RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

jueves, 15 de octubre de 2015

SEMBLANZA DE VALLE-INCLÁN (I)

Imagen de cultura.elpais.com

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

No hace mucho que tuve la oportunidad de leer una extensa, controvertida, apasionada y premiada biografía de Valle-Inclán: La espada y la palabra, editada por Tusquets y escrita por Manuel Alberca; ganadora del XVII Premio Comillas de historia, biografía y memorias. Y en verdad valió la pena. Setecientas y pico páginas muy bien documentadas y destinadas, entre otros objetivos, a desterrar la vana mitología existente sobre el genio gallego. Y es que si hay algún personaje de la literatura española que esté saturado de mitos, ése es nuestro Valle-Inclán. Cualquiera se lo imagina pobre de solemnidad, de aspecto pordiosero, bohemio, con una etapa carlista sólo por estética y luego feroz bolchevique; desordenado, borracho… Y nada más lejos de la realidad, porque nada de eso fue.

Ciertamente, Don Ramón fue un personaje harto complicado. Si bien nos parecería en principio que era muy extrovertido, en verdad era un tímido de padre y muy señor mío que tenía una férrea coraza en torno a su intimismo. Tal vez ello precisamente ayudó a alimentar las leyendas, toda vez que él también se encargó, con su carácter de por sí fantasioso, peleón e hidalgo, de alimentar una imagen paralela a la realidad. Y en esos paralelismos, casi todo valió. A los años, su propia familia ha hecho mucho por desmitificar la figura del gran literato, intentando apartar las advenedizas e ideológicas manipulaciones. Esperemos que entre eso y biografías como las de Manuel Alberca, poco a poco se vayan corriendo tupidos velos.

Reconocemos, por supuesto, que hacer una semblanza sobre Valle-Inclán tiene mucho mérito. Tal vez por eso nos atrevemos.

Mas, ¿quién era Valle-Inclán? Intentemos analizarlo lo más fríamente posible, por más que sea conocida nuestra admiración y hasta devoción por este prócer de las letras hispánicas.



ESCRITOR

Hemos de decir que antes que cualquier otra consideración que se nos pueda venir a la cabeza, Ramón del Valle-Inclán fue un escritor. Así fue su propósito desde muy joven y así lo consiguió. Fue el único de la llamada Generación del 98 que vivió sólo de escribir. Hasta hace años, no es que diera para mucho, pero hasta para malvivir daba. En cambio en nuestro tiempo hay que pagar para escribir…

Con todo, Valle-Inclán no sólo se limitó a escribir, sino que muchas veces se autoeditó y dirigió él mismo sus ventas y hasta los diseños de las portadas de sus respectivos libros. Desde muy joven frecuentó círculos literarios y tuvo muy claro que era lo que quería ser, y de hecho, no hizo otra cosa en toda su vida. Tuvo algunos cargos (“momios” que se decía en la época) por enchufe pero tampoco es que dieran para mucho.

Valle-Inclán fue escritor, sí, pero no un escritor cualquiera: Tuvo muy claro su compromiso con la lengua española y su renovación estética. La fiebre del estilo fue apañada al alimón del modernismo. No era lo suyo un rechazo al pasado, como a veces se ha pretendido: Al contrario, veía en el pasado probablemente mayor creatividad. Sin embargo, su gusto por lo tradicional no era por mera nostalgia; era porque le inspiraba para ser creativo. Y esto muchas veces no se entiende: Don Ramón no era un “ser estático”. Cuidaba cada palabra, cada expresión. Prefería confundirse con un paisaje antes que pronunciar algo sin sentido o insignificante. Y es algo que se da mucho en los literatos gallegos, siempre apegados a un fuerte sentimiento lírico que suele impregnar una estética transversal y talentosa.

Como corolario, si bien el realismo mágico se asocia a la creación de autores hispanoamericanos, y concretamente cercanos al Caribe (Gabriel García Márquez, Arturo Uslar Pietri, Miguel Ángel Asturias…), es un invento gallego, y que se debe principalmente a Ramón del Valle-Inclán y Álvaro Cunqueiro (1); autores de hecho conocidos por el genio colombiano García Márquez. Sin el esperpento valleinclanesco y sin las invenciones cunqueirianas, desde luego no habría sido posible el realismo mágico; aquella realidad que flota sobre una ficción que, en el fondo, nunca supera a una realidad siempre paradójica, humorística y contradictoria. Los dobles sentidos, el humor negro, las exageraciones, el colorido, la riqueza de conceptos, las irreverencias… Todo eso ya está presente en Valle-Inclán y Cunqueiro; ambos, grandes estetas, cuidadores y transmisores de un lenguaje con conciencia de arte.

El lenguaje de Valle es muy cuidado. Se atrevió a mezclar lo culto y lo popular de una manera sabrosa, y desde luego, si bien pasó muchos años fuera de su terruño, le marcó el carácter y la tradición de Galicia, a tal punto que a veces su castellano parece agallegado, aunque quizá no tanto como Cunqueiro. Pero la inclusión de galleguismos, latinismos, americanismos o hasta gitanismos está presente a lo largo de toda su obra en mayor o menor medida.

Al fin y al cabo, insertado de joven en la estética modernista, era como darle una vuelta de tuerca al romanticismo tardío frente al imperio del realismo y el naturalismo. Era una constante reivindicación artística.

Asimismo, Valle-Inclán nunca se consideró un bohemio: En todo caso, encajaría mucho mejor en la forma del dandy. El bohemio no era sino una fórmula indefinida y zarrapastrosa para él en todo caso. De hecho, muchas veces se ha interpretado Luces de bohemia, una de sus obras cumbres y toda una apisonadora en la dramaturgia, como una suerte de apología, ¿pero alguien se ha molestado en interpretarla como una crítica? Ahí hay muchas claves al respecto de la personalidad y la literatura de nuestro autor.


“UNIVERSO IDEOLÓGICO”

El “universo ideológico” de Valle-Inclán es, probablemente, su faceta más compleja. Estamos ante un mundo lleno de contradicciones y paradojas. Desde muy joven, Valle-Inclán mostró un rechazo frontal al mundo burgués-liberal; mundo al que pertenecía buena parte de su familia. Sin embargo, si bien Don Ramón no fue ningún inculto, nunca dejó de ser un autodidacta, sin una formación universitaria completa. Así como desde muy joven conoció a Alfredo Brañas y Juan Vázquez de Mella, quienes ya eran figuras señeras del tradicionalismo católico en Galicia, no pareció asumir nunca con sabiduría ni coherencia los principios del catolicismo.

De niño, siempre mostró rechazo al mundillo de caciques y comerciantes que dominaban su pontevedresa zona. Puede que ya desde su infancia le atrajera el carlismo, o que como mínimo, escuchara historias de carlistas; que después alimentaría en sus años universitarios en Santiago de Compostela, que no en vano fue un foco carlista durante la III Guerra (que duró de 1872 a 1876). Ya en su infancia comenzó a desarrollar un carácter fantasioso que acaso era una máscara ante su talante reservado; talante que comparte con muchos de sus paisanos; dicho sea esto sin ánimo de estereotipos; pero es algo bien presente en la psique galaica; psique que por otra parte, admiro y hasta venero.

Sea como fuere esto es importante para entender a nuestro personaje: Don Ramón era experto en inventar –o cuanto menos adornar mucho- historias.

No podemos negar que tuviera interés en el tradicionalismo, porque de hecho lo tuvo, y le acompañó ese rechazo al mundo liberal de su época. Empero: ¿Era por mera estética, como bien se dice “oficialmente”, aun en contra del criterio de sus descendientes? Nosotros damos una respuesta negativa: El tradicionalismo, para Valle-Inclán, no era simplemente una estética. Otra cosa sería que alguna vez lo comprendiera del todo… Tanto el tradicionalismo político como la doctrina religiosa católica en sí. Como tampoco conocía bien del todo la historia de España, sobre la cual tuvo opiniones contradictorias y paradójicas toda su vida, cayendo al final en un hondo pesimismo que yo calificaría de hasta negrolegendario.

