RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

domingo, 1 de febrero de 2015

"INDAGACIÓN SOBRE EL DARWINISMO"


 

“Inchiesta sul Darwinismo. Come si costruisce una teoria. Scienza e potere dall’imperialismo Britannico alle politiche ONU" es un libro de Enzo Pennetta, todavía sin traducir al español (cuyo título al español podría ser: "Indagación sobre el darwinismo. Cómo se construye una teoría. Ciencia y poder desde el imperialismo británico a las políticas de la ONU").

Nuestro amigo y corresponsal en Cerdeña nos ofrece aquí un artículo (ver versión original en italiano) para introducirnos a la interesante cuestión que aborda este libro. En el imaginario social han arraigado fuertemente ciertas ideas procedentes del darwinismo que, envaneciéndose de científicas, sirven como armas arrojadizas contra la religión. ¿Pero es científico el darwinismo? En el libro de Enzo Pennetta y en el mismo artículo que presentamos podremos comprender mejor que el darwinismo no fue otra cosa que un instrumento de poder del imperio británico que no desapareció con él, sino que ha sido asumido y sigue dando soporte teórico, como pseudociencia, a las políticas de la ONU.
 

EL DARWINISMO: INSTRUMENTO DE PODER MUNDIALISTA BAJO EL LIDERAZGO ANGLOSAJÓN
 
 
Por Fabio Emozione.
 
Traducción al español:
Manuel Fernández Espinosa 


El consenso social deriva siempre de una interpretación dada de la realidad, compartida por la mayoría de un pueblo o nación. Bien, el darwinismo no fue otra cosa que un poderoso instrumento de manipulación de las masas, así como la creación de un sólido consenso político para las elites del poder, tanto en el seno de la Gran Bretaña como en los confines de las posesiones del imperio británico, en el curso del siglo XIX.
 
Cuando Inglaterra se preparaba para convertirse en potencia militar global, disponiéndose a abrir y crear nuevos mercados para sus productos e industrias, algunos célebres científicos como Francis Bacon (autor de la utopía "La nueva Atlántida", también proclamado padre del método científico inductivo) avanzaron la idea de legitimar el poder estatal absoluto de la monarquía inglesa sobre la ciencia.
 
De esta premisa arranca la Royal Society (nombre oficial: The President, Council, and Fellows of the Royal Society of London for Improving Natural Knowledge), donde una nueva casta sacerdotal, toda compuesta por "científicos", contribuiría a apoyar y patrocinar el naciente Imperio Británico.
 
Sin embargo, a toda casta sacerdotal le es menestar una Biblia, capaz de proporcionar una nueva visión del mundo, convincente, cautivadora, fascinante.
 
Una maravillosa ocasión se presentó, cuando Charles Darwin publicó -en 1859- el ensayo "El origen de las especies". El relato de Darwin se prestaba óptimamente para servir como un nuevo, moderno y seductor mito sustitutivo de la creación.
 
Para desarrollar su teoría, Darwin se basó en los escritos del economista Thomas Malthus y no -en cambio- a partir de observaciones naturales, desde las cuales formular una hipótesis de trabajo, o sea una verdadera y propia teoría científica.
 
Merece la pena mencionar, aunque sea brevemente, que Malthus, sin ninguna base experimental y manifiestamente desmentido por reiterados casos históricos (como la gran hambruna irlandesa de 1845-1852), sostenía que mientras la economía en general crece según una progresión aritmética (0, 1, 2, 3, 4, 5... etcétera), la población -al contrario- crece conforme una progresión geométrica (0, 1, 2, 4, 8, 16, 32, etcétera). Tal estado de cosas conduciría pronto a una escasez generalizada de recursos en relación con la población existente.
 
Dadas estas (inexactas) premisas, Malthus justifica cualquier medio viable para controlar la natalidad, con especial atención a las clases más bajas, en particular la clase proletaria y la siempre creciente población urbana en la Inglaterra industrializada de mediados del siglo XIX.
 
Incluso la "mano invisible" (la metáfora utilizada por el economista Adam Smith para describir los beneficios sociales inesperados e imprevisibles que derivarían de las acciones y elecciones individuales) es parte de una visión del mundo que tiene plena fe y confianza en el inevitable progreso de la humanidad hacia cotas y metas siempre más altas y avanzadas (como a muchos les pareció en la Inglaterra victoriana de la segunda mitad del ochocientos).
 
En lo que atañe a esto viene al caso citar este pasaje:
 
"Unida a la usura, la competición desenfrenada destruye al hombre medio en provecho del grande y, haciéndolo, llega a producir esa masa de ciudadanos económicamente sin libertad, cuya propia libertad política viene a ponerse en cuestión, precisamente por la razón de que ella no tiene ningún fundamento en ninguna libertad económica, o en cualesquiera porción de propiedad privada significativa que la sustente".
 
Hilaire Belloc: “La crisis de la civilización”
 
 
Tras Darwin, en efecto, llegó también el darwinismo social, aplicado en Inglaterra lo mismo sobre las clases menos favorecidas y súbditos de la Corona. Y es oportuno recordar y considerar siempre el riguroso paralelismo que puede establecerse entre el "dejar-hacer" económico -con su ilimitada competitividad- y la noción darwinista de la "superviviencia del más apto".
 
La misma doctrina del utilitarismo, que afirma -entre otras cosas- que en el seno de una sociedad y economía todos los sujetos (cada individuo particular) tienden a maximizar el propio placer se inscribe en el intento positivista para proporcionar una nueva interpretación, a modo de verdadera y propia religión que cubre la realidad entera de la vida, partiendo de la pretensión de poder cuantificar el placer personal.
 
La vida -en esta (anti-católica) nueva visión del mundo- se convierte en número.
 
Fue en los países ebrios del propio éxito a escala planetaria (como fue la Inglaterra de finales del XIX) cuando las clases en el poder decidieron suprimir de una vez por todas cualquier relevancia y existencia de la religión católica (y el pensamiento aristotélico-tomista a ella asociado) y fue entonces cuando influyentes pensadores como Comte buscaron fundar una nueva religión fuera de la revelación cristiana.
 
Isidore Auguste Marie François Xavier Comte (1798-1857) fue un filósofo francés que fundó la moderna sociología y la doctrina del positivismo.
 
Comte estaba bajo la influencia del socialista utópico Henri Saint-Simon y de esta interación se desarrolló la filosofía "positivista" con miras a encontrar un remedio al malestar social generado por la Revolución Francesa: la nueva doctrina social propuesta debería basarse exclusivamente sobre la "ciencia".
 
Comte inspiró a su vez a pensadores como Karl Marx y John Stuart Mill.
 
Sus teorías sociológicas culminaron en el anuncio de una nueva "religión de la humanidad", la cual influiría en el desarrollo de varias organizaciones humanistas y seculares en el curso de 1800. Se afirma que Comte había acuñado el término "altruísmo".
 
Volvamos a "nuestro" Darwin, el cual, a la hora de esbozar y formular su teoría sobre el origen de la vida, no siguió el tan celebrado método inductivo y científico.
 
Darwin no halló en toda su vida una prueba cierta de su teoría.
 
En la teoría evolucionista de Darwin faltó siempre el eslabón perdido entre los fósiles disponibles. Por lo cual resultaría hasta más adecuado admitir la hipótesis de la creación ex nihilo de las especies vivientes.
 
También son numerosos los casos de especies vivientes que no han sufrido ninguna mutación en millones de años.
 
Todo ello contradice de lleno la hipótesis de los cambios lentos, graduales e inexorables de los que se habla en la visión de Darwin.
 
Por otra parte, la teoría de Darwin no está en condiciones de hacer ninguna predicción cierta sobre el futuro de la evolución, como en cambio puede hacerse con las leyes de Newton sobre la gravitación universal en relación a la órbita de un planeta o de un astro.
 
En resumidas cuentas: de científica, la teoría de Darwin, tiene bastante poco.
 
Reiteramos: hasta el día de hoy, nadie -incluído Darwin- ha encontrado nunca o descubierto una prueba segura de la validez de la llamada "teoría sobre la evolución".
 
