocos años después España se confirmara como potencia marítima, militar y cultural, llegando desde las Antillas a los Andes y haciendo temblar los pantanos de Flandes; así como humillando a los muy poderosos ejércitos franceses? ¿Cómo se explica el desarrollo de la mística en el siglo XVI, con figuras tan señeras como San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús? ¿Cómo es que el idioma español era estudiado en toda Europa, así como eran imitadas hasta nuestras vestimentas? ¿Cómo es que la pomposa Casa de Austria, acostumbrada al ornato europeo, adquirió nuestra sobriedad y austeridad? ¿Cómo es que el siglo XVII se confirme como el siglo de oro de la literatura española, con un bagaje como el de Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Baltasar Gracián, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina...? ¿Cómo es que en la América Española muy pronto se den escuelas iconográficas propias como la Escuela Cuzqueña o la Quiteña; o el arte indio-cristiano de México; así como el desarrollo de una espectacular música barroca acriollada, descendiente de fandangos, zarabandas, folías, canarios, etc.?

COMO LOS JUDÍOS GENERABAN RIQUEZA, POR ESO SOMOS POBRES
Curioso es que los que se tiran de los pelos por cualquier crítica al sionismo como "antisemitismo" caigan en el prototipo del judío como máquina de hacer dinero. Por supuesto, aparte de intelectuales y trabajadores manuales frente a una población belicosa, sucia y analfabeta. Que es lo que se nos dice, tal cual.
De todas formas, ¿me pueden decir cuál es la riqueza generada por los judíos en Marruecos? ¿En Curazao? ¿En Turquía? ¿En los Balcanes? ¿Y en Argentina, uno de los países con más judíos del mundo?
Otrosí, no deja de ser curioso que este argumento de la “riqueza judía” sea esgrimido por “gente de bien de derecha”. Digo, porque el judaísmo se basa en la negación de Cristo como Mesías. Y el judaísmo considera a Cristo como blasfemo. Y eso por no hablar de las barbaridades racistas y genocidas que fueron escritas contra los cristianos en el Talmud, condensado por rabinos en el Medioevo. Y eso por no hablar de lo que dice San Pablo acerca de Dios y del dinero. Que digo yo que no es un argumento muy cristiano eso del “determinismo económico”. Pero bueno, ya sabemos cuál es el “cristianismo” de estos elementos; los cuales están siempre prestos a acogerse a argumentos fabricados por anticristianos.
Así las cosas, damas y caballeros, el problema está en que esto no es cosa de una novela, o de alguna opinión suelta: Esta es la "historia" que nos meten en los colegios (sí, también en los colegios ¿religiosos?), en la literatura, en la televisión, en la radio... Y hasta en la sopa. Y así nos va, sin que nadie ose hacer preguntas críticas ante tantas indigestas gilipolleces; y sin que nadie ose cuestionar cómo el estado “español”, con el Letizio a la cabeza, le da la nacionalidad a los sefardíes, ajenos a nuestro acervo espiritual y cultural, y se la sigue negando a muchos descendientes directos de españoles en Hispanoamérica.(1)

Y todavía queda pendiente la nacionalización de los moriscos… Que Dios nos coja confesados.



NOTAS:

(1) Recuérdese:

jueves, 4 de febrero de 2016

ESPAÑA COLONIZADA EN EL SIGLO XIX



Un inglés de la colonia británica en India, servido por indígenas



UNA LECTURA DE LOS LIBROS DE VIAJE DEL XIX

Manuel Fernández Espinosa

Cuanto más lee uno a los viajeros extranjeros que recorrieron España en el siglo XIX más se percata de que, desde esa nefasta centuria, en España comienza un proceso de colonización -y no de progreso, como quieren y dicen los desinformados que hablan sin ton ni son. Si uno se cree cuanto puede leerse en los libros de historia (esos que se pergeñan para uso de bachilleres) terminará por desconocer el siglo XIX que, ya de suyo, es un siglo no por próximo a nosotros mejor conocido.


 
La bibliografía oficial quiere que este siglo XIX sea entendido, en lo que concierne a España, como una época de progreso, de apertura al exterior, de avances, presentándolo como algo positivo en su conjunto. Y todo ello a pesar de las fuerzas reaccionarias que, como todo el mundo sabe (y quien diga lo contrario, sea anatematizado), frenaron en su cerrazón oscurantista el progreso maravilloso, la europeización plena de España que, por torpes políticas de aislamiento católico, se había estancado. Abolida la Inquisición, las ideas de allende Pirineos atravesaron la frontera y vinieron a sacarnos de las tinieblas seculares en que la Iglesia Católica -en alianza con un Trono chapado a la antigua usanza- nos había mantenido, privándonos de la felicidad de la herejía, de la orgía de la revolución, de la borrachera de sangre de la guillotina, del genocidio jacobino, etcétera. Es la versión de la historia liberal que, a pesar de lo embustera y tergiversada que resulta, no deja de gozar de buena salud, jaleada por sus terminales mediaticas.

