RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

viernes, 21 de agosto de 2015

GRAN GUERRA, GRAN TRAGEDIA

Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor


Como el gran escritor francés León Bloy, cuando quiero enterarme de las últimas noticias, leo el Apocalipsis; y como él, ya sólo espero al Espíritu Santo y a los cosacos. Aunque no concuerdo con sus apreciaciones sobre la Primera Guerra Mundial.

Pienso que, hoy en día, Rusia, aunque tenga terribles problemas, es la única que tiene fuerza. O al menos, la única que quiere vivir. Europa está podrida. Y España, mi querida España, está llegando a unos niveles de bajeza inusitados. La auto-destrucción, la endofobia… España, esta España a la que tanto quiero y a la que tanto debo da asquito a sí misma.

Con todo, me planteo la génesis del desastre actual y lo que está por venir: La Revolución, por supuesto, aquella que partiendo de Estados Unidos y Francia, tantos millares de muertos ha dejado por entrambos continentes y luego otros colaterales… La Revolución que llevaba en su código genético la pérdida del principio de autoridad tan valorado por San Pablo, que definitivamente se dio a principios del siglo XX. Porque hasta entonces, hubo mucha reticencia. Pero tras la Gran Guerra del 1914 al 1918, toda idea de autoridad monárquica, por más corrompida que estuviera de Alemania a Rusia, acabó desapareciendo. Y ni los Habsburgo ni los Romanov querían la guerra, y de hecho, la evitaron hasta último momento.

Y luego, florecieron los nacionalismos, las divisiones, las mediocridades…. Toda una oleada republicana patrocinada por el mentado imperialismo angloamericano. Esa “autodeterminación” que propagaron los yanquis, curiosamente, quienes más se lo han pasado por el forro, y quienes aprovecharon el percal, con sus papaítos ingleses, para agrandar sus colonias.

 Se perdió lo poco bueno que quedaba del mundo viejo y se consagró todo lo malo del mundo nuevo. Y en Francia, la idea monárquica, si bien presente en una élite patriótica combativa, era más idea que realidad propiamente dicha.

Se perdió la autoridad. Se fue perdiendo la fe. Se perdió la belleza, el sentido común la tradición... La maldita revolución industrial ya asomaba lo que iba a ser esta maldita revolución financiera que hoy padecemos. Ya no cuenta el mérito, el trabajo, el sacrificio... Ya no cuenta nada. Ya no hay nada. Los españoles, emigrando por necesidad. Europa está mal. Y amén de hambre, nos morimos de asco, porque ya no hay caballeros ni batallas. Estamos ante la nada. En la misma iglesia esto ha roto todos los esquemas, en especial desde el Concilio Vaticano II. Muchos curas han sido los peores enemigos del catolicismo, y muchos parecen seguir empeñados en eso. No sólo no han acercado la iglesia al pueblo desterrando la tradición y el magisterio, sino que han utilizado todo para estar cerca del poder que más le ha convenido, unos a la derecha y otros a la izquierda. Otra vez liberales y marxistas entendiéndose, pero en la propia Iglesia. Y se sigue con el complejo de inferioridad ante los protestantes, los mismos que dividieron y ensangrentaron Europa, los que nos trajeron el determinismo, la destrucción de la liturgia, el culto al dinero; los que se aliaron con lo peor del judaísmo, dándole alas políticas y económicas sobre todo desde Inglaterra y Holanda.

En fin, no hemos sabido combatir todo este dilatado proceso, y lo que hoy padecemos, por desgracia, en muy buena medida nos lo merecemos.


La Gran Guerra fue la gran tragedia. Mejor dicho: La consumación de la tragedia. Vivimos la resaca de una tremenda borrachera. Ya es hora de que durmamos la mona y de que despertemos como Dios manda. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

ENTREVISTA A LA ASOCIACIÓN XERUTA

Imagen de xeruta.blogspot.com


¡Exclusiva! Uno de nuestros fundadores, el historiador y escritor Antonio Moreno Ruiz, entrevista a la Asociación Xeruta, cuyo trabajo por reivindicar la influencia y presencia hispánica en el norte de África es más que encomiable. Pasen y vean:


Raigambre - ¿Cuándo se formó la Asociación Xeruta?


Xeruta - Formalmente hace unos tres años pero los mismos amigos que  la componemos actualmente ya veníamos haciendo cosas juntos—principalmente salidas al campo y viajes por encargo—desde bastante tiempo atrás.


Raigambre - ¿Cuáles son vuestros ideales y objetivos?

Xeruta - La recuperación de la memoria histórica —en sentido estricto, sin ningún sesgo político—en la parte que nos es más cercana, que es la presencia española en el norte de África, ese se podría decir que es nuestro objetivo principal. También nos interesan el resto de los periodos históricos del ámbito geográfico donde nos movemos, que es el noroeste de África.  Como ideales, el amor a la historia y la tradiciones en general y de  España y Marruecos en particular.


Raigambre - ¿Cuál es vuestro radio de acción?

Xeruta - Plazas españolas de África, Marruecos y Sáhara Occidental.


Raigambre - ¿Tenéis algún apoyo de alguna institución?

Xeruta - Económicamente no. Nos financiamos de las cuotas de los socios y de los viajes conmemorativos que organizamos, tanto por iniciativa nuestra como por encargo. En este sentido quiero decir que nuestra relación con las distintas unidades de la Comandancia General de Ceuta es magnífica, colaborando con ellos en todo lo que nos es posible para la organización de viajes y conmemoración de hechos históricos.


Raigambre -  Normalmente se habla de la influencia moruna en España de una forma muy exagerada; sin embargo, nada se sabe de la influencia hispánica en el norte de África. Por supuesto, en los planes de estudio no aparece nada, y hay datos elementales que se desconocen. ¿Qué os parece? ¿A qué creéis que se debe? ¿Existe una leyenda negra al respecto?


Xeruta - Ahora se ha puesto de moda todo ese mundo exótico del Marruecos español pero de forma trivial. Políticamente no interesa profundizar en la historia y sí que es cierto que el régimen político actual ha tratado de vincular, por ejemplo, el Protectorado de España en Marruecos con unas supuestas ansias de neoimperialismo del estamento militar, la muerte de miles de españoles en el Rif, con la guerra civil o con el régimen franquista, todo ello con unas consecuencias siempre nefastas para España. No se dice sin embargo que tras siglos de conflictos armados de mayor o menor intensidad entre España y Marruecos, —un goteo constante de muertos en las fronteras de las plazas de soberanía españolas  desde su constitución como bases  para frenar los ataques norteafricanos y turcos a la Peninsula—el mayor periodo de paz fue, precisamente, durante el Protectorado, tras la última gran guerra de África que acabó en el 27.






