RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

domingo, 27 de octubre de 2013

NO ESCUCHARSE

File:El poeta Baltasar Gracián.jpg

"No escucharse. Poco aprovecha agradarse a sí, si no contenta a los demás, y de ordinario castiga el desprecio común la satisfacción particular. Débese a todos el que se paga de sí mismo. Querer hablar y oírse no sale bien; y si hablarse a solas es locura, escucharse delante de otros será doblada. Achaque de señores es hablar con el bordón del «¿digo algo?» y aquel «¿e?» que aporrea a los que escuchan. A cada razón orejean la aprobación o la lisonja, apurando la cordura. También los hinchados hablan con Eco, y como su conversación va en chapines de entono, a cada palabra solicita el enfadoso socorro del necio «¡bien dicho!» 

Baltasar Gracián

miércoles, 23 de octubre de 2013

DESENGAÑO Y PESIMISMO EN ESPAÑA



Por Antonio Moreno Ruiz



Analizando figuras como Luis Rosales o Rafael Sánchez Mazas, se pregunta uno por qué, perteneciendo al –en teoría- bando vencedor, les queda esa sensación de desengaño que tan bien sale plasmada en la película “Soldados de Salamina”. Tres cuartos de lo mismo ocurre si leemos la gran recopilación que dirigieron Pablo Larraz Andía y Víctor Sierra-Sesúmaga, Requetés, de las trincheras al olvido. Dicen no pocos carlistas que se ganó la guerra pero se perdió la paz. Probablemente, a los más jóvenes les costará encontrar un sentido a esto.

El poeta falangista Ángel María Pascual escribía:

“A ti, fiel camarada, que padeces
el cerco del olvido atormentado;
a ti que gimes sin oír al lado
aquella voz segura de otras veces:

te envío mi dolor. Si desfalleces
del acoso de todos, y cansado
ves tu afán como un verso malogrado:
bebamos juntos en las mismas heces.

En tu propio solar, quedaste fuera,
del orbe de tus sueños hacen criba.
Pero, allí donde estés, cree y espera.

El cielo es limpio y en sus bordes liba
claros vinos del alba, primavera.
Pon arriba tus ojos, siempre arriba.”


Reiteramos: ¿Después de ganar una guerra se escribe esto?


Al terminar la Segunda Guerra Mundial, parece que una enorme y fatalista sensación de desengaño se extendió por muchas cabezas pensantes de la sociedad española. No sé si es que hasta finales de los años 30, hubo una suerte de “exceso de idealismo” que se desvaneció, tras una fecundidad cultural avasalladora. No sé si en verdad, el nefasto y acomplejado ambiente pesimista inyectado por la Generación del 98 y el Regeneracionismo en los años de la pérdida de Cuba volvió de repente, al ver el país nuevamente devastado en tan poco tiempo… No lo sé, la verdad. Pero lo curioso es que buena parte de entrambos bandos coincidía en algo básico: La España que se gestó a principios del siglo XIX y que no había parado de decrecer tenía que morir. Ninguno se esperaba que España acabara rodeada de democracias liberales triunfalistas. De hecho, buena parte del pueblo español culpaba, con mucha razón, al liberalismo (Que había llegado siempre por el golpe militar) de los problemas de la España contemporánea. El liberalismo era profundamente despreciado y, sin embargo, era lo que rodeaba por todas partes.

La Falange había perdido trágicamente a sus mejores mentores. Franco comenzaba en plena guerra un experimento totalitario que, amén de amordazar lo que quedaba de la Falange dirigente, esto es, Manuel Hedilla, pretendía inmovilizar al carlismo, que era la organización civil que más había aportado al Alzamiento. No en vano dice el periodista Vicente Talón Ortiz que Franco no habría ganado la guerra sin los requetés. Manuel Fal-Conde, quien se opuso a la política de partido único y quien quiso, junto con lo sanable de las fuerzas armadas, crear una academia militar carlista que fuera la punta de lanza de una renovación en el ejército, todavía infectado de masonería, fue condenado al destierro y el patrimonio de la Comunión Tradicionalista fue secuestrado. En verdad no les habría temblado el pulso a los militares de haber condenado a muerte a Hedilla y Fal, pero no eran tontos y sabían de los perniciosos efectos que aquello podría tener.