 
Sin embargo, dejando ahora a un lado la labor de apología de la España tradicional, lo que nos cuentan los viajeros extranjeros da idea de lo que realmente pasó en España durante el siglo XIX. Amén de la atávica corrupción de nuestra casta política (podredumbre que, como sabemos, se ha perpetuado hasta nuestros días), lo que en España ocurrió fue un proceso de colonización. De haber sido siglos atrás Imperio, España pasó a ser una colonia (con presunta soberanía "nacional" aparente), una colonia de los intereses económicos de capitalistas ingleses y franceses.



Llegar a esta conclusión exige haber leído muchos libros de viajes donde los extraños, personajes particulares más o menos famosos en sus países de origen, nos retratan el retraso en que viven nuestros pueblos españoles, desde el norte hasta el sur. La visión romántica de los extranjeros que visitan España, románticos viajeros, deja paso así a una visión que dicta sus notas de viaje desde un sentimiento de superioridad que, no en pocos casos, desprecia con petulancia todo lo español. Todo ello quedó cristalizado en aquella frase de Alejandro Dumas: "África empieza en los Pirineos".

 
Pero esta impresión de Dumas no es un caso aislado. Otro francés, Eugène Poitou, en su "Viaje a Andalucía" nos ha dejado el paradigma de esa actitud desdeñosa por todo lo español que sustentaron no pocos visitantes extranjeros del XIX. Es Poitou el que nos revela cuanto estamos diciendo, cuando al visitar Sevilla, escribe:

 
"El barrio de Triana se extiende por la ribera derecha del Guadalquivir y hoy es el barrio industrial de Sevilla: desde lejos se ve el humo de algunas fábricas, entre las cuales, la más importante es una de lozas explotada por una compañía inglesa. Todas las grandes empresas industriales, agrícolas o comerciales que encontramos en este país, menos unas poquísimas excepciones están dirigidas por extranjeros, la mayoría ingleses o franceses" (lo subrayado es mío).


 
No se trata de un solo comentario. Más adelante afirma:

 
"Los grandes viñedos del país, su explotación y el comercio de los vinos cuya producción alcanza los ocho millones de litros por año, están en manos de extranjeros franceses e ingleses".



Aquí está hablando de Jerez, por supuesto.

 
Para el observador francés que seguimos (Poitou), cargado con sus prejuicios y reafirmado en las peripecias que vive en la península Ibérica, el estado de las cosas que exhibe España es deplorable y la causa de que España esté siendo colonizada por Inglaterra y Francia queda apuntada en este comentario:

 
"En todos los campos nos encontramos con un barniz de civilización en la superficie, mientras la ignorancia y la barbarie están en el fondo. Tienen ferrocarriles y telégrafos, pero cuando no son extranjeros los que los dirigen y explotan, todo anda sin orden, sin regularidad, sin seguridad. Tienen un Gobierno constitucional y Cámaras, pero el país desde hace cuarenta años está sometido a golpes de Estado; las insurrecciones militares se suceden periódicamente; las finanzas están arruinadas; el desorden reina. Hablan sin parar de nobleza, de patriotismo y de honor, aunque, según me contó la gente que vive aquí desde hace veinte años, la corrupción es general, la codicia se exhibe sin pudor y la venalidad no tiene límites".

 
Es la codicia de las clases dirigentes la que ha conducido, en su lucha por el poder, a esta situación. Mientras unos y otros partidos políticos y camarillas se ocupan en alcanzar el poder por los medios que sean, para gozar de las mieles del dinero y la posición social, el pueblo sufre y calla, sumido en la miseria y la incultura. Y es que, según Poitou, las convulsiones que se suceden en España no se deben a otra cosa que a una lucha sin cuartel por el poder, lucha de banderías que se mueven por los más ruines intereses:



"No se trata de partidos políticos que luchan por el triunfo de ciertos principios; son, desde siempre y en todas partes, las mismas ambiciones egoístas bajo distintas banderas, las mismas ardientes concupiscencias y la misma avidez insaciable. Los liberales derriban a los reaccionarios, los progresistas a los liberales, pero en el fondo nada cambia, sólo una revolución más y un dinero menos en las arcas del Estado".