Sobre la ausencia total de pruebas científicas a favor de la teoría evolucionista son magistrales las conferencias dadas por el telepredicador norteamericano Kent Hovind: ya se trate de biología, de geología, de astronomía o de cualquier otra rama del saber científico, todas las presuntas pruebas en pro de la evolución o son erróneas o son prefabricadas, o sea falsas: como así sucede con el clamoroso caso de la falsa semejanza entre el embrión humano y el de otras especies, o el del falso árbol genealógico que deriva al hombre del simio.
 
Cabe hacer notar que, en honor a una cierta honestidad intelectual del mismo Darwin (a diferencia de muchos de sus partidarios y secuaces), el científico británico siempre reconoció el hecho de que su teoría estuviera falta de una prueba cierta e irrefutable.
 
La "teoría" de Darwin fracasa siempre y de modo manifiesto justamente cuando debería iluminar la búsqueda: no alcanza a explicar cómo, cuándo, dónde y por qué "nace" una nueva especie en un determinado momento histórico.
 
En otras palabras, la teoría no llega a explicar su mismo objeto y campo de investigación: el origen y el nacimiento de las especies.
 
Darwin creía, como Jean Baptiste Lamarck, en la herencia de los caracteres adquiridos (si a fuerza de alargar el brazo, se me alarga el brazo... entonces transmitiré esta característica del brazo más largo a mi descendencia).
 
El positivismo evolucionista del que se ha tratado hasta ahora fue concebido y empleado rápidamente como teoría adormecedora de los movimientos revolucionarios y de las demandas sociales que sacudieron varias veces la historia de la Europa decimonónica y de otras partes del mundo.
 
A modo de breve divagación, valga decir que Raimundo Teixeira Mendes (1855-1927) fue el filósofo y matemático brasileño que ideó la actual bandera nacional de su país, en la cual -entre otras cosas- estampó las palabras: "Ordem e Progresso".
 
En verdad, Teixeira Mendes recibió una fuerte influencia procedente de las obras de Comte y vino a ser considerado por sus secuaces como "Apóstol de la Humanidad" en el interior de la "Iglesia Positivista de Brasil".
 
El pensador brasileño estaba firmemente convencido de que la guerra desaparecía muy pronto y la misma suerte tocaría a las diversas naciones: desaparecer.
 
Era un acérrimo opositor a la obra misionera católica entre los indígenas, mientras pugnaba por la inserción "gradual" de los nativos en la sociedad civil, sin "esfuerzos" de ningún tipo.
 
Gracias a la teoría de Darwin, la ciencia -ahora proclamada como nueva religión y revelación- se convierte así en un arma del poder del Estado para controlar a la mayoría democrática y a la opinión pública en general.
 
El nuevo "Libro del Génesis" se convierte en "El origen de las especies" de Darwin.
 
Una curiosidad: en la publicación original de Darwin se habla de "elección" natural y no de "selección" natural, como después sería conocido por el público. Los secuaces y partidarios de Darwin añadieron una "s" de más y ésta fue la versión que penetró en la mentalidad popular y en la actual cultura de masas.
 
Hasta aquel momento, la fuente del derecho y de la moralidad en cualquier sociedad había sido Dios y la religión.
 
Ahora comparece un nuevo Dios, una nueva revelación, un nuevo "evangelio", un nuevo Génesis. Todo "inevitablemente" debe "cambiar" para lo "mejor".
 
En el año 313 d. C., mientras por un lado el Emperador Constantino reconocía la legitimidad de la religión cristiana, por el otro retenía para sí el título de Pontifex Maximus, lo que indica claramente que la fuente de legitimación de las leyes era todavía él, el sucesor de Augusto.
 
Ahora bien, desde la caída de Roma y del Imperio Romano de Occidente hasta el Sacro Imperio Romano, el "fons iuris" (fuente y legitimación del derecho y de la moral) quedó en el Papa de Roma.
 
Tras el cisma de Occidente, los emperadores se vuelven dos, pero la distinción sobredicha y cooperación entre el poder temporal y el espiritual no menguaron: simplemente se desdoblan.
 
Con el cisma anglicano en Inglaterra, poder imperial y espiritual se funden nuevamente en una única persona.
 
Desde Thomas Hobbes (el primer y máximo teórico del absolutismo) hasta nuestros días, el objetivo sigue siendo siempre el mismo: minar y erradicar la visión cristiana del hombre, su "fons iuris", su legitimación del derecho, de la moralidad y del poder estatal.
 
Hoy en día más que nunca, la "ciencia" se estudia en manuales, sin ninguna experiencia directa ni comprobación experimental de las tesis y de las leyes presentadas. Bien que sabía esto el estudioso Thomas Kuhn.
 
Un ejemplo típico del descrédito de la ciencia cristiana es la historia de la Tierra Plana en relación con el proceso contra Galileo Galilei. Nunca la Iglesia Católica sostuvo que la Tierra fuese plana, sino que hacía justo lo contrario. La teoría de la Tierra Plana (propagada y difundida en el curso del siglo XIX por autores franceses e ingleses) fue, por lo tanto otro instrumento empleado por los anticlericales de todo el mundo, sobre todo en Occidente, para atacar y degradar la civilización pre-moderna cristiano-católica y el creacionismo en general.
 
Valga para el gran público este inciso que remite a una página del astrónomo francés Camille Flammarion, donde un monje peregrino llega al fin del mundo y... de allí no puede pasar más lejos, dado que la tierra allí "termina".
 
 

Según el tándem Engels-Marx: toda la teoría darwinista era sencillamente la traslación (de la sociedad a la naturaleza viva) de la teoría de Hobbes sobre el estado de guerra de todos contra todos, de la necesidad del absolutismo por tener la "paz" y de las teorías burguesas de la concurrencia de los benefecios, todo ello unido a la teoría sobre el crecimiento geométrico de la población según Malthus.
 
Nietzsche escribió: "El hombre se ha liberado de los patrones antiguos y tradicionales, observamos una muchedumbre de hombres, todos iguales, todos semejantes, que buscan -sin tregua- procurarse pequeños y mezquinos placeres".
 
La Humanidad pasaba de una forma de esclavitud a otra: la caracterizada por la continua búsqueda de la felicidad, continuamente negada.
 
A principios del siglo XX, antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, era evidente para todos que el darwinismo había resultado una revolución científica fracasada. Faltaban y faltan las pruebas de cuanto argumentaban Darwin, sus partidarios y sus seguidores.
 
También sobre el plano internacional, en aquellos mismos años (como ya en las postrimerías del siglo XIX), se advirió el hecho de que el Imperio británico había alcanzado su máxima expansión, paroxismo e influencia.
 
Surgió en él la Sociedad Fabiana, enésima entidad creada con la bendición del gobierno inglés, con el fin de llegar de manera "gradual", sin brincos, sin prisas, sin sorpresas, sin "revoluciones" a una sociedad socialista, lo mismo en casa que en los demás países.
 
La idea era domar y controlar "por las buenas" la amenaza de una revuelta violenta, también a escala internacional, por parte de las fuerzas socialistas y comunistas.
 
El grupo fue llamado "Fabiano", en honor al político y militar romano Quinto Fabio Máximo Cunctator, el "Contemporizador" (275 a. C. - 203 a. C), que se hiciera famoso y respetado durante las Guerras Púnicas por sus tácticas pacientes, contemporizadoras, lentas, pero a la postre victoriosas siempre.
 
La utopía fabiana del siglo XX fue creer que el imperialismo británico, unido a las doctrinas socialistas, podría representar un factor de modernización del planeta entero, bajo -bien se entiende- el liderazgo y control inglés.
 
Se quería -después de todo- encontrar una forma de legitimación a lo que sería la Commonwealth Británica, ahora llamada Commonwealth de las Naciones.
 
Mateo 7, 15-20, "¡Por sus frutos los conoceréis!".
 
Jesús hablando a los discípulos sobre "falsos profetas".
 
 
EL AZAR, LA NECESIDAD Y LA EUGENESIA
 

Al movimiento humanista, del que formaba parte Julian Huxley, se sumó más tarde también el Premio Nobel de Medicina del año 1965, Jacques Monod (1910-1976), que con la publicación en 1970 de su libro "El azar y la necesidad" ofreció una contribución fundamental a la clarificación de la teoría evolutiva y de sus implicaciones ético-sociales.
 