Comunistas y socialistas, en cambio, esperaban una milagrosa intervención de la Unión Soviética que trastocase el signo de la guerra y convirtiera a España en una colonia del poder de Moscú. Y eso no pasó. El mismo bando rojo tuvo sangrientas divisiones. Todavía a día de hoy comunistas y anarquistas se pasan la pelota sobre los crímenes de supuestos “incontrolados”. La influencia de Stalin fue tal que en España tuvimos una purga antitrotskysta dirigida por él, que pagaron los del Partido Obrero de Unificación Marxista a través de Andreu Nin. Hubo comunistas recalcitrantes que engrosaron las filas del maquis. Fueron terroristas que se encontraron con la oposición de un pueblo harto de comunismo y guerra, y en cuanto la URSS dio la voz, se bajaron del burro. Ese desengaño comunista acaso fue bastante bien expresado por Enrique Líster. Cuenta el periodista Eduardo García Serrano que, en una entrevista que años ha le realizó al montaraz gallego que se crió en Cuba dijo que como le volviera a mentar a Santiago Carrillo, se iba. En la hoz y el martillo había triunfado, en el dorado exilio, la rata de retaguardia, el delator, el regalado por Ceaucescu, el que llegó a traicionar a sus camaradas. En cambio los que se jugaron los cuartos en el frente fueron olvidados. No parece ser muy distinto el bando nacional. En el régimen, personajes tan oscuros como Gutiérrez Mellado y Arias Navarro escalaron peldaños sin problemas….

¿Por qué?

Je, buena pregunta….


No obstante, el desengaño empezó ya en la II República. De los que el historiador Nicolás Salas llama “republicanos del 31”, no quedó ni uno que defendiera el régimen al cabo de cinco años. Tenemos la famosa frase de José Ortega y Gasset, quien consagró buena parte de su obra a propagar el complejo de inferioridad y un europeísmo indefinido: “No era esto, no era esto”. Gregorio Marañón, Miguel de Unamuno y Juan Ramón Jiménez tuvieron opiniones parecidas. Alejandro Lerroux, uno de los más veteranos partidarios de la República, acabó abominando y apoyando al bando nacional, caso relativamente parecido al de Francesc Cambó. Era lo que Francisco Largo Caballero llamaba “la república burguesa”, ésa que había derribar con la bandera tricolor, para colocar solo la bandera roja de la Revolución que entonces preconizaba el PSOE amenazando con guerra civil desde 1933.

¿Toda la culpa es de Franco? No, en absoluto. Desde luego, la intentona totalitaria le salió muy mal, provocando más hambre y corrupción de la cuenta. Su actitud para con carlistas y falangistas fue, cuanto menos, canallescamente ingrata. No la de él a solas, sino la de todo el entramado militar. No olvidemos, pues, que si hay alguna institución que en España haya defendido con uñas y dientes el liberalismo y la masonería, ésa ha sido el ejército. Así que esos gritos de “¡ejército al poder!” que se podían escuchar hasta los años 80 estaban muy mal encaminados….

El caso es que ya en la postguerra, mucha gente se olvidó de la “política”. La cosa era subsistir y levantar el país. Y mal que bien, así se hizo. En 1975, España era la novena potencia industrial del mundo y tenía un 3% de desempleo. No está nada mal. Nos daríamos hoy con un canto en los dientes. Aunque el régimen inoculaba vicios que luego la cleptocracia ha multiplicado desmesuradamente, lo que es, es. El franquismo tuvo una inteligencia sociopolítica que no se puede negar. La justicia social se hizo real en muchos campos y se creó una clase media. El sistema educativo, si bien adolecía de un aprendizaje contundente de idiomas, era de los mejores de Europa. Empero, el precio que se pagó fue demasiado caro. Nos encaminamos definitivamente hacia ese mundo demoliberal que, con la CIA, interfería a placer en nuestra política, desde la instalación de bases militares al asesinato del presidente Carrero Blanco.