Valle-Inclán se sentía parte de una élite, de una élite intelectual concretamente. Sentía que quería tener su sitio y que debía formar criterio. Y vio en el Antiguo Régimen un modelo social mucho más perfecto y armónico. Probablemente, es por ello que verá en el carlismo una suerte de reserva de ese mundo, sin alcanzar a comprender del todo la versatilidad del movimiento legitimista español. Éste creemos que es otro punto débil del biógrafo Manuel Alberca, pues su visión del carlismo adolece de objetividad(2)Alberca piensa que el carlismo es una suerte de extrema derecha de antiguo régimen y masa tutelada; y puede que eso pensara Valle-Inclán, pero el carlismo jamás se pronunció en semejantes términos, y de hecho, su transversalidad, interclasismo y complejidad son evidentes, porque si bien el carlismo defiende a calicanto las tradiciones espirituales y políticas, nunca se ha olvidado de la justicia social, férreamente condensada en la Doctrina Social de la Iglesia, especialmente a partir de la encíclica Rerum novarum de León XIII. Tal vez por eso todavía el carlismo, si bien guarda un buen recuerdo en muchas familias españolas, sigue siendo un gran incomprendido. Por ello no comprenden que personajes de lo más variopinto (y no pocos, intelectuales) se hayan acercado al carlismo, porque en su desconocimiento, creen que estamos ante “simples reaccionarios”.

Otrosí, se suele decir que Valle-Inclán pegó muchas gambayás ideológicas, pero yo no diría tanto así: En verdad, Valle-Inclán siempre tuvo una concepción confusa acerca del “elitismo” y del pasado, idealizando la figura de los mayorazgos y los hidalgos, frente al decadente mundo del turnismo. Filosóficamente, estaba influido por Schopenhauer. Puede que también por la idea del superhombre de Nietzsche. No era nada germanófilo, pero es curioso cómo algunas ideas venidas de un país al que decía denostar por “bárbaro” y “pagano” le influyeron bastante. Curioso y paradójico, porque una idea que defendió Valle-Inclán toda su vida fue el panlatinismo. No creemos que supiera Valle-Inclán los auténticos orígenes del panlatinismo, en puridad, una farfolla inventada por la administración de Napoleón III para intentar contrarrestar los albores pangermanistas y justificar la intervención francesa en México. El fracaso de Napoleón III con el II Imperio Mexicano, quedando damnificado el pobre Maximiliano de Habsburgo al que dejaron en la estacada; empero, no obstaculizó que durante buena parte del XIX y principios del XX se desarrollara esta idea que, si bien no se definía estrictamente, apelaba a la hermandad de los pueblos “latinos”, toda vez que el tan manoseado término en aquella época aludía mayormente a los descendientes de la Roma occidental, y tal vez a Grecia y Rumanía. Claro que omitía decir que la que se consideraba superior dentro de esos pueblos latinos era Francia… Empero, tanto en Francia como en España tuvo bastante predicamento a nivel intelectual/cultural. El poeta provenzal Frédéric Mistral  fue un exponente de ello, y tanto en la Acción Francesa como en el carlismo hubo destacados ecos acerca de una alianza o hermandad latina en Europa. (3) Es aquí donde hay que entender el apoyo a los aliados de Valle-Inclán, que no venía por las mismas razones que las de Miguel de Unamuno o Vicente Blasco Ibáñez, u otros tantos aliadófilos, que lo hacían por puro liberalismo o progresismo. En aquella época, se supone que Valle-Inclán era militante carlista, y en el carlismo, si bien hubo una amplitud de sentimientos germanófilos, también hubo algunos aliadófilos. No hay que olvidar que Melchor Ferrer, el gran historiador del tradicionalismo español, llegó a combatir con Francia. Buena parte de España se dividía a través de las encendidas polémicas de los casinos. El mismo rey Jaime III ha sido calificado muchas veces (a mi juicio alegremente) de aliadófilo. Pero lo cierto es que su posición era complicada: Exiliado en Francia, donde asimismo, vivía parte de su familia, y habiendo sido húsar del zar Nicolás II. Y recordemos que fue húsar del ejército ruso porque los austrohúngaros le vetaron ingresar en su ejército, amén de que le imposibilitaron posibles y buenos matrimonios, en connivencia con el liberalismo que dominaba y asfixiaba a España. Don Jaime en verdad opinaba que ante aquel conflicto, a España sólo le quedaba ser neutral. Valle lo admiraba mucho acaso como arquetipo de aristócrata español: Militar, aventurero, políglota, patriota, temerario, hombre de mundo, conocedor de los problemas de su tiempo, amante de la justicia social… Y D. Jaime nunca dejó de admirarlo, a tal punto de concederle la Orden de la Legitimidad Proscrita ya en 1931, una fecha digamos “tardía”... 




S.M.C. Jaime III



CONTINUARÁ...





NOTAS: 






(1) Sobre Álvaro Cunqueiro: 

mis lecturas: álvaro cunqueiro - antonio moreno ruiz






(2) Podríamos recomendarle al señor Alberca sobre el carlismo, por ejemplo:

La formación del pensamiento político del Carlismo (1810 ...













(3) Sobre Mistral, el panlatinismo y el tradicionalismo: 

domingo, 27 de septiembre de 2015

LEGIÓN ESPAÑOLA: EL HONOR Y LA VÍA DEL GUERRERO

La primera jura de bandera de la legión en 1920, a la izquierda Millán Astray
 
 
CONSIDERACIONES SOBRE LA VÍA DEL CABALLERO
 
 
Manuel Fernández Espinosa
 
 
Contra la injusta imagen de incultura y brutalidad que se ha generalizado de Millán-Astray, es la hora de decir bien alto que el Fundador de la Legión Española no era en modo alguno un iletrado. La base de esa sesgada y errónea imagen de un Millán-Astray "energuménico" se ha nutrido de la archiconocida anécdota que protagonizaron Miguel de Unamuno y el mismo Millán-Astray, en aquel crudo enfrentamiento que tuvieron ambos en el Paraninfo de Salamanca. Pero, como digo, Millán-Astray era un hombre culto, uno de los españoles más grandes que ha dado nuestra historia.
 
El 23 de marzo de 1953, D. José Millán-Astray Terreros (La Coruña, 1879-Madrid, 1954) dictaba su testamento a uno de sus ayudantes:
 
"Tengo dicho siempre, y por escrito, que soy católico, apostólico y romano, y que siempre he procurado seguir el camino del amor a Dios, culto a la Patria, al honor, al valor, a la cortesía, al espíritu de sacrificio, a la caridad, al perdón, al trabajo, y a la libertad con justicia. O sea: 'el camino de los caballeros'."
 
¿Cuál era ese "camino de los caballeros"?

Mientras en Occidente se había perdido, tras siglos de descomposición moderna, el "camino del guerrero" se mantenía en el Extremo Oriente. Habíamos tenido la vía del caballero, mientras hubo Cristiandad y quien la defendiera (la España del Imperio); nuestra "vía del guerrero" fue la espléndida caballería medieval que forjó un modelo humano superior: el caballero, asceta y guerrero, no pocas veces monje y soldado en las Órdenes Religioso Militares. Pero todo aquello parecía disuelto a finales del siglo XIX e inicios del XX. Por eso, hombres como Millán-Astray quisieron resucitarla yendo a las esencias de una moral superior a la moralina burguesa y degradada de la nefasta modernidad. Y ahí fue cuando se encontraron, nuevamente, como muchas veces lo han hecho, el espíritu español y el espíritu japonés, con esa especial afinidad de almas que tenemos japoneses y españoles.
 
El representante de Japón en España le había regalado un libro a Millán-Astray, "Bushido: el código ético del samurái y el alma del Japón" de Inazo Nitobe.
 
Inazo Nitobe
 
Nitobe era descendiente de una noble familia de samuráis y una de las figuras intelectuales japonesas con más proyección internacional. Si bien el "Bushido" recibe influencias del confucianismo, el budismo zen y el shintoísmo japonés, las reservas "religiosas" que pudieran hacerse sobre el "Bushido" carecen de sentido. Nitobe se había convertido al cristianismo en Estados Unidos, uniéndose a los cuáqueros durante su estancia allí, donde publicó su libro para tratar de explicar a los occidentales el ser japonés. Para Nitobe el "Bushido" no era algo restringido a la casta samurái, más bien pensaba que los valores de este estricto código de vida podían funcionar a modo de "religión civil" para Japón: "El Bushido fue y sigue siendo el espíritu animador, la fuerza motriz de nuestro pueblo", dijo Nitobe. Para comprender esto hay que entender la religiosidad japonesa que es de un carácter eminentemente práctico y sintético: se ha dicho con mucha razón que el japonés no tiene una religión, sino que acopla budismo y shintoísmo y, no pocas veces, cristianismo sin traumas.
 