El libro es la continuación ideal de las tesis evolucionistas neodarwinianas, con particular referencia a los mecanismos genéticos, y de las teorías sociológicas de J. S. Huxley.
 
Recordemos que Huxley fue un apasionado promotor de la teoría darwinista, así como el promotor de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia Social y Natural y la Cultura). A todos nos consta la abierta propaganda y "sensibilización" que ejecuta este ente con sede en París sobre el aborto, la anticoncepción, el control de la natalidad, la planificación familiar, la igualdad a toda costa, la elimiación de toda diferencia, la "paridad" de género y demás.
 
Tras la Segunda Guerra Mundial, a causa de consideraciones análogas a las de los nazis, el argumento de la eugenética no vino presentado con la misma insistencia y claridad de los años anteriores, pero no dejaba de ser eugenesia, por tratarse de "modos de mejora para los animales y aplicados a los hombres".
 
Sí, cuando el hombre, la vida y los sentimientos se convierten en números y estadísticas, a continuación también puede suceder -como ha sucedido en varias ocasiones- que se busca "mejorar" al hombre como se hace con los animales en un establo, en una granja o -todavía mejor- en un gran rebaño.
 
Todavía volvieron a ser propuestas las medidas que la acompañan: la aplicación de la eugenesia debe efectuarse, sin nombrar explícitamente la conexión con la misma. El libro de Monod dedica a las consideraciones éticas y sociales el capítulo IX y el último, significativamente titulado "El reino y las tinieblas", palabras que remiten a la terminología religiosa y fueron tomadas de la introducción del "Leviathan" de Thomas Hobbes, relacionadas con la escatología cristiana: el reino de los cielos.: "El día -escribe Monod- que el Austrolántropo o alguno de sus compañeros fue capaz de comunicar el contenido de una experiencia subjetiva, de una "simulación" personal y no solo una experiencia concreta y real, nació un nuevo reino: el reino de las ideas".
 
Comparando el inicio del capítulo IX con el Génesis, es evidente que el "científico" Monod apunta a la creación de una situación análoga al "Génesis", de modo que pueda encontrarse y sentar las bases de una "nueva religión de la Humanidad", de claro signo comtiano.
 
Tales intenciones también se reflejan a través del empleo de un término como "estigmas", en referencia a los rasgos inscritos en el ADN de los progenitores de la especie humana, que no tiene ningún uso si no es en el campo religioso.
 
Una vez que se libera de los dogmas, de las enseñanzas y de la moral católicas, la eugenesia -y todas las diabólicas doctrinas correlativas- encuentran el camino expedito.
 
A continuación se muestra un paralelo de repetidas tentativas, a caballo de los siglos XIX y XX, de la "religión" darwinista para controlar el mundo, a los hombres, los recursos, la riqueza, la vida, las mentes y las almas.
 
SIGLO XIX

- 1798: T. Malthus publica el ensayo sobre el principio de la población.
 
- Inglaterra debe administrar el desarrollo industrial y colonial.
 
- La aplicación de acciones favorables para los intereses nacionales, pero contrarias a la opinión pública, como el abandono de las clases pobres y una eugenesia para favorecer las razas de "éxito", requieren un apoyo científico para el malthusianismo.
 
- El medio para dirigir la opinión general inglesa y la Royal Society.
 
- La teoría que puede sostener una política malthusiana es, según el autor, la derivada del darwinismo.
 
 
SIGLO XX
 
 
- 1972: el Club de Roma publica el ensayo "The Limits to Growth".
 
- Occidente debe administrar el desarrollo industrial y los recursos planetarios.
 
- La aplicación de acciones favorables para los intereses nacionales, pero contrarios a la opinión pública, como la reducción demográfica de las clases pobres, en lugar de su desarrollo y la promoción eugenética para favorecer las razas de "éxito", encuentran un soporte "científico" en el neo-malthusianismo.
 
- El medio para dirigir la opinión pública occidental se constituye en la ONU y en otras instituciones "académicas" como el Club de Roma.
 
- La teoría que "científicamente" puede sostener una política malthusiana es esa, por la misma admisión del autor, que deriva del darwinismo, y que en el siglo XX ha devenido a ser "teoría sintética de la evolución" o "neodarwinismo".

Se ha tratado de caracterizar el darwinismo y el neodarwinismo, éste último nace y se desarrolla para hacer olvidar a la opinión pública la carencia de base del primero, y por lo tanto la total falta de pruebas científicas ciertas sobre su validez; p. ej., el famoso "eslabón perdido": nadie ha descubierto en los fósiles un ser medio-hombre/medio-mono, etcétera.
 
Certeza dogmática.
 
Selección natural como única posibilidad de progreso.
 
Selección natural como justificación de políticas eugenésicas.
 
Progreso gradual sin "revoluciones".
 
Egoísmo como origen del progreso (liberalismo de Adam Smith).
 
Colaboración en el interior de las especies como regla natural.
 
Evolución como sinónimo de progreso.

Autores e investigadores mucho más respetuosos para con el método científico, como el norteamericano Stephen Jay Gould, propondrán teorías alternativas, como la del "equilibrio puntuado".
 
Fisura de la certeza.
 
La selección no basta para explicar el progreso.
 
Progreso con cambios imprevistos.
 
Inutilidad de las iniciativas eugenésicas.
 
Especies "superiores" como efecto colateral de la evolución que, por lo tanto no es necesariamente entendida como tendencia hacia el progreso.
 
 
CONCLUSIÓN
 
 
La llamada "teoría" de Darwin sobre el origen y evolución de las especies vivientes aparece en un momento histórico -a mediados del siglo XIX- cuando Inglaterra, toca la cúspide de su poderío imperial a escala planetaria, siendo la desesperada búsqueda de una "historia fundante" que legitime su poder y dominio sobre el mundo.
 
Es una época -la decimonónica- donde los amargos furtos y herencia del ateísmo ilustrado y post-revolucionario francés vienen a madurar, dejando un vacío espiritual, moral y cultural que anteriormente era colmado por la religión católica.
 
Son los años en que nacen las ideologías socialista y comunista, las cuales -muchos entre las élites serían captados por ellas- llevan consigo un potencial revolucionario y destructivo jamás visto hasta entonces en la historia, dada su capacidad de prender en vastas masas populares que habitan los centros suburbanos, barriadas de trabajadores, y -sobre todo- visto que emerge una sociedad humana siempre más globalizada e interconectada a nivel planetario.
 
La "teoría" de Darwin no ha sido nunca probada científicamente, ni ha sabido nunca formular ninguna predicción cierta sobre el futuro de ninguno de los fenómenos naturales. Se trata, en otras palabras, de una teoría falsa y errónea, hablando científicamente.
 
No obstante esto, el darwinismo se ha elevado a nueva Biblia en una sociedad secularizada y en todo caso siempre necesitada de una tranquilizadora visión del hombre y de su futuro.
 
En verdad, el darwinismo se inscribe en la larga serie de cultos a la muerte (delicia para el demonio) que -con triste periodicidad y frecuencia- comparecen en la historia.
 
El darwinismo está a la base de la aceptación social de la muerte de los que no son "aptos" para la sociedad en la que viven. Es en efecto "natural" morir si no se llega a "llevar el paso" con el inevitable "progreso" del hombre y de la civilización.
 
En la visión humana, social, moral y cultural del darwinismo, el que no se "adapta", ¡perece!
 
¡Y "justo" es así!
 
 
..........
 
 
Para apreciar a fondo este libro cautivador y convincente (Indagación sobre el Darwinismo. Cómo se construye una teoría. Ciencia y poder del imperialismo británico hasta las políticas de la ONU), recomiendo también la lectura de estos libros:

- "In Satan's footsteps" de Theodore Shoebat. ("En los pasos de Satán. El origen y la manifestación del diablo y del mal en la Historia").
 
El lector quedará muy sorprendido por las inquietantes similitudes que existen (sirva este ejemplo impactante- entre las "revelaciones" que tienen lugar en el mormonismo y en el islam. En ambos casos, de hecho, comparece una presencia angélica y demoniaca al mismo tiempo, aterrorizadora, luz brillante, resplandeciente, pero nimbada de muerte (Luci-fero).
 