 
Mientras tanto, aunque el pueblo español padece esa lacra de políticos inútiles y perniciosos, el pueblo, más sano que los políticos que contienden por el poder y muy a diferencia de esa casta, desprovista de todo noble ideal comunitario, el pueblo -lo veremos en las notas de Poitou- conserva un vestigio de honor, un resto de dignidad que no encuentra otra salida que la sorda hostilidad hacia el extranjero. Así dice el francés:

 
"Todo extranjero está aquí mal visto; lo paga todo más caro, haga lo que haga encuentra por todas partes dificultades y obstáculos. España le debe a los extranjeros todos los progresos que ha hecho, y en vez de buena voluntad y participación, sólo han encontrado desconfianza, celos y hostilidad. El orgullo nacional sufre con la superioridad de los extranjeros. Los españoles preferirían no ver ninguna mejoría a debérsela a los extranjeros y tener que reconocer que la noble España no está a la cabeza de Europa".

 
Poitou, desde sus prejuicios supremacistas, juzga que es orgullo español esa xenofobia que se trasluce en el trato que los españoles dispensan a los extraños. Orgullo e ingratitud, como si los españoles tuvieran que estar agradecidos a los extranjeros "civilizados" el que, aprovechándose del caos político de su aciaga clase dirigente, explotan sus recursos naturales y someten a los españoles a ser parias en su propio suelo.

 
Lo vemos cuando anota lo siguiente, noticiado por la colonia británica en Málaga:

 
"Antes, muchos ingleses vivían en Málaga. Atraídos por el agradable clima, intentaron hacer aquí una estación de invierno igual que han hecho en Niza y en otras ciudades del Mediterráneo. Trajeron mucho dinero al país, pero sólo encontraron a cambio malevolencia y solapada hostilidad. Terminaron por cansarse de esta mala acogida y dejaron Málaga".



Habría que revisar los libros de Historia de España de 2º de Bachillerato y el libro que no contuviera mención de esa vergonzosa colonización de España a manos del capitalismo europeo (gracias a los liberales), el libro que se empeñara en bastardear la historia desde la perspectiva estrecha de un sectarismo ideológico acrítico, presentando el siglo XIX como un siglo de apertura, europeización y progreso, ese libro, por embustero y, en el mejor de los casos, por desinformado, habría de ser secuestrado en toda su edición y mandar reciclar el papel.

 
Mientras nos dejemos falsear nuestra historia, ¿quién puede pretender poner solución al mal actual? ¿Y tendremos que tragarnos el cuento aquel de que la Iglesia católica y la monarquía tradicional (no la constitucional, por favor) son los culpables de todos los males de España?

 
La raíz de todos los males de la España del siglo XIX fue el liberalismo y sus derivados: el socialismo y otros engendros facturados en las metrópolis que nos estaban colonizando, sometiendo y explotando. Y mientras el liberalismo decimonónico goce de prestigio, como sus monstruosos hijos (tal el marxismo), seguiremos viviendo en la mentira y quien vive instalado en la mentira no será jamás libre.



Y ya tiene que ir acabando esa lectura superficial que se hace de los libros de viaje a España. Nos enseñan bastante, si sabemos leer.

jueves, 28 de enero de 2016

LA GESTA DE LOS MATEMÁTICOS CLANDESTINOS DE "LUSITANIA"

Algunos de los miembros de la Escuela Matemática de Moscú, entre ellos Egórov

MATEMÁTICA Y MÍSTICA EN LA URSS

Manuel Fernández Espinosa


Aunque estemos en el siglo XXI y las distintas ramas de las ciencias se hayan desarrollado, dejando obsoletos los modelos científicos del siglo XIX del positivismo y el materialismo, ya lo vemos: todavía existe gente que se autointitula "marxista" sin que se le caiga la cara de vergüenza. Y no sólo debieran pedir perdón por los genocidios cometidos a lo largo de la historia en nombre de esa ideología, sino que debieran hacer por remediar su portentosa ignorancia haciendo algo, como mínimo, por informarse del curso que las ciencias han recorrido a lo largo del siglo XX. En la actualidad, por muy profanos que seamos en ciencias exactas o naturales, existen suficientes recursos para estar puesto al día. Pero, por lo visto, es más cómodo seguir repitiendo las mismas pamplinas decimonónicas, a saber: que la ciencia refuta a la religión, que la razón rechaza a la fe, que la materia liquida el espíritu.