Millán-Astray quedó fascinado por el código de honor samurái y tradujo este libro de la edición inglesa ("The Soul of Japan. An Exposition of Japanese Thought", G. Putnam, Nueva York, 1905) en colaboración de Luis Álvarez de Espejo en 1941. El P. Cirilo Iglesias (O.P.) tradujo el "Bushido" del japonés, pero la traducción directa del dominico no se publicó.
 
Millán-Astray, en el prólogo a esta traducción, confesaba la enorme influencia que el Bushido había ejercido en la concepción del Credo de la Legión que él mismo había confeccionado, con estas palabras:
 
"En el Bushido inspiré gran parte de mis enseñanzas morales a los cadetes de Infantería en el Alcázar de Toledo, cuando tuve el honor de ser maestro de ellos en los años de 1911-1912. Y también en el Bushido apoyé el credo de la Legión, con su espíritu legionario de combate y muerte, de disciplina y compañerismo, de amistad, de sufrimiento y dureza, de acudir al fuego. El legionario español es también samurai y practica las esencias del Bushido: Honor, Valor, Lealtad, Generosidad y Espíritu de sacrificio. El legionario español ama el peligro y desprecia las riquezas."
 
Para Millán-Astray, en el "Bushido", se encontraba un código sencillo y práctico. Sus cuatro principios: 1) No dejarse sobrepasar por nadie en sus ideales, 2) Servir al Jefe Supremo, 3) Ser fiel a los padres, 4) Ser piadosos y sacrificarse en bien de los demás. Cuatro votos: 1) La Muerte, 2) La Fidelidad, 3) La Dignidad, 4) La Prudencia. Las cuatro lacras que ha de evitar el guerrero: 1) El sueño, 2) La Disipación, 3) La Sensualidad y 4) La Avaricia. Siendo el camino del guerrero, "la Vía de los Caballeros" que decía Millán-Astray: 1) El Culto al Honor, 2) El Culto al Valor, 3) El Culto a la Cortesía, 4) El Culto a la Patria.
 
Como podemos ver, puede apreciarse que Millán-Astray era algo más que un mutilado de guerra (como Unamuno le dijo ofensivamente en el Paraninfo), era un hombre culto y abierto a todo lo extranjero, siempre y cuando fuese aprovechable para revitalizar una tradición guerrera, respetuoso y atento a todo lo noble que han hecho otras razas, como la japonesa.
 
Es así como nuestra Legión Española, de la que todos estamos orgullosos y a la que amamos, es a día de hoy el baluarte hispánico de un estilo de vida fundado sobre los principios más sólidos y universales del rigor para consigo mismo y de la capacidad de sacrificio personal hasta la inmolación. Y es por ello, por intuirlo con la certera sensibilidad que tiene la gente sencilla, que el pueblo español vibra cuando ve a los legionarios desfilar, cuando los vemos portando el Cristo de la Buena Muerte. Y aunque tal vez no nos lo haya dicho nadie hasta ahora, las muchedumbres de buen corazón vibran ante la Legión, pues nos auto-reconocemos en ella, sabiendo que en la Legión hay España, que en ella hay España de la buena y de la de verdad.
 
Su grito de guerra: "¡Viva la Muerte!" pudo escandalizar a Unamuno y puede escandalizar a cuantos quieren preservar sus vidas, prefiriendo vivir negociando y regateando a la muerte para mantener una vida, aunque sea a costa del Honor. Gritar "¡Viva la Muerte!" no es quererla, es desafiar el natural instinto de conservar la vida y es desposeer al miedo de los ilegítimos derechos que quiere ejercer sobre nuestra libertad; es reconocer la vacuidad de todo, el espejismo de esta vida transitoria, impulsándonos a vivir hasta el extremo del sacrificio por lo más elevado: Dios, la Patria y el Orden Legítimo. Con el "¡Viva la Muerte!" legionario se reconoce que el valor de la vida personal es relativo, pues todo queda supeditado al Honor.
 
Y si para Nitobe el código samurái era la "fuerza motriz" del Japón, el código legionario podría ser la "fuerza motriz" de una España que cada día se desconoce más a sí misma y que corre en una frenética carrera suicida hacia su autodestrucción. El Credo Legionario no sólo debiera serlo de los que forman esa "religión de hombres honrados" que nuestro Calderón de la Barca decía que era la milicia, también debiera ser el código de honor en la vida civil, dándole forma a una nueva sociedad.
 
El "¡Viva la Muerte!" no será, por lo tanto, una fórmula nihilista, como la han querido ver algunos, sino la expresión más pura de una religiosidad extrema, que es la que nos hace falta, una religiosidad que contiene implícitamente las tres virtudes teologales cristianas, pues tiene la Fe en que Dios ayuda y en que "La muerte no es el final"; tiene la Esperanza puesta en que Dios premiará a los que hacen el bien, luchando contra el mal y es el Amor más grande que es el estar dispuesto a dar la vida por los demás.
 
Un japonés le escribió a un amigo suyo, piloto japonés que rehusaba ofrecerse en sacrificio kamikaze, estas palabras:

"Te tomas tu vida demasiado en serio. Imagina que, de repente, todas las gentes del planeta desaparecieran y sólo quedases tú. ¿Querrías entonces seguir viviendo? Si la vida de una persona tiene algún sentido, éste tiene que estar por fuerza en las relaciones que cada cual mantiene con los demás. De aquí nace el principio del honor."
 
Lo que le decía ese japonés anónimo a su amigo que titubeaba en inmolarse estaba, como no podía ser menos, extraído del "Bushido".
 
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
 
General Carlos de Silva, "General Millán Astray. (El Legionario)", Editorial AHR - Barcelona, 1956.
 
Inazo Nitobe, "Bushido: el código ético del samurái y el alma de Japón", Miraguano Ediciones, 2005.
 
Wolfgang Schwentker, "Los samuráis", Alianza Editorial, 2005.
 
 

lunes, 14 de septiembre de 2015

¿REFUGIADOS? ENTRE PROGRES Y MEAPILAS

Imagen de www.publico.es


Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

De buenas a primeras, tras cuatro años de una guerra terrorista invasora contra la República Árabe de Siria y su legítimo presidente Bachar Al Assad, se cumple lo que tanto él como Gadafi dijeron: El terrorismo que estaba apoyando Europa se volverá contra el Viejo Continente, y primeramente, bajo la forma de oleadas migratorias masivas. Países como Grecia e Italia se estaban viendo desbordados, en especial tras la guerra de Libia comandada por Obama y Sarkozy, los mismos que ayudaron a los terroristas islamistas a ocupar el poder y a asesinar a un Gadafi que siempre procuró respeto para los cristianos y que mantuvo a raya a los Hermanos Musulmanes; haciendo de un país tribal-beduino un sitio próspero y pacífico; el único país del Magreb donde la gente no emigraba, al contrario, recibía inmigración e inversión extranjera. Desde el 2010/2011 se vienen registrando estos movimientos bajo el nombre de “primaveras árabes”, que empezaron en Túnez y muy pronto se deslizaron por Libia y Egipto, llegando hasta Siria; una Siria en donde, como reconoce la hermana Guadalupe Rodrigo (1), era impensable que ocurriera algo de esto por mor de la paz y tranquilidad que se respiraba; pero claro, de pronto, comenzaron a llegar mercenarios extranjeros que aprovecharon determinadas coyunturas, aupados por los petrodólares, Estados Unidos, Israel y la Unión Europea.

Luego de este tremendo quilombo (válganos el argentinismo) que amén de barrer de cristianos la zona, está sembrando el pánico entre los propios musulmanes que no aceptan las terroríficas tesis wahabitas, tenemos lo siguiente:

-Aparecen en Europa miles de dizque refugiados. Europa  está bastante lejos del radio de acción de una guerra que la República Árabe de Siria está librando contra el terrorismo internacional. Y al cabo de cuatro años. Digo yo, cuando se es refugiado, lo normal es que se vaya a entornos vecinos; pero no a lugares lejanos, y no en viajes que cuestan un dineral; dineral con el que se pueden comprar una casa en alguna zona de Siria donde todavía, gracias a Dios y a la gestión del Ejército Árabe Sirio, no han llegado los estragos de la guerra.