- Thomas Kuhn publicó, en 1962, el ensayo titulado "La estructura de las revoluciones científicas", en el cual se esbozaba un modelo no lineal, no gradual, aunque "revolucionario", "hecho a tirones", del desarrollo de la ciencia.

Las nuevas teorías científicas se afirman a través de cambios repentinos que se intercalan en largos periodos de estancamiento.

Todo esto sucede debido a que toda teoría científica se basa sobre determinados "paradigmas" que, con sus anejos conceptuales, teóricos, instrumentales y metodológicos, guían la investigación y que nadie pone en tela de juicio.
 
La creación, o mejor, la producción de un nuevo paradigma, o sea de una nueva "ciencia", surge cuando se estrella con hechos no explicables conforme a las teorías tradicionales.

Los elementos básicos de la ciencia en general y de una ciencia en particular pueden quedar fijados en las obras aclamadas y divulgadas, como han sido en el pasado la "Física" de Aristóteles o "Los Principios" de Isaac Newton.

Un nuevo paradigma científico representa una "promesa de éxito" en el estudio de un problema dado y la ciencia que de ello se deriva es la realización de tal promesa.
La visión de Kuhn invierte la imagen tradicional de la ciencia como "exploración de lo ignoto". La ciencia es política. Y viceversa.
 
- Yuri Alexandrovich Bezmenov fue un periodista ruso y también -y sobre todo- un ex-espía del KGB, que -en un determinado momento de su vida- decide desertar a Canadá, dejando de una vez para siempre la Unión Soviética.

Después de unos años transcurridos en el extranjero, por ejemplo en la India, se empeñó en reprobar la censura y opresión que se ejerciera sobre cualquier intelectual disidente en su país natal.
 
Bezmenov es recordado especialmente por sus conferencias a favor de la democracia americana, sobre la lucha contra el comunismo y toda una serie de libros escritos y difundidos alrededor de 1980, con particular relación al tema de la manipulación de la opinión pública en países democráticos o no.

- "Revolución y Contra-Revolución" (Plinio Corrêa de Oliveira). Todo el pensamiento y la acción de Plinio Corrêa de Oliveira arrancan y giran alrededor de un juicio histórico: ha existido una civilización cristiana occidental, animada por la Iglesia Católica, fruto de la inculturación de la fe en Occidente. Esta espléndida Civilización Cristiana está amenazada por la realización de la destrucción, por el proceso revolucionario, en una dinámica histórica que se articula en cuatro fases: la primera religiosa (la Reforma protestante), precedida y acompañada por una revolución cultural, representada por el Humanismo y el Renacimiento); la segunda política (la Revolución Francea); la tercera social (la Revolución comunista); y, por último, la cuarta (la Revolución Cultural iniciada con el 68 francés y norteamericano).

INCHIESTA SUL DARWINISMO

 
 
Presentamos a continuación el artículo en su original italiano que ha escrito para RAIGAMBRE nuestro amigo y corresponsal sardo, Fabio Emozione. Publicamos en breve su traducción al español: versión en español aquí. El artículo aborda el tema principal del libro "Inchiesta sul Darwinismo" de Enzo Pennetta, sin traducir al español todavía. 
 
“Inchiesta sul Darwinismo”, Come si costruisce una teoria. Scienza e potere dall’imperialismo Britannico alle politiche ONU.


Enzo Pennetta


 
Por Fabio Emozione
 
Il consenso sociale deriva sempre da una data interpretazione della realtà, condivisa dalla maggioranza di un popolo o nazione. Ebbene, il Darwinismo altro non fu che un potente strumento di manipolazione delle masse, nonché di creazione di un solido consenso politico per le élites al potere, sia all'interno della Gran Bretagna, sia negli sconfinati possedimenti dell'Impero Britannico, nel corso del 1800.
 
Allorché l’Inghilterra si avviava a divenire una potenza militare globale, pronta a tutto per aprire e creare nuovi mercati per i suoi prodotti e industrie, sedicenti scienziati come Francis Bacon (autore del libro utopistico “La nuova Atlantide”, nonché sedicente padre del metodo scientifico induttivo) avanzarono l’idea di legittimare il potere statale assoluto della monarchia Inglese tramite la Scienza.
 
Da questo spunto, nacque la Royal Society (nome ufficiale: The President, Council, and Fellows of the Royal Society of London for Improving Natural Knowledge), dove una nuova casta sacerdotale, tutta composta di “scienziati”, avrebbe supportato e sponsorizzato il nascente Impero Britannico.
 
Come per ogni casta sacedortale serviva, però, una nuova Bibbia, capace di fornire una nuova visione del Mondo, convincente, accattivante, affascinante.
 
Una ghiotta occasione si presentò, allorché Charles Darwin pubblicò – nel 1859 – il saggio “L’origine della specie”. Il racconto di Darwin si prestava bene a fungere da nuovo, moderno e seducente mito della creazione.
 
Per sviluppare la sua teoria, Darwin si basò sugli scritti dell’economista Thomas Malthus e non partì - invece - da osservazioni naturali, da cui poi formulare una ipotesi di lavoro, cioè una vera e propria teoria scientifica.
 
Va ricordato brevemente che Malthus, senza alcuna base sperimentale e clamorosamente smentito da ripetuti casi storici (come la grande carestia Irlandese 1845-1952), sosteneva che mentre da un altro l’economia in genere cresce secondo una progressione aritmetica (0,1,2,3,4,5, etc.), la popolazione – al contrario – cresce secondo una progressione geometrica (0,1,2,4,8,16,32, etc.). Tale stato di cose porterebbe presto ad una scarsità generalizzata delle risorse in rapporto alla popolazione esistente.
 
Date queste (inesatte)premesse, Malthus giustifica ogni mezzo possibile per il controllo delle nascite, con speciale riguardo alle classi meno agiate, in special modo la classe operaia e le sempre crescenti plebi urbane nell’Inghilterra industrializzata di metà ‘800.
 
Anche la “mano invisibile” (la nota metafora utilizzata dall’economista Adam Smith per descrivere gli inaspettati ed imprevedibili benefici sociali che deriverebbero da azioni e scelte individuali) rientra in una visione del Mondo che ha piena fede e fiducia nell’inevitabile progresso dell’umanità verso vette e traguardi sempre più alti ed avanzati (come a tanti parve nell’Inghilterra Vittoriana della seconda metà dell’800).
 
Al riguardo, trovo utile citare questo passo:
 
“Unita all’usura, la competizione sfrenata distrugge l’uomo medio per il profitto del grande e, facendo ciò, arriva a produrre quella massa di cittadini economicamente non liberi, la cui propria libertà politica viene messa in questione, esattamente perché essa non ha alcun fondamento in alcuna libertà economica, ovvero, in una qualsiasi significativa porzione di proprietà private che la supporti.”
 
~Hilaire Belloc: “La crisi della civiltà.”
 
Dopo Darwin, infatti, arrivò anche il Darwinismo sociale, applicato sia in patria che nelle colonie verso le classi meno agiate od i sudditi della Corona. Va sempre ricordato e considerato il parallelo stringente che può essere fatto tra lasciar-fare economico – con la sua illimitata competizione – e la nozione Darwiniana di “sopravvivenza del più adatto”.
 
La stessa dottrina dell’utilitarismo, che afferma – tra l’altro – che all’interno di una società ed economia tutti i soggetti (ogni singolo individuo) tendono a massimizzare il proprio piacere, rientra nel tentativo Positivista di fornire una nuova interpretazione, vera e propria religione che copra l’intera realtà della vita, partendo proprio dalla pretesa di poter quantificare il piacere personale.
 
La vita – in questa (anti-Cattolica) nuova visione del Mondo – diventa un numero.
 
Una volta che in Paesi ebbri del proprio successo su scala planetaria, come fu l’Inghilterra alla fine del XIX secolo, le classi al potere decisero di far perdere una volta per tutte ogni rilevanza ed esistenza alla religione Cattolica ed al pensiero Aristotelico-Tomista associategli, influenti pensatori come Comte cercarono di fondare una nuova religione al di fuori della Rivelazione Cristiana.
 
Isidore Auguste Marie François Xavier Comte (1798 – 1857) fu un filosofo Francese che fondò la moderna sociologia e la dottrina del Positivismo.
 