Raigambre - ¿Existe buen recuerdo de España por partes de las gentes que conocieron o que tienen información de la época de Protectorado? Por ejemplo tenemos entendido que hace años, durante una revuelta, hubo algunos ifneños que sacaron banderas españolas como señal de protesta. ¿Queda hispanofilia por SidiIfni y el Sáhara?

Xeruta - No sólo en Ifni y el Sáhara, en todo Marruecos. La colonización española fue muy diferente a la francesa. Entre los historiadores marroquíes, por ejemplo, hay unanimidad en reconocer que, tras la II Guerra Mundial con el auge del nacionalismo marroquí, los marroquíes gozaban de mayores libertades políticas, paradójicamente, en la zona del “fascista” régimen español que en la zona de la  “democrática” República Francesa.


Raigambre - Observamos que, paradójicamente a lo que algunos puedan pensar, en Ceuta y Melilla existe una muy fuerte conciencia de orgullo por la españolidad. ¿Es así?

Xeruta - Así es. Tanto Ceuta como Melilla deben su ser como ciudades españolas al apoyo durante siglos de toda la Nación Española. De no ser por este apoyo en forma no solo de unidades militares cuando fueron precisas, sino de ayuda económica permanente, la presión constante a la que llevan sometidas durante siglos las habrían hecho caer y eso su población lo tiene muy presente.


Raigambre - ¿Qué os parece la obra del pintor Augusto Ferrer-Dalmau sobre los regulares en particular y el ejército español en general?

Xeruta - Nuestra asociación posee la distinción de “Regular de Honor” por lo tanto todo lo que toca al Ejercíto en general y a su unidad más laureada en particular lo sentimos como propio. Augusto Ferrer Dalmau se caracteriza por ser un excepcional pintor que focaliza su arte en episodios--a veces heroicos, a veces cotidianos—de la historia de  nuestros ejércitos. Además de una magnifica documentación, sabe reflejar de una forma increíble el espíritu de la escena que representa. Lo que se echa de menos es que, en otros campos como el cine, la música o la literatura, no haya más artistas que aprovechen el extraordinario filón que es la historia de España.





Raigambre - Carta blanca:

Xeruta - Animamos  a todo el mundo a interesarse por la historia de nuestra gran nación. En internet hay muchos foros y páginas que pueden interesarles antes de lanzarse a comprar libros y decidirse sobre una época determinada para empezar a descubrir este mundo extraordinario que es nuestro pasado. Aquí en Ceuta, la Asociación Xeruta está siempre a su disposición para echarles una mano orientándoles o guiándoles sobre el terreno si se deciden a visitar los escenarios históricos in situ.



Para conocer más sobre la Asociación Xeruta:

XERUTA Hispaniafrica Ceuta



Xeruta (Facebook)

lunes, 17 de agosto de 2015

EL MARABÚ Y LA DJEMÂA

Joaquim Pedro de Oliveira Martins
Imagen de maltez.info



Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor



Decía Adolf Schulten, aquel arqueólogo germánico enamorado de Tartessos, que en España pervive extraordinariamente lo arcaico. De lo arcaico en adelante se ocupó mucho Oliveira Martins, eminente polígrafo portugués, a quien tengo en estima como uno de mis historiadores de referencia. ¿Quién es capaz de dibujar historiografía en prosa poética? Pues nuestro caro lusitano, que fue definido como el historiador más artista de la península desde Menéndez Pelayo a Unamuno. História da Civilização Ibérica es un libro auténticamente delicioso. En unas doscientas cincuenta y dos páginas, Oliveira Martins nos sumerge en la historia peninsular, desde la antigüedad más remota hasta el siglo XIX que le tocó vivir. Con respecto a los iberos aporta datos curiosos, estableciendo dos figuras “histórico-étnicas” principales (amén de similitudes craneales): El marabú y la djemâa. El marabú en tanto y en cuanto a la figura del “príncipe guerrero-sacerdotal cercano al pueblo”, alejado de los “reyes-divinidades lejanas” que se van a dar en otra amplia gama de culturas.

Dice Oliveira Martins que cuando los hijos de Hispania se han visto presa de la desorganización, han acudido a sus tradiciones indígenas más primigenias cual arcano sublime, tal y como en el Medioevo nobles y plebeyos dejaban claro al monarca en las cortes de Aragón sus deberes. ¿Qué diremos del castellano “nadie es más que nadie”? Y ahí entraría la djemâa como “núcleo poblacional-político”, como germen del municipalismo más celoso. Si a esto añadimos características como una  alta conciencia de libertad, una mentalidad autárquica, el culto a los antepasados o el amor irrefrenable por la lengua materna, así como el tipo de agricultura y organización socioeconómica y militar, veremos que Oliveira Martins no era un acróbata romántico, sino un buscador perspicaz y transparente que situaba estas características primordiales en el norte de África, la península ibérica y algunos puntos de la península italiana.

Comprendemos que Oliveira Martins escribía en el XIX y se hacía eco de corrientes muy de su época, y hoy es más que discutible que sea irrefutable un origen norteafricano de los iberos, así como sabemos que los bereberes no proceden del tronco cultural semítico; de hecho, estos paralelismos no se van a dar en las culturas semitas. Empero, resultan esclarecedoramente fulgurantes estas evidentes reminiscencias en distintos planos, que también se verán a posteriori en la difusión del cristianismo: El paleógrafo Bischoff avistó el influjo norteafricano en la liturgia, ¿y qué decir de la influencia de San Agustín de Hipona y Cipriano de Cartago?

Los pueblos hispánicos, viendo como tantos otros pueblos del mundo en su solar el paso de distintas oleadas, han conservado ese sustrato tan arcaico como libre que Schulten y Oliveira Martins supieron ver y defender. No nos extrañe que sean prácticamente idénticas las descripciones grecolatinas sobre los celtíberos y el pavor de la Grande Armée bonapartista ante los guerrilleros españoles. La guerrilla es otra gran figura característico-atávica para Oliveira Martins. Asimismo, no nos extrañe que romanos y árabes harto coincidan en sus descripciones sobre los bereberes. Empero, los pueblos berberiscos, aun singulares, han perdido mucho de su esencia y libertad. Su tierra se vio invadida por el alfanje mahometano, alfanje que sangró al pueblo bereber para que éste luego se desangrara en la conquista de Hispania, cuando la minoritaria élite arábiga acabó desplazándolo. Fue el bereber el que ya en el siglo VIII se lanzó a luchar contra el árabe y provocó el temprano desquiciamiento de Al Andalus. Hasta en esto desbarran los alandalusistas, seguidores apocados de Américo Castro y Blas Infante. El mundo andalusí no fue ni por asomo “homogéneo árabe”, y se olvidan que fue un estado esclavista. En ciertos momentos algunos andalusíes quisieron aliñar lo bereber y lo indígena, que era el grueso popular, y fracasaron, pues el islamismo, “religión ideológica“ del kismet fatalista, asimila mal y digiere peor la realidad y la variedad; en Al Andalus se encontraron los omeyas y samiyyun sirios, los almorávides y los almohades, los esclavos y guardias eslavones, los esclavos negros... Mas sin nexos claros, sin identidad raigal. Así, los pueblos ibéricos, levantiscos, tozudos y en no pocas ocasiones peleados entre sí, viendo su esencia y rescatando su ideal patrio al calor de la santa cruz que en comunión con la añoranza del reino visigodo de Toledo les había dado tan sacro testigo; sacaron a relucir su nativo genio en las ocasiones más dificultosas: Ben Hafsun o el Cid Campeador por ejemplo. ¿Veremos aquí parecidos razonables desde lo iberocelta a lo amazigh? Es posible. La palabra “jinete” es de origen bereber, y el Inca Garcilaso nos recuerda que su tierra se conquistó a la gineta.

