RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

miércoles, 4 de julio de 2018

ARTURO CAPDEVILA Y EL IMPERIO ESPIRITUAL

Arturo Capdevila

SOBRE UN ENSAYO DEL ARGENTINO Y EL PATRIOTISMO ORIGINARIO 


Manuel Fernández Espinosa


"El salmo sustentaba la cúpula
y también el techo de la lonja.
Y al desplomarse el salmo
se hundió todo el Reino.

...

Los salmistas caminan delante del juez,
y si el salmo se quiebra
se quiebra la ley".

León Felipe, "El gran responsable", (México, 1940)


A sabiendas de que algunos vendrán -después de este breve artículo- a decir que fueron ellos los que reencontraron y reivindicaron la obra de Arturo Capdevila, no es obstáculo ello para ser los primeros -después de mucho tiempo- en enfocar y reclamar al escritor argentino, invitando con ello a releerlo y recargar las baterías con su lectura para la única misión que consideramos inaplazable. 

Arturo Capdevila no fue un desconocido del todo en España. El poeta y ensayista argentino mantuvo correspondencia con muchos intelectuales españoles de la primera mitad del siglo XX -con Unamuno, por ejemplo. Y leyéndolo hasta diríase que con toda legitimidad podríamos hablar de una Generación del 98 hispanoamericana, hasta hoy soslayada: el desastre de Cuba del 98, su veneración por Castilla, por la Madre Patria España así lo avala. Arturo Capdevila nació en Córdoba (de Argentina) en 1889 y falleció en Buenos Aires en 1967. Por muchos de sus libros debería ser leído en España: sus ensayos biográficos, como "El Padre Castañeda. Aquel de la santa furia", así como otros, nos ofrecen su visión de la historia de Argentina y América, pero el libro que consideramos particularmente recomendable para todo hispanohablante es su ensayo "Babel y el castellano". Con su sólida formación multidisciplinar, Capdevila -podemos aseverar- fue uno de los nuestros que mejor comprendió la Hispanidad, teorizada por el Padre Vizcarra, Ramiro de Maeztu, Manuel García Morente y el P. Zacarías García Villada.

"Babel y el castellano" ponen sobre la mesa un tema que, como el mismo autor asume, está por dar de sí en toda su potencialidad, tanto cultural y política como comercialmente: la lengua castellana como nuestra común fuerza mundial. Eso -reconoce Capdevila- no ha sido advertido todavía con todas las consecuencias que pudieran derivarse de ello, pues "Vivimos en el seno del hermoso milagro. Por eso no reconocemos el milagro". Hispanoamericanos e hispanoeuropeos empleamos el castellano en nuestro diario vivir, por lo que no parece que hayamos entendido que es en el castellano donde radica una fuente de poder que apenas -en época en que escribe Capdevila (años 20 del siglo XX) y tampoco en nuestro tiempo- hemos sabido emplear. "Babel y el castellano" es así un ensayo que no sólo se aventura en la especulación lingüística (en el curso del ensayo, Capdevila conjetura el origen del "voseo", p. ej.), sino que traza líneas de acción conjunta que más o menos se desarrollarían con algunas editoriales hispánicas, empezando con la misma que le publica el libro: la Compañía Ibero-Americana de Publicaciones o la fabulosa Espasa-Calpe, con sedes en Madrid y Buenos Aires.

Capdevila siente como pocos intelectuales hispánicos que en nuestra lengua reside, como en pocas de nuestras cosas compartidas entre América y España, no sólo la clave de nuestra Patria común, sino el futuro incoado de un Imperio espiritual. Por eso, todos los panegíricos -en verdad que se usaban harto engolados en su tiempo- para exaltar la Hispanidad (en aquel entonces celebrada el 12 de octubre con el llamado "Día de la Raza"), todas esas solemnidades, no pasaban de ejercicios retóricos que estaban necesitados de actuaciones pragmáticas. Capdevila no se anda con rodeos: "Mientras tanto, españoles e hispanoamericanos pronunciaremos hermosos discursos en ocasión del día de la raza, tremolarán las banderas y seremos siempre los elocuentes habitantes de una confederación de soledades". Urge para el cordobés argentino la puesta en funcionamiento de una editorial que, según él, debería instalarse en Madrid, para ser receptora de todo lo que se produce en pensamiento, ciencia, literatura, teatro, poesía en América, las islas y la Península y, después de seleccionarse, imprimirse y comercializarse en todo el mundo hispanohablante; así se mantendrían conectadas todas las naciones hermanas. De este modo, conforme a Capdevila, podría ensayarse una incipiente Confederación lingüística que, si primero actuara en lo cultural, podría más tarde concretarse en un proyecto incluso con repercusiones políticas (hoy podríamos decir que geopolíticas).

Con lo dicho hasta aquí, podríamos hacernos una ligera idea de las virtudes -prácticamente por realizarse- de este ensayo. No obstante, ¿qué encontramos hoy en nuestro panorama?

Es descorazonador que los diferentes tinglados políticos españoles -con sus extensiones en lo educativo, mediático y cultural, en su sentido más amplio- favorezcan el idioma inglés en detrimento del castellano, del castellano tanto europeo como americano. Esto se hace hasta extremos de servilismo insoportables y los motivos para ello (ya harta repetirlo, pero no nos excusa el hartazgo) los hallaremos en la auto-infravaloración española, la falta de amor propio y confianza en nosotros mismos. Ahí tenemos a partidos -como Ciudadanos- que enarbolan la bandera rojigualda, organizando chiringuitos de "patriotismo constitucionalista" y otras pamplinas, pero que a la misma vez -sin recato alguno y siguiendo las políticas que les marcan sus patronos extranjeros- fomentan el estudio del idioma inglés entre nosotros, como si el castellano lo tuviera el español medio aprobado con Matrícula de Honor. Ese modo de "hacer patria" es el folclore mismo de siempre, un postureo sin consecuencias prácticas que entretiene y engatusa a los que tan ayunos están de patriotismo del bueno. Todos los partidos políticos de España (tal vez con excepción de Podemos, pero por razones que preferimos ahora omitir) insisten en nuestra vocación europeísta, mientras hemos abdicado de nuestra vocación panhispanista que incluye forzosamente América (sin olvidar Guinea Ecuatorial). Así las cosas, las ideas-fuerza de "Babel y el castellano" pueden parecernos utopistas, pero no obstante podemos aseverar que, a diferencia de las circunstancias temporales en que fue escrito este ensayo por Capdevila, hoy contamos con un instrumento que es internet en todos sus cauces: redes sociales, páginas, bitácoras. 

Que lo que nuestros políticos no hacen lo tengamos que hacer nosotros no debería extrañarnos a estas alturas. Pero que lo trabajoso y lo difícil no sea pretexto para dejar de hacerlo. El que verdaderamente se diga hoy un patriota (en cualquier nación iberoamericana o en la misma España) tiene una trinchera inexpugnable y una posición que habrá que defender hasta el último cartucho: la lengua castellana como Patria que reúne las glorias del pasado con el futuro que no queremos que nos arrebaten. 