Subì l’influsso del socialista utopista Henri Saint-Simon e da questa interazione sviluppò la filosofia “positivista”, al fine di trovare un rimedio al malessere sociale generato dalla Rivoluzione Francese: la nuova dottrina sociale proposta doveva basarsi esclusivamente sulle “scienze”.
 
Comte ispirò a sua volta pensatori come Karl Marx e John Stuart Mill.
 
Le sue teorie sociologiche culminarono nell’annuncio di una nuova “religione dell’umanità”, la quale avrebbe influenzato lo sviluppo di parecchie ed influenti organizzazioni umaniste e secolari nel corso del 1800. Si afferma che Comte abbia coniato il termine “altruismo”.
 
Torniamo al “nostro” Darwin, il quale, nel delineare e formulare la sua teoria sull’origine della vita non seguì il tanto celebrato metodo induttivo e scientifico.
 
Darwin mai trovò una prova certa della sua teoria durante tutto il corso della sua vita.
 
Nella teoria evoluzionistica di Darwin manca sempre l’anello mancante tra i fossili disponibili. Da essi invece risulta un quadro più consono all’ipotesi della creazione ex nihilo delle specie viventi.
 
Esistono poi numerosi casi di specie viventi che non hanno subito alcun mutamento per milioni di anni.
 
Tutto ciò contraddice in pieno l’ipotesi di cambiamenti lenti, graduali e inesorabili che sono raccontati nella visione di Darwin.
 
Inoltre, la teoria di Darwin non è in grado di fare alcuna predizione certa sul futuro dell’evoluzione, come invece si può fare con le leggi di Newton sulla gravitazione universale con riguardo all’orbita di un pianeta o di un astro.
 
Insomma, di scientifico, la teoria di Darwin, ha ben poco.
 
Ribadiamo: a tutt’oggi nessuno – Darwin incluso - ha mai trovato o scoperto una prova sicura della validità della cosiddetta “teoria” sull’evoluzione.
 
Sulla pressoché totale mancanza di prove scientifiche a favore della teoria evolutiva sono magistrali le lezioni tenute dal telepredicatore Americano, Kent Hovind: che si tratti di biologia o di geologia, di astronomia o di qualsiasi altra branca del sapere scientifico, tutte le presunte prove a favore dell’evoluzione o sono errate o sono prefabbricate, cioè false (come il caso clamoroso della falsa somiglianza tra l’embrione umano e quello di altre specie oppure l’altrettanto fasullo albero genealogico dell’uomo che deriva dalla scimmia).
 
Va fatto notare che, ad onore di una certa onestà intellettuale del medesimo Darwin (diversamente da molti suoi sostenitori e seguaci), lo scienziato britannico sempre riconobbe il fatto che la sua teoria fosse carente di una prova certa ed inconfutabile.
 
La “teoria” di Darwin fallisce sempre e clamorosamente proprio dove dovrebbe illuminare la ricercare: non si riesce a spiegare come, quando, dove e perché “nasca” una nuova specie in un determinato momento storico.
 
In altre parole, la teoria non riesce a spiegare il suo stesso oggetto e campo di ricerca: l’origine e la nascita delle specie.
 
Darwin credeva, come Jean-Baptiste Lamark, nell'ereditarietà dei caratteri acquisiti (se a forza di allungare il braccio, il braccio si allunga, allora trasmetterò questa caratteristica del braccio allungato alla mia discendenza!).
 
Il Positivismo evoluzionista a cui si è finora accennato fu da subito concepito ed utilizzato come teoria addormentatrice dei movimenti rivoluzionari e delle rivendicazioni sociali che sconvolsero a più riprese la storia dell’800 Europeo ed in altre parti del Mondo.
 
Giusto per fare una breve divagazione, Raimundo Teixeira Mendes (1855 – 1927) fu il filosofo e matematico Brasiliano, che ideò l’attuale bandiera nazionale del suo Paese, in cui compaiono – fra l’altro – le parole “Ordem e Progresso”.
 
In realtà Teixeira Mendes subì una forte influenza ad opera di Comte e venne considerato dai suoi seguaci quale “Apostolo dell’Umanità” all’interno della “Chiesa positivista del Brasile”.
 
Era fermamente convinto il pensatore Brasiliano che le guerre sarebbero presto scomparse e che la medesima sorte sarebbe toccata alle varie Nazioni.
 
Oppose fermamente l’opera missionaria Cattolica presso gli indigeni, mentre si batté per un loro inserimento “graduale” nella società civile, senza “forzature” di sorta.
 
Grazie alla teoria di Darwin, la Scienza – oramai acclamata a nuova religione e rivelazione - diventa così un'arma del Potere Statale per controllare le maggioranze democratiche e l’opinione pubblica in genere.
 
Il nuovo Libro della Genesi diventa L'Origine delle Specie di Darwin.
 
Una curiosità: nella pubblicazione originale di Darwin si parla di “elezione” naturale e non di “selezione” naturale, come sarà poi divulgato in seguito. I seguaci e sostenitori di Darwin aggiunsero una “s” di troppo e questa fu la versione che entro nella mente popolare ed attuale cultura di massa.
 
Fino a quel momento, la fonte del diritto e della moralità in qualsiasi società era  stata Dio e la religione.
 
Ora compaiono un nuovo Dio, una nuova rivelazione, un nuovo vangelo, una nuova genesi. Tutto “inevitabilmente” deve “cambiare” per il “meglio”.
 
Nel 313 A.D., mentre da un lato l'Imperatore Costantino riconosceva la legittimità della religione Cristiana, dall’altro egli trattenne per sé il titolo di Pontifex Maximus, il che indica chiaramente che la fonte di legittimazione della legge era ancora lui, il successore di Augusto.
 
Ora, dalla caduta di Roma e dell'impero Romano d'Occidente fino al Sacro Romano Impero ed oltre, la “fons iuris” (fonte e legittimazione del diritto e della morale) resta il Papa di Roma.
 
In seguito allo scisma d'Oriente, gli imperatori in relazione con Dio diventano due, ma la suddetta distinzione e cooperazione tra potere temporale e spirituale non viene meno: semplicemente si sdoppia.
 
Con lo scisma Anglicano in Inghilterra, potere imperiale e spirituale si fondono nuovamente in un’unica persona.
 
Da Thomas Hobbes (tra i primi e massimi teorici dell’Assolutismo) fino ai giorni nostri, lo scopo resta sempre il medesimo: scalzare ed sradicare la visione Cristiana dell'uomo quale “fons iuris”, quale legittimazione del diritto, della moralità e del potere statale.
 
Oggigiorno più che mai, la “scienza” viene studiata da manuali, senza alcuna esperienza diretta e sperimentale delle tesi e delle leggi ivi presentate. Era ben conscio di ciò uno studioso come Thomas Kuhn.
 
Un esempio tipico di screditamento della scienza Cristiana è la storia della Terra piatta con riguardo al processo contro Galileo Galilei. Mai la Chiesa Cattolica sostenne che la Terra fosse piatta, anzi fece l'esatto contrario. La “teoria” della Terra piatta (propagandata e diffusa nel corso dell’800 da autori inglesi e francesi) fu, cioè, un altro strumento utilizzato dagli anticlericali di tutto il Mondo, soprattutto in Occidente, per aggredire e svilire la civiltà pre-“moderna” Cristiano-Cattolica ed il creazionismo in genere.
 
Nota al grande pubblico è una incisione tratta da uno dei racconti dell’astronomo Francese, Camille Flammarion, dove un monaco peregrino arriva alla fine del mondo e…da lì non può più procedere visto che la Terra lì “termina”.
 
Secondo il duo Engels-Marx: tutta la teoria darwiniana è semplicemente il trasferimento, dalla società alla natura vivente, della teoria di Hobbes sullo stato di guerra di tutti contro tutti, della necessità dell’assolutismo per avere la “pace” e della teoria borghese della “benefica” concorrenza, il tutto unito alla teoria sulla crescita geometrica della popolazione di Malthus.
 
Nietzsche scrisse: “l'uomo si è dunque liberato dagli antichi e tradizionali padroni, osserviamo una moltitudine di uomini, tutti uguali, tutti somiglianti, che cercano - senza posa - di procurarsi piccoli e meschini piaceri.
 