Ya se había ido aquel “idealismo” de Dionisio Ridruejo y de aquellos que creían que por fin había llegado la hora de recuperar la espiritualidad imperial de España? Pues Ridruejo, a los  pocos años, resulta que era demócrata…. Eso de tomar Gibraltar se fue olvidando… La Falange se deshacía en un cúmulo de divisiones y el carlismo no era menos. Y no todo fue culpa del príncipe felón Carlos Hugo, que si bien hizo bastante mal, no se le debe la exclusividad. Ideas extrañas comenzaban a pulular desde hacía tiempo, aunque, como de costumbre, el pueblo carlista las rechazara y mantuviera el legado enhiesto. El régimen cercaba a la “oposición interior“ constructiva y sin embargo, llenaba de prebendas a los que descaradamente se perfilaban como enemigos.  Y el problema es que el clero dejaba de ser un asiento espiritual para convertirse en un puente al servicio del futuro poder.
Con todo, ¿podríamos hablar de “desidia ideológica”? Tal vez. Ya entrando en el desarrollismo, con esas ganas de “abrirse al mundo” que, asimismo, un clero que le había visto las orejas al lobo demasiado cerca, sin embargo ahora mostraba; en fin, es ahí que se forja una avalancha de cinismo y materialismo, al alimón de una fiebre ultraprogre que va penetrando en la misma Iglesia, con una intervención directa sobre las conciencias…. Peligrosa combinación para un pueblo que tiende a exagerarlo y magnificarlo todo, según recordaba ya en el siglo XIX José Donoso Cortés….

En el bando nacional nunca sentó bien la muerte de García Lorca. Se reconoció como un error desde primera hora, no ya por los burócratas arrimados o por los “camisas nuevas”, sino por la gente de primera línea, que poco o nada tenía en contra de aquel genio de nuestras letras. En cambio, no parece que los republicanos hayan dicho nada acerca de execrables asesinatos como el del mentado Amigo, o los de José María Hinojosa (Amigo de Lorca y colega de la Generación del 27), el dramaturgo Pedro Muñoz-Seca, el ensayista Ramiro de Maeztu... O hasta de Melquíades Álvarez, que era un intelectual republicano liberal progresista… O cómo anteriormente, las turbas revolucionarias de la Asturias del 34 habían destrozado la biblioteca de la universidad de Oviedo, obra y gracia de la krausista Institución Libre de Enseñanza… Por ello, como corolario de estos escritos, hemos de volver a la figura de Luis Rosales, uno de los eximios poetas que nos ha querido birlar la envidia sectaria. En un escaso margen de tiempo vio cómo mataban a dos de sus admirados amigos: Federico García Lorca y José María Amigo. De hecho, Rosales conoce a Lorca presentado por Amigo, catedrático de literatura. Al primero lo mataban los nacionales, al segundo los republicanos. Cuando Luis hablaba de Federico o de la política, su rostro mudaba. La desazón copaba la expresión del vate granadino. Una desazón cuyo dibujo sería imposible. Hay que verlo y escucharlo, simplemente. Quien no haya conocido a hombres de esta época, no podrá entender nada. Porque eran otros hombres, otra gente, hasta otra “raza”, incluso independientemente de sus ideas políticas. No todos eran pesimistas o desengañados, todo hay que decirlo. Conocí a excombatientes que en modo alguno estuvieron incómodos en el régimen. No obstante, yo insisto en eso del desengaño porque a priori no se entiende y fue algo que marcó a muchos, a más de lo que se piensa. Y si no entendemos cierta psicología, no captaremos las profundas raíces de nuestros problemas y a lo sumo llegaremos a otro enésimo “parche”, pero no a la solución. Hay que indagar en esa Iberia sumergida (Utilizando el término del poeta Gabriel Celaya) porque buscando, pero buscando bien, es como se encuentra.

Así las cosas, ante la desmoralización que a veces nos atenaza, evoquemos aquellos versos que el bilbaíno Ramón de Basterra dedicó a los jóvenes dolorosos:

“Oh, joven doloroso, joven triste
Que sufres como yo el mal de España
Y que una negación honda, en tu entraña
Tienes, clavada, contra lo que existe.

Tu virgen corazón vibra de saña,
De santa saña porque no tuviste
Lo que pidió tu amor cuando naciste:
De la Patria, una idea y una hazaña.

La general inepcia fue el veneno
Que atosigó tu juventud vehemente,
Y de asco y de dolor yo te sé lleno.

Mas el futuro es nuestro y esa gente
Que hizo nuestra desgracia, ¡se va al cieno!
Hermano, aquí va un ósculo a tu frente.”



Mientras hay vida, hay esperanza. Que los muertos entierren a sus muertos. Recojamos lo mejor del pasado para un futuro mejor aprendiendo de los errores; y así, acabaremos con este presente tan oscuro y por fin habremos llegado a nuestra justa meta.

¡Viva España!