Los pueblos berberiscos, acaso antepasados de los nativos de las Islas Canarias, siguen desde Marruecos a los lindes egipcios sojuzgados, cuasi escondidos en áreas recónditas, llamados “bárbaros” por los árabes. Y hemos aquí que aquí no pían aquellos próceres del “anticolonialismo tercermundista”, cuando la realidad es que los nativos del África septentrional siguen invadidos y colonizados, pero no esperemos que el chavismo y adláteres suelten alharacas por ello. Nos hablan con Antonio Gala e Isabel Gemio de un "islam abierto", pero lo cierto es que el islam se cierra en banda hasta contra los pueblos que le dan fe.

Con todo, urge que ante tanto falso, subvencionado, maniqueo, ridículo y estridente paraíso andalusí, rescatemos nuestro genio nativo, moldeado en la lengua y el derecho de Roma, el empuje visigodo y en la fe que mueve montañas.

martes, 11 de agosto de 2015

SOBRE UN ARTÍCULO DE FRANCISCO CANALS VIDAL

Francisco Canals Vidal

LAS CLAVES DE LOS NACIONALISMOS CENTRÍFUGOS


Manuel Fernández Espinosa





 
Ayer teníamos la ocasión de leer un interesante artículo que era rescatado por SOMATEMPS de la hemeroteca, artículo titulado "Dostoyevski y los nacionalismos hispánicos" (ver enlace) y cuyo autor era D. Francisco Canals Vidal (1922-2009).
 
El autor es una de las eminencias de nuestro pensamiento del siglo XX y el artículo original veía la luz el jueves 22 de septiembre de 1983 en "La Vanguardia", siendo publicado ayer 10 de agosto de 2015 por SOMATEMPS. El artículo trata de ser una reflexión sobre el "misterio profundo" que subyace en los nacionalismos centrífugos, especialmente considerados el vasco y el catalán. Se muestra interesante cuando sondea el origen de ambos señalando el fondo atávico de un "tradicionalismo" ancestral, sin embargo su punto de partida nos parece más que discutible y lo vamos a poner en cuestión con el máximo respeto que nos merece D. Francisco Canals, por lo que será oportuno tener presente que su artículo se ajustaba a lo que era un artículo de opinión, lo que hace disculpable de antemano que no pudiera desarrollarse de un modo más exhaustivo. Dicho esto, vayamos al punto de partida con el que no estamos de acuerdo y trataremos de razonar nuestra discrepancia. 
 
"Mi reflexión -escribía Canals Vidal- parte de la manifiesta singularidad. extrañamente silenciada, de la historia de estos pueblos: secularmente aferrados a sus «leyes viejas» y a sus tradiciones y que vivieron más alejados que otros pueblos hispánicos de las corrientes culturales que han caracterizado a la Europa moderna: el Renacimiento, el racionalismo, la ilustración, el liberalismo de la Revolución francesa."
 
Vamos a verlo:
 
1º Canals comete el inveterado error de enfoque que más tarde será recurrentemente sostenido por la historiografía oficialista, a saber: que esa actitud de arraigo a las tradiciones que cuajó en el carlismo del siglo XIX fue algo así como exclusiva de los vascos y de los catalanes. Desde 1998 en que nos aplicamos a investigar el fenómeno del carlismo andaluz al hilo del caso de nuestro paisano D. Miguel Sancho Gómez Damas (5 de junio de 1785 - 11 de junio de 1864) lo que nuestra labor ha logrado es poner de manifiesto que el carlismo fue un fenómeno más extendido de lo que esta percepción tan localizada mantiene. Y a lo largo de muchos artículos en estos años hemos dejado constancia de que el carlismo no fue un fenómeno restringido a ciertas zonas septentrionales de España, sino que fue un fenómeno que afectó a la totalidad de España. No fueron las provincias vascongadas y Cataluña las únicas regiones carlistas, sino que Andalucía, Castilla, La Mancha, Extremadura, etcétera también tuvieron un fuerte arraigo carlista, por lo que la "singularidad" que nota D. Francisco Canals no puede pretenderse exclusiva de Euskalherría o Cataluña. Esto que decimos no deja de reconocer que el esfuerzo de guerra estuvo concentrado geográficamente en Cataluña y Euskalherría, con el conseguiente desgaste material y moral sobre las poblaciones que las habitaban. En nuestro artículo "Tribulaciones del carlismo en camino a su reintegración" lo decíamos: "Es cierto que, con el inicio de la Guerra de los Siete Años, los leales a Carlos María Isidro, por razones geográficas y militares, se concentrarían en ciertas zonas vasconas, catalanas y valencianas y en estas tierras el conflicto se recrudecería, suponiendo un altísimo coste en vidas y hacienas para las poblaciones autóctonas de esos territorios, los más afectados" (NIHIL OBSTAT, nº 24). Pero otra cosa es tomar la parte por el todo.
 
2º Sostiene Canals que Cataluña y Vascongadas son pueblos "que vivieron más alejados que otros pueblos hispánicos de las corrientes culturales que han caracterizado a la Europa moderna: el Renacimiento, el racionalismo, la ilustración, el liberalismo de la Revolución francesa." Si entendemos por pueblo exclusivamente a la población rural compuesta por campesinos, el baserritarra vasco o el payés catalán no estarían más alejados de las novedades que lo estaban un horticultor valenciano o un jornalero andaluz. En el siglo XVIII, cuando los ilustrados españoles querían imponer nuevos métodos en la agricultura peninsular, el refrán que cundía por toda España era uno la mar de expresivo:


"Ara hondo, cava profundo, echa basura
y cágate en los libros de agricultura". 