L'umanità è cioè passata da una forma di schiavitù ad un'altra: quella caratterizzata dalla continua ricerca della felicità, ma continuamente negata.”
 
All’inizio del XX secolo, prima dello scoppiare della Prima Guerra Mondiale, appare evidente a tutti che il Darwinismo è stato una “mancata” rivoluzione scientifica. Mancavano e mancano le prove di quanto argomentato da Darwin ed i suoi seguaci e sostenitori.
 
Anche sul piano internazionale, in quegli stessi anni (come già sul finire del XIX secolo), si avvertì il fatto che l’Impero Britannico aveva raggiunto la sua massima estensione, slancio ed influenza.
 
Sorse proprio in quegli la Società Fabiana, ennesimo ente creato con la benedizione del Governo Inglese, col fine di arrivare in maniera “graduale”, senza balzi, scatti, sorprese, “rivoluzioni” ad una società socialista, sia in patria che negli altri Paesi.
 
L’idea era quella di domare e controllare “con le buone” la minaccia di una rivolta violenta, anche su scala internazionale, da parte delle forze socialiste e comuniste.
 
Il gruppo fu nominato Fabiano, in onore del politico e militare romano, Quinto Fabio Massimo detto Cunctator, "Temporeggiatore" (275 a.C. – 203 a.C.), che divenne famoso e stimato durante le Guerre Puniche per le sue tattiche attendiste, temporeggiatrici, lente, ma alla fine sempre vittoriose.
 
L’utopia del Fabianesimo del XX secolo fu il credere che l’imperialismo Britannico, unito alle dottrine socialiste, potesse rappresentare un fattore di modernizzazione dell’intero Pianeta, sotto – ben s’intende – la leadership e controllo Inglesi!
 
Si voleva - dopo tutto – trovare una forma di legittimazione a quello che sarebbe diventato il Commonwealth Britannico, oggi ribattezzato il Commonwealth delle Nazioni.
 
Matteo 7:15-20 “Dai loro frutti li riconoscerete!”
 
Gesù che parla ai Discepoli sui “falsi profeti”.
 
Il caso, la necessità e l'eugenetica
 
Al movimento umanista, del quale faceva parte Julian Huxley, aderì in seguito anche il premio Nobel per la medicina del 1965 Jacques Monod (1910-1976), che con la pubblicazione nel 1970 del libro, "Il caso e la necessità", diede un contributo fondamentale alla chiarificazione della teoria evolutiva e delle sue implicazioni etico-sociali.
 
Il libro è la continuazione ideale delle tesi evoluzionistiche neodarwiniane, con particolare riferimento ai meccanismi genetici, e delle teorie sociologiche di J.S. Huxley.
 
Ricordiamo che Huxley fu un appassionato promotore delle teorie “darwiniane”, nonché il promotore dell’UNESCO (Organizzazione delle Nazioni Unite per l'Educazione, la Scienza sociale e naturale e la Cultura). Tutti noi siamo a conoscenza dell’aperta propaganda e “sensibilizzazione” attuata da questo ente con sede a Parigi sull’aborto, la contraccezione, controllo delle nascite, pianificazione familiare, uguaglianza ad ogni costo, eliminazione di ogni differenza, la “parità” di genere e così via.
 
Nel secondo dopoguerra, a causa delle analoghe considerazioni dei nazisti, l'argomento dell'eugenetica non venne presentato con la stessa insistenza e chiarezza degli anni precedenti, ma sempre di eugenetica, cioè di “modi di allevamento sviluppati per gli animali ed applicati agli uomini”, si trattava.
 
Ebbene sì, quando l’uomo e la vita ed i sentimenti diventano numeri e statistiche, allora può anche accadere – come è ripetutamente accaduto – che si cerchi di “allevare” l’uomo come si fa con gli animali in una stalla, in una fattoria o – meglio – in un grande allevamento!
 
Furono comunque riproposte le misure che la accompagnano: l'attuazione dell'eugenetica avrebbe dovuto infatti avvenire senza nominare esplicitamente il collegamento con la stessa. Il libro di Monod dedica alle considerazioni di ordine etico e sociale il IX e ultimo capitolo, intitolato significativamente “II Regno e le tenebre”, parole che riconducono a una terminologia religiosa e che furono adottate da Thomas Hobbes nell'introduzione al suo “Leviathan” e, con riferimento all'escatologia cristiana, al Regno dei Cieli: «Il giorno in cui — come scrive Monod - l'Australantropo o qualcuno dei suoi simili riuscì a comunicare il contenuto di un'esperienza soggettiva, di una "simulazione" personale e non più soltanto un'esperienza concreta e reale, nacque un nuovo regno: il regno delle idee»
 
Paragonando l'inizio del capitolo IX con la Genesi, è evidente come lo “scienziato” Monod miri alla creazione di una situazione analoga alla "Genesi", in modo da poter trovare e porre il fondamento di una "nuova religione dell'Umanità", di chiara matrice Comtiana.
 
Tale intenzione traspare anche attraverso l'utilizzo di un termine come "stimmate", riferito alle tracce scritte nel Dna dei progenitori della specie umana, che non trova utilizzo se non nel campo religioso.
 
Una volta che ci si libera dei dogmi, degli insegnamenti e della morale Cattolici, l’eugenetica – e tutte le correlate diaboliche dottrine – hanno il via libera!
 
Di seguito un parallelo dei ripetuti tentativi, a cavallo dei secoli XIX e XX, della “religione” Darwiniana di controllare il Mondo, gli uomini, le risorse, la ricchezza, la vita, le menti, le anime:
 
Sec. XIX
 
-1798: T. Malthus pubblica il Saggio sul principio della popolatone          
- L'Inghilterra deve governare lo sviluppo industriale e coloniale.           
- L'applicazione di azioni vantaggiose per gli interessi nazionali, ma contrarie all'opinione pubblica, come l'abbandono delle classi povere e un'eugenetica per favorire le razze di "successo", rende necessario un supporto scientifico al Malthusianesimo.          
- Il mezzo per guidare l'opinione generale inglese è la Royal Society     
- La teoria che può scientificamente sostenere una politica malthusiana è quella che da essa è, per stessa ammissione dell'autore, derivata, e cioè il darwinismo.         
Sec. XX
- 1972: il Club di Roma pubblica il saggio "The Limits to Growth".
- L'Occidente deve governare lo sviluppo industriale e delle risorse planetarie.
- L'applicazione di azioni vantaggiose per gli interessi nazionali, ma contrarie all'opinione pubblica, come la riduzione demografica delle classi povere anziché il loro sviluppo e un'eugenetica per favorire le razze di "successo", rende necessario un supporto scientifico al neo-Malthusianesimo.
- Il mezzo per guidare l'opinione pubblica occidentale è costituito dall'Onu e dalle Accademie" come il Club di Roma.
- La teoria che può scientificamente sostenere una politica Malthusiana è quella che da essa è, per la stessa ammissione dell'autore, derivata, e cioè il darwinismo, che nel XX secolo è diventato "teoria sintetica dell'evoluzione" o "neodarwinismo".
Tratti caratterizzati Darwinismo e Neodarwinismo (che nasce e si sviluppa per cercare di far dimenticare all’opinione pubblica la fondamentale carenza del primo, e cioè la totale mancanza di prove scientifiche certe sulla sua validità i.e. il famoso “anello mancante” = nessuno hai rinvenuto il fossile di un essere mezzo uomo – mezzo scimmia per esempio, etc. etc.)
           
Certezza dogmatica      
Selezione naturale come unica possibilità di progresso
Selezione naturale come giustificazione di politiche eugenetiche           
Progresso graduale senza "rivoluzioni"
Egoismo origine del progresso (liberismo di Adam Smith)          
Collaborazione all'interno delle specie come regola di natura
Evoluzione come sinonimo di progresso               
Autori e ricercatori ben più rispettosi del metodo scientifico, come l’Americano Stephen Jay Gould, proposero teorie alternative, come quella degli “Equilibri punteggiati”:
Incrinatura della certezza
La selezione non basta a spiegare il progresso
Progresso con cambiamenti improvvisi
Inutilità delle iniziative eugenetiche
Specie "superiori" come effetto collaterale dell'evoluzione che quindi non è necessariamente intesa come tendenza verso il progresso
CONCLUSIONI
La cosiddetta “teoria” di Darwin sull’origine ed evoluzione delle specie viventi compare in un momento storico – a metà del 1800  - dove l’Inghilterra, giunta all’apice della sua potenza imperiale su scala planetaria è alla disperata ricerca di una “storia fondante” che legittimi il suo potere e dominio sul Mondo.
 
