RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

viernes, 13 de septiembre de 2013

CONTRA EL BILINGÜISMO ANGLOSERVIL EN ESPAÑA

 
DETENGAMOS A LOS CORRUPTORES DE NUESTRA ENSEÑANZA
 
Por Manuel Fernández Espinosa
 
 
Todavía recuerdo que a los de mi quinta, llegados a cierta edad, en el colegio nos dejaban elegir entre el idioma francés y el inglés. Yo fui uno de los pocos de mis compañeros de clase que escogió el inglés. La mayoría de mi clase estaba formada por hijos de emigrantes que, aunque no dominaran la lengua francesa como un Molière, estaban en cierta medida familiarizados con el idioma francés. Muchos de ellos habían ido a Francia con sus padres para la recolección, viviendo algunos meses allí (sin ser "cursos de inmersión", como dicen los pedantes); es más, incluso recuerdo que algunos de mis compañeros habían nacido a las orillas del Garona, siendo españoles por los cuatro costados. Después de haber pasado algunas décadas, considerando la marginalidad a la que estaba condenado en aquella época el inglés en los proyectos curriculares de la enseñanza española, constato que quienes optamos por cursar el inglés en aquellas fechas éramos minoría y lo éramos -interpreto- por un factor determinante: la mayoría de mis compañeros se defendían con el francés hablado (por la emigración periódica de sus familias) y, puestos ante el dilema entre inglés y francés, habían elegido la opción que les resultaba más fácil.
 
El estudio de una lengua (sea ésta la que sea) siempre es un enriquecimiento cultural y nadie con dos luces va a discutir eso, pero muy otra cosa es implatar el bilingüismo en las aulas. Y hablo del bilingüismo concreto: estoy hablando de clases de Ciencias Sociales en inglés para alumnos españoles en Institutos de Enseñanza Secundaria (privados, concertados y públicos). Sostengo que la implantación del bilingüismo es una más de las expresiones del servilismo al que nos ha conducido esa abyecta y apátrida clase política que, con sus sistemas deseducativos, trabaja sin descanso por la destrucción de nuestra identidad y nuestras raíces. Pues el bilingüismo (inglés-español) no puede ser visto sino como lo que a todas luces es: el instrumento más patente de inculturación.
 
De manera tal que nuestros jóvenes, a los que ya cuesta de por sí tanto trabajo ofrecerles una enseñanza provechosa, tendrán ahora -por si fuese poco- el obstáculo añadido de tener que aprender las materias escolares en un idioma que no es el suyo, que es el idioma del enemigo multisecular, que es un idioma que compite con el español en su expansión planetaria. Los gobiernos que han planeado y consentido la instalación de este bilingüismo servil en España están haciendo un flaco favor a la posición de la lengua española en el mundo; están socavando las posibilidades de una enseñanza eficaz de las materias normales y muestran con su actitud, una vez más, la poca confianza que esta pléyade de nulidades culturales tiene en España (a la que -en la absoluta falta de vergüenza que caracteriza a esta lacra social- la llaman "marca España"), pues uno de los elementos fundamentales de la Hispanidad es la Lengua Española y una España que hablara en inglés no sería España. España tiene que ser la custodia de ese patrimonio espiritual que es la Lengua y la Cultura Hispánica, pero para ser eso España tiene que deshacerse cuanto antes de quienes la prostituyen y corrompen.
 
Muchos podrán pensar que yo me opongo al bilingüismo por anglofobia; pero no es así. Pues me opondría a cualquier bilingüismo decretado y sólo respeto -en sus justos y cabales términos- los bilingüismos naturales que, en sus respectivos territorios, compaginan el castellano con el vascuence, el castellano con el catalán, el castellano con el valenciano, el castellano con el gallego y... Hasta propondría el bilingüismo del castellano con el portugués (que no existe oficialmente) como óptima fórmula para las zonas fronterizas de España con Lusitania, siempre y cuando hubiera reciprocidad por la parte portuguesa.
 
No está dicho aquí que el inglés sea eliminado del currículo de nuestros estudiantes, no. Contra lo que me opongo frontalmente, por patriotismo y por sentido común, es contra un bilingüismo que será fuente de una catástrofe educacional en la normal enseñanza de asignaturas tan importantes como la Historia o la Filosofía. Contra un bilingüismo que, además de ser el capricho de gabinetes apátridas y extranjerizantes, es otra maquinaria destructiva de nuestra identidad.
 
Estamos siendo colonizados desde hace más de doscientos años por el imperialismo de la barbarie anglosajona. Con el avance en España de iniciativas como el bilingüismo de marca inglesa (ante la pasividad de todos los involucrados en la enseñanza: padres, alumnos y profesores) la colonización será total y completa. Y entonces, será ridículo reivindicar Gibraltar (haciéndolo en inglés).
 
Hagamos algo por impedirlo. 

jueves, 12 de septiembre de 2013

LAS ANDALUCÍAS EN VERSOS DE MANUEL MACHADO



Cádiz, salada claridad; Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora. ...
Almería dorada.
Plateado Jaén. Huelva, la orilla
de las Tres Carabelas...
y Sevilla.