Si atendemos a las elites catalanas y vascas podríamos decir incluso que fueron más receptivas que las de otras regiones a la penetración de modas culturales e ideológicas. Veámoslo con ejemplos elocuentes: Juan Boscán (Barcelona, 1492 - Perpiñán, 21 de septiembre de 1542) fue, con Garcilaso de la Vega, uno de los principales introductores del renacimiento italiano, importando la métrica italianizante contra la que reaccionaba el mirobrigense Cristóbal de Castillejo (Ciudad Rodrigo, 1490 - Viena, 1550) con una virulenta campaña a favor de la métrica castellana, patentizada en muchos de sus versos, de los cuales podemos escoger estos:
 
 
Bien se pueden castigar
A cuenta de anabaptistas,
Pues por ley particular
Se tornan a baptizar
Y se llaman petrarquistas.
Han renegado la fee
De las trovas castellanas,
Y tras las italianas
Se pierden, diciendo que
Son más ricas y loçanas,
 
La Ilustración europea penetró en España de la mano de los "Caballeritos de Azcoitia", con Xavier María de Munibe, Conde de Peñaflorida, José María de Eguía y Manuel Ignacio de Altuna que en 1763 presentaron el plan de lo que sería la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, aprobada en 1765, entidad que fue el paradigma de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País que se extendieron por toda España.
 
Sostener que Cataluña y las Provincias Vascongadas fueron algo así como zonas impermeables a cualquier europeísmo es un mito. La misma posición geográfica que ocupan, lindera con Francia y abiertas en sus puertos (Bilbao o Barcelona) las hacen ser precisamente todo lo contrario. Cataluña ha sido siempre uno de los territorios más receptivos a las modas filosóficas extranjeras: baste pensar la influencia del pensamiento escocés en el pensamiento catalán del siglo XIX que, como afirmaba Francisco Mirabent: "En Cataluña han sido las tendencias filosóficas de Martí de Eixalá y de Francisco Javier Llorens, en las que se encuentran los mejores rasgos de nuestra constitución espiritual: el tino (seny) y el sentido de la realidad [...] Esta escuela y el nombre de Balmes dan a Cataluña una dignidad y eficacia filosóficas." Esto será una constante que, pasando por Eugenio d'Ors, llegará hasta los círculos intelectuales de la burguesía barcelonesa en plena época franquista. Y en Vascongadas, sin el puerto de Bilbao no se entiende que Miguel de Unamuno pudiera ser uno de los primeros europeos que leyera al danés Søren Aabye Kierkegaard. Y sin que nos detengamos mucho más, digamos que no sólo fueron modas intelectuales, sino también políticas: merece recordar que el anarquismo entró en la Península Ibérica por Cataluña.
 
El punto de partida del artículo de D. Francisco Canals que comentamos acusa como vemos dos tópicos difícilmente aceptables. La "singularidad" que halla el pensador en Vascongadas y Cataluña como fundamento subyacente que explicaría el nacimiento de sus respectivos nacionalismos no estaría en su "tradicionalismo" ancestral, una de cuyas expresiones sería la presunta impermeabilidad refractaria a las novedades europeas (que no creemos que fueran más pronunciadas en estas regiones que en las del resto de España, dependiendo del sector social al que atendamos), sino que habría que buscarla en otros factores que intervienen (soslayados): creemos que sería más acertado irlas a buscar en el romanticismo (no hay nacionalismo sin romanticismo) y en el hecho -muchas veces llamado "diferencial"- de contar respectivamente con su propio idioma: uno, con el prestigio de la antigüedad literaria y el otro, el vasco, con el prestigio de lo arcaico. 
 
Los nacionalismos catalán y vasco, surgidos en la segunda mitad del siglo XIX, no encuentran su razón de ser en el tradicionalismo que habían abrazado vascos y catalanes y por el que habían derramado su sangre en las guerras carlistas. Esto es uno de los errores que difunden los publicistas liberales como Federico Jiménez Losantos, César Vidal o Arturo Pérez-Reverte y es totalmente falso.
 
El fenómeno del nacionalismo centrífugo vasco y catalán hay que entenderlos cabalmente como productos de la modernidad revolucionaria que tiene esa capacidad de poner las cosas del revés, como bien percibió el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante cuando, tras años de ausencia, se reencontró con la Cuba castrista:
 
"Al encontrarse él con lo que Lisardo Otero llamaría la realidad revolucionaria sintió agudamente la extrañeza: estaba en su país pero de alguna manera su país ya no era su país: una mutación imperceptible había cambiado las gentes y las cosas por sus semejantes al revés: ahí estaban todos pero ellos no eran ellos, Cuba no era Cuba".
 
Guillermo Cabrera Infante, "Mapa dibujado por un espía".
 
Y aquí sí, Francisco Canals ofrece en su artículo comentado una pista que merece seguirse, cifrada en la frase de Dostoyevski que sirve a nuestro autor para tratar de comprender el fenómeno nacionalista. Los nacionalistas, viene a decir Canals, vendrían a protestar contra la España moderna, liberal y centralista, en virtud de lo que Dostoyevski revela en el caso ruso: "Esa protesta ha sido siempre inconsciente; el alma rusa protesta inconscientemente en nombre de su cultura auténtica, original, propia y reprimida."
 
  

jueves, 6 de agosto de 2015

DEL ARQUETIPO DEL REY PERDIDO


Alfonso I el Batallador, Foto: Comarca de las Cinco Villas


MITOLOGEMA REFLUCTUANTE


Manuel Fernández Espinosa


Cuenta Suetonio que, tras la muerte de Augusto (todo indica que a instancias de Tiberio o bien de Livia, actuando ésta en nombre de Augusto, con o sin la complicidad de Tiberio), se dio la orden de asesinar a Póstumo Agripa que había sido desterrado a Sorrento y, más tarde, a Planasia. De su asesinato se encargó el tribuno militar que lo tenía bajo su custodia, tras recibir la orden. "Tiberio no divulgó la muerte de Augusto sino después de que el joven Agripa fuera eliminado" -nos dice Suetonio. Todo estaba ordenado en función de alcanzar el poder sin disputa ni rivales, suprimiendo a Póstumo Agripa según la costumbre romana, pero Tiberio no contaba con que un siervo de Agripa Póstumo, llamado Clemente, protagonizaría tal vez el primero de los episodios en que, tras la muerte de un rey o pretendiente a rey, no sólo se alimenta la leyenda de seguir vivo, sino que el difunto es suplantado por un impostor.
 
Clemente -según nos cuenta Tácito- planeó la liberación de Póstumo Agripa, pero cuando llegó a Planasia ya se lo encontró muerto. No se arredró el audaz Clemente y, robando las cenizas de Póstumo Agripa, se escondió en Etruria, aguardó a que le creciera la barba y el pelo y a través de sus cómplices "difunde el bulo de que Agripa está vivo, primero en conversaciones disimuladas, con el aire de las cosas prohibidas, y luego con vagos rumores a los oídos prontos de la gente ignorante, para abordar luego a los turbulentos y, por ello mismo, ansiosos de situaciones revolucionarias." El impostor Clemente lo hizo tan bien que "cuando desembarcó en Ostia, lo acogieron enormes multitudes y, ya en la Ciudad, asambleas clandestinas". Terminó mal Clemente. Pero cumplía aquí dar noticia de este episodio que, a lo largo de la historia, se replicará en distintas épocas y latitudes.
 