El campo de las ciencias exactas ha sido, desde los pitagóricos y desde Platón, el más apto para derruir todo conato escéptico o materialista. Los pitagóricos formaron una escuela que combinaba el estudio de la matemática y la música con la religiosidad y Platón tomó lección de ello, elevando la matemática a ciencia propedéutica que, a manera de escalón, como "dianoia" permitía alzar el vuelo a la "nóesis". Más tarde, pasados los siglos y los siglos, vendría Descartes a tratar de vencer parecidos problemas epistemológicos, recurriendo otra vez a la matemática. No vamos aquí a pronunciarnos sobre las consecuencias, a veces nefastas (es el caso del cartesianismo), pero en otros artículos de RAIGAMBRE hemos aludido a Malebranche que, en este sentido, permanece casi inédito en lo que concierne a las implicaciones religiosas que trae consigo el más esmerado cultivo de la matemática.

Sin embargo, menos conocida es todavía la gesta que tuvo lugar en Moscú, allá por la primera mitad del siglo XX. Me refiero a la Escuela Matemática de Moscú cuyos trabajos aportaron una serie de realizaciones en el campo matemático que refrendan nuevamente, en el siglo XX, la gran intuición -científica y mística- de los primitivos filósofos griegos que supieron ver el orden matemático que se oculta bajo el aparente desorden que perciben nuestros sentidos y, por lo tanto, el barrunto como poco de un Dios, Inteligencia divina y ordenadora.

El corazón de la Escuela Matemática de Moscú fue el grupo "Lusitania". Este grupo nos lo han dado a conocer los matemáticos e historiadores de la ciencia Loren Graham y Jean-Michel Kantor en un libro apasionante: "El nombre del infinito. Un relato verídico de misticismo religioso y creatividad matemática". Pero también, desde una perspectiva judía, ha tratado el asunto Amir Aczel en su ensayo "The Mystery of the Aleph: Relativity, Kabbalah, and the Search for Infinity" (que, donde hasta se me alcanza, está todavía sin traducir al español). Nosotros vamos a dejar a Aczel a un lado y vamos a centrarnos en el ensayo de Graham y Kantor que en su libro referido consideran tanto a la Escuela Matemática francesa como a la Escuela Matemática de Moscú que se mostró mucho más fructífera y a cuya cabeza estaba Dimitri Fiódorovich Egórov (1869-1931).
 
Toda la cuestión se origina en la teoría de conjuntos del matemático Georg Ferdinand Ludwig Cantor que audazmente se internó en la problemática de los "conjuntos infinitos", que desarrolló y formalizó estas especulaciones, en un principio estrictamente matemáticas, pero que casi hunden en la demencia a su artífice. Cantor llegó a identificar el "infinito absoluto" con Dios, lo que le valió la mofa de algunos científicos contemporáneos, troquelados en el racionalismo más ortodoxo. Si los matemáticos franceses fueron pioneros en desarrollar las especulaciones de Cantor, su racionalismo cartesiano les impidió llegar a la radicalidad que ahí se requería. Era menester que el testigo lo recogieran los matemáticos rusos, mucho más místicos y desprejuiciados. La combinación de estos intereses científicos con la religiosidad mística rusa -en concreto me refiero a los seguidores de la "imiaslavie" (adoración del Nombre) produjo "Lusitania". Los "adoradores del Nombre" habían surgido en el Monasterio de San Pantaleón del Monte Athos, poblado de monjes rusos que habían hecho su propia interpretación de la antiquísima y venerable práctica piadosa del hesicastismo.
 
Así fue como se formó esta escuela que se estructuró internamente a modo de sociedad pudiéramos decir que cuasi secreta. La jefatura del grupo estaba en Egórov, aunque las personalidades del matemático Nikolai Nikolaievich Luzin (1883-1950) y el teólogo Pável Florenski (1882-1937) ejercieron una indiscutible influencia en la dirección espiritual del grupo. Los estudiantes universitarios que ingresaban a "Lusitania" recibían un "nombre secreto", tomado de la teoría de conjuntos, su mentor Egórov era de esta forma denominado Aleph Omega. El segundo del grupo era Luzin. Se conjetura que el nombre del grupo -Lusitania- pudiera estar relacionado con el apellido de Luzin, aunque no parece probable, en tanto que sin empecer su genialidad, Luzin se mantuvo como subordinado de Egórov, otros piensan que se hicieron llamar "Lusitania" en homenaje al barco hundido en 1915 por un submarino alemán, pero parece que los matemáticos moscovitas empleaban el nombre "Lusitania" con antelación a la fecha del hundimiento. No se sabe a ciencia cierta la razón por la que escogieron el nombre de esta provincia romana hispana, posiblemente -pienso yo- evocara en ellos el confín del continente euroasiático, habida cuenta de su afán por rebasar lo finito, no en vano especulaban con los números transfinitos.