E’ un’epoca – quella del XIX secolo – dove gli amari frutti ed eredità dell’ateismo illuminista e post-Rivoluzione Francese vengono a “maturazione”, lasciando un vuoto spirituale, morale e culturale che prima era riempito e colmato dalla religione Cattolica.
 
Sono gli anni di nascita delle ideologie socialiste e comuniste, le quali – molti lo colgono tra le élites – portano con sé un potenziale rivoluzionario e distruttivo mai visto sino ad allora nella Storia, vista la loro capacità di presa sulle enormi masse popolari inurbate di lavoratori ed operai e – soprattutto – vista l’emergenza di una società umana sempre più globalizzata ed interconnessa a livello planetario.
 
La “teoria” di Darwin non è mai stata provata scientificamente, né ha mai saputo fornire alcuna predizione certa sul futuro di un qualsiasi fenomeno naturale. Si tratta, in altre parole, di una teoria falsa ed errata, scientificamente parlando.
 
Nonostante ciò, il Darwinismo viene elevato a nuova Bibbia in una società secolarizzata e comunque sempre bisognosa di una visione dell’uomo e del suo futuro rassicuranti.
 
In realtà il Darwinismo rientra nella lunga serie di culti della morte (delizia per il Demonio) che – con triste periodicità e frequenza – si ripresentano nella Storia.
 
Il Darwinismo è alla base dell’accettabilità sociale della morte di coloro che non sono “adatti” alla società in cui vivono. E’ infatti “naturale” morire se non si riesce a “tenere il passo” con l’inevitabile “progresso” dell’uomo e della “civiltà”.
 
Nella visione umana, sociale, morale e culturale del Darwinismo, chi non si “adatta”, perisce! Ed è “giusto” così.
 
 
........................................
 
Per apprezzare sino in fondo questo libro avvincente e convincente - Inchiesta sul Darwinismo. Come si costruisce una teoria. Scienza e potere dall'imperialismo Britannico alle politiche ONU (di Enzo Pennetta) - consiglio la lettura anche di questi libri:
In Satan's footsteps. (by Theodore Shoebat) Sulle orme di Satana
L’origine e le manifestazioni del Diavolo e del Male nella Storia.
Il lettore resterà assai sorpreso dalle inquietanti similitudini e calzanti analogie che esistono – tanto per fare l’esempio più eclatante – nella “rivelazione” come raccontata nel culto Mormone ed in quello dell’Islam. In entrambi i casi, infatti, compare una presenza angelica e demoniaca allo stesso tempo, terrificante, brillante di luce, risplendente, eppure circondata da un’aura di morte. (Luci-fero)
 
Thomas Kuhn pubblica, nel 1962, il saggio intitolato "La struttura delle rivoluzioni scientifiche", in cui viene delineato un modello non lineare, non graduale, ma bensì "rivoluzionario", “fatto a strappi”, dello sviluppo della Scienza.
Le nuove teorie scientifiche si affermano tramite cambiamenti repentini, intervallati da lunghi periodi di stasi.
Tutto ciò accade perché ogni teoria scientifica si basa su determinati "paradigmi", assunti concettuali, teorici, strumentali e metodologici che guidano la ricerca e che nessuno mette in discussione.
La creazione, o meglio produzione, di un nuovo paradigma, quindi di una nuova “scienza”, si ha quando ci si scontra con fatti non spiegabili secondo le tradizionali teorie.
Gli elementi fondanti della scienza in generale o di una scienza in particolare possono essere fissati in opere acclamate e diffuse, come sono state in passato la Fisica di Aristotele o i Principia di Isaac Newton.
Un nuovo paradigma scientifico rappresenta una "promessa di successo" nello studio di un dato problema e la scienza che da esso viene derivata è la realizzazione di tale promessa.
La visione di Kuhn ribalta l'immagine tradizionale della scienza come "esplorazione dell'ignoto". La scienza è politica. E viceversa.
 
Yuri Alexandrovich Bezmenov è stato un giornalista Russo ed anche – e sopratutto – una ex spia del KGB, il quale – ad un certo punto della sua vita – decise di disertare per il Canada, lasciando una volta per tutte l’Unione Sovietica.
In seguito ai tanti anni trascorsi all’estero, ad esempio in India, iniziò a disapprovare la censura ed oppressione di qualsiasi intellettuale dissidente operata nel suo Paese di nascita.
Bezmenov viene sopratutto ricordato per le sue lezioni in favore della democrazia Americana, sull’anti-communismo e tutta una serie di libri scritti e diffuse intorno agli anni 1980, con special riguardo al tema della manipolazione dell’opinione pubblica in Paesi democratici e non.
 
Rivoluzione e Contro-Rivoluzione (Plinio Corrêa de Oliveira)
Tutto il pensiero e l'azione di Plinio Corrêa de Oliveira prendono l'avvio e ruotano attorno a un giudizio storico: è esistita una civiltà Cristiana occidentale, animata dalla Chiesa Cattolica, frutto dell'inculturazione della fede in Occidente. Di tale splendida civiltà Cristiana è in via di realizzazione il processo di distruzione, la rivoluzione, in una dinamica storica che si articola in quattro fasi: la prima religiosa, la Riforma protestante, preceduta e accompagnata da una rivoluzione culturale, rappresentata dall'Umanesimo e dal Rinascimento; la seconda politica, la Rivoluzione francese; la terza sociale, la Rivoluzione comunista; e, infine, la quarta, la rivoluzione culturale iniziata con il Sessantotto francese ed Americano.
L'unico rimedio a questo disastro culturale per l’Occidente e per il Mondo intero è nel restaurare e nel promuovere la cultura e la civiltà Cattoliche. Nasceranno dalla opera di Correa de Oliveira, le Società di Difesa di Tradizione Famiglia e Proprietà.

viernes, 30 de enero de 2015

LA GREY DIVERSA REDUCIDA EN UNA


 
 
AL REY DON FELIPE, NUESTRO SEÑOR
 
Desde la eternidad, antes que el cielo
amaneciese al mundo el primer día,
nombrado —¡oh gran Felipe!— Dios te había
por rey universal de todo el suelo.

Y así como esparció con tanto celo
Bautista la venida del Mesía,
así ora Juan de un polo al otro envía
tras su fama inmortal tu cetro a vuelo

Ha seis mil años casi que camina
el mundo con el tiempo a consagrarte
la grey diversa reducida en una.

¡Oh cómo en ti paró la edad más dina
bien dinamente, y va tras tu estandarte
la gente, el mundo, el tiempo y la fortuna!

Francisco de Aldana
 
 
 
LA EDAD DE ORO EN EL SIGLO DE ORO

Manuel Fernández Espinosa


Puede considerarse esta glosa como continuación de la que hacíamos del Soneto de Hernando de Acuña ("Un monarca, un imperio, una espada"): nos proponemos comprender el significado que adquirió para la elite cultural del reinado de Felipe II el tema que ya desplegábamos con nuestra breve exégesis del soneto acuñano y por eso volvemos ahora nuestros ojos a un soneto de Francisco de Aldana que, aunque menos célebre que el de Acuña, no deja de ser otra pieza poética digna de descifrarse en lo que hace a las esperanzas mesiánicas que confluyen en el Imperio Español de Felipe II, pudiendo afirmar que en este otro de Aldana reverbera el mismo asunto.
 
El poema de Aldana, como el de Acuña, es expresión jubilosa ante el triunfo de la armada cristiana en Lepanto; sin embargo, las halagüeñas expectativas que podemos notar en este soneto de Aldana se verán enturbiadas por el pesimismo que aflorará en las "Octavas dirigidas al Rey Don Felipe Nuestro Señor" del mismo autor y escritas en fecha posterior.
 