Pasaría de alguna manera con Rodrigo "el Postrimero", último de nuestros reyes visogodos, tras la derrota del Guadalete; aunque la poca ejemplaridad moral de su reinado (acusado por la gran parte de la tradición de desaprensivo y lujurioso) prolongaría la leyenda de su supervivencia tras Guadalete, pero no para volver a reinar, sino para hacer penitencia por la calamidad en que había sumido a España. Así cuenta Pedro de Escavias que: "E el rrey don Rrodrigo, a las vezes fuyendo e a las vezes tornando, sufrió mucho la batalla. Pero al fin, los cristianos, seyendo los más dellos muertos, fueron venzidos e puestos en fuida. E aquí non se sabe qué fue del rrey don Rrodrigo, ni si murió o escapó, salvo que la corona, e los paños rreales, e su divisa, e los zapatos adornados de oro e de piedras preçiosas, e su cavallo que dezían Orelia fueron fallados en vn tremedal [...] E dende en adelante, no se supo más qué fue del rrey don Rrodrigo sino que, después, dende a tiempo, en la çibdad de Viseo que es en Portogal, fue fallado vn luzillo en que avía vnas letras escritas".
 
Tampoco dejaría de alentar la leyenda con la figura del gran rey aragonés Alfonso I el Batallador que a consecuencia de las heridas recibidas en la batalla de Fraga (17 de julio de 1134) fue muerto en septiembre de ese mismo año, sin embargo, no pocos supusieron que había sobrevivido como para hacer una peregrinación a Tierra Santa y volver luego para dar la batalla. El relato que hace Orderic Vital sobre los últimos días de Alfonso I el Batallador en su "Historia eclesiástica" pertenece a la ficción literaria "lleno de fanática y fúnebre truculencia" (en palabras de José Ángel Lema Pueyo).
 
Calificar de simples imposturas estas estratagemas de poder sería un reduccionismo insatisfactorio. Károly Kerényi nos ha enseñado que un "mitologema" es un material mítico complejo que continuamente se revisa, plasma y reorganiza. Ni siquiera en épocas tan áridas como la que abrió la modernidad ha podido sofocarse las fuerzas elementales de estas "materias mitológicas", pues el mito no es una simple fábula increíble. El mitologema del "Rey Perdido" (tan antiguo y universal) se activa cada vez que la situación histórica es apta, si hay los adecuados catalizadores para hacerlo reflotar en la historia, extrayéndolo de los fondos del inconsciente colectivo. Con la revuelta comunera y con las germanías ocurrió en España con el personaje del Encubierto, pero tal vez -en la Península Ibérica- este mitologema no haya mostrado sus potencialidades con tanta exuberancia como con el "sebastianismo portugués". Es sabida la historia de la desaparición de Sebastián de Portugal en Alcazarquivir (año 1578), pero Gonzalo Eanes de Bandarra, el zapatero de Trancoso, inspirado en las profecías de San Isidoro de Sevilla (que a su vez inspiraría también el mesianismo alrededor del Encubierto de las comunidades y de las germanías españolas), alentó la idea de que Sebastián no había muerto y fincaría la esperanza de sus súbditos en su retorno. Eugenio d'Ors, comentando el particular, escribió: "El Infante Don Sebastián regresará algún día, del África donde desapareciera, para consuelo y glorificación de la saudade y de la fidelidad de los portugueses... ¿Hay algo más auténticamente popular que todo eso y que el verdadero sistema legendario que sobre tales leyendas estatuyen ciertos pueblos, fáciles al alma en pena, como los gallegos y los bretones? Sí, hay algo más popular todavía. Y es la conservación de "arquetipos", a cuyo molde la contingencia histórica se entiende ajustada."
 
Al igual que Clemente puso en un brete a Tiberio, el toledano Gabriel de Espinosa (conocido como "El pastelero de Madrigal") suplantó la personalidad de Sebastián de Portugal, prestándose a secundar una conspiración elaborada por el agustino fray Miguel de los Santos, partidario del Prior de Crato. La aventura de Gabriel de Espinosa terminó fatalmente en 1595 cuando se le ejecutó. Felipe II no se anduvo con chiquitas. A pesar del desenlace con la frustración de los planes del agustino, sin la base del sebastianismo, alentado por las trovas del zapatero Bandarra, el intento hubiera sido imposible.
 
No siempre sucedió el fracaso a los que lo intentaron, aunque no les durara mucho el éxito. Desde el 21 de julio de 1605 al 17 de mayo de 1606 fue Zar de Rusia Dimitri, bajo el nombre de Dimitri I Ivánovich. Era el tercero de los impostores que pretendió ser hijo de Iván el Terrible.
 
Cabe distinguir el arquetipo supra-histórico del Rey Perdido, dijéramos que instalado en el inconsciente colectivo, separándolo de las concreciones históricas que, cuando se han dado, han fracasado a corto o medio plazo. Rómulo no puede compararse a Clemente, permanece en la figura de las "inmortalidades terrenas" que, para Eugenio d'Ors, están "eximidas por la imaginación del tributo que el común de los seres vivos paga a la muerte". Para el filósofo catalán, los santos cristianos o los dioses homéricos intervienen en las batallas de sus pueblos "en virtud de una perpetua accesibilidad a lo histórico".
 
En tiempos revueltos, de anarquía e injusticia, el Rey Perdido, el Emperador Dormido, el Gran Monarca siempre parece que despierta. Los fracasos de quienes han querido usurpar su personalidad no son, en modo alguno, una refutación. Las frustraciones de los planes de cuantos han querido suplantar al Monarca son, más bien, la confirmación de que éste está por llegar.
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA:
 
Cayo Suetonio Tranquilo, "Vidas de los doce Césares", Biblioteca Básica Gredos.
 
Publio Cornelio Tácito, "Anales", Biblioteca Básica Gredos.

Escavias, Pedro de, "Repertorio de Príncipes de España", Instituto de Estudios Giennenses.
 
Lema Pueyo, José Ángel, "Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona (1104-1134), Ediciones Trea.
 
D'Ors, Eugenio, "La Ciencia de la Cultura", Ediciones Rialp.
 
De Sousa Silva Costa Lobo, A., "Origens do Sebastianismo".
 
Kerényi, Károly, "Prolegomeni allo studio scientifico della mitologia".

Mérimée, Próspero, "Los falsos Demetrios. Episodio de la historia de Rusia", Editorial Lorenzana.