SOBRE FELIPE II

File:Portrait of Philip II of Spain by Sofonisba Anguissola - 002b.jpg


"Felipe II, rey de España, llamó a su hijo en la hora de la muerte, y apartando la ropa que le cubría, mostróle el pecho cubierto de gusanos, y le dijo: ‘Mirad, príncipe, cómo se muere y cómo acaban las grandezas del mundo’. Y luego exclamó: ‘¡Pliéguese a Dios que hubiera yo sido lego de cualquier religión y no monarca!’. Hizo después que le pusieran al cuello una cruz de madera; ordenó las cosas de su muerte, y dijo a su heredero: ‘He querido, hijo mío, que fueseis testigo de este acto para que vieseis cómo, al fin de la vida, trata el mundo aun a Los reyes. Su muerte es igual a la de los más pobres de la tierra. El que mejor hubiere vivido es quien logrará con Dios más alto favor'"

San Alfonso María de Ligorio



“Felipe II no era liberal; era un cristiano, que cuando su famoso médico Vallés se oponía a que fuese a celebrar Cortes en Aragón, poniéndole por delante el peligro que corría su vida por lo crudo del tiempo y por su ancianidad y achaques, solía contestar con estas palabras, dignas de esculpirse en láminas de oro: ‘Si muriese, será en el oficio en que Dios me puso para administrar su pueblo en paz y justicia, en Aragón como en Castilla’ Él, pues, no tenia más que un oficio; él no era más que un ministro, y el pueblo de España era pueblo de Dios. Está todo dicho”

Antonio Aparisi Guijarro

¿LIBERTAD?



“Hemos oído ya exaltar hasta el cielo los beneficios de la libertad y engrandecerla como medicina suprema e instrumento incomparable de paz laboriosa y de prosperidad. Pero los hechos han demostrado su incapacidad a este propósito. Conflictos económicos, luchas de clases, arden por todas partes, y no se divisan todavía los comienzos de una nueva tranquilidad en la vida política. Pues todos son testigos de que la libertad, cual hoy la entienden, concedida indiscriminadamente a la verdad y al error, al bien y al mal no ha logrado otra cosa que rebajar cuanto hay de noble, de santo, de generoso, y allanar el camino a los delitos, a los suicidios y a todo desahogo de pasiones vulgares."