Aunque el grupo trabajaba en los gélidos aularios de la universidad, tenía una especie de sede espiritual en la iglesia de Santa Tatiana Mártir, próxima al recinto universitario moscovita. Si no fueron miembros de "Lusitania", otras grandes personalidades de la cultura rusa estuvieron muy próximas a este grupo que compaginaba investigación matemática y espiritualidad: músicos o poetas, como el simbolista Andréi Bely, consonaban con el espíritu del grupo matemático.

Si los "adoradores del nombre" fueron tachados de heterodoxos por la iglesia ortodoxa rusa, el destino de los miembros de "Lusitania" fue en ocasiones trágico, pues ni el críptico lenguaje matemático que reservaba sus secretos religiosos pudo escapar a las sospechas de los comisarios soviéticos. Muchos sufrieron prisión, sin que les valiera su reputación científica mundial y el mismo Florenski fue martirizado en 1937 por los comunistas. Sin embargo, el impacto no por sigiloso fue menos considerable, atendiendo a la preservación espiritual de una fe robustecida por la matemática, actuando ésta como propedéutica a una experiencia mística cuya analogía -salvando mucho las distancias- habría que ir a buscarla en el platonismo.

Formando parte de la "Iglesia de las catacumbas", el grupo "Lusitania" también proyectó su autoridad filosófico-matemática sobre toda la Rusia real que sufrió durante tanto tiempo la satanocracia marxista. Parece que resuena "Lusitania" en "El primer círculo", de Alexander Solschenitzin; esta novela no podrá ser leída sin la clave de estos matemáticos clandestinos. Así, como botón de muestra, digamos que uno de los personajes de "El primer círculo" -el coronel de Ingenieros soviético Anton Nikolaievich Yakonov- les dice a unos matemáticos prisioneros:

"En verdad, la secta de los matemáticos tiene un envidiable ritual de altivez. A lo largo de mi vida, los matemáticos me han parecido siempre una especie de Caballeros de Rosacruz y siempre me ha amargado el no haber tenido manera de iniciarme en sus misterios".

Algo tendría que saber Alexander Solschenitzin de esta soterrada escuela científica y mística que se llamó "Lusitania" y que fue una línea de resistencia en la misma Escuela Matemática de Moscú. En el mismo corazón de la capital del materialismo histórico ateísta, entonces triunfante, un grupo de matemáticos seguía adorando el Nombre de Dios.