Manuel Machado

RAMIRO LEDESMA ANTE EL SEPARATISMO "CATALÁN"



JONS
Cataluña en el camino de la insurrección. Nuestra actitud

El rostro del problema catalán

Ni ahora ni nunca ha sido el problema catalán confuso ni difícil. La dificultad y la confusión han radicado en las actitudes políticas enclenques desde las que se hacían los juicios.

En Cataluña ocurre y acontece sencillamente esto: unos núcleos más o menos numerosos de catalanes se insolidarizan del destino histórico de España y agrupan sus afanes en torno a un posible destino peculiar y propio de Cataluña. Todos los grupos que funcionan en Cataluña bajo el signo de la autonomía, desde los más radicales e intransigentes hasta los de más moderada tendencia autonomista, aparecen englobados y aludidos en esa misma frase. Les informa el mismo origen de insolidaridad. Plantean su problema no desde el punto de vista de una mayor eficacia y de una mayor grandeza española, del Estado español, sino desde el ángulo propio y reducido de Cataluña, como algo que se le plantea y presenta a España desde fuera.


La actitud y la réplica de los españoles

Bien sencillo sería para nosotros indicar la réplica que hubiésemos dado -y desde luego daremos- a ese problema que planteaban los núcleos autonomistas de Cataluña. Pero nos interesa aquí señalar antes las que otros dieron, las que han triunfado en la opinión española durante los últimos años, con anterioridad a la presencia política de la Falange de las JONS.

Apareció en España una tendencia favorable a las pretensiones autonomistas, y ahí está su triunfo en la Constitución de la República y en el Estatuto de Cataluña. Y hubo en lucha con ésa, otra diferente, unitaria, la popularizada en torno a Royo y al «ABC», que representan el unitarismo o centralismo liberal del siglo XIX.

Las consecuencias de la primera están visibles. Son el Estatuto triste y la rebeldía que ahora se inicia. Las de la segunda pueden alcanzar una gravedad aún mayor. Pues se adopta por los sectores menos combativos, que tienen de la política y de la vida nacional un sentido de paz, de respeto y de tolerancia liberal y democrática. Así acontece que su patriotismo unitario se convierte con facilidad en una cobarde y traidora resignación a que esos grupos autonomistas de tendencia disgregadora se alcen con su región y se declaren independientes. Nada harían en ese caso, sino resignarse. Es más, lo piden y solicitan como solución preferente a la del Estatuto. Es la actitud, repetimos que cobarde y traidora, de los que piden «fronteras, fronteras» y casi la del «ABC» en sus titulares famosas: «O hermanos o extranjeros».

¡Absurdo! Monstruoso. ¿Qué doctrina es ésa? Es sencillamente la misma de los separatistas: la del derecho a la autodeterminación de los pueblos.

Aquella opción y aquel dilema son cosa intolerable e imposible. Cataluña es un trozo de España y el derecho a disponer del destino de Cataluña corresponde a los españoles todos. No puede ser suavizada y recortada una afirmación tan justa y evidente como ésa.

La disgregación de la Patria, la pérdida de su unidad, es, pues, algo que no tiene sentido sino como producto de una derrota.

El conflicto originado por la Ley de Cultivos

Naturalmente que lo que nos interesa ahora en esta página es enfrentarnos con la realidad más perentoria que se ofrece hoy a los españoles desde Cataluña.

El origen concreto del conflicto ha sido rebasado por los hechos posteriores y apenas tiene hoy interés alguno. No nos importa nada o muy poco el forcejeo en torno a si Cataluña puede o no legislar sobre esto y aquello. La realidad destacable e ineludible es ahora ésta: el episodio de la Ley de Cultivos. La polémica acerca de si corresponde o no a Cataluña hacer una ley así ha puesto al desnudo la tendencia hacia la rebeldía, hacia la insurrección antiespañola que caracteriza a los autonomistas de Cataluña.

Bien sabemos que la coyuntura elegida por Companys y la Generalidad es en algún aspecto favorable a sus designios. El haberla proporcionado es una de las torpezas y responsabilidades del Gobierno Samper. Además, encajan el momento y los propósitos con la movilización revolucionaria marxista en trance de estallido, con la hora de un Gobierno débil, que se encoge ante las decisiones de violencia, y también con una etapa depresiva del pueblo español, sin caudillos eficaces ni orientaciones de gran temple.

Pero es tan notoriamente obligada la intervención durísima, que es muy difícil que no gane el ánimo incluso de los más pacíficos y tolerantes personajes. Y desarmará asimismo los propósitos que mantienen quienes desde fuera de Cataluña desean ayudar de flanco la operación subversiva, traidora, que allí se fragua.


¡Hay que aplastar la rebeldía!

La subversión que tiende a desencadenarse en Cataluña no es de tipo revolucionario. Es decir, no equivale a la lucha porque en España predomine o triunfe esta política o la otra. Allí no es ésa la cuestión, aunque deseen presentarla así los grupos y partidos que operan hoy en España sin rubor ni vergüenza, de acuerdo con el separatismo catalán. Si allí hay algo que reprimir, no es una subversión revolucionaria contra el Estado, sino cosas todavía más graves: allí hay que reprimir una acción contra España, ni más ni menos que acontecería en una guerra con enemigo extranjero.

Se ventila no una guerra civil, que en ésta, al fin y a la postre, se pugna por apoderarse del timón de la Patria, sino algo peor, que no suele sobrevenir ni aun como consecuencia de desastres guerreros con potencias enemigas: la pérdida de territorio nacional.