-Aparecen exigiendo, pidiendo ayudas. Dicen unos que es que España sólo ayuda un año mientras que Alemania ayuda tres... Si yo cuando emigré al Perú hubiera exigido algo, me hubieran pegado una patada en el culo sin contemplaciones. Los europeos y los asiáticos que emigraron al continente americano no tenían más incentivo que el de trabajar como mulos. Ningún gobierno les dio ayudas, ni seguridad social, ni colegios gratis. En el Brasil de finales del XIX y principios del XX, cuando se fomentaba la inmigración para poblar territorios casi desiertos y de paso asegurar las fronteras, para que el Estado te diera facilidades para adquirir tierras a muy buen precio, primero tenías que trabajar cinco años en una hacienda cafetalera. Y es que los inmigrantes europeos, árabes o japoneses que arribaron a Sudamérica, lo hicieron sabiendo que habían de trabajar duramente, sin ningún tipo de subvenciones. Igualito…

-Hay bastantes imágenes de cómo han rechazado alimentos al ver el símbolo de la Cruz Roja. En esas imágenes también se ve cómo la mayoría son hombres jóvenes y nada desnutridos. Asimismo, hay ya varias pruebas de que muchos han combatido contra el legítimo gobierno de Bachar Al Assad, ya sea en Al Nusra o en algunos grupúsculos terroristas asquerosos jaleados por las potencias occidentales.






Para colmo, los “refugiados” llegados al Madrid de una Manuela Cármena que cada día se parece más a Doña Rogelia, codo con codo con Podemos y hasta con banderas del orgullo gay. Y con antitaurinos y lo que haga falta.

-Felipe González, quien “curiosamente” hace poco ha obtenido la nacionalidad colombiana; ha dicho que Europa debe acoger a veinte millones de árabes. Porque él lo vale. Alemania dice que va a acoger a 500.000 por año. Como el que no quiere la cosa. Y digo yo, ¿no sería mejor que Europa dejase de apoyar a los terroristas y que en todo caso apoyase al legítimo gobierno y al pueblo sirio? El noble, laborioso e inteligente pueblo sirio no quiere ir a Europa, ni quiere ser manipulado por las moralinas superficiales y los histerismos utópicos de pijoprogres o meapilas democristianos.

-Y bueno, reitero: Que ni refugiados ni sirios. Que hasta la misma ONU dice que la mitad no lo son; o sea, eso quiere decir que mucho menos de la mitad. Que están entrando libios, tunecinos, irakíes, afganos, pakistaníes... Que esto es un camelo y un coladero.

¿Me quieren decir ustedes qué está pasando en Pakistán para que sus ciudadanos vayan en masa a Grecia?

¿Me quieren decir ustedes qué infraestructura pueden tener en una crisis que no cesa países como los de Europa del Este, Italia, Francia o España?


-Así las cosas, no me creo la "caridad" de progres o meapilas, y me explico: Antes te dolerá lo que le pase a tu hermano que lo que le pase al que vive lejos. Si no quieres a los tuyos, ¿cómo querer a los otros? Si pasas tres kilos de los miles de españoles emigrados sin oportunidad de retorno, ¿cómo vas a sentir nada por los dizque "refugiados" que llegan sin saber de dónde, muchos con banderas de los terroristas apoyados por la OTAN para derrocar al legítimo presidente Al Assad, la mayoría hombres jóvenes y muy bien alimentados, pagando viajes caros y que hasta rechazan agua y comida si ven una cruz? Además cuando la mayoría no se sabe ni de dónde vienen. Y ni progres ni meapilas tienen ni idea de lo que pasa en Siria.

Aquí no hay "caridad", ni religiosidad. Ni tan siquiera "filantropía". Todo es mentira en estos alelados de izquierda, derecha (o tiro por que me toca) que no salen de la moralina superficial, el histerismo utópico y el postureo de quienes se niegan a ver la dura realidad ante sus narices. Y para ello necesitan una "justificación", ya sea hasta tergiversando el cristianismo para sus fines, si hace falta; al buen estilo de la democracia cristiana.


Al final sus cabezas rodarán igual, eso sí. Y se lo tendrán bien merecido. Es lo que le queda a esa sociedad hipócrita e indigna. Pero al menos, que no se diga que no hubo quien avisó de lo que se venía. Nosotros lo venimos haciendo desde hace años. Y más claros que nosotros fue Gadafi, como lo es Al Assad, a quien Dios Nuestro Señor le dé muchos años más para que capitanee la victoria contra las ratas asesinas. 












(1) Guadalupe Rodrigo es misionera del Instituto del Verbo Encarnado y se ha llevado muchos años entre Egipto y Siria. Hay varias conferencias suyas muy ilustrativas. Recomendamos esta, por poner un ejemplo:



Entre otras cosas, explica cómo la prensa occidental, quitando cabeceras de manifestaciones pro Al Assad, sin embargo, las vendía como "manifestaciones contra el gobierno". Demencial. 

jueves, 10 de septiembre de 2015

COMIENZO DE LA SERIE "CARLOS, REY EMPERADOR"

Imagen de www.vertele.com

Por Manuel Chacón Rodríguez

Bastante buen comienzo de la serie de TVE1 "Carlos, rey emperador" -con algún detalle discutible- sobre la vida de Carlos I de España y V de Alemania, emitida desde anoche todos los lunes a las 22:00 h. Pasamos a realizar un somero análisis en términos históricos de este primer episodio. Se trata de una serie (de ficción, no lo olvidemos) que recrea bastante bien (para lo visto hasta ahora en la historia reciente del cine y la televisión en España) la vida de uno de los más importantes dirigentes y momentos de la historia de España y del mundo. Por lo que, sólo por eso, por valorar y "poner de moda" a tan importante momento histórico de nuestra historia patria, vale la pena. Pero no todo es perfecto. Veamos. Bastante aceptable cabecera inicial, moderna e histórica a la vez, con dibujos renacentistas y mapas históricos de España, del mundo y del Imperio, con música apropiada. Excelente el inicio del episodio con las palabras que le escribió el cardenal Cisneros al emperador Carlos, "vuestra alteza debe venir a tomar en la mano aquel yugo que el católico rey vuestro abuelo os dejó, con el cual tantos bravos y soberbios se domaron y en la otra las flechas de aquella reina sin par, vuestra abuela, Doña Isabel, con que puso a los moros tan lejos", seguido del desembarco del ya rey Carlos I de España en las playas asturianas de Tazones. En general, la ambientación, vestuario, escenarios y armamento de época, etc, bastante bueno y evocador, sin ser perfectos. Fallo en algunos detalles musicales cuando aparece la corte francesa de Francisco I, con unas trompetas más propias del Barroco o el Rococó que de principios del Renacimiento. Y apenas se escuchó ninguna música de la época, renacentista, tan rica y variada en España. Iremos viendo en próximos episodios, pues la corte del emperador Carlos fue prolija en este aspecto. Asimismo, falló a nuestro entender al utilizar varias veces la palabra "colonia", refiriéndose a Cuba, denominación más propia de siglos posteriores (especialmente XIX o XX), puesto que a inicios del XVI aquello era el Virreinato de las Indias, y eran reinos lo que los españoles fuimos fundando en América a medida que avanzaba la conquista. Por otro lado, hubiera sido más apropiado utilizar el nombre español original de Cuba, o sea: isla Juana. Debería haberse indicado de alguna forma que el rey Carlos -aún no emperador- no hablaba castellano al llegar a España. No hubiera estado de más algún pasaje, siquiera inicial, hablando en flamenco, francés o alemán con subtítulos en español. Puede que sea mucho pedir. Asimismo y un detalle a nuestro entender bastante grave, es que en el guión apenas se utiliza la palabra España -como en la anterior serie Isabel-, y eso es un error deliberado, porque no es ya que en toda la Edad Media se hablara siempre de Hispania/España, tal como históricamente está constatado (con plena conciencia de ser hispanos/españoles desde época como mínimo visigoda); sino que a finales del siglo XV y principios del XVI era el tema de moda la restauración de España por obra de los Reyes Católicos y, tras ellos, en la persona de su nieto Carlos. Algo totalmente compatible en la idiosincracia hispana con las identidades particulares de sus diversos reinos: Castilla, Aragón, Navarra, etc. Sí se nombra a España al principio, al mencionar Cisneros de su propia boca (excelente interpretación, por cierto) que él es "cardenal de España" y también en el "making-of" final, cuando aparece el actor Álvaro Cervantes con el subtítulo de "Carlos I de España". Pero no durante el capítulo en sí. Esperemos que en los próximos episodios ya se mencionen más los términos "España" y "las Españas", tal como históricamente fue. Recomendamos, pues, seguir la serie y estar atentos a estos detalles, animando a reivindicarlos o a plantear quejas constructivas mediante mensajes en su página de facebook, pensando en que TVE emita otras próximas series históricas del mismo tipo. Los guionistas y la dirección están muy atentos a este particular y nos consta que tomaron buena nota de varias aportaciones realizadas por nuestra parte durante la 1ª temporada de la serie "Isabel", subsanando errores en la 2ª. Adelante, pues, y a disfrutar de nuestra gran historia, siempre con patriotismo constructivo, esto es, con espíritu crítico y de superación.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