Y dejemos los folclorismos para los folclóricos.

jueves, 7 de septiembre de 2017

EL CABALLERO DE OLMEDO

 
Representación de El caballero de Olmedo (Teatro Fernán-Gómez, 2013)



TRAGEDIA EN ESTADO PURO EN LA ESPAÑA CATÓLICA
(Notas a una lectura)


Manuel Fernández Espinosa


"El Caballero de Olmedo" es con diferencia la gran tragedia de Lope de Vega: las comedias de honor, de comendadores, de capa y espada, de enredo... Tienen poco que ver con ésta, donde lo que orienta todo es el Hado de Alonso de Manrique, personaje trágico cuya muerte es anunciada desde el principio hasta su cumplimiento. Los que afirman por ahí que hubo que esperar a García Lorca para que la antigua tragedia griega renaciera en el teatro hispánico es que prefieren pasar por alto "El Caballero de Olmedo" (estoy pensando, cuando digo esto, en cierto reportaje que le hicieron a García Lorca en vida, por los años 30 creo, donde se afirmaba que hasta el teatro de Federico no reapareció la tragedia de moldes griegos en la escena nacional.)


Como en las tragedias griegas, el espectador sabía de antemano el desenlace (romances y letrillas populares cantaban, con anterioridad a la obra dramática de Lope, el funesto destino del de Olmedo, como los griegos sabían lo que le aguardaba a los protagonistas de Sófocles); la obra, además de eso, muestra que Lope no era ajeno a los saberes ocultos que en su día todavía se practicaban.

Fabia está inspirada en la Celestina: es alcahueta y bruja que saca muelas a los ahorcados y prepara sortilegios igual que restaura la virginidad de las doncellas desfloradas y, con un profundo conocimiento de las pasiones juveniles, manipula la situación a su gusto y a sus conveniencias. Los personajes femeninos tienen mucha fuerza (contra lo que algunos dicen, Shakespeare no fue ni el primero ni el único que eleva a la mujer en el teatro): ahí está Doña Inés que no es ninguna tonta enamorada que se resigne a las decisiones paternas si le son contrarias a su voluntad, sino que está dispuesta a mentir (incluso poniendo el monjil por medio) para burlar a su pretendiente D. Rodrigo que, con el beneplácito del padre de Doña Inés, ha concertado sus bodas. Tello tiene su punto de "gracioso", pero no es un "gracioso" como los de las otras comedias (había que dosificar los golpes cómicos en una tragedia) y es el contrapunto realista al enamorado platonizante que es Alonso de Manrique. Alonso de Manrique (propiamente el Caballero de Olmedo) es, verdaderamente, el más "extrañado" de los personajes, todo indica (lo mismo los presagios que su falta de sentido de la realidad) que terminará muerto en el camino de Medina a Olmedo, asesinado a manos de sus enemigos envidiosos, desagradecidos y traicioneros. Alonso se pasea por la escena con sus arrebatos de amor sublimado, ascensos y descensos anímicos que lo llevan a vivir en su nube, sin pisar la realidad: está "extrañado" por flotar en su nube de fantasías amorosas y alguien que anda en las nubes -parece decirnos Lope- sólo podía acabar como acabó este caballero de Olmedo. Todos los demás personajes (a excepción tal vez del viejo padre de Doña Inés; y éste por ser engañado por su hija) muestran su sentido de la realidad, menos Alonso enamorado; y Doña Inés, aunque enamorada, es enamorada práctica que no se detiene ante nada para salirse con la suya.

El amor entre hombre y mujer tiene su fundamento astrológico (como ya afirmaba el gran Enrique de Villena), nace por los "espíritus vivos" que irradian invisiblemente de los ojos, tal y como enunciaba la teoría del gran Marsilio Ficino, fundada en la tradición filosófica de Al Kindi (que es el mismo soporte de la creencia en el "mal de ojo"). La magia negra también ocupa su lugar, de la mano de la vieja Fabia que, mientras en la mano lleva su rosario y con la boca grande dice "Jesús", con la boca chica invoca a los demonios: 

"¡Apresta,
fiero habitador del centro,
fuego accidental que abrase
el pecho de esta doncella!"

El "habitador del centro" es Satanás y los demonios son invocados para conjurar la pasión erótica necesaria a los propósitos de la vieja (interesada en la recompensa material que pueda obtener del joven enamorado). Interesa destacar (y no poco) que la Iglesia defendía la libertad de la mujer, puesto que era la institución autorizada para anular, por ejemplo, un acuerdo matrimonial entre padre y pretendiente, si no era voluntad de la casadera contraer nupcias con el postulante "postor": y esto ocurría en la España católica de la Inquisición, sí, pero difícilmente lo hallaremos en un ámbito islámico, tampoco judío... A ver si nos enteramos que una cosa es la realidad y otra la propaganda antieclesial); esto apenas se dice y conviene decirlo, que muchas veces se da la impresión contraria que no corresponde a la realidad histórica.


Como tragedia que es, "El Caballero de Olmedo" está atravesado de presagios funestos, sueños premonitorios del mismo protagonista e incluso se produce una sombría aparición fantasmagórica que anuncia la muerte, pudiendo incluso ser considerada esta enigmática sombra que sale al paso de Alonso un "Doppelgänger". Lo que muchos no habrán reparado es que, aunque Lope explícitamente sostiene la doctrina eclesial por boca de Tello: 

Ven a Medina y no hagas
caso de sueños ni agüeros,
cosas a la fe contrarias.

Lo cierto es que cuanto anuncian los sueños y malos presagios se cumple fatídicamente con la muerte violenta del protagonista trágico. Al término de la obra, no se nos puede escapar que el teatro lopiano, como todo el nuestro de los Siglos de Oro, reafirma al Rey en su carácter de trasunto humano del Juez Justo, en apología manifiesta de la Monarquía Católica de España.

martes, 29 de agosto de 2017

EL PRIMER FEMINISTA: FRANCISCO DE QUEVEDO



"LOS SUEÑOS" Y EL CAMINO DE LA MANO IZQUIERDA ( I )

Manuel Fernández Espinosa

"Los sueños" de Quevedo están compuestos por cinco "Discursos" cuyos títulos originales (más tarde cuatro de ellos serían modificados por la censura) eran: "Sueño del Juicio Final", "El alguacil endemoniado", "Sueño del Infierno", "El mundo por de dentro" y "Sueño de la muerte". El propósito de estos discursos que combinan el diálogo, la sátira, el apotegma -a simple vista- en un "tótum revolútum", es el poner al desnudo los abusos, vicios y engaños mundanos, "en todos los oficios y estados del mundo". La finalidad es moral. Y el instrumento, la alegoría tanto como la chanza y el juego lingüístico conceptista. 

Las influencias que se pueden detectar en esta obra de Quevedo son las propias de alguien que leía tanto -y en tantas lenguas- como nuestro Quevedo. Así que tanto obras clásicas antiguas (la Sagrada Biblia y grecorromanas: la sátira de Luciano de Samósata, Cicerón, Virgilio, el estoicismo de Epicteto y la Tabla de Cebes..) como medievales y renacentistas (la "Divina Comedia" de Dante y los "Mundos" e "Infiernos" del menos conocido Anton Francesco Doni, así como el género de la emblemática teológica y moral), pero también encuentra Quevedo inspiración en los tratados demonológicos del teólogo y hermetista bizantino Miguel Psellos o la pintura enigmática de Jerónimo Bosco. ¿Y qué es el camino de la Mano Izquierda y por qué asociarlo con Quevedo? 

La expresión "camino de la mano izquierda" está presente en "Los Sueños" y halla su fuente original en el Evangelio de Mateo 7, 13-14, donde se habla de la vía estrecha de la virtud y la vía ancha del vicio. Quevedo la emplea sin ambages: "...le enseñaron el camino de la mano izquierda" ("Sueño del Juicio Final"), pero donde adquiere mayor relevancia es en "Las zahúrdas de Plutón", donde Quevedo nos presenta los dos caminos: el de la mano derecha (angosto y sufrido que es el de la virtud) y el de la mano izquierda (ancho y cómodo: el del vicio): ¿cuál toma Quevedo? El de la "mano izquierda", por donde discurren los pecadores y los viciosos todos, eso le abastecerá de "tipos" masculinos y femeninos a los que mostrar, para su propósito que es el de enseñar la virtud contraponiéndola con la hipocresía, la codicia, la lujuria y los demás pecados capitales. Quevedo también dice que los que iban por un camino se pasaban al otro "por sendas secretas". La poesía de temática filosófica y religiosa de Quevedo muestra cuáles son esas "sendas secretas" que comunican los dos caminos: el verdadero dolor de los pecados. Y lo importante -no lo olvidemos nunca- es (por supuesto que para Quevedo, católico a machamartillo) la clara noción del horror del pecado y la conversión a tiempo.

Pero un núcleo de la obra es la exaltación de lo femenino. Que se hace manifiesto de muchas formas a lo largo de la obra de Quevedo, no sólo en "Los sueños". Desde la poesía amorosa vertida en los moldes petrarquistas... hasta en los discursos que nos ocupan de "Los sueños", la Mujer tiene un lugar de honor (que no ahorra que sean censuradas las malas mujeres); en "Los sueños" podemos leer: "-Quien no ama con todos sus cinco sentidos una mujer hermosa, no estima a la naturaleza su mayor cuidado y su mayor obra. ¡Dichoso es el que halla tal ocasión y sabio el que la goza! ¿Qué sentido no descansa en la belleza de una mujer que nació para amada del hombre?". Está contenido en declaraciones como ésta tan explícita el tuétano de lo que podemos entender como una de las tendencias más propias de Quevedo: la fascinación que sintió siempre por las mujeres y para nada "platónico" si no es en las formas, pues la sensualidad es imprescindible para él y cualquier hombre que aprecie su virilidad. Eso que pudiera sonarnos a sensualismo, escandaloso y "revolucionario" en la España que nos pintan de la época de Quevedo (la Inquisición y blabla), no escandalizaba a nadie. Esta tendencia quevediana alcanza su mayor clímax en lo que considero personalmente el primer manifiesto feminista de Occidente, escrito por alguien que pasa por misógino. El "manifiesto" como tal es muy largo, por lo que no lo reproduciré completamente. Se encuentra en "El mundo por de dentro" (XL), allí Quevedo "cede" la palabra a una hermosa mujer que dice a los hombres, entre otras cosas:
"Tiranos, ¿por cuál razón (siendo las mujeres de las dos partes del género humano la una, que constituye mitad), habéis hecho vosotros solos las leyes contra ellas, sin su consentimiento, a vuestro albedrío? Vosotros nos priváis de los estudios por envidia de que os excederemos; de las armas, por temor de que seréis vencimiento de nuestro enojo los que lo sois de nuestra risa (...) Queréisnos buenas para ser [vosotros] malos, honestas para ser [vosotros] distraídos (...) Más son las que hacéis malas que las que lo son (...) Hoy es día en que se ha de enmedar esto, o con darnos parte en los estudios y puestos de gobierno, o con oírnos y desagraviarnos de las leyes establecidas, instituyendo algunas en nuestro favor y derogando otras que nos son perjudiciales".

Dudo mucho que se haya escrito algo así con antelación a Quevedo, pues para escribirlo habría que ser Quevedo. Y no lo olvidemos: España, Siglo XVII... Quedaba mucho para que surgiera el "feminismo" moderno, muchísimo. Quevedo se anticipa aquí como es su costumbre y rompe una lanza por la mujer; él, el mismo que tantos juzgan como machista y misógino por no haber pasado de leer su poesía burlesca.

domingo, 4 de junio de 2017

INTEGRACIÓN

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Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor


Cuando alguien osa decir que la política migratoria de Europa occidental es un desastre desde hace mucho tiempo y más ahora con lo de los "refugiados" (la mayoría no son refugiados sirios… Que ya está bien de camelo…), muchos se rasgan las vestiduras y empiezan a recalcar lo mal que está España... Ya, vale, pero el hecho de que España esté mal no quiere decir que esta política migratoria de "todo gratis" vaya a solucionar nada; al contrario. De hecho, los más beneficiados por lo de los "refugiados" son los traficantes de personas; y los más perjudicados, la gente más humilde que tiene que sufrir de buenas a primeras el caos en sus barrios o en sus pueblos. Pero es que al personal ya no le valen ni los hechos: A algunos, les van a estar violando a las hermanas y van a invocar a la constitución, al manifiesto comunista, o una pseudo-religiosidad moderna mezcla de meapilismo cursi y teología de la liberación... Una cosa muy rara.

De todas formas, digan ustedes en cualquier país del mundo que no pertenezca al ámbito euro-occidental que el Estado debe gastar millones en "integrar" a los extranjeros; a ver si la gente no se descojona o se indigna ipso facto... ¿Y es que en todos esos países la gente es muy mala y muy racista y nosotros somos los buenos e iluminados?

¡Venga ya!

Todos esos que tanto se rasgan las vestiduras por los "refugiados", antes deberían rasgárselas por los muchos compatriotas que no hemos tenido más remedio que emigrar. Quien no es solidario con su gente, ¿cómo  va a serlo con los extranjeros?

Basta ya de mentiras y de postureos. Veamos la realidad y cojamos el toro por los cuernos, que nuestras murallas ya han sido escaladas, y nada nos van a solucionar velitas perroflautas ni minutos de silencio masónicos. 

Y reitero: Que yo soy inmigrante. Que no estoy contra la inmigración ni contra los inmigrantes per se. Estoy contra la estupidez, la doble moral, la engañifa, la farfolla; estoy contra los que se escudan en unos "pobres" que ni conocen para metérnosla doblada.Y lo mismo puede decirse a los que hablan de "referéndum" y etc. El que España esté mal no quiere decir que dividirla en no sé cuántas republiquetas vaya a hacer que la cosa esté mejor. Y como ejemplo tenemos a Portugal e Hispanoamérica. Y de todas formas, le podrían preguntar a valencianos, baleares y aragoneses si quieren pertenecer a esa idílica Cataluña del derecho a decidir, ya que les arrebata sus territorios por la cara... O ya puestos, a castellanos y navarros a los que el imaginario "Euskadi" también se apaña porque le da su ikurriñera gana...

Pues eso... Pero qué cortos de entendimiento andamos...

Tenemos lo que nos merecemos. Y todavía no hemos tocado fondo, porque día tras día, de París a Londres y tiro porque me toca, vemos los beneficios de la multiculturalidad y la integración a través de esos grandes imperios que respetaron tanto los derechos humanos como franceses y anglosajones, pues con su gran bagaje nos han llenado Europa de personas maravillosas criadas a sus pechos; no como nosotros, que para algo tenemos la Leyenda Negra (entiéndase esto como sarcasmo, por favor). 

lunes, 1 de mayo de 2017

LEÓN FELIPE Y NUESTROS DÍAS

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Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor



León Felipe, ¡qué gran poeta de zamorana cuna y mexicana mortaja!

¿Cierta fama de loco? Puede ser. ¡Vivan los locos que somos pocos! De todas formas, ¿acaso no fue el bohemio que muchos no nos atrevemos a ser?

A León Felipe le tocaron tiempos difíciles. Al fin y al cabo, ¿qué tiempo no es difícil? Empero, ya en aquellos tiempos nuestro poeta desenmascaró muchos típicos/tópicos, y me intento explicar: Es muy curioso que en España, que no hemos parado de guerras desde que entró Napoleón, hablemos de "LA GUERRA" refiriéndonos a la de 1936; cuando ya los romanos decían que los celtíberos, cuando no tenían guerra en el exterior, se la buscaban entre ellos mismos. Nos empachamos de guerra (y creo que León Felipe se empachó de Revolución Mexicana, que fue criminal como todas las revoluciones), y ahora que nos vemos en la impotencia de un ¿estado del bienestar? desmoronado, muchos politiquillos han intentado azuzar el rencor para obtener réditos electorales. No es sólo cosa del PSOE, no olvidemos que el PP votó a favor para que le concediera la nacionalidad española a los mercenarios estalinistas de las Brigadas Internacionales. Y esta pseudomemoria histérica no es sobre otras muchas guerras tan crueles o más que la del 1936, sino sobre "LA GUERRA", porque así lo han decidido analfabetos que hacen de la Historia su partidismo.

León Felipe fue uno de tantos españoles incomprendidos que murió lejos del hogar. Y en la lejanía, aun a mi juicio con demasiado pesimismo, supo avistar con inteligente congruencia los demonios que nos obstaculizan. En "LA GUERRA" hubo mucha gente que se batió con honor y luchó por lo que creyó entrambos bandos; pero también hubo muchísimo cobarde que no quiso combatir y durante la II República fue el más tricolor del mundo y cuando los nacionales ganaron posiciones se apresuró a ser más franquista que Franco. Parece ser que en nuestra tierra sale muy rentable el ser un cobarde criminal de retaguardia. Hubo vencedores y vencidos en ambos bandos. No por nada se decía en el Requeté que se ganó la guerra pero se perdió la paz. Y los máximos vencedores fueron los chivatos sanguinarios y los chaqueteros sin escrúpulos; los que luego se revelarían como auténticos maestros de esta partitocracia del "café para todos" (para todos ellos, se entiende) que nos niega la auténtica representación a los españoles, y que también nos niega el trabajo y la dignidad más elemental.


León Felipe, fue, pues, un poeta clarividente en muchos sentidos. No obstante, yo intento quitarme de encima el pesimismo, y es que, incluso los que somos "negativos", ¿no es porque creemos que de hecho España puede ser mejor? Si no creyéramos esto, o si no nos importara el tema, pues no le daríamos importancia ninguna, así como no nos acaloraríamos, y no exclamaríamos ni declamaríamos

viernes, 28 de abril de 2017

POLÍTICA Y PROFANACIÓN DE TUMBAS


Vivant Denon en España, en la tumba del Cid y Jimena

MÁS QUE UNA PROFANACIÓN, UN RITO MÁGICO

Manuel Fernández Espinosa

Se sabe. Y, en ocasiones, hasta con lujo de detalles; pero, no obstante, lo que parece increíble es que hayan sido tan pocos (¿alguno?) los que han reparado en el sentido último que pueda tener la profanación de las tumbas de nuestros más sobresalientes personajes históricos: la tumba del Cid Campeador y de su esposa Jimena, la de los Reyes Católicos, la del Gran Capitán, la del Cardenal Cisneros, la del inquisidor Torquemada... Podríamos añadir muchos más, pero téngase en cuenta la categoría histórica de los mencionados. Ninguno de estos personajes, tan relevantes para la Historia de España, pudieron descansar en sus tumbas sin que algunos desaprensivos atentaran contra ellas. Muchas profanaciones de estas tumbas tuvieron lugar durante la ocupación napoleónica, otras se cometieron en los turbulentos años de revolución, como en 1936-1939.

"Profanar" es "tratar sin el debido respeto una cosa que se considera sagrada o digna de ser respetada"... Profanar, pues, sería hacer "profano" algo considerado sagrado. Etimológicamente "profano" significa poner "delante" (pro-) del "templo" (fanus). No toda exhumación de un cadáver es una profanación. El P. Antonio José Ruiz de Padrón (1757-1823), sacerdote liberal y en las Cortes de Cádiz el más acérrimo paladín por la supresión de la Inquisición española, "denunciaba" que la Inquisición española tenía autoridad y potestad para desenterrar a los muertos reputados por herejes y quemar sus restos. La práctica nos la pinta el cura liberal con los acentos más lúgubres, diciendo por ejemplo: "No debo omitir, Señor, que su autoridad se extiende también hasta las región de los muertos. ¡Cuántas veces no ha mandado excavar los sepulcros para exhumar las osamentas de los que ha creído que han muerto en la herejía, para arrojarlas a las llamas!". Pero, sin precipitarnos en el emotivismo demagógico de este sacerdote liberal, atendamos a la cuestión nuclear: lo que era "sagrado" en esos casos era el camposanto en que estaban depositados los restos del presunto hereje... La presencia de los restos mortales del hereje es la que "profana" el cementerio que está reservado en su suelo sagrado para los que han muerto en comunión con la Santa Madre Iglesia. No era, por tanto, profanación ese ritual inquisitorial, por mucho que se empeñara el cura ilustrado y constitucionalista, de infeliz memoria.

Pero, ¿a que se debe la profanación de una tumba? La profanación de una tumba puede deberse fundamentalmente a dos razones: 
  
  • 1º La latro-profanación que busca el saqueo de la tumba, despojando al difunto de los "tesoros" con los que fue sepultado. Pero, por lamentable que esto sea, no es lo que aquí nos interesa. 
  • 2º La profanación "mágica" que ofende el sepulcro, pero con fines de poder "mágico". Vamos a explicarnos: la violación del sepulcro busca obtener los restos mortales del personaje en cuestión, para ultrajarlos, esparciéndolos... o bien sustraerlos para llevárselos como "trofeo esotérico".
La profanación mágica, por la inmensa incultura esoterista que existe, es frecuentemente atribuída a grupos satanistas, pero esto no es exacto. Grupos esotéricos (masónicos y de muchos otros signos) operan en este sentido, sin que necesariamente la execrable profanación tenga siempre la finalidad de rendir culto a Satanás. La revista oficial del Benemérito Instituto de la Guardia Civil, en 1996, explicaba a sus agentes la diferencia entre las profanaciones vandálicas y las "profanaciones esotéricas".

La profanación de tumbas, cuando se trata de los restos mortales de una personalidad política, reviste un innegable sentido mágico. 

Así, cuando el 29 de junio de 1987 se descubrió que el sepulcro de Juan Domingo Perón, se halló que el cadáver del mandatario argentino había sufrido la amputación de sus dos manos: las manos, en el simbolismo anatómico, representan el poder (hacer), la fuerza, la autoridad y la protección. A primeros de mayo de 1990 la urna cineraria de Omar Torrijos (1929-1981) fue sustraída del santuario nacional. En Venezuela, en el año 2016, fueron profanadas las tumbas de Isaías Medina Angarita (1897-1953), presidente de Venezuela desde 1941 y 1946, y la de Rómulo Gallegos (1884-1969) que, además de escritor, fue presidente desde febrero a noviembre de 1948: la profanación de las sepulturas de estos dos gobernantes venezolanos se explicaron por razones dispares, sin que se haya resuelto lo que llevó a sus profanadores a violar sus tumbas: unos trataron de explicarlo suponiendo que sus profanadores querían vender los restos mortales robados, otros pensaron que se trataba de una profanación con fines ceremoniales de alguna de las ramas de magia afroamericana (¿santeros? ¿paleros? ¿babalaos?). En Hungría también podemos mencionar el caso de la profanación de la tumba del dictador comunista húngaro János Kádár (1912-1989), en el año 2007, llevándose su calavera que, anatómicamente en su simbología, corresponde a lo último que queda como recipiente de la vida y del pensamiento. Si siguiéramos buscando, podríamos encontrar muchos más casos. Aunque se aplica el término de "profanación" para la exhumación de los restos de Simón Bolívar, ordenada por Hugo Chávez en 2010, el desenterrar al líder hispanoamericano no fue como tal la "profanación" (pues ésta se hizo, mejor o peor, para comprobar una hipótesis conspirativa, como se ha hecho con nuestro General Prim), lo que sí podemos considerar "profanación" fue cuando lo volvieron a sepultar en una tumba masónica en forma de pirámide, toda vez que Bolívar había adjurado de la masonería y renegado de ella: era como reapropiárselo a título póstumo.

Los gobernantes más precavidos dictaron providencias para, una vez fallecidos, poner sus restos mortales lejos de sus potenciales profanadores en el futuro, o bien fueron sus más allegados los que, temiéndose que eso pudiera pasar, tomaron medidas para impedir la profanación futura. Así pasó con Francesc Macià cuyo funeral consistió en una extraña ceremonia masónica, en el curso de la cual se colocó su corazón en una urna.Tarradellas se llevó la urna con el corazón de Macià y, para evitar su profanación, enterró el cuerpo de Macià en una tumba secreta, siendo la tumba oficial un señuelo falso. El sepelio del dictador Fidel Castro estuvo rodeado del mayor secretismo, además de no pocas claves esotéricas que algunos apuntaron, señalando las relaciones del dictador con los cultos afroamericanos de la santería.

Independientemente de que se crea o no en los supuestos resultados mágicos de la operación, el hecho es que la profanación de las tumbas de gobernantes nacionales parece obedecer generalmente a dos propósitos:

1. Venganza post-mortem de sus enemigos interiores o exteriores.

2. Apropiación del cadáver o de alguna de sus partes (casi siempre valiosas, desde el punto de vista simbólico: manos, cráneo...), con el objeto de tener un dominio "mágico" sobre aquellos que fueron gobernados por el muerto. 

  • A) Esto podría hacerse por muchos motivos: si lo hacen admiradores del personaje cuya tumba se profana, tendríamos que verlo como un desviado y supersticioso culto a las reliquias; pero también debiéramos contemplar otra posibilidad...
  • B) Cuando la profanación y sustracción es hecha con fines de "trofeo", lo que podríamos, en último término, asimilarlo a una modalidad de poderío mágico sobre lo adquirido; y de alguna manera se relacionaría con algo parecido a lo que en estadios primitivos parece que se buscaba con el canibalismo ritualístico: la asimilación de la fuerza vital de la víctima que se ingería.
Constatar que las tumbas de nuestros principales personajes históricos han sido, en el correr de tres siglos, vilmente profanadas debiera traer consigo una reflexión más profunda sobre nuestras actuales calamidades nacionales, nuestro sometimiento por el cual se nos convierte en extranjeros en nuestra misma patria, se nos esquilma, se nos coloniza.

domingo, 2 de abril de 2017

FUENTES DE ANDALUCÍA


Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor 


El separatismo amoriscado que nada tiene que ver con Andalucía, continuando los pasos del hábil ensayista Américo Castro y su mito de las "Tres Culturas", da pasos al frente al alimón del trotskismo y de Mayo del 68, y ahora hablan de las "cinco fuentes de Andalucía" (y no es el pueblo que está cerca de Constantina); a saber:

-La fuente andalusí, pregonada por los discípulos del escritor Ignacio Olagüe, para el cual no hubo nunca una conquista musulmana, que no hay fuentes. Joder con las fuentes...

-La fuente judía. Y mira que sabemos que la petenera tiene más que ver con México que con los sefardíes, pero bueno...

-La fuente castellana. Curiosa queja del supuesto "malvado castellanismo centralista opresor", al obviar que, con castellanos, también vinieron asturianos, leoneses, gallegos, navarros, aragoneses... Y hasta portugueses, franceses, italianos, flamencos, etc.

-La fuente negroafricana. Para después quejarnos del imperialismo a ritmo de blues y jazz.

Sin embargo, siguiendo este esquema totalitario, y basándome, entre otros, en mi Galería de personajes inciertos que Dios Nuestro Señor quiera vea la luz en un futuro no muy lejano, añadiría:

-Las fuentes vascas, asturianas, flamencas, alemanas, francesas, genovesas y armenias de Cádiz.

-Las fuentes catalanas, guanches, francesas, portuguesas, alemanas, flamencas, genovesas, florentinas y placentinas de Sevilla.

-Las fuentes griegas, vikingas, catalanas y japonesas de Coria del Río.

-Las fuentes inglesas e irlandesas de Sanlúcar de Barrameda y Jerez de la Frontera.

Y vayamos pueblo por pueblo:

-Las fuentes leonesas y bereberes de Marchena.

-Las fuentes castellanas, gallegas y portuguesas de Bollullos de la Mitación.

-Las fuentes catalanas de Camas.

Uf, sería tan largo como un día sin pan. O como una meada cuesta abajo, si se prefiere.

¡Ah! Hablando de centralismos y esas cosas, se pretende uniformizar a la fuerza esa "idea de Andalucía como nación milenaria" de Blas Infante y Pérez de Vargas excluyendo los particularismos de Jaén, Granada y etc. por ejemplo? Habría más fuentes:

-La fuente vasca de Jaén.

-Las fuentes gallegas y asturianas de las Alpujarras.

Pues eso. Que hay mucho trabajo por hacer y a lo mejor apañamos alguna que otra subvenci￳ón.
Y para rematar: Un arco iris gigantesco, para que nadie se sienta excluido.

Por cierto: ¿No se han dado cuenta de que nada se habla de Roma? Ni de los visigodos. ¿Para qué? ¡Tampoco hay vándalos o alanos! Será que esas fuentes se les habrán secado.

¡Ah! Y ninguna referencia, nunca, a los lazos con Canarias e Hispanoamérica, más allá de la fijación racial afrocentrista, calcada de la fijación racial gitanocentrista. Y hablando de centrismos, según los de las fuentes, ya no se puede hablar en el flamenco de "cantes de ida y vuelta" porque eso es "etnocentrismo".  Ellos nos imponen cómo hablar y hasta cómo pensar. Con el dinero y el apoyo del Estado.

Con todo, a la vejez lo que queda es reírse, dar por saco y poco más. Pues eso será. Pero ya en serio: Como hijo de la Andalucía profunda de muchas generaciones con derecho a decidir y a sentir, me siento mucho más cerca de los puertorriqueños que quieren volver a España (así como de todos los hispanistas americanos en general) que de estos supuestos paisanos, que para mí son tan extraños como lo puede ser un argelino, un nepalí o un neozelandés. Al final me van a hacer escribir un ensayo, con lo que me divierto yo con mis poemas y mis novelas...

jueves, 30 de marzo de 2017

EL LIBERALISMO Y LA ENSEÑANZA PÚBLICA


CONTRADICCIONES DEL LIBERALISMO

 Manuel Fernández Espinosa

Asistimos en nuestro tiempo a una campaña, instigada por colectivos muy interesados en ello, que pugna por suprimir la enseñanza concertada y amenaza a la privada en España. Se pretende reclutar a toda la comunidad educativa de la Enseñanza Pública (alumnos, profesores, padres y otros servicios) para combatir a la concertada, darle la batalla hasta suprimirla. Y es cierto, sí, que en la enseñanza concertada y privada, como en todo lo humano, hay muchísimas cosas que mejorar, pero la saña con la que algunas organizaciones atacan a estas modalidades educativas nos parece desproporcionada. 

Quieren algunos ver aquí un ataque dirigido por las centrales de la izquierda política, incluso de la extrema izquierda. Y no falta razón, pero acusar a la extrema izquierda de esto se convierte (como todo lo que hace la izquierda oficial y, sobre todo, la extrema izquierda) en la justificación de la derecha liberal, representada por el PP que, al final, recibe los beneficios de todas las pataletas que monta la izquierda progre y globalista. Al igual que la ideología del PP consiste en no tener ninguna ideología, la estrategia del PP consiste en no tener ninguna estrategia: se ha vuelto un chiste, pero que Rajoy apenas se mueva no es un chiste... Es una evidencia. La hostilidad que la extrema izquierda muestra contra la Iglesia Católica y todo lo relacionado con ella (desde la Misa de la 2 hasta los centros concertados religiosos) sirve en bandeja al PP los votos de todos aquellos católicos que se sienten ofendidos por la intemperancia de una izquierda progre que lo que menos le importa es la lucha obrera, pues tiene otras "causas" que defender. Y así, el PP, lo menos católico que pueda ponerse sobre la mesa, termina saliéndose con la suya, comicio tras comicio, concentrando el voto cautivo de los católicos del mal menor.

En el fondo, esta etapa del proceso, no puede comprenderse sin hacernos cargo de la profunda inconsistencia del liberalismo, del cual derivan en última instancia las posturas más extremistas de la izquierda global. Esa inconsistencia lo es debido a la propia naturaleza del fenómeno liberal, pues como bien supo expresarlo Oscar Stillich, el liberalismo no equivale -aunque muchas veces se presente así- a "mostrarse tolerante frente a todas las convicciones, sino por el contrario, mostrarse intolerante frente a todo juicio no basado en la razón" ("Die politischen Parteien in Deutschland, II: Der Liberalismus", Leipzig, 1963.)

No vale engañarse. Esta intolerancia del liberalismo le es intrínseca y se aplica siempre en función de la coyuntura, atendiendo a sus intereses, intereses que confunde con lo más sagrado para él, la Razón. Otro asunto en el que no voy a detenerme es que, hoy, esa razón moderna que el liberalismo invoca se haya convertido en un discurso insuficiente, como ponen de manifiesto ensayos tan lúcidos como "La insuficiencia del discurso racional" de mi amigo Laureano Luna.

Vamos a ver algunos momentos estelares de las contradicciones del liberalismo en política educativa. Para eso, nada mejor que remontarnos al siglo XIX. La filosofía que en ese tiempo y hasta la II República cumplió con la tarea de demoler las estructuras docentes del Antiguo Régimen en España fue el krausismo. Y a él hay que remitirse, para comprender mejor la estrategia que siempre ha aplicado el liberalismo (y sus derivados) que no es otra que la del "Donde dije digo, digo Diego": una modalidad del relativismo.

Menéndez Pelayo arremetió contra los krausistas con una inusitada animadversión no exenta de repugnancia personal: "Porque los krausistas -escribía- han sido más que una escuela, han sido una logia, una sociedad de socorros mutuos, una tribu, un círculo de alumbrados, algo, en suma, tenebroso y repugnante a toda alma independiente y aborrecedora de trampantojos. Se ayudaban y se protegían unos a otros; cuando mandaban, se repartían las cátedras como botín conquistado; todos hablaban igual, todos vestían igual, todos se parecían en su aspecto exterior; todos eran tétricos, cejijuntos, sombríos; todos respondían por fórmulas hasta en las insulseces de la vida práctica y diaria; siempre en su papel, siempre sabios, siempre absortos en la vista real de lo absoluto. Sólo así podían hacerse merecedores de que el hierofante les confiriese el tirso en la sagrada iniciación arcana". 

Las estampas que de los krausistas nos ofrece Menéndez Pelayo no pueden ser entendidas sin tener una idea de los años de formación de Menéndez Pelayo. El eminente polígrafo detectó en los discursos de sus profesores krausistas una insustancialidad con la que no podía acordarse y los problemas que tuvo con sus profesores, desde su pupitre de alumno, no pueden soslayarse tampoco. A esto, también -estará claro para quien tenga una mínima noción de filosofía- habría que añadirle la heterodoxia que desprendía la doctrina krausista, con su "panenteísmo" imposible de conciliar con el catolicismo. Pero, además de todo eso, una de las creencias que Menéndez Pelayo acuñó sobre la recepción del krausismo en España fue que el krausismo había llegado aquí como por azar y esa tesis se extendió, convirtiéndose prácticamente en una opinión generalizada en el mundo intelectual español (que, por reducido que esté, existe todavía a duras penas). Esta creencia supone que el krausismo llegó aquí, escogido al albur por Sanz del Río (que lo mismo hubiera podido traer el hegelianismo que cualquier otra filosofía alemana) y ha sido suscrita por Elías de Tejada, Eloy Terrón o Ricardo de la Cierva y, lo confieso, por mí mismo en el pasado. No obstante, es hora de comprender que las cosas no fueron tan fáciles como ir a Alemania y, a manera de bazar, traerse a España una filosofía de entre todas las que allí bullían en el siglo XIX.

José Luis Abellán, en "La cultura en España" (año 1971), con mayor perspectiva histórica, da razón de la propagación del krausismo en España, éste no habría llegado a España azarosamente, sino que la filosofía krausista "viene determinada por la necesidad de una dinámica social que exige dicha implantación (...) a través de la filosofía del derecho, por ser precisamente las cuestiones de la propiedad del poder político y de la organización social los que de un modo más vivo interesaban". Escoger el krausismo de entre las filosofías alemanas venía dictado por intereses sociales de clase, para dotarse de una ideología con la que competir con la ortodoxia dominante en España que todavía la imponía la Iglesia Católica. Fueron las "necesidades nacionales" las que dictaron que, de entre todos los productos filosóficos, el krausismo viniera aquí para dotar a los liberales de un cañamazo de ideas con las que combatir metapolíticamente la hegemonía del catolicismo tradicional. Y, en cuanto a las "necesidades nacionales" que se invocaban, Elías Díaz (en "La filosofía social del krausismo español") lo deja bien claro al mostrar que Julián Sanz del Río, el introductor de esta filosofía en España, confundía las "necesidades nacionales" con las necesidades de la burguesía progresista liberal del momento, esto es: con su clase social.

En efecto, las especulaciones metafísicas de Krause quedaron reservadas a los iniciados, pero lo que más interesó del krausismo fue su concepción del derecho. Así, Francisco Giner de los Ríos había escrito en 1875 "Estudios jurídicos y políticos" y en 1877, Gumersindo de Azcárate, "El self-goverment y la monarquía doctrinaria", introduciendo las ideas de Ahrens y Tiberghien. Empezó así a empaparse nuestra política de ideas krausistas, pero el plano donde más actuarían los krausistas sería en la educación. Para comprender su esencia liberal hay que verlos en acción.

Con la Revolución de 1868, Ruiz Zorrilla decreta el libre ejercicio de la enseñanza en todos sus grados. La revolución estalló en septiembre de 1868 y el decreto es de la segunda mitad de octubre de ese mismo año. Urgía arrebatar al Estado el monopolio de la Enseñanza que, debido al Concordato con la Santa Sede de 1851, concedía a la Iglesia Católica el derecho a fiscalizar la enseñanza tanto de los colegios religiosos como de las escuelas públicas (Ley Moyano de 1857); por esto, los progresistas -y al frente de ellos, los krausistas- se empeñan en una lucha sin cuartel por, nada más y nada menos, que la supresión de la enseñanza pública.

"La supresión de la enseñanza pública es, por consiguiente, el ideal al que debemos aproximarnos, haciendo posible su realización en un porvenir no muy lejano" (citado en "Breve historia de la Institución Libre de Enseñanza", de Antonio Jiménez-Landi Martínez, pág. 68). 

Expliquémoslo, por si no se ha entendido: los ilustres antecesores de quienes hoy -en 2017- defienden la Enseñanza Pública con una beligerancia (digna de mejor causa) contra la Enseñanza Concertada o Privada, son los mismos que en 1868 pretendían SUPRIMIR la Enseñanza Pública, dando curso libre a la implantación de centros docentes (en todos sus grados) por iniciativa privada; y no olvidemos que, en aquel tiempo, la iniciativa privada podía venir sólo de las clases burguesas de ideología liberal progresista. La medida como tal no oculta su espíritu liberal: fomentar la oferta docente, al margen de la iniciativa eclesial y estatal. Pero, para comprender toda la malignidad y felonía del liberalismo, vayamos a Ortega y Gasset que (aunque no necesita presentación y no puede decirse que fuese un krausista, participa del mismo espíritu), así es como, pasadas unas décadas, en 1910, Ortega no tiene ningún recato en afirmar que: "No compete, pues, a la familia ese presunto derecho de educar a los hijos: la sociedad es la única educadora, como es la sociedad único fin de la educación" ("La pedagogía social como programa político"); esto significa nada más y nada menos que despojar a la familia del derecho a la educación de sus hijos, según las creencias religiosas o ideológicas de la familia.

Pero, entonces, ¿qué es lo que quieren los liberales?, ¿acabar con la enseñanza pública para que haya libertad favoreciendo la iniciativa privada y la pluralidad?, ¿acabar con la enseñanza concertada para que el Estado y sólo el Estado se ocupe de educar a los niños?, ¿pero no eran los liberales los paladines de la iniciativa privada?

Me parece que, si se me ha seguido, está claro: 

Cuando el Estado no es suyo, contra el Estado y lo Público. 

Cuando el Estado es suyo, contra la Sociedad y la Familia. 

lunes, 20 de marzo de 2017

LA CIUDADANÍA ESPAÑOLA, DEVALUADA



RECONQUISTA DE NUESTRA CIUDADANÍA

Manuel Fernández Espinosa

Uno de los asuntos más serios y problemáticos que una sociedad puede afrontar es la definición de "ciudadano". Y toda definición comporta, aunque en negativo, una exclusión: no todo ser humano puede ser ciudadano de éste país o del otro y, si todo el mundo lo es, es que ser ciudadano no tiene ningún valor. La tontería esa de que no hay fronteras y nadie es extranjero en ninguna parte sólo la pueden creer y sostener sentimentales imbéciles o desaprensivos sectarios. Si todo el mundo, independientemente de su naturaleza, puede acceder a los derechos de ciudadano de un país x, es que la ciudadanía del país x no vale un bledo. 

Vayamos a la democracia ateniense, que se alega como modelo de democracia, a la vez que se desconocen y desprecian sus aspectos menos políticamente correctos, por no interesar a los demagogos actuales. En Atenas había "metecos" que no eran simplemente "extranjeros", sino que eran "extranjeros" que habían establecido de un modo permanente su residencia en la "polis" (un extranjero de paso, un transeúnte, no se consideraba "meteco"): "Los extranjeros residentes en la ciudad, los metecos, formaban un sector de la población con ciertas libertades y derechos legales, y con gran importancia económica; pero sin representación política" -nos recuerda Carlos García Gual.

Etimológicamente, "meteco" no trae consigo ninguna connotación peyorativa y en ese sentido etimológico sería conveniente recuperar el término. Meteco venía de "métoikos": el que cambia de residencia. Aristóteles, meteco él mismo, aborda el asunto en su "Política" y se hace eco del problema que implica que algunos metecos fuesen admitidos a la ciudadanía tras una revolución, recordando a los extranjeros residentes a los cuales Clístenes concedió tal título de ciudadanía. El Estagirita es claro: "Pero la discusión respecto a éstos no es quién es ciudadano, sino si lo es justa o injustamente. Aunque también uno podría preguntarse esto: ¿si alguien es ciudadano injustamente, no dejará de ser ciudadano, en la idea de que lo injusto equivale a lo falso? Pero, una vez que vemos que algunos gobiernan injustamente, y el ciudadano ha sido definido por cierto ejercicio del poder (pues, como hemos dicho, el que participa de tal poder es ciudadano), es evidente que hay que llamar ciudadanos también a éstos".

La cuestión se establece, por tanto, en que es ciudadano el que de alguna forma "participa del poder", con o sin título de ciudadanía, justa o injustamente adquirido. La actualidad española ofrece muchos ejemplos lacerantes de lo que estamos diciendo aquí, sin que parezca importarle a nadie en la inconsciencia general. En Cataluña, por ejemplo, el nacionalismo catalán, establecido en las instituciones, viene empleando a colectivos de inmigrantes para sus propios fines: así, en el año 2010, ya vimos cooperar a estos colectivos con el poder separatista, puesto que las cifras con que son subvencionadas diversas asociaciones metecas revela quiénes -y cómo- dirigen estas maniobras (ver noticia Inmigrantes subvencionados.) También vemos a estos metecos en fotografías, apoyando el proceso secesionista catalán con más afán que muchos payeses. ¿Tienen derecho? Vemos que, en caso de no tenerlo legalmente, ejercen "realmente" esos derechos sin que las instituciones del Estado les cuestione tal intrusión en nuestros asuntos nacionales ni tampoco se establezcan correctivos.

¿Qué es lo que ha pasado aquí? Más allá de lo anecdótico, lo que tenemos ante nosotros es, por muchas y complejas razones, una evidente disolución del concepto de "ciudadano español". La dejadez del Estado en estas cuestiones acarrea que se dé la contradicción de que, mientras que se exaltan los derechos del ciudadano (manida retórica liberalesca y caduca), eso de "ciudadano español", por mucho que puede estar definido en los papeles, a la hora de la verdad, en la vida práctica, no vale para nada. Salta a la vista que en España se le deja hacer al último que viene, pudiendo incluso intervenir y cooperar en la presión particular que quieran ejercer los enemigos de la unidad nacional y, tampoco decimos nada extraño, muchas veces hasta se tiene la sospecha de que los metecos tienen hasta más ventajas prácticas que los naturales: véase el ejemplo de los comedores que discriminan a los españoles en el mismo Madrid: "Madrid es la única comunidad que separa a inmigrantes y españoles en los comedores públicos". A veces se llega al absurdo de estar manteniendo con el dinero de nuestros impuestos a no pocos metecos que conspiran incluso contra nuestra seguridad interna (El yihadista de Vitoria cobraba 1800 euros...)

Muchas son las interrogantes que este asunto plantea: la ciudadanía española, ¿vale algo?, ¿a quién cumple hacerla valer?, ¿por qué no la hace valer quien tiene el deber de hacerlo? Dejemos estas preguntas en el aire, respóndaselas cada cual. Lo que interesa mostrar es que la "ciudadanía española" no puede seguir por más tiempo siendo algo sin defender. Hay que establecer límites: no se le puede conceder a cualquiera, pues dársela a cualquiera es poner en litigio nuestro mismo futuro como sociedad. Tampoco, ni habiéndosela negado, hay que permitir que extranjeros con residencia en España, con y por sus intereses propios, intervengan en los asuntos que son exclusivamente nuestros.

El 14 de diciembre de 1909, Eugenio d'Ors escribía en su "Glosari" sobre la inquietante presencia de los "metecos" en Atenas: "...eran los más peligrosos, porque no se les excluía totalmente de los derechos políticos. Extranjeros o hijos de extranjeros, desarraigados de diversa índole, llegados a la ciudadanía de origen dudoso, bárbaros abiertamente o barbarizantes equívocos, formaban en medio de la Ciudad este "demos" meteco, sin una ligazón cordial con la gloria ancestral de ella, sin interés por su lejano porvenir...".

Los metecos no tienen una "ligazón cordial con la gloria ancestral" de la nación, ni tampoco tienen el menor "interés por su lejano porvenir". Si no entendemos eso, si no hacemos nada por reconquistar nuestra "ciudadanía" y poner las cosas en su sitio, España no tendrá más porvenir que el de ser un país colonizado y día llegará en que los españoles naturales viviremos en un apartheid, hasta que nos reduzcan a una minoría prescindible en el conjunto de una población que nos habrá sustituido en nuestro mismo suelo.

La antigua Grecia, no nos lo dicen, también contemplaba la xenelasia. No la desdeñemos tampoco nosotros si es por tal de sobrevivir.


NOTAS:

"Glosari", Eugenio d'Ors. El pasaje de Eugenio d'Ors está originalmente escrito en catalán y lo he traducido al castellano. En su letra original dice: "...eren el més perillosos, perque no se'ls excloïa totalment dels drets polítics. Forasters o fills de forasters, desarrelats de vária mena, pervinguts a ciutadania d'origen dubtós, bárbars palesos o barbaritzants equívocs, formaven en mig de la Ciutat aquest "demos" metec, sense un lligam de cor amb la glória ancestral d'ella, sense interés pel seu llunyá avenir...".

"Historia de la teoría política" (1), Fernando Villespín: "La Grecia Antigua", Carlos García Gual.

"Política" y "Constitución de los atenienses", Aristóteles.