Papa León XIII

domingo, 20 de octubre de 2013

CUENTO. EL DEMONIO QUE QUERÍA ASCENDER DE CATEGORÍA

 
Cierto día, un diablo con inquietudes, salió del Infierno. Su intención era llegar a la tierra y hacer méritos, pues hasta entre los demonios hay categorías, y eso de hacer carrera está ahora en boga. Este malvado infeliz, pidió permiso a su Satánica majestad, y éste, viendo lo mucho que ansiaba en ascender no se lo pensó mucho: - “Con esas ganas de llegar a lo alto en el Infierno, seguro que al pisar tierra, me perderá a miles de hombres, y con ellos sus almas eternas, para goce y disfrute mío”, -se dijo para sí Satanás.
El Diablo le concedió su deseo, y lo envió a la tierra, pero acompañado de otro servidor de los ardientes inframundos, que haría las veces de protonotario, dando fe de los éxitos y progresos que éste hiciera en sus fechorías. Una condición le puso, la del tiempo, pues sólo le dio 24 horas.
Llegado el día indicado, el pequeño aprendiz se posó en España, pues dijo:
-Habiendo sido este país antaño, Espada de la Cristiandad, y uno de los mayores enemigos de mi señor, creo que será un buen sitio para hacer méritos, pues si yo consigo perder a sus gentes, mi malvado amo más me lo premiará.
Con esta reflexión se llegó a España, y volando por sus pueblos se dijo:
-Lo primero que haré es desorientarlos, y los desarraigaré de sus casas y sus orígenes. Ya nunca más se sentirán unidos a una patria. Así, me será más fácil el vencerlos.
Se rió de su perversa idea, y se las creía muy astuto e ingenioso, cuando de repente, el protonotario le dijo.
-Señor. Ese trabajo ya está hecho, y no creo que Satanás le guste que se enmiende o se modifique lo que ya funciona. Antes que usted se envió a aquí a algunos políticos, y ellos crearon las autonomías, y tan bien lo hicieron, que ahora ya están todos peleados entre sí, y ninguno recuerda de donde viene y lo que es más importante, que nadie sabe adónde va.
–Qué pena, dijo el diablillo. Pues me había parecido una buena idea. Pero no desfalleceré, pues he venido a granjearme un mejor puesto y no voy a rendirme a las primeras de cambio.   
Dio un aleteo vigoroso con sus alas negras y se posó en lo alto de un tejado. Desde allí vio como una mujer salía de su casa, y entonces pensó:
 -¡Eso es! Rebajaré al condición de la mujer, y con ello conseguiré que se degrade y se pervierta, que se pierda sin remisión. Las obligaré a ir desnudas como cuando el enemigo de mi Señor los trajo a este Mundo.
Se puso en pie para llevar a cabo su acción, pero el notario de los infiernos le volvió a detener diciendo:
-Discúlpeme de nuevo, señor, pero eso ya está en marcha.
 -¿Cómo? –dijo asombrado y abriendo los ojos como platos. –Sí. Hace ya años que Satanás inventó un sistema para que la mujer se degradara. Les enseño el “feminismo”, y les dijo que podían hacer lo que quisieran. Así que empezaron por quemar los sujetadores, y luego se desnudaron y enseñaron sus cuerpos desnudos sin pudor ni rubor, y ahora es ya tan normal el que las mujeres enseñen su cuerpo que incluso Satanás está pensando en quitar ese hecho como causa de perdición, pues de puro frecuente es hasta aburrido.
El Demonio se empezaba a enojar, y su impaciencia se hacía más y más grande. –He de pensar a lo grande, o de lo contrario nunca conseguiré nada, -se decía entre dientes. -¡Ya está –dijo dando un salto de alegría- Seré lo más cruel y malvado que jamás haya sido antes ningún otro demonio. Su cara se iluminó con un halo de maldad infernal y los cuernos que le salían de la cabeza se retorcieron un poco más debido a la ansiedad. Miró a su derecha y vio al notario que estaba contemplando el infinito espacio, con la mirada perdida, y le dijo:
-Esto seguro que no está hecho, y es mérito mío si lo hago. Apunta en la libreta pues que tengo prisa en llevar a cabo mi acción…
-En cuanto usted me diga, señor, le repitió el notario.
-Voy a asesinar a los niños en el vientre de sus madres, no les voy a dar oportunidad de nacer. Así me llevaré por delante dos almas, la del inocente, que vale mucho y la de la madre que lo asesina, que tampoco está nada mal. Es más, la de los médicos que lo practiquen y alguno que ayude…, con esta jugada haré gran mérito en el Infierno y subiré dentro de poco a las más altas poltronas… con estas reflexiones estaba hasta que le interrumpió el molesto protonotario.
-Esa concesión ya está hecha, y algunos hombres que han vendido sus almas con anterioridad, han creado un lucrativo negocio en ese sentido. El precio ha sido muy barato. Sus almas eternas por riqueza temporal. De manera que en clínicas abortistas se mata sin cesar y ellos se hacen ricos. Una vez mueren, sus almas son nuestras.
-Pues entonces matará a los viejos –dijo con rabia el demonio para salir del atolladero
-Me temo que tampoco es posible. Los viejos son propiedad de otras clínicas, que se están especializando en ellos y les va francamente muy bien. Se le ocurrió a nuestro maléfico señor que volviendo a poner en uso la palabra eutanasia, habría algún incauto que caería, y viendo que así fue, puso a nuestros compinches los políticos a trabajar. Algunos están promulgando ya leyes que lo permiten y se le está dando el empleó de igual forma que con los abortos. Ahora ya hay políticos que como han vendido su alama, deciden hacer méritos en la tierra mientras están vivos, así cuando mueren, pasan directamente a un buen puesto acá en los Infiernos. Y tanto y tan bien se les está dando, que creo que dentro de poco habrá que habilitar otra sala en los Infiernos, pues son tantos los políticos que se están apuntando a esta moda y los médicos en llevarla a cabo, que no damos abasto en el submundo.
Al pobre diablillo se le mudó el color de la cara. El sol se ponía por el horizonte, y los últimos rayos del Astro Rey le daban de lleno su horripilante cara. Casi con voz susurrante y no muy convencido dijo:
-Declararé la guerra. Así España tendrá que ir al combate y muchos serán los que mueran…
Pero el notario de Pedro Botero le corrigió diciendo:
- Me temo que es imposible. Antes que usted otro demonio que ya ascendió de categoría, viendo que España fue la Espada de la Cristiandad, tomó por resolución el desarmarla y tanto empeño puso que la dejó como sin nada. Ahora no tiene ejército ni para defenderse de ellos mismos y si uno quisiera, con sólo decir mío, todo sería de él, pues ningún español podrá hacer frente al que quiera tomar lo que desee, pues nada puede hacer el que sin armas y sin ejército está. Ese castigo a este país que tanto daño hizo a Satanás en el pasado, le gustó tanto que premió con el ascenso a su inventor…   
Llegaba la noche, y en último arrebato dijo el Demonio:
-Pues entonces…, sólo queda una opción. Me haré católico y abandonaré para siempre el Infierno…
-¡Cómo! –Exclamó con sorpresa su notario…
-Sí. Veo que es imposible el hacer méritos en este sitio. Aquí ya está todo lleno y ocupado, así que lo único que merece la pena es luchar contra todo lo que ya está en marcha y oponer resistencia, pues nada de lo que diga o haga puede valer, que ya está todo inventado, aún lo peor ya tiene dueño y quien lo haga…
 