Aldana condensó en las "Octavas dirigidas al Rey Don Felipe Nuestro Señor" todo un programa de autodefensa de la Monarquía filipina, basándose en su cultura y en la información que como espía disponía de la compleja trama de alianzas que se estaban trabando entre turcos, franceses e ingleses; a ello  se le une el conocimiento de ciertas profecías que ahora no vamos a desvelar aquí y que hacen pensar que Aldana formara parte de algún círculo místico-político: su relación con Arias Montano y el grupo que éste dirigía espiritualmente avalan esta aventurada conjetura. Simplemente digamos aquí que las "Octavas dirigidas al Rey Don Felipe Nuestro Señor" son a manera de un informe geopolítico sublimado en metro poético que advierte a Felipe II de los peligros que se ciernen sobre España y recomienda la alianza con Portugal. Pero, como digo, las "Octavas dirigidas al Rey Don Felipe Nuestro Señor" presentan tal complejidad que el lector nos disculpará que ahora la orillemos. Vayamos ahora al soneto "Al Rey Don Felipe, Nuestro Señor".
 
El soneto está escrito tras la Batalla de Lepanto. Esta victoria de la Cristiandad (Cristiandad tan mermada por la falsa reforma protestante) no estuvo exenta de signos celestes que hicieron concebir a muchos (como Acuña o Aldana) la idea de que se acercaba el final de los tiempos, presagiándose el triunfo completo de la Cristiandad. El protagonista de Lepanto, Don Juan de Austria (al que el soneto dedica el segundo cuarteto) es comparado a San Juan Bautista en lo que éste tiene de precursor de Cristo. Don Juan, con su victoria, adelanta la instauración del Reino de Cristo bajo la égida de Felipe II a quien Aldana presenta en el último verso del primer cuarteto como: "rey universal de todo el suelo". El primer cuarteto identifica a Felipe II con el monarca que está llamado a cumplir el destino providencial anunciado en las antiguas profecías:
 
"Desde la eternidad, antes que el cielo,
amaneciese al mundo el primer día,
nombrado, ¡oh gran Felipe!, Dios te había
por rey universal de todo el suelo".
 
Uno de los signos precursores más evidentes que posibilitaban establecer el perfil de Felipe II como "rey universal de todo el suelo" fue la misma victoria de Lepanto. Aquí concuerda Aldana con el cordobés Juan Rufo (1547-1620) que en "La Austriada" declara, al unísono con Acuña y Aldana, que en Felipe II se consumaban las profecías veterotestamentarias y novotestamentarias:
 
"de aquella memorable profecía,
ya que descubre el blanco del intento
con que el divino intérprete decía:
Tiempo vendrá en que el mundo dé aposento
a un pastor solo y a una monarquía".
 
("La Austriada", Juan Rufo)
 
¿Cómo podrían aplicarse a España profecías del Antiguo Testamento que, a simple vista, parecerían aplicables a Israel?
 
La elite eclesiástica y militar del reinado de Felipe II estaba convencida de que el título de "pueblo elegido" del Antiguo Testamento (Israel) correspondía ahora a España, en tanto que los judíos habían permanecido ciegos ante Cristo, llegando incluso a crucificarle. Este discurso teológico-político se fundaba en la exégesis de algunos textos sagrados, como la epístola de San Pablo a los romanos: "Y no es que la palabra de Dios haya quedado sin efecto. Es que no todos los nacidos de Israel son Israel, ni todos los descendientes de Abraham son hijos de Abraham" (Rom., 9, 6). Estamos ante una traslación de la hegemonía nacional, de naturaleza providencialista: el Israel de los judíos ha perdido la prelación por haberse hecho reo de su proterva resistencia contra Cristo y corresponde que el pueblo más fiel de entre todos los pueblos de la Cristiandad (el español) sea ahora el predilecto de Dios, un pueblo al que tiene elegido (al igual que a su conductor: Felipe II): "Desde la eternidad...".
 
El segundo cuarteto lo dedica Aldana a D. Juan de Austria, más arriba he comentado que éste es comparado a San Juan Bautista. Aldana era un ferviente partidario de D. Juan de Austria, prueba de ello son las "Octavas al Serenísimo Señor Don Juan de Austria" (de menos extensión que las dirigidas a Felipe II, pero no de menor intensidad en la devoción).
 
El primer terceto contiene los versos más arcanos de todos los que componen el soneto:
 
"Ha seis mil años casi que camina
el mundo con el tiempo, a consagrarte
la grey diversa reducida a una".
 
En él resuena aquel verso del soneto de Hernando de Acuña:
 
"una grey y un pastor solo en el suelo".
 
Pero lo que resultará más curioso para un profano es el número de los "seis mil años". Como todo lo perteneciente al mundo tradicional, la cifra no es arbitraria en modo alguno: su raigambre es muy antigua, aunque debemos a San Agustín su más perfecta concreción. San Agustín estableció que, desde la creación de Adán hasta los acontecimientos apocalípticos, hay seis edades. Este esquema cronológico estuvo en vigor durante toda la Edad Media: "Las Crónicas de Nuremberga" de 1493 también se ordenaban en seis edades, aunque añadían una más correspondiente al Juicio Final. Comprobamos que en la España de Felipe II este esquema temporal también ejercía un poderoso influjo. Cada una de las seis edades constaba aproximadamente de mil años.
 
Con antelación a San Agustín, algunos Padres apóstolicos, también el apologista San Justino, afirmaban que el mundo perecería en el sexto milenio a contar desde el principio de la creación: si en seis días había sido creado el Universo, seis mil años serían los que duraría en su estado actual, al término de los cuales se impondría un reino de justicia y bondad: que, en clave cristiana, se identificó con la Edad de Oro. Es el "reino" de los milenaristas. El milenarismo no ha sido nunca anatematizado por la Iglesia, lo que sí mereció la condena eclesiástica fue la interpretación de algunos milenaristas que apostaban por pasar esos seis mil años en disfrutes goliárdicos.
 
La conclusión del soneto de Aldana es la que advertíamos en Hernando de Acuña: "la edad gloriosa en que promete el cielo" la Edad de Oro adviene justamente en el reinado de Felipe II: la victoria de Lepanto es señal que presagia esa Edad de Oro que sucederá a la implantación del completo imperio español de Felipe II, para unir a todos los pueblos del mundo bajo Cristo Rey:
 
"¡Oh cómo en ti paró la edad más di[g]na
bien di[g]namente, y va tras tu estandarte
la gente, el mundo, el tiempo y la fortuna!"
 
Como hemos dicho más arriba, estas gozosas esperanzas se frustrarán en la composición titulada "Octavas dirigidas al Rey Don Felipe, Nuestro Señor", cuando Aldana percibe amenazada la hegemonía de España (incluso su supervivencia) por la alianza de las fuerzas de la infidelidad (el peligro turco, francés e inglés en connivencia; también las rebeliones flamencas y la inquietante presencia de los moriscos que todavía no habían sido expelidos de España y que constituían una "quinta columna" encubierta), pero incluso en el peligro que el poeta declara, éste recomendará:
 
"Con sólo el rey te basta lusitano,
junto cual os juntó natura propia,
aquel que enfrena y rige el oceano
hasta el quemado mundo de Etiopia:
gran Sebastián, que sobre el curso humano
nueva razón de méritos se apropia,
nuevo modo de ser, nuevo renombre,
que excede al hombre como al trono el hombre".
 
Las dos monarquías peninsulares, bien avenidas y concertadas, son así la esperanza del establecimiento de la Edad de Oro cristiana. Las esperanzas se truncarían. Pero no le reprochemos a Francisco de Aldana desconocer la hora de su muerte que fue el mismo día en que cayó en el campo del honor con el Rey Don Sebastián en Alcazarquivir. Pero no quedó por Aldana que, desaconsejando al Rey portugués el combate, una vez que la batalla se entabló le previno para que el joven monarca se pusiera a salvo retirándose con el mejor caballo, diciéndole: "si Dios no lo remedia no quedará hoy hombre con vida de nosotros".
 
Era el 4 de agosto de 1578: portugueses y españoles murieron juntos en Alcazarquivir, pero ni a Portugal ni a España se les puede matar, hasta que se les maten sus sueños. Y sus sueños no se les podrán matar nunca mientras haya portugueses y españoles firmes en asumir el destino providencial que nos tiene asignado Dios.