En esas condiciones, surgida en Cataluña la declaración separatista, y a eso equivale la burla permanente de Companys y sus ministros hacia el Gobierno español y hacia las leyes españolas, el deber ineludible no puede ser otro que el de aplastar radicalmente la rebeldía.


La patria de los catalanes insolidarios

Toda la propaganda que se hace en Cataluña tiene lugar bajo un signo patriótico, de una patria catalana, claro es. El tono y los fervores con que revisten sus sueños políticos son de un nacionalismo absoluto. Ese es uno de los aspectos que denuncian la imposible conciliación en un plano de armonía con el destino común de España. No hay ni puede haber dos Patrias.

El vocabulario de los agitadores autonomistas y las frases y las imprecaciones con que exaltan o combaten a las gentes están informadas por una fe nacional catalana, por el hecho de reconocer a Cataluña como una Patria. Ahí está un reciente ejemplo de ello: hace breves días, el periódico órgano de Companys, en trance de calificar durísimamente a Cambó, como máximo insulto lo llamaba, quizá con justeza, «hombre sin Patria». He ahí, pues, unos hombres de izquierda, unos correligionarios en su actitud política, de estos otros que también como izquierdas actúan en la política española desligados y desprendidos de toda emoción nacional y de toda invocación profunda a la Patria española: los Azaña, Domingo, Prieto, etc. ¿Se concibe a esta sarta de traidores conceder a esa frase de «hombre sin Patria» categoría imprecatoria contra alguien?


Los auxilios a la rebeldía

Este último detalle descubre el carácter monstruosamente absurdo de que los hombres que dirigen lo que se llama grupos de izquierda amparen y protejan la insolidaridad catalana. Pero si tan cerca están de ellos, si tan identificados se muestran con ellos, ¿cómo no perciben que allí hay aliento patriótico catalán, que alimentan y sostienen unos sentimientos y una emoción política que luego, en el ancho campo nacional de España, aplicada a la majestuosa realidad de la Patria española, niegan y persiguen con furor? ¿Qué traidores impulsos operan en esa política?


Ahí ofrece la actualidad, en efecto, el espectáculo de que reciba Companys por parte de esos grupos alientos para proseguir su rebeldía. Azaña, en su discurso ¡a las juventudes! de su partido, declaró su identificación absoluta con la actitud rebelde, con la actitud separatista. Y Prieto, líder obrero (¡!), socialista, declaró con solemnidad en el Parlamento que las masas del socialismo apoyarían de un modo activo, revolucionario, la subversión de Companys. ¡Magnífico! Ahí está la farsantería adiposa de este indignante Prieto, comprometiendo la sangre obrera de España en un litigio de los «patriotas» catalanes. Ni una sola organización obrera de Cataluña ha hecho llegar a Companys una adhesión y un ofrecimiento de esa índole. Los obreros catalanes, que conocen de cerca el perfil del pleito, están justamente al margen de las pretensiones «burguesas» de los separatistas y hasta de las ventajas económicas a los arrendatarios ricos, que son entre los «rabassaires», dicho sea de paso, los más favorecidos en la famosa ley.


La incapacidad de las derechas

La ineptitud y la debilidad con que el Gobierno Samper ha hecho frente al conflicto son bien conocidas. No tanto la de los grupos derechistas comanditarios del radicalismo lerrouxista. Es nuestro deber denunciarla a los españoles. Las derechas, y nos referimos a Gil Robles y su CEDA, pues el grupo monárquico ha de estar necesariamente desplazado de las influencias decisivas, carecen de la densidad nacional que se requiere para enfrentarse con firmeza con problemas como el que plantea la rebeldía autonomista. No es Gil Robles más nacional que Azaña y por eso, si se ve obligado a exigir del Gobierno una cierta energía, se basa no en que se muestre disconforme con la realidad autonómica, sino porque, según el juego político de los partidos, sus intereses son opuestos a los de la Esquerra. En cambio, se entiende y se entenderá siempre bien con Cambó y su grupo, tan desligados de la ruta española como Companys, si no más.

A nadie puede extrañarle cuanto decimos acerca de estas características de la CEDA. Se construyó este bloque derechista y organizó Gil Robles su triunfo electoral sin la menor apelación a este gran problema de la unidad española en peligro. No invocó para nada, como una necesidad y un compromiso, el conseguir y conquistar la unidad de España.

A eso han llegado los representantes políticos de la mayoría de los católicos españoles: a no ser siquiera una garantía contra las fuerzas que laboran por la disgregación de España. Y eso, después de dos siglos en que han venido diciendo y repitiendo que España debe al catolicismo todo cuanto es y ha sido en la Historia, desde su unidad hasta su imperio y su cultura. Pues ahí están ahora esos currinches parlamentarios de Gil Robles, todos católicos, abandonando en manos del Gobierno Samper la solución del conflicto después de que éste ha dado durante veinticinco días el espectáculo de su encogimiento y debilidad.