Luis Gómez      

sábado, 19 de octubre de 2013

EL DIOS IBERO QUE CANTÓ ANTONIO MACHADO



    
EL DIOS IBERO

Igual que el ballestero
tahúr de la cantiga,
tuviera una saeta el hombre ibero
para el Señor que apedreó la espiga
y malogró los frutos otoñales,
y un "gloria a ti" para el Señor que grana
centenos y trigales
que el pan bendito le darán mañana.
Señor de la ruïna,
adoro porque aguardo y porque temo:
con mi oración se inclina
hacia la tierra un corazón blasfemo.
¡Señor, por quien arranco el pan con pena,
sé tu poder, conozco mi cadena!

¡Oh dueño de la nube del estío
que la campiña arrasa,
del seco otoño, del helar tardío,
y del bochorno que la mies abrasa!

¡Señor del iris, sobre el campo verde
donde la oveja pace,
Señor del fruto que el gusano muerde
y de la choza que el turbión deshace,
tu soplo el fuego del hogar aviva,
tu lumbre da sazón al rubio grano,
y cuaja el hueso de la verde oliva,
la noche de San Juan, tu santa mano!

¡Oh dueño de fortuna y de pobreza,
ventura y malandanza,
que al rico das favores y pereza
y al pobre su fatiga y su esperanza!
¡Señor, Señor: en la voltaria rueda
del año he visto mi simiente echada,
corriendo igual albur que la moneda
del jugador en el azar sembrada!

¡Señor, hoy paternal, ayer cruento,
con doble faz de amor y de venganza,
a ti, en un dado de tahúr al viento
va mi oración, blasfemia y alabanza!"
Este que insulta a Dios en los altares,
no más atento al ceño del destino,
también soñó caminos en los mares
y dijo: es Dios sobre la mar camino.
¿No es él quien puso a Dios sobre la guerra
más allá de la suerte,
más allá de la tierra,
más allá de la mar y de la muerte?

¿No dio la encina ibera
para el fuego de Dios la buena rama,
que fue en la santa hoguera
de amor una con Dios en pura llama?
Mas hoy... ¡Qué importa un día!
Para los nuevos lares
estepas hay en la floresta umbría,
leña verde en los viejos encinares.
Aún larga patria espera
abrir al corvo arado sus besanas;
para el grano de Dios hay sementera
bajo cardos y abrojos y bardanas.
¡Qué importa un día! Está el ayer alerto
al mañana, mañana al infinito,
hombres de España, ni el pasado ha muerto,
no está el mañana -ni el ayer- escrito.
¿Quién ha visto la faz al Dios hispano?
Mi corazón aguarda
al hombre ibero de la recia mano,
que tallará en el roble castellano
el Dios adusto de la tierra parda.


Antonio Machado, "Campos de Castilla".

viernes, 18 de octubre de 2013

¿Y SI RECLAMAMOS TIERRA SANTA? IMPERTINENCIAS DE LA COMUNIDAD JUDÍA EN ESPAÑA




 
 LAS IMPERTINENCIAS DE LA COMUNIDAD JUDÍA EN ESPAÑA

 
Por Manuel Fernández Espinosa

 
Si, en un caso remoto, nos viniera un romano (digo un romano actual), y les dijera a los segovianos: "El acueducto es mío. Como comunidad romana en España os exijo su devolución". ¿Qué pensaríamos?. Si uno de nosotros, españoles, fuésemos a México y les dijéramos a nuestros hermanos mexicanos: "En nombre de la comunidad española en México os reclamamos la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe por derecho histórico". ¿No sería como para que los mexicanos nos mandaran a hacer gárgaras o, llanamente, a tomar por culo?.

