Alegorías de la Iglesia y la Sinagoga, ésta última con los ojos vendados |
Manuel Fernández Espinosa
En estas fechas navideñas no sólo el turrón vuelve a nuestra mesa. También lo hará un indeterminado número de presuntos reportajes y supuestos documentales "científicos" que, convenientemente salpicando la parrilla televisiva, nos tratarán de convencer por todos los medios de que la Navidad tiene orígenes en los ancestrales tiempos del paganismo, reduciendo el cristianismo a una suerte de religión parasitaria y sincrética; nos persuadirán de que Jesucristo -ya que no pueden decir que no existió, pues la historiografía solucionó definitivamente este litigio- nació, pero, eso sí: en otra fecha y en otro lugar. Yo no voy a entretenerme ahora en exponer las teorías que por ahí cunden, las cuales mezclan medias verdades con mentiras. Asistiremos, como manda la costumbre de un tiempo acá, a la ceremonia de la confusión perversamente instilada en las conciencias.
A todo trance, lo que es menester para esta gente es convencernos de que lo que celebramos los cristianos no tiene sentido. De nada servirán los estudios fundamentados de William J. Tighe, profesor de Historia de la Universidad de Muhlenberg, que desmontan la teoría que especula sobre el origen pagano de la Navidad, demostrando que es un despropósito histórico (p. ej., podemos recomendar el artículo "Los orígenes paganos de la Navidad son un mito sin fundamento histórico»: conozca por qué")
Supongo que ya estará realizado, o se estará realizando el respectivo documental que pondrá de manifiesto que nos equivocamos los cristianos, que no estábamos en lo cierto cuando afirmamos que Jesucristo nació en "Belén de Judá", dado que, según el arqueólogo israelí Aviram Oshri, Jesús nació en Belén, sí, pero no en Belén de Judá, sino en una Belén de Galilea (para ello, puede leerse "Arqueólogo israelí afirma haber hallado el verdadero sitio en donde nació Jesús".) Y nadie nos dirá lo que contiene esta afirmación del susodicho arqueólogo israelí. Por amor a la brevedad diré que, con este supuesto "hallazgo", lo que se trata de echar por tierra es que concuerden las profecías veterotestamentarias. Pues ya nos recuerda el Evangelio de San Mateo que, cuando Herodes consulta a los príncipes de los sacerdotes del Templo de Jerusalén, sobre el lugar indicado por las profecías como cuna del Mesías, estos responden: "En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta". El profeta al que aluden los sacerdotes es Miqueas: Belén de Judá. Si hablamos de otro Belén -se diría Oshri- se contradice que Jesús sea el Cristo, el Mesías. Como vemos, los judíos no han cambiado en más dos mil años. Siguen en sus trece.
Pero hay que ver cuánto hemos cambiado los cristianos. Incluso desde lo que debería ser el bastión de la Cristiandad (esto es el Vaticano) hemos tenido que escuchar recientemente que los judíos no necesitan la revelación de Cristo, que se bastan ellos solitos, pues: "Que los judíos participan en la salvación de Dios es teológicamente incuestionable -afirma cierto documento-, siendo un misterio divino insondable que eso pueda ser posible sin confesar a Cristo de manera explícita" (ver aquí). Pues, para ser "misterio divino insondable", me gustaría conocer quién ha sido el buzo que lo ha sondeado y nos viene con estas, llegando en su atrevimiento a desmentir al mismísimo San Pablo, cuando el Apóstol de las Gentes nos dice, en su Epístola a los Romanos: "Hermanos, a ellos va el afecto de mi corazón y por ellos se dirigen a Dios mis súplicas, para que sean salvos. Yo declaro en favor suyo que tienen celo por Dios, pero no según la ciencia; porque ignorando la justicia de Dios y buscando afirmar la propia, no se sometieron a la justicia de Dios, porque el fin de la Ley es Cristo, para la justificación de todo el que cree" (la negrita es mía, claro).
Pero, no nos preocupemos, si algún día nos quedamos sin Navidad, siempre podremos celebrar la Janucá (como en Torremolinos, Málaga, ver aquí), y si todavía no estamos preparados para ser los dóciles hermanos menores del judaísmo, si todavía hacemos remilgos, siempre podremos adorar al Sol Invicto, celebrar el Solsticio de Invierno y, en vez de esperar a los Reyes Magos, a Krampus que, para todos los que no lo conocían, lo conocerán en la película que se ha convertido en la sensación inducida por los medios publicitarios para esta Navidad: "Maldita Navidad".
No hay que ver aquí conspiraciones, pues lo que está puesto en marcha no se oculta. Tampoco muestra recato alguno y, cada vez más engreído en su triunfalismo, se apresura a decirnos que el mundo le pertenece, que 2000 años de cristianismo están prontos a ser clausurados. Que serán los mismos que más tendrían que defenderlo los que echarán la llave.
La Sinagoga, antaño figurada con los ojos vendadas, abre los ojos, mientras que la Iglesia se pone la venda a instancias de sus jerarquías. Creo que no se ha visto nunca un suicidio religioso más espectacular.
Pero con lo que no cuenta ninguno de ellos es que, digan lo que digan y se pongan como se pongan, Dios ha prometido mantener la Iglesia hasta el final de los tiempos. Y,por ello, un resto permanecerá fiel, una minoría de católicos pedimos incesamente la gracia de la perseverancia en la verdadera Santa Fe Católica. Y no cederemos.
Estampa de Krampus, el demonio secuestrador de niños |
estos arqueologos israelis son tan simpáticos , en otra ocasión vi un reconstrucción del rostro de Jesucristo por los susodichos en base a huesos de los judíos de esos tiempos , y representaban a Jesús como un neardenthal , no falta mucho para que después simulen una farsa de que encontraron los huesos de Jesús para negar la resurrección y toda la humanidad acepte al Anticristo
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