viernes, 22 de enero de 2016

RELEYENDO A MENÉNDEZ PIDAL

Imagen de www.rae.es
Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor
Releyendo a Ramón Menéndez Pidal (Los españoles en la literatura y Los españoles en la historia), apunto conclusiones muy interesantes:
-Es clave entender el "buen proceso selectivo" que se dio desde los Reyes Católicos a Felipe II; aunque ya con Felipe II esa "selectividad" se fue perdiendo. Nuestras épocas de decadencia se anuncian siempre con esa pérdida selectiva, en pro de individualismos y envidias.
-El localismo exacerbado siempre aparece en nuestras épocas de abatimiento. Y apareció copiosamente en la época de los Austrias Menores, siendo que el advenimiento de la dinastía borbónica reforzó un sentimiento mucho más unitario, que duró especialmente todo el siglo XVIII; coincidiendo con nuestra apartamiento de las absurdas guerras europeas en las que nos metió la Casa de Habsburgo, y centrándonos mucho más en América y en Inglaterra como enemigo. No ha sido sino hasta finales del siglo XIX donde ese "localismo" ha aparecido y se ha transformado en lo que tristemente conocemos...
-No obstante, me parece interesante la observación de que si en los países hispanoamericanos donde hay mucha afluencia de inmigrantes españoles se da mucha importancia a los círculos regionales porque los españoles no se sienten extranjeros en esos países... En la época de Menéndez Pidal el separatismo era marginal, esta versión me parece un poco "optimista"; no obstante, sería cuestión de trabajarla, y hasta de darle una vuelta de tuerca.
-Menéndez Pidal me parece mucho más descontaminado de "mitos románticos" y mucho más sobrios me parecen sus análisis históricos, etnoculturales y filológicos que otros autores a los que tengo y debo cariño, como el mismísimo Marcelino Menéndez y Pelayo.
Y es que terminando esta relectura, me llama la atención una observación importantísima de Menéndez Pidal: El castellano no entra por "imposición" en el Medioevo y el Renacimiento, sino al contrario: Forma parte de la tradición bilingüe de buena parte de la Península Ibérica; tradición bilingüe que hasta se dio en el mundo musulmán, con el árabe dialectal andalusí y el romance mozárabe (antes de que muchos de éstos terminaran de ser expulsados por los almohades). En Valencia, normalmente no se cuenta la influencia navarro-aragonesa amén de la mozárabe; superiores a la influencia catalana, por cierto.
En cuanto al mozárabe, Menéndez Pidal también subrayó su importancia en los topónimos y las hablas granadinas. Palabras que nos sonaban a gallego son, sin embargo, mozárabes. El parecido en cuanto al vocabulario y la forma poética de ambas lenguas es asombroso y entrañable. Primero la repoblación de sur a norte y luego la repoblación de norte a sur creó una interacción formidable. Incluso en Portugal se da también el fenómeno bilingüe, pues amén del portugués (herencia de la primitiva lengua galaico-portuguesa), se da el caso del mirandés, que es un dialecto del astur-leonés. Al igual que en Cataluña, desde el siglo XV, se ha dado la interacción entre el catalán y el castellano muy naturalmente. Como en Galicia. A través de los teatros y de las imprentas, por ejemplo. Otrosí, los primitivos dialectos castellanos, astur-leoneses y navarro-aragoneses eran tan parecidos que todavía la filología actual no se aclara del todo. Las glosas de San Millán de la Cogolla, ¿castellanas o navarro-aragonesas? Por eso, si bien lo que hablamos depende mucho de lo que nace en Castilla la Vieja, ¿acaso puede entenderse sin la fuerte influencia vascuence, sin las absorciones navarro-aragonesas y astur-leonesas, y sin el romance mozárabe? Yo creo que con eso y con la expansión hacia Canarias y América, el idioma de Cervantes es más "español" que "castellano", la verdad. De todas formas, siempre se ha llamado indistintamente. No es una cuestión "ideológica" ni de "centralismo". Este fenómeno bilingüe, por cierto, existe en otros países de la "región". En Italia, amén de la expansión del toscano como lingua franca, rara es la región que no tiene dialecto o lengua propia. En Francia, tres cuartos de lo mismo. En Alemania todavía existe una lengua de origen eslavo, el sorabo (hermana del serbocroata). Y etcétera... No somos "más diferentes entre nosotros" que otros muchos países del complicado mundo. Y profundizando nuestro hispano caso, los españoles estamos muy maleducados especialmente a raíz del siglo XIX, cuando el regionalismo se desquició hasta politizarse separatista; y cuando una serie de torpes creyeron que la "solución" era "prohibir". El franquismo fue suave en eso, pues las absurdas prohibiciones fueron levantadas en 1946 y así, Josep Pla y Álvaro Cunqueiro fueron los mejores exponentes de la lengua catalana y gallega, respectivamente. En nuestras épocas de decadencia, el localismo separatista (y la estupidez separadora) arrecia; sin embargo en nuestras épocas pujantes, el sentimiento lógico-unitario aflora muy natural y rápidamente.
Es de Menéndez Pidal (todo un buzo de la sabiduría) la teoría de que en la Spania visigoda, el latín estaba evolucionando a un romance similar en toda la Península, y que fue la invasión mahometana lo que desgajó la evolución en dialectos y lenguas muy parecidas en su origen. Hay que trabajar mucho tanto esa filología como ese periodo histórico para entender muchas cosas en estos tiempos de surrealismo suicida. Gracias a Menéndez Pidal y Sánchez-Albornoz en el pasado; gracias a Daniel Gómez Aragonés en el presente, nos iremos reencontrando, a pesar de que todo se vea más oscuro que el sobaco de un grillo.
Con todo, lo que no concuerdo con Menéndez Pidal es que haya “dos Españas”; porque España es una y diversa al mismo tiempo, también en cuanto a sentimientos políticos. No me acaba de convencer esa “imagen” que creo, cuanto menos, incompleta, y en verdad, dañina. Pero bueno, no deja de resultar algo baladí en cuanto al conjunto de una obra que debe ser leída y apreciada continuamente, y más en estas aciagas horas.