 
 

miércoles, 5 de agosto de 2015

MASONERÍA, SATANISMO Y EXORCISMO

D. Ricardo de la Cierva, foto: Blog APOSTOLADO CABALLERO DE LA INMACULADA

RICARDO DE LA CIERVA FRENTE A LA MASONERÍA
 
 
Francisco Párraga Jiménez
 
 
 
“Masonería, Satanismo y Exorcismo”. Con este título, el célebre y reconocido historiador Ricardo de La Cierva nos ofrece una aportación más sobre unos temas más que palpitantes a día de hoy, si bien poco conocimiento se tiene de ello por parte del público en general. En un mundo donde los nubarrones se ciñen sobre el sentido de la propia Investigación Histórica, carente de honestidad, y donde la idílica y utópica idea de objetividad debe ser superada ya, pues, mis condolencias para los más optimistas, pero la objetividad no existe, De La Cierva nos transmite un nuevo aporte sobre la investigación “Mater” que ha ocupado gran parte de su vida: “La Masonería”. Pero con un factor añadido que es el que singulariza la importancia de esta obra, que es la concurrencia y conexión entre la masonería, el satanismo y el exorcismo. La cuestión es bien sencilla. Estos tres factores están unidos de alguna forma por lo que individualizar cada concepto resulta una tarea muy delicada y espinosa. De ahí que tratar un único concepto suponga la incorporación y mención de los demás vocablos.
La clave de la obra, ya la está introduciendo en sus primeras páginas: “No todos los masones son satánicos, pero Sí, todos los satánicos son masones”. La Masonería siempre se ha planteado como una organización secreta destinada a obrar el bien, pero no es así. Según de la Cierva, más bien se trata de una asociación diabólica que engaña incluso a sus propios integrantes, haciéndoles saber que algún día conocerán “el secreto” y el sentido de su ingreso en dicha fraternidad, pero que al final del trayecto todo resulta ser una falacia. ¿Su objetivo? Argumentan que el perfecto masón es igual que Dios, o incluso mejor que él. De nuevo, vemos la conexión entre la masonería y el satanismo en el contexto de esos ángeles caídos que osaron discutir el poder divino. El autor, sostiene cada afirmación que formula con todo tipo de documentación que va desde el mismo Catecismo de la Iglesia Católica, pasando por todo tipo de fuentes que permiten ofrecernos una visión contrastada. Son fuentes, en este caso, que provienen incluso de personas que han dejado de abrazar la doctrina luciferiana, y que con sus escritos quieren hacernos ver por su propia experiencia (Jim Shaw, entre otros) que esa corporación conduce a la oscuridad y no a la luz. De la Cierva nos sorprende con la explicación íntegra del conocido “Grado 33” con el ritual de la “Comunión Negra” al igual que con la traducción completa del ritual del exorcismo que practican los sacerdotes en su lucha contra el mal. Además hace un recorrido sobre los difíciles avatares que han soportado los exorcistas incluso en el mismo seno de la iglesia donde, a nuestro pesar, hay cada vez más miembros eclesiásticos que no dan importancia al sentido de sus actuaciones. Y no creer en ello, es no creer en el demonio, y precisamente, éste es el objetivo de Satanás.
En definitiva, de la Cierva pretende con esta obra, al igual que con todas sus obras, luchar una vez más contra los pesares que invaden la actualidad cristiana. A saber, la incredulidad, la pretensión de situar a la ciencia por encima de la Fe, la impiedad o la infiltración masónica en la misma iglesia. Son aspectos que nos pueden conducir al pesimismo, pero tampoco olvidemos ese mensaje de Cristo que hizo a Pedro líder de la Iglesia: “Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella”.
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Portada del libro "Masonería, Satanismo y Exorcismo"
Casa del Libro
 

domingo, 2 de agosto de 2015

PERUANOS: ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!

Imagen de peruroutes.com


Por Antonio Moreno Ruiz
Historiador y escritor



*ADVERTENCIA:

SI VUESA MERCED CARECE DEL MÁS MÍNIMO SENTIDO DEL HUMOR O LA IRONÍA, LE RECOMENDAMOS VIVAMENTE QUE NO LEA ESTAS LÍNEAS. ¡GRACIAS!



A todos aquellos peruanos que celebran la independencia y que aprovechan cada 28 de julio para insultar a España o a los españoles (o sea, no a todos los peruanos; aclarado sea para los cortos de mente, que suelen ser muchos en todas partes del mundo):

¿Saben qué? Les doy la razón. Por supuesto que sí. ¡Les doy la razón! Al igual que le doy la razón a los ecuatorianos que fueron saqueados y masacrados por vuestros antepasados, pero naturalmente, ustedes no tienen la culpa de eso. Como tampoco tienen culpa de que, según dice su compatriota José Antonio Pancorvo (alguien que nada sabe de historia, filología, poesía, teología y etc.;) en un libro horrible llamado Demonios del Pacífico Sur (Ed. Mesa Redonda),  el Perú conquistó tres veces Chile: La primera vez fueron los nobles incas que ayudaron a Valdivia en esa terrible invasión; la última, el virrey Abascal, que tuvo la osadía de invadir también Bolivia (que entonces, por culpa del expansionismo peruano, se llamaba Alto Perú) y someterla a gobernación peruana.



Imagen de www.youtube.com




En 1492, una vez conseguida la reunificación nacional española tras la capitulación de Boabdil y sus moros en Granada, dijo Elio Antonio de Lebrija, el primer gramático de la lengua castellana: “Hispania restituta est”. El objetivo de los reyes castellanos, aragoneses y portugueses era retomar el norte de África, que había sido hispano hasta la llegada del islam. No se pensaba en “otras aventuras exteriores”; bastante tenían ya los portugueses en el África Negra, donde los reyezuelos negros vendían a sus hijos como esclavos, y donde los árabes controlaban ese negocio, al igual que los turcos controlaban la esclavitud del Mediterráneo; Mediterráneo en el que Castilla se tuvo que meter por mor de la corona de Aragón, defendiendo sus intereses en Italia; cuando la política castellana era tan atlántica como Portugal; y hasta era amiga de Francia, pero tuvo que sacrificar sus intereses y encima ganarse fama de centralista e impositora. Y nada de eso merece películas lacrimógenas de Hollywood, por supuesto. Y sin embargo, justo en ese año de 1492, aparece Colón, un misterioso italiano que, no contento con las barrabasadas de sus antepasados en España, esos romanos invasores que nos trajeron espada y religión impuesta de la Triada Capitolina, un derecho extraño, y vaciaron nuestras minas (encontrándose con una guerra de resistencia de 200 años, muy superior al mito de Asterix y Obelix); presentó un seductor plan a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla para venir a unas tierras muy lejanas, que él dijo que eran las Indias pero resulta que era un Nuevo Continente. Así, España tuvo que sacrificar toda su política teniendo que encabezar una compleja legislación y una fuerte armada para algo que no había buscado realmente. La emigración y también las guerras creadas por la avidez de otras potencias, asimismo, supuso una sangría demográfica de la que nunca nos recuperamos.