Solución única: la nuestra

La unidad de España no puede ser mantenida, sostenida e impuesta sino por aquellos españoles, sean de izquierda, de derecha o de centro, que tienen de España la conciencia de que es una Patria y de que su destino histórico es el mismo que el que esa Patria alcance y tenga. Parece absurdo que esté encomendada la defensa de su unidad a gentes y grupos cuya fe en una robusta existencia nacional es sumamente precaria y a las que no alimenta sin duda en sus avatares políticos otras motivaciones que unos modestos deseos de que España siga rodando por la Historia lo mejor que pueda, unas pasioncejas personales y algún que otro frívolo sedimento de vanidad parlamentaria.

Por fortuna, surgen los incidentes como este de la Ley de Cultivos, porque la realidad es inocultable y asoma su rostro. Van transcurridos veinticinco días y todavía no están del todo enterados el Gobierno y sus apoyos en las Cortes de la verdadera categoría del problema. Semanas de fórmulas, juridicidad e ignorancia del deber que trae consigo el hecho de gobernar a España.

La utilización de la violencia para machacar la rebeldía no es ya una de las posibles soluciones: es la única solución de que dispone el Gobierno. Y ante eso no cabe vacilar. O la aplica o dimite, reconociéndolo así y dejando a otros la tarea de efectuarla.

Pues en este caso concreto a que ha dado origen la Ley de Cultivos, como en todo cuanto se relacione con las pretensiones autonomistas, hay un factor imprescindible, y es el de la autoridad de España. Siempre que esta autoridad sea auténticamente nacional, es decir, que emane de un régimen justo y fuerte y no se proyecte de un modo mostrenco sobre Cataluña, sino de un modo español, allí no hay ni puede haber problema.

Someter a Cataluña a una autoridad española no es tiranizar a Cataluña. Bien sabemos la falsedad y artificio de casi toda la base histórica y teórica sobre que se apoya la insolidaridad de los grupos rebeldes. Pero el pueblo de Cataluña, un gran sector de él por lo menos, está totalmente incontaminado y se sabe tan español como el que más.


Lo único y lo ultimo

Bordea los linderos de la traición o de la imbecilidad abrir en la Historia de España un proceso de disgregación. Después de cuatro siglos de unidad y de ser España la primera unidad nacional de la Edad Moderna. Y, no se olvide, después de varias insurrecciones catalanas vencidas, lo que prueba, si prueba algo en relación con el problema de hoy, que siempre se manifestaron allí grupos de fácil disposición a volverse de espaldas al destino español. Y si en nuestra época esos grupos se ensancharon y crecieron, ello no implica reconocerlo como legítimos, sino, al contrario, implica centuplicar el esfuerzo que pueda necesitarse para su derrota.
La unidad de España es lo único y lo último que nos queda como asidero para reconstruir a España como gran Nación. No es posible abandonar ese asidero último. Antes cualquier catástrofe, porque siempre será de grado inferior a ella.


Esta actitud nuestra no equivale ni mucho menos al centralismo tradicional. Admitimos y pediremos probablemente una serie de reformas que den al Estado español agilidad y eficacia robusta. Pero -y ésa es nuestra palabra- todo ha de hacerse en nombre de una eficacia del Estado, no para satisfacer rencores ni aspiraciones morbosas contra el Estado español. Pero de todo esto hay muy poco que hablar ahora.

En este momento sólo una consigna es lícita y el Gobierno Samper o quien sea puede disponer de nosotros para que tenga efectividad. La consigna es ésta: hay que aplastar la rebeldía.


(«JONS», n. 11, Agosto - 1934)
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lunes, 9 de septiembre de 2013

LAS DIMENSIONES GEOPOLÍTICAS DEL HISPANISMO (III)


Por Antonio Moreno Ruiz


EL HISPANISMO EN NUESTRA AMÉRICA


Decíamos que el hispanismo avanza hacia la metapolítica, y ello queremos consolidar. Por supuesto, ¿cómo obviar a la América Hispana y sumarnos al grito del mentado Alberto Buela contra “Latinoamérica”? Que no nos engañen más: No existe una “América Latina”. Históricamente no tiene base ninguna. La primera vez que se utiliza este sinsentido es con la administración de Napoleón III, concretamente a través del ministro Michel Chevalier (6). El imperialismo bonapartista se quiso apuntar el tanto y que Francia liderara a los pueblos “latinos”, sometidos a su política, por supuesto. La masonería hispanoamericana y luego la anglosajona lo acogieron muy pronto… ¡Y en nuestro tiempo la extrema izquierda más hispanofóbica, teledirigida por el chavismo, lo utiliza como un mantra! Pero no cuela… “Latino” es o bien el habitante del Lacio o bien el que demuestra mucha sabiduría del latín. En la América que fue española jamás se habló el latín, ni fue del Lacio el origen de su conquista y poblamiento. De Spanish America hablaron los ingleses hasta casi el siglo XX. En todo caso, “Iberoamérica”, aunque no del todo preciso, sería más justo. Pero a nosotros el que más nos gusta es América Hispana o Hispanoamérica. El más justo, el más histórico-tradicional y el que ha de tener mayor proyección de futuro.

Habrá quien crea que “hispanismo” continúa siendo un academicismo que rechazaría lo indio. Nada de eso. El hispanismo en América ni quiere ni puede ni debe excluir lo indígena, lo negroide o los distintos mestizajes. Es algo relativamente parecido al panarabismo, aquella corriente política surgida en especial tras la II Guerra Mundial con el anhelo de agrupar efectivamente a los países de lengua y cultura árabe, sin excluir los diferentes elementos que sobre esa base se nutrían: Beréberes, coptos, tuaregs, asirios, caldeos, negros… Con todos sus fallos, el panarabismo ha sido una apuesta bien sensata que acaso previó el reto de la globalización. A día de hoy, está sufriendo la enésima agresión del anglosionismo, que ha dirigido su terrorífica voracidad contra la República Árabe de Siria y su legítimo presidente Bashar Al Assad (7). Contra esta tremenda injusticia clamamos, apoyando a un pueblo bravo y culto que da ante el mundo una lección de dignidad, libertad y nobleza.

En América tiene aún mucho peso la Leyenda Negra que en su día esparcieron los liberales de entrambos hemisferios, ya fuera la oligarquía criollo-mestiza ya fuera el golpismo revolucionario español (Que contó con el apoyo de la gran mayoría de la nobleza). Asimismo, la esquizofrénica política española, donde un moro nacido en España es español de pleno derecho y a los nietos de españoles del Nuevo Mundo se les niega el visado no ha hecho sino abrir brechas. Es curioso que en el franquismo, el hispanoamericano fuera visto como un hermano (8) mientras que en la España progre se haya convertido en el “sudaca”. La serie “Aída”, perteneciente a la habitual telebasura de Telecinco, asentó el término “Machu Picchu” como denigratorio. Y luego llega el español a América y es el ladrón de oro que tiene la culpa de todo….

Y bueno, ¿cómo podrá ver el hispanoamericano a España, si es la “España oficial” la que desautoriza su hispanismo? Desde España se promueve y hasta se financia la Leyenda Negra. Es la España que pacta con el terrorismo separatista, la España dividida en taifas de caciques montando mitos contra sí misma, la España que se niega, la España que se regala a sus enemigos… La España que echa a sus hijos jóvenes del país y encima procura que los insulten en su tierra de acogida… Sin duda, el panorama es desolador. Sin embargo, hay esperanza. No hay mal que por bien no venga, y toda la fastuosidad de los bicentenarios de las “independencias”, así como el mentado encono chavista-indigenista, ha servido para que una conciencia crítica brote como un torrente ansioso. Esa conciencia crítica estaba ya en algunos historiadores hispanoamericanos. Colombianos como Pablo Victoria y Luis Corsi Otálora o argentinos como José Manuel González QEPD nos lo han testimoniado con brillantez. Antes que ellos desmontaran la idolatría oficial sobre las “independencias”, otras plumas brillantes bramaron contra la Leyenda Negra. En Hispanoamérica, la crítica es mayor y mejor que en la obnubilada España. Y de esa más que legítima conciencia crítica están surgiendo importantes inquietudes sociopolíticas que están empezando a asociarse. Ello tiene que cristalizar. El hispanismo, desde lo cultural a lo político y hasta lo metafísico si se quiere, ha de ser la gran bandera metapolítica de nuestro siglo. España y Portugal no pueden obviarlo. Antes de entrar en Europa por la puerta falsa, deberíamos haber construido un mercado y una alianza política y militar en América. Con esa fuerza deberíamos haber entrado en Europa, en todo caso. Asimismo, la América Hispana tendría voz y voto en el Viejo Continente. Se habría establecido un puente formidable: Euramérica. Al igual que el europeo nada puede en Asia sin el enorme hinterland ruso, y por eso justamente los rusos más cabales defienden el ideal de Eurasia, así tendría que ser el papel español y portugués para con el Nuevo Continente. En cambio, una ridícula e infame política de visados nos separa más y más desde la propia España… Pero es cuestión de tiempo que eso cambie. La nueva oleada migratoria de España al Nuevo Mundo hará entrar en razón a más de uno y a más de dos. Y las cosas pasan por algo. Estas migraciones pasan por algo. Si hubiera una gran alianza hispanoamericana, las políticas de inmigración ilegal-masiva con el subsiguiente tráfico de personas y beneficios de engañifas y mafias estarían mucho mejor controladas. El hispanismo está clamando por eso. Necesita organización, de principio a fin. América es su colofón, su más vasto campo de acción. Porque si en el hispanismo ante Europa nos situábamos en Gibraltar, no podemos olvidar que cuando decimos Gibraltar hemos de decir Belice, Malvinas o Guayana. El imperialismo anglosajón, ya sea británico o norteamericano, sigue con sus zarpas contra la Hispanidad. Desunidos y desorientados, nada podremos hacer. Bien confederados, seríamos una gran potencia y nuestra voz se escucharía por todos los rincones del mundo, sin nada que envidiar a la Commonwealth.

Sabemos que estas líneas pueden recrearse, reforzarse y hasta reinventarse. Con todo, subrayamos que estos tres frentes son vitales para comprender y alimentar el hispanismo. Así las cosas, tienes dos opciones:

-Venir con nosotros y al arquetipo hispánico de conquistador y misionero inyectar definitivamente una cultura de trabajo, esfuerzo, ahorro, mérito y sacrificio, teniendo sentido común, reconociendo el pasado y trabajando para el futuro frente a este presente tan oscuro.

O.....

-Quedarte en casa viendo la tele o no salir de elucubrar y criticar en el bar. En ambos casos, sábete cómplice de los enemigos de la Hispanidad









(6) Para un análisis más completo sobre el término “Latinoamérica”, véase:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=18197



(7) Véase: http://movimientoraigambre.blogspot.com.ar/2013/07/a-favor-de-siria.html



(8) El chileno Bobby Deglané, el peruano Kiko Ledgard o el cubano José Legrá triunfaron en la España de Franco y fueron acogidos como compatriotas, por ejemplo.





FIN.





LAS DIMENSIONES GEOPOLÍTICAS DEL HISPANISMO (II)

 Tropas Nómadas del Sáhara Español. Un bello recuerdo que ha de servir como estímulo para el futuro. 


Por Antonio Moreno Ruiz 


EL HISPANISMO HACIA ÁFRICA


La presencia hispánica en el continente africano es milenaria e irrenunciable (4). Sin embargo, tanto España como Portugal fueron obligados a irse, aun de distinta forma; mientras que Estados Unidos, Francia y el imperio británico, a través de grandes multinacionales, tomaron la batuta absoluta. No olvidemos que hasta los años 70 se nos acusaba de "fascistas" (5) y atrasados. Sin embargo, a los años, estamos viendo la gran obra de los que actuaban en nombre de la libertad….

España y Portugal no debieron haberse marchado de África. No obstante, si bien los avatares de la historia son complejos, es a los hispanistas quienes nos toca la tarea de intentar recuperar el tiempo perdido. ¡Las Madeiras y las Canarias siguen mirando al continente! Ceuta y Melilla son irrenunciables. Asimismo, el pueblo español está muy concienciado con respecto a la causa saharaui.

Buena parte del pueblo saharaui, en especial la gente mayor, guarda muy buen recuerdo de España y si por muchos hubiera sido, no se hubieran separado, pues su forma de vida autónoma y nómada estaba bien protegida dentro de España, hasta que llegó el criminoso anexionismo marroquí y convirtió aquellas tierras en un infierno. Algo parecido ocurrió con Sidi Ifni, que al igual que el Sáhara y Ceuta y Melilla, jamás perteneció a Marruecos. Sus habitantes han ondeado la bandera roja y gualda en alguna que otra revuelta contra el centralismo de Rabat. Hemos de saber aprovechar estos buenos sentimientos y actuar. Tenemos que ir al asociacionismo, empezando por lo cultural. Como ejemplo, podemos mirar la inteligencia del asociacionismo social y patriótico en Italia.

Es vital entender nuestro papel en África. Romanos y godos lo entendieron, ¡y hasta los califas andalusíes! Y hablando de eso, contra el mito andalusí que introdujo el romanticismo del siglo XIX y dirigió para la política un Blas Infante que nunca fue escuchado ni amado por el pueblo, nuestra relación con África fue cada vez más estrecha hasta que llegó el islamismo y nos dividió. Están contando la historia al revés. Y encima, la oligarquía no para de favorecer el imperialismo marroquí, que lejos de contentarse con su brutalidad contra el Sáhara, apunta cada vez más hacia el norte, no sin francesas y norteamericanas complicidades.

Somos la parte inexpugnable de la Europa Occidental. Y somos Euráfrica, porque somos Europa en África y porque siempre existió un África española. Obviar esta realidad equivaldría a la amputación. Olvidarse de Ceuta es tan antiespañol como olvidarse de Madrid o Barcelona.

Asimismo, reconocemos, admiramos y estimamos el papel de Portugal en África y por justicia y gratitud hemos de colaborar estrechamente con los patriotas vecinos para reivindicar nuestro papel...



Desfile de la Legión Española en Melilla 




(4) Véase: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=10422

(5) En el libro África, en busca de una identidad, el historiador angloamericano V. Ferkiss dice que Portugal es una dictadura fascista y lo llega a calificar hasta de peligro para la paz y el orden mundial... Curioso que dijera esto quien pertenece a la nación de la bomba atómica y que hoy está poniendo sus zarpas sobre Siria…. Sea como fuere, véase:

http://poemariodeantoniomorenoruiz.blogspot.com/2013/06/mis-lecturas-africa-en-busca-de-una.html






CONTINUARÁ....





domingo, 8 de septiembre de 2013

LAS DIMENSIONES GEOPOLÍTICAS DEL HISPANISMO (I)


Busto de D. Juan Vázquez de Mella y Fanjul, tribuno de la tradición hispánica.
(Imagen extraída del blog  El Matiner)

Por Antonio Moreno Ruiz 


Hasta no hace mucho, “hispanismo” equivalía acaso a academicismo historiográfico y poco más. Pero gracias a Dios, eso ha cambiado. El término “hispanismo” cada vez adquiere un carácter más metapolítico, allende lo político y cultural sensu stricto. Es por ello que lo utilizamos y reivindicamos con mucho orgullo, sin “exclusivismos” ni sectarismos, como una sólida y justa apuesta de futuro, como el anhelo de la reunión de España en particular y la Hispanidad en general en base a un sistema de alianzas fundamentales (Tomando las palabras del brasileño Arlindo Veiga Dos Santos) que nos vaya uniendo más y mejor ante tantas dispersiones e incomprensiones.

Curiosamente (O no…), en nuestro tiempo defiende mejor el legado hispánico la escuela filosófica de Gustavo Bueno que muchos “curas frustrados” que nada entienden ni nada quieren entender. Por lo tanto, el hispanismo, si bien ha de defender la tradición a machamartillo, entiende el duro momento histórico que le ha tocado vivir y sobre esa difícil base se apresta a la pelea. Basta de discusiones bizantinas. De nada sirven los que aspiran a coronar tertulias y cafés. Abajo los más torpes obstáculos, los zánganos, los charlatanes, los que de verdad están muy cómodos con el sistema liberal; los que nada aportan ni nada quieren aportar. Esto hay que tomárselo en serio. Hay que trabajar y aprovechar al máximo las herramientas de las que disponemos, arrimándonos a las gentes de buena voluntad.

Escribiendo estas líneas desde una perspectiva española, nos apoyamos en el gran poeta vasco Ramón de Basterra, uno de los máximos exponentes del futurismo español, acuñó el término “Sobrespaña” (1) para explicar la proyección universal y la capacidad de dominio que España posee en sí desde tiempos antiguos, apoyándose mucho en la figura del emperador Trajano, nacido en Itálica, uno de los puntos neurálgicos de la Bética. Y curiosamente la Bética abarca parte de la territorialidad de Andalucía, desde donde se llegó a las Islas Canarias y luego a América. Es en Andalucía donde está el Estrecho de Gibraltar, el que, como decía el asturiano Juan Vázquez de Mella, era el punto más importante del planeta.

Ese término “Sobrespaña” me fue dando una idea y quise exportar hacia una “Sobreuropa” como ideal hispánico. Con todo, entrambos términos no dejan de ser problemáticos y sobre todo el segundo, y más con tanta ignorancia a la que hemos de enfrentarnos. Es por ello que, a causa de esta desorientación geopolítica, nos proponemos mejor el trazar las dimensiones irrenunciables de un hispanismo de futuro que se mire en lo mejor de su pasado, inspirándonos especialmente en la Sobrespaña de Basterra y en los Dogmas Nacionales de Vázquez de Mella.

Ante el desafío de la globalización y la calamitosa situación de España, oponemos un patriotismo renovador cimentado en lo irrenunciable y majestuoso de la tradición y en la justísima lucha social, frente a un mundo que se pudre entre el capitalismo salvaje y la pseudocultura progre.

Dirán que cómo vamos a pensar en nada estando en nuestras horas más bajas…. Pues por eso mismo. Hay que mover Roma con Santiago para devolver un orgullo que nunca se tenía que haber perdido. Nuestro frente es tricontinental: Europa, África y América. O mejor dicho: Nuestra Europa, nuestra África y nuestra América. Y nos explicamos:



EL HISPANISMO ANTE EUROPA


Por supuesto que España tiene que tener voz y voto en Europa, pero definiendo su propia política europea.

Roma es nuestra Madre Patria, y por Roma nos definimos en lengua y derecho.

Con todo, la alianza diplomática, militar y económica con Portugal es urgente. Entrambas patrias entraron en Europa por la puerta falsa. Sus recursos fueron desmantelados y su independencia desapareció. Una vez más, nos vemos solos en el extremo occidente. Tenemos que estar juntos, pero no revueltos. No hay ansias anexionistas por ninguna parte, y esperamos que tampoco se reproduzcan los victimismos nacionalistas (2). Defendemos en este caso lo que expuso Ramiro de Maeztu en Defensa de la Hispanidad y António Sardinha en la Alianza Peninsular.

La lengua española es hablada por casi quinientos millones de personas en el mundo y la portuguesa por algo más de doscientos. Todos los continentes del planeta tienen algo de nuestra presencia. Desde España y Portugal hemos de asumir esa “capitalidad”, tomando el término del filósofo argentino Alberto Buela. Es hora de una entente real. Dándonos la espalda y peleados, y siguiendo antiguos tiempos en que franceses y británicos nos echaban a pelear como perros de presa, no conseguiremos sino hundirnos hasta desaparecer.

España, asimismo, debe proponer una alianza grecolatina al margen de Francia, país que se empeña en hacernos la vida imposible aun en nuestras horas más bajas, y que sigue manteniendo una política descaradamente colonialista y enemiga de nuestros intereses. Los envites del capitalismo se están cebando contra Grecia e Italia. Debemos aliarnos y formar un bloque económico que asimismo, sirva para reivindicar nuestro legado clásico frente al barbarismo anglosajón impuesto en especial desde el siglo XVIII, cada vez más trufado de sionismo.

Hemos de retomar la tradicional amistad con el pueblo irlandés, el cual, como nosotros, sigue invadido por el imperio británico. Muchos irlandeses emigraron y sirvieron a España principalmente a través del ejército, en especial desde los siglos XVII al XIX. Es una pena que los separatistas antiespañoles, tan pro-anglosajones (3) tradicionalmente, hayan logrado vender la moto a ciertos sectores marxistizados del nacionalismo irlandés. Pero poco puede durar eso. No es estable ni verdadero, y ahí entra nuestro combate. La hermandad natural y espiritual se recuperará.

En nuestros días, nos podemos ver en espejos como el pueblo húngaro, el mismo que salió a la calle a desafiar a los tanques soviéticos, y que no se deja amedrentar por el capitalismo tampoco. Su actividad política es toda una tormenta de buenas ideas y prácticas. El Jobbik, esto es, el Movimiento para una Hungría Mejor, es ilusionante. El pueblo húngaro, como el polaco, ha sufrido la tiranía de la hoz y el martillo y ahora el liberalismo desenfrenado se dispone a tomarlos como botín. Ojo con estos grandes pueblos, pues nuestro futuro inmediato tiene un rostro muy parecido, y hemos de trabar buenas relaciones para combatir con justicia y dignidad. Y en ejemplos de buen combate tenemos que mencionar a Francia, porque una cosa es la política antiespañola de la República Francesa, contra la que debemos prevenirnos y defendernos, y otra la capacidad de trabajo y organización que desde la Vandea ha dado muestras de heroísmo admirable, y siempre ha tenido a la España tradicional en consideración, demostrándolo en la hermandad del combate en nuestro propio solar, y en el suyo, en la acogida del combatiente español. Pueblo a pueblo se presenta diferente el panorama, gracias a Dios, y quiera que no, raro es el español que en su árbol genealógico no tiene un apellido francés y viceversa.

Asimismo, si hay alguna nación que por su posición geográfica, cultural y espiritual nos puede entender, es Rusia. Como Rusia, somos la periferia de Europa y hemos ejercido de baluartes de todo el Viejo Continente. Si España es la Espada de Roma, Rusia se considera la Tercera Roma. Nosotros herederos de la Roma Occidental, ellos de Bizancio. Arrastramos una injusta leyenda negra y sin embargo, hemos sido portadores y conservadores de una gran cultura. Rusia es Eurasia y nosotros podemos ser Euráfrica y Euramérica. Debemos establecer relaciones culturales de lo más variado hasta llegar a comprendernos más y mejor, tejiendo un asociacionismo constructivo y práctico. España debe defender sin fisuras la integración de Rusia en Europa, y debe combatir a aquellos que pretenden enfrentarnos con Rusia. Nuestra historia, nuestra idiosincrasia y nuestros intereses nos aproximan más de lo que creemos.

Basta ya de estar en Europa a tontas y a locas. Estemos, pero con dignidad y cabeza.

Es más: Cuando hablamos de “estar en Europa”, estamos hablando de una política geográfica. Porque nada es Europa sin la Cristiandad, sin esos baluartes de la santa cruz de Oriente y Occidente que la salvaguardaron. Por eso, no podemos ni queremos estar en una geografía sin espíritu que encima en nuestro propio suelo nos usurpa Gibraltar. Como decía Vázquez de Mella, nuestros intereses jamás podrán ir coaligados a los del imperialismo británico. Gibraltar nos lleva a la otra orilla y al otro mundo, y es eje de comunicación mediterránea. He aquí el alfa y omega de nuestra geopolítica. Gibraltar es nuestra Europa, nuestra África y nuestra América. Sin Gibraltar seguiremos en la nada.....










(1) Sobre la Sobrespaña de Ramón de Basterra, véase:
http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/2010/08/ramon-de-basterra-122-anos-de.html


(2) Véase: http://movimientoraigambre.blogspot.com/2013/08/nacionalismo-y-portugal.html


(3) Resulta tragicómico en nuestros días ver a Artur Mas apoyar la colonia narco-contrabandista de Gibraltar, donde la Thatcher asesinó a combatientes irlandeses. Es solo un ejemplo de los muchos con los que nos podríamos explayar.




CONTINUARÁ.....

sábado, 7 de septiembre de 2013

ESPAÑA Y AMÉRICA



“El español que no ha estado en América no sabe qué es España.”

Federico García Lorca

LA IMAGEN DEL TORO DE ESPAÑA



Poema de Antonio Moreno Ruiz. 



LA IMAGEN DEL TORO DE ESPAÑA

A la memoria de Miguel Hernández

Toro de calor de siega,
toro de acero y plata,
toro de espada de luna,
toro bravo de España.

Oh, toro bravo de España,
noble imagen la de tu piel,
arcano de sagrado atavismo,
casta de ibera altivez.

Oh, rey de nuestros campos,
arrolla con tus músculos,
voltea tus fuertes astas,
derrochando tu orgullo.

Yergue tus poderosas ancas,
brama con tu espuma de mar,
enseña tu fuerza acrisolando,
una bandera de dignidad.

¡Toro! Adelántate como arquetipo,
¡Toro! Sacude tu imagen vigorosa,
¡Toro bravo de España,
guíanos hacia la buena hora!






Gracias a los amigos de Toros 2.0 por su difusión.

DE ETNOLOGÍA HISPÁNICA


En la foto: Esconjuradera de Guaso, Huesca. (Fuente: Aragón)
 
 
LAS ESCONJURADERAS DE SOBRARBE
 
 
¿Qué es una "esconjuradera"? Es una construcción característica y única de la antigua y rica arquitectura de la comarca de Sobrarbe, en el Alto Aragón. Las esconjuraderas solo las podremos encontrar enclavadas en ese paisaje portentoso y bellísimo de la noble tierra de Aragón. Son a manera de pequeños templetes y en estos templetes el clero realizaba los rituales propios para exorcizar los elementos: los vientos, los campos, las tormentas, las plagas de la langosta. En estos rituales, recogidos por la antigua liturgia católica, se trataba de purificar el país de la polución demoníaca, así como de las calamidades públicas consecuencia de los pecados sociales que atraen la acción de los demonios y almas precitas. 

Manuel Fernández Espinosa