LAS RAÍCES RELIGIOSAS DEL PACIFISMO

Gandhi en su visita a la Italia fascista


LA INSUSTANCIALIDAD DEL PACIFISMO REBAÑEGO

Manuel Fernández Espinosa

 
El pacifismo viene definido por el diccionario de la RAE como: "Conjunto de doctrinas encaminadas a mantener la paz entre las naciones". Pero esas doctrinas de las que se nutre el pacifismo son muy variadas y es por ello que me propongo hacer una inspección sobre este asunto.
 
Aunque se pueden traer a colación muchos antecedentes del pacifismo diremos que el pacifismo tiene una médula religiosa, como vamos a tener ocasión de ver abajo. Sin embargo, en un occidente desacralizado, el pacifismo que se estila prescinde de esta dimensión religiosa, ofreciéndose una versión apta para todos los públicos, sin que comporte mayor compromiso que la escenificación más o menos patética de un deseo de paz evanescente.
 
A falta de un compromiso real que sí puede encontrarse de forma plena en lo religioso hasta el "heroísmo pacifista" (sea la religión que sea), el "pacifismo" occidentalista no deja de ser una ideología que sirve como instrumento de dominio de masas. Su funcionalidad está desnaturalizada y no deja de ser un recurso que el poder económico y político emplea a su conveniencia. Y el mecanismo que este "pacifismo rebañego" sigue es tan simple como lo podemos ver en no pocas de sus manifestaciones de la historia más reciente.
 
Un suceso trágico de índole bélica impacta en la opinión pública, mediante los medios de intoxicación de masas (llamarle "medios de comunicación" sería convertirse en cómplices de las conspiraciones del poder), inmediatamente se desencadena un efecto sobre las masas, recogiéndose lo que se había calculado recoger: lo mismo la adhesión masiva a una intervención militar que la recepción de "refugiados". El pacifismo fue empleado magistralmente por el comunismo soviético que, durante la Guerra Fría, lo exportó a sus sucursales en todos los países que permanecían bajo la férula estadounidense: se minaba así la combatividad de la opinión pública de los países capitalistas y se neutralizaba cualquier esfuerzo bélico procedente de los gobiernos. Dábase el caso paradójico de que, mientras en occidente los comunistas reclamaban la "paz", los países comunistas seguían rearmándose. La lección ha sido aprendida por las demás potencias, independientemente de su signo político.
 
EL PACIFISMO DE LAS RELIGIONES DE EXTREMO ORIENTE
 
Prevalece una enorme ignorancia en cuanto a las religiones y no parece que nadie quiera remediarla. Es por ello que se tiende a generalizaciones totalmente equivocadas. Se ha llegado a admitir una clasificación de las religiones en: 
 
Religiones violentas.
 
Religiones pacifistas.
 
Entre las religiones violentas, el Islam y el Cristianismo cargan con la peor de las famas: el Islam por su "yihad" y el Cristianismo por sus "Cruzadas" de antaño. Y esto se hace con el máximo desdén intelectual hacia la complejidad que podemos hallar tanto en el Islam (sunnitas y chiítas) como en el cristianismo (protestantes, ortodoxos y católicos). Por ser enormente problemático, este tema lo dejamos a un lado, para centrarnos en el "pacifismo religioso" que es el que nutre al "pacifismo rebañego". Éste, el rebañego, tiene una imagen parcial de la realidad de las religiones consideradas como "pacifistas", las de Extremo Oriente y, como es de esperar, no actúa en consecuencia como sí que actuaron los grandes ejemplos del "pacifismo religioso", el mismo ejemplo que -sin "religión" y degradado a icono o eslogan publicitario- reclama para sí.
 
Las religiones del Extremo Oriente son conceptuadas como "pacifistas", lo que muestra el abrumador desconocimiento que el occidental tiene de las mismas.
 
He dicho más arriba que el pacifismo, en efecto, es de índole religiosa. Puede verse en sus dos figuras mundialmente más representativas: Lev Tolstoi y Mahatma Gandhi. Gandhi ha sido convertido en un icono del pacifismo rebañego, prescindiéndose de sus motivaciones y, por supuesto, sin animar a nadie a reproducir  el ejemplo de su determinación.

GANDHI Y LA "AHIMSA"
 
Mahatma Gandhi (1869-1948) empleó el pacifismo por razones estrictamente religiosas, sin dejar por ello de perseguir una finalidad política: luchar incruentamente por expulsar a Gran Bretaña de la India y alcanzar la independencia de su nación. Y este pacifismo gandhiano nunca fue obstáculo para que Gandhi admirara a Benito Mussolini y al fascismo italiano (algo que ignora la mayoría de pacifistas de rebaño). Es cierto que Tolstoi ejerció una formidable influencia sobre el pensamiento de Gandhi, pero la inspiración de Gandhi no hay que encontrarla en el "El Reino de Dios está en Vosotros" de Tolstoi, sino en el concepto religioso y filosófico de la tradición india: la "Ahimsa". Y aquí debemos aclarar un poco la procedencia de este término sánscrito.
 
La "Ahimsa" suele traducirse como "no-violencia", pero sería más apropiado traducirlo como "no hacer daño". Puede encontrarse en los textos de la "Upanishads", pero la "Ahimsa" fue asimilada por algunas modalidades del hinduísmo, del budismo y del jainismo. Sin embargo, es tal el desconocimiento de las diversas tradiciones de Extremo Oriente que se considera que todo el hinduísmo, todo el budismo y todo el jainismo la acepta con el mismo rigor. Eso ha dado una imagen de "benevolencia" (muy buen rollo) a estas religiones que está muy lejos de hacerles justicia.

AHIMSA EN EL HINDUÍSMO
 
Estas tres religiones son tan antiguas como para haberse ido complicando en su despliegue y su complejidad es más de la que puede sospechar el necio occidental, ese que se apresura a identificar hinduísmo y budismo con la "no-violencia".
 
El hinduísmo fue el suelo sobre el que surgieron tanto el budismo como el jainismo. Pero en el hinduísmo la "Ahimsa" no puede entenderse como un concepto permanente en el tiempo ni tampoco generalizado socialmente, dado que la doctrina de las "varnas" (las castas) establece con claridad meridiana que la sociedad hindú se halla estratificada en cuatro órdenes sociales con obligaciones y derechos muy distintos: los brahmanes, los ksatryas (guerreros), los vaisyas (mercaderes) y los siervos (sudras). Atendiendo a la segunda de las castas hindúes vemos que esta religión antiquísima admite la función militar como algo necesario para la defensa de la sociedad. A lo largo de su historia, el hinduísmo ha manifestado que, si bien es cierto que existe una tendencia por el "no hacer daño", la violencia es algo necesario. Lo vemos clamorosamente en el "Bhagavad Gita" (perteneciente al Mahabharata, aproximadamente siglo III a. C.) En el "Bhagavad Gita", Krisna (avatar de Visnú) le dice a Arjuna (que duda si combatir a sus parientes):
 
"¿De dónde este decaimiento
te ha invadido en el riesgo,
impropio de un noble, que aleja del cielo,
que no trae gloria, oh Arjuna?
 