Es impensable. De todo punto impesable que un romano actual venga a reclamar el Acueducto de Segovia, por muchos años que lleve residiendo en España y por mucho que España fuese otrora la Hispania romana. E igual podemos decir que es inconcebible que un español (en su sano juicio) reclame a los mexicanos la Basílica de la Bendita Guadalupana, por mucho que México fuese la Nueva España y por muchos años que lleve el gachupín en México, conservando su nacionalidad española.
 
Sin embargo, hete aquí que vienen unos señores que se hacen llamar "comunidad judía española" y reclaman Santa María la Blanca de Toledo (véase aquí la noticia: "La comunidad judía pide la devolución de la sinagoga mayor de Toledo"). Y no se les cae la cara de vergüenza. Se quedan tan frescos los tíos. Es posible que piensen que somos débiles, que aquí todos seamos tontos, que nos hayan reblandecido con todas sus películas sobre el "holocausto judío" perpetrado por los nazis y que, en virtud de eso, tengan carta blanca para pedir lo que se les antoje. Y, la verdad, en España hay sobrados débiles y bastantes cretinos, pero quiero pensar que todavía quedamos españoles normales que no estamos dispuestos a reír las gracias de quienes quieren abusar de nuestra hospitalidad. Y si no queda ni un español que les conteste, aquí estoy yo que, mientras otros se lo piensan, no voy a dejar la ocasión pasar.
 
En primer lugar, esta reclamación no es, ni mucho menos, nada nuevo. Estos señores residentes en España siempre han estado dando la lata con la misma tema. Por ejemplo, nada más proclamarse la II República Española aprovecharon para exigir la devolución de este templo católico, tal y como dejó claro una magnífica entrada del blog ÍDOLOS Y SINIESTROS (véase aquí la entrada: "El retorno de los chafardistas"). De aquí entresaco estas líneas cuya procedencia es la hemeroteca y que se remontan al día 12 de Junio de 1931: "El Gran Rabino [de Buenos Aires, en visita a Niceto Alcalá Zamora] no se contentó con promesas en el aire y le pidió a Don Niceto nada más y nada menos que la iglesia de Santa María de Toledo, para convertirla en Sinagoga judía, como lo había sido antiguamente".

Uno se pregunta si estos señores no tienen bastante con haber ocupado Palestina y fundado su propio Estado de Israel. Y la respuesta salta a la vista: no, no se conforman con eso, pues para aquellos que no son unos rematados ignorantes, es de saber que de todos los supremacismos habidos en la historia (el nazi-ario, el anglosajón, etcétera), el único que nunca ha dejado de aspirar al dominio universal sin rubor ni recato alguno es el supremacismo judío.

Los miembros de la así llamada Comunidad Judía Española son señores residentes en España. En España somos muy hospitalarios con todos los extranjeros, pero lo que no vamos a aceptar es que nos reclamen cosas que nos pertenecen. Al menos, los españoles como yo... No sé lo que pensarán los que no dicen esto bien alto y bien claro.

Señores de la Comunidad Judía en España: si los romanos o los españoles nos ponemos a reclamar todo lo que por derecho histórico nos pertenece, no habría una parte del mundo que no fuese romana o española. Y tanto Roma como la Corona Española tendrían sobrados derechos para reclamar Jerusalén.


jueves, 17 de octubre de 2013

LIBERALISMO Y SOCIALISMO



"Debe tener presente la conciencia cristiana los errores y peligros de la concepción de un socialismo materialista y las fatales consecuencias de un liberalismo económico, inconsciente muchas veces u olvidado o despreciativo de los deberes sociales"

Papa Pío XII

INTEGRIDAD E INDEPENDENCIA



.." Triste de la nación que deja caer en el olvido las ideas y concepciones de sus mayores. Esclava alternativamente de doctrinas exóticas, entre sí opuestas, vagará sin rumbo fijo por los mares del pensamiento, y cuando acabe de perder los restos de la ciencia castiza, perderá a la corta o a la larga los caracteres distintivos de su lengua y los de su arte y los de sus costumbres, y luego...estará amenazada de perder también hasta su integridad territorial y su independencia..."


Gumersindo Laverde.

Madrid, marzo de 1917, del prologo a la segunda edición de La Leyenda Negra de Julián Juderías