Por cierto, hablando de minas, ya veo lo vacías que están las minas peruanas. Es mentira eso de que entre Estados Unidos, Canadá y Suiza saquen la misma cantidad de material cada año que la que España sacó en tres siglos de nefasta y olvidable época colonial, que no virreinal. Sí, porque bien sé que el Perú en verdad nunca fue un virreinato con las mismas leyes (e incluso con más mano izquierda y mucha menos rigurosidad) que en la España europea; no, el Perú era una colonia de esclavos que se padeció tras la conquista, y en esas guerras de conquista que sólo organizó España (sin parangón en el mundo entero), participó, entre otros, el negro Juan Valiente, uno de los conquistadores de Chile, un invasor venido del África tropical; al igual que los negros curros (libres) de Sevilla y Cádiz, que invadían las calles de La Habana al servicio de un malvado sistema.

Mis antepasados, con “oficio de campo” según reza en mis modestas investigaciones genealógicas, jamás partieron para América; sin embargo, con este sistema opresor que se creó en 1492 (sí, porque aunque al Perú no se llegara hasta más tarde, ya todo el mal estaba programado), tuvieron que padecer que, mientras que ellos no tuvieron tumba reconocida, el Inca Garcilaso fuera enterrado con todos los honores en la catedral de Córdoba; eso, luego de que este señorito mestizo invasor luchara a punta de espada contra los rebeldes moriscos de las Alpujarras, mientras que los nobles incas se paseaban pavoneándose de sus títulos por Madrid y Valladolid; y mis antepasados, trabajando la tierra.

En el siglo XVI, Hernandarias Saavedra, criollo, era nombrado gobernador de Asunción, mientras que muchos peninsulares eran discriminados.

En el siglo XVIII, el limeño Pablo de Olavide, ministro de Carlos III, extranjero invasor al igual que el Inca Garcilaso y los nobles incas y los mexicanos descendientes de Moctezuma que se paseaban por Castilla; haciendo y deshaciendo en España lo que quería, impuso un plan de repoblación de Andalucía (de esa Andalucía donde nunca salieron mis antepasados), trayendo principalmente flamencos, suizos y alemanes para repoblar la comarca de Écija y llegando hasta Córdoba y Jaén. Durante todo el siglo XVIII y principios del XIX, mientras que la familia de Bolívar se enriquecía con el ilícito tráfico de esclavos, contraviniendo la injustísima ley española que no permitía esta gloriosa libertad de comercio, muchos isleños canarios iban a Venezuela a hacer lo que una aristocracia mestiza y zamba que se creía blanca no quería: Trabajar. Y encima, eran despreciados como “blancos de orilla” estos pobres inmigrantes.



Imagen de es.wikipedia.org




En ese mismo siglo XVIII, mientras muchos antepasados míos seguían trabajando la tierra, Túpac Amaru se pavoneaba de sus títulos de nobleza y, con sus esclavos y sirvientes, empujado por los mismos jesuitas que empujaban la rebelión de Túpac Catari (respaldados por Inglaterra) se lanzó a una rebelión en pro de sus intereses económicos.

Y Vizcardo, enésimo jesuita que venía con las imposiciones religiosas típicas de su compañía, hablando en su carta de “españoles americanos”… ¿Pero qué es eso?

En el siglo XIX, Fernando VII, volviendo a discriminar a los españoles, favoreció a los invasores: Primero, poniendo al peruano duque de San Carlos como ministro plenipotenciario; segundo, teniendo como agente legal al neogranadino (hoy diríamos colombiano) Joaquín Mosquera Figueroa como su agente legal, ¡llegando a firmar en su nombre en las Cortes de Cádiz! ¡Un extranjero firmando en nombre del jefe del estado! Habrase visto…

No contentos con eso, nombran como último virrey del Perú al criollo Pío Tristán, el mismo que le dijo a Belgrano, el gran libertador, que “las armas del rey no se rinden”. Belgrano fue tan gran libertador como Bolívar; los dos, poco antes de las independencias, solicitando título de nobleza a la Corona española.

Pero es que no contentos con eso, ni Leandro Castilla (hermano del que fuera presidente Ramón Castilla; ¡y el tal Leandro encima, oficial del ejército carlista, luchando contra los tolerantísimos liberales!) ni ciertos Goyeneches de Arequipa reconocieron a la encomiable y nacionalista república, ¡y pasaron a España! Y encima obteniendo puestos privilegiados; al igual que se privilegió al mestizo pastuso Agustín Agualongo y al indio huantino Huachaca con pomposos títulos militares (¡brigadieres generales extranjeros!), mientras que se seguía discriminando a muchos españoles.

Y es que reitero, queridos festejadores de la independencia: Les doy la razón, y de hecho, yo también celebro estas fechas. Celebro que la nación española se independizara del Río de la Plata, Perú, Nueva Granada y Nueva España. Así como celebro nuestra independencia de romanos y moros, y también de los germanos, si hace falta; y celebro que iberos y celtas pudieran liberarse de las tentativas colonialistas de fenicios y griegos. Celebro, por supuesto, que los peruanos que oprimieron a mis antepasados se fueran de una vez por todas, aunque hubo que soportar a algunos opresores luego de la independencia, como digo. También celebro que Carlos III nos emancipara de los jesuitas, los cuales habían formado una teocracia socialista parecida al régimen político-religioso de los incas. ¡Ah, los incas! Aquellos viles explotadores que impusieron lengua y religión a sus vecinos, y hasta los desplazaban de población si desobedecían...

Sí, amigos de la independencia, sigan siendo libres, y ojalá algún día se decidan a ser todavía más valientes y se proclamen ateos, al igual que se hace en esa Europa que es el paraíso en la tierra. Ustedes tuvieron la enorme suerte de recibir muy poco de ese opresor catolicismo, cuyas fiestas, idiosincrasia y teología desconocen absolutamente, afortunadamente para ustedes. Con todo, tienen un surrealismo abismal que mezcla protestantismo norteamericano, paganismo andino, marxismo heterodoxo, Budas y gatos chinos. ¡Libérense! ¡Supérense! Nosotros ya lo hicimos, y nuestro benéfico estado progresista, liberal, laico y democrático, para mantenernos alejados de la invasión, niega la nacionalidad española a los hispanoamericanos descendientes de españoles y sin embargo, se la regala a africanos y asiáticos que no tienen vinculación ninguna. ¡Y es por eso que nos sentimos más europeos que nunca, con esa Unión Europea que tan felices nos hace! Bien, vamos bien.