No vayas a caer en cobardía, hijo de Prtha.
Es algo que no es propio de ti.
La vil debilidad del corazón
arrojando lejos, yérguete, Destructor de enemigos".
 
Krisna termina convenciendo a Arjuna de la necesidad de entrar en batalla y aniquilar  físicamente a sus adversarios mediante la guerra, en la persuasión de que los muertos que siembre sobre el campo de batalla, bien mirado por encima del mundo de las apariencias, no mueren, puesto que se reencarnarán.

Según el cómputo de las edades que rigen para el hinduísmo, estamos (en nuestros presentes días) en el llamado "Kali Yuga" (la edad oscura) en que abunda la contienda, la ignorancia, la irreligión y el vicio y se vaticina en el hinduísmo que para dar fin al colmo de este exceso del mal vendrá otro avatar de Visnú, Kalki, que destruirá a los demonios para abrir la siguiente edad llamada "Satya Yuga". Es interesante reparar en el asombroso parecido que muestra la iconografía del Kalki hindú con nuestro Santiago Matamoros.
 
Kalki
 
AHIMSA EN EL BUDISMO


El budismo que goza en occidente de tantas simpatías y una proyección considerable no puede tampoco decirse que sea pacifista en bloque. Si bien es cierto que la "Ahimsa" es el primero de los diez preceptos y el primer elemento de la disciplina moral, sería imposible comprender el fenómeno de los samuráis japoneses (budistas) si la "Ahimsa" fuese un precepto practicado en toda su radicalidad. Esto se debe al mismo despliegue del budismo que tan diversos frutos ha dado dependiendo del terreno sobre el que ha florecido, hasta tal punto que no puede decirse que el budismo zen o el budismo tibetano sean lo mismo, por mucho que participen de una base común. La tendencia occidental de considerar el budismo como algo "puro" es un error de enfoque. El budismo tuvo sus propios sincretismos allí donde aterrizó, como ocurrió con el Bön (chamanismo prebudista) tibetano y el shintoísmo japonés.

AHIMSA EN EL JAINISMO
 
Si hinduísmo y budismo son bastante desconocidos en occidente (ver una fotografía del Dalai Lama no es comprender el budismo tibetano, p. ej.), mucho más se ignora el jainismo, cuyo fundador Mahavira (llamado Jina, el Conquistador) fue contemporáneo de Buda. Los jainas están divididos desde el año 79 d. C. en "svetambaras" (tradición más relajada) y los "dighambaras" ´(los más estrictos) que practican el nudismo. Los jainas tienen, a modo de mandamientos, los Grandes Votos (mahavratas) para los religiosos y los Pequeños Votos (anuvratas) para los laicos y aquí la "Ahimsa" se estipula para ambos.
 
Gandhi encontró en su propia tradición la inspiración para su "Ahimsa", elemento fundamental del "pacifismo" religioso de Extremo Oriente, pero -como podemos ver- se trata de una de las muchas vías que se proponen en el abigarrado y complejo mundo donde tienen arraigo aquellas religiones. Y, lejos de ser una actitud ampliamente generalizada, el pacifismo religioso es una vía muy particular, abrazada por algunos singulares personajes, no por la sociedad en su conjunto; lo que nunca se les ha ocurrido a los hindúes y budistas es practicar a rajatabla el "pacifisimo religioso", pues ello, ante la amenaza de un enemigo violento, significaría el exterminio de sus feligresías.
 
CONCLUSIÓN
 
El pacifismo puede dividirse, a nuestro juicio, en dos grandes clases:
 
-El Pacifismo religioso que nos merece todo el respeto en sus grandes figuras, algunas veces heroicas, pero que es un fenómeno bastante extraño incluso en las religiones que son consideradas como sustancialmente "pacifistas".
 
-El Pacifismo rebañego que no es más que la occidentalización del pacifismo religioso, desustanciado y convertido en ideología que sirve a intereses políticos, sobre todo para dominar y debilitar a las masas. Y que no nos merece ningún respeto, como no nos lo merece cualquier cosa que ha dado esa perversión de la Cristiandad que se llama "occidente".
 
 
 
Samurái japonés: el budismo guerrero por antonomasia
 

viernes, 4 de septiembre de 2015

SÍ A LA TAUROMAQUIA

Por Antonio Moreno Ruiz Historiador y escritor

Un servidor de ustedes nació en el Año de Nuestro Señor de 1981. Como buena parte de mi generación, nunca fui aficionado a la tauromaquia. De chico me llamaba la atención y recuerdo que cuando paseaba con mi madre por el centro de Sevilla, me quedaba mirando los toritos de juguete que coronaban múltiples escaparates. Hacían auténticas virguerías artesanas por aquella época. Creo que sigue existiendo, pero ya más como “souvenir” para turistas que como otra cosa.
A mis abuelos les gustaba mucho la tauromaquia; pero a mis padres y tíos, si bien no les disgustaba, ya no tenían tanta afición. Y eso se notó mucho en cómo muchos coetáneos enfocamos el tema. Yo por ejemplo, de los toritos y los toreros de juguete pasé a tener una época de rechazo, hasta una posterior comprensión mas llena de indiferencia. Nunca he visto una corrida de toros en directo. A lo más que he llegado es a alguna capea en El Ronquillo (1), donde no me atreví a ponerme delante de la vaquilla no fuera que me motejaran de torero cigüeño, como antiguamente dizque llamaban a los toreros altos. Y aparte, porque tenía más miedo que un moroso delante del cobrador del frac. Recuerdo que en mi pueblo cuentan que a un bisabuelo mío, que era hombre de medir 1,90 y pesar ciento y pico de kilos, una vaquilla lo levantó como si fuera un papelillo; y eso siempre lo he tenido muy presente. Y bueno, alguna vez he visto los toros en la tele, sobre todo cuando había rejoneo, pero no aguanté mucho tiempo. La curiosidad se me iba pronto. En cambio, hace años eso cambió un poco, gracias al programa “Toros para todos” de Canal Sur, presentado por Enrique Romero. El por qué ese programa me iba enganchando cada fin de semana a la hora de comer era que, más allá de las corridas de toros sensu stricto, hablaba de la tauromaquia por dentro: Hacían reportajes de las dehesas, de los ganaderos, de los veterinarios, de cómo se entrenaban los toreros; entrevistaban a gente del mundo de la fiesta, a turistas extranjeros… Todo, bajo el paisaje inigualable de nuestra Piel de Toro siempre candente. Aquello era el mundo de la tauromaquia por dentro. Y gustaba mucho a propios y extraños.
Decía el gran polígrafo ruso Alexander Solzhenitsyn QEPD que los grandes males de nuestro tiempo son la precipitación y la superficialidad. Y siempre que se habla de la tauromaquia, estos dos rasgos salen a relucir con estrépito, tanto por unos como por otros.
Sería para nada intentar escudriñar en los orígenes de la tauromaquia. Para eso enhorabuena está la monumental enciclopedia de Cossío. Pero no está de más recordar que la tauromaquia es uno de los factores que nos conectan con nuestro más remoto pasado. No estoy diciendo que hubiera un Curro Romero tartéssico, pero lo cierto es que los griegos ya señalaban cómo los pueblos ibéricos tenían una cultura trascendental en torno al toro, similar a la que también existía por la Hélade, sobre todo en Creta. El toro, el caballo o el león eran símbolos divinos para los antiguos iberos; como en la mitología griega también está presente la figura del Minotauro. Asimismo, el sacrificio táurico estaba presente en la religión mithraica, que desde tierras persas se extendió por los legionarios a muchas partes del imperio romano y “convivió” con el cristianismo. Tanto el culto mithraico como la tauromaquia llamaron la atención de Roy Campbell, poeta inglés, traductor de San Juan de la Cruz a la lengua de Shakespeare, y gran amigo de España y sus tradiciones; a tal punto que más de una vez se atrevió a torear. Roy Campbell, al igual que Tolkien, era católico, inglés e hispanófilo; y creían, con San Agustín de Hipona, que la salvación había sido anunciada a los paganos aun de distintas maneras. Como bien dice el bibliófilo Joseph Pearce (también inglés y católico), tanto Campbell como Tolkien gustaban del paganismo que podía acercar a Cristo, no del “nuevo” y reinventado que aleja de Él. Por tanto, quien quiera ver en la tauromaquia una suerte de resquicio pagano, suponemos que también lo verá en el latín o el griego…


