La consumación del imperio. Destrucción. Thomas Cole. 1836. |
Matilde N. P.
Europa todavía parece estar un tanto aturdida ante la masacre perpetrada en París por los terroristas del Estado Islámico. La reacción inmediata de muchos países occidentales es, en cierto modo, algo natural y esperable: la restricción de entrada de los refugiados, las operaciones policiales cinematográficas en sus propios territorios, el aumento (o mejor dicho, el inicio) de los bombardeos a posiciones del Estado Islámico en la región de Levante, entre otras.
Los debates en torno a los ataques giran básicamente en torno a dos ejes: el primero, mayoritario, diciendo temer el estallido de violencia contra los musulmanes, el crecimiento de grupos ultranacionalistas y el resurgimiento del discurso xenófobo; el segundo, minoritario, que muestra cierta preocupación para determinar en qué medida los grupos terroristas se han aprovechado de la generosidad de los países occidentales a establecerse en sus territorios, reclutar nuevos miembros y ampliar sus operaciones. Casi ninguna preocupación se ha mostrado en una de las principales causas que han llevado a la masacre de París: una degradación cultural de Europa provocada por la descristianización.
Todos los “expertos” que han hablado en los medios de comunicación para dar explicaciones - absurdas, la mayoría de las veces - sobre qué ha permitido que el Estado Islámico provocara un ataque de proporciones tan graves en Francia restringió el análisis a los aspectos accesorios del problema real. Mucho se ha hablado de los peligros de la xenofobia y la forma en que podría degradar el espíritu esencial de la tolerancia que los nuevos tiempos exigen. También se habló sobre las desastrosas políticas exteriores de los países occidentales, especialmente Estados Unidos, que, por lo visto, parece muy eficiente para armar, entrenar y financiar generosamente sus futuros enemigos. Se mencionó también la importancia de que otros países europeos participen en la acción militar contra el Estado islámico, incluyendo el uso de tropas terrestres. Se plantearon algunas preguntas: ¿cómo identificar a los terroristas a través de la multitud de refugiados? ¿Es preciso cerrar completamente las fronteras, aumentar el control y dejar el panorama tal como está?
La degradación de la cultura occidental, que comenzó en el momento en que el cristianismo dejó de ser el fundamento principal de la vida cotidiana de las personas, no se ha mencionado en el análisis post-ataque de París; de hecho, ni siquiera fue considerado como una posibilidad, aunque muy remota. Sobre ello, un silencio sepulcral. Sin embargo, este es precisamente el tema central de la civilización occidental de nuestro tiempo. Y hay algunos ejemplos muy elocuentes que lo dejan ver bien claro.
Lo más probable es que nunca hayan oído hablar de Abel Azcona. Nacido en Pamplona, Navarra, en 1988, el español Azcona es un "artista de performance". Su perfil en “Vimeo” dice más sobre el artista y su obra:
His artistic exploration considered highly biographic looks into his own childhood, scarred experiences of abuse, abandonment, and child maltreatment, being his biological mother a key reference of his experience and therefore of his artistic craft. The feeling of abandonment experimented for the first time because of his mother, who practiced prostitution, and his pass through multiple child shelters, mental institutions and different foster homes, are determinant to the way Azcona expresses himself. His life experience, marked by drugs, prostitution, or several suicide attempts during his adolescence, are linked to his creation and so he doesn't hesitate to share with the viewers through his work. In his works on this intimacy, Azcona is known for experiencing pain and physical stamina, exposing himself to beatings, intoxications, aggressions and various tortures both physical and psychological, and doesn't cower to confront himself. Azcona tells us that when inner pain is so intense, outer pain can disappear; uses pain to empathize with his own feelings and own experiences during childhood and teen ages. Also, he assures that when he practices self-harm, it's his own choice to alter the shape of his body, as opposing to an abused child or woman, without a chance to decide. A resilient Azcona, creator of a cathartic work as a mean of self knowledge and personal construction.
El joven Azcona alcanza todo el mundo. Sus obras han sido expuestas en las principales capitales de Europa y Estados Unidos, y su nombre transita con facilidad en famosos museos y galerías de arte. Su última “actuación artística” se presenta en su ciudad natal de Pamplona. Se trata de, utilizando 242 hostias consagradas, escribir la palabra “pederastia”. Ante la incredulidad de la gente en el material utilizado por Azcona, él dijo que acudió a 242 celebraciones eucarísticas en las iglesias de Navarra y Madrid, y publicó fotos hechas con una cámara oculta durante su participación en algunas de estas celebraciones - incluso en el momento de la recepción de la Eucaristía.
Una cultura que es capaz de adaptarse a todas las manifestaciones de total desprecio por lo trascendente es una cultura que crea un camino sólido hacia la propia destrucción. Los elogios a todo el trabajo de Azcona son una apología a la autodisolución. Una civilización que alcanza un nivel de degradación cultural, no sólo es incapaz de resistir la influencia y la acción de los enemigos externos, sino que ella misma se convierte en su propio enemigo. En esta etapa, no importa qué medidas tomar contra el Estado islámico o cualquier otro grupo terrorista - aumento de las bombas sobre sus bases, el cierre de fronteras, la intensificación de las leyes - nada, absolutamente nada será capaz de eliminar el peligro de exterminio.
Sólo una actitud será capaz de detener la marcha de Europa hacia la ruina. Sólo una actitud será capaz de detener este camino a la autodestrucción, y esta actitud es el regreso de Europa a la espiritualidad. No hablo de un retorno exterior, aparente, sino algo que los antiguos griegos llamaban metanoia: el reconocimiento del problema central, sincero arrepentimiento y la conversión completa - conversión no sólo en el sentido religioso, sino moral, ético e intelectual. No depende sólo de los gobiernos, ni sólo de los ejércitos, y mucho menos de la ONU, sino de las personas.
Hace un tiempo era Europa quien enviaba misiones al mundo para llevar el Evangelio a los pueblos, en consonancia con el mandato dado por Cristo a los Apóstoles. Hoy en día es Europa quien necesita ser recristianizada.