RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

lunes, 9 de noviembre de 2015

SUSTITUCIÓN CULTURAL ANGLOSAJONA

Imagen de www.taringa.net

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor

Por desgracia, creo que no es verdad que el español sea un idioma en auge. Lo que percigo en auge es una jerigonza spanglish que está pudriendo el español. Estamos suplantando nuestra cultura y nuestra psique por algo que, lejos de enriquecernos, nos empeora, en un proceso de sustitución cultural apabullante: "Miss" por "señorita", "kinder" por "párvulo" o "preescolar", "delivery" en vez de "a domicilio", "stop" por "alto" o "pare", "sorry" por "lo siento"/"disculpa"/"perdona", "heavy" por "fuerte"... Y eso por no hablar de "Halloween", "baby shower", "Christmas"... ¡Joder, qué hartura y qué asco! Y ya, si uno no usa estas palabrejas, parece un marciano. Definitivamente, el afrancesamiento ilustrado parece un dulce al lado de esta pesadez hortera. Afrancesamiento que, por cierto, estuvo presente en las oligarquías hispanoamericanas hasta bien entrado el siglo XX, y más exagerado todavía que lo que fue el XVIII español.

Yo, qué quieren que les diga, me niego a sustituir la riqueza de nuestra lengua por estos barbarismos de mal gusto. Me niego a decir “brother” en lugar de “hermano”; me niego a decir "Oh, my God!" en lugar de "¡Dios mío!"; me niego a cantar "happy birthday" en lugar de "feliz cumpleaños"; no le pondré nombres "exóticos" a mis hijos así como me niego a festejar al gordo vestido de colorado y tantas otras estupideces que nos están metiendo de la Península al Nuevo Mundo para sustituir la riqueza de la cultura hispana en particular y latina en general. Por lo mismo que si tengo descendientes, nunca les pondré nombres exóticos que no entren en mi fonética.

Y sí, soy profesor de español para extranjeros, entre otros menesteres; y por eso mismo, soy consciente de las variedades del español, de la Península al Nuevo Mundo, pero eso es una cosa y otra muy distinta es enseñar la hortera bastardía de una reata de innecesarios y acomplejados anglicismos, máxime cuando para la gran mayoría de ellos hay palabras y expresiones de sobra en nuestra culta lengua, la lengua de Cervantes y Quevedo, la lengua de Rubén Darío, Amado Nervo y José Santos Chocano; la lengua del Cantar de Gesta y de la poesía gauchesca; la lengua que fue de las Partidas del rey Alfonso X el Sabio a las Leyes de Indias; la lengua que, bien nacida en Castilla, se hizo universalmente española a través de la hermosa conexión Andalucía-Canarias-América.

Creo que en nuestra América el proceso de yanquización ha sido más intenso porque desde hace muchos años se abandonó totalmente el estudio del latín, por lo que incluso la gente culta tiene un desconocimiento abismal sobre la raíz de su idioma, siendo que las oligarquías, cerriles y apátridas, alientan esta yanquización. En España se resistió un poco más, pero fue llegar la década de los 90 y entrar en el desenfreno anglosajón, de la mano del PSOE y del PP, así como de sus necesarios aliados comunistas y separatistas. Así que o tomamos cartas en el asunto a entrambos lados del Atlántico, o preparémonos entonces para disolvernos en la indignidad, porque ya se preguntó cual fatal profeta el mentado Rubén Darío:

“La América española como la España entera
fija está en el Oriente de su fatal destino;
yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera
con la interrogación de tu cuello divino.

¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?”(1)

Esto por desgracia ya está pasando. Y es una pena, dado el potencial tan grande que tenemos, y que de hecho, deberíamos reivindicar.

Por otra parte, con esta ristra de anglicismos innecesarios, en este proceso de sustitución cultural, es normal que apenas salgan buenos escritores. ¿Qué van a escribir? Pensando y hablando así, no puede salir nada bueno.

Otrosí, los autores del realismo mágico al menos tuvieron la decencia de replantearse el lenguaje desde su base, creando algo que si bien puede gustar más o puede gustar menos, desde luego ha conseguido enriquecer nuestra lengua. En cambio, muchos criticones conservaduros (que no tradicionalistas), incapaces de crear absolutamente nada, no parecen tener mayor problema ante la constante intromisión anglosajona. No en vano, si por algo se ha caracterizado el pseudo-monarquismo conservaduro (de estilo juanista) en España, antes del gusto por los trajes de alguacilillos, es por su ridícula anglofilia. Mucha mojigatería pija, mucha pose pseudo-caballeresca, pero incapaces y vendidos ante el combate cultural. Y tanto progres como moros y anglos avanzan, corroyendo lo poquito que nos queda.

Así las cosas, que Dios nos coja confesados. Pero en español, gracias.






Imagen de www.laprensa.com.ni




(1)Véase el poema “Los cisnes”:

Los cisnes - Poemas de Rubén Darío - Poemas del Alma

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