Biografía de Roy Campbell realizada por Joseph Pearce, donde detalla, entre otras muchas cosas, su afición torera. Imagen de www.casadellibro.com


Con todo, Adolf Schulten -arqueólogo germánico enamorado de Tartessos- decía que en España pervive extraordinariamente lo arcaico. Desde luego, la tauromaquia es una de las muchas pruebas, uno de tantos hechos que pasó de época remota a filtrarse y civilizarse en época cristiana. La brillante escritora gallega Emilia Pardo Bazán atribuía un origen árabe a la lidia. Y nada más lejos de la realidad. Empero, ella no tenía la culpa: Durante buena parte de los siglos XIX y XX se extendió la idea de que buena parte de la cultura española se debía a los árabes. Fue al revés: Tanto árabes como bereberes, así como hispanos conversos al islam, copiaron mucho de la cultura que ya estaba más que consolidada en época hispano-visigótica. No sabemos de hecho que haya lidia por la Península Arábiga y alrededores…

Empero, siempre la tauromaquia en España ha pasado por sus más y sus menos. Curiosamente, sus menos vienen por la enemistad que parte de la aristocracia ha tenido, incluso por parte de reyes, y también por clérigos. Hasta hace muy poco no estaba bien visto que los curas fueran a los toros, por ejemplo. Isabel la Católica asistió una vez a una corrida de toros y salió horrorizada. Felipe II, si bien no era partidario de la prohibición, tampoco gustaba del tema y llegó a prohibir alguna corrida como homenaje a su real persona. Sin embargo con los Austrias no se dio una ruptura entre élite y pueblo (2) tan acusada como ya se dio en época borbónica: Felipe V llegó a prohibir a los nobles de su círculo el que laboraran estos espectáculos; y es aquí, en el siglo XVIII, cuando va a empezar el toreo a pie precisamente por eso: Mientras que en Portugal no hubo tal prohibición, al otro lado del Guadiana sí; por ello en Portugal se conserva un toreo muy original y antiguo, siempre relacionado con los forcados (recortadores) y el rejoneo, esto es, el toreo a caballo que todavía mantienen los fidalgos; y salvo en algún que otro pueblo fronterizo, no se mata al toro; mientras que en España se fue desarrollando el toreo a pie de una forma popular, habida cuenta del alejamiento de parte del estamento nobiliario. En la época de Carlos III, sólo se permitían las corridas benéficas; por lo cual muchos ideaban cualquier propósito para que hubiera corridas. Sin embargo Su Majestad Fidelísima Miguel I de Portugal era un hábil rejoneador.
Y vamos más allá: Indagando en las relaciones de la Iglesia Católica y la tauromaquia, tenemos que “Pío V excomulgó a los taurinos. La excomunión fue suprimida por Gregorio XIII. Pero Sixto V, dirigiéndose al obispo de Salamanca, la había restablecido. El claustro salmantino se niega a obedecer y es el gran Fray Luis de León quien redacta la protesta. Hasta que por fin Clemente VIII reconoce que las corridas son una escuela de valor, que pertenecen al patrimonio de España y levanta la excomunión. Entonces comenzó, para continuar hasta nuestros días, la comunión de Iglesia y Tauromaquia”. (3)

Por tanto, concluimos que si bien la tauromaquia ha pasado por desavenencias venidas “desde arriba” (y muchas veces desde Roma se ha tenido especial inquina contra las costumbres españolas, que todo hay que decirlo), ha sido gracias a la constancia popular que se ha conservado con más o menos evoluciones. No hay nada de “imposición”: Al contrario, “desde arriba”, se ha intentado por numerosos medios imponer su prohibición, con escaso éxito, como vemos.

Y hablando de imposiciones, tampoco estamos ante una “imposición andaluza”. De hecho, Cataluña siempre ha sido uno de los puntales taurinos de España, en contraposición a otras regiones donde las corridas de toros han tenido poca relevancia, o nula, como en Canarias (donde las peleas de gallos están a la orden del día, por cierto). Pero Cataluña, Vascongadas, Navarra, Valencia y buena parte de Castilla son puntales taurinos de primera, al igual que Andalucía, naturalmente; y al igual que siempre ha habido focos taurinos en Asturias y Galicia. Y ya que hablamos del salto evolutivo de la tauromaquia española en el siglo XVIII, se lo da la fusión del estilo vasco y el estilo andaluz; el vasco, más apegado a los recortes y a esquivar; el andaluz, más apegado al uso de capas y requiebros artísticos. Esta fusión vasco-andaluza, esta armonía de norte y sur de España parece que, aun ignorando el subliminal y clave hecho, hay quien lo intuye y se pone muy nervioso. Y al final el problema es el que decía Solzhenitsyn(4), el mismo que tan vilipendiado fue por ciertos –supuestos- intelectuales y que pidió, al llegar a España, amén de comer cochinillo en Segovia, ver una corrida de toros: Precipitación y superficialidad. Y es que en torno a tonos maniqueos, hay quien pretende que el hecho de que te gusten los toros sea de “derecha”, o incluso los hay al revés, que dicen que el gusto por la tauromaquia es un invento liberal o de izquierda… Y ni una cosa ni otra. Si bien es cierto que a lo largo de la historia de España encontraremos personajes que en absoluto gustaron de los toros, también encontraremos otros tantos que sí, y tanto en un sitio como en el otro, no podremos establecer un “referente político”. Había algún carlista que abominaba de los toros y sin embargo en el famoso acto del Quintillo (5) se hizo una capea, y al igual que hubo toreros carlistas. Y también falangistas, como El Algabeño; o el escritor y diplomático Agustín de Foxá. Y también hubo en el Frente Popular la conocida “brigada de los toreros”(6), más rojos que el diablo en salsa. Ha habido escritores muy poco dados a la tauromaquia, tales como Miguel de Unamuno o Vicente Blasco Ibáñez; pero no era ese el caso de Valle-Inclán, quien se hizo amigo del torero Belmonte. Y Valle-Inclán es, probablemente, una de las personas más imposibles en cuanto a “clasificaciones ideológicas”, aunque parte de su vida dizque fue carlista. A día de hoy multitud de izquierdistas se dicen antitaurinos y parecen ignorar que Ernest Hemingway, Andrés Calamaro, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat se caracterizan por su afición a los toros. El poeta Federico García Lorca, que no encaja en ningún espectro político actual (7), decía que la tauromaquia era una fiesta culta. A Lorca lo fusilaron junto a un banderillero anarquista. ¿Y en qué espectro ideológico encajaría por ventura el muy taurino y cineasta Orson Wells? Y así, tantos otros ejemplos hallaremos. Igual que hallaremos gente de derecha y de izquierda que gusten del fútbol y al contrario (8). Los esquemas cerriles-ideológicos no sirven para nada, y todavía menos para explicar fenómenos tan poliédricos como transversales. Como es la vida misma, vaya.


El escritor Ramón del Valle-Inclán y el torero Juan Belmonte. Imagen de larazonincorporea.blogspot.com



En cambio, hay un hecho objetivo en estos días: La ofensiva animalista/antitaurina, lejos de ser espontánea, viene aupada y financiada desde Holanda y Suiza. No por nada el PACMA (partido animalista) tiene su sede en la calle Preciados en Madrid, la calle más cara de España. Las movilizaciones espontáneas de masas no existen: La Toma de la Bastilla no se habría hecho sin el empuje de los Orleáns y las armas prusianas; así como la Revolución Rusa no habría tenido lugar si antes Lenin no se hubiera pasado por Zurich. Y esto ocurre en un año 2015 donde se da una afluencia a las plazas de toros como no se había dado en años… No hay que ver “grandes conspiraciones”; basta con saber que las cosas pasan por algo.


Fotografía gentileza de Francisco Abellán.



Sin embargo, hay que reconocer que la tauromaquia estaba de capa caída, yo creo que hasta cayendo en la inanición. Y yo, que veo las cosas de fuera, he escuchado a notables taurinos culpar muchas veces a los responsables de la fiesta por querer “sólo espectáculo” y beneficio económico. Algunos aducen motivos económicos para no acabar con la tauromaquia, y no saben que eso, aparte de ser un criterio tan marxista como ramplón, nunca será motivo alguno de identidad ni permanencia. Es como los que pretenden afrontar el separatismo “catalán” con que “no van a estar en la Unión Europea” o “van a perder dinero”, omitiendo la sangre, la historia, la cultura y la tradición. La tauromaquia, o se defiende “poéticamente”, o mejor se calla uno. Si se cree que esto es un arte, como tal hay que defenderlo. Y reitero: Lo veo desde fuera. Y si desde fuera me gusta la tauromaquia por dentro; si las plazas, amén de dejar de vender las entradas a precios prohibitivos, hubiera más recortadores, más rejoneos, y más eventos ecuestres, así como de gastronomía y música; esto es: Una representación más completa de la liturgia telúrica que abarca por derecho este fenómeno; tal vez eso reforzaría mucho más el interés y la afición. En Lima por ejemplo así se hace en la Plaza de Acho, donde siempre hay números de marinera (9) y donde se organizan hasta parrilladas colectivas. Todo eso, naturalmente, debería ir unido a unas leyes justas que se cumplan, como en Francia, donde no está permitido reventar corridas de toros con “manifestaciones” insultantes en las mismas plazas. Ahora Morante de La Puebla se ha atrevido a denunciar a Peter Janssen, el holandés agresivo y subvencionado; ya era hora, y se merece todo el apoyo del mundo. Ya está bien. Pero vuelvo a advertir a los taurinos y más a los responsables: No hay que tener miedo de las “reformas” (que no se alejan de la tradición, al contrario), y no todo es dinero. En todo caso, más caro costará si desaparece la tauromaquia; porque, Dios no lo quiera, si la tauromaquia desaparece, no será sólo el coste económico (ciertamente mucho): Será un coste ecológico brutal, pues amén de la desaparición de un animal único, el desierto urbano que amenaza a España se extenderá irremediablemente, amenazando el ecosistema de la dehesa (y todos los animales que de él dependen); ecosistema que sólo sabe vivir y trabajar una minoría de hombres ligados íntimamente a la tierra. Eso por no hablar del deterioro que asimismo sufriría el mundo del caballo, tan íntimamente ligado a estas tradiciones, como lo está desde los tiempos de los iberos.

Creo, en mi humilde opinión, que ha llegado la hora de dar a conocer la bella complejidad de este fenómeno. Empero, la agresividad animalista se veía venir, y viene empujada desde fuera. Pronto, probablemente nos arriesgaremos a ser insultados públicamente si se nos antoja un filete. Quién sabe si los que tienen mascotas serán considerados carceleros… Y es que no entendemos que los que someten a los animales a horarios y espacios humanos, luego se escandalicen de la tauromaquia. O cómo satanizan la tauromaquia los que ponen fotos de pesca y sardinadas en la playa: ¿Satanizarán la tradición de la almadraba? ¿Dirán que es un espectáculo donde se asfixia y se sangra a un animal para encima exhibirlo luego? ¿Pretenderán prohibir la matanza del cerdo, actividad colectiva en muchos pueblos serranos, donde los cochinos son descuartizados muchas veces en corrales o casas particulares? O más aún: ¿Pretenderán condenar insecticidas y matamoscas? ¿Abolirán las ratoneras? ¿Y qué decir de los mataderos, o de las granjas donde se hacinan las gallinas? ¿Querrán prohibir la cacería? ¿Y las plantas?¿No están arrancando los veganos de sus lugares a seres vivos? ¿No es cierto que en muchos sitios hay gente que cuida las plantas, amén de con agua, con parla y canciones y que así crecen mejor?
Y ahora díganme: ¿Es que alguna de estas actividades es comparable al toro bravo en particular y a la tauromaquia en general para que sea satanizada mediática y políticamente de esta manera? ¿Hay alguien que mire y trabaje más por la naturaleza que el mundo del toro? ¿No vemos que aquí no hay siquiera “doble vara de medir”, sino que todo este rollo antitaurino no es más que trampa, mentira, ignorancia y odio?
Tampoco entendemos ciertos memes y fotos, pues, por ejemplo, ¿se imaginan que pusiéramos una foto de un accidente mortal de Fórmula 1 con la leyenda “NO LE DUELE, ES DEPORTE”? ¿Se nos acusaría de demagogos como mínimo, verdad?
Reitero: Esto del animalismo es mentira. Es pura pose y sistema ideológico facilón, contradictorio e histérico. Conozco desde hace años sus “argumentos” y no hay más cera de la que arde. Sin subvenciones suizas u holandesas y sin pasividad/permisividad de los corruptos políticos locales, no serían nada. Por ello, no tengamos miedo. La tauromaquia va más allá de las plazas. Hay muchas actividades relacionadas, como encierros (y no sólo los Sanfermines) y toros de cuerda; que asimismo, hay que apartar del turismo masivo-grotesco. Creo que todavía se puede fomentar un turismo sano y rural alrededor de este gran fenómeno artístico-cultural. Eso puede ayudar a alimentar el lógico interés. Sería un paso. Los españoles no conocemos bien nuestro país y por eso hemos sucumbido a la artificialidad divisoria de los intereses politiqueros y de sistemas educativos nefastos. La tauromaquia nos une con nuestra geografía y nuestro pasado. Muchos pintores y literatos le dedicaron tiempo y corazón. Nuestro campo le debe mucho. El toro bravo lo merece: No hay animal que viva mejor ni que ocupe mayor desvelo y dedicación. Podrá ser que haya gente que no guste del gazpacho, el cocido, las croquetas, el pescado frito, la butifarra o de la tortilla de papas, ¿pero negarán que son símbolos de nuestra gastronomía? ¿Negaremos que el flamenco, la gaita, la jota, la boina o el cachirulo también forman parte de nuestro acervo y nuestra imagen; así como el románico, el gótico, el mudéjar o el barroco? ¿Por qué tantos problemas y postureos? ¿Nos gustan los tipismos extranjeros pero nos acomplejamos con los nuestros? No es cuestión de gustos: Son realidades que respiran tradición y cultura; y la tauromaquia, guste más o guste menos, es un símbolo atávico de España, que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia. Es la expansión del hombre ibérico: Desde el sur de Francia (que fue catalán) hasta la América del Sur; incluso en su día, también por Marruecos y Mozambique. ¡Pero no se conoce! Y muchos taurinos tampoco ayudan a que se conozca. De hecho si se conociera, las mentiras animalistas no tendrían cabida por más dineros de Ámsterdam que vengan.
El mundo taurino debe unirse, dejarse de rencillas y exclusivismos, y atraer a los aficionados a la naturaleza, la historia y el arte. Yo os lo digo desde fuera, pero visto lo visto, quisiera decíroslo desde dentro. Los dizque antitaurinos han tenido la enorme habilidad de que me acabe gustando esto, mirad por dónde. No hay mal que por bien no venga y ofrezco mi puño y letra, ya en prosa, ya en poesía, para defender la fiesta brava. Yo digo que sí a la tauromaquia, con todo lo que ello comporta, y estoy seguro de que no seré el único.
He dicho.
Pablo Hermoso de Mendoza. Imagen de mexicalisport.com

NOTAS:
(1) Pueblo de la Sierra Norte de Sevilla.
(2) Hace tiempo tuve oportunidad de escribir más concretamente sobre el tema: "Divorcio entre élite y pueblo en España". 26.4 - Revista La razón histórica
(4) La actitud de muchos dizque intelectuales españoles para con Solzhenitsyn cuando el genio ruso arribó a España con toda la ilusión del mundo fueron vomitivas. Recuérdese: ANTONIO MORENO RUIZ: DE BENET Y SOLZHENITSYN.
(5) Requetés lidiando una becerra:
Para mayor información, véase:Quintillo - Carlismo Andaluz
(6) Sobre la brigada de los toreros en el Frente Popular:
(8) Por más que quieran manipular, Federico García Lorca jamás fue un militante comunista, ni fue un gran entusiasta de la política en sí. Fue simpatizante republicano, sí, pero lo suyo era otra cosa. Tanto su familia como la familia de otros escritores como Ramón del Valle-Inclán o Miguel Hernández han reaccionado alguna vez contra aquellos burdos manipuladores que, encima, demuestran no haber leído ni una línea de estos próceres de las letras hispánicas.
(9) Algunos vídeos sobre la limeña Plaza de Acho: