Busto de D. Juan Vázquez de Mella y Fanjul, tribuno de la tradición hispánica.
(Imagen extraída del blog El Matiner)
Por Antonio Moreno Ruiz
Hasta no hace mucho, “hispanismo” equivalía acaso a academicismo historiográfico y poco más. Pero gracias a Dios, eso ha cambiado. El término “hispanismo” cada vez adquiere un carácter más metapolítico, allende lo político y cultural
sensu stricto. Es por ello que lo utilizamos y reivindicamos con mucho orgullo, sin “exclusivismos” ni sectarismos, como una sólida y justa apuesta de futuro, como el anhelo de la reunión de España en particular y la Hispanidad en general en base a un sistema de alianzas fundamentales (Tomando las palabras del brasileño Arlindo Veiga Dos Santos) que nos vaya uniendo más y mejor ante tantas dispersiones e incomprensiones.
Curiosamente (O no…), en nuestro tiempo defiende mejor el legado hispánico la escuela filosófica de Gustavo Bueno que muchos “curas frustrados” que nada entienden ni nada quieren entender. Por lo tanto, el hispanismo, si bien ha de defender la tradición a machamartillo, entiende el duro momento histórico que le ha tocado vivir y sobre esa difícil base se apresta a la pelea. Basta de discusiones bizantinas. De nada sirven los que aspiran a coronar tertulias y cafés. Abajo los más torpes obstáculos, los zánganos, los charlatanes, los que de verdad están muy cómodos con el sistema liberal; los que nada aportan ni nada quieren aportar. Esto hay que tomárselo en serio. Hay que trabajar y aprovechar al máximo las herramientas de las que disponemos, arrimándonos a las gentes de buena voluntad.
Escribiendo estas líneas desde una perspectiva española, nos apoyamos en el gran poeta vasco Ramón de Basterra, uno de los máximos exponentes del futurismo español, acuñó el término “Sobrespaña”
(1) para explicar la proyección universal y la capacidad de dominio que España posee en sí desde tiempos antiguos, apoyándose mucho en la figura del emperador Trajano, nacido en Itálica, uno de los puntos neurálgicos de la Bética. Y curiosamente la Bética abarca parte de la territorialidad de Andalucía, desde donde se llegó a las Islas Canarias y luego a América. Es en Andalucía donde está el Estrecho de Gibraltar, el que, como decía el asturiano Juan Vázquez de Mella, era el punto más importante del planeta.
Ese término “Sobrespaña” me fue dando una idea y quise exportar hacia una “Sobreuropa” como ideal hispánico. Con todo, entrambos términos no dejan de ser problemáticos y sobre todo el segundo, y más con tanta ignorancia a la que hemos de enfrentarnos. Es por ello que, a causa de esta desorientación geopolítica, nos proponemos mejor el trazar las dimensiones irrenunciables de un hispanismo de futuro que se mire en lo mejor de su pasado, inspirándonos especialmente en la Sobrespaña de Basterra y en los Dogmas Nacionales de Vázquez de Mella.
Ante el desafío de la globalización y la calamitosa situación de España, oponemos un patriotismo renovador cimentado en lo irrenunciable y majestuoso de la tradición y en la justísima lucha social, frente a un mundo que se pudre entre el capitalismo salvaje y la pseudocultura progre.
Dirán que cómo vamos a pensar en nada estando en nuestras horas más bajas…. Pues por eso mismo. Hay que mover Roma con Santiago para devolver un orgullo que nunca se tenía que haber perdido. Nuestro frente es tricontinental: Europa, África y América. O mejor dicho: Nuestra Europa, nuestra África y nuestra América. Y nos explicamos:
EL HISPANISMO ANTE EUROPA
Por supuesto que España tiene que tener voz y voto en Europa, pero definiendo su propia política europea.
Roma es nuestra Madre Patria, y por Roma nos definimos en lengua y derecho.
Con todo, la alianza diplomática, militar y económica con Portugal es urgente. Entrambas patrias entraron en Europa por la puerta falsa. Sus recursos fueron desmantelados y su independencia desapareció. Una vez más, nos vemos solos en el extremo occidente. Tenemos que estar juntos, pero no revueltos. No hay ansias anexionistas por ninguna parte, y esperamos que tampoco se reproduzcan los victimismos nacionalistas
(2). Defendemos en este caso lo que expuso Ramiro de Maeztu en
Defensa de la Hispanidad y António Sardinha en la
Alianza Peninsular.
La lengua española es hablada por casi quinientos millones de personas en el mundo y la portuguesa por algo más de doscientos. Todos los continentes del planeta tienen algo de nuestra presencia. Desde España y Portugal hemos de asumir esa “capitalidad”, tomando el término del filósofo argentino Alberto Buela. Es hora de una entente real. Dándonos la espalda y peleados, y siguiendo antiguos tiempos en que franceses y británicos nos echaban a pelear como perros de presa, no conseguiremos sino hundirnos hasta desaparecer.
España, asimismo, debe proponer una alianza grecolatina al margen de Francia, país que se empeña en hacernos la vida imposible aun en nuestras horas más bajas, y que sigue manteniendo una política descaradamente colonialista y enemiga de nuestros intereses. Los envites del capitalismo se están cebando contra Grecia e Italia. Debemos aliarnos y formar un bloque económico que asimismo, sirva para reivindicar nuestro legado clásico frente al barbarismo anglosajón impuesto en especial desde el siglo XVIII, cada vez más trufado de sionismo.
Hemos de retomar la tradicional amistad con el pueblo irlandés, el cual, como nosotros, sigue invadido por el imperio británico. Muchos irlandeses emigraron y sirvieron a España principalmente a través del ejército, en especial desde los siglos XVII al XIX. Es una pena que los separatistas antiespañoles, tan pro-anglosajones
(3) tradicionalmente, hayan logrado vender la moto a ciertos sectores marxistizados del nacionalismo irlandés. Pero poco puede durar eso. No es estable ni verdadero, y ahí entra nuestro combate. La hermandad natural y espiritual se recuperará.
En nuestros días, nos podemos ver en espejos como el pueblo húngaro, el mismo que salió a la calle a desafiar a los tanques soviéticos, y que no se deja amedrentar por el capitalismo tampoco. Su actividad política es toda una tormenta de buenas ideas y prácticas. El Jobbik, esto es, el Movimiento para una Hungría Mejor, es ilusionante. El pueblo húngaro, como el polaco, ha sufrido la tiranía de la hoz y el martillo y ahora el liberalismo desenfrenado se dispone a tomarlos como botín. Ojo con estos grandes pueblos, pues nuestro futuro inmediato tiene un rostro muy parecido, y hemos de trabar buenas relaciones para combatir con justicia y dignidad. Y en ejemplos de buen combate tenemos que mencionar a Francia, porque una cosa es la política antiespañola de la República Francesa, contra la que debemos prevenirnos y defendernos, y otra la capacidad de trabajo y organización que desde la Vandea ha dado muestras de heroísmo admirable, y siempre ha tenido a la España tradicional en consideración, demostrándolo en la hermandad del combate en nuestro propio solar, y en el suyo, en la acogida del combatiente español. Pueblo a pueblo se presenta diferente el panorama, gracias a Dios, y quiera que no, raro es el español que en su árbol genealógico no tiene un apellido francés y viceversa.
Asimismo, si hay alguna nación que por su posición geográfica, cultural y espiritual nos puede entender, es Rusia. Como Rusia, somos la periferia de Europa y hemos ejercido de baluartes de todo el Viejo Continente. Si España es la Espada de Roma, Rusia se considera la Tercera Roma. Nosotros herederos de la Roma Occidental, ellos de Bizancio. Arrastramos una injusta leyenda negra y sin embargo, hemos sido portadores y conservadores de una gran cultura. Rusia es Eurasia y nosotros podemos ser Euráfrica y Euramérica. Debemos establecer relaciones culturales de lo más variado hasta llegar a comprendernos más y mejor, tejiendo un asociacionismo constructivo y práctico. España debe defender sin fisuras la integración de Rusia en Europa, y debe combatir a aquellos que pretenden enfrentarnos con Rusia. Nuestra historia, nuestra idiosincrasia y nuestros intereses nos aproximan más de lo que creemos.
Basta ya de estar en Europa a tontas y a locas. Estemos, pero con dignidad y cabeza.
Es más: Cuando hablamos de “estar en Europa”, estamos hablando de una política geográfica. Porque nada es Europa sin la Cristiandad, sin esos baluartes de la santa cruz de Oriente y Occidente que la salvaguardaron. Por eso, no podemos ni queremos estar en una geografía sin espíritu que encima en nuestro propio suelo nos usurpa Gibraltar. Como decía Vázquez de Mella, nuestros intereses jamás podrán ir coaligados a los del imperialismo británico. Gibraltar nos lleva a la otra orilla y al otro mundo, y es eje de comunicación mediterránea. He aquí el alfa y omega de nuestra geopolítica. Gibraltar es nuestra Europa, nuestra África y nuestra América. Sin Gibraltar seguiremos en la nada.....
(1) Sobre la Sobrespaña de Ramón de Basterra, véase:
http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/2010/08/ramon-de-basterra-122-anos-de.html
(2) Véase:
http://movimientoraigambre.blogspot.com/2013/08/nacionalismo-y-portugal.html
(3) Resulta tragicómico en nuestros días ver a Artur Mas apoyar la colonia narco-contrabandista de Gibraltar, donde la Thatcher asesinó a combatientes irlandeses. Es solo un ejemplo de los muchos con los que nos podríamos explayar.
CONTINUARÁ.....