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Ezra Pound,
voz que clamaba en el desierto |
UN BREVE BOSQUEJO DE EZRA POUND
Introducción, traducción y notas
a cargo de Manuel Fernández Espinosa.
Ezra Weston Loomis Pound nació el 30 de octubre de
1885 en Hailey, Idaho (EE.UU.) y falleció en Venecia (Italia) el 1 de noviembre
de 1972. Su obra poética constituye una de las cimas de la poesía universal,
pero además de poeta, fue erudito, músico y crítico. Pertenecería a la
llamada “Lost Generation” (Generación Perdida). En esta Generación Perdida
figurarían autores norteamericanos como John Dos Passos, William Faulkner,
Ernest Hemingway, John Steinbeck o Francis Scott Fitzgerald, pero Ezra Pound
mantendría más relaciones con escritores y artistas europeos que con sus compatriotas. Vivió en Londres
hasta el término de la Gran Guerra y durante su estancia en Inglaterra entabló
amistad con W. B. Yeats y con el poeta T. S. Elliot, también norteamericano y
afincado en Inglaterra. En 1920 se trasladó a París donde entró en contacto con
el dadaísmo y el surrealismo: Tristán Tzara, Marcel Duchamp. Cuatro años
después se estableció en Italia, en donde se convertiría en un admirador de
Benito Mussolini. Poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial Pound
regresó a Estados Unidos, pero retornó a Italia por motivos ideológicos y
desempeñó tareas propagandistas a favor de las potencias del Eje. Con la
derrota de Italia, Pound fue detenido y puesto en manos de las autoridades
norteamericanas, siendo juzgado en EEUU bajo el cargo de traición. Se le
declaró loco y fue de esta forma como escapó a una más que probable pena de
muerte. Se le internó en el frenopático de St. Elizabeth, donde permaneció
durante doce años (1946–1958), trabajando incansablemente en su obra. En 1958,
cuando se le concedió la salida, regresó a Venecia donde murió el 1 de
noviembre de 1972.
El presente ensayo data del año 1944, aunque fue revisado posteriormente por su autor; el mismo constituye uno de
esos textos que, escritos en Italia en el curso de la conflagración mundial, le valió a Ezra Pound la vitola de "traidor" para el gobierno de USA: el texto que traducimos es una de las piezas que acarreó la persecución de su autor. Pound fue contemplado como un colaboracionista del fascismo y de
la Repubblica Sociale Italiana; sin embargo, con el paso de los años y la
perspectiva que da el tiempo, leyendo este texto entendemos que Ezra
Pound había llegado a una comprensión del problema estadounidense que justifica su desapego por el gobierno norteamericano; lejos de
traicionar a su patria, lo que el gran poeta tenía muy claro era que el
gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica no representaba a la nación, por
estar intervenido en la sombra por los tenebrosos poderes de la plutocracia (la
“usurocracia”) y así, de esta guisa, la democracia no era otra cosa que apariencia,
sombras chinescas. Hemos traducido el título del original, pero forzándonos un
tanto a nosotros mismos, dado que entendemos que América no es, como insinúa el
título, exclusivamente los Estados Unidos de Norteamérica, sino también la
América de nuestros países hermanos de lengua portuguesa y castellana; nos hemos resarcido en el cuerpo del texto, donde siempre que apareció "America" hemos precisado que se trata de USA. Sin embargo, no
hemos querido alterar el título en su literalidad por respeto al texto y al
autor. Recomendamos el aparato de notas por lo exhaustiva que ha sido nuestra búsqueda que, siempre que se emprendió (incluso con los personajes más insólitos) se vio colmada con la felicidad de encontrar datos que arrojaran luz sobre ellos. Creemos que el lector hispanohablante, ajeno a la cultura anglosajona, tendrá a su disposición en las NOTAS todas las claves para interpretar esta pieza maestra de Pound.
AMÉRICA Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
POR EZRA
POUND
Los principales eventos tratados en este ensayo son:
1. La supresión de la emisión de papel moneda en Pennsylvania (1750)
2. La Revolución Americana (1776) y sus traiciones
posteriores.
3. La caída de los Estados Unidos bajo el control de
la usurocracia internacional durante la Guerra Civil, sobre el año 1864.
Estos hechos deben considerarse en relación con la
Segunda Guerra Mundial.
EL PROCESO HISTÓRICO
El proceso histórico ha sido comprendido en varias
ocasiones, pero esta comprensión que de él ha hecho una minoría diligente que
lucha por el bien común es una y otra vez arrinconado, hasta solaparse y
desaparecer de la superficie. En 1878 mi abuelo decía las mismas cosas que
estoy diciendo yo ahora, pero la memoria de sus esfuerzos ha sido borrada. Lo
mismo se aplica a las revelaciones de hombres como Calhoun (1), Jackson (2) y
Van Buren (3). Hace cuarenta años Brookes Adams (4) reunió algunos muy
significativos hechos, peros sus libros no fueron muy leídos. Él no tenía
vocación de mártir –confesó con ironía.
Me llevó siete años para hacerme con una edición de
“Las obras de John Adams” (5), publicadas entre 1850 y 1856 en diez volúmenes,
editadas con una biografía del autor a cargo de Charles Francis Adams, bisnieto
del Padre de la Nación. Además, estas obras son en parte ininteligibles para
cualquier persona que no disponga de algún conocimiento de economía o, más
concretamente, de cuestiones monetarias.
Si se pudiera entender la causa (o causas) de una
guerra, se podría entender la causa (o causas) de varias –y tal vez hasta de
todas. Pero las causas fundamentales de una guerra han merecido poca
publicidad. El misterio de la economía ha sido guardado más celosamente que los
misterios de Eleusis. Y el Banco Central de Grecia estaba en Delfos.
Esta presente guerra es parte de la secular guerra
entre los usureros y los campesinos, entre la usurocracia y todos aquellos
hombres que honestamente se ganan el pan de cada día con su propio talento o
con las manos.
En el siglo XIX el público más o menos creía que la
economía política la había inventado Adam Smith (6). Cátedras Regias fueron
fundadas para falsificar la historia y enseñar liberalismo progresista (7). E
incluso era sólito entre los monarcas de la Casa de Tudor hablar de “afinar los
púlpitos” (8).
El hecho cardinal de la Revolución Norteamericana de
1776 fue la supresión, en 1750, del papel moneda usado en Pennsylvania y otras
colonias, pero la historia que se enseña en Estados Unidos de Norteamérica
habla de asuntos más pintorescos, como del Tea Party de Boston.
La ética surge con la agricultura. La ética de los
nómadas no va más allá de la distinción entre mis ovejas y tus ovejas. Si el
estudio de Aristóteles y Demóstenes no se ha suprimido efectivamente, como poco
pudiéramos decir que se ha sido minimizado debido a razones perfectamente
deliberadas y concretas. Ciertos autores clásicos hablan con demasiada
franqueza para los oídos de los Grandes
Señores de la Usura.
La terminología de las operaciones financieras ya fue
otrora estudiada y expuesta con una seriedad poco común por Claudius Salmasius
(9) (“De Modo Usurarum” y “De Foenore Trapezitico”, Leyden, 1639 y 1640). Pero
hasta las enciclopedias que mencionan su nombre tienden a ignorar esos dos
libros.
Lo que constituye la base sólida del crédito ya era
conocido y afirmado en los albores del siglo XVII por los fundadores del Monte
dei Paschi de Siena (10). Era (y es) la abundancia o capacidad productiva de la
naturaleza, tomada en conjunto con la responsabilidad del pueblo entero.
Cito estos hechos aparentemente inconexos para indicar
que ciertos delitos graves no se deben a la negligencia de un montón de
eruditos y tampoco pueden atribuirse a la ignorancia de la humanidad entera,
pero sólo pueden ocurrir a causa de la ignorancia de la gran mayoría.
Lo que los sabios entendieron fue registrado, pero las
inscripciones desaparecen. Los libros decaen, mientras que la publicidad
usurocrática inunda la mente del público como una marea cenagosa, y la misma
codicia, las mismas iniquidades y monopolios se yerguen otra vez para someter
el mundo a su dominio.
Los decretos del Emperador Federico II (11), Rey de
Sicilia, tenían la costumbre de comenzar invocando al Eterno Dios y la Creación
del Mundo. Este estilo medieval rechaza toda idea de que los factores sociales
sean cualquier cosa desarraigada.
Mi ignorancia, la suya y la del público que nos rodea
no es hoy un fenómeno natural. Por encima y más allá de la ignorancia natural,
se difunde una ignorancia artificial, arteramente creada.
Entre las definiciones de la palabra “banquero”,
recogida por Georg Obst (12), encontramos:
-un banquero es alguien que compra el dinero y deudas,
para crear otras deudas.
-un banquero es alguien que pide prestado dinero para
prestarlo de nuevo con un beneficio. (es decir: a una tasa de interés más
alto).
La
etapa avanzada en el desarrollo de la astucia tiene un hito en la fundación del
Banco (privado) de Inglaterra y fue registrada claramente en el prospecto de
Paterson (13): “El banco tiene en beneficio de los intereses sobre todo el
dinero que se crea de la nada”. Paterson, en otras palabras, propuso prestar no
el dinero, sino billetes, jugando sobre la muy posible probabilidad de que solo
un sector de “depositantes” quisiera en algún momento retirar su dinero al
mismo tiempo.
El
truco se trabucó y a lo grande. Pues los cuáqueros de Pensilvania estaban
empezando a entrar en competencia “pro bono publico Pennsylvanico”. Es decir,
que prestaron su papel moneda a los granjeros a efectos de la recuperación de
tierras hasta un importe igual a la mitad del valor de la finca en cuestión,
requiriendo el pago en diez cuotas anuales.
El
banco en la madre patria, a través del Gobierno británico instrumentalizado,
tenía esta competencia beneficiosa, por la que había traído prosperidad a las
colonias, suprimida en 1750.
Luego
de otras vejaciones varias, las colonias declararon su independencia que
lograron merced a su posición geográfica y al estado de perturbación en que se
encontraba Europa.
Durante
los últimos treinta años, los quioscos de prensa y las librerías han puesto en
sus mostradores y vendido un número considerable de trabajos que más o menos
aproximadamente detallan los asuntos de varios monopolios: el del petróleo, el
de los metales, etcétera. Pero la gran novela policíaca del dinero nunca
apareció entre ellos.
En
cierto sentido, Brooks Adams la escribió, pero su “Law of Civilization and
Decay” (14) carece de un formato popular.
La
revelación moderna del mecanismo usurocrático se mantuvo en el punto alcanzado
por Adams hasta que Arthur Kitson (15) ofreció sus pruebas ante el Comité
Macmillan (16), cuando trazó la curva que muestra la relación entre la deuda y
el crédito después de las guerras napoleónicas, después de la Guerra Civil
Norteamericana y su curvatura hasta el periodo posterior al Tratado de
Versalles.
TRAICIÓN
Toda
revolución es traicionada.
La
victoria de los ejércitos americanos, la rendición de Lord Cornswallis (17),
etcétera., no puso fin a la guerra secular entre el productor y el usurero,
sino que ésta prosiguió, aunque subrepticiamente, sin la tregua más leve.
La
idea de que una guerra nunca podría haber suprimido los intereses sobre la
deuda era mirada con ironía por uno de los “Padres de la República”.
Jefferson
(18), quien se opuso a las maniobras de Hamilton (19), fijó su fe sobre el
Ministro de Hacienda, Gallatin, de origen “suizo” (20). Una cierta sospecha se
levantó contra Gallatin, pero Jefferson insistía que él era “el hombre más
capaz en la administración después del Presidente”(es decir, después de él
mismo).
Jefferson
declaraba no entender de agricultura (a lo que añadía con deferencia Mr.
Madison (21): “Pero él lo hace”). Afirmó una cierta ignorancia sobre economía.
Insistió en que el banco era útil porque le daba “ubicuidad” el dinero de
Gallatin. Y, de hecho, el banco prestó esa omnipresencia. Dar ubicuidad al
poder adquisitivo es una de las funciones perfectamente legítimas y muy útiles
de los bancos.
Hace
como diez años tuve la ocasión de condensar el estudio introductorio de la
historia de los Estados Unidos de Norteamérica en un “libro” de menos de
treinta líneas. Este libro muestra que Jefferson era menos ignorante en asuntos
de finanzas y dinero de lo que presumía en su modestia. He aquí mis cuatro
capítulos:
I
CAPÍTULO
“Todas
las perplejidades, confusión y angustia que surgen en los Estados Unidos no
provienen de defectos en su constitución o confederación, ni por falta de honor
o virtud, sino más bien por la abierta ignorancia de la naturaleza del dinero,
el crédito y la circulación” (John Adams). (22)
II
CAPÍTULO
“…y
si las cuentas nacionales emitidas basadas (como es indispensable) sobre las
promesas de impuestos específicos para su recuperación, dentro de determinadas
épocas y de modo moderado, siendo denominadas adecuadamente para la
circulación, no sería menester aplicar interés sobre ellos, porque podrían
responder a cada uno de los efectos de la moneda metálica retirada y sustituida
por ellos” (Thomas Jefferson, carta a Crawford (23), 1816)
III CAPÍTULO
“…y
le dio a la gente de esta República la bendición más grande que hayan tenido
–su propio papel para pagar sus propias deudas”(Abraham Lincoln). (24)
IV
CAPÍTULO
El
Congreso tendrá facultad:
Para
acuñar monedas y determinar su valor, y el de la moneda extranjera y fijar la
norma de pesos y medidas.
Constitución
de los Estados Unidos, Artículo I Departamento Legislativo, Sección 8, cláusula
5.
Dado
en la Convención, por unánime consentimiento de los Estados que concurren el
decimoséptimo día de septiembre del año de Nuestro Señor de mil setecientos
ochenta y siete y duodécimo de la independencia de los Estados Unidos de
América. En fe de lo cual hemos suscrito abajo nuestros nombres. (George
Washington (25) –Presidente y Diputado de Virginia).
Si
hubiera que señalar que sólo el último de esos documentos se halla en una
publicación de fácil acceso para la gran mayoría de los ciudadanos, nos
daríamos cuenta de lo grande, pero desnaturalizada, que es nuestra democracia.
La
Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, de la que se toma dicho
fragmento, se escribió en un estilo poco atractivo para el lector medio. Las
frases clave se encuentran tras recorrer un largo camino desde su inicio y el
ciudadano se aburre antes de llegar a ellas. Desde hace años, hogaño también,
el Congreso ha hecho caso omiso de las competencias con las que fue investido
por el presente documento. De vez en cuando, algún estrafalario de Nebraska o
Dakota levanta la voz ruda para exigir un poco de la libertad proclamada por
los Padres de la República, pero el fragor de las rotativas pronto ahoga estas
rústicas vociferaciones.
Un
buen día, pensando en el trabajo que me había costado exhumar estos cuatro
“capítulos”, le pregunté al jefe del departamento de historia americana de la
Biblioteca del Congreso si existía alguna historia de América, bien en un
volumen o en diez, que contuvieran esos cuatro capítulos o la síntesis de los
mismos.
Después
de reflexionar un rato me respondió que en lo que a él se le alcanzaba, yo
había sido el primero que había reunido y relacionado entre sí los cuatro
nombres de los cuatro más grandes presidentes de la República.
Lincoln
fue asesinado después de que hiciera la declaración más arriba citada. El gesto
histriónico del asesino no explica cómo pasó que escapara de Washington,
después de que se cundiera la alarma, por la única carretera que no estaba
vigilada; tampoco explica la sincronización de este magnicidio con el atentado
fallido de Seward (26), el Secretario de Estado, ni otros detalles del asunto.
El hecho es que Lincoln había asumido una posición de clara confrontación
frente la usurocracia.
Los
usureros, derrotados por las operaciones de Jackson y Van Buren durante el
decenio de 1830-1840, dirigieron su foco cegador sobre la cuestión de los
negros esclavos –o “esclavitud móvil”, como se le llamaba. Las potencialidades
dramáticas y sentimentales de este problema eran muy superiores a los
inmediatamente visibles de la lucha bancaria.
Durante
la fase anterior a la guerra civil norteamericana, los debates en el Congreso
revelan una percepción extremadamente penetrante por parte de los congresistas
más inteligentes. Pero después del asesinato de Lincoln las discusiones
perdieron gran parte de su claridad. El endeudamiento del Sur con la ciudad de
Nueva York pasó a un segundo plano. El sujeto pierde su valor como noticia.
La
usurocracia había descubierto que el sistema esclavista era menos rentable que
el de la mano de obra “libre”. Cualquier persona que poseía un esclavo tenía
que mantenerlo con vida y en condiciones oportunas para trabajar. Esto costaba
más que la explotación de la mano de obra “libre”, pues en el sistema
capitalista el que emplea no tiene en absoluto responsabilidad alguna concerniente
a esos costes de manutención y vivienda. La derrota de los propietarios de
esclavos ya estaba decidida, su suerte estaba echada.
Tal
vez los elementos de “conciencia moral” e “idealismo” no jugaron nunca un papel
tan importante en la preparación de una guerra como en la que estamos tratando.
El problema de la emoción de las masas no es un problema ni matemático ni
monetario, pero cuando las pasiones de la muchedumbre son excitadas ciertos
elementos se aplican a explotar la situación.
El
conde de Vergennes (27) tenía toda la razón de su parte para decirle a John
Adams que los periódicos gobernaban el mundo.
El
bisnieto de John Adams (28) tenía toda la razón de su parte para escribir que,
después de Waterloo, el poder de los usureros no encontraría ninguna severa
derrota.
Manuales
de texto universitarios, a lo largo de todo el siglo de la usura, conocido como
el siglo XIX, fueron escritos para mantener la dominación de la usura y para
mantener a los profesores en sus butacas. Un libro como “Financial History of
the United States”, de D. R. Dewey (29), contiene una ingente cantidad de
hechos irrefutables, pero omite los que realmente son relevantes y reveladores.
Estos hechos cardinales, en los que está envuelto el problema, se encuentran en
panfletos que circulan burlando el control o en obras fundamentales para cuyo
descubrimiento se requiere gran paciencia al lector: a razón de tres renglones
reveladores después de haber leído un centenar de páginas.
La
sabiduría reside menos en los medios que en la afirmación de los fines. Si
existe la voluntad de alcanzar el fin, se encontrarán los medios. Si el fin es
pérfido, de ninguna manera pueden tener los medios en sí mismos ninguna virtud
inherente capaz de evitar la perversión de la justicia.
Frente
a esto, se puede observar que ciertos sistemas y ciertos mecanismos de los
medios, han sido inventados deliberadamente para generar la confusión y con el
fin de inducir a error al público: para mantener a la gente ignorante de los
hechos de la historia y de los mejores medios de crear y mantener la justicia
social. La batalla ideológica y propagandística tiene que ser dirigida contra
este obscurantismo.
En
las últimas centurias el oro ha sido utilizado principalmente como un
instrumento para la creación de la escasez –una escasez, en primera instancia,
de oro en sí mismo que afecta a una determinada localidad, nación o naciones,
estratégicamente determinadas.
Se
emplearon todos los regateos ingeniosos habidos para manipular las formas
actuales de dinero en el caso de que apareciera cualquier nuevo tipo de dinero.
En
este sentido, los conservadores que se quejan clamando: “¡No hay que hacer
monerías con el dinero!"... Lo hacen con toda razón.
Pero
el fraude fundamental es el monopolio. Es menester darse cuenta de que Napoleón
y otros grandes Jefes de Estado han estado luchando contra las mismas trampas y
escollos, contra el mismo engaño.
Un
resumen de la infamia de la Sociedad de las Naciones está contenida en
“Politica económico-sociale in Italia”, de Odon Por, Anno XVII-XVIII (30).
El
ataque de Stalin contra el capitalismo en su libro “Los Fundamentos del
Leninismo” (31) merece atención. Él entiende a fondo la iniquidad de los
diversos Roosevelt, Churchill, Blum y demás. Pero el bolchevismo se rebajó a
los métodos de la guerra económica, inundando los mercados extranjeros; y con
la compra de acciones del Canal de Suez se ha embarcado en una abierta guerra
financiera.
El
bolchevismo se ha aliado con el liberalismo hasta las cachas y ha consensuado
con los liberales la exportación de “fuerza de trabajo”, "mano de
obra" (esto es: de seres humanos) a cambio de alimentos. Stalin dispuso
“cuarenta camiones de material humano” para ponerse manos a la obra con el
canal. La única diferencia entre ellos está en detalles económicos: la enorme
perversión es común a cada tentáculo del monstruo.
1:
Las guerras son hechas para crear deudas.
2:
La guerra es la forma más alta de sabotaje.
3:
Una nación que no quiera hundirse en la deuda enfurece a los usureros.
POSTSCRIPTUM
Lo que ha faltado, particularmente entre los hombres
prácticos, entre los industriales grandes como pequeños, entre los hombres de
negocios (no sólo en los de pequeños negocios) es un estudio comprensivo del
mecanismo usurocrático, un conocimiento de las relaciones entre las
transacciones comerciales, de las relaciones entre la dirección de una factoría
o negocio y el sistema monetario internacional, no a un corto plazo, a
intervalos trimestrales o por trienios, sino en períodos de siglos y siempre
con el mismo objeto: el lucro. Y siempre con el mismo mecanismo asimismo, a
saber: la creación de deudas por la extorsión del interés, del de los
monopolios de modo tal que ellos puedan mantener continuamente los precios
fluctuantes, incluyendo los precios de unidades monetarias, de varias divisas
nacionales.
Lo que sigue son algunas de las fuentes en las que el
estudioso puede satisfacer un poco la curiosidad que espero que este ensayo
haya estimulado.
Georg Obst: “Das
Bankgeschaft”, C. E. Poeschel Verlag, Stuttgart.
Aristóteles, “Política”.
Claudius Salmasius: “De Modo Usurarum”, Elzevier, Lugd. Bat.
(Leiden), 1639.
Claudius Salmasius: “De Foenore Trapezitico”, Joannis
Maire, Lugd. Ba., 1640.
“Historie Générale de la Chine ou Annales de cet Empire,
traduites du Tong-Kien-Kang-Mou”, par le feu père Joseph Anne-Marie de Moyriac
de Mailla, 13 volumes, Paris, 1777-1785 (32).
T. Louis Comparette:
“The Reorganization of the Municipal Administration under the Antonines”,
American Journal of Philology, Vol. XXVII, No. 2. (33)
The Works of John
Adams, Second President of the United States: with A Life of the Author, notes
and illustrations, by his Grandson, Charles Francis Adams, Little, Brown &
Co., Boston, 1850-1856.
The Writings of
Thomas Jefferson, Memorial Edition, XX volumes, Washington, 1903-1904.
The Autobiography of
Martin Van Buren, escrita en 1860 aproximadamente que permaneció manuscrita
hasta su publicación como volumen II del “Annual Report of the American
Historical Association for the year 1918”, Govt. Print. Off.,
Washington, 1920.
Claude G. Bowers,
“Jefferson and Hamilton”, Houghton Mifflin, Boston, 1925. (34)
Willis A. Overholser:
“A Short Review and Analysis of the History of Money in the United States”, publicación
del autor, Libertyville, Illinois, 1936. (35)
Odon Por: “Politica economico-sociale in Italia. Anno
XVII-XVIII”, Florencia, 1940. Traducción al inglés de Ezra Pound: “Italy’s
Policy of Social Economics 1939-40”, Bergamo, 1941.
Y para una panorámica más amplia del proceso histórico:
Brooks Adams: “The Law of Civilization and Decay”,
primera edición en Nueva York, Macmillan, 1896, también reeditado en Vintage
Books, Nueva York, 1955.
Brooks Adams: “The
New Empire”, Macmillan, Nueva York, 1902.
Arthur Kitson: “The
Bankers’ Conspiracy”, Elliot Stock, Londres, 1933.
Nota: En todos los estudios económicos e historiográficos
es menester clarificar la terminología. Incluso un autor como Obst que se toma
el cuidado de definir sus vocablos, ha fracasado al establecer una terminología
completa y hacer todas las distinciones que uno hubiera querido. Una distinción
más clara entre un medio de ahorro y un medio de intercambio podría arrojar
algo de luz sobre diversos puntos oscuros que se subjetivan en varios autores
rigurosos.
FINALE
ENFATICO
Espero que el lector no haya “entendido todo del tirón”.
Me complacería que retornara a los hechos mencionados y pensara sobre su
significado por sí mismo, bosquejando sus propias conclusiones. En caso de no
haber sido lo suficientemente claro, repito:
Tras la muerte de Lincoln el poder real de los Estados
Unidos pasó de las manos del gobierno oficial a las manos de un maligno
contubernio. El sistema democrático finiquitó. Desde ese momento se hizo inútil
hablar de los Estados Unidos como una entidad autónoma. El momento preciso en
que se hizo inútil y absurdo hablar del Imperio Británico como una entidad
autónoma está todavía por determinar.
Resulta una enorme pérdida de tiempo hablar lo mismo de
tal o cual “democracia”. El gobierno real era (y es) el que está tras las
bambalinas. El sistema funciona de la siguiente manera: dos o más partidos se
presentan ante el público. Como una mera cuestión de forma y para tranquilizar
a los simplones, se permite a algunos hombres honestos hacer un poco de trabajo
limpio, siempre y cuando no se toquen las grandes palancas. Las mayores
palancas son las de las finanzas y la monopolización, incluyendo la monopolización
del mismo dinero en sí mismo, tanto dentro de la nación como en combinación con
las distintas divisas extranjeras.
Todavía con antelación a la Primera Guerra Mundial,
Anatole France (36) irónicamente informaba a sus lectores sobre el
funcionamiento de las guerras “comerciales”, en “L’Ile des Pingouins”:
“-Ciertamente –respondió el intérprete- hay guerras
industriales. Las naciones desprovistas de comercio e industria no tienen
ninguna razón para ir a la guerra, pero las naciones comerciales se ven
forzadas a adoptar una política de conquista. Nuestras guerras deben, por
necesidad, aumentar en número al paso del incremento de nuestra actividad
industrial. Cuando una de nuestras industrias no logra encontrar una salida
para sus productos, hemos de disponer una guerra para abrir nuevos mercados.
Este año, de hecho, hemos tenido una guerra de carbón, una guerra de cobre y
una guerra de algodón. En Zelanda hemos masacrado a dos tercios de los nativos
para forzar al resto a comprar paraguas y aparatos”.
Este libro de France fue increíblemente popular alrededor
del año 1908, pero el mundo no aprendió la lección.
NOTAS:
(1) John Caldwell Calhoun
(1782-1850) abogado y líder político sureño, convertido en 1810 en
representante en el Congreso Federal de los Estados Unidos. Defendió con
resolución la esclavitud, oponiéndose al abolicionismo y sus posiciones serían
más tarde reclamadas por los secesionistas sureños contra los estados del
norte.
(2) Andrew Jackson
(1767-1845), séptimo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica desde
1829 a 1837.
(3) Martin Van Buren
(1782-1862), octavo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica desde 1837
a 1841; el primero de origen no anglosajón.
(4) Son dos los hermanos
Brooks Adams: Peter Chardon Brooks Adams (1848-1927) y Henry Brooks Adams
(1838-1918). Ambos desempeñaron un notable papel en la intelectualidad
norteamericana de su época. El primero, Peter Chardon fue historiador
norteamericano y crítico del capitalismo: Pound citará en este ensayo la obra
"The New Empire" de éste, pero todo hace pensar que al que aquí se
refiere es a Henry Brooks Adams, por su obra "The Law of Civilization and
Decay" que fue mucho más severo en sus dictados contra las manipulaciones
bancarias y, en concreto, judías.
(5) John Adams (1735-1826),
segundo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, desde el año 1797 a
1801. Uno de los Padres de la Nación.
(6) Adam Smith (1723-1790),
famoso filósofo y economista escocés, teórico de la economía clásica.
(7) Whiggery: a falta de un término hispano que recoja los sentidos que tiene el vocablo en la cultura anglosajona, hemos traducido: “liberalismo progresista”. La “Whiggery” a la que se refiere Ezra Pound es un determinado enfoque de la historiografía en el mundo británico que presenta la historia como una inexorable progresión a la libertad y la ilustración para culminar en la democracia liberal y la monarquía constitucional, ideas que sostenían en el mundo académico los historiadores miembros del partido político británico de los “Whigs”.
(8) “Tuning the pulpits”: literalmente traducimos“afinar los púlpitos”, es una expresión que se remonta a Isabel I de Inglaterra que instituyó predicadores religiosos en Londres y otros puntos estratégicos, siempre dispuestos a acomodar sus sermones a los designios del monarca.
(9) Claudius Salmasius (Claude Saumaise) nació el 15 de abril de 1588 y murió el 3 de septiembre de 1653. Fue un humanista francés de confesión protestante, estudió en la Universidad de Heidelberg, bajo el magisterio del jurista Denis Godefroy. En 1631 ocupó la cátedra de Leiden (conocida en latín como “Lugdunum Batavorum”, Holanda), donde publicó las dos obras que cita Pound.
(10) Monte dei Paschi di Siena: pasa por ser el banco más antiguo del mundo, pues data del año 1472 cuando la Magistratura de la ciudad de Siena decidió crear un “monte de piedad”. Sigue en activo.
(11) Federico II Hohenstaufen (1194-1250), rey de Sicilia, Chipre y Jerusalén y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, fue excomulgado varias veces y sería conocido como “Stupor Mundi” por su carácter excéntrico y rupturista, así como por su voraz curiosidad científica. Sus continuos encontronazos con el Papado produjo que muchos católicos lo vieran como el “Anticristo”.
(12) Georg Obst
(1873-1938), profesor alemán de administración de empresas en la Universidad de
Breslau. Sus obras alcanzaron una gran difusión
(13)
Sir William Paterson (1658-1719), comerciante y banquero escocés, según algunos
en su mocedad fue también pirata. En 1694 promovió la fundación del Banco de
Inglaterra concebido al principio como banca privada, pero anhelante de obtener
privilegios de la banca oficial y, a la postre, los logró: pudo así imprimir
papel moneda y Paterson fue designado como uno de sus directores. En 1695,
Paterson fue retirado de su cargo por escándalo financiero. Escribió “Una breve
reseña del Banco de Inglaterra”, el “Prospecto” del que toma la cita Pound, que
lo mencionará en más lugares de su obra: por ejemplo, en sus “Cantos”, 46; 27,
Ezra Pound se refiere otra vez al prospecto de William Paterson. Sin embargo,
se piensa que esta cita es apócrifa, pues no se halla en el prospecto ni en ningún
documento de Paterson.
(14)
“The Law of Civilization and Decay” (La ley de la Civilización y la decadencia)
es un interesante libro escrito por Brooks Adams en 1895 al que Pound se
refiere copiosamente. Con este libro, Brooks Adams se proponía demostrar que la
ascensión y caída de las civilizaciones se deben a ciclos definidos de
centralización y decadencia, lo que parece anticipar hasta cierto punto “La
decadencia de Occidente” del alemán Oswald Spengler; Adams estudiaba en este
libro las épocas de la historia occidental centrándose sobre todo en aspectos
económicos y sociales.
(15)
Arthur Kitson (1861-1937), teórico monetario e inventor británico, formó parte
del Comité Macmillan. En 1933 la editorial Ellito Stock de Londres le
publicaría un interesantísimo libro titulado “The Banker’s Conspiracy”, libro
que maneja Pound.
(16)
Macmillan Committee: (Comité Macmillan) fue conocido oficialmente como Comité
sobre Finanzas e Industria, compuesto por economistas y formado por el gobierno
británico tras el crash de la bolsa de 1929, para determinar las raíces de la
crisis económica del Reino Unido. El Comité estaba dirigido por Hugh Pattison
Macmillan que le daría nombre. Y entre los componentes, además del citado
Arthur Kitson, figuraban eminentes figuras de la economía del siglo XX: John
Maynard Keynes o Reginald MacKenna.
(17)
Lord Cornwallis: Charles Cornwallis (1738-1805) fue militar y gobernador de las
colonias norteamericanas. Pasó a la historia por su rendición a las tropas
independentistas norteamericanas y sus aliados franceses, tras la batalla de
Yorktown el 19 de octubre de 1781. Su rendición no le impidió continuar en el
servicio activo, sirviendo al imperio británico en Irlanda e India.
(18)
Thomas Jefferson (1743-1826), tercer Presidente de los Estados Unidos de
Norteamérica, presidencia que ocupó desde 1801 a 1809 y Padre Fundador de la
Nación.
(19)
Alexander Hamilton (1755-1804), también considerado Padre Fundador de la
Nación, fue economista, político, escritor, abogado y militar. Sus muchas
desavenencias con Jefferson y con James Madison (ver abajo) provenían de dos
temperamentos muy antagónicos: Jefferson era partidario de dar más poder a los
gobiernos estatales, mientras que Hamilton apostaba por una mayor
centralización. En las cuestiones económicas (que son las que refiere Pound)
tampoco estaban de acuerdo: Jefferson era partidario de la agricultura y el
comercio, mientras que Hamilton era acérrimo de la industrialización.
(20)
Abraham Alfonse Albert Gallatin (1761-1849) ocupó el cargo de Secretario del
Tesoro de los USA cuando Jefferson resultó elegido Presidente de los EE.UU y
permaneció en este cargo durante trece años. Pound ironiza sobre el origen
“suizo” de Gallatin: en efecto, Gallatin había nacido en Ginebra, pero se había
asentado en América. La ironía de Pound viene de las acusaciones que contra
Gallatin se lanzaron, acusándolo de espía francés. Esta sospecha no solo cundió
entre el partido de los federalistas norteamericanos, sino que también afectó
al mismo Thomas Jefferson.
(21)
James Madison (1751-1836), cuarto Presidente de los EE.UU., su mandato
comprendió desde 1809 a 1817. Fue abogado, político y Padre Fundador de la
Nación, siendo celebrado como Padre de la Constitución, por su labor en la
redacción de la Constitución de los EE.UU. Junto a Thomas Jefferson asentó las
bases del Partido Republicano. Durante la presidencia de Jefferson (1801-1809),
Madison fue Secretario de Estado.
(22)
John Adams (1735-1826), segundo Presidente de los EE.UU. y Padre Fundador de la
Nación. Su mandato cubre desde el año 1797 a 1801.
(23)
Ezra Pound cita literalmente un fragmento de una carta de Jefferson a William
Harris Crawford en la que, además de lo que copia Pound, Jefferson da unos
consejos prácticos para conservar la prosperidad. Crawford (1772-1834) era juez
y político, siendo Secretario de Guerra de 1815 a 1816 y Secretario del Tesoro
de 1816 a 1825.
(24)
Abraham Lincoln (1809-1865), decimosexto Presidente de los EE.UU.; desde 1861 a
1865 en que murió, como todo el mundo sabe, asesinado por el confederado John
Wilkes Booth, al grito de: “Sic semper tyrannis”(Así siempre a los tiranos),
mientras disparaba contra su víctima.
(25) George
Washington (1732-1799), Primer Presidente de los EE.UU. desde 1789 a 1797,
Comandante en Jefe del Ejército Continental en la Guerra de la Independencia y
Padre de los Estados Unidos de Norteamérica.
(26)
William Henry Seward (1801-1872) había sido Gobernador de Nueva York y Secretario
de Estado desde 1861 a 1869. John Wilkes Booth, el magnicida de Lincoln, no
actuaba solo: había confeccionado toda una conspiración con el propósito de
derrocar al gobierno, mediante tres magnicidios sincronizados: el de Lincoln,
el de Andrew Johnson, vicepresidente de los EE.UU. y el de William Henry
Seward, el Secretario de Estado; para eso había reclutado a David Herold, Lewis
Powell y George Atzerodt. Pound insinúa que Booth trabajaba, a su vez, para una
mano oculta que tal vez conociera o no.
(27)
Charles Gravier, conde de Vergennes (1717-1787), diplomático francés y Ministro
de Asuntos Exteriores bajo Luis XVI de Francia. Su odio a Gran Bretaña le
condujo a apoyar a las colonias americanas en su guerra de la independencia,
llevando a Francia a entrar en esta guerra. Firmó el Tratado de Alianza
Franco-Americana el 6 de febrero de 1778.
(28)
Charles Francis Adams, bisnieto de John Adams, al que se refiere Pound al principio de este ensayo.
(29)
Davis Rich Dewey, (1858-1942), economista norteamericano. Hermano del filósofo
John Dewey, estudió en la Universidad de Vermont y en la de Johns Hopkins y fue
profesor de Economía y Estadística en el Instituto Tecnológico de
Massachusetts. La obra que cita Pound, “Financial History of United States” se
publicó por vez primera en 1902 y conoció una cuarta edición en 1912.
(30)
Poco se sabe de Odon Por. Nació en 1883 y fue un economista de origen húngaro.
Vivió en Inglaterra, donde escribió artículos sobre sindicalismo para la
revista “New Age”, para más tarde afincarse en Italia, escribiendo en
periódicos tan importantes como “L'Osservatore Romano” y “Civilta' Fascista”.
Mantuvo una abundante correspondencia epistolar con Ezra Pound y fueron buenos
amigos. La obra que cita Pound: “Politica economico-sociale in Italia. Anno
XVII-XVIII” fue traducida por el mismo Ezra Pound (de esta manera Odon Por
ayudaba al poeta norteamericano en sus estrechuras económicas) y en septiembre
de 1941 apareció la traducción de Pound al inglés de la obra de Odon Por:
“Italy’s Policy of Social Economics: 1939/1940”. Los años “XVII-XVIII” que
aparecen en la edición italiana de la obra corresponden a los años de la
llamada “Era fascista”.
(31)
“Foundations of Leninism” es el título que cita Pound: en español, “Los
fundamentos del leninismo”. Es la compilación de las conferencias que pronunció
el sobradamente conocido José Stalin (1878-1953) en la Universidad de Sverdlov,
pronunciadas en abril de 1924 e impresas en libro el año 1926.
(32)
Joseph-Anne-Marie de Moyriac de Mailla (1669-1748) fue un jesuita francés
misionero en China. Por su labor en las misiones de China tuvo un gran
conocimiento de la lengua y la cultura china, convirtiéndose en uno de los
primeros sinólogos europeos de mayor relieve. Su conocimiento del “Shujing” (la
monumental colección de libros clásicos de la historia de China) le posibilitó
la traducción de los mismos al francés, realizando también traducciones al
chino de hagiografías católicas occidentales así como también literatura
ascética católica para lectores chinos. Respetamos literalmente el título en
francés que de este sinólogo aporta Pound.
(33)
Thomas Louis Comparette (nacido en Dekalt County, Indiana, en 1868) estudió en
la Universidad de Wooster (Ohio), pasando por las universidades de Michigan,
Chicago y la American School of Antiquities, también en Roma y en las
universidades de Halle y Berlín. Desde 1893 a 1897 fue profesor de Griego en la
Texas Christian University de Waco y asistente de Latín en la Universidad de
Missouri. En 1905 pasó a ser Conservador de la Colección de Numismática del
Museo de Filadelfia. Fue a su vez miembro de la American Assotiation of Museums
y del American Institute of Archeology. Falleció en Filadelfia a principios del
mes de julio de 1922. Entre otras obras de las que fue autor, como el artículo
citado por Pound, son destacables “The Debasement of the Silver Coinage Under
the Emperor Nero” y “Aes Signatum”.
(34)
Claude Gernade Bowers (1878-1958), politico del Partido Demócrata y escritor norteamericano,
fue embajador en España y Chile.
(35)
Willis W. Overholser nació el 20 de noviembre de 1868 en el condado de
Lancaster, Pennsylvania, de ascendencia alemana, fue editor de la “Gaceta
Sibley” desde 1906, órgano oficioso del Partido Republicano en el Condado de
Osceola (Florida), siendo a su vez presidente del comité central del Partido
Republicano en dicho condado. Era metodista y miembro de los Knights of Pythias
(Caballeros de Pitias), sociedad semi-secreta y paramasónica fundada en
Washingnton el 19 de febrero de 1864, entre cuyas filas militaron William
McKinley, Franklin D. Roosevelt, Nelson Rockefeller y el trompetista Louis
Armstrong. Overholser falleció el 25 de noviembre en Sibley,
Iowa. Su libro “A short review and analysis of the history of money in the
United States, with an introduction to the current money problem” constituye un
hito para las teorías de la conspiración norteamericanas.
(36) Anatole France
(Anatole François Thibault) nació en París el 16 de abril de 1844 y falleció el
12 de octubre de 1924. Escritor francés al que le fue concedido el Premio Nobel
de Literatura en 1921. Políticamente estuvo propincuo a la SFIO (Sección
Francesa de la Internacional Obrera que más tarde sería el Partido Socialista
Francés), también mostró en un primer momento su inclinación por el Partido
Comunista Francés, pero terminó criticándolo al término de su vida. “La isla de
los pingüinos” es una de sus novelas que podría encajar en el género de ficción
política con una gran carga satírica desde parámetros socialistas, se publicó
en 1908. También merece la atención “Los dioses tienen sed” de 1912, una novela
que se ambienta durante los años del Terror de la Revolución Francesa