Empero, con todo lo que se ha conseguido, creo que la independencia no está concluida. Chancas, aimaras, mapuches y etc.; gentes que se escaparon del genocidio de aquel terrible sistema opresor, tienen mucho que decir. En España, cada día sale un separatismo nuevo. Es justo que todos nos vayamos liberando de aquellas ominosas cadenas; las mismas cadenas que los españoles revolucionarios ayudaron a liberar, invadiendo y ayudando a los ejércitos bolivarianos y sanmartinianos. Campo Elías, Aldao, Jalón o Picornell, con Bolívar, por ejemplo. Las mismas cadenas de José de San Martín, quien apenas había estado cuatro años en América (tan “sudamericano” él como tan “peruano” soy yo), soldado del ejército español durante veintidós años. En esa época, que estuvo tan discriminado que era oficial, no se dio cuenta de la maldad de los Borbones. Se dio cuenta luego de las batallas de Bailén y La Albuera, en plena lucha contra la invasión napoleónica. Pasó una temporada en Inglaterra, se iluminó y vino a una América que ni recordaba, ayudado de tantos ingleses invasores europeos como los que fueron a invadir con Bolívar. Al igual que el cura Hidalgo en México, venía con imposiciones religiosas, pues prohibió blasfemar en su ejército, en contra de la santa-laica libertad de expresión y conciencia. Los jesuitas, deseosos de espada y religión impuesta, en venganza por ser expulsados, y añorando su teocracia socialista, acudieron en masa. José de San Martín, pactando con sus camaradas y paisanos antes de Ayacucho (batalla cuyo resultado ya era conocido, en un sitio donde curiosamente no se han encontrado cuerpos...), dijo que “los liberales somos hermanos en todas partes del mundo”. Eso luego de ponerse como flamante libertador del Perú un sueldecito de 30.000 pesos anuales y entregarle el tesoro del país a los ingleses, para mayor gloria de la Logia Lautaro.




Por eso, hay que celebrar esta independencia en todas partes, en toda “América Latina”. Sí, porque efectivamente, ya ni españoles ni italianos ni franceses ni rumanos ni portugueses somos latinos, mientras que asháninkas o machiguengas sí que lo son.

Sí, hay que celebrar la independencia, tanto en Perú como en España; pero todavía queda mucho por hacer. Algún día los indios recuperarán sus tierras de todos los invasores que vinieron a maltratarlos, ya sean europeos o africanos, así como todos esos mestizos que en verdad no tiene patria, pues ya no son ni invasores ni invadidos. Algún día nosotros los españoles también terminaremos de liberarnos de todas las imposiciones llegadas de fuera, incluyendo el español, oprobiosa herencia del latín, ese aberrante idioma foráneo que nos recuerda los tiempos de la opresión. Espero que algún día también América se libere de este idioma extraño que trajeron bestias ávidas de oro, que en su terrible paso, dejaron más de veinte universidades por el continente; muchas menos de las que dejaron los civilizadísimos y tolerantes franceses, ingleses y holandeses. No obstante, con lo que avanza la jerigonza spanglish, quién sabe si no estamos iniciando ya este hermoso proceso de liberación…

Bueno, prosiguiendo: Espero que destruyan esos símbolos asquerosos de ignorancia y oscurantismo, así como toda la arquitectura religiosa y militar que va desde algo en Alaska y Oregón por un lado y Florida por el otro, hasta llegar a los lindes de la Patagonia. En Sevilla, en 1868, durante la Revolución Gloriosa, los sabios liberales y progresistas se dedicaron a derribar las murallas históricas de la ciudad porque eran símbolo de absolutismo y atraso. ¡Ojalá se haga lo mismo acá!

Así las cosas, en estas fechas recuerdo especialmente dos textos de un gran libertador, por más que se autoproclamara dictador y declarara la guerra a muerte a todo español viviente: Un tal Simón Bolívar, que retiraba los retratos que no lo presentaban como blanco. En 1824, en carta al general Santander (con el que acabaría peleado), dijo:

“Los quiteños y los peruanos son la misma cosa; viciosos hasta la infamia y bajos hasta el extremo. Los blancos tienen el carácter de los indios y los indios son todos truchimanes, todos ladrones, todos embusteros, todos falsos, sin ningún principio de moral que los guíe. Los Guayaquileños son mil veces mejores” 

En 1830, a escaso tiempo de morir en la finca de un invasor español amigo suyo (al igual que era invasor español Aguado, financiero de San Martín), como corolario de la gran gesta emancipadora, le dijo en carta al general Flores, venezolano invasor del Ecuador que encima, al igual que San Martín, intentó imponer una monarquía liberal:

“V. sabe que yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. La América es ingobernable para nosotros. 2°. El que sirve una revolución ara en el mar. 3°. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4°. Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 5°. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6°. Sí fuera posible que una parte del mundo volviera al caos- primitivo, este sería el último período de la América.”

Y puestos a recordar textos históricos, recuerdo uno de alguien que ya hemos nombrado: El general Antonio Navala Huachaca, quien al frente de sus combatientes iquichanos, proclamó, en contra de la idílica y promisoria república: «Ustedes son más bien los usurpadores de la Religión, la Corona y el Suelo Patrio... ¿Qué se ha obtenido de vosotros durante vuestro poder? La tiranía, el desconsuelo y la ruina en un Reino que fue tan generoso. ¿Qué habitante, sea rico o pobre, no se queja hoy? ¿En qué recae la responsabilidad de los crímenes? Nosotros no cargamos semejante tiranía»


Imagen de www.youtube.com



¡Enemigo de la libertad y el progreso, y encima siendo indígena! ¡Qué barbaridad!

¡Ah, pero hay otro! Sí, otro texto que viene al caso: "…perdona, pero creo que estás en un error al condenarme a mí, porque mis abuelos jamás abandonaron la península, e incluso murieron en el mismo pueblecito en el que nacieron... En todo caso, si deseas atacar tan injustamente la memoria española, ataca mejor a tus propios abuelos, aunque quiero que sepas que serás siempre un malnacido por hablar así de los que te dieron tu propia sangre... Yo te aseguro que, mis abuelos jamás pisaron, ni de lejos, esta tierra...". Esto lo decía un tal Salvador de Madariaga, acaso con Claudio Sánchez-Albornoz, el historiador e intelectual más brillante que defendió la II República Española; sin embargo, los intelectuales progres españoles de la memoria histórica de Zapatero y compañía ni los nombran. ¡Así es la Europa a la que ustedes aspiran! ¡Sigan por ese camino!

Y finalizando y reiterando: ¡Vivan las independencias! ¡Vivan todas esas estatuas que en España hay dedicadas a Bolívar y San Martín, y viva que no haya ni un triste recordatorio en España para los traidores realistas! ¡Y vivan las gloriosas Cortes de Cádiz, que en absoluto fueron tomadas por el golpismo militar-aristocrático y que por fin abolieron la representación de los gremios, el juicio de residencia (¿pero a quién se le podía ocurrir que un gobernante pudiera ser juzgado? ¡Por favor!) y que dispusieron que sólo pudieran votar los más ricos! ¡Celebremos todos juntos nuestra libertad y nuestro progreso! Y para terminar, valga un artículo de un traidor chileno, para que se vea hasta dónde llegaba la opresión:

Mis disculpas a España